Mis compañeros de Aires de Libertad, Guadalupe Cisneros y José María Ysmer, han tenido la gentileza de regalarme sus dos últimos libros: Noche de lluvia y Y siempre más. He disfrutado mucho con su lectura y os dejo algunos poemas entre los que más me han gustado. Como comparten amor e inspiración, os dejo sus poemas alternados.
Un abrazo.
Pedro
*
Guadalupe Cisneros:
I
Te encierras
en la forma del agua,
agua que no escapa
de mis dedos.
Te presiento
en la caricia
de la noche que promete,
antes de hacer mi viaje
nocturno hacia tu pecho.
Te contienes,
se gesta la codicia
siempre que despierto
al lado de un hueco
en mi cama.
José María Ysmer:
BUSCA LA NOCHE OTROS
PLACERES EN SU VIENTRE
Busca la noche otros placeres en su vientre.
La luna cava un pozo de amaneceres dormidos,
se vuelve barro,
cruza, travesaño a travesaño,
e hilo a hilo,
lo oculto y lo sagrado;
contempla la amplitud del cielo
con ojos color de cielo
y los adora;
resucita con el deseo de morir de nuevo,
de morir y seguir soñando.
La luna inclina la cabeza
y besa el misterio de la noche
entre las piernas.
Guadalupe Cisneros:
II
Si yo fuese
el eco de tu voz
sacudida por el viento,
repetida en tu lenguaje,
en el suave roce de tu lengua,
entre la hora imprecisa
de breves oiececillos,
como polvo de estrellas
me quedaría enredada
en tu pelo como lienzo,
y ahí viviría escondida.
José María Ysmer:
CON ESTA CARTA EN BRAILLE
Hoy, frías aún,
las teclas de la computadora
han garabateado tu nombre
en la pantalla,
y luego, desorientadas todavía,
han escrito,
con nostalgia de un pasado
de tintas y pizarra,
un mensaje de amor indescifrable.
Nada cuanto es hoy
comprende mi diario,
enarbolado de ti hasta la bandera,
vacío sin ti, de letras y de espacios.
Nada existe en este rompecabezas
de claves y de chips que no sean dígitos;
mi computadora no tiene buena vista.
Tendrás que conformarte
con esta carta en braille
y sin dedos.
Guadalupe Cisneros:
IV
La mañana extiende su peso como aceituna
sobre mi cama, y todo es tan absurdo
como este octubre que anega mis ojos
de preguntas, de matices, de infinitas dudas
prendidas al ayer en sitios vulgares.
Vengo desde una soledad que solo es mía.
Hay apresuramiento en el diluvio de colores;
un grito trenzado, una voz con perfume
se desprende de las manos de un dios,
para abrazar un sueño que estaba por morir.
Cuántas veces he sido otro tiempo,
otra forma,
un destino crucificado a los pies de la luna.
José María Ysmer:
HASTA LLEGAR A UN FIN QUE
ESPERO QUE NO LLEGUE
He comido algunos frutos rojos
y, al comerlos, he sentido sed de ti,
de ese dulce jugo que exprimes al besarme,
reguero de tu boca apasionada,
un río entre mis labios complacientes.
He comido
con hambre verdadera y desatada,
mientras te escuchaba
y te miraba,
y te sentía,
con tu pijama, escarlata y entreabierto,
como piel de un libro
que se abre entre mis dedos,
hasta llegar a un fin
que espero que no llegue.
Guadalupe Cisneros:
VII
Ir más despacio
a donde nadie lo espera,
no decir palabras
cuando el viento sopla
y los pinos escuchan
el susurro del bosque.
El arroyo agoniza
por la mirada,
por la sonrisa
de la golondrina
que duerme en las ramas.
Amargo placer
que el viento agita
y se va perdiendo
una gota peregrina,
al igual que yo me pierdo
entre el plomo del cielo.
José María Ysmer:
VINISTE
Viniste
cuando todo lo imposible
parecía demasiado,
a recogerte en mí,
entre sábanas blancas,
donde todo dolor
esgrime su pasado,
su fortuna, su esperanza.
Viniste
en un abrir y cerrar de ojos,
en el vientre de la luna,
aprovechando el parto
de la madrugada,
en ese romperse el horizonte
a las sombras,
en ese pecado que esconde
su tesoro.
Viniste,
tomaste el camino
que sube por mis piernas
y abrazaste
mis caderas y mi vientre;
llenaste de ilusiones mis ventanas,
de aire mis pulmones,
cubriste mis ojos
con el profundo mar
que nace de tu boca
y así me consumiste,
haciéndome de nuevo
bajo un cielo de estrellas
en esta última noche.
Guadalupe Cisneros:
VIII
Ellas fueron las alas
en la inocencia de la primavera.
