Aires de Libertad

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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 12 Jun 2015, 13:15

    Estimada María, sé bienvenida a Aires de Libertad. Nos conoceremos, seguro, en cualquiera de los encuentros que venimos haciendo. Y verás que no canto nada mal:

    "Cuando ya nada se espera
    personalmente exaltante..."

    A fin de cuentas yó soy de Enero del 52... Jolines, como pasa el tiempo.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 13 Jun 2015, 01:55

    He concluido con Martín Fierro. Y tú estás llevando perfectamente a José Martí. La semana próxima participaré con algún poema.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 13 Jun 2015, 03:00

    JOSÉ MARTÍ .-

    VERSOS LIBRES.-(1)

    BANQUETE DE TIRANOS

    Hay una raza vil de hombres tenaces
    De sí propios inflados, y hechos todos
    Todos, del pelo al pie, de garra y diente;
    Y hay otros, como flor, que al viento exhalan
    En el amor del hombre su perfume.
    Como en el bosque hay tórtolas y fieras
    Y plantas insectívoras y pura
    Sensitiva y clavel en los jardines.
    De alma de hombres los unos se alimentan:
    Los otros su alma dan a que se nutran
    Y perfumen su diente los glotones,
    Tal como el hierro frío en las entrañas
    De la virgen que mata se calienta.

    A un banquete se sientan los tiranos
    Donde se sirven hombres: y esos viles
    Que a los tiranos aman, diligentes
    Cerebro y corazón de hombres devoran:
    Pero cuando la mano ensangrentada
    Hunden en el manjar, del mártir muerto
    Surge una luz que les aterra flores
    Grandes como una cruz súbito surgen
    Y huyen, rojo el hocico, y pavoridos
    A sus negras entrañas los tiranos.

    Los que se aman a sí: los que la augusta
    Razón a su avaricia y gula ponen:
    Los que no ostentan en la frente honrada
    Ese cinto de luz que el yugo funde
    Como el inmenso sal en ascuas quiebra
    Los astros que a su seno se abalanzan:
    Los que no llevan del decoro humano
    Ornado el sano pecho: los menores
    Y segundones de la vida, sólo
    A su goce ruin y medro atentos
    Y no al concierto universal.

    Danzas, comidas, músicas, harenes,
    Jamás la aprobación de un hombre honrado.
    Y si acaso sin sangre hacerse puede
    Hágase... clávalos, clávalos
    En el horcón más alto del camino
    Por la mitad de la villana frente,
    A la grandiosa humanidad traidores.
    Como implacable obrero
    Que un féretro de bronce clavetea,
    Los que contigo
    Se parten la nación a dentelladas". JOSÉ MARTÍ. VERSOS LIBRES.


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Lun 15 Jun 2015, 14:51, editado 2 veces


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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 13 Jun 2015, 03:09

    Amor de Ciudad Grande

    De gorja son y rapidez los tiempos.
    Corre cual luz la voz; en lata aguja,
    Cual nave despeñada en sirte horrenda,
    Húndese el rayo, y en ligera barca
    El hombre, como alado, el aire hiende.
    ¿Así el amor, sin pompa ni misterio
    Muere, apenas nacido., de saciado!
    Jaula es la villa de palomas muertas
    Y ávidos cazadores! Si los pechos
    Se rompen de los hombres, y las carnes
    Rotas por tierra ruedan, no han de verse
    Dentro más que frutillas estrujadas!
    Se ama de pie, en las calles, entre el polvo
    De los salones y a las plazas; muere
    La flor que nace. Aquella virgen
    Trémula que antes a la muerte daba
    La mano pura que a ignorado mozo;
    El goce de temer: aquel salirse
    Del pecho el corazón; el inefable
    Placer de merecer; el grato susto
    De caminar deprisa en derechura
    Del hogar de la amada, y a sus puertas
    Como un niño feliz romper en llanto;-
    Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
    Irse tiñendo de color las rosas,-
    Ea, que son patrañas! Pues ¿quién tiene
    Tiempo de ser hidalgo? Bien que sienta
    Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,
    Dama gentil en casa de magnate!
    O si se tiene sed, se alarga el brazo
    Y a la copa que pasa se la apura!
    Luego, la copa turbia al polvo rueda,
    Y el hábil catador, - manchado el pecho
    De una sangre invisible,- sigue alegre,
    Coronado de mirtos, su camino!
    No son los cuerpos ya sino desechos,
    Y fosas, y jirones! Y las almas
    No son como en el árbol fruta rica
    En cuya blanda piel la almíbar dulce
    En su sazón de madurez rebosa,-
    Sino fruta de plaza que a brutales
    Golpes el rudo labrador madura!
    ¿La edad es ésta de los labios secos!
    De las noches sin sueño! De la vida
    Estrujada en agraz! ¿Qué es lo que falta
    Que la ventura falta? Como liebre
    Azorada, el espíritu se esconde,
    Trémulo huyendo al cazador que ríe,
    Cual en soto selvoso, en nuestro pecho;
    Y el deseo, de brazo de la fiebre,
    Cual rico cazador recorre el soto.
    ¡Me espanta la ciudad! ¡Toda está llena
    De copas por vaciar, o huecas copas!
    ¡Tengo miedo ¡ay de mí! De que este vino
    Tósigo sea, y en mis venas luego
    Cual duende vengador los dientes clave!
    ¡Tengo sed,- más de un vino que en la tierra
    No se sabe beber! ¡No he padecido
    Bastante aún, para romper el muro
    Que me aparta ¡oh dolor! De mi viñedo!
    ¡Tomad vosotros, catadores ruines
    De vinillos humanos, esos vasos
    Donde el jugo de lirio a grandes sorbos
    Sin compasión y sin temor se bebe!
    Tomad! Yo soy honrado: y tengo miedo!


    Príncipe Enano

    Para un príncipe enano !Venga mi caballero
    Se hace esta fiesta. Por esta senda!
    Tiene guedejas rubias !Entrese mi tirano
    Blandas guedejas; Por esta cueva!
    Por sobre el hombro blanco Tal es, cuando a mis ojos
    Luengas le cuelgan. Su imagen llega,
    Sus dos ojos parecen Cual si en lóbrego antro
    Estrellas negras: Pálida estrella
    !Vuelan, brillan, palpitan, Con fulgores de ópalo
    Relampaguean! Todo vistiera.
    El para mí es corona, A su paso la sombra
    Almohada, espuela. Matices muestra,
    Mi mano, que así embrida Como al sol que las hiere
    Potros y hienas, Las nubes negras.
    Va, mansa y obediente, !Heme ya , puesto en armas,
    Donde él la lleva. En la pelea!
    Si el ceño frunce, temo; Quiere el príncipe enano
    Si se me queja,- Que a luchar vuelva:
    Cual de mujer, mi rostro !El para mí es corona,
    Nieve se trueca: Almohada, espuela!
    Su sangre, pues, anima Y como el sol, quebrando
    Mis flacas venas: Las nubes negras,
    !Con su gozo mi sangre En banda de colores
    Se hincha, o se seca! La sombra trueca,-
    Para un príncipe enano El, al tocarla, borda
    Se hace esta fiesta. En la onda espesa,
    Mi banda de batalla !Entrese mi tirano
    Roja y violeta. Por esta cueva!
    ¿Con que mi dueño quiere !Déjeme que la vida
    Que a vivir vuelva? A él, a él le ofrezca!
    !Venga mi caballero Para un príncipe enano
    Por esta senda! Se hace esta fiesta.


    Musa Traviesa

    Mi musa? Es un diablillo Contándolo, me inunda
    Con ala de ángel. Un gozo grave:-
    !Ah, musilla traviesa, Y cual si el monte alegre,
    Qué vuelo trae! Queriendo holgarse
    Al alba enamorando
    Yo suelo, caballero Con voces ágiles,
    En sueños graves, Sus hilillos sonoros
    Cabalgar horas luengas Desanudase,
    Sobre los aires. Y salpicando riscos,
    Me entro en nubes rosadas, Labrando esmaltes,
    Bajo a hondos mares, Refrescando sedientas
    Y en los senos eternos Cálidas cauces,
    Hago viajes. Echáralos risueños
    Allí asisto a la inmensa Por falda y valle, -
    Boda inefable, Así, al alba del alma
    Y en los talleres huelgo Regocijándose,
    De la luz madre: Mi espíritu encendido
    Y con ella es la oscura Me echa a raudales
    Vida, radiante, Por las mejillas secas
    Y a mis ojos los antros Lágrimas suaves.
    Son nidos de ángeles! Me siento, cual si en magno
    Al viajero del cielo Templo oficiase:
    ¿Qué el mundo frágil? Cual si mi alma por mirra
    Pues, ¿no saben los hombres Virtiese al aire;
    Qué encargo traen? Cual si en mi hombro surgieran
    !Rasgarse el bravo pecho, Fuerzas de Atlante;
    Vaciar su sangre, Cual si el sol en mi seno
    Y andar, andar heridos La luz fraguase: -
    Muy largo valle, !Y estallo, hiervo, vibro,
    Roto el cuerpo en harapos, Alas me nacen!
    Los pies en carne,
    Hasta dar sonriendo Suavemente la puerta
    -!No en tierra!- exánimes! Del cuarto se abre,
    Y entonces sus talleres Y éntranse a él gozosos
    La luz les abre, Luz, risas, aire.
    Y ven lo que yo veo: Al par da el sol en mi alma
    ¿Qué el mundo frágil? Y en los cristales:
    Seres hay de montaña, !Por la puerta se ha entrado
    seres de valle, Mi diablo ángel!
    Y seres de pantanos ¿Qué fue de aquellos sueños,
    Y lodazales. De mi viaje,
    Del papel amarillo,
    De mis sueños desciendo, Del llanto suave?
    Volando vanse, Cual si de mariposas
    Y en papel amarillo Tras gran combate
    Cuento el viaje. Volaran alas de oro

    Por tierra y aire, Mis libros lance,
    Así vuelan las hojas Y siéntese magnífico
    Do cuento el trance. Sobre el desastre,
    Hala acá el travesuelo Y muéstreme riendo,
    Mi paño árabe; Roto el encaje-
    Allá monta en el lomo -!Qué encaje no se rompe
    De un incunable; En el combate!-
    Un carcax con mis plumas Su cuello, en que la risa
    Fabrica y átase; Gruesa onda hace!
    Un sílex persiguiendo Venga, y por cauce nuevo
    Vuelca un estante, Mi vida lance,
    Y !allá ruedan por tierra Y a mis manos la vieja
    Versillos frágiles, Péñola arranque,
    Brumosos pensadores, Y del vaso manchado
    Lópeos galanes! La tinta vacíe!
    De águilas diminutas !Vaso puro de nácar:
    Puéblase el aire: Dame a que harte
    !Son las ideas, que ascienden, Esta sed de pureza:
    Rotas sus cárceles! Los labios cánsame!
    ¿Son éstas que lo envuelven
    Del muro arranca, y ciñese, Carnes, o nácares?
    Indio plumaje: La risa, como en taza
    Aquella que me dieron De ónice árabe,
    De oro brillante, En su incólume seno
    Pluma, a marcar nacida Bulle triunfante:
    Frentes infames, !Hete aquí, hueso pálido,
    De su caja de seda Vivo y durable!
    Saca, y la blande: Hijo soy de mi hijo!
    Del sol a los requiebros El me rehace!
    Brilla el plumaje,
    Que baña en áureas tintas Pudiera yo, hijo mío,
    Su audaz semblante. Quebrando el arte
    De ambos lados el rubio Universal, muriendo
    Cabello al aire, Mis años dándote,
    A mí súbito viénese Envejecerte súbito,
    A que lo abrace. La vida ahorrarte!-
    De beso en beso escala Mas no: que no verías
    Mi mesa frágil; En horas graves
    !Oh, Jacob, mariposa, Entrar el sol al alma
    Ismaëlillo, árabe! Y a los cristales!
    ¿Qué ha de haber que me guste Hierva en tu seno puro
    Como mirarle Risa asonante:
    De entre polvo de libros Rueden pliegues abajo
    Surgir radiante, Libros exangües:
    Y, en vez de acero, verle Sube, Jacob alegre,
    De pluma armarse, La escala suave:
    Y buscar en mis brazos Ven, y de beso en beso
    Tregua al combate? Mi mesa asaltes:-
    Venga, venga Ismaelillo: !Pues ésa es mi musilla,
    La mesa asalte, Mi diablo ángel!
    Y por los anchos pliegues !Ah, musilla traviesa,
    Del paño árabe Qué vuelo trae!
    En rota vergonzosa




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    Mensaje por Maria Román Sáb 13 Jun 2015, 03:27

    En relacion a poesía social,está Vladimir Maiacovski, gran poeta social
    Aqui os dejo un poema:
    MI PRIMERO DE MAYO ( dedicado al 1º de Mayo de 1918)
    A todos
    los que marchan por las calles
    y detienen las máquinas y taleres
    A todos
    deseosos de llegar a nuestra fiesta
    con las espaldas cargadas de trabajo.
    Salid el 1º de Mayo
    ¡el primero de los Mayos!
    Recibamoslo camaradas
    con las voces entrelazadas de canciones
    ¡Primavera mía
    derrite las nieves!
    ¡Yo soy obrero
    este mayo es mío!
    ¡Yo soy campesino
    este mayo es mío!
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    Mensaje por Lluvia Abril Sáb 13 Jun 2015, 03:38

    José Martí

    Penachos Vívidos

    Como taza en que hierve Ora en carreras locas,
    De transparente vino O en sonoros relinchos,
    En doradas burbujas O sacudiendo el aire
    El generoso espíritu; El crinaje magnífico;-
    Como inquieto mar joven Así mis pensamientos
    Del cauce nuevo henchido Rebosan en mí vividos,
    Rebosa, y por las playas Y en crespa espuma de oro
    Bulle y muere tranquilo; Besan tus pies sumisos,
    O en fúlgidos penachos
    Como manada alegre De varios tintes ricos,
    De bellos potros vivos Se mecen y se inclinan
    Que en la mañana clara Cuando tú pasas -hijo!
    Muestran su regocijo,



    Valle Lozano

    Dígame mi labriego Otros, con dagas grandes
    ¿Cómo es que ha andado Mi pecho araron:
    En esta noche lóbrega Pues, ¿qué hierro es el tuyo
    Este hondo campo? Que no hace daño?
    Dígame de qué flores Y esto dije -y el niño
    Untó el arado Riendo me trajo
    Que la tierra olorosa En sus dos manos blancas
    Trasciende a nardos? Un beso casto.
    Dígame de qué ríos
    Regó ese prado,
    Que era un valle muy negro
    Y ora es lozano?



