ELEGÍA CASI UNA ODA
Sueño mío, yo te perdí; me hice hombre.
El verso que se hunde en el fondo de mi alma
Es simple y fatal, pero no trae caricia.
Me hace acordar de ti, poesía niña, de ti
Que te colgabas del poema como de un seno en el espacio.
Llevabas en cada palabra el ansia
De todo el sufrimiento vivido.
Quería decir cosas simples, bien simples
Que no hiriesen tus oídos, madre mía.
Quería hablar de Dios, hablar dulcemente de Dios
Para arrullar tu esperanza, abuela mía.
Quería volverme mendigo, ser miserable
Para participar de tu belleza, hermano mío.
Quería, mis amigos… quería, mis enemigos…
Quería…
¡Quería tan exaltadamente, amiga mía!
Pero tú, Poesía
Tú desgraciadamente Poesía
Tú que me ahogaste en mi desesperación y me salvaste
Y me ahogaste de nuevo y de nuevo me salvaste y me trajiste
Al borde de abismos irreales en que me lanzaste y que después eran
/abismos verdaderos
Donde vivía la infancia corrompida por gusanos, la locura preñada por
/el Espíritu Santo, e ideas e ideales en lágrimas, y castigos /y redenciones momificados en semen crudo
¡Tú!
Iluminaste, joven danzarina, la lámpara más triste de la memoria…
Pobre de mí, me hice hombre.
De repente, como el árbol pequeño
Que en la estación de las lluvias bebe la savia en el humus pleno
Estira el tallo y duerme para despertar adulto
Así, poeta, te hiciste para siempre.
Mientras tanto, era más bello el tiempo en que soñabas.
¿Qué sueño es mi vida?
¡Te diré que eres tú, María Aparecida!
A ustedes, en el pudor de hablar ante vuestra grandeza
Les diré que es olvidar todos los sueños, mis amigos.
Al mundo, que ama la leyenda del destino
Le diré que es mi camino de poeta.
Y para mí, lo llamaré inocencia, amor, alegría, sufrimiento, muerte,
/serenidad
Lo llamaré así porque soy débil y cambiante
Y porque es preciso que no mienta nunca para poder dormir.
Ah
No debería nunca atender los llamados de lo íntimo.
Tus brazos largos, fulgurantes; tus cabellos de oleoso color; tus manos musicalísimas; tus pies que llevan prisionera la danza; tu cuerpo grave de gracia instantánea; el modo con que miras la sustancia de la vida; tu paz, angustia paciente; tu deseo irrevelado; ¡el grande, el infinito inútil poético! todo eso sería un sueño a soñar en tu seno que es pequeño…
¡Oh, quién me diera no soñar ya nunca
No tener ni tristezas ni nostalgias
Ser apenas Moraes sin ser Vinicius!
¡Ah, si pudiese por siempre, al levantarme
Espiar la ventana sin paisaje
Sin tiempo el cielo y el tiempo sin memoria!
¡Qué he de hacer de mí que sufro todo
Demonio y ángel, angustias y alegrías
Que peco contra mí y contra Dios!
A veces me parece que mirándome
Él dirá, desde su lar celeste:
Fui demasiado cruel con ese chico…
En tanto, ¿qué otra mirada de piedad
Curará en este mundo a mis llagas?
Soy fuerte y débil, venzo la vida: pronto
Lo pierdo todo; pronto, no puedo más…
¡Oh, naturaleza humana, qué desgracia!
¡Si supieses qué fuerza, qué locura
Son todos tus gestos de pureza
Contra una carne tan alucinada!
¡Si supieses el impulso que te impele
En estas cuatro paredes de mi alma
Ni sé lo que sería de este pobre
Que te arrastra sin dar ningún gemido!
Es muy triste sufrirse tan joven
Sabiendo que no hay ningún remedio
Y teniéndose que ver a cada instante
Que la cosa es así, que pasa luego
Que sonreír es cuestión de paciencia
Y quien manda la vida es la aventura.
¡Oh ideal misérrimo, te quiero:
Sentirme apenas hombre y no poeta!