Ya no hay brisa en octubre
que agite el cuerpo
de las blancas mariposas
en el perfume de las margaritas.
Tampoco las olas del mar
son ojos del mundo.
Solo vive la palabra
en la humedad del tiempo,
que se enrosca en el vientre
de las noches de lluvia,
que se arrulla en el pecho
y cuelga hasta mis rodillas,
para morir en el placer
-en el dulce éxtasis-
del murmullo y el silencio.
José María Ysmer:
EN UNA HABITACIÓN DE HOTEL
A MILES DE KILÓMETROS
Con tu pijama rojo
en la noche peregrina,
en una habitación de hotel
a miles de kilómetros,
sintiéndote a mi lado
en esa cama inmensa
que busca en su oleaje
la orilla de mi pecho,
el húmedo destello de mi boca
entre las nubes;
tú,
a punto de dormirte+,
soñando con la nieve
que cae plácidamente
por la almohada,
en el rincón prohibido del espejo
que te mira en la penumbra
y sabe descubrirte
en cualquier sitio
marcado con la punta de tus dedos;
me hablas
con esa luz que se abre
un hueco en cada letra,
de la inocencia de esas flores
que reposan
sobre la mesa en que ahora
tomo un desayuno
cargado de ti
hasta el último sorbo,
hasta el último sorbo
y el primer mordisco.
Guadalupe Cisneros:
XI
La calle siempre
tiene algo que decir,
pero trato de no escuchar sus lamentos.
La ciudad devora las casas
con ventanas de azúcar,
de ciruelas,
con tormentas y semillas.
Nací mujer.
No soy mariposa,
ni araña,
sino una vagina
y u8n vientre instalado
en su debido lugar.
Vuelve la incertidumbre
a circular como serpiente,
entonces detesto las palabras recicladas
en los versos de amor.
Me aferro a la idea
de los sueños rojos
que no procrean,
y a sus almohadas con olor a limón.
José María Ysmer:
NO HAY ERRORES DE CÁLCULO
No hay errores de cálculo
en el día D, a la hora H,
acabará todo de forma repentina,
al amparo de puntos suspensivos
que acarrean incógnitas
de finales de guerra.
Las páginas de un libro cubren
de amor sus lágrimas;
las letras son negocios para el aire
cuando suenan en espacios,
sin puertas, ni ventanas.
Todo corre a su destino con lo justo,
así debe de ser.
Lo que está mal se escapa
por el golpe de las piedras,
y, ya sin fe,
nos abrazamos,
hasta hacernos polvo,
solo polvo,
solo eso.
Guadalupe Cisneros:
XXI
Siguen dando vueltas las ruedas
al ritmo de soles luminosos.
Busco redención cuando nace la tarde,
cuando el silencio de la casa me toma
de la mano en un murmullo sin conciencia.
En la locura que me rodea a las tres
de la madrugada, intento que salga la palabra
desde el lago de mis venas con sus ojos ciegos,
algo que deje una huella sobre esta cama,
que borre las lágrimas que me inundan
cuando la vida me aburre, y se esconde
en la piel de elástico con sus recuerdos.
Busco no recordar nada, ni que me recuerden,
quiero ser el borrón en algún cuaderno.
Quiero aparecer en la página de un poeta
que escriba lo que siento cuando llueve,
porque el agua de un viejo mar me llama,
me busca y deseo descansar sobre su pecho.
No me lleves al mar y, si lo haces, no me sueltes.
Existe un vacío en el hueco de mis manos,
lo exprimo para ahogar las voces del mundo
cuando he perdido los aretes que me regalaste
el primer domingo.
José María Ysmer:
TE VI DORMIDA, ARROPADA
POR EL TIEMPO
Te vi dormida,
arropada por el tiempo
que, al fin, supo entendernos.
Con tu conciencia
tranquila en la almohada
disfrutabas de la nube,
de su lluvia interna;
deslizabas el cuerpo por el lecho
borrando las fatigas como el agua,
soñándote a ti misma
en ese sueño,
sin palabras superfluas,
con la razón bien despierta.
Guadalupe Cisneros:
XXII
Era entre esas paredes,
como si fuese un lugar predestinado por la hierba
que crece entre las lilas,
donde descubrí la cara
del agua, de las hojas y naranjas,
desde la profundidad del espejo y el deseo.
Fue ahí, junto al águila y el tigre,
que descubrimos las madrugadas alucinadas,
las horas con su misterio complejo,
la duda pálida con color a sangre.
Sé que estás ahí,
en las paredes de esa cabaña,
en el olor de las piedras
con sus ojos infantes mirando
detrás de las sombras.
