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INSTANTÁNEAS DEL DESTINO
EN BLANCO Y NEGRO.
Al destino en blanco y negro le consulto silenciosamente, por
eso le escribo imaginando a caracolas mudas, si no lo fueran
no me dejarían hablar. Su mudez es básica. No es ninguna novedad.
A veces hablar demasiado nos enreda la mente. Pasa con humanos.
Para conversar con uno mismo es necesaria la paz y el silencio.
Como un canto en do del imposible posible, poder oirlo,
mas nos encerramos en una nube muy sosegada arriba,
posada sobre muchos rocíos de colores, una paz muy fuerte,
y le preguntamos muchas cosas apagadas que se fueron apuradas,
esas que muchas veces no tuvieron respuestas,
y que quisiéramos volver a prenderlas en fogatas, y revivirlas.
Con ojos dulces, sonrisas amarillas, muchos abrazos y besos,
y enfrentamos al destino que nos dice
a lo mejor, podríamos pensarlo, …repetirlo, es que….
¿ y tú te vas….? ¿te quedas?...¿por qué?. (.cambio de curso)
una manera de esquivar las respuestas .Es muy usado, por eso
se me juntan las preguntas sin respuestas, entonces
la caracola muda no puede hablarme. Es estática, solo suena
a olas de mar reventando ¿ do re mi fa sol? Mi piano responde
y le contesto, con este verso,con ésta prosa, para tener fuerza.
Pero sólo es un impromptu, sin principio ni final. Me recuerda a un
sacerdote jesuita amigo mío , que una vez me explicó lo que era
el Espíritu Santo, y comenzó a pensarlo con tanta vehemencia
que estático se fué quedando callado, mirando a ninguna parte.
Una esfera como una calabaza misteriosa del mago Merlin,
instantánea del destino, en blanco y negro. Y nace la música.
Llega a mi cello urdiendo palabras en tono tenor. Es la música que
se mete adentro nuestro, con equipaje especial, divina, que nos
transporta a esa esfera llena de espiritualidad, la constante repetición
de notas que se suceden una tras otra fabricando una melodía, la misma que les llegó un día a Mozart, Beethoven, Mahler, Bach, Piazzola.
Y llego a la feliz conclusión, que es bello soñar, buscarse a si mismo
hecerse preguntas, responderse, o callarse, imaginando en silencio
lo posible o imposible. Las instantáneas del destino en blanco y negro.
Y la belleza de pensar, envuelto en espiritualidad, en un mantra,
como mi amigo Jesuita, mirando al infinito, en busca del finito.
INSTANTÁNEAS DEL DESTINO
EN BLANCO Y NEGRO.
Al destino en blanco y negro le consulto silenciosamente, por
eso le escribo imaginando a caracolas mudas, si no lo fueran
no me dejarían hablar. Su mudez es básica. No es ninguna novedad.
A veces hablar demasiado nos enreda la mente. Pasa con humanos.
Para conversar con uno mismo es necesaria la paz y el silencio.
Como un canto en do del imposible posible, poder oirlo,
mas nos encerramos en una nube muy sosegada arriba,
posada sobre muchos rocíos de colores, una paz muy fuerte,
y le preguntamos muchas cosas apagadas que se fueron apuradas,
esas que muchas veces no tuvieron respuestas,
y que quisiéramos volver a prenderlas en fogatas, y revivirlas.
Con ojos dulces, sonrisas amarillas, muchos abrazos y besos,
y enfrentamos al destino que nos dice
a lo mejor, podríamos pensarlo, …repetirlo, es que….
¿ y tú te vas….? ¿te quedas?...¿por qué?. (.cambio de curso)
una manera de esquivar las respuestas .Es muy usado, por eso
se me juntan las preguntas sin respuestas, entonces
la caracola muda no puede hablarme. Es estática, solo suena
a olas de mar reventando ¿ do re mi fa sol? Mi piano responde
y le contesto, con este verso,con ésta prosa, para tener fuerza.
Pero sólo es un impromptu, sin principio ni final. Me recuerda a un
sacerdote jesuita amigo mío , que una vez me explicó lo que era
el Espíritu Santo, y comenzó a pensarlo con tanta vehemencia
que estático se fué quedando callado, mirando a ninguna parte.
Una esfera como una calabaza misteriosa del mago Merlin,
instantánea del destino, en blanco y negro. Y nace la música.
Llega a mi cello urdiendo palabras en tono tenor. Es la música que
se mete adentro nuestro, con equipaje especial, divina, que nos
transporta a esa esfera llena de espiritualidad, la constante repetición
de notas que se suceden una tras otra fabricando una melodía, la misma que les llegó un día a Mozart, Beethoven, Mahler, Bach, Piazzola.
Y llego a la feliz conclusión, que es bello soñar, buscarse a si mismo
hecerse preguntas, responderse, o callarse, imaginando en silencio
lo posible o imposible. Las instantáneas del destino en blanco y negro.
Y la belleza de pensar, envuelto en espiritualidad, en un mantra,
como mi amigo Jesuita, mirando al infinito, en busca del finito.
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