A Noma y Wes Flint
Canadá, página de nieve. Empiezo
lentamente a escribir en ti los pasos
de la segunda parte de mi vida.
Casi temo mancharte la blancura
con huellas del dolor que me he traído.
Para escribir en nieve versos nuevos
yo quisiera ser blanco. Pero tengo
el color de la vida que he vivido.
En: "Asilo Poético. Poemas escritos en Canadá
(1968 - 1990)".)
Canción de Fe
Ay, del amor y el hombre
nunca yo dudaría.
Del corazón abierto
y la carne encendida,
de la cerrada mano
sobre la tierra herida.
Ay, del amor y el hombre,
del viento y de la vida,
de la luz de mañana
nunca yo dudaría.
Cuando
Cuando la soledad se queda a solas
y el espejo se mira en el espejo,
cuando resuena el mundo y las preguntas
preguntan en el pecho.
Suena fuera la vida, el viento blanco.
Sobre la nieve un hombre va escribiendo
un largo verso paso a paso a paso.
Y nieva sobre el verso.
Donde
donde la vida es sólo una respuesta
por la que nadie se pregunta nunca
Cuando donde
Cuando el agua se defiende de ser hielo
donde vivir sencillamente es no haber muerto todavía
y escribir un poema es masturbarse el alma en un papel
[sin culpa
el hombre que ha creído y se resiste siempre a no creer
que la vida es la flor del universo y el amor su perfume
que la vida es más grande que el aire más hermoso
[que el mundo
que la vida no es muerte ni siquiera al morir porque queda
viviendo para siempre en la vida
coge un papel y un lápiz y tiembla al escribir
cuando vivir sencillamente es no haber muerto todavía
donde el agua se defiende de ser hielo
Cuando tu corazón, como un pájaro loco
Cuando tu corazón, como un pájaro loco o herido,
comienza a aletear contra mi pecho.
Y el mío empieza a aletear también,
y hay de repente lluvia y luz a borbotones,
y todas nuestras venas van a dar
en las venas del otro,
y nos oímos respirar como olas y rocas, como olas
y playa, como espuma deshaciéndose en la arena
más lentamente cada vez cada vez más lejos,
y entonces miel y siempre,
y nunca y nada y todo hasta el silencio...
Cuando es dulce sentirse muerto
de amor para seguir viviendo
El olor de un recuerdo
quitarse a España de encima
para mirarla por fin sin su peso
ya libre el pensamiento de raíces
con más barro que savia
el corazón sin tierra luchando
contra el frío del mundo
el olor de un recuerdo sobre toda la piel
y una terrible ansia por cambiar de madre
imposiblemente amada sin embargo hasta el primer dolor
de su dureza perdida
El suceso
Es difícil saber exactamente
el número de víctimas.
Testigos hay, mas no declaran nada.
Se fueron del lugar,
víctimas ellos mismos del suceso.
Y, sin embargo, las calles están llenas
de manos y de ojos y de labios,
de corazones aplastados, negros,
y la esperanza derramada tiñe
de verde las aceras.
Huele hasta el aire a sufrimiento,
los edificios tienen
un color de renuncia y de catástrofe.
El suceso ocurrió ayer en punto:
un día más había transcurrido.
Y se teme que hoy suceda igual.
E x i t
¿Dónde están las flechas de antaño? pregunté
al llegar a los Grandes Lagos de todos los niños del mundo
que sueñan geografía
Los Grandes Lagos eran ya muy pequeños y estaban medio muertos
El paisaje aparecía a diario firmado por las chimeneas
En Búfalo y Detroit ardía la llama eterna al obrero desconocido y
domesticado
y en Niágara seguía cayendo para nada la inmensa barba
democrática de Walt Whitman
La vida era solamente un problema de regulación de tráfico
Tu libertad de torcer a la izquierda acaba
donde empieza la libertad de torcer a la derecha
de los que viven masivamente ciegos en dirección corriente
y hay tiempo para avanzar y de parar
tiempo de correr a 30 por hora
tiempo de correr a 40 por hora
tiempo de correr a 60 a 70 por hora
hay tiempo de consumir tiempo de matar y tiempo de morir
Pero las compañías de seguro están en todas partes
y las almas saben que todo tiene su exacta indemnización
en este valle de sonrisas
¿Dónde están las flechas de antaño? pregunté
porque había soñado como todos los niños del mundo
han soñado alguna vez
con que al final de la película
los buenos tan superiores y vulgares
no ganaran para siempre y totalmente
a los malos tan buenos en el fondo pues
¿cómo se puede ser malo
llevando un gorro colgante de plumas de ave?