    Versos Libres

    Hierro


    Ganado tengo el pan: hágase el verso,-
    Y en su comercio dulce se ejercite
    La mano, que cual prófugo perdido
    Entre oscuras malezas, o quien lleva
    A rastra enorme peso, andaba ha poco
    Sumas hilando y revolviendo cifras.
    Bardo ¿consejo quieres? Pues descuelga
    de la pálida espalda ensangrentada
    El arpa dívea, acalla los sollozos
    Que a tu garganta como mar en furia
    Se agolparán, y en la madera rica
    Taja plumillas de escritorio y echa
    Las cuerdas rotas al movible viento.
    ¡ Oh alma!, ¡oh, alma buena! ¡mal oficio
    Tienes!: ¡póstrate, calla, cede, lame
    Manos de potentado, ensalza, excusa
    Defectos, tenlos –que es mejor manera
    De excusarlos, y mansa y temerosa
    Vicios celebra, encumbra vanidades:
    Verás entonces, alma, cuál se trueca
    En plato de oro rico tu desnudo
    Plato de pobre!
    Pero guarda ¡oh alma!
    ¡Que usan los hombres hoy oro empañado!
    Ni de esos cures, que fabrican de oro
    Sus joyas el bribón y el barbilindo:
    Las armas no, -las armas son de hierro!
    Mi mal es rudo: la ciudad lo encona:
    Lo alivia el campo inmenso: ¡otro más vasto
    Lo aliviará mejor! –Y las oscuras
    Tardes me atraen, cual si mi patria fuera
    La dilatada sombra.
    Era yo niño-
    Y con filial amor miraba al cielo,
    ¡Cuán pobre a mi avaricia el descuidado
    Cariño del hogar! ¡Cuán tristemente
    Bañado el rostro ansioso en llanto largo
    Con mis ávidos ojos perseguía
    La madre austera, el padre pensativo
    Sin que jamás los labios ardorosos
    Del corazón voraz la sed saciasen.
    ¡ Oh verso amigo,
    Muero de soledad, de amor me muero!
    No de vulgar amor; estos amores
    Envenenan y ofuscan: no es hermosa
    La fruta en la mujer, sino la estrella
    La tierra ha de ser luz, y todo vivo
    Debe en torno de sí dar lumbre de astro.
    ¡ oh, estas damas de muestra ¡ ¡oh, estas copas
    de carne! ¡oh, estas siervas, ante el dueño
    que las ennjoya y que las nutre echadas!
    ¡ te digo, oh verso, que los dientes duelen
    de comer de esta carne!
    Es de inefable
    Amor del que yo muero, -del muy dulce
    Menester de llevar, como se lleva
    Un niño tierno en las cuidadosas manos,
    Cuanto de bello y triste ven mis ojos.
    Del sueño, que las fuerzas no repara
    Sino de los dichosos, y a los tristes
    El duro humor y la fatiga aumenta,
    Salto, al Sol, como un ebrio. Con las manos
    Mi frente oprimo, y de los turbios ojos
    Brota raudal de lágrimas. ¡ Y miro
    El Sol tan bello y mi desierta alcoba,
    Y mi virtud inútil, y las fuerzas
    Que cual tropel famélico de hirsutas
    Fieras saltan de mí buscando empleo;
    Y el aire hueco palpo, y en el muro
    Frío y desnudo el cuerpo vacilante
    Apoyo, y en el cráneo estremecido
    En agonía flota el pensamiento,
    Cual leño de bajel despedazado
    Que el mar en furia a playa ardiente arroja!
    ¡ Y echo a andar, como un muerto que camina,
    Loco de amor, de soledad, de espanto!
    ¡Amar, agobia! ¡es tósigo el exceso
    de amor! Y la prestada casa oscila
    Cual barco en tempestad: en el destierro
    Naufrago es todo hombre, y toda casa
    Inseguro bajel, al mar vendido!

    ¡Sólo las flores del paterno prado
    Tienen olor! ¡Sólo las seibas patrias
    Del sol amparan! Como en vaga nube
    Por suelo extraño se anda; las miradas
    Injurias nos parecen, y el sol mismo,
    ¡Más que en grato calor, enciende en ira!
    ¡No de voces queridas puebla el eco
    los aires de otras tierras: y no vuelan
    del arbolar espeso entre las ramas
    los pálidos espíritus amados!
    De carne viva y profanadas frutas
    Viven los hombres, -¡ay! mas el proscrito
    ¡ De sus entrañas propias se alimenta!
    ¡ Tiranos: desterrad a los que alcanzan
    el honor de vuestro odio: ya son muertos!
    Valiera más ¡ oh bárbaros! que al punto
    De arrebatarlos al hogar, hundiera
    En lo más hondo de su pecho honrado
    Vuestro esbirro más cruel su hoja más dura!
    Grato es morir, horrible, vivir muerto.
    Mas no! mas no! La dicha es una prenda
    De compasión de la fortuna al triste
    Que no sabe domarla: a sus mejores
    Hijos desgracias da naturaleza:
    Fecunda el hierro al llano, el golpe al hierro!




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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 13 Jun 2015, 03:57

    Gracias, María. Vladimir Maiacovsky no debe faltar en este espacio. Si miras en el Foro de Grandes Escritores verás un capítulo con el nombre de Poetas rusos y soviéticos. Allí ocupa un lugar destacado, junto a otros ( Anna Ajmatova -Pedro es un auténtico experto en ella-; Eugeni Evtushenco; Sergio Essenin y otros...) Posiblemente, en este espacio, tengamos que volver a ellos. Y tu ayuda siempre será benvenida. Insisto, gracias. Estamos necesitados de personas como tú. Con ganas de colaborar.


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    POESÍA SOCIAL I (En la primera páqgina hay un índice de autores) - Página 23 Empty Poesia social

    Mensaje por Maria Román Sáb 13 Jun 2015, 21:40

    Pensando como se definiría la poesía social, yo creo que sería aquella que denuncia la miseria que hay en la sociedad.
    Gracias por poder participar
    Maria
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    Mensaje por Lluvia Abril Dom 14 Jun 2015, 03:10


    Gracias, María, por tus aportes, por participar, y sí, así como tú la defines, ese, pienso es su principal cometido.

    Y ahora sigo con:
    José Martí

    Canto de Otoño

    Bien; ya lo sé!: -la muerte está sentada
    A mis umbrales: cautelosa viene,
    Porque sus llantos y su amor no apronten
    En mi defensa, cuando lejos viven
    Padres e hijo.-al retornar ceñudo
    De mi estéril labor, triste y oscura,
    Con que a mi casa del invierno abrigo,
    De pie sobre las hojas amarillas,
    En la mano fatal la flor del sueño,
    La negra toca en alas rematada,
    Ávido el rostro, - trémulo la miro
    Cada tarde aguardándome a mi puerta
    En mi hijo pienso, y de la dama oscura
    Huyo sin fuerzas devorado el pecho
    De un frenético amor! Mujer más bella
    No hay que la muerte!: por un beso suyo
    Bosques espesos de laureles varios,
    Y las adelfas del amor, y el gozo
    De remembrarme mis niñeces diera!
    ...Pienso en aquél a quien el amor culpable
    trajo a vivir, - y, sollozando, esquivo
    de mi amada los brazos: - mas ya gozo
    de la aurora perenne el bien seguro.
    Oh, vida, adios: - quien va a morir, va muerto.
    Oh, duelos con la sombra: oh, pobladores
    Ocultos del espacio: oh formidables
    Gigantes que a los vivos azorados
    Mueren, dirigen, postran, precipitan!
    Oh, cónclave de jueces, blandos sólo
    A la virtud, que nube tenebrosa,
    En grueso manto de oro recogidos,
    Y duros como peña, aguardan torvos
    A que al volver de la batalla rindan
    -como el frutal sus frutos-
    de sus obras de paz los hombres cuenta,
    de sus divinas alas!... de los nuevos
    árboles que sembraron, de las tristes
    lágrimas que enjugaron, de las fosas
    que a los tigres y víboras abrieron,
    y de las fortalezas eminentes
    que al amor de los hombres levantaron!
    ¡esta es la dama, el Rey, la patria, el premio
    apetecido, la arrogante mora
    que a su brusco señor cautiva espera
    llorando en la desierta espera barbacana!:
    este el santo Salem, este el Sepulcro
    de los hombres modernos:-no se vierta
    más sangre que la propia! No se bata
    sino al que odia el amor! Únjase presto
    soldados del amor los hombres todos!:
    la tierra entera marcha a la conquista
    De este Rey y señor, que guarda el cielo!
    ...Viles: el que es traidor a sus deberes.
    Muere como traidor, del golpe propio
    De su arma ociosa el pecho atravesado!
    ¡Ved que no acaba el drama de la vida
    En esta parte oscura! ¡Ved que luego
    Tras la losa de mármol o la blanda
    Cortina de humo y césped se reanuda
    El drama portentoso! ¡y ved, oh viles,
    Que los buenos, los tristes, los burlados,
    Serán en la otra parte burladores!
    Otros de lirio y sangre se alimenten:
    ¡Yo no! ¡yo no! Los lóbregos espacios
    rasgué desde mi infancia con los tristes
    Penetradores ojos: el misterio
    En una hora feliz de sueño acaso
    De los jueces así, y amé la vida
    Porque del doloroso mal me salva
    De volverla a vivir. Alegremente
    El peso eché del infortunio al hombro:
    Porque el que en huelga y regocijo vive
    Y huye el dolor, y esquiva las sabrosas
    Penas de la virtud, irá confuso
    Del frío y torvo juez a la sentencia,
    Cual soldado cobarde que en herrumbre
    Dejó las nobles armas; ¡y los jueces
    No en su dosel lo ampararán, no en brazos
    Lo encumbrarán, mas lo echarán altivos
    A odiar, a amar y a batallar de nuevo
    En la fogosa y sofocante arena!
    ¡Oh! ¿qué mortal que se asomó a la vida
    vivir de nuevo quiere? ...
    Puede ansiosa
    La Muerte, pues, de pie en las hojas secas,
    Esperarme a mi umbral con cada turbia
    Tarde de Otoño, y silenciosa puede
    Irme tejiendo con helados copos
    Mi manto funeral.
    No di al olvido
    Las armas del amor: no de otra púrpura
    Vestí que de mi sangre.
    Abre los brazos, listo estoy, madre Muerte:
    Al juez me lleva!
    Hijo!...Qué imagen miro? qué llorosa
    Visión rompe la sombra, y blandamente
    Como con luz de estrella la ilumina?
    Hijo!... qué me demandan tus abiertos
    Brazos? A qué descubres tu afligido
    Pecho? Por qué me muestran tus desnudos
    Pies, aún no heridos, y las blancas manos
    Vuelves a mí?
    Cesa! calla! reposa! Vive: el padre
    No ha de morir hasta que la ardua lucha
    Rico de todas armas lance al hijo!-
    Ven, oh mi hijuelo, y que tus alas blancas
    De los abrazos de la muerte oscura
    Y de su manto funeral me libren!


    BOSQUE DE ROSAS

    Allí despacio te diré mis cuitas;
    Allí en tu boca escribiré mis versos!—
    Ven, que la soledad será tu escudo!
    Pero, si acaso lloras, en tus manos
    Esconderé mi rostro, y con mis lágrimas
    Borraré los extraños versos míos.

    Sufrir ¡tú a quien yo amo, y ser yo el casco
    Brutal, y tú, mi amada, el lirio roto?
    Oh, la sangre del alma, tú la has visto?
    Tiene manos y voz, y al que la vierte
    Eternamente entre la sombra acusa.
    ¡Hay crímenes ocultos, y hay cadáveres
    De almas, y hay villanos matadores!
    Al bosque ven: del roble más erguido
    Un pilòn labremos, y en el pilòn
    Cuantos engañen a mujer pongamos!

    Esta es la lidia humana: la tremenda
    Batalla de los cascos y los lirios!
    Pues los hombres soberbios ¿no son fieras?
    Bestias y fieras! Mira, aquí te traigo
    Mi bestia muerta, y mi furor domado.—
    Ven, a callar; a murmurar; al ruido
    De las hojas de Abril y los nidales.
    Deja, oh mi amada, las paredes mudas
    De esta casa ahoyada y ven conmigo
    No al mar que bate y ruge sino al bosque
    De rosas que hay al fondo de la selva.
    Allí es buena la vida, porque es libre—
    Y la virtud, por libre, será cierta,
    Por libre, mi respeto meritorio.
    Ni el amor, si no es libre, da ventura.
    ¡Oh, gentes ruines, las que en calma gozan
    De robados amores! Si es ajeno
    El cariño, el placer de respetarlo
    Mayor mil veces es que el de su goce;
    Del buen obrar ¡qué orgullo al pecho queda
    Y como en dulces lágrimas rebosa,
    Y en extrañas palabras, que parecen
    Aleteos, no voces! Y ¡qué culpa
    La de fingir amor! Pues hay tormento
    Como aquél, sin amar, de hablar de amores!
    Ven, que allí triste iré, pues yo me veo!
    Ven, que la soledad será tu escudo!

