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“Desigualdad” por Mariano Guindal (La Vanguardia, 23-09-2020)
Las medidas de la presidenta Isabel Díaz Ayuso para confinar los barrios obreros de Madrid nos han permitido visualizar la enorme desigualdad que existe frente a la pandemia. Los sectores más débiles de la sociedad son los que realmente están pagando un precio mayor: los que más se contagian, los que más se mueren y los que más respiradores necesitan. Y son los que más están sufriendo por la pandemia económica que está haciendo que muchas familias lo estén pasando francamente mal ante la inoperancia de una Administración semiparalizada.
No es un caso excepcional. Lo mismo ha pasado en EE.UU., donde han sido las comunidades afroamericana y latina las más golpeadas, o en Brasil, donde el virus ha atacado con más saña las favelas, o en India, donde ha corrido como la pólvora en los slums. Los pobres, los viejos y los enfermos son los que están pagando el pato mientras los dirigentes de uno y otro bando siguen haciendo una política basura con la salud de la gente arrastrando a los aparatos mediáticos de un bando y otro a seguirles el juego.
Como afirma el escritor argentino Martín Caparrós, al principio hubo algunos imbéciles que llegaron a escribir que una de las grandes novedades de la plaga era su carácter igualitario: que ataca por igual a ricos que a pobres, a los poderosos y a los importantes, solo porque se contagió alguna gente a la que habitualmente estas cosas no le pasan.
Pero la realidad es que la Covid-19 ha hecho de lupa para que tomemos conciencia de la desigualdad de nuestra sociedad. No es lo mismo desplazarse en metro que en tu coche, tener acceso a la medicina pública o privada, vivir en un piso de 60 metros o en un chalet con jardín, ser trabajador esencial o teletrabajar. Y ya ni te cuento si hablamos de tener que atender al público o de un funcionario que no recibe visitas presenciales.
A una gran parte de la población la pandemia nos va a salir gratis, ya que el dinero para hacerle frente nos llegará de Europa como si fuera el maná que cae del cielo. En el peor de los casos los recursos los obtendríamos con una renta perpetua de esas que no se pagan.
Pero nada es gratis. La cruda realidad es que faltan recursos económicos para contratar a personal sanitario, que al estar mal pagado se van a donde les ofrecen condiciones menos precarias. No se pueden parar trenes, autobuses o metros, pero sí aumentar las frecuencias para que los trabajadores esenciales no tengan que ir hacinados en hora punta. Hace falta dinero para tests masivos, para rastreadores, para alquilar hoteles y residencias para los confinamientos de quienes no pueden aislarse en su casa.
Es innegable que la pandemia ha generado muchísimos gastos que no estaban previstos y que se necesitan recursos para suavizar la desigualdad social y que se dé mejor atención y cuidado a quien no tiene recursos. Por eso es interesante la propuesta de Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) de aprobar un “corona tributo”, que sería un recargo en el IRPF extraordinario, temporal y finalista. Al menos serviría para concienciarnos de que la pandemia no nos va a salir gratis a nadie.
Mariano Guindal (La Vanguardia, 23-09-2020)
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“Desigualdad” por Mariano Guindal (La Vanguardia, 23-09-2020)
Las medidas de la presidenta Isabel Díaz Ayuso para confinar los barrios obreros de Madrid nos han permitido visualizar la enorme desigualdad que existe frente a la pandemia. Los sectores más débiles de la sociedad son los que realmente están pagando un precio mayor: los que más se contagian, los que más se mueren y los que más respiradores necesitan. Y son los que más están sufriendo por la pandemia económica que está haciendo que muchas familias lo estén pasando francamente mal ante la inoperancia de una Administración semiparalizada.
No es un caso excepcional. Lo mismo ha pasado en EE.UU., donde han sido las comunidades afroamericana y latina las más golpeadas, o en Brasil, donde el virus ha atacado con más saña las favelas, o en India, donde ha corrido como la pólvora en los slums. Los pobres, los viejos y los enfermos son los que están pagando el pato mientras los dirigentes de uno y otro bando siguen haciendo una política basura con la salud de la gente arrastrando a los aparatos mediáticos de un bando y otro a seguirles el juego.
Como afirma el escritor argentino Martín Caparrós, al principio hubo algunos imbéciles que llegaron a escribir que una de las grandes novedades de la plaga era su carácter igualitario: que ataca por igual a ricos que a pobres, a los poderosos y a los importantes, solo porque se contagió alguna gente a la que habitualmente estas cosas no le pasan.
Pero la realidad es que la Covid-19 ha hecho de lupa para que tomemos conciencia de la desigualdad de nuestra sociedad. No es lo mismo desplazarse en metro que en tu coche, tener acceso a la medicina pública o privada, vivir en un piso de 60 metros o en un chalet con jardín, ser trabajador esencial o teletrabajar. Y ya ni te cuento si hablamos de tener que atender al público o de un funcionario que no recibe visitas presenciales.
A una gran parte de la población la pandemia nos va a salir gratis, ya que el dinero para hacerle frente nos llegará de Europa como si fuera el maná que cae del cielo. En el peor de los casos los recursos los obtendríamos con una renta perpetua de esas que no se pagan.
Pero nada es gratis. La cruda realidad es que faltan recursos económicos para contratar a personal sanitario, que al estar mal pagado se van a donde les ofrecen condiciones menos precarias. No se pueden parar trenes, autobuses o metros, pero sí aumentar las frecuencias para que los trabajadores esenciales no tengan que ir hacinados en hora punta. Hace falta dinero para tests masivos, para rastreadores, para alquilar hoteles y residencias para los confinamientos de quienes no pueden aislarse en su casa.
Es innegable que la pandemia ha generado muchísimos gastos que no estaban previstos y que se necesitan recursos para suavizar la desigualdad social y que se dé mejor atención y cuidado a quien no tiene recursos. Por eso es interesante la propuesta de Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) de aprobar un “corona tributo”, que sería un recargo en el IRPF extraordinario, temporal y finalista. Al menos serviría para concienciarnos de que la pandemia no nos va a salir gratis a nadie.
Mariano Guindal (La Vanguardia, 23-09-2020)
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