Sé que estás ahí y no te has ido,
que sigues meciendo el viento
entre tus manos y el pelo.
Y yo, en la quietud
del verso indecente, te sigo buscando.
José María Ysmer:
A UN BOTÓN DE TI QUEDA MI BOCA
Enhebrar una aguja
a vista de pájaro
requiere pulso firme y sereno,
constancia, esfuerzo, hilo,
hilo fino entre los dedos.
Se cierra la voz del que está gritando,
con lágrimas las palabras del contrario
se diluyen;
pecado original en el confesionario,
vela que sabe a humo
con poca mecha asciende.
En el alma de la aguja
un viejo roto
por donde el hilo escapa sin ojales.
A un botón de ti queda mi boca
que solo cerrará si alcanza un beso.
Guadalupe Cisneros:
XXVI
No estás sobre el cuerpo del agua
entrelazado en una noche con gritos.
No estás en la punta de mis dedos,
en la fascinación silenciosa de las campanas.
Ven, desenlázame de estas raíces
del árbol toro, en el patio del hotel
con abanicos en sus ojos. ¡No tardes!
La tarea de abandonar los ladrillos
es trabajo de otros y no de tu lengua.
El génesis del río chupa mis cenizas.
¡Mírame! Soy el polvo de las sombras,
de las horas infantes. ¡Mírame! Sigo
dormida en la blonda cabellera de la brisa.
El cielo, el cielo impuro con sus alas
cubre mi cuerpo y me esconde
del vicio del reproche y del encierro.
¡Ven! Puebla esta ciudad deshabitada
que murmura mi historia y mi secreto.
José María Ysmer:
A TU LADO CAMINO
A tu lado camino
por un tiempo sin cenizas
en que aprendo a conocerte
a través de los espejos,
que me devuelven la vista
a la vista de tus ojos
en un eco prolongado
de tu ayer en mi mañana.
A tu lado soy yo,
solo yo y no otro,
un lugar en donde hallarte,
quedarme a cualquier hora
en el abismo intrincado
de tus dedos en mi cuerpo,
donde se enciende un dios
y una bombilla se ahoga,
donde la paz en los cristales
solo existe si se rompen,
donde las batallas se ganan
sin derramamiento de sangre
bajo las sábanas blancas
de nosotros.
Guadalupe Cisneros:
XXX
No perdí mi nombre cuando cantó el gallo,
otra fue la nostalgia en mi pecho.
Caballero de hierro, en tu reloj de arena,
he de ser la ceniza y tinieblas
en el recuerdo de las noches de lluvia;
debo mi vida a la palabra escrita:
esa ráfaga de polvo y tiempo.
Llueve en las tardes, ocaso y condena.
Llueve en la cicatriz del corazón y el alma;
una vez amé el calor de los días asoleados
y vuelvo ahora al olor de tierra mojada.
Impenetrable es mi angustia como la piedra.
Aquí otra vez he sido, y soy, la hija del viento.
José María Ysmer:
SIEMPRE MÁS
"Siempre más",
como esa fuente
que va detrás de un beso inagotable,
te repito,
en toda despedida abierta al color
de las flores,
de los ramos de flores,
de los jardines de flores
que alguna vez pronunciaron nuestros nombres,
que alguna vez dejaron su arrogancia en los anillos,
su patriotismo en las banderas,
su merecida belleza reflejada en los estanques
para ser, mientras nos vieron,
tributo a la conciencia de este amor
que no nos suelta,
permanentemente erguido
en los extremos de la boca
que nunca volverá a cerrarse.
Hoy a las 8:50 por Pascual Lopez Sanchez
» MAIAKOVSKY Y OTROS POETAS RUSOS Y SOVIÉTICOS, 3
Hoy a las 8:20 por Pascual Lopez Sanchez
» POESÍA SOCIAL XX. . CUBA. (Cont.)
Hoy a las 8:00 por Lluvia Abril
» ANTOLOGÍA DE GRANDES POETAS HISPANOAMÉRICANAS
Hoy a las 6:18 por Lluvia Abril
» XII. SONETOS POETAS ESPAÑOLES SIGLO XX (VII)
Hoy a las 6:09 por Lluvia Abril
» POESÍA ÁRABE
Hoy a las 0:38 por Maria Lua
» LITERATURA LIBANESA - POESÍA LIBANESA
Hoy a las 0:37 por Maria Lua
» LA POESÍA PORTUGUESA - LA LITERATURA PORTUGUESA
Hoy a las 0:31 por Maria Lua
» CÉSAR VALLEJO (1892-1938) ROSA ARELLANO
Ayer a las 19:00 por cecilia gargantini
» EDUARDO GALEANO (1940-2015)
Ayer a las 18:43 por Maria Lua