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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 04.04.23 17:23

      Orfeo negro


      Yo, agosto de 1955.- Gracias a la gentileza de la invitación de María Oliva Fraga, la bella guardiana del Chateau d’Eu, aquí estoy en el vasto castillo de ladrillos y columnatas de piedra —obra sin gran interés arquitectónico iniciada por Henrique de Guise y restaurada por el conde D’Eu tres siglos y poco más tarde, después del incendio de comienzos de este siglo. El parque, diseñado por Le Notre, es realmente bello. Vine para terminar la primera adaptación para el cine de mi pieza Orfeu da Conceição, de la que el productor Sacha Gordine quiere extraer un filme. Depositamos ambos grandes esperanzas en el proyecto.


      Hay hombres que son de la raza de los minotauros. Hombres como Picasso, como Buñuel, como Hemingway.


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      Vinicius de Moraes con su hija Georgiana, “la carita más pícara que últimamente se vio en cualquier latitud
      ”.


      Para ayudarme en el trabajo está conmigo mi amiga y secretaria Josée Fauquier y su marido Daniel. Y, naturalmente, mi hijita Georgiana: la carita más pícara que últimamente se vio en cualquier latitud. Lo malo es que ella, con tanta gracia, me está perturbando considerablemente en la tarea. Pues no me puede impedir, en todo instante, perder el hilo del dictado para verla atravesar el parque corriendo, o surgir de la mano de su niñera española —pequeño bichito inconfundible contra el gótico normando de la Iglesia de Saint-Laurent, en cuya cripta duermen sobre los propios despojos, lado a lado, en su misterioso sueño de mármol, las estatuas funerarias de los príncipes y princesas de la familia d’Artois.

      Es cosa apasionante crear un filme. En esta adaptación construyo el filme como yo lo haría. Al contrario de mi pieza, en que el “descenso a los infiernos” y de Orfeo se sitúa en una gafieira,1 en el segundo acto, estoy transponiendo el carnaval carioca para el final del filme, como el ambiente dentro del cual la Muerte perseguirá a Eurídice. Josée me ayuda con el mayor entusiasmo, mas es necesario en todo instante interrumpir el trabajo, pues Georgiana no da descanso.

      Hay hombres que son de la raza de los minotauros. Hombres como Picasso, como Buñuel, como Hemingway. Sacha Alexandre Gordine es así. Al ponerme a trabajar está, lo sé, en una de las mayores bancarrotas de la historia del cine. El grande y humanísimo filme que debería hacer, L’affaire Seznec, tuvo su filmación prohibida cuando todos los contratos ya habían sido firmados. Mas yo confío en Gordine. Hay, para quien sabe leer en el rostro humano, una profunda bondad en este hombre. Bondad y una fuerza interior que se puede casi palpar.

      Hoy el guía turístico del castillo vino a quejarse de que, al mostrar a los visitantes uno de los bellos carruajes en exhibición que no andaba por la tierra, cuál no sería su sorpresa, y la de los dos turistas, cuando la puerta de la calesa se abre y surge, de entre sedas y arreos, la carita astuta de Georgiana. Él me contó el caso con la aflicción de un guía de castillo que presenció un sacrilegio y lo oí con el aire severo que debe tener en el caso el padre de la sacrílega. Mas al volverle las espaldas, me desaté a reír, y vi que él también sacudía los hombros de tanta risa, mientras descendía los escalones.

      Estoy en pleno carnaval en el filme. Procuro dar el máximo de colorido al guion para que, en el caso de una segunda adaptación, el nuevo guionista sienta una animación popular en toda su vibración. En el rápido viaje que hicimos ayer a Rouen, me surgió la idea de hacer que las mujeres —las Furias del mito— mataran a Orfeo en un parque o jardín nocturno, donde el músico fuese a tener elevando en sus brazos a su amada muerta. Para estudiar.

      Acabé de ver una cosa deliciosa. Mientras venía viendo por el corredor, vi a Georgiana que subía al espaldar de una poltrona y miraba con la mayor atención, bien de cerca, un retrato de don Pedro II. Después ella alejó un poco la cabecita y comenzó a alisar las venerables barbas del emperador. No contenta, pegó la carita al retrato y le dio un prolongado beso.