    FLORES DEL CIELO

    Leí estos versos de Ronsard:
    «Je vous envoie un bouquet que ma main
    Vient de trier de ces fleurs épanouies»,
    y escribí esto:

    Flores? No quiero flores! Las del cielo
    Quisiera yo segar!
    Cruja, cual falda
    De monte roto, esta cansada veste
    Que me encinta y engrilla con sus miembros
    Como con sierpes,— y en mi alma sacian
    Su hambre, y asoman a la cueva lóbrega
    Donde mora mi espíritu, su negra
    Cabeza, y boca roja y sonriente!—
    Caiga, como un encanto, este tejido
    Enmarañado, de raíces! —Surjan
    Donde mis brazos alas,— y parezca
    Que, al ascender por la solemne atmósfera,
    De mis ojos, del mundo a que van llenos,
    Ríos de luz sobre los hombres rueden!

    Y huelguen por los húmedos jardines
    Bardos tibios segando florecillas:—
    Yo, pálido de amor, de pie en las sombras,
    Envuelto en gigantesca vestidura
    De lumbre astral, en mi jardín, el cielo,
    Un ramo haré magnífico de estrellas:
    ¡No temblará de asir la luz mi mano!;

    Y buscaré, donde las nubes duermen,
    Amada, y en su seno la más viva
    Le prenderé, y esparciré las otras
    Por su áurea y vaporosa cabellera.


    COPA CICLÓPEA

    El sol alumbra: ya en los aires miro
    La copa amarga: ya mis labios tiemblan,
    —No de temor, que prostituye,— de ira!...
    El Universo, en las mañanas alza
    Medio dormido aún de un dulce sueño
    En las manos la tierra perezosa,
    Copa inmortal, donde
    Hierven al sol las fuerzas de la vida!—
    Al niño triscador, al venturoso
    De alma tibia y mediocre, a la fragante
    Mujer que con los ojos desmayados
    Abrirse ve en el aire extrañas rosas,
    Iris la tierra es, roto en colores,—
    Raudal que juvenece, y rueda limpio
    Por perfumado llano, y al retozo
    Y al desmayo después plácido brinda!—
    Y para mí, porque a los hombres amo
    Y mi gusto y mi bien terco descuido,
    La tierra melancólica aparece
    Sobre mi frente que la vida bate,
    De lúgubre color inmenso yugo!
    La frente encorvo, el cuello manso inclino,
    Y, con los labios apretados, muero.


    POMONA

    Oh, ritmo de la carne, oh melodía,
    Oh licor vigorante, oh filtro dulce
    De la hechicera forma! —no hay milagro
    En el cuento de Lázaro, si Cristo
    Llevó a su tumba una mujer hermosa!

    Qué soy— quién es, sino Memnòn en donde
    Toda la luz del Universo canta,—
    Y cauce humilde en que van revueltas,
    Las eternas corrientes de la vida? —
    Iba,— como arroyuelo que cansado
    De regar plantas ásperas fenece,
    Y, de amor por el Sol noble transido,
    A su fuego con gozo se evapora:
    Iba, —cual jarra que el licor ligero
    Hinche, sacude, en el fermento rompe,
    Y en silenciosos hilos abandona:
    Iba,— cual gladiador que sin combate
    Del incólume escudo ampara el rostro
    Y el cuerpo rinde en la ignorada arena
    ...Y súbito,— las fuerzas juveniles
    De un nuevo mar, el pecho rebosante
    Hinchen y embargan,— el cansado brío
    Arde otra vez,— y puebla el aire sano
    Música suave y blando olor de mieles!
    Porque a mis ojos los fragantes brazos
    En armónico gesto alzó Pomona.


    MEDIA NOCHE

    Oh, qué vergüenza!: —El sol ha iluminado
    La tierra: el amplio mar en sus entrañas
    Nuevas columnas a sus naves rojas
    Ha levantado: el monte, granos nuevos
    Juntò en el curso del solemne día
    A sus jaspes y breñas: en el vientre
    De las aves y bestias nuevos hijos
    Vida, que es forma, cobran: en las ramas
    Las frutas de los árboles maduran:—
    Y yo, mozo de gleba, he puesto sòlo,
    Mientras que el mundo gigantesco crece,
    Mi jornal en las ollas de la casa!

    Por Dios, que soy un vil!:— No en vano el sueño
    A mis pálidos ojos es negado!
    No en vano por las calles titubeo
    Ebrio de un vino amargo, cual quien busca
    Fosa ignorada donde hundirse, y nadie
    Su crimen grande y su ignominia sepa!
    No en vano el corazón me tiembla ansioso
    Como el pecho sin calma de un malvado!

    El cielo, el cielo, con sus ojos de oro
    Me mira, y ve mi cobardía, y lanza
    Mi cuerpo fugitivo por la sombra
    Como quien loco y desolado huye
    De un vigilante que en sí mismo lleva!
    La tierra es soledad! la luz se enfría!
    Adonde iré que este volcán se apague?
    Adonde iré que el vigilante duerma?

    Oh, sed de amor! —oh, corazón, prendado
    De cuanto vivo el Universo habita;

    Del gusanillo verde en que se trueca
    La hoja del árbol: —del rizado jaspe
    En que las ondas de la mar se cuajan:—
    De los árboles presos, que a los ojos
    Me sacan siempre lágrimas: —del lindo
    Bribòn gentil que con los pies desnudos
    En fango o nieve, diario o flor pregona.
    Oh, corazón, —que en el carnal vestido
    No hierros de hacer oro, ni belfudos
    Labios glotones y sensuosos mira,—
    Sino corazas de batalla, y hornos
    Donde la vida universal fermenta!—

    Y yo, pobre de mí!, preso en mi jaula,
    La gran batalla de los hombres miro!—
    [1878]




    YUGO Y ESTRELLA

    Cuando nací, sin sol, mi madre dijo:
    —Flor de mi seno, Homagno generoso
    De mí y de la Creaciòn suma y reflejo,
    Pez que en ave y corcel y hombre se torna,
    Mira estas dos, que con dolor te brindo,
    Insignias de la vida: ve y escoge.
    Éste, es un yugo: quien lo acepta, goza:
    Hace de manso buey, y como presta
    Servicio a los señores, duerme en paja
    Caliente, y tiene rica y ancha avena.
    Ésta, oh misterio que de mí naciste
    Cual la lumbre nació de la montaña,
    Ésta, que alumbra y mata, es una estrella:
    Como que riega luz, los pecadores
    Huyen de quien la lleva, y en la vida,
    Cual un monstruo de crímenes cargado,
    Todo el que lleva luz, se queda solo.
    Pero el hombre que al buey sin pena imita,
    Buey vuelve a ser, y en apagado bruto
    La escala universal de nuevo empieza.
    El que la estrella sin temor se ciñe,
    Como que crea, crece!
    Cuando al mundo
    De su copa el licor vació ya el vivo:
    Cuando, para manjar de la sangrienta
    Fiesta humana, sacó contento y grave
    Su propio corazón: cuando a los vientos
    De Norte y Sur vertió su voz sagrada,—
    La estrella como un manto, en luz lo envuelve,

    Se enciende, como a fiesta, el aire claro,
    Y el vivo que a vivir no tuvo miedo,
    Se oye que un paso más sube en la sombra!

    —Dame el yugo, oh mi madre, de manera
    Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
    Mejor la estrella que ilumina y mata.


    ISLA FAMOSA

    Aquí estoy, solo estoy, despedazado.
    Ruge el cielo: las nubes se aglomeran,
    Y aprietan, y ennegrecen, y desgajan:
    Los vapores del mar la roca ciñen:
    Sacra angustia y horror mis ojos comen:
    A qué, Naturaleza embravecida,
    A qué la estéril soledad en torno
    De quien de ansia de amor rebosa y muere?
    Dónde, Cristo sin cruz, los ojos pones?
    Dónde, oh sombra enemiga, dónde el ara
    Digna por fin de recibir mi frente?
    En pro de quién derramaré mi vida?

    —Rasgòse el velo: por un tajo ameno
    De claro azul, como en sus lienzos abre
    Entre mazos de sombra Díaz famoso,
    El hombre triste de la roca mira
    En lindo campo tropical, galanes
    Blancos, y Venus negras, de unas flores
    Fétidas y fangosas coronados:


    Danzando van: a cada giro nuevo
    Bajo los muelles pies la tierra cede!
    Y cuando en ancho beso los gastados
    Labios sin lustre ya, trémulos juntan,
    Sáltanle de los labios agoreras
    Aves tintas en hiel, aves de muerte.



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    Mensaje por Liliana Aiello Dom 14 Jun 2015, 15:49

    traer el Martín Fierro es un orgullo ya que para nosotros es identificarnos en cada verso.
    Es una obra maravillosa que se lee desde que somos niños en las escuelas hasta que de grandes usamos muchas de sus estrofas al modo de dichos en nuestra tierra.
    Graciasssssssssssssss a vos y a Lluvia por tan lindo trabajo.
    Besosssssssssssss

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    Mensaje por cecilia gargantini Dom 14 Jun 2015, 18:08

    Querido Pascual, respondiendo a tu pedido, te responderé las dos primeras y mañana, con un poco más de tiempo, las otras dos:

    1) ¿Cuándo conociste El gaucho Martín Fierro?.
    2) ¿Qué significa para vos Martín Fierro?
    3) ¿Crees que es correcto incluir en el espacio POESÍA SOCIAL El gaucho Martín Fierro...? ¿Por qué?
    4) Por favor explica aquello que desees sobre este poema o sobre su autor. Muchas gracias.

    Por favor, difundir este mensaje. Gracias.

    1. Nosotros conocemos Martín Fierro desde la escuela secundaria; es lectura obligatoria, dentro del programa de Literatura argentina.
    2. Martín Fierro es la obra argentina más importante del siglo XIX y representa lo más profundo de la argentinidad. Como plus, su autor no fue un gaucho sino alguien que pertenecía a la más alta aristocracia argentina y que, por tener campos, pudo ver con claridad el penar de los gauchos.

    Besitossssssssssssss y mañana te contesto las otras dos
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Dom 14 Jun 2015, 23:53

    Gracias, Lilí y Cecilia, por vuestras opiniones.

    Besos.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 15 Jun 2015, 00:10

    Mientras nuestra querida Lluvia realiza el enorme trabajo que lleva a cabo con JOSÉ MARTÍ,  y esperando el resto de los aportes sobre MARTÍN FIERRO, iré pensando en los autores con los que continuaremos. Dado que hicimos una minuciosa presentación de la Poesía Social Española (*), seguiremos indagando en la Poesía social hispanoamericana. Tendremos tiempo, después, de ir adentrándonos por otros lugares y otros poetas.

    (*) En el caso de España no hemos hablado, específicamente, de los miembros de la Generación del 27 o de Antonio Machado o Miguel Hernández, por poner ejemplos llamativos. Pero todos tienen sus espacios abiertos. Por tanto, si en algún momento, volviéramos a ellos sería de pasada, sin entretenernos, con el fin de no repetir lo que ya se haya dicho.
    Gracias.
    Lo que dices, María, tiene un gran valor: no es nada simple porque abarcaría más conductas que movimientos... Por esa definición que haces deberemos hablar de muchos autores ( además de los citados).
    Ya te ha dado Lluvia las gracias, que yo reitero. Besos.


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    Mensaje por Lluvia Abril Lun 15 Jun 2015, 04:01

    Yo también os doy las gracias, esto anima a seguir.


    SED DE BELLEZA

    Solo, estoy solo: viene el verso amigo,
    Como el esposo diligente acude
    De la erizada tórtola al reclamo.
    Cual de los altos montes en deshielo
    Por breñas y por valles en copiosos
    Hilos las nieves desatadas bajan—
    Así por mis entrañas oprimidas
    Un balsámico amor y una avaricia
    Celeste de hermosura se derraman.
    Tal desde el vasto azul, sobre la tierra,
    Cual si de alma de virgen la sombría
    Humanidad sangrienta perfumasen,
    Su luz benigna las estrellas vierten
    Esposas del silencio! —y de las flores
    Tal el aroma vago se levanta.

    Dadme lo sumo y lo perfecto: dadme
    Un dibujo de Angelo: una espada
    Con puño de Cellini, más hermosa
    Que las techumbres de marfil calado
    Que se place en labrar Naturaleza.


    El cráneo augusto dadme donde ardieron
    El universo Hamlet y la furia
    Tempestuosa del moro: —la manceba
    India que a orillas del ameno río
    Que del viejo Chichén los muros baña
    A la sombra de un plátano pomposo
    Y sus propios cabellos, el esbelto
    Cuerpo bruñido y nítido enjugaba.
    Dadme mi cielo azul... dadme la pura
    Alma de mármol que al soberbio Louvre
    Dio, cual su espuma y flor, Milo famosa.


    ¡OH, MARGARITA!

    Una cita a la sombra de tu oscuro
    Portal donde el friecillo nos convida
    A apretarnos los dos, de tan estrecho
    Modo, que un solo cuerpo los dos sean:
    Deja que el aire zumbador resbale,
    Cargado de salud, como travieso
    Mozo que las corteja, entre las hojas,
    Y en el pino
    Rumor y majestad mi verso aprenda.
    Sòlo la noche del amor es digna.
    La oscuridad, la soledad convienen.
    Ya no se puede amar, ¡oh Margarita!


