SALVADOR BERMÚDEZ DE CASTRO Y DÍEZ
FTE. REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
AUTORA: ANA ISABEL BALLESTEROS DELGADO
Bermúdez de Castro y Díez, Salvador. Marqués de Lema (I), duque de Ripalda (I) y príncipe de Santa Lucía (I), en el reino de las Dos Sicilias. Lúculo. Jerez de la Frontera (Cádiz), 6.VIII.1817 – Roma (Italia), 23.III.1883. Diplomático, escritor, político, periodista.
Hijo del liberal José Bermúdez de Castro Blasco y de María de los Dolores Díez, Salvador Francisco de Paula Ramón inició sus estudios en Cádiz y pasó luego a estudiar Leyes en Sevilla, donde trabó amistad con Gabriel García Tassara y donde consiguió que El Artista publicara sus primeras poesías, quizás por medio de su hermano mayor José. En mayo de 1838 se instaló en Madrid y empezó a frecuentar círculos literarios, como el Liceo, donde conoció a Diego Coello y Quesada, así como a publicar en el Correo Nacional, El Panorama, El Piloto, Semanario Pintoresco Español o en la Revista de Madrid, gracias a la cual estrechó su contacto con quienes entonces figuraban como líderes del moderantismo político (Pedro José Pidal, Ángel Saavedra o Antonio Alcalá Galiano). En 1841 dirigió el semanario El Iris, donde utilizó el seudónimo de Lúculo. Su poesía se distingue por la temática relacionada con la reflexión sobre el más allá y la religión, la exaltación de momentos gloriosos de la historia y la meditación sobre la brevedad de la gloria. Entre sus formas poéticas preferidas destaca el uso de una estrofa con acentos agudos en los versos cuarto y octavo, que acabó llamándose “octava bermudina”. Probablemente ejercieron influencia en él las lecturas de Calderón y de los místicos, las de lord Byron, Ossian y Victor Hugo, además de las de Espronceda y Zorrilla. A su vez, se ha encontrado su influencia en las obras de Carolina Coronado, Nicomedes Pastor Díaz, García Tassara o Núñez de Arce. En sus artículos literarios resalta el tono lírico y un ritmo versicular cargado de connotaciones melancólicas.
A partir de 1840 se consagró fundamentalmente a su labor de hombre público como diplomático. Su primer cargo político fue el de secretario del Gobierno político de Toledo, aunque apenas duró en él un mes (julio-agosto de 1840). En 1841 abandonó la literatura y comenzó su carrera política al lado de Luis González Bravo, en cuyo partido, La Joven España, militó. En breve fue nombrado secretario de la Reina con ejercicio de decretos y en el espacio de pocas semanas se le distinguió con la Cruz de Carlos III número 64, con la de San Juan de Jerusalén y con la Encomienda de la Orden americana de Isabel la Católica (15-19 y 25 de diciembre de 1843 y 27 de enero de 1844). También fue nombrado secretario del Consejo de ministros en el gabinete del general Narváez, siendo herido en el atentado realizado contra éste.
Por Real Decreto de 9 de julio de 1844 fue designado ministro plenipotenciario en México, cargo que desempeñó desde marzo de 1845 hasta el 1 de noviembre de 1847, donde conspiró, según un plan diseñado por Ramón María Narváez, para transformar dicho Estado en una monarquía borbónica. El emperador Maximiliano le otorgó el diploma de la Gran Cruz de Nuestra Señora de Guadalupe en 1846, y una vez interrumpidas las relaciones de esa República con Francia, llevó la representación de esa nación con tal habilidad que Luis Felipe de Orleans le agració con la Gran Cruz de la Legión de Honor. De regreso a España representó en las Cortes al distrito de Algeciras. Durante dos años (1851 y 1852) luchó junto a su hermano Manuel y otros moderados (Narváez, O’Donnell, Mon y Pidal, Pacheco, Fernando Fernández de Córdoba) por la destitución de Bravo Murillo.
En 1853, al llegar el Ministerio Lersundi, por Real Decreto de 17 de mayo de 1853, fue destinado a Nápoles como ministro plenipotenciario ante el reino de las Dos Sicilias (1853-1864). El rey Francisco II de Nápoles premió su labor nombrándole caballero de la Real Orden de San Genaro (18 de agosto de 1856) y la duquesa regente de Parma le agració como senador con la Gran Cruz de la Orden Constantiniana de San Jorge (21 de mayo de 1857). Poco después, por Real Decreto de 19 de noviembre de 1858, Isabel II le elevó a la nobleza titulada concediéndole la merced de marqués de Lema, mientras que el soberano napolitano hacía lo propio concediéndole también título nobiliario con la denominación de duque de Ripalda (Real Decreto de 14 de octubre de 1859), aparte de recompensar su lealtad durante la resistencia napolitana con el título de príncipe de Santa Lucía (4 de octubre de 1860) por su participación en la defensa de Gaeta. Se vio, sin embargo, obligado a dimitir en 1864 por sus relaciones con Matilde Wittelsbach (Moineau), condesa de Tranni, con quien tuvo su única hija reconocida, María Salvadora. Ésta nació en Roma en el palacio de la Farnesina (famoso por los frescos de la Leyenda de Psiquis y el Triunfo de Galatea, en los que Rafael había evocado a su amada Fornarina) que Francisco II había cedido un año antes en enfiteusis a Bermúdez de Castro para que lo restaurara.