      Juro que vi sonreír al buen monarca.




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      compartir contigo sol y luna,
      siendo guardián en tu cielo
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      (Hánjel)





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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 05.04.23 17:27

      (Réquiem para Federico García Lorca)
      Vinicius de Moraes

      Él estaba pálido y sus manos temblaban. Sí, él estaba con miedo porque era todo tan inesperado. Quiso hablar, y sus labios fríos mal pudieron articular las palabras de pasmo que le causaba la vista de todos aquellos hombres preparados para matarlo. Había estrellas infantiles para balbucear preces matutinas en el cielo delicuescente. Su mirar se elevó hasta ellas y él, menos que nunca, comprendió la razón de ser de todo aquello. Él era un pájaro, nacido para cantar. Aquella madrugada que centelleaba para presenciar su muerte, ¿no había sido ella siempre su gran amiga? ¿No permanecía ella tantas veces para escuchar sus canciones de silencio? ¿Por qué lo habían arrancado de su sueño poblado de aves blancas y hecho andar en medio de otros hombres de barba ruda y ojear oscuro?

      Pensó en huir, en correr temerariamente hacia la aurora, en batir alas inexistentes hasta volar. Escaparía así de la fría saña de aquellos cazadores malos que lo confundían con un milano, él cuya única misión era cantar la belleza de las cosas naturales y el amor de los hombres; él, un pájaro inocente, en cuya voz había ritmos de danza.


      Mas permaneció en su atonía, sin creer bien que todo aquello estuviese aconteciendo. Era, por cierto, un malentendido. Dentro de poco llegaría la orden para soltarlo y aquellos mismos hombres que lo miraban con ruin catadura llegarían hasta él riendo risas francas y, con brazos afables, irían todos a beber manzanilla1 en una tasca cualquiera y cantarían canciones de cante-hondo2 hasta que la noche viese resguardar sus cuerpos borrachos en su negra, maternal mantilla.


      Sí, tuvo miedo. ¿Y quién, en su lugar, no lo tendría? Él no nació para morir así, para morir antes de su propia muerte.

      Las órdenes, entretanto, fueron rápidas. El grupo fue llevado, a culatazos y empujones, hasta la zanja común abierta, y los nudosos cuellos pendieron en el desaliento final. Labios se partieron en adioses, murmurando avemarías y consuelos. Sólo su cabeza se movía para todos los lados, en un movimiento de búsqueda y negación, como el del pájaro frágil en la mano del trampero cruel. La sangre le cantaba en los oídos, la sangre que fuera la savia más viva de su poesía, la sangre que tenía vista y que no quisiera ver, la sangre de su España loca y lúcida, la sangre de las pasiones desencadenadas, la sangre de Ignacio Sánchez Mejías, la sangre de bodas de sangre,3 la sangre de los hombres que mueren para que nazca un mundo sin violencia. Por un segundo le pasó la visión de sus amigos distantes, Alberti, Neruda, Manolo Ortiz, Bergamín, Delia, María Rosa —y mi propia visión, la de un poeta brasileño que había sido como un hermano suyo y que de él iría a recibir el legado de todos esos amigos ejemplares, y que con él había pasado noches para tocar guitarra, para intercambiarse canciones pungentes.


      Sí, tuvo miedo. ¿Y quién, en su lugar, no lo tendría? Él no nació para morir así, para morir antes de su propia muerte. Nació para la vida y sus dádivas más ardientes, en un mundo de poesía y música, configurado en la faz de la mujer, en la faz del amigo y en la faz del pueblo. Si hubiese tenido tiempo de correr por la campiña, su cuerpo de poeta-pájaro lo habría ciertamente liberado de las contingencias físicas y alzado vuelo hacia los espacios de adelante, pues tal era su ansia de vivir para poder cantar, cada vez más lejos y cada vez mejor, el amor, el gran amor que era en el sentimiento de permanencia y sensación de eternidad.

