Juan Manuel Roca (n. Medellín; 1946) es un poeta y narrador colombiano.
Biografía
Juan Manuel Roca nació en Medellín el 29 de diciembre de 1946. Transcurre su infancia en México y posteriormente en París. Durante los años 1988 a 1999 coordinó el Magazín Dominical de El Espectador, separata cultural con la que se formó prácticamente una generación, pues en esta se publicaron un buen número de poemas
Comentarios sobre su obra
El poeta Germán Espinosa dice de Roca que “posee la primavera perpetua de todo creador”; mientras que Gonzalo Rojas, autor del prólogo de Cantar de Lejanía, dice que leer a Roca «será siempre un placer, un frescor, una cruza casi animal de imaginación y de coraje». El mismo poeta chileno afirma que "Lo que más celebro en Roca es la fiereza, esa amarra entre vida y poesía que llega a lo libérrimo". El editor español Manuel Borrás señala: "su poesía puede considerarse una vasta reflexión sobre la libertad a través de la imaginación". El novelista colombiano Óscar Collazos escribió:"He visto sorprendido a jóvenes que llevaban en la mano un libro de Roca. He leído citas de sus poemas en los muros públicos. He asistido por fortuna a la comunión creada entre el poeta y su público. algo hay en el interior de su poesía la sensibilidad de una época". Los jurados del premio Casa de las Américas, ganado por Juan Manuel Roca en 2009 (Gioconda Belli, Julia Escobar, Luis García Montero, Andrés Pérez Perruca, Benjamín Prado y Ana María Rodríguez-Arias), destacaron su dominio formal, su variedad estructural y la estructura sólida de la obra. También elogiaron la capacidad de representar líricamente la realidad. En varias entrevistas, Juan Manuel Roca se ha reconocido en la tradición latinoamericana que representan César Vallejo y Juan Rulfo. Es también un fiel exponente de la poesía surgida en el Romanticismo Alemán, que luego explorarían los surrealistas franceses, encabezados por Lautréamont y Rimbaud. En relación con la poesía colombiana, se reconoce en la obra poética de José Asunción Silva, Aurelio Arturo, Luis Vidales (tío materno), Carlos Obregón Borrero, Héctor Rojas Herazo y Fernando Charry Lara. Los críticos lo ubican dentro de lo que se ha denominado como la Generación Desencantada (diverso grupo de poetas nacidos en los años 40, que publicaron sus primeras obras en los años 70, sin credo estético común), dentro de la cual se catalogan también a María Mercedes Carranza, Darío Jaramillo Agudelo, Jaime García Maffla, José Manuel Arango entre otros.
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Juan_Manuel_Roca )
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Algunos poemas de Juan Manuel Roca:
De Luna de ciegos, 1975:
ARTE DE TIEMPO
El tiempo permanece atrapado
Entre los libros.
Por este prodigio de aprehensión,
Heráclito sigue bañándose
En el mismo río,
En la misma página.
Tú seguirás para siempre
Desnuda en mi poema.
De Los ladrones nocturnos, 1977:
GALOPAR
Yo tuve un caballo. Era su crin espesa.
Sus ojos diurnos en la noche.
Yo tuve un caballo antes de nombrar espejo.
En casa de ciego. Secretos parajes recorrimos,
Ciudades huidizas al despunte del verano,
Flores de piel en el valle penumbroso,
Noches con barcas cargadas de silencio.
Yo tuve un caballo
Antes de cantar entre los sordos. Antes de hablar
De su país al desterrado,
Cuando aún no cantaba la canción de medianoche.
Con él recorrí los blancos patios de la aurora
Escuchando el requiem por el agua.
Aún confudo su galopar y el de mi pecho.
Para Augusto Rendón
MESTER DE CEGUERÍA
I
Desde la terraza, a la hora en que el sol cernía picos de pájaros azules, mi madre y yo mirábamos el patio en la casa de los ciegos.
II
Los niños ciegos reemplazaban el balón por una caja de lata y jugaban con el ruido. Cuando el ruido rodaba hacia algún lugar del patio, los niños lo perseguían, lo pateaban corriendo entre las sombras.
III
Mi madre y yo en la terraza. Y abajo, ángeles de la sombra corrían como locos tras del ruido. Después nuestra casa era una jaula. Mi madre paseaba por la alcoba limpiando el ojo a los retratos de sus muertos. Yo escuchaba el deslizar de las sombras en la estancia.