    ÁGUILA BLANCA


    De pie, cada mañana,
    Junto a mi áspero lecho está el verdugo.—

    Brilla el sol, nace el mundo, el aire ahuyenta
    Del cráneo la malicia,—
    Y mi águila infeliz, mi águila blanca
    Que cada noche en mi alma se renueva,
    Al alba universal las alas tiende
    Y camino del sol emprende el vuelo.
    Y silencioso el bárbaro verdugo
    De un nuevo golpe de puñal le quiebra
    El fuerte corazón cada mañana.
    Y en vez del claro vuelo al sol altivo
    Por entre pies, ensangrentada, rota,
    De un grano en busca el águila rastrea.

    Oh noche, sol del triste, amable seno
    Donde su fuerza el corazón revive,
    Perdura, apaga el sol, toma la forma
    De mujer, libre y pura, a que yo pueda
    Ungir tus pies, y con mis besos locos
    Ceñir tu frente y calentar tus manos.
    Líbrame, eterna noche, del verdugo,
    O dale, a que me dé, con la primera
    Alba, una limpia y redentora espada.
    Que con qué la has de hacer? Con luz de estrellas!



    HE VIVIDO: ME HE MUERTO...

    He vivido: me he muerto: y en mi andante
    Fosa sigo viviendo: una armadura
    Del hierro montaraz del siglo octavo,
    Menos, sí, menos que mi rostro pesa.
    Al cráneo inquieto lo mantengo fijo

    Porque al rodar por tierra el mar de llanto
    [............................], no asombre.
    Quejarme, no me quejo: que es de lacayos
    Quejarse, y de mujeres,
    Y de aprendices de la trova, manos
    Nuevas en liras viejas: —Pero vivo
    Cual si mi ser entero en un agudo
    Desgarrador sollozo se exhalara.—
    De tierra, a cada sol mis restos propios
    Recojo, en junto los apilo, a rastras
    A la implacable luz y a los voraces
    Hombres cual si viviesen los paseo:
    Mas si frente a la luz me fuese dado
    Como en la sombra donde duermo, al polvo
    Mis disfraces echar, viérase súbito
    Un cuerpo sin calor venir a tierra
    Tal como un monte muerto que en sus propias
    Inanimadas faldas se derrumba.

    He vivido: al deber juré mis armas
    Y ni una vez el sol doblò las cuestas
    Sin que mi lidia y mi victoria viere:—
    Ni hablar, ni ver, ni pensar yo quisiera!
    Cruzados ambos brazos, como en nube
    Parda, en mortal sosiego me hundiría.
    De noche, cuando al sueño a sus soldados
    En el negro cuartel llama la vida,
    La espalda vuelvo a cuanto vive: al muro
    La frente doy, y como jugo y copia
    De mis batallas en la tierra miro—
    La rubia cabellera de una niña
    Y la cabeza blanca de un anciano!


    ESTROFA NUEVA

    Cuando, oh Poesía,
    Cuando en tu seno reposar me es dado!—
    Ancha es y hermosa y fúlgida la vida:
    Que éste o aquél o yo vivamos tristes,
    Culpa de éste o aquél será, o mi culpa!
    Nace el corcel, del ala más lejano
    Que el hombre, en quien el ala encumbradora
    Ya en los ingentes brazos se diseña:
    Sin más brida el corcel nace que el viento
    Espoleador y flameador,— al hombre
    La vida echa sus riendas en la cuna!
    Si las tuerce o revuelve, y si tropieza
    Y da en atolladero, a sí se culpe
    Y del incendio o del zarzal redima
    La destrozada brida: sin que al noble
    Sol y [.................] vida desafíe.
    De nuestro bien o mal autores somos,
    Y cada cual autor de sí: la queja
    A la torpeza y la deshonra añade
    De nuestro error: cantemos, sí, cantemos
    Aunque las hidras nuestro pecho roan
    El Universo colosal y hermoso!

    Un obrero tiznado, una enfermiza
    Mujer, de faz enjuta y dedos gruesos:
    Otra que al dar al sol los entumidos
    Miembros en el taller, como una egipcia
    Voluptuosa y feliz, la saya burda
    Con las manos recoge, y canta, y danza:
    Un niño que, sin miedo a la ventisca,

    Como el soldado con el arma al hombro,
    Va con sus libros a la escuela: el denso
    Rebaño de hombres que en silencio triste
    Sale a la aurora y con la noche vuelve
    Del pan del día en la difícil busca,—
    Cual la luz a Memnòn, mueven mi lira.
    Los niños, versos vivos, los heroicos
    Y pálidos ancianos, los oscuros
    Hornos donde en bridòn o tritòn truecan
    Los hombres victoriosos las montañas
    Astiánax son y Andròmaca mejores,
    Mejores, si, que los del viejo Homero.

    Naturaleza siempre viva: el mundo
    De minotauro yendo a mariposa
    Que de rondar el sol enferma y muere:
    Dejad, por Dios, que la mujer cansada
    De amar, con leche y menjurjes
    Su piel rugosa y su verdad restaure,
    Repíntense las viejas: la doncella
    Con rosas naturales se corone:—
    La sed de luz, que como el mar salado
    La de los labios, con el agua amarga
    De la vida se irrita: la columna
    Compacta de asaltantes, que sin miedo,
    Al Dios de ayer en los desnudos hombros
    La mano libre y desferrada ponen,—

    Y los ligeros pies en el vacío,—
    Poesía son, y estrofa alada, y grito
    Que ni en tercetos ni en octava estrecha
    Ni en remilgados serventesios caben:

    Vaciad un monte,— en tajo de Sol vivo
    Tallad un plectro: o de la mar brillante
    El seno rojo y nacarado, el molde
    De la triunfante estrofa nueva sea!

    Como nobles de Nápoles, fantasmas
    Sin carne ya y sin sangre, que en palacios
    Muertos y oscuros con añejas chupas
    De comido blasòn, a paso sordo
    Andan, y al mundo que camina enseñan
    Como un grito sin voz la seca encía,
    Así, sobre los árboles cansados,
    Y los ciriales rotos, y los huecos
    De oxidadas diademas, duendecillos
    Con chupa vieja y metro viejo asoman!
    No en tronco seco y muerto hacen sus nidos,
    Alegres recaderos de mañana,
    Las lindas aves, cuerdas y gentiles:
    Ramaje quieren suelto y denso, y tronco
    Alto y robusto, en fibra rico y savia.
    Mas con el sol se alza el deber: se pone
    Mucho después que el sol: de la hornería
    Y su batalla y su fragor cansada
    La mente plena en el rendido cuerpo,
    Atormentada duerme, —como el verso
    Vivo en los aires, por la lira rota
    Sin dar sonidos desolado pasa!

    Perdona, pues, oh estrofa nueva, el tosco
    Alarde de mi amor. Cuando, oh Poesía,
    Cuando en tu seno reposar me es dado.



    _________________
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    se acaba la diversión”.


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    Mensaje por cecilia gargantini Lun 15 Jun 2015, 08:24

    Bueno, querido Pascual, te completo un poco lo de Martín Fierro.
    Está perfectamente incluido en POESÍA SOCIAL, ya que la idea central de la obra es presentar la realidad de la vida del gaucho con el propósito de criticar los métodos usados por las autoridades, para imponer su particular idea de civilización y organización social.
    La defensa que hace HERNÁNDEZ del gaucho implica, tácitamente, una postura comprometida frente al problema y la necesidad de testimoniarlo.

    Dos sectores sociales se presentan en conflicto: los que detentan el poder (jueces, policías, comandantes) y los gauchos, que serían el grupo marginado de la sociedad.
    Los indígenas son presentados como representantes de un mundo primitivo, incivilizado, regido por normas diferentes de las cristianas.

    Besitosssssssssssss miles, queridos Pascual y Lluvia, y espero haber ayudado a completar
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 16 Jun 2015, 00:37

    A todos, muy especialmente a Lluvia; Walter; Cecilia; Ana María; Lilí; Pedro; María Román; María Lua... Y en los puntos suspensivos quedan incluidos todos aquellos a los que no menciono pero en los que igualmente creo como personas, compañeros y amigos:
    Esto continúa. Quiero decir, y no es exactamente un juego de palabras - aunque así lo parezca- que ni siquiera estamos en los inicios de este proyecto. Cuando lo inicié - he de ser sincero - no sabía exactamente dónde me estaba metiendo. Hubieron notables participaciones de María Lua; Lilí... y algunas más. Esas contribuciones, insisto, enriquecían el proyecto. Pero insisto : yo no quería hablar sólo de lo que sabía ( Blas de Otero; Celaya - al que "canto por la calle"; José Hierro... o Mario Benedetti; Nicolás Guillén; Pablo Neruda...o - más puntos suspensivos- ). He ahí donde apareció el famoso libro ( famoso para mí y justo a partir de ese momento) "POESÍA SOCIAL ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA"de LEOPOLDO DE LUÍS. Antología 1939-1968. Edición de Fanny Rubio y Jorge Urrutia. Una de esas  Obras Magnas, conteniendo el nombre de 30 autores: algunos muy conocidos; otros de oídas... Y los más totalmente desconocidos.  Y mira por donde ante ese reto inmenso para mí me encuentro de golpe con la ilusión y las ganas de trabajar de LLUVIA. No sé si será verdad o no que sobre mí ha recaído la INICIATIVA DEL PROYECTO. Pero el peso fundamental de su desarrollo ha venido de su ilusión y capacidad  de trabajo.
    Terminamos con esos 30 autores y nos metimos con la POESÍA SOCIAL HISPANOAMERICANA. Pero no fuimos a lo conocido. Empezamos un recorrido histórico por ella. ¡Qué bárbaro... hasta dónde hemos llegado! Y resulta que después de estas andadas todavía  nos quedan autores colombianos ( Ramiro Lagos; Carlos Castro Saavedra; Jaime Ibáñez; Hugo Salazar Valdés...); Venezolanos ( Ernesto Jerez Valero o Martiniano Brando); Ecuatorianos ( Miguel Ángel Zambrano; Hugo Salazar Tamariz)... y así, guatemaltecos, hondureños, panameños, peruanos, argentinos, paraguayos, uruguayos, bolivarianos... Y todo hasta llegar a las decenas y decenas de autores de ese subcontinente, dentro del continente sudamericano. Estoy hablando claro de Brasil : decenas y decenas de autores de las diferentes regiones brasileiras con un compromiso ético con lo social. Y claro, nicaragüenses, costarricenses; portorriqueños; dominicanos... Es decir nos queda una tarea ingente pero bellísima. De forma consciente me olvidé de Emilio Ballagas, Nicolás Guillén... Pero es que todo esto, después de aquel libro pudo continuar gracias a un artículo de una revista cubana sobre Poesía social. Cuba, mi cuba "¿por dónde andará?".
    La pregunta es fácil:
    LLUVIA... ¿ te atreves...?
    TODOS LOS DEMÁS... ¿ osamos tamaño trabajo...?
    Si me decís que sí, continuamos. No hay condiciones previas. Una tan sólo, vale. Una. Para hacer de esto un trabajo y no un galimatías un cierto orden. Es fácil (?) Yo creo que no. Pero también creo que no hay tarea imposible cuando en ella se deposita la ilusión, las ganas de aprender y la dicha de poder trabajar.
    Gracias.


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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 16 Jun 2015, 04:15

    Hola, y sí, me atrevo. ¿Has visto que osada?jeje, pero... Ah! Sí pongo una condición, y es que tú, como hasta ahora has hecho, me abras el camino. Por supuesto, cuando vea que no puedo seguirte por lo que sea(espero que no pase), te lo diré ¿Vale así?

    Gracias por inyectar ganas, y sigo con José Martí.




    MUJERES

    1
    Ésta, es rubia: ésa, oscura: aquélla, extraña
    Mujer de ojos de mar y cejas negras:
    Y una cual palma egipcia alta y solemne
    Y otra como un canario gorjeadora.
    Pasan, y muerden: los cabellos luengos
    Echan, como una red: como un juguete
    La lánguida beldad ponen al labio
    Casto y febril del amador que a un templo
    Con menos devoción que al cuerpo llega
    De la mujer amada: ella, sin velos.
    Yace, y a su merced; —él, casto y mudo
    En la inflamada sombra alza dichoso
    Como un manto imperial de luz de aurora.
    Cual un pájaro loco en tanto ausente
    En frágil rama y en menudas flores
    De la mujer el alma travesea:
    Noble furor enciende al sacerdote
    Y a la insensata, contra el ara augusta
    Como una copa de cristal rompiera:—
    Pájaros, sòlo pájaros: el alma
    Su ardiente amor reserve al universo.

    2

    Vino hirviente es amor: del vaso afuera,
    Echa, brillando al Sol, la alegre espuma:

    Y en sus claras burbujas, desmayados
    Cuerpos, rizosos niños, cenadores
    Fragantes y amistosas alamedas
    Y juguetones ciervos se retratan:
    De joyas, de esmeraldas, de rubíes,
    De ònices y turquesas y del duro
    Diamante al fuego eterno derretidos,
    Se hace el vino satánico: Mañana
    El vaso sin ventura que lo tuvo
    Cual comido de hienas, y espantosa
    Lava mordente se verá quemado.

    3

    Bien duerma, bien despierte, bien recline—
    Aunque no lo reclino— bien de hinojos,
    Ante un niño que llega el cuerpo doble
    Que no se dobla a viles y a tiranos,
    Siento que siempre estoy en pie: —si suelo
    Cual del niño en los rizos suele el aire
    Benigno, en los piadosos labios tristes
    Dejar que vuele una sonrisa, —es fijo
    Así, sépalo el mozo, así sonríen
    Cuantos nobles y crédulos buscaron
    El sol eterno en la belleza humana.
    Sòlo hay un vaso que la sed apague
    De hermosura y amor: Naturaleza
    Abrazos deleitosos, híbleos besos
    A sus amantes pròdiga regala.

