Rosa Lentini, nacida en Barcelona en 1957 es poeta, traductora, crítica y codirectora de Ediciones Igitur junto al escritor Ricardo Cano Gaviria. Miembro fundador de las revistas Asimetría (1986-88) y Hora de Poesía (1979-95), de la que fue directora. En esta última revista tradujo a numerosos autores, destacando las traducciones de poemas de Pierre Reverdy, Guillaume Apollinaire, Max Jacob, Gabriel Ferrater o de poetas contemporáneos como Hugues Labrusse, Gerard Macé o Lou Dubois entre otros; realizó varias antologías, algunas en colaboración: Poesía del Alto Atlas; Poesía Hain-Teny de Madagascar; Poetas suizos en lengua francesa; Poesía colombiana; Poesía Hispanoamericana; Poesía alemana y una Selección de poetas españoles. Como seleccionadora es responsable de antologías sobre Carlos Edmundo de Ory y Javier Lentini. Poemas suyos han sido incluidos en numerosas antologías y traducidos al inglés, italiano, francés, catalán, rumano y portugués. Es coautora, junto al académico Francisco Rico, de la antología Mil años de poesía europea, 2009.
Comentarios críticos
"Lentini vuelve todo literal, necesita consignar materialmente lo que su imaginación -o (y) su existencia real- experimenta. De ahí su capacidad de contagio y desprendimiento, fulgor y densidad. ¿Cómo se queda el lector? Literalmente deslumbrado, iluminado por la letra". (Eduardo Milán Damilano, del prólogo a Poesía reunida 2014-1994. Animal sospechoso, 2015.) "Los poemas de Lentini remueven con rotundidad el humus donde creció la conciencia de sí: la niñez y la escuela, el mundo exterior al útero familiar, priorizando la huella que su presencia ausente dejó en un modo de mirar alrededor, de crecer y madurar". (Jenaro Talens, del prólogo a Tuvimos, Bartleby 2013.) Los versos expresan de algún modo la nueva edad del poeta, consciente ya del poder al mismo tiempo demiúrgico y catártico de su palabra. (Ricardo Cano Gaviria, del prólogo a Tsunami (poema), Igitur, 2013.) "Con este libro, la autora se afirma como una de las voces más seguras dentro del ámbito de la gran poesía española de hoy. (…) Solo los poetas, como Rosa Lentini, saben lo que hay detrás del espejo y sus profundidades: el misterio del mundo, su origen, su excepcionalidad devorada." (Joan Perucho, El sur hacia mí, Igitur, 2001.) “Rosa Lentini es una escritora modernista, rebelde y marginal. En su poesía, el contenido se enfrenta invariablemente a la forma. El resultado es un artefacto vibrante, casi un ser vivo”. J. M. Romeo Barea (La Tribu). “La poesía de Rosa Lentini es el regalo de la máscara, de la auténtica poesía.”. Ana Nuño (Tendencias21). “Quiero decirlo ya: ante Tuvimos me siento frente a uno de los libros capitales de mi generación. De ahí mi estupor, el que produce siempre una obra de arte que cambia las condiciones que suponíamos para el arte. En este caso Tuvimos modifica el retrato poético de mi generación. Le proporciona un significado: una generación que tal vez nunca rompiera sus cordones umbilicales, incapaz quizá de generar un relato, que al cabo se encuentra a sí misma, ya en un presente tardío, pero por primera vez un presente en desolada y desnuda primera persona”. José Ángel Cilleruelo. “Lejos de toda crudeza confesional, lo que hallamos aquí es un sondeo espacioso y liberador de la propia memoria. El resultado es una poesía que no se asemeja a ninguna otra en España y que ocupa un lugar claramente aparte, como si se cumpliera de nuevo (“parece un poeta sin tradición”) lo que dijo Cernuda de Aleixandre. (Jordi Doce, La lectura, El Mundo).
(Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Lentini#Premios )
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Algunos poemas de Rosa Lentini
De La noche es una voz soñada, Pamiela, 1994:
EN HORAS INSOMNES...
En horas insomnes como rocas
veo tu frente herida por el aire,
tu espalda que el aire descubre y explora,
tu boca entreabriéndose y tus manos huecas
oreadas en la densidad de la noche.
Te escucho arder en gestos desvelados, largos,
veo tus muslos tensos que guardan para sí
su piel más fina y secreta;
me quedan solos tus ojos cerrados al misterio del aire.
SI HAS PLANTADO UNA FLOR...
Si has plantado una flor en mi jardín más escondido, si ahora puedo asirme a su tallo bajo la corteza de la tierra, escarbarla, enredarme en las raíces delicadas hasta llegar a la hiedra que la cubre, si ahora penetra una débil luz en esta tierra de la que surjo, si puedo entreabrir los ojos y sentir los seres vivos que recorren mis cabellos, si aún hay en las uñas polvo de años enterrados y no es posible respirar por la arena que invade las fosas, espera a que el aire llene mi boca y llame tu regreso.
AHORA QUE LA NOCHE...
Ahora que la noche me susurra que la noche me susurra que ella y el agua son una misma presencia, ahora que la voz del agua vuelve y nos invade, ahora que en esa religión del agua he olvidado hablarte y hablarme y por tanto nombrar al mundo y sus gestos, tú deberías insistir, para que recuerde decir "tus manos" por ejemplo, o "mi lengua", para que no olvide que es con los labios, la lengua y los dientes del origen con los que velamos sobre nuestros nombres, más allá de esa boca asustada, dormida y por todos olvidada, acaso por el recuerdo de esa saliva y de esos dientes en tu boca, que lamen con ansiedad tu lengua, para que ella me diga, para que ella descanse conmigo en el agua sin fluido, y no recuerde que el agua y la noche son dos ausencias que crecen sobre un mismo nombre.
HOY ACERCAS...
Hoy acercas, noche, tu boca desnuda por la sed,
atraes mi pelvis hacia tu secreto más oscuro
y guardas el sabor de mi deseo en tu voz espesa.
Tu presencia le arranca siempre un grito a las sombras.
Penetra, con el fuego que sube lento por mis caderas,
hasta el interior en vela de una lengua más salvaje y húmeda.
TÚ QUE HAS VENIDO...
Tú que has venido a devolverme las manos despojadas, a inventarme sin imágenes, tú que has llegado desde el quejido de otro bosque, que sobrevives en mi flor de invernadero por el ardor cercano y la promesa de mi boca; no dejes hibernar mi rostro en el estanque de la memoria y susurra en la orilla mi nombre, para que ninguna otra ahogada en él se reconozca.
VOSOTRAS, PALABRAS...
Vosotras, palabras,
palabras desveladas,
palabras de sombra,
subid mudas hacia el alba.
Palabras como huellas,
de caminantes en el bosque nocturno,
guiad el eco de grito y sueño
hacia este centro, este movimiento nuestro
en que anida el despertar.
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