Fernando Pessoa, aniversario. Álvaro de Campos recuerda a Alberto Caeiro: Oda Mortal
junio 13, 2024
Fernando Pessoa en Álvaro de Campos recuerda a su maestro Alberto Caeiro y le dedica esta Oda mortal que será considerada para integrar el libro de poemas Arco de Triunfo donde Álvaro de Campos reúne cinco grandes odas en 1925.
Oda mortal Tú, Caeiro mi maestro, sea cual sea el cuerpo
Con que vistes ahora, distante o próximo, la esencia
De tu alma universal localizada,
De tu divino cuerpo intelectual ...
Viste con tu ceguera perfecta, sabes el no ver ...
Porque lo que viste con tus dedos materiales y admirables
Fue la cara sensible y no la cara fisionómica de las cosas
Fue la realidad, no lo real.
Es a la luz que ella es visible,
Y solo ella es visible porque hay luz,
Porque la verdad que es todo es sólo la verdad que está en todo
¡Y la verdad que está en todo es la verdad que la excede!
¡Ah, sin miedo!
¡Ah, sin angustia!
Ah, sin cansancio anticipado de la marcha
Ni cadáver velado por el propio cadáver en el alma
En las noches en que el viento silba en el mundo desierto
Y la casa donde duermo es un túmulo de todo,
Ni siquiera sintiéndose muy importante, sintiéndose cadáver,
Ni la consciencia de no tener consciencia dentro de las tablas y el plomo,
Ni nada ...
Miro el cielo del día, refleja el cielo de la noche
Y este universo esférico y cóncavo
Lo veo como un espejo dentro del cual vivimos,
Limitado porque es la parte de adentro
Pero con las estrellas y el sol rasgando lo visible
Por fuera, para lo convexo que es infinito ...
Y luego, en lo Verdadero,
Sacaré las estrellas y la vida de mi bolsillo como un regalo a la certeza,
Leeré la Vida de nuevo, como en una carta guardada
Y entonces, con mejor luz, entenderé la letra y lo sabré.
El muelle está lleno de gente mirándome partir.
Pero el muelle está a mi alrededor y lleno el barco.
Y el barco es cama, ataúd, tumba— Y yo no sé lo que
Soy porque ya no estoy allí ...
Y yo, que cante
La civilización moderna, también al igual que la antigua,
Las cosas de mi tiempo sólo porque este tiempo fue mío,
Las máquinas, los motores,
(...)
Voy en diagonal todo para arriba.
Paso por los intersticios de todo,
Y como un polvo sin ser rompo la cáscara
Y me iré, trotamundos de lo divino,
¿Cuántas veces, quién sabe ? regresando al mismo punto
(¿Quién anda de noche y qué conoce de andar y de la noche?)
Llevaré en una bolsa la suma de lo visto—
El cielo y las estrellas, y el sol en todos los sentidos,
Y todas las estaciones y sus colores,
Y los campos, y las montañas, y las tierras que terminan en las playas.
y el mar más allá, y más allá del mar que hay más allá.
Y de repente se abrirá la Última puerta de las cosas,
Y dios, como un Hombre, se me aparecerá por fin.
Y será lo inesperado que esperaba—
Lo desconocido que siempre he conocido—
Lo único que siempre conocí,
Y (...)
Grita de alegría, grita conmigo, grita
Cosas llenas, sobrerellenas,
Que eres mi vida arremolinada ...
Salgo de la esfera hueca
No por una estrella, sino por la luz de una estrella—
Voy hacia el espacio real ...
Este espacio acá dentro es el espacio para estar cerrado
Y sólo parece infinito porque está cerrado demasiado lejos—
Demasiado lejos para pensarlo.
Mi mano ya está en el mango de la luz.
Abriré con un gesto amplio,
Con un gesto auténtico y mágico
La puerta del convexo,
La ventana para el informe,
La razón para lo maravilloso definitivo.
Podré circunnavegar por fuera todo este dentro
Qué tienen las estrellas al final, tendré el cielo
Debajo del techo de la casa curvada—
Techo del sótano de las cosas reales,
De la bóveda nocturna de la muerte y de la vida...