IV
Entre árboles que levitaban su floración oscura, la casa nos guardaba de la tarde tempestuosa. Y ya de noche, acomodado al recinto del sueño, como un ciego perseguía el ruido de agua de aquella mujer desconocida.
V
Preguntaba por la extranjera, sin pensar que todos somos extranjeros en el sueño. Me paseaba con un gorro de cascabel por jardines lluviosos escuchando el techo piafante de un establo o un ruido de biblias en los cuartos vecinos.
VI
La noche me tatuaba.
De Señal de cuervos, 1979:
SEÑAL DE CUERVOS
Al graznido escuchado al borde
De la estrecha carretera
Cuando los rostros afilados de los hombres
Miran al cielo con ojos llenos de asombro,
La noticia se propaga por ensalmo:
La señal de los cuervos
Anuncia la nueva hora del terror
Los cuerpos otra vez bajando por el río
La subienda de muertos a orillas
Del nuevo y rojo día.
Alguien suelta sus pájaros oscuros
Desde las secretas cámaras del palacio.
CUERPOS
I
Ah: volver a visitar tu más
Húmedo lugar a horas imprevistas
Mientras abres la página en blanco
De tus piernas
Y tu sésamo que guarda el rojo fruto
Se ajusta a mi galope.
Volver a festejar los cuerpos.
Reanudar el goce
Entre la leche derramada del alba.
II
Ah: cuerpo a cuerpo reanudar la mañana
Mientras lanceo tu pequeña aldea láctea
La piedra de escándalo de tus muslos.
Jadear como corcel espoleado
Penetrando el abismo que nos une y nos separa
Con mi centro en menguante y en creciente
Mientras cruzamos la otra orilla
Entre el flujo y reflujo
Del alba.
De País secreto, 1987:
EN LA RUTA DEL AGUA
A orillas del río
Van los hombres del país de la guadua.
El río Magdalena
Llega a la turbiedad, a la turbia edad
De las ciudades.
Yo veo a los curtidos hombres ribereños,
El planisferio en los ojos de sus hijas.
A orillas del río,
Con el torso desnudo,
Los mendigos enseñan su costillar:
La jaula ósea
Donde todo el día picotea el corazón.
CANTATA DEL PAÍS SALVAJE
Cada día, como si bajara de un navío
Del que el sueño son sus remos,
Vuelvo al mismo lugar cuya jerga es salvaje.
Cuando el viento abre las batientes puertas del invierno,
Puedo ver el relámpago dibujando
Su escalera en la pizarra del cielo,
O escucho el naufragio del agua en las acequias.
¡Ah! un sol narcótico recorre la meseta
Donde mujeres como sombras de sí mismas
Ponen en el infierno portátil de la hornilla
Un agua de hierbas como crines.
Cada noche, en las calle de erizados
Vecindarios, escucho las bocas
Que cantan el danzón de las pistolas,
Una bala que inaugura un surtidor de rosas rojas.
La noche, ladrona de niños, muerde un país salvaje
Y yo aventuro mi voz
Por esta tierra de dioses y de adioses.
PANFLETOS
"Nos sentamos tranquilamente borrachos y locos a editar
panfletos de un país realmente mejor donde
un hombre pueda beber un vino más delicado."
Malcolm Lowry
Es hora de despertar al país de los idiotas: la noche petardea en las comisarías, resuena en este panfleto escrito contra lobos y canarios.
Es hora de despertar, dulces idiotas.
Así, yo escribía ocultos manifiestos, un extenso manual del extravío, o con aires de crimen en las noches del viento yo fingía un pequeño Rimbaud caminando entre los rieles de una antigua estación, o entraba a saco contra alguna Bastilla inexistente. En mi sueño era de ver nuevamente la Comuna humeante y hombres presurosos repartiendo boletines de otros sueños. Comuneros del país de la guadua, levantiscos hombres de piel enamorada.
Yo era muy joven entonces, tenía el sol como única mira y mirar las palabras me era grato. Los años, tal vez los descalabros, fueron suavizándome los gestos: ya no edito mordaces panfletos que quisieran despertar al país de los idiotas.
Ahora les digo con desgano: sigan durmiendo, almas de Dios, felices sueños
De Ciudadano de la noche, 1989:
ARENGA DE UNO QUE NO FUE A LA GUERRA
Nunca vi en las barandas de un puente
A la dulce mujer con ojos de asiria
Enhebrando una aguja
Como si fuera a remendar el río.
Ni mujeres solas esperando en las aldeas
A que pase la guerra como si fuera otra estación.