¿Dónde están las flechas de antaño? pregunté
En el aire de las cafeterías
en las carreteras en los envases sin devolución
y con devolución
en las revistas en los parques en los aeropuertos
en las cajas de galletas en los relojes de pulsera y de pared
y de bolsillo y de pecho y de cuello y de tobillo
en los relojes de cintura en los relojes de pensamiento
en los termómetros y manómetros en los barómetros
y anemómetros
en las latas de conserva y en los hermosos electrodomésticos
en las espaldas de los estudiantes
en todas las máquinas en todas las calles
sobre todo en las calles
en los cruces
sobre todo en los cruces
en las puertas
sobre todo en las puertas
de salid
flechas y flechas y
flechas muertas indicaban
subir
abrir
doblar
bajar
torcer a la derecha
torcer a la izquierda
seguir
estirar
romper
levantar
apretar
entrar
salir
sobre todo salir
salir por la puerta
de salida
Pero la puritana hipocresía del invierno
no puede impedir año tras año
la conmemoración sangrienta del otoño
y los desorientados vencedores hoy viven
preguntándole siempre
en todas partes el camino
a las flechas muertas de sus víctimas inolvidables
por dónde se va
por dónde se sube
por dónde se sale sobre todo por dónde
se sale
dónde está la puerta cuál es la puerta
de salida por favor
dónde está dónde la salida
preguntándole siempre la salida sobre todo por la salida
a las flechas muertas de sus víctimas inolvidables
Herida está de flecha la salida
En El tiempo de mi vida (antología)
Germania, Alzira. 2002
Hay guerras que se pierden
“Hay guerras que se pierden y nunca están perdidas.
Bajo la paz, impuesta por la guerra,
el pueblo calla, espera y no se olvida.
Hay muertos que no han muerto, ideas siempre vivas.
Te escribo, Rafael, para decirte
que está ocurriendo todo, todavía.
Hermanos de distancias
Leyendo la poesía de J.A. Valente "hermano
consumido en habitar tu sombra"
Compañeros de muchas o de pocas horas,
pero todos hermanos de tiempo y esperanza,
hermanos de palabra y hermanos de distancias:
sé que al vuelo fugaz de algún simposio, a veces,
al llegar ese instante turbio del recuerdo,
entre tanta pregunta, algunos preguntásteis:
¿Y qué hace en Canadá Jesús López Pacheco?
En Canadá hace nieve, y a veces os pregunta:
José Ángel Valente, ¿qué haces en Suiza?
¿Qué haces en Albuquerque, Ángel González?
Juan Goytisolo: y tú, en París, ¿qué haces?
¿Qué hacías en Chicago, Antonio Ferres?
Y en Canadá también, José María Valverde,
¿qué hiciste tantos años entre tanta nieve?
¿Qué haces. Ángel Crespo, en el pobre Puerto Rico?
Fuimos todos preguntas. Y lo seguimos siendo.
La historia respondió a lo que no preguntamos.
Y hoy, lejos de nosotros mismos, respondemos
a lo que nuestras sombras no pueden preguntar
por entre las ruinas de nuestras esperanzas.
Veo mi propia poesía como un intento de equilibrar
las experiencias del acá y del allá a través de una continua voluntad
de contraste y de reconocimiento de sus realidades.
Esto se concretiza en un lenguaje que se polariza en experiencias
surrealistas y coloquiales, por medio de una tensión irresuelta.
Hoy a las 15:29 por cecilia gargantini
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