    4

    Para que el hombre los tallara puso
    El monte y el volcán Naturaleza,—
    El mar, para que el hombre ver pudiese
    Que era menor que su cerebro,— en horno
    Igual, sol, aire y hombres elabora.
    Porque los dome, el pecho al hombre inunda
    Con pardos brutos y con torvas fieras.
    ¡Y el hombre, no alza el monte: no en el libre
    Aire, ni en sol magnífico se trueca:
    Y en sus manos sin honra, a las sensuales
    Bestias del pecho el corazòn ofrece:
    A los pies de la esclava vencedora:
    El hombre yace, deshonrado, muerto.


    ASTRO PURO

    De un muerto, que al calor de un astro puro,
    De paso por la tierra, como un manto
    De oro sintiò sobre sus huesos tibios
    El polvo de la tumba, al sol radiante
    Resucitò gozoso, viviò un día,
    Y se volviò a morir,— son estos versos:

    Alma piadosa que a mi tumba llamas
    Y cual la blanca luz de astros de Enero,
    Por el palacio de mi pecho en ruinas
    Entras, e irradias, y los restos fríos
    De los que en él voraces habitaron
    Truecas, oh maga! en cándidas palomas:—
    Espíritu, pureza, luz, ternura,
    Aves sin pies que el ruido humano espanta,
    Señora de la negra cabellera,

    El verso muerto a tu presencia surge
    Como a las dulces horas el rocío
    En el oscuro mar el sol dorado
    Y álzase por el aire, cuanto existe
    Cual su manto en el vuelo recogiendo,
    Y a ti llega, y se postra, y por la tierra
    En colosales pliegues [...........]
    Con majestad de púrpura romana.
    Besé tus pies,— te vi pasar: Señora,
    Perfume y luz tiene por fin la tierra!
    El verso aquel que a dentelladas duras
    La vida diaria y ruin me remordía
    Y en ásperos retazos, de mis secos
    Y codiciosos labios se exhalaba,
    Ora triunfante y melodioso bulle,
    Y como ola de mar al sol sereno
    Bajo el espacio azul rueda en espuma:
    Oh mago, oh mago amor!
    Ya compañía
    Tengo para afrontar la vida eterna:
    Para la hora de la luz, la hora
    De reposo y de flor, ya tengo cita.

    Esto diciendo, los abiertos brazos
    Tendiò el cantor, como a abrazar. El vivo
    Amor que su viril estrofa mueve
    Sòlo durò lo que la estrofa dura:
    Alma infeliz el alma ardiente, aquélla
    En que el ascua más leve alza un incendio
    [...........""..........] y el sueño

    Que vio esplender, y quiso asir, hundiòse
    Como un águila muerta: el ígneo, el [...]
    Callò, brillò, volviò solo a su tumba.


    HOMAGNO AUDAZ

    Homagno audaz, de tanto haber vivido
    Con el alma, que quema, se moría.—
    Por las cóncavas sienes las canosas
    Lasas guedejas le colgaban: hinca
    Las silenciosas manos en los secos.
    Muslos: los labios, como ofensa augusta
    Al negro pueblo universal, horrible
    Pueblo infeliz y hediondo de los Midas,
    Junta como quien niega: y en los claros
    Ojos de ansia y amor, que la vislumbre
    De la muerte feliz, arroba, brilla
    Como en selva nocturna hoguera blanca
    La mirada caudal de un Dios que muere
    Remordido de hormigas:
    Suplicante

    A sus llagados pies Jòveno hermoso
    Tiéndese y llora; y en los negros ojos
    Desolaciòn patética le brilla:
    No, no Homagno, ¡negras ropas visten
    Las mujeres de estos tiempos! —en que—
    Como hojas verdes en invierno, lucen:
    Oh las mujeres, oh las necias, trajes
    De rosas sin olor: —jubòn rosado,
    Con trajes anchos de perlada seda:—
    En los [...............] el galano
    Talle le ciñen: —oh dime, dime Homagno,
    De este palacio de que sales; dime
    Qué secreto conjuro la uva rompe
    De las sabrosas mieles: di qué llave
    Abre las puertas del placer profundo
    Que fortalece y embalsama: dilo,
    Oh noble Homagno, a Jòveno extranjero:—

    La sublime piedad abriò los labios
    Del moribundo noble musitando:
    La llave quieres, Jòveno, del mundo?
    La llave de la fuerza, la del goce
    Sereno y penetrante, la del hondo
    Valor que a mundos y a villas,
    Cual gigante amazona desafía;
    La del escudo impenetrable, escudo
    Contra la tentadora humana Infamia!
    Yo ni de dioses ni de filtro tengo
    Fuerzas maravillosas: he vivido,
    Y la divinidad está en la vida!:
    ¡Mira si no la frente de los viejos!

    Estréchame la mano: no, no esperes
    A que yo te la tienda: ¡yo sabia
    Antes tenderla, de mi hermoso modo
    Que envolvía en sombra de amor el Universo!
    Hoy, ya no puedo alzarla de la piedra
    Donde me asiento: aunque el corazòn
    Plumas nuevas se viste y tiende el ala:
    ¡No acaba el alma humana en este mundo!
    Ya, cual bucles de piedra, en mi mondado
    Cráneo cuelgan mis últimos cabellos;
    Pero debajo no! debajo vibra
    Todo el fuego magnífico y sonoro
    Que mantiene la tierra!
    Ven y toma
    Esta mano que ha visto mucha pena!
    Dicen que así verás lo que yo he visto.
    ¡Aprieta bien, aprieta bien mi mano!
    Es bueno ir de la mano de los jòvenes!:
    ¡Así, de sombra a luz, crece la vida!
    ¡Déjame divagar: la mente vaga
    Como las nubes, madres de la tierra!

    Mozo, ven, pues: ase mi mano y mira:
    Aquí están, a tus ojos, en hilera,
    Frías y dormidas como estatuas, todas
    Las que de amor el pecho te han movido:
    ¡Las llaves falsas, Jòveno, del cielo!
    Una no más sencillamente lo abre
    Como nuestro dominio: pero nota
    Còmo estas barbas a la tierra llegan
    Blancas y ensangrentadas, y aún no topo
    Con la que me pudiera abrir el cielo.
    En cambio, mira a mi redor: la tierra
    Está amasada con las llaves rotas
    Con que he probado a abrirlo: —y que éste es todo

    El mundo dicen los bellacos luego!
    ¡Viene después un cierto olor de rosa,
    Un trono en una nube, un vuelo vago,
    Y un aire y una sangre hecha de besos!
    ¡Pompa de claridad la muerte miro!:
    ¡Palpa cuál, de pensarla, están calientes,
    Finos, como si fuesen a una boda,
    Ágiles como alas, y sedosos,
    Como la mocedad después del baño,
    Estos bucles de piedra! Gruñes, gruñes
    De estas cosas de viejo...
    Ahí están todas
    las mujeres que amaste; llaves falsas
    Con que en vano echa el hombre a abrir el cielo.
    Por la magia sutil de mi experiencia
    Las miro como son: cáscaras todas,
    Esta de nácar, cual la Aurora brinda,
    Humo como la Aurora; ésta de bronce;
    Marfil ésta; ésa ébano; y aquella
    De esos diestros barrillos italianos
    De diversos colores... ¡cuenta! Es fijo...
    ¿Cuántos años cumpliste? Treinta? Es fijo
    Que has amado, y es poco, a más de ciento:
    ¡Se hacen muy fácilmente, y duran poco,
    Las estatuas de cieno! Gruñes, gruñes
    De estas cosas de viejo...
    A ver qué tienen
    Las cáscaras por dentro! ¡Abajo, abajo
    Esa hermosa de nácar! ¡qué riqueza
    Viene al suelo de espalda y hombros finos!
    ¡Parece una onda de òpalo cuajada!
    ¡Sube un aroma que perfuma el viento,—
    Que me enciende la carne, que me anubla
    El juicio, a tanta costa trabajado!:
    Pero vuélvela a diestra y a siniestra,
    A la luna y el sol: no hay nada adentro!

    Y en la de bronce ¿qué hallas? ¡con que modo
    Loco y ardiente buscas!: aún humea
    Esa de bronce en restos: ¿qué has hallado
    Que con espanto tal la echas en tierra?:
    ¡Ah, lo que corre el duende negro: un cerdo!

    Y ésa? ¡una uña! Y ¿ésa? ¡ay! una piedra
    Más dura que mis bucles: la más terrible
    Es esa de la piedra! Y ¿esta moza
    Toda de colorines? saca! saca!
    ¡Esta por corazòn tiene un vasillo
    Hueco, forrado en láminas de modas!
    Esa? nada! Esa? nada! Esa? Una doble
    Dentadura, y manchado cada diente
    De una sangre distinta: ¡mata, mata!
    ¡Mata con el talòn a esa culebra!
    Y ésa? Una hamaca! Y ¿ésa, pues, la última,
    La postrer de las cien, qué le has hallado
    Que le besas los pies, que la rehaces
    De prisa con tus manos, que la cubres
    Con sus mismos cabellos, que la amparas
    Con tu cuerpo, que te echas de rodillas?
    ¿Qué tienes? ¿qué levantas en las manos
    Lentamente como una ofrenda al cielo?
    ¿Entrañas de mujer? No en vano el cielo
    Con una luz tan suave se ilumina,
    ¡Eso es arpa: eso es sol: [.........]!
    ¿De cien mujeres, una con entrañas?
    ¡Abrázala! arrebátala! con ella
    Vive, que serás rey, doquier que vivas:

    Cruza los bosques, que los lobos mismos
    Su presa te darán, y acatamiento:
    Cruza los mares, y las olas lomo
    Blando te prestarán; los hombres cruza
    Que no te morderán, aunque te juro
    Que lo que ven lo muerden, y si es bello
    Lo muerden más; y dondequier que muerden
    Lo despedazan todo y envenenan.
    Ya no eres hombre, Jòveno, si hallaste
    Una mujer amante! o no:— ya lo eres!




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    Mensaje por cecilia gargantini Mar 16 Jun 2015, 07:58

    Sí, amigos, sigan adelante que éste es un espacio muy interesante!!!!!!!!!!!!!!
    José Martí, una verdadera delicia.
    Besitossssssssssss miles, queridos Pascual y lluvia, para que repartan por partes iguales
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 16 Jun 2015, 12:39

    Voy a intentar contribuir, aunque sea un poquito y con aportaciones ajenas, a esta magnífica exposición que está haciendo lluvia de José Martí.
    En el libro VERSOS LIBRES (Edición. Eliana Dávila. Editorial Letras Cubanas, La Habana 2001) podemos leer:

    (*) CONTRAPORTADA.- "Estos *encrespados versos libres* -como los calificara el propio Martí- son indiscutible muestra de su originalidad y grandeza. *Aquí -señala Cintio Vitier- estética y ética se entralazan dentro de una concepción de la vida que integra las leyes inexorables del universo, el sentido compensatorio del sacrificio, los misterios de dolor y de dicha. El endecasílabo cruje y a ratos se quierbra con el peso de tan desgarradas visiones, o dibujas islotes paradisiacos, o se abaja como nunca antes a la calle de los pobres(1). Lo añejo de algunos giros, injertados en el espanto de la modernidad que se abalanza, revela el forcejeo por volver a surgir, como en Ismaelillo pero en tono mayor, desde esencias perdidas".
    (1).- En negrita, frase subrayada por nosotros y que corroboraría la  definición que María Román hizo poco más arriba (14/06/15) de la Poesía social.
     
    (**) MIS VERSOS
    "Estos son mis versos. Son como son. A nadie los pedí prestados. Mientras no pude encerrar íntegras mis visiones en una forma adecuada a ellas, dejé volar mis visiones: oh, cuánto áureo amigo, que ya nunca ha vuelto! Pero la poesía tiene su honradez, y yo he querido siempre ser honrado(1). Recortar versos, también sé, pero no quiero. Así como cada hombre trae su fisonomía, cada inspiración trae su lenguaje. Amo las sonoridades difíciles, el verso escultórico, vibrante como la porcelana, volador como un ave, ardiente y arrollador como una lengua de lava. El verso ha de ser como una espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el sol se rompe en alas. 
    Tajos son estos de mis propias entrañas, - mis guerreros.- Ninguno me ha salido recalentado, artificioso, recompuesto, de la mente; sino como las lágrimas salen de los ojos y la sangre sale a borbotones de la herida.
    No zurcí de éste y de aquél , sino sajé en mí mismo. van escritos, no en tinta de academia, sino en mi propia sangre. Lo que aquí doy a ver lo he visto antes, ( yo lo he visto, yo)(2). Y he visto mucho más, que huyó sin darme tiempo a que copiara sus rasgos. -De la extrañeza, singularidad, prisa, amontonamiento, arrebato de mis visiones, yo mismo tuve la culpa, que las he hecho surgir ante mí como las copio. De la copia, yo soy el responsable. Hallé quebrantadas las vestiduras, y otras no y usé de estos colores. Ya sé que no son usados.- Amo las sonoridades difíciles y la sinceridad, aunque pueda parecer brutal. Todo lo que han de decir ya lo sé, lo he meditado completo, y me lo tengo contestado.-
    He querido ser leal, y si pequé, no me arrepiento de haber pecado."
    (1) y (2) Las frases subrayadas en negritas, lo son por mí.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 17 Jun 2015, 00:18