Nombrado senador vitalicio por Real Decreto de 18 de octubre de 1864, no llegó a tomar posesión porque el 31 de julio de 1865 fue destinado como embajador en París, tras el cambio de gabinete de junio de 1865 (su hermano Manuel acababa de tomar la cartera de Estado), aunque, después de la caída de O’Donnell y la formación de un nuevo gabinete por Narváez, abandonó el puesto (11 de junio de 1866), no sin recibir de Luis Napoleón la Gran Cruz de la Orden Imperial de la Legión de Honor.
Se retiró a Roma, donde murió. Según su amigo Augusto Conte, poseía un exterior noble y elegante, los conocimientos y las costumbres adecuados para figurar como hombre de mundo; si bien, en su opinión, le faltaba cierta afabilidad en el trato. Le sucedió en la merced de marqués de Lema su sobrino Salvador Bermúdez de Castro y O’Lawlor, quien fue seis veces ministro de Estado de la Monarquía del rey Alfonso XIII, alcalde de Madrid y académico de las Reales Academias Española, de la Historia y de Ciencias Morales y Políticas. En cuanto a los títulos del reino de las Dos Sicilias, fueron distribuidos en favor de su hija María Salvadora Bermúdez de Castro (Roma, 1864-Madrid, 1945), aunque ésta usó la merced de marquesa de Peñaflor, con Grandeza de España, por su matrimonio con Álvaro Pérez de Barradas y Fernández de Córdoba, matrimonio en segundas nupcias de éste, de cuya unión no hubo descendencia.
Obras de ~: “La meditación”, en El Artista (EA), 17, t. II (25 de octubre de 1835), págs. 198-200; “Al sueño”, en EA, 10, t. III (6 de marzo de 1835), págs. 114-116; “Tu canto. A [...]”, en Semanario Pintoresco Español (SPE), 18, t. I (31 de junio de 1836), pág. 152; “Dios” y “En la muerte de mi amigo José Musso y Valiente”, en Revista de Madrid (RM), t. I (1838), págs. 273-291 y 392-398, respect.; “La Nochebuena. Recuerdo”, en Liceo Artístico y Literario (LAL), t. II (1838), págs. 97-99; “El árabe”, en El Panorama (EP), 14, t. I (28 de junio de 1838), págs. 215-216; “A Cádiz”, en EP, 18, t. I (2 de julio de 1838), págs. 285; “En un álbum”, en EP, 22, t. I (23 de agosto de 1838), págs. 346; “La libertad”, en RM, t. III (1839), págs. 355-370; “Los deleites”, en El Piloto (EP), 3 (3 de marzo de 1839), págs. 1-2; “Los cuentos de Hoffmann”, en EP, 17 (17 de marzo de 1839), págs. 1-3; “La muerte”, en EP, 24 (24 de marzo de 1839), pág. 1; “Folletín”, en EP, 27 (27 de marzo de 1839), págs. 1-2; “El cenobita”, en EP, 30 (31 de marzo de 1839), pág. 1; “El congreso de Verona, del vizconde de Chateaubriand, en EP, 39, 41, 42, 45 (9, 11, 12 y 15 de abril de 1839), págs. 1-2, 1-2, 1-2 y 1-3, respect.; “Paseos de Madrid. La fuente Castellana”, en EP, 26 (26 de marzo de 1839), págs. 1-2; “A Elvira”, en EP, 57 (23 de abril de 1839), pág. 1; “El Prado y la revista”, en EP, 29 (29 de marzo de 1839), págs. 1-2; “Fastos españoles. Efemérides de la guerra civil”, en EP, 69, 70 (9 y 10 de mayo de 1839), págs. 1-2 y 1-2, respectivamente; “Sitio de Méjico por Hernán Cortés. Descrito por el indio Ixtlilxochitl”, en EP, 95 (4 de junio de 1839), págs. 1-2; “El sauce”, en SPE, 47 (22 de noviembre de 1839), págs. 373-374; “La Cruz”, en Correo Nacional (CN), 706 (24 de diciembre de 1839); Ensayos poéticos, Madrid, Francisco de Paula Mellado, 1840; “El amor”, CN, 715 (3 de marzo de 1840), pág. 1; “De la novela moderna”, en SPE, 19, t. II (10 de mayo de 1840), págs. 150-151; “Los astros y la noche”, en SPE, 20, t. II (17 de mayo de 1840), pág. 160; “La eternidad de Dios”, en SPE, 26 (28 de junio de 1840), pág. 208; “A un amigo en la muerte de su esposa”, en SPE, 27 (5 de julio de 1840), págs. 215-216; “Al firmamento”, en SPE, 32 (9 de agosto de 1840), págs. 255-256; “A Elvira”, en SPE, 34 (23 de agosto de 1840), pág. 271; Antonio Pérez, secretario de Estado del rey Felipe II, Madrid, Est. Tipográfico de la calle del Sordo, 1841; “El príncipe don Carlos de Austria”, en El Iris (EI), 1, 2, 3, t. I (7, 14 y 21 de febrero de 1841), págs. 