MÉXICO
Marco Antonio Campos (1949)
Monólogo (VI)
1
Son las 5:17 de la tarde: veo el océano bajo
Planicie azul y al lado el arco iris
Madre llamaba a las seis de la mañana, a la hora
en que el Cristo oraba de luz en la habitación
de los hermanos, contaba el que perdió la niñez
El que perdió la niñez no hallaba casa
ni calle por el mundo que sirviera de lecho positivo
Quizá estuviera la casa junto al mar,
quizá estuviera en el rojo o el amarillo de las casas
de algún pueblo o ciudad mediterráneos,
quizá en el glauco del esbelto otoño de aquella
ciudad centroeuropea, quizá en una aldea con alabanza
o en la tierra prometida que no sabía del cielo,
o más, más allá, más allá, no importa dónde,
no importa cómo, pero una casa, una casa,
mientras el niño sube al autobús de la escuela
y lleva en el Libro Mundo imágenes y sueños,
cuando todavía era el sueño de volver a casa,
y la azafata azulea el cielo
tras de su rostro bellísimo
2
México se oía en aulas de universidades, o
en parlerías absurdas en una librería húngara de calle Vaci, o
en musicales tabernas bajo la noche ateniense, o
en la soledad húmeda de la sombría ciudad,
donde se veía a menudo en la mesa ajena
y esperaba servirse el pan y el vino en una cena amarga
donde no existían traidores
Qué hermosos qué tristes los castaños en el Prater
al descender la niebla en el otoño,
qué tristes qué hermosos los viñedos apagándose
en la escala simétrica del Kahlenberg,
qué albo qué hondo el sueño de la paloma
al llegar el sueño a la alegría de la razón
Algo, con algo de tristeza y amargura,
con algo que del alma queda en la punta del
follaje de los castaños y los álamos en invierno,
resonaban piedra, cantera y tezontle
de ciudades del país que él construyó
en el país del corazón para seguir viviendo
en su país, pero la casa era otra
y estuvo siempre en otra parte,
o quizá la valija era la casa que era el mundo,
y a lo largo del círculo de la Ringstrasse
los follajes de los árboles se ensombrecían,
la caminata en círculo detenida
en la calle de ningún sentido, y el forastero
veía precipitarse a los santos en áurea caída
en la áurea iglesia de Sankt Peter,
mientras afuera, en la plazoleta, Mozart tocaba
el piano para Constanze Weber en la fascinación
del pespunte del delicadísimo tejido del minueto,
y el que perdió la niñez oía una música dulcísima
que no sonaba para él
3
Es el vuelo 988: son las seis y media de la tarde
Una ciudad y un río serpentean abajo
A las nueve de la noche descenderé en Miami
y a las nueve de la mañana caminaré en Buenos Aires
El arco iris de frente y la noche gama
Siempre, siempre el amarillo, un miedo extraño,
la misma aprensión: ¿Para qué salir? ¿Cuándo volver?
Sólo la muerte y el amor desdichado no tienen regreso
Pero cómo, cómo ser útil a los otros,
cómo crear belleza que no sepa amarga,
cómo dar un fruto sin que el árbol llore,
cómo dar un árbol que anochezca luna,
una mañana que ennoblezca el reino
Ya no sueño, ya no, en el alba pajarera,
pero deseo y sueño un mundo equilibrado y azul
4
La noche cae, la noche se hace
¿Adónde voy? ¿Y dónde estamos?
Abril en Austria era mes de dulzuras y de lluvia,
pero abril nos deja, y en mi país, en mayo,
el corazón ha cortado el pedernal
La historia está hecha de signos destrozados
Los dioses conversan con nosotros como
si fuera una conversación de ciegos
Es el lenguaje que entendemos
Nuestras voces, desde niños, nos saben a ceniza
Será lo mismo como ha sido, así y ahora bajo el sol
Y el cielo de la página se dibuja en un cielo de pájaros:
Del mio pensiero tu sei regina, dulzura y luz
5
Quizá el arcángel no midió el tamaño del golpe
ni el tamaño de la caída, pero en lo oscuro
del abismo el ángel, desde entonces,
no supo dónde quedó la nueva casa
Que lloren y oren en soledad por Jesucristo solo
cuando vuelva la inocencia de los animales,
que de las hojas del álamo florezca
la rama pródiga de golondrinas,
verano y cuerpo que glorifico el sol,
y Dios sea con vosotros
Son cinco para las nueve: abro la ventanilla
¡Qué azul más intenso! ¿Qué ciudad allá!
Veo la costa de Buenos Aires y la palabra plata
me resuena en agua, tintinea
No hace mucho era un río de sangre
Los animales comían el pan de los inocentes y
la piedra en las manos no pulía la forma
El viaje ha sido largo y me espera
la próxima ciudad
Adonde el viento vaya me espero con tristeza,
espero con resignación la próxima ciudad
Ser libre como nadie y como la bestia simple
Porque así es, porque así ha sido,
porque así sea,
Porque Así Sea
1992
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