Y escucho… ¡Poeta! ¡triste Poeta!
No, seguramente fue el viento de la mañana en las araucarias
Fue el viento… tranquilízate, corazón mío; a veces el viento parece
/hablar…
Y escucho… ¡Poeta! ¡pobre Poeta!
Cálmate, tranquilidad mía… es un pájaro, sólo puede ser un pájaro
Nada me importa… y si no fuera un pájaro, hay tantos lamentos en
/esta tierra…
Y escucho… ¡Poeta! ¡sórdido Poeta!
¡Oh angustia! esta vez… ¿no fue la voz de la montaña? ¿No fue el eco
/distante
De mi propia voz inocente?
Lloro.
Lloro atrozmente, como lloran los hombres.
Las lágrimas corren millones de leguas por mi rostro que el llanto hace
/gigantesco.
Oh lágrimas, sois como mariposas doloridas
Revoloteáis desde mis ojos hacia los caminos olvidados.
¡Padre mío, madre mía, socórranme!
¡Poetas, socórranme!
Pienso que de aquí a un minuto estaré sufriendo
Estaré puro, renovado, niño, haciendo dibujos perdidos en el aire…
Vengan a decirme lo que es la vida, lo que es el conocimiento, lo que
/quiere decir la memoria
Escritores rusos, alemanes, franceses, ingleses, noruegos
¡Vengan a aconsejarme, filósofos, pensadores
Vengan a darme ideas como antiguamente, sentimientos como
/antiguamente
Vengan a hacerme sentir sabio como antiguamente!
¡Hoy me siento despojado de todo lo que no sea música
Podría silbar la idea de la muerte, hacer una sonata de toda la tristeza
/humana
Podría agarrar todo el pensamiento de la vida y ahorcarlo en la punta
/de una clave de Fa!
¡Nuestra Señora mía, dame paciencia
San Antonio mío, dame mucha paciencia
San Francisco de Asís mío, dame muchísima paciencia!
Si vuelvo los ojos tengo vértigos
Siento extraños deseos de mujer grávida
Quiero el pedazo de cielo que vi hace tres años, detrás de una colina
/que sólo yo sé.
Quiero el perfume que sentí no me acuerdo cuándo, y que era entre
/sándalo y carne de seno.
Tanto pasado me alucina
Tanta nostalgia me aniquila
En las tardes, en las mañanas, en las noches de la sierra.
¡Dios mío, qué pecho grande el que yo tengo
Qué brazos fuertes que yo tengo, qué vientre esbelto el que yo tengo!
¿Para qué un pecho tan grande
Para qué unos brazos tan fuertes
Para qué un vientre tan esbelto
Si todo mi ser sufre de la soledad que tengo
En la necesidad que tengo de mil caricias constantes de la amiga?
¿Por qué yo caminando
Yo pensando, yo multiplicándome, yo viviendo
Por qué yo en los sentimientos ajenos
Y yo en mis propios sentimientos
Por qué yo animal libre pastando en los campos
Y príncipe tocando mi laúd entre las damas del señor rey mi padre
Por qué yo truhán en mis tragedias
Y Amadís de Gaula en las tragedias de otros?
¡Basta!
¡Basta, o dame paciencia!
He tenido mucha delicadeza inútil
Me he sacrificado muy por demás, un mundo de mujeres en exceso
/me ha vendido
Quiero un lugar de abrigo
Me siento repelente, impido a los inocentes que me toquen
Vivo entre las aguas torvas de mi imaginación
Ángeles, tañid campanas
El anacoreta quiere a su amada
Quiere a su amada vestida de novia
Quiere llevarla a la neblina de mi amor
Mendelssohn, toca tu marchita inocente
Sonrían, pajes, obreras curiosas
El poeta va a pasar soberbio
De su brazo una criatura fantástica derrama los santos óleos de las
/últimas lágrimas
¡Ah, no me ahoguen en flores, poemas míos vuelvan a los libros
No quiero glorias, pompas, adiós!
Solness, vuela hacia la montaña, mi amigo
Comienza a construir una torre bien alta, bien alta…
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