      Mas fueron apenas otros pájaros, sus hermanos, que volaron asustados dentro de la luz de antes de amanecer, cuando los tiros del pelotón de la muerte sonaron en el silencio de la madrugada.


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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 05.04.23 17:29

      La casa materna

      Hay, desde la entrada, un sentimiento de tiempo en la casa materna. Las rejas del portón tienen una bella herrumbre y el picaporte se oculta en un lugar que sólo la mano filial conoce. El jardín pequeño parece más verde y húmedo que los demás, con sus palmas, con sus tinhoroes1 y helechos, que la mano filial, fiel a un gesto de infancia, deshoja a lo largo del tallo.

      Es siempre quieta la casa materna, asimismo los domingos, cuando las manos filiales se posan sobre la mesa abundante del almuerzo, repitiendo una antigua imagen. Hay un tradicional silencio en sus salas y un dolorido reposo en sus poltronas. El suelo encerado, sobre el cual todavía se desliza el fantasma de la cachorrita negra, guarda las mismas manchas y el mismo tarugo suelto de otras primaveras. Las cosas viven como en preces en los mismos lugares donde las situaran las manos maternas cuando eran mozas y lisas. Rostros hermanos se miran en los portarretratos, para amarse y comprenderse mudamente. El piano cerrado, con una larga tira de franela sobre las teclas, repite aún pasados valses, de cuando las manos maternas necesitaban soñar.



      En la escalera hay el peldaño que cruje y anuncia a los oídos maternos la presencia de los pasos filiales.

      La casa materna es un espejo de otras, en pequeñas cosas que el mirar filial admiraba en el tiempo en que todo era bello; la licorera poco abundante, la bandeja triste, el absurdo bibelo.2 Y tiene un corredor para la escucha, de cuyo techo por la noche pende una luz muerta, con negras aberturas para cuartos llenos de sombras. En el estante junto a la escalera hay un Tesoro de la Juventud con el dorso pulido por el tacto y por el tiempo. Fue allí que el mirar filial primero vio la forma gráfica de algo que pasaría a ser para él la forma suprema de la belleza: el verso.

      En la escalera hay el peldaño que cruje y anuncia a los oídos maternos la presencia de los pasos filiales. Pues la casa materna se divide en dos mundos: el térreo, donde se verifica la vida presente, y el de encima, donde vive la memoria. Abajo hay siempre cosas fabulosas en el refrigerador y en el armario de copa: roquefort aplastado, huevos frescos, mangos-espadas,3 untuosas compotas, bollos de chocolate, bizcochos de araruta4 —pues no hay lugar más propicio de la casa materna para una buena comida nocturna. Y porque una casa vieja tiene siempre una cucaracha que aparece y es muerta con una repugnancia que viene de lejos. Encima permanecen los guardados antiguos, los libros que recuerdan la infancia, el pequeño oratorio frente al cual —ninguno que no sea la figura materna sabe por qué— se quema a veces una vela votiva. Y la cama donde la figura paterna reposaba de su agitación diurna. Hoy, vacía.


      La imagen paterna persiste en el interior de la casa materna. Su violón duerme arrimado junto a la vitrola. Su cuerpo como que se distingue aún en la vieja poltrona de la sala y como que se puede oír todavía el blando ronquido de su siesta dominical. Ausente para siempre de la casa materna, la figura paterna parece sumergida dulcemente en la eternidad, mientras las manos maternas se hacen más lentas y las manos filiales más unidas en torno a la gran mesa, donde ya ahora vibran también voces infantiles.



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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 06.04.23 21:38

      Sobre Poesia

      No han sido pocas las tentativas de definir lo que es la poesía. Desde Platón y Aristóteles hasta los semánticos y concretistas modernos, insisten filósofos, críticos y así mismo los propios poetas en dar una definición del arte de expresarse en versos, viejo como la humanidad. Yo mismo, en artículos y críticas que ya van largos, no me pude sustraer a la vanidad de hacer mis mots de finesse1 en causa propia —cosa que hoy me parece, si no irresponsable, por lo menos bastante literaria.

