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Ánguelos Sikelianós (28 de marzo de 1884-19 de junio de 1951) fue un poeta y dramaturgo griego moderno. Uno de los más importantes poetas líricos del siglo XX en Grecia; resaltaba la historia nacional, el simbolismo religioso, y la armonía universal en poemas tales como The Light-Shadowed, Prologue to Life, Mother of God, y Delphic Utterance. Sus obras teatrales incluyen Sibylla, Daedalus in Crete, Christ in Rome, The Death of Digenis, y Asklepius. Fue el primer poeta griego del siglo XX en ser propuesto candidato al Premio Nóbel de Literatura.
Biografía
Sikelianós nació en Léucade, donde transcurrió su infancia. En 1900 ingresó en la Escuela de Leyes de Atenas, pero no se graduó. Los años siguientes viajó por todas partes y se comprometió con la poesía. En 1907 se casó con Eva Palmer, de origen estadounidense, quien en aquella época era estudiante de arqueología en París. Se casaron en Estados Unidos y se mudaron a Atenas en 1908. Durante ese periodo de su vida, Sikelianós entró en contacto con los intelectuales griegos, y en 1909 publicó su primer poemario, Alafroískïotos (The Light-Shadowed), en cual causó un impacto inmediato y fue reconocido por los críticos como un importante trabajo poético.
También se hizo amigo de su colega escritor Nikos Zazantzakis, y en 1914 ambos permanecieron cuarenta días en el Monte Athos, visitando los famosos monasterios del lugar y viviendo la vida de los ascetas. Al año siguiente se embarcaron en un peregrinaje a través de Grecia. Los dos escritores eran almas gemelas, pero también muy diferentes en sus respectivas perspectivas de la vida. Sikelianós fue un hombre de mundo, lleno de optimismo, y con una fe inquebrantable en sus capacidades como escritor. Kazantzakis era taciturno y con tendencia a recluirse, siempre dubitativo, y tenía, como él mismo admitía, una tendencia a enfocar la calavera detrás de la cara. Juntos, sin embargo, compartieron la preocupación mutua de intentar refinar y elevar el espíritu humano a través de ejercicios artísticos.
En mayo de 1927, con el apoyo de su esposa, Sikelianós celebró el Festival de Delfos como parte de su esfuerzo hacia el renacimiento de la «Idea Délfica». Sikelianós creía que los principios que habían modelado la civilización clásica, si eran reexaminados, podrían ofrecer independencia espiritual y serviar como medios de comunicación entre personas.
El evento consistió en concursos olímpicos, un concierto de música bizantina, una exhibición de arte folklórico así como una representación de Prometeo encadenado. Fue muy exitoso a pesar de la falta de asistencia de representantes del Estado, y se repitió al año siguiente. El renacimiento fue después abandonado permanentemente debido a los excesivos costes de organización. En honor a la memoria de Ángelos y Eva Sikelianós, el Centro Cultural Europeo de Delfos compró y restauró su casa en Delfos, la cual es hoy un Museo de Festivales Délficos.
Eva Palmer le dejó por los Estados Unidos, y Sikelianós se casó con Anna Karamani.
Durante la ocupación alemana, se convirtió en una fuente de inspiración para el pueblo griego, especialmente gracias al poema discurso que recitó en el funeral del bardo Kostis Palamas. Fue él quien compuso la carta que dirigió el arzobispo Damaskinos de Atenas para salvar las vidas de los judíos griegos apelando directamente a los alemanes. La carta fue firmada por destacados ciudadanos griegos en defensa de los judíos que estaban siendo perseguidos. No existe un documento igual de protesta contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial que haya salido a la luz en cualquier otro país de Europa.
En 1949, era candidato al Premio Nobel de Literatura. Murió trágicamente en un accidente en Atenas después de haber ingerido inadvertidamente Lysol cuando él había pedido Nujol (un medicamento) en 1951. Sobrevivió cinco días antes de morir el 19 de junio. Sikelianós tenía su residencia en la isla de Salamina en el monasterio Faneromeni.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Ánguelos Sikelianós, de Afrodita Urania, traducción de Pablo Mateo, Cuadernos de Trinacria, 2003.
A AFRODITA URANIA
¡Ah! cuando el primer sonido se alza
con el primer sosegado respirar,
que como sacro beso me abre los labios,
cual hoja que se agita en silencio;
¡imagen apacible, divina, que dentro
de mi mente te manifestabas de pronto
toda desnuda, en el hálito sereno,
con lentos y secretos mecimientos!