Voy a partir para afuera
Para alrededor infinito
Para la luz por fuera de la noche
Para la Vida-muerte por fuera de la muerte-Vida.
Álvaro de Campos, Arco del Triunfo, 1925.
Traducción de Mario Bojórquez
de
Álvaro de Campos
ODE MORTAL
Tu, Caeiro meu mestre, qualquer que seja o corpo
Com que vestes agora, distante ou próximo, a essência
Da tua alma universal localizada,
Do teu corpo divino intelectual...
Viste com a tua cegueira perfeita, sabes o não ver...
Porque o que viste com os teus dedos materiais e admiráveis
Foi a face sensível e não a face fisiognomónica das coisas
Foi a realidade, e não o real.
É à luz que ela é visível,
E ela só é visível porque há luz,
Porque a verdade que é tudo é só a verdade que há em tudo
E a verdade que há em tudo é a verdade que o excede!
Ah, sem receio!
Ah, sem angústia!
Ah, sem cansaço antecipado da marcha
Nem cadáver velado pelo próprio cadáver na alma
Nas noites em que o vento assobia no mundo deserto
E a casa onde durmo é um túmulo de tudo,
Nem o sentir-se muito importante sentindo-se cadáver,
Nem a consciência de não ter consciência dentro de tábuas e chumbo,
Nem nada...
Olho o céu do dia, espelha o céu da noite
E este universo esférico e côncavo
Vejo-o como um espelho dentro do qual vivemos,
Limitado porque é a parte de dentro
Mas com estrelas e o sol rasgando o visível
Por fora, para o convexo que é infinito...
E aí, no Verdadeiro,
Tirarei os astros e a vida da algibeira como um presente ao Certo,
Lerei a Vida de novo, como numa carta guardada
E então, com luz melhor, perceberei a letra e saberei.
O cais está cheio de gente a ver-me partir.
Mas o cais é à minha volta e eu encho o navio —
E o navio é cama, caixão, sepultura — E eu não sei o que sou pois já não estou ali...
E eu, que cantei
A civilização moderna, aliás igual à antiga,
As coisas do meu tempo só porque esse tempo foi meu,
As máquinas, os motores,
(...)
Vou em diagonal a tudo para cima.
Passo pelos interstícios de tudo,
E como um pó sem ser rompo o invólucro
E partirei, globe-trottrer do Divino,
Quantas vezes, quem sabe?, regressando ao mesmo ponto
(Quem anda de noite que sabe do andar e da noite?),
Levarei na sacola o conjunto do visto —
O céu e de estrelas, e o sol em todos os modos,
E todas as estações e as suas maneiras de cores,
E os campos, e as serras, e as terras que cessam em praias
E o mar para além, e o para além do mar que há além.
E de repente se abrirá a Última Porta das coisas,
E Deus, como um Homem, me aparecerá por fim.
E será o Inesperado que eu esperava —
O Desconhecido que eu conheci sempre —
O único que eu sempre conheci,
E (...)
Gritai de alegria, gritai comigo, gritai,
Coisas cheias, sobre-cheias,
Que sois minha vida turbilhonante...
Eu vou sair da esfera oca
Não por uma estrela, mas pela luz de um estrela —
Vou para o espaço real...
Que o espaço cá dentro é espaço por estar fechado
E só parece infinito por estar fechado muito longe —
Muito longe em pensá-lo.
A minha mão está já no puxador-luz.
Vou abrir com um gesto largo,
Com um gesto autêntico e mágico
A porta para o Convexo,
A janela para o Informe,
A razão para o maravilhoso definitivo.
Vou poder circum-navegar por fora este dentro
Que tem as estrelas no fim, vou ter o céu
Por baixo do sobrado curvo —
Tecto da cave das coisas reais,
Da abóbada nocturna da morte e da vida...
Vou partir para FORA,
Para o Arredor Infinito,
Para a circunferência exterior, metafísica,
Para a luz por fora da noite,
Para a Vida-morte por fora da morte-Vida.
12-1-1927
Álvaro de Campos - Livro de Versos . Fernando Pessoa. (Edição crítica. Introdução, transcrição, organização e notas de Teresa Rita Lopes.) Lisboa: Estampa, 1993. - 68.
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