      Un obrero parte de un montón de ladrillos sin significación especial sino serán ladrillos para —bajo la orientación de un constructor que a su vez sigue los cálculos de un ingeniero obediente al proyecto de un arquitecto— levantar una casa. Un montón de ladrillos es un montón de ladrillos. No existe en la belleza específica. Mas una casa puede ser bella, si el proyecto de un buen arquitecto tiene para estructurarla con los cálculos de un buen ingeniero y en la vigilancia de un buen constructor, por un buen obrero, del trabajo en ejecución.



      El poeta es, ay de él, un ser en constante búsqueda del absoluto y, socialmente, un permanente sublevado.

      Cámbiense ladrillos por palabras, póngase al poeta, subjetivamente, en la cuádruple función de arquitecto, ingeniero, constructor y obrero, y ahí tienes lo que es poesía. La comparación puede parecer orgullosa, del punto de vista del poeta, mas, muy por el contrario, ello me parece colocar a la poesía en su real posición delante de otras artes: la de verdadera humildad. El material del poeta es la vida, y sólo la vida con todo lo que ella tiene de sórdido y sublime. Su instrumento es la palabra. Su función es la de ser expresión verbal rítmica en el mundo informe de sensaciones, sentimientos y presentimientos de los otros con relación a todo lo que existe o es susceptible de existencia en el mundo mágico de la imaginación. Su único deber es hacerlo de la manera más bella, simple y comunicativa posible, de lo contrario él no será nunca un buen poeta, sino un mero lucubrador de versos.


      El material del poeta es la vida, dijimos. Por eso me parece que la poesía es la más humilde de las artes. Y, como tal, la más heroica, pues esa circunstancia determina que el poeta constituya la leña preferida para el hogar de lo distinto, aunque lo que se muestre de salida a las visitas sea el cuadro encima de ella, o la escultura en el zaguán, o el último long-play en alta fidelidad, o la propia casa si ella fuera obra de un arquitecto de renombre. Y yo les diré el porqué de esa actitud en que no hay en eso ningún misterio, ni cualquier demérito para la poesía. Es que la vida es para todos un hecho cotidiano. Ella lo es por la dinámica misma de sus contradicciones, por el equilibrio mismo de sus polos contrarios. El hombre no podría vivir bajo el sentimiento permanente de esas contradicciones y de esos contrarios, que procura constantemente olvidar para poder mover la máquina del mundo, de la cual es el único creador y obrero, y para no perder su razón de ser dentro de una naturaleza en que constituye al mismo tiempo la nota más bella y más desarmónica. O mejor: para no perder la razón tout court.2

      Mas para el poeta la vida es eterna. Él vive en el vórtice de esas contradicciones, en el eje de esos contrarios. No vive él así, y se transforma ciertamente, dentro de un mundo en carne viva, en un jardinero, en un floricultor de especímenes que, por más bellos que sean, pertenecen antes a los invernaderos que a los hombres que viven en las calles y en las casas. Esto es: por lo menos para mí. Y no es otra la razón por la cual la poesía ha dado a la historia, dentro del cuadro de las artes, el mayor, a gran distancia, el mayor número de santos y de mártires. Pues, individualmente, el poeta es, ay de él, un ser en constante búsqueda del absoluto y, socialmente, un permanente sublevado. De ahí que no hay por qué extrañarse del hecho de ser la poesía, para efectos domésticos, la hija pobre en la familia de las artes, y un elemento de perturbación del orden dentro de la sociedad tal como está constituida.