Al desatárseme el cinto del deseo,
el secreto curso de mi salvación
encuentra al mago espíritu, que me ciñe
al placer como el mar a la tierra;
¡y la vida a mi alrededor ya no busco,
sino que, como una raíz en un manantial,
reconforto en el océano mis entrañas,
pletóricas de velado dulzor y calma!
Y he aquí que, como el palomo arrulla
al sol manteniendo su pecho henchido,
la dicha, pues me inunda una inmortal
alegría -alegría que ni siquiera pidiera-
nada más introducirse en mí las fragancias
y reavivarse en mis adentro la dulzura,
¡por las maravillas que a mi alrededor siento
súbitamente me impregna la garganta toda!
¡Al fin irrumpe en la creación mi deseo!
¡Que un mundo me ensombrezca no es viable!
¡Sol alumbra a derecha, sol a mi izquierda,
por todas partes me rodea un amanecer!
¡Como de par en par la puerta de mi mente
olimpio abre el seísmo de la divinidad,
y de repente mi pecho, oh, lira serena,
y mi canto un impetuoso y salvaje río!...
EL VIAJE DIVINO
Con todas las velas desplegadas al soplo del aire
........................avante volaba el barco;
las olas mugían a su alrededor espumeantes,
........................¡mi espíritu era el novio!
Iba erguido en la proa; y como el gemido del palo por la corriente,
........................con impulso secreto
en contra del viento me cantaba la sangre en el cuerpo
........................como una lira,
como el amor olimpio, pues la flecha silbante
........................una divina señal deja,
ansiaba todo entero alejarme como el delfín
........................por el ancho mar,
y por los cabos e islas circundantes, a donde virar
........................haga mi ágil travesía,
lleno de fuerza divina, ¡jugar y bailar
........................entre la espuma!
Con los vientos de frente, con cada soplo, ventolera,
........................calma o tempestad,
¡en una danza inmortal rodear a Grecia
........................con un deseo!
A Pan navegante, al final, sintiéndolo hasta dentro
........................de la raíz del pensamiento,
en las hondas profundidades coger el viento eterno
........................de los divinos océanos,
hasta llegar a ser el mudo y calmo cuerpo,
........................y la fuente secreta,
que, tras hundirse en la ola a través del santo suelo,
........................y alejarse de la tierra,
emergiendo por el mar muy abierto, solitario
........................entrante de agua dulce,
se regocijó de tener encima de ella al cielo,
........................sin llegar a hablarle...
LA PRIMERA LLUVIA
Asomados por la ventana...
En cada giro de nuestro rostro
nuestra alma era la misma.
El nublado, pálido como el azufre,
difuminaba viñedo y bancal:
el aire por entre los árboles
en oculta conmoción susurraba;
la golondrina, en picado se lanzó,
rauda, sobre la hierba una y otra vez;
¡y de pronto tronó, se desató
un torrente, danzando la lluvia!
El polvo tomó airosa ruta...
Y, al tremor de las fosas nasales,
por el profundo olor a tierra mojada
abrimos los labios, tal fuente
que entrara a irrigar las entrañas
(la lluvia había calado del todo
nuestro sediento semblante,
como al olivo y al verbasco)
-y uno en el hombro del otro
nos decíamos: "¿Que ha surcado
el aire fragante, cual enjambre?
De la pinada el olor a pino,
pero ¿la balsamita o el tomillo,
el tamujo o el mimbrero?"
Y me volaticé -tantos eran los olores-
me volaticé y me volví cual lira
que acariciaba el pródigo aire...
Se me llenó el paladar de dulzor;
y al encontrarme con tu mirada,
¡toda mi sangre era un clamor!...
Me incliné sobre el viñedo
que agitaba sus hojas, para beberme
su miel y su flor por entero;
-densos racimos mis pensamientos,
espesos zarzales mi respiración-
¡y al respirar, no podía elegir
entre las fragancias cuál!
Así que las junté todas, las cogí,
y me las bebí, como en la vida
un pesar repentino o alegría.
Me las bebí; y cogiéndote por la cintura,
¡mi sangre se convirtió en ruiseñor,
e igual a las aguas fluentes ya1...