    Y también podemos leer, en el mismo libro - y lo transcribo por parecerme muy interesante, el siguiente prólogo:
    "PRÓLOGO.-
    De los tres libros de poesía recordados por Martí en su carta-testamento literario a Gonzalo de Quesada y Aróstegui , Ismaelillo, Versos sencillos y Versos libres, este último tuvo mala fortuna editorial. No publicado en vida de Martí, ni siquiera organizado definitivamente por él, con versos fragmentarios y una larga cauda de poemas inconclusos, no fue hasta la edición crítica preparada por el Centro de Estudios Martianos  y publicada por letras cubanas en 1985 que se logró integrar la totalidad de los poemas y borradores que estilísticamente le pertenecen, así como el prólogo que indebidamente se adjudicó al tomo nombrado por Gonzalo de Quesada y Miranda, en 1933, Flores del destierro.
    Ya en un ensayo de 1953 sobre los Versos libres me vi obligado a incluir citas de *Contra el verso retórico y ornado...* y de *Bien: yo respeto...*, poemas que, en efecto, según pude comprobar mucho después mediante el estudio directo de los originales, junto con otros doce incluidos en Flores del destierro, seis dispersos en las ediciones anteriores y un hallazgo (*¡Qué susto!¡qué temor!...*), debían pasar al cuerpo de los Versos libres, demostrándose así, concluyentemente, la artificial unidad de aquel bien intencionado ramillete de tan heterogéneas composiciones que, según el propio Quesada y Miranda, habían sido *agrupadas* por él, no por Martí.
    La presente edición reproduce el texto -y la ordenación, inevitablemente conjetural- de la realizada por el Centro de Estudios Martianos, incluyendo en apéndice el significativo y complementario prólogo aludido, pero no la sección titulada *Borradores y fragmentos*, impropia de una presentación dirigida a un público no interesado en rastreos filológicos.
    Por lo demás, la incompletez de las ediciones anteriores, desde la primera de Gonzalo de Quesada y Aróstegui en 1913, no impidió que lectores de la magnitud de Miguel de Unamuno y Rubén Darío testimoniaran  la originalidad y grandes de este libro desordenado y trunco. A propósito de él, partiendo de una observación de Robert Louis Stevenson sobre Whitman, Unamuno habló de una forma anterior a las *diferenciaciones sistematizadas* de verso y prosa: *una forma primitiva de expresión, protoplasmática por decirlo así*. Y añadió, nada menos: *Es la forma que representan los salmos hebraicos,  la de Walt Whitman y también la de los versos libres de Martí.*
    Por su parte Darío, ateniéndose a la fecha estampada por el editor (1882) y a una de las advertencias liminares de Martí (*Amo las sonoridades difíciles, y la sinceridad*) preguntaba temerariamente: *¿No se diría un precursor del movimiento que me tocara iniciar años después?* Lo cierto es que los años 1881- 82, los de la Revista Venezolana, el Prólogo a El Poema del Niágara de Juan Antonio Pérez Bonalde, Ismaelillo y el inicio de las grandes crónicas martianas, no marcan fechas precursoras sino el arranque de la nueva literatura latinoamericana de la que Martí fue el Maestro, finalmente reconocido por el autor de Azul... Y que los Versos libres se escribieron desde los veinticinco años de Martí (1878) y durante una porción imprecisable de la década de los 0chenta. Pero lo importante es que ya en 1913, en el último de los artículos que dedicara a su obra poética, Darío reconoce en este libro la presencia de *un verso libre renovado, con savias nuevas, con las novedades y audacias de vocabulario, de adjetivación, de metáforas que resaltan en la rítmica y soberbia prosa martiana, inclinándose, sin proponérselo , a reforzar el estupendo hallazgo crítico de Unamuno. Y añade más adelante:  *Todo es poesía severa, de una grandiosidad gallarda y de una impecabilidad límpida y fulgurante*.  Para concluir: cont.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 17 Jun 2015, 05:30

    PRÓLOGO. Cont.


    *Y yo admiro -recordando al varón puro y al dulce amigo - aquel cerebro cósmico, aquella vasta alma, aquel concentrado y humano universo, que lo tuvo todo: la acción y el ensueño, el ideal y la vida y una épica muerte, y, en América, una segura inmortalidad*.
    A esa inmortalidad americana pertenecen sin duda estos versos que probablemente empezaron a irrumpir bajo la pluma del joven Martí en Guatemala, donde escribió: *La época es libre, séalo el verso*, y : *mientras más trabas rompe el hombre, más cerca está de la divinidad germinadora*. La atmósfera que lo tipifica, sin embargo, es la de su vida en Nueva York como oscuro empleado de comercio y traductor prácticamente anónimo de la casa Appleton, diariamente golpeado por la ciudad hostil, en crisis su matrimonio, todavía sin *esfera real* donde cumplir su vocación revolucionaria. Son poemas, por eso, de terrible soledad y lucha espiritual con las fuerzas adversas del destino, a la vez que de proclamaciones de fe en la naturaleza, la libertad y el amor. Sobre ellos escribió Juan Marinello:
    *A distancia del tiempo y del estilo, el Nueva York martiano muestra parentesco esencial con el de Federico García Lorca. En los dos grandes poetas la urbe babilónica es como un monstruoso revulsivo que les descubre y agrava sus más hondos conflictos. Asqueado de lo circundante, se siente nuestro héroe empujado por un ansia de lejanía, de vuelo, de liberación definitiva.*
    Ciertamente este poemario carece de la *clara sobriedad de obra cumplida de los Versos sencillos*. No obstante ellos, concluye Marinello:
    *creemos que el gran poeta, el mayor poeta, el mejor Martí están aquí, en estos complejos, iluminados y sangrantes encuentros. Y sospechamos que cuando se llegue al fondo de esta selva encrespada, donde cada árbol levanta al cielo sus brazos estremecidos, se tendrá a los Versos libres como lo más representativo, original y poderoso del escritor cubano.*
    Por nuestra parte subrayamos la profunda fidelidad de estos versos *convulsos y encendidos* a la situación vital de la que brotaron, según indica el prólogo, *como una lengua de lava*, convertida al fin en *una espada reluciente, que deja a los espectadores la memoria de un guerrero que va camino al cielo, y al envainarla en el sol se rompe en alas*. Imágenes cuyas dialéctica  ascensional - lava, espadas, alas- resume un poética secretamente vinculada a la gnoseología mitológica mesoamericana estudiad por Miguel León Portilla y Laurette Sejoumé.
    Estética y ética aquí se entrelazan dentro de una concepción de la vida que integra las leyes inexorables del universo, el sentido compensatorio del sacrificio, los misterios de dolor y de dicha.. El endecasílabo cruje y a ratos se quiebra con el peso de tan desgarradas visiones, o dibuja islotes paradisíacos, o se abaja como nunca antes a la calle de los pobres. Lo añejo de algunos giros, injertados en el espanto de la modernidad que se abalanza, revela el forcejeo por volver a surgir como en Ismaelillo pero en tono mayor, desde esencias perdidas. Es como si estuviéramos, romanticismo mediante ( el romanticismo libertario de Bolívar y de Heredia) , entre el Siglo de Oro y Rimbaud, mas todo pasado a las tablas de la ley americana, a su *Orbe nuevo*. Por eso en el ensayo aludido, donde llamé a estos versos de Martí *la región volcánica de su poesía*,  escribí:
    *El paisaje romántico de la noche cruzada de relámpagos y la visión apocalíptica de la naturaleza se traslada aquí a las honduras reales del alma. El verso es recargado, pero no de metáforas, volutas ni ornamentos, sino, literalmente, de cosas: de cosas físicas y espirituales. Martí es , no sabría decirlo de otro modo, un poeta poderosamente físico: de luz y movimientos físicos. En él todo se mueve, brama o rompe, con la vivacidad de los elementos más rápidos: el viento, el agua y el fuego. ¿No hay, pue, un barroquismo natural? Ese sería el de Martí en los versos libres: lo oscuro y lo ígneo, lo espumoso y lo volcánico, lo abrupto y lo extraño, el espanto, la ternura y la ira, buscando en la batalla de contrarios, en la agonía del alma, la unidad dolorosa del destino."
    CINTIO VITIER. FEBRERO DE 1993.
    JOSÉ MARTÍ : VERSOS LIBRES.
    Ed. Letras Cubanas. Instituto cubano del Libro.
    La Habana. 2001.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 17 Jun 2015, 13:16

    Haremos pronto una pequeña reflexión sobre ese puente casi imperceptible entre Romanticismo latinoamericano y Modernismo. En realidad ya hemos atravesado ese Rubicón con José Martí. No sé cuantos poemas más deseará poner Lluvia.  Yo pondré un par de ellos, pero en cuanto me dé el visto bueno hacemos esa pequeña reflexión y nos vamos con el siguiente autor.

    Este el primer poema de la parte II de Versos libres.-

    "Contra el verso retórico y ornado
    El verso natural. Acá un torrente:
    Aquí una piedra seca. Allá un dorado
    Pájaro, que en las ramas verdes brilla,
    Como una marañuela entre esmeraldas.-
    Acá la huella fétida y viscosa
    De un gusano: los ojos, dos burbujas
    De fango, pardo el vientre, craso, inmundo.
    Por sobre el árbol, más arriba, sola
    En el cielo de acero una segura
    Estrella; y a los pies el horno,
    El horno a cuyo ardor la tierra cuece.
    Llamas, llamas que luchan, con abiertos
    Huecos como ojos, lenguas como brazos,
    Saña como de hombre, punta aguda
    Cual de espada: la espada de la vida
    Que incendio a incendio gana al fin la tierra!
    Trepa: viene de adentro: ruge: aborta:
    Empieza el hombre en fuego y par en ala.
    Y a su paso triunfal, los maculados,
    Los viles, los cobardes, los vencidos,
    Como serpientes, como gozques, como
    Cocodrilos de doble dentadura
    De acá, de allá, del árbol que le ampara,
    Del suelo que le tiene, del arroyo
    Donde paga la sed, del yunque mismo
    Donde se forja el pan, le ladran y echan
    El diente al pie, al rostro el polvo y lodo,
    Cuanto cegarle puede en su camino.
    Él, de un golpe de ala, barre el mundo
    Y sube por la atmósfera encendida
    Muerto como hombre y como sol sereno.
    Así ha de sr la noble poesía:
    Así como la vida: estrella y gozque;
    La cueva dentellada por el fuego,
    El pino en cuyas rama olorosas
    A la luz de la luna canta un nido." ( José Martí. Versos Libres. )


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    Mensaje por Lluvia Abril Miér 17 Jun 2015, 16:03

    Tremendo trabajo,Pascual. Mañana creo termino con Martí, ahora dejo estos poemas




    CRIN HIRSUTA

    Que como crin hirsuta de espantado
    Caballo que en los troncos secos mira
    Garras y dientes de tremendo lobo,
    Mi destrozado verso se levanta...?
    Sí,: pero se levanta! —a la manera
    Como cuando el puñal se hunde en el cuello
    De la res, sube al cielo hilo de sangre:—
    Sòlo el amor engendra melodías.

    PÓRTICO

    Frente a casas ruines, en los mismos
    Sacros lugares donde Franklin bueno
    Citò al rayo y lo atò,— por entre truncos
    Muros, cerros de piedras, boqueantes
    Fosos, y los cimientos asomados
    Como dientes que nacen a una encía
    Un pòrtico gigante se elevaba.
    Rondaba cerca de él la muchedumbre
    [............] que siempre en torno
    De las fábricas nuevas se congrega:


    Cuál, que ésta es siempre distinciòn de necios,
    Absorto ante el tamaño: piedra el otro
    Que no penetra el sol, y cuál en ira,
    De que fuera mayor que su estatura.
    Entre el tosco andamiaje, y las nacientes
    Paredes, el pòrtico [.......]
    En un cráneo sin tope parecía
    Un labio enorme, lívido e hinchado.
    Ruedas y hombres el aire sometieron:
    Trepaban en la sombra: más arriba
    Fueron que las iglesias: de las nubes
    La fábrica magnífica colgaron:
    Y en medio entonces de los altos muros
    Se vio el pòrtico en toda su hermosura.



    MANTILLA ANDALUZA

    Por qué no acaba todo, ora que puedes
    Amortajar mi cuerpo venturoso
    Con tu mantilla, pálida andaluza!—
    No me avergüenzo, no, de que me encuentren
    Clavado el corazòn con tu peineta!

    Te vas! Como invisible escolta, surgen
    Sobre sus tallos frescos, a seguirte
    Mis jardines sin mancha y mis claveles:
    Te vas! Todos se van! y tú me miras,
    Oh perla pura en flor, como quien echa
    En honda copa joya resonante,—
    Y a tus manos tendidas me abalanzo
    Como a un cesto de frutas un sediento.
    De la tierra mi espíritu levantas
    Como el ave amorosa a su polluelo.



    POETA

    Como nacen las palmas en la arena,
    Y la rosa en la orilla al mar salobre,
    Así de mi dolor mis versos surgen
    Convulsos, encendidos, perfumados.
    Tal en los mares sobre el agua verde,
    La vela hendida, el mástil trunco, abierto
    A las ávidas olas el costado
    Después de la batalla fragorosa
    Con los vientos, el buque sigue andando.

    Horror, horror! En tierra y mar no había
    Más que crujidos, furia, niebla y lágrimas!
    Los montes, desgajados, sobre el llano
    Rodaban: las llanuras, mares turbios
    En desbordados ríos convertidas,
    Vaciaban en los mares; un gran pueblo
    Del mar cabido hubiera en cada arruga:
    Estaban en el cielo las estrellas
    Apagadas: los vientos en jirones
    Revueltos en la sombra, huían, se abrían
    Al chocar entre sí, y se despeñaban:
    En los montes del aire resonaban
    Rodando con estrépito: en las nubes
    Los astros locos se arrojaban llamas!

    Riò luego el sol: en tierra y mar lucia
    Una tranquila claridad de boda:
    Fecunda y purifica la tormenta!
    Del aire azul colgaban ya, prendidos
    Cual gigantescos tules, los rasgados
    Mantos de los crespudos vientos, rotos
    En el fragor sublime. Siempre quedan
    Por un buen tiempo luego de la cura
    Los bordes de la herida, sonrosados!
    Y el barco, como un niño, con las olas,
    Jugaba, se mecía, traveseaba.