      Se dice que el poeta es un creador, o mejor, un estructurador de lenguas y, siendo así, de civilizaciones. Homero, Virgilio, Dante, Chaucer, Shakespeare, Camões, los poetas anónimos del Cantar del Mío Cid viven a base de esas afirmaciones. Puede ser. Mas para un burgués común la poesía no es cosa que se pueda cambiar usualmente por dinero, colgar en la pared como un cuadro, colocar en un jardín como una escultura, poner en un tocadiscos como una sinfonía, transportar a la tela como un cuento, una novela o un romance, ni poner en escena como un guion cinematográfico, un ballet o una pieza de teatro. Modigliani —que si estuviese vivo sería multimillonario como Picasso— podía, en la época en que moría de hambre, cambiar una tela por un plato de comida: muchos artistas plásticos lo hicieron antes y después de él. Mas yo hallo difícil que un poeta pueda jamás conseguir su deseo a cambio de un soneto o una balada. Por eso me parece que la mayor belleza de este arte modesto y heroico sea su aparente inutilidad. Eso da al verdadero poeta fuerzas para jamás comprometerse con los dueños de la vida. Su único patrón es la propia vida: la vida de los hombres en su larga lucha contra la naturaleza y contra sí mismos para que se realicen en amor y tranquilidad.





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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 07.04.23 14:55

      Releyendo a Rilke (y directo a Jorge Amado)


      Al son de las canciones de Sarah Vaughan, di últimamente —aunque ya de él tan distanciado por tantas y tan grandes causas— en releer al poeta Rainer Maria Rilke. Andaba hojeando las Cartas a un joven poeta, los Sonetos a Orfeo y algunas Elegías de Duino. Y lo que tengo que decir es lo siguiente: pocos seres tan poéticos nacerán nunca de una mujer. Poquísimos, como ese Grande Enfermo, vivieron tanto en la poesía y se abandonaron más hondamente, náufrago irremediable, a la avidez de sus aguas donde lo esperaba el indivisible abandono.

      Nunca vida humana se hizo más completamente dentro de una mística. Llega a ser impresionante. Rilke pasó, como aquel “ahogado pensativo”, para descender a los “azules verdes” de los cielos y de los ríos que la visión de Jean-Arthur Rimbaud confundió en su poema “Le Bateau ivre”. El poeta vivió en trance poético constante, amargando su espíritu contra todos los temas de la Vida, del Amor y de la Muerte, a la que piadosamente amó como una única entidad.



      El poeta pena, como penó por un momento el Cristo, de la coexistencia íntima de la duda y de la certeza.

      Su simplicidad como poeta nace de esa larga tortura lírica de ver la muerte como una madurez de la vida, en una total compensación. Rilke creía que la muerte nace como el hombre, que éste la trae en sí cual una simiente que brota, se hace árbol, florece y fructifica al despojarse de su alburno humano. Sus poemas menores vencen lentamente todos esos “grados de lo terrible”, en un crecimiento espontáneo para la grande florescencia, de donde penderán los mejores frutos, deseosos de renovación en la tierra.

      En 1910, Rilke terminaba sus famosos Cuadernos de Malte Laurids Brigge, donde contó, con una belleza raras veces alcanzada en prosa, la historia elegíaca de la destrucción de un ser consagrado a la fatalidad irremediable de la congoja. Porque es congoja, más que angustia, lo que cogemos de esa narrativa: la congoja del malentendido humano, el soliloquio desolador del hombre desajustado a la vida. La cualidad del sufrimiento que le viene de esa torturante creación, como que le afina aún más la sensibilidad, ya de sí tan aguzada para todos los susurros de la poesía. El poeta pena, como penó por un momento el Cristo, de la coexistencia íntima de la duda y de la certeza, mientras vagaba, mórbidamente enflaquecido por la dolencia, por los lugares que más ama en Europa: París, Rusia y los países escandinavos, intermitentemente.


      A fines de 1911, instado por los príncipes de Tour y Taxis, Rilke va a pasar solitario el invierno en el castillo de Duino. Un bello día de enero, paseando por los bordes de un peñasco sobre el Adriático, dice haber oído en el viento el misterio de una voz que le decía: “¿Quién, si yo gritase, me oiría en medio de la jerarquía de los ángeles?”. Erizado, y al mismo tiempo atónito con el milagro de esas palabras que le surgían con la propia poesía deseada, el poeta las anotó, y en ese mismo día escribía el primer movimiento de ese bloc sinfónico al que llamó Elegías de Duino. Tan temperados se hallaban en él los motivos de la obra en perspectiva que, en pocos días, escribía la segunda serie y el comienzo de casi todas las otras.