Nunca fui a la guerra, ni falta que me hace,
Porque de niño
Siempre pregunté cómo ir a la guerra
Y una enfermera bella como un albatros,
Una enfermera que corría por lagos pasillos
Gritó con graznido de ave sin mirarme:
Ya estás en ella, muchacho, estás en ella.
Nunca he ido al país de los hangares,
Nunca he sido abanderado, húsar, mujik de alguna estepa.
Nunca viajé en globo por erizados países
Poblados de tropa y de cerveza.
No he escrito como Ungaretti cartas de amor en las trincheras.
No he visto el sol de la muerte ardiendo en el Japón
Ni he visto hombres de largo cuello
Repartiéndose la tierra en un juego de barajas.
Nunca fui a la guerra, ni falta que me hace,
Para ver la soldadesca lavando los blancos estandartes,
Y luego oírlos hablar de la paz
Al pie de la legión de las estatuas.
PENÉLOPE Y EL OLVIDO
"Mi nombre es Nadie, y Nadie me
llaman mi madre, mi padre y mis
compañeros todos."
Ulises
Llegó Nadie.
Desde un mapa de la nada, llegó Nadie.
Se agitaron las ramas, los rastrojos,
Y la luna de nácar
Brilló sobre el país de los lotófagos.
De la noche o la lluvia, llegó Nadie.
Y abrió oscuros folios
Que hablaban de Odiseo el gran embaucador,
De Ulises, fundador de los regresos.
De los móviles mapas
Que reflejan en la hierba los caobos,
Llegó Nadie.
Y si engullendo lotos se entra al olvido
Y entre ebrios lotófagos
Se olvida ese olvido,
Penélope quisiera entrar en esos predios.
CANCIÓN DEL QUE FABRICA
LOS ESPEJOS
Fabrico espejos:
Al horror agrego más horror,
Más belleza a la belleza.
Llevo por la calle la luna de azogue:
El cielo se refleja en el espejo
Y los tejados bailan
Como un cuadro de Chagall.
Cuando el espejo entre en otra casa
Borrará los rostros conocidos,
Pues los espejos no narran su pasado,
No delatan antiguos moradores.
Algunos construyen cárceles,
Barrotes para jaulas.
Yo fabrico espejos:
Al horror agrego más horror,
Más belleza a la belleza.
De Tríptico de Comala, 1989:
RUMORES DE COMALA
Dicen las viejas comadronas que hay un lugar, un muro cuarteado
Por donde se oye a través de sus fisuras el eco del allá.
Uno podría escuchar una banda de muertos sonando un danzón,
Acaso el mismo danzón de los ausentes que bailotea frente a la ventana de Guadalupe Posada.
Uno no sabe tras de cuál puerta empieza el país de los ausentes
Y acaso seamos fantasmas, legiones a lomo de un potrillo.
La luna como una inmensa lápida fulge en el rincón de las milpas.
Sí. Acaso todos seamos lantasmas convocados por algún provocador de sueños.
Con sólo abrir un libro rumoroso de nuestra alcoba, el aire se puebla de voces.
Con sólo llegar a la primera palabra de Cómala, a la búsqueda del padre,
Un desbande de rumores entra por todas las rendijas de la casa.
De Pavana con el diablo, 1990:
BREVE HISTORIA DE NADIE
Dice el señor Nabokov que la literatura no nació cuando un niño de un valle del Neandertal llegó gritando: ¿Un lobo!, ¡un lobo!, y tras de él, cuatro patas al aire, un lobo gris blandía su lengua chasqueante.
Dice, mejor, que la literatura nació cuando un niño de un valle del Neandertal llegó gritando: ¡un lobo!, ¡un lobo!, y tras dee él nadie venía.
Desde entonces, nadie es un eterno personaje, un fantasma en los valles del poema.
ZONA DE RIESGO
"Te llamarán a la plaza
de la tergiversación"
Rafael Cadenas
Te lloverán las voces de Babel: te dirán que ese asunto del poema es cosa de hombres desdichados.
Te pedirán que te atomices, te esfumes, te silencies, que si quieres respeto te mueras de una vez.
Si llevas a la casa del poema ungüentos para el goce de los cuerpos, te hablarán de bandas de niños miserables, pero si cantas el eterno forcejeo de los pueblos te llamarán a cuentas, te pedirán más intimismo.
En los salones blancos te adularán: deja ese cantar al oído sordo de la gleba, tú eres de los nuestros.
Como nun viejo púgil rondando el encordado oirás la voz del desaliento.
Que se oiga, al fondo del coro, tu palabra desnuda.
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