    ODIO EL MAR

    Odio el mar, sòlo hermoso cuando gime
    Del barco domador bajo la hendente
    Quilla, y como fantástico demonio,
    De un manto negro colosal tapado,
    Encòrvase a los vientos de la noche
    Ante el sublime vencedor que pasa:—
    Y a la luz de los astros, encerrada
    En globos de cristales, sobre el puente
    Vuelve un hombre impasible la hoja a un libro.

    Odio el mar: vasto y llano, igual y frío
    No cual la selva hojosa echa sus ramas
    Como sus brazos, a apretar al triste
    Que herido viene de los hombres duros
    Y del bien de la vida desconfía,
    No cual honrado luchador, en suelo
    Firme y seguro pecho, al hombre aguarda
    Sino en traidora arena y movediza,
    Cual serpiente letal.— También los mares,
    El sol también, también Naturaleza

    Para mover el hombre a las virtudes,
    Franca ha de ser, y ha de vivir honrada.
    Sin palmeras, sin flores, me parece
    Siempre una tenebrosa alma desierta.

    Que yo voy muerto, es claro: a nadie importa
    Y ni siquiera a mí: pero por bella
    Ígnea, varia, inmortal amo la vida.

    Lo que me duele no es vivir: me duele
    Vivir sin hacer bien. Mis penas amo,
    Mis penas, mis escudos de nobleza.
    No a la pròvida vida haré culpable
    De mi propio infortunio, ni el ajeno
    Goce envenenaré con mis dolores.
    Buena es la tierra, la existencia es santa.
    Y en el mismo dolor, razones nuevas
    Se hallan para vivir, y goce sumo,
    Claro como una aurora y penetrante.
    Mueran de un tiempo y de una vez los necios
    Que porque el llanto de sus ojos surge
    Lo imaginan más grande y más hermoso
    Que el cielo azul y los repletos mares!—

    Odio el mar, muerto enorme, triste muerto
    De torpes y glotonas criaturas
    Odiosas habitado: se parecen
    A los ojos del pez que de harto expira
    Los del gañán de amor que en brazos tiembla
    De la horrible mujer libidinosa:—
    Vilo, y lo dije: —algunos son cobardes,
    Y lo que ven y lo que sienten callan:
    Yo no: si hallo un infame al paso mío,
    Dígole en lengua clara: ahí va un infame,
    Y no, como hace el mar, escondo el pecho.

    Ni mi sagrado verso nimio guardo
    Para tejer rosarios a las damas
    Y máscaras de honor a los ladrones:

    Odio el mar, que sin cólera soporta
    Sobre su lomo complaciente, el buque
    Que entre música y flor trae a un tirano.


    NOCHE DE MAYO

    Con un astro la tierra se ilumina:
    Con el perfume de una flor se llenan
    Los ámbitos inmensos: como vaga,
    Misteriosa envoltura, una luz tenue
    Naturaleza encubre, —y una imagen
    Misma, del linde en que se acaba, brota
    Entre el humano batallar. Silencio!
    En el color, oscuridad! Enciende
    El sol al pueblo bullicioso, y brilla
    La blanca luz de luna! —En los ojos
    La imagen va, —porque si fuera buscan
    Del vaso herido la admirable esencia,
    En haz de aromas a los ojos surge:—
    Y si al peso del párpado obedecen,
    Como flor que al plegar las alas plega
    Consigo su perfume, en el solemne
    Templo interior como lamento triste
    La pálida figura se levanta!
    Divino oficio!: el Universo entero,
    Su forma sin perder, cobra la forma
    De la mujer amada, y el esposo
    Ausente, el cielo pòstumo adivina
    Por el casto dolor purificado.











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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 18 Jun 2015, 00:44

    DOS PATRIAS.-

    "Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.
    ¿O son una las dos? No bien retira
    Su majestad el sol, con largos velos
    Y un clavel en la mano, silenciosa
    Cuba cual viuda triste me aparece.
    ¡Yo sé cuál es ese clavel sangriento
    Que en la mano le tiembla! Está vacío
    Mi pecho, destrozado está y vacío
    En donde estaba el corazón. Ya es hora
    De empezar a morir. La noche es buena
    Para decir adiós. La luz estorba
    Y la palabra humana. El universo
    Habla mejor que el hombre.
    - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cual bandera
    Que invita a batallar, la llama roja
    De la vela flamea. Las ventanas
    Abro, ya estrecho en mí. Muda, rompiendo
    Las hojas del clavel, como una nube
    Que enturbia el cielo, Cuba viuda pasa..." ( José Martí. Versos Libres)


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    Mensaje por Lluvia Abril Jue 18 Jun 2015, 15:58

    COPA CON ALAS

    Una copa con alas: quién la ha visto
    Antes que yo? Yo ayer la vi! Subía
    Con lenta majestad, como quien vierte
    Óleo sagrado: y a sus dulces bordes
    Mis regalados labios apretaba:—
    Ni una gota siquiera, ni una gota
    Del bálsamo perdí que hubo en tu beso!

    Tu cabeza de negra cabellera
    —Te acuerdas?— con mi mano requería,
    Porque de mi tus labios generosos
    No se apartaran.—Blanda como el beso
    Que a ti me transfundía, era la suave
    Atmòsfera en redor; la vida entera
    Sentí que a mí abranzándote, abrazaba!
    Perdí el mundo de vista, y sus ruidos,

    Y su envidiosa y bárbara batalla!
    Una copa en los aires ascendía
    Y yo, en brazos no vistos reclinado
    Tras ella, asido de sus dulces bordes
    Por el espacio azul me remontaba!—

    Oh amor, oh inmenso, oh acabado artista:
    En rueda o riel funde el herrero el hierro:
    Una flor o mujer o águila o ángel
    En oro o plata el joyador cincela:
    Tú sòlo, sòlo tú, sabes el modo
    De reducir el Universo a un beso!



    LUZ DE LUNA

    Esplendía su rostro: por los hombros
    Rubias guedejas le colgaban: era
    Una caricia su sonrisa: era
    Ciego de nacimiento: parecía
    Que veía: tras los párpados callados
    Como un lago tranquilo el alma exenta
    Del horror que en el mundo ven los ojos,
    Sus apacibles aguas deslizaba:—
    Tras los párpados blancos se veían
    Aves de plata, estrellas voladoras,
    En unas grutas pálidas los besos
    Risueños disputándose la entrada
    Y en el dorso de cisnes navegando
    Del ciego fiel los pensamientos puros.

    Como una rama en flor al sosegado
    Río silvestre que hacia el mar camina,
    Una afable mujer se asomò al ciego:
    Temblò, encendiòse, se cubriò de rosas,
    Y las pálidas manos del amante
    Besò cien veces, y llenò con ellas:—
    En la misma guirnalda entrelazados
    Pasan los dos la generosa vida:
    Tan grandes son las flores, que a su sombra
    Suelen dormir la prolongada siesta.

    Cual quien enfrena un potro que husmeando
    Campo y batalla, en el portal sujeto
    Mira, como quien muerde, al amo duro,—
    Así, rebelde a veces, tras sus ojos
    El pobre ciego el alma sujetaba:—
    —«Oh, si vieras! —los necios le decían

    Que no han visto en sus almas —oh si vieras
    Cuando sobre los trigos requemados,
    Su ejército de rayos el sol lanza,
    Còmo chispean, còmo relucen, còmo,
    Asta al aire, el hinchado campamento
    Los cascos mueve y el plumòn lustrosos.
    Si vieras còmo el mar, roto y negruzco
    Vuelca al barco infeliz, y encumbra al fuerte;
    Si vieses, infeliz, còmo la tierra
    Cuando la luna llena la ilumina
    Desposada parece que en los aires
    Buscando va, con planta perezosa,
    La casa florecida de su amado.
    —Ha de ser, ha de ser como quien toca
    La cabeza de un niño!—
    —Calla, ciego:
    Es como asir en una flor la vida».

    De súbito vio el ciego; esta que esplende,
    Dijéronle, es la luna; mira, mira
    Qué mar de luz: abismos, ruinas, cuevas,
    Todo por ella casto y blando luce
    Como de noche el pecho de las tòrtolas!
    —Nada más? —dijo el ciego, y retornando
    A su amada celosa los ya abiertos
    Ojos, besòle la temblante mano
    Humildemente, y díjole:
    —No es nueva,
    Para el que sabe amar, la luz de luna.


    FLOR DE HIELO
    Al saber que era muerto Manuel Ocaranza


    Mírala: Es negra! Es torva! Su tremenda
    Hambre la azuza. Son sus dientes hoces;
    Antro su frente; secadores vientos
    Sus hálitos; su paso, ola que traga
    Huertos y selvas; sus manjares, hombres.
    Viene! escondeos, oh caros amigos,
    Hijo del corazòn, padres muy caros!
    Do asoma, quema; es sorda, es ciega: —El hambre
    Ciega el alma y los ojos. Es terrible
    El hambre de la Muerte!
    No es ahora
    La generosa, la clemente amiga
    Que el muro rompe al alma prisionera
    Y le abre el claro cielo fortunado;
    No es la dulce, la plácida, la pía
    Redentora de tristes, que del cuerpo,
    Como de huerto abandonado, toma
    El alma adolorida, y en más alto
    Jardín la deja, donde blanda luna
    Perpetuamente brilla, y crecen sòlo
    En vástagos en flor blancos rosales:
    No la esposa evocada; no la eterna
    Madre invisible, que los anchos brazos,
    Sentada en todo el ámbito solemne,
    Abre a sus hijos, que la vida agosta;
    Y a reposar y a reparar sus bríos
    Para el fragor y la batalla nueva
    Sus cabezas igníferas reclina
    En su puro y jovial seno de aurora.

    No: aun a la diestra del Señor sublime
    Que envuelto en nubes, con sonora planta
    Sobre cielos y cúspides pasea;
    Aun en los bordes de la copa dívea
    En colosal montaña trabajada
    Por tallador cuyas tundentes manos
    Hechas al rayo y trueno fragorosos
    Como barro sutil la roca herían;
    Aun a los lindes del gigante vaso
    Donde se bebe al fin la paz eterna,
    El mal, como un insecto, sus oscuros
    Anillos mueve y sus antenas clava
    Artero en los sedientos bebedores!

    Sierva es la Muerte: sierva del callado
    Señor de toda vida: salvadora
    Oculta de los hombres! Mas el ígneo
    Dueño a sus siervos implacable ordena
    Que hasta rendir el postrimer aliento
    A la sombra feliz del mirto de oro,
    El bien y el mal el seno les combatan;
    Y sòlo las eternas rosas ciñe
    Al que a sus mismos ojos el mal torvo
    En batalla final convulso postra.
    Y pío entonces en la seca frente
    Da aquél, en cuyo seno poderoso
    No hay muerte ni dolor, un largo beso.
    Y en la Muerte gentil, la Muerte misma,
    Lidian el bien y el mal...! Oh dueño rudo,
    A rebeliòn y a admiraciòn me mueve
    Este misterio del dolor, que pena
    La culpa de vivir, que es culpa tuya
    Con el dolor tenaz, martirio nuestro!
    ¿Es tu seno quizá tal hermosura
    Y el placer de domar la interna fiera

    Gozo tan vivo, que el martirio mismo
    Es precio pobre a la final delicia?
    ¡Hora tremenda y criminal —oh Muerte—
    Aquella en que en tu seno generoso
    El hambre ardiò, y en el ilustre amigo
    Seca posaste la tajante mano!
    No es, no, de tales víctimas tu empresa
    Poblar la sombra! De cansados ruines,
    De ancianos laxos, de guerreros flojos
    Es tu oficio poblarla, y en tu seno
    Rehacer al viejo la gastada vida
    Y al soldado sin fuerzas la armadura.
    Mas el taller de los creadores sea,
    Oh Muerte! de tus hambres reservado!
    Hurto ha sido; tal hurto, que en la sola
    Casa, su pueblo entero los cabellos
    Mesa, y su triste amigo solitario
    Con gestos grandes de dolor sacude,
    Por él clamando, la callada sombra!
    Dime, torpe hurtadora, di el oscuro
    Monte donde tu recia culpa amparas;
    Y donde con la selva seca en torno
    Cual cabellera de tu cráneo hueco,
    En lo profundo de la tierra escondes
    Tu generosa víctima! Di al punto
    El antro, y a sus puertas con el pomo
    Llamaré de mi espada vengadora!
    Mas, ay! que a do me vuelvo? Qué soldado
    A seguirme vendrá? Capua es la tierra,
    Y de orto a ocaso, y a los cuatro vientos,
    No hay más, no hay más que infames desertores,
    De pie sobre sus armas enmohecidas
    En rellenar sus arcas afanados.

    No de mármol son ya, ni son de pro,
    Ni de piedra tenaz o hierro duro
    Los divinos magníficos humanos.
    De algo más torpe son: jaulas de carne
    Son hoy los hombres, de los vientos crueles
    Por mantos de oro y púrpura amparados,—
    Y de la jaula en lo interior, un negro
    Insecto de ojos ávidos y boca
    Ancha y febril, retoza, come, ríe!
    Muerte! el crimen fue bueno: guarda, guarda
    En la tierra inmortal tu presa noble!
    [1882]



    CON LETRAS DE ASTROS


    Con letras de astros el horror que he visto
    En el espacio azul grabar querría.
    En la llanura, muchedumbre: —en lo alto
    Mientras que los de abajo andan y ruedan
    Y sube olor de frutas estrujadas,
    Olor de danza, olor de lecho, en lo alto
    De pie entre negras nubes, y en sus hombros
    Cual principio de alas se descuelgan,
    Como un monarca sobre un trono, surge
    Un joven bello, pálido y sombrío
    Como estrella apagada, en el izquierdo
    Lado del pecho vésele abertura
    Honda y boqueante, bien como la tierra
    Cuando de cuajo un árbol se le arranca.
    Abalánzase, apriétanse, recògense,
    Ante él, en negra tropa, toda suerte

    De fieras, anca al viento, y bocas juntas
    En una inmensa boca, —y en bordado
    Plato de oro bruñido y perlas finas
    Su corazòn el bardo les ofrece.