Ánguelos Sikelianós (28 de marzo de 1884-19 de junio de 1951) fue un poeta y dramaturgo griego moderno. Uno de los más importantes poetas líricos del siglo XX en Grecia; resaltaba la historia nacional, el simbolismo religioso, y la armonía universal en poemas tales como The Light-Shadowed, Prologue to Life, Mother of God, y Delphic Utterance. Sus obras teatrales incluyen Sibylla, Daedalus in Crete, Christ in Rome, The Death of Digenis, y Asklepius. Fue el primer poeta griego del siglo XX en ser propuesto candidato al Premio Nóbel de Literatura.
Biografía
Sikelianós nació en Léucade, donde transcurrió su infancia. En 1900 ingresó en la Escuela de Leyes de Atenas, pero no se graduó. Los años siguientes viajó por todas partes y se comprometió con la poesía. En 1907 se casó con Eva Palmer, de origen estadounidense, quien en aquella época era estudiante de arqueología en París. Se casaron en Estados Unidos y se mudaron a Atenas en 1908. Durante ese periodo de su vida, Sikelianós entró en contacto con los intelectuales griegos, y en 1909 publicó su primer poemario, Alafroískïotos (The Light-Shadowed), en cual causó un impacto inmediato y fue reconocido por los críticos como un importante trabajo poético.
También se hizo amigo de su colega escritor Nikos Zazantzakis, y en 1914 ambos permanecieron cuarenta días en el Monte Athos, visitando los famosos monasterios del lugar y viviendo la vida de los ascetas. Al año siguiente se embarcaron en un peregrinaje a través de Grecia. Los dos escritores eran almas gemelas, pero también muy diferentes en sus respectivas perspectivas de la vida. Sikelianós fue un hombre de mundo, lleno de optimismo, y con una fe inquebrantable en sus capacidades como escritor. Kazantzakis era taciturno y con tendencia a recluirse, siempre dubitativo, y tenía, como él mismo admitía, una tendencia a enfocar la calavera detrás de la cara. Juntos, sin embargo, compartieron la preocupación mutua de intentar refinar y elevar el espíritu humano a través de ejercicios artísticos.
En mayo de 1927, con el apoyo de su esposa, Sikelianós celebró el Festival de Delfos como parte de su esfuerzo hacia el renacimiento de la «Idea Délfica». Sikelianós creía que los principios que habían modelado la civilización clásica, si eran reexaminados, podrían ofrecer independencia espiritual y serviar como medios de comunicación entre personas.
El evento consistió en concursos olímpicos, un concierto de música bizantina, una exhibición de arte folklórico así como una representación de Prometeo encadenado. Fue muy exitoso a pesar de la falta de asistencia de representantes del Estado, y se repitió al año siguiente. El renacimiento fue después abandonado permanentemente debido a los excesivos costes de organización. En honor a la memoria de Ángelos y Eva Sikelianós, el Centro Cultural Europeo de Delfos compró y restauró su casa en Delfos, la cual es hoy un Museo de Festivales Délficos.
Eva Palmer le dejó por los Estados Unidos, y Sikelianós se casó con Anna Karamani.
Durante la ocupación alemana, se convirtió en una fuente de inspiración para el pueblo griego, especialmente gracias al poema discurso que recitó en el funeral del bardo Kostis Palamas. Fue él quien compuso la carta que dirigió el arzobispo Damaskinos de Atenas para salvar las vidas de los judíos griegos apelando directamente a los alemanes. La carta fue firmada por destacados ciudadanos griegos en defensa de los judíos que estaban siendo perseguidos. No existe un documento igual de protesta contra los nazis durante la Segunda Guerra Mundial que haya salido a la luz en cualquier otro país de Europa.
En 1949, era candidato al Premio Nobel de Literatura. Murió trágicamente en un accidente en Atenas después de haber ingerido inadvertidamente Lysol cuando él había pedido Nujol (un medicamento) en 1951. Sobrevivió cinco días antes de morir el 19 de junio. Sikelianós tenía su residencia en la isla de Salamina en el monasterio Faneromeni.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
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Algunos poemas de Ánguelos Sikelianós, de Afrodita Urania, traducción de Pablo Mateo, Cuadernos de Trinacria, 2003.