4-9, 25-31 y 45-51, respect.; “La indolencia”, en EI, 3, t. I (21 de febrero de 1841), págs. 56-58; “La educación en España”, “Romances históricos, de D. Ángel Saavedra, duque de Rivas” y “La luz del crepúsculo”, en EI, 4, t. I (28 de febrero de 1841), págs. 61-67, 67-69 y 73-75, respect.; “Solaces de un prisionero o Tres noches en Madrid. Comedia nueva de don Ángel Saavedra, duque de Rivas”, en EI, 5, t. I (7 de marzo de 1841), págs. 87-91; “Movimiento dramático”, en EI, 5, 6, 7, t. I (7, 14 y 21 de marzo de 1841), págs. 77-82, 93-98 y 109-114, respect.; “La educación religiosa”, en EI, 8, t. I (28 de marzo de 1841), págs. 125-129; “A la Revista de Teatros”, en EI, 10, 18, t. I (11 y 18 de abril de 1841), págs. 161 y 183-188, respect.; “Invasión de España por los francos en el siglo viii”, en EI, 1, 2, t. II (4 y 11 de junio de 1841), págs. 1-6, 17-22; “Influencia de los periódicos en la Historia”, en EI, 3, t. II (18 de junio de 1841), págs. 33-38; “Estudios históricos sobre Don Fray Bartolomé Carranza de Miranda, arzobispo de Toledo en tiempos de Felipe II”, en EI, 5-19, t. II (1, 8, 15, 22 y 29 de agosto de 1841; 5, 12, 19 y 26 de septiembre de 1841; 3, 10, 17, 24 y 31 de octubre de 1841; 7 de noviembre de 1841), págs. 65-72, 81-86, 97-103, 113-119, 129-134, 145-151, 161-166, 177-182, 193-200, 209-214, 225-231, 241-246, 257-273, 273-278 y 289-297, respect.; “En el álbum de una señorita portuguesa”, en EI, 12, t. II (19 de noviembre de 1841), pág. 192; “El culto a la humanidad, de Andrés María Santa Cruz”, en EI, 21, 22 (21 y 28 de noviembre de 1841), págs. 321-326 y 337-341, respect.; Antonio Pérez, secretario de estado del rey Felipe II, Madrid, Est. Tipográfico de Francisco de Paula Mellado, 1841; Don Manuel Montes de Oca, Madrid, Vicente Lalama, Sanchiz y Boix, 1842.
Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Expediente personal del Senador Vitalicio Marqués de Lema, D. Salvador Bermúdez de Castro Díez, HIS-0244-07.
“Liceo Artístico y literario. Álbum”, en EP, 10, t. I (31 de mayo de 1838), pág. 160; J. de la Revilla, “Crítica literaria. Ensayos poéticos de D. Salvador Bermúdez de Castro”, en SPE, 13, t. III (28 de marzo de 1841), págs. 102-104; D. Coello de Portugal y Quesada, “El duque de Ripalda”, en Ilustración Española y Americana, II (1883), págs. 6-7; F. Blanco García, La literatura española del siglo XIX, vol. I, Madrid, Sánchez de Juvera, 1899-1904, pág. 175; A. Conte, Recuerdos de un diplomático, Madrid, Imprenta de J. Góngora, 1901-1903, t. I, págs. 135, 199, y t. II, págs. 260-261; J. Valera, Florilegio de poesías castellanas del siglo XIX, vol. I, Madrid, Librería de Fernando Fe, 1902-1903, págs. 195-199; S. Bermúdez de Castro O’Lawlor, Salvador Bermúdez de Castro y Díez, Madrid, Est. Tipográfico Huelves y Compañía, 1935; D. G. Samuels, “La poesía de Salvador Bermúdez de Castro”, en Revista Hispánica Moderna, VII (1941), págs. 215-230; N. Alonso Cortés, Zorrilla: su vida y sus obras, Valladolid, Santarén, 1943, pág. 142; J. García Aráez, “Don Salvador Bermúdez de Castro”, en Revista de Literatura, 7 (1953), págs. 73-120; T. Navarro Tomás, Métrica española, New York, Syracuse University Press, 1956, pág. 337; E. A. Peers, Historia del movimiento romántico en España, Madrid, Gredos, 1967, t. I, pág. 424, y t. II, págs. 375-378; Conde de Altea, Historia del palacio de España en Roma, Madrid, Dirección General de Relaciones Culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores, 1972, págs. 156-158; R. Calvo Sanz, D. Salvador Bermúdez de Castro: su vida y su obra. Contribución a la historia de la literatura romántica española, Valladolid, Universidad, 1974; A. I. Ballesteros Dorado, “Nobleza y literatura en el siglo XIX: nobles críticos de nobles”, en Aportes, 44 (2000), págs. 63-64; Larra, Bretón de los Herreros y otros escritores anticarlistas, Palma de Mallorca, Calima, 2005, págs. 366-368.
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