    José Martí


    Y te busqué por pueblos




    Y te busqué por pueblos,
    Y te busqué en las nubes,
    Y para hallar tu alma
    Muchos lirios abrí, lirios azules.

    Y los tristes llorando me dijeron:
    ?¡Oh, qué dolor tan vivo!
    ¡Que tu alma ha mucho tiempo que vivía
    En un lirio amarillo!?

    ***

    Mas dime ?¿cómo ha sido?
    ¿Yo mi alma en mi pecho no tenía?
    Ayer te he conocido,
    Y el alma que aquí tengo no es la mía.




    El alma trémula y sola



    El alma trémula y sola
    Padece al anochecer:
    Hay baile; vamos a ver
    La bailarina española.

    Han hecho bien en quitar
    El banderón de la acera;
    Porque si está la bandera,
    No sé, yo no puedo entrar.

    Ya llega la bailarina:
    Soberbia y pálida llega;
    ¿Cómo dicen que es gallega?
    Pues dicen mal: es divina.

    Lleva un sombrero torero
    Y una capa carmesí:
    ¡Lo mismo que un alelí
    Que se pusiera un sombrero!

    Se ve, de paso, la ceja,
    Ceja de mora traidora:
    Y la mirada, de mora:
    Y como nieve la oreja.

    Preludian, bajan la luz,
    Y sale en bata y mantón,
    La virgen de la Asunción
    Bailando un baile andaluz.

    Alza, retando, la frente;
    Crúzase al hombro la manta:
    En arco el brazo levanta:
    Mueve despacio el pie ardiente.

    Repica con los tacones
    El tablado zalamera,
    Como si la tabla fuera
    Tablado de corazones.

    Y va el convite creciendo
    En las llamas de los ojos,
    Y el manto de flecos rojos
    Se va en el aire meciendo.

    Súbito, de un salto arranca:
    Húrtase, se quiebra, gira:
    Abre en dos la cachemira,
    Ofrece la bata blanca.

    El cuerpo cede y ondea;
    La boca abierta provoca;
    Es una rosa la boca;
    Lentamente taconea.

    Recoge, de un débil giro,
    El manto de flecos rojos:
    Se va, cerrando los ojos,
    Se va, como en un suspiro...

    Baila muy bien la española,
    Es blanco y rojo el mantón:
    ¡Vuelve, fosca, a un rincón
    El alma trémula y sola!



    Sobre mi hombro



    Ved: sentado lo llevo
    Sobre mi hombro:
    Oculto va, y visible
    Para mí solo!
    Él me ciñe las sienes
    Con su redondo
    Brazo, cuando a las fieras
    Penas me postro:?
    Cuando el cabello hirsuto
    Yérguese y hosco,
    Cual de interna tormenta
    Símbolo torvo,
    Como un beso que vuela
    Siento en el tosco
    Cráneo: su mano amansa
    El bridón loco!?
    Cuando en medio del recio
    Camino lóbrego,
    Sonrío, y desmayado
    Del raro gozo,
    La mano tiendo en busca
    De amigo apoyo,?
    Es que un beso invisible
    Me da el hermoso
    Niño que va sentado
    Sobre mi hombro.

    Y bien, hasta aquí llego y por mi parte, querido Pascual, doy por concluido este trayecto del camino, que por cierto se hace corto, por lo tanto a la espera de que me des el empujoncito de nuevo, te doy las gracias y hasta nueva orden, besos y buen fin de semana.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 22 Jun 2015, 15:03

    Bueno, Lluvia, vamos a terminar con José Martí. Ya sabes el cambio de rumbo que vamos a hacer. Pasamos del Romanticismo al Modernismo - atención, José Martí lo era. Y pionero-. Pero sirva a nuestros intereses que lo que estamos haciendo con uno un otro movimiento es indagar en las raíces o connotaciones SOCIALES de los poetas que estamos tratando. Expondré, en cuanto pueda, el último poema de José Martí. Y damos el salto. Sé que te has preparado. Eres una obrera excepcional. A tu lado da gusto trabajar.


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    Mensaje por Lluvia Abril Mar 23 Jun 2015, 00:04

    Bien, te seguiré, si soy capaz, jeje. Es usted imparable, señor poeta.
    Un beso.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Mar 23 Jun 2015, 00:23

    MI POESÍA

    Muy fiera y caprichosa s la Poesía.
    A decírselo vengo al pueblo honrado...
    La denuncio por fiera. Yo la sirvo
    Con toda honestidad: no la maltrato;
    No la llamo a deshora, cuando duerme,
    Quieta, soñando, de mi amor cansada,
    Pidiendo para mí fuerzas al cielo;
    No la pinto de gualda y amaranto
    Como aquesos poetas; no le estrujo
    En un talle de hierro el franco seno;
    Y el cabello dorado, suelto al aire,
    Ni con cintas retóricas le aprieto:
    No: no la pongo en lívidas vasijas
    Que morirán; sino la vierto al mundo,
    A que cree y fecunde; y ruede y crezca
    Libre cual las semillas por el viento:
    Eso sí: cuido mucho de que sea
    Claro el aire en su torno; musicales
    Las ramas que la amparan en el sueño;
    Y limpios y aromados sus vestidos.-
    Cuando va a la ciudad, mi Poesía
    Me vuelve herida toda; el ojo seco
    Como de enajenado, las mejillas
    Como hundidas, de asombro: los dos labios
    Gruesos, blandos, manchados; una que otra
    Gota de cieno en ambas manos puras
    Y el corazón, por bajo el pecho roto
    Como un cesto de ortigas encendido:
    Así de la ciudad me vuelve siempre:
    Mas con el aire de los campos cura.
    Baja del cielo en la severa noche
    Un bálsamo que cierra las heridas.-
    ¡Arriba oh corazón: quién dijo muerte?

    Yo protesto que mimo a mi poesía:
    Jamás en sus vagares la interrumpo,
    Ni de su ausencia larga me impaciento.
    ¡Viene a veces terrible!¡Ase mi mano,
    Encendido carbón me pone en ella
    Y cual por sobre montes me la empuja!: -
    Otras ¡muy pocas! viene amable y buena,
    Y me amansa el cabello; y me conversa
    Del dulce amor, y me convida a un baño!
    Tenemos ella y yo, cierto recodo
    Púdico en lo más hondo de mi pecho:
    Envuelto en olorosa enredadera! -
    Digo que no la fuerzo: y jamás la adorno,
    Y sé adornar; jamás la solicito
    Aunque en tremendas sombras suelo a veces
    Esperarla, llorando, de rodillas.
    Ella ¡oh coqueta grande! en mi noche
    Airada entra, la faz sobre ambas manos
    Mirando como crecen las estrellas.
    Luego, con paso de ala, envuelta en polvo
    De oro, baja hasta mí, resplandeciente.
    Viome un día infausto, rebuscando necio -
    Perlas, zafiros, ónices,
    Para ornarle la túnica a su vuelta.-
    Ya de mi lado, (p.i.) tenía.
    (p.i.) y acicaladas en hilera.
    Octavas de claveles: cuartetines
    De flores campesinas; tríos, dúos
    De ardiente lirio y pálida azucena.
    ¡Qué guirnaldas de décimas! qué flecos
    De sonoras quintillas! qué ribetes
    De pálido romance, - que lujosos
    Broches de rima rara: qué repuesto
    De  mil consonantillos  serviciales
    Para ocultar con juicio las junturas:
    Obra, en fin, de suprema joyería!-
    Mas de pronto una lumbre silenciosa
    Brilla; las piedras todas palidecen,
    Como muertas, las flores caen en tierra
    Lívidas, sin color: es que bajaba
    De ver nacer los astros mi poesía!-
    Como una cesta de caretas rotas
    Eché a un lado mis versos. Digo al pueblo
    Que me tiene oprimido mi poesía:
    Yo en todo la obedezco: apenas siento
    Por cierta voz del aire que conozco
    Su próxima llegada, pongo en fiesta
    Cráneo y pecho; levantánse (1) en la mente,
    Alados, los corceles; por las venas
    La sangre ardiente al paso se dispone;
    El aire ansío, alejo las visitas,
    Muevo el olvido generoso, y barro
    De mí las impurezas de la tierra!
    ¡No es más pura que mi alma la paloma
    Virgen que llama a su primer amigo!
    Baja; vierte en mi mano unas extrañas
    Flores que el cielo da: flores que queman, -
    Como de un mar que sube, sufre el pecho,
    Y a la divina voz, la idea dormida,
    Royendo con el dolor la carne tersa
    Busca, como la lava, su camino:
    De hondas grietas el agujero queda,
    Como la falda de un volcán cruzado:
    Precio fatal de los amores con el cielo:
    Yo en todo la obedezco: yo no esquivo
    Estos padecimientos, yo le cubro
    De unos besos que lloran sus dos blancas
    manos que así me acabarán la vida.
    Yo ¡qué más! cual de un crimen ignorado
    Sufro cuando no viene: yo no tengo
    Otro amor en el mundo ¡oh mi poesía!
    ¡Como sobre la pampa el viento negro
    Cae sobre mí tu enojo!¡oh, vuelve,
    A mí, que te respeto, el rostro migo!
    De su altivez me quejo al pueblo honrado:
    De su soberbia femenil. No sufre
    Espera. No perdona. Brilla, y quiere
    Que como el limpio lustre del acero
    Ya el verso al mundo cabalgando salga; -
    Tal, una loca de pudor, apenas
    Un minuto al artista el cuerpo ofrece
    Para que esculpa en mármol su hermosura! -
    ¡Vuelan las flores que del cielo bajan,
    Vuelan, como irritadas mariposas
    Para jamás volver las crueles vuelan."


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 24 Jun 2015, 06:59

    Con este poema concluimos con José Martí. Lluvia sabe por dónde continuar. De hecho me consta que ya lo tiene preparado. Pero ella quiere, aunque no me lo haya dicho lo sé, que yo haga unas reflexiones sobre lo que está pasando en estas páginas. En realidad nada del otro mundo: es decir, hicimos el trabajo a la inversa. Autores románticos hispanoamericanos que son traídos acá no por su determinante participación en una forma de comprender y hacer el romanticismo diferente a la anglosajona sino más bien porque en algún momento su poesía y su vida implican un compromiso social. Ahí están, sin ir más lejos, los poemas que hemos ido seleccionando de los diferentes autores.
    Con José Martí dimos un salto cualitativo : Martí no es un autor romántico. Junto con Rubén Darío ( y otros que iremos mencionando - me sale una nómina de 42 autores) expresión nítida de los cambios que se producen con el MODERNISMO. Rubén Darío además ha sido considerado el autor modernista por excelencia ( él también lo creía así). Y nosotros insistimos. No los traemos aquí por su significado en la evolución del pensamiento artístico  y el hecho poético. Vienen desmenuzando su palabra para hallar un compromiso tantas veces denostado.
    RUBÉN DARÍO apareció ya en las páginas de grandes autores ( Página 3; HELENA 18/06/09). Nosotros lo acercamos ahora al público desde nuestro propio interés. Iremos signando de manera previa a cada autor el país de origen. Gracias.
    Adelante Lluvia. Puedes seguir cuando quieras:
     NICARAGUA: RUBÉN DARÍO


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 25 Jun 2015, 05:32

    Bien, Lluvia, tengo un ratito esta mañana. Empiezo - y espero que no te siente mal- y luego tú amplías como creas.
    NICARAGUA: RUBÉN DARÍO.-
    Copio textualmente la Contraportada del libro: " Rubén Darío. Páginas Escogidas. Edición de Ricardo Gullón. CÁTEDRA. Letras Hispánicas. 15ª Edición. Madrid 2009".
    Esa Contraportada dice :
    "La obra de Rubén Darío ( 1867- 1916) es el ejemplo señero del Modernismo, movimiento literario que sintetiza distintas corrientes como la parnasiana, la simbolista, y que, frente al prosaísmo, aportó aires nuevos a la poesía española e hispanoamericana. La labor pionera de Darío introduce, como se observa a lo largo de estas páginas, desde símbolos inéditos, recreaciones míticas de diverso origen hasta una rica invención verbal y un desarrollo de ritmos y metros de rara musicalidad
    que marcaron un hito literario de gran influencia."
    Según la Cronología de las primeras páginas de dicho libro nace en METAPA, NICARAGUA, el 18 de Enero de 1867. Hijo de  Rosa Sarmiento y Manuel García. Y adoptado con tan sólo dos años por el Coronel Félix Ramírez Madregil y su esposa Bernarda Sarmiento. Muere en León, Nicaragua, el 16 de Febrero de  1916.
    Pero en lugar de ceñirnos a esa Cronología, metódica y completa, todo hay que decirlo, puesto que Rubén es no sólo poeta sino un gran narrador, nos remitimos a su
    AUTOBIOGRAFÍA.-
    I
    Tengo más años, desde hace cuatro, que los que exige Benvenuto para la empresa. Así doy comienzo a estos apuntamientos que más tarde han de desenvolverse mayor y más detalladamente.

    En la Catedral de León de Nicaragua, en la América Central, se encuentra la fe de bautismo de Félix Rubén, hijo legítimo de Manuel García y Rosa Sarmiento. En realidad, mi nombre debía ser Félix Rubén García Sarmiento. ¿Cómo llegó a usarse en mi familia el apellido Darío? ( cont.) 


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Jue 25 Jun 2015, 06:37, editado 2 veces


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