A AFRODITA URANIA
¡Ah! cuando el primer sonido se alza
con el primer sosegado respirar,
que como sacro beso me abre los labios,
cual hoja que se agita en silencio;
¡imagen apacible, divina, que dentro
de mi mente te manifestabas de pronto
toda desnuda, en el hálito sereno,
con lentos y secretos mecimientos!
Al desatárseme el cinto del deseo,
el secreto curso de mi salvación
encuentra al mago espíritu, que me ciñe
al placer como el mar a la tierra;
¡y la vida a mi alrededor ya no busco,
sino que, como una raíz en un manantial,
reconforto en el océano mis entrañas,
pletóricas de velado dulzor y calma!
Y he aquí que, como el palomo arrulla
al sol manteniendo su pecho henchido,
la dicha, pues me inunda una inmortal
alegría -alegría que ni siquiera pidiera-
nada más introducirse en mí las fragancias
y reavivarse en mis adentro la dulzura,
¡por las maravillas que a mi alrededor siento
súbitamente me impregna la garganta toda!
¡Al fin irrumpe en la creación mi deseo!
¡Que un mundo me ensombrezca no es viable!
¡Sol alumbra a derecha, sol a mi izquierda,
por todas partes me rodea un amanecer!
¡Como de par en par la puerta de mi mente
olimpio abre el seísmo de la divinidad,
y de repente mi pecho, oh, lira serena,
y mi canto un impetuoso y salvaje río!...
EL VIAJE DIVINO
Con todas las velas desplegadas al soplo del aire
........................avante volaba el barco;
las olas mugían a su alrededor espumeantes,
........................¡mi espíritu era el novio!
Iba erguido en la proa; y como el gemido del palo por la corriente,
........................con impulso secreto
en contra del viento me cantaba la sangre en el cuerpo
........................como una lira,
como el amor olimpio, pues la flecha silbante
........................una divina señal deja,
ansiaba todo entero alejarme como el delfín
........................por el ancho mar,
y por los cabos e islas circundantes, a donde virar
........................haga mi ágil travesía,
lleno de fuerza divina, ¡jugar y bailar
........................entre la espuma!
Con los vientos de frente, con cada soplo, ventolera,
........................calma o tempestad,
¡en una danza inmortal rodear a Grecia
........................con un deseo!
A Pan navegante, al final, sintiéndolo hasta dentro
........................de la raíz del pensamiento,
en las hondas profundidades coger el viento eterno
........................de los divinos océanos,
hasta llegar a ser el mudo y calmo cuerpo,
........................y la fuente secreta,
que, tras hundirse en la ola a través del santo suelo,
........................y alejarse de la tierra,
emergiendo por el mar muy abierto, solitario
........................entrante de agua dulce,
se regocijó de tener encima de ella al cielo,
........................sin llegar a hablarle...
LA PRIMERA LLUVIA
Asomados por la ventana...
En cada giro de nuestro rostro
nuestra alma era la misma.
El nublado, pálido como el azufre,
difuminaba viñedo y bancal:
el aire por entre los árboles
en oculta conmoción susurraba;
la golondrina, en picado se lanzó,
rauda, sobre la hierba una y otra vez;
¡y de pronto tronó, se desató
un torrente, danzando la lluvia!
El polvo tomó airosa ruta...
Y, al tremor de las fosas nasales,
por el profundo olor a tierra mojada
abrimos los labios, tal fuente
que entrara a irrigar las entrañas
(la lluvia había calado del todo
nuestro sediento semblante,
como al olivo y al verbasco)
-y uno en el hombro del otro
nos decíamos: "¿Que ha surcado
el aire fragante, cual enjambre?
De la pinada el olor a pino,
pero ¿la balsamita o el tomillo,
el tamujo o el mimbrero?"
Y me volaticé -tantos eran los olores-
me volaticé y me volví cual lira
que acariciaba el pródigo aire...
Se me llenó el paladar de dulzor;
y al encontrarme con tu mirada,
¡toda mi sangre era un clamor!...
Me incliné sobre el viñedo
que agitaba sus hojas, para beberme
su miel y su flor por entero;
-densos racimos mis pensamientos,
espesos zarzales mi respiración-
¡y al respirar, no podía elegir
entre las fragancias cuál!
Así que las junté todas, las cogí,
y me las bebí, como en la vida
un pesar repentino o alegría.
Me las bebí; y cogiéndote por la cintura,
¡mi sangre se convirtió en ruiseñor,
e igual a las aguas fluentes ya1...
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