      Mas el impulso cesó. Por diez años Rilke callóse, a la espera de que en él las palabras encontrasen su lugar exacto en el gran puzzle1 poético que se desencadenara. En París, en España y en Múnich acrecentó fragmentos a algunas de las elegías, sufriendo terriblemente de la discontinuidad con la que la poesía se revelara. Y no sería sino después de la Primera Gran Guerra, en su refugio de Suiza, en Muzot, que en un soplo de creación pocas veces igualado, sólo comparable tal vez a ciertos instantes de música y de pintura en Miguel Ángel y Beethoven, escribiría en tres semanas las ocho elegías restantes, los cincuenta y cinco Sonetos a Orfeo y varios otros poemas a los que llamó Fragmentarisches.2 Fue el último espasmo de vida en ese eterno, sereno moribundo. La Muerte, su amiga, lo desobjetivaba pocos años después, como “un río que lleva”. Rilke rechazó al médico: quería morir de su muerte.

      Mas después, el malestar en que me dejó esa combinación de Rilke y Sarah Vaughan… Fue cuando tuve la buena idea de leer tu novela La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua, Jorge. ¡Qué muertes tan diferentes…! ¡Qué belleza, Jorge, qué belleza!





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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 09.04.23 12:09

      Contemplaciones del poeta al caer la noche


      Aún ha poco, para releer la página admirable de fray Luis de Sousa, cuyo título, posiblemente dado por los antologistas Álvaro Lins y Aurelio Buarque de Holanda, es (si en vez de poeta se lee arzobispo) el mismo de esta crónica, tuve la alegría de verificar cuán parecidas eran mis noches de soledad, en Montevideo, con las de fray Bartolomeo de los Mártires, más de tres siglos antes. Como el santo arzobispo, también yo pasaba el día todo despachando expedientes, quizá de menos jerarquía, pues mientras él debía caminar de vuelta con despachos celestiales, tenía yo a mi cargo despachos marítimos y terrestres, adelante la firma de pasaportes y facturas y el contaje diario de los emolumentos consulares.


      No me era para nada difícil pasar de facturas a dulzuras, y desligarme de la rutina del trabajo para la comunión con la amiga distante.

      Y como hacía él, con relación a las cosas divinas, yo, al cerrarse la noche sobre el cerro que provocó en el descubridor la exclamación nominativa de la ciudad, después de un corto trayecto en automóvil hasta el barrio de Pocitos, donde tenía mi apartamento en un séptimo piso, “me aplacaba del peso del día y del trabajo con un pasatiempo mal conocido en el mundo, y al menos buscado por pocos (y aún mal, que si muchos lo buscaran fuera mejor el mundo)”. Me entregaba a una profunda contemplación de la bien amada ausente. Esta era la manera de vencer la distancia irremediable que se extendía delante de mis ojos volteados hacia el norte y que a veces buscaban, en la línea descendente de Alfa y Beta de Centauro, el punto exacto donde ella, en su ventana sobre el parque, debía también pensar en mí.

      Y no se maraville ninguno de que yo, tal como el arzobispo, pasase con tanta facilidad de los negocios a la contemplación. No tenía, es claro, “desde la primera edad hecho hábito en este santo ejercicio”. Mas lo que me faltaba en penitencias, me sobraba en ternura y querer bien. Y si en él “esta antigua costumbre le traía la viola del espíritu tan temperada siempre, que en cualquier oportunidad que dejaba el negocio, luego le echaba plegarias para sin demora entonar las músicas de la Celestial Jerusalén, y permanecer absorto en los placeres del divino ocio”, yo por mí tenía siempre bien afinado mi violón Del Vecchio y me complacía en triturarme las saudades1 con los dolidos acordes de tantas canciones hechas para la bien amada. Y así no me era para nada difícil pasar de facturas a dulzuras, y desligarme de la rutina del trabajo para la comunión con la amiga distante, en un lento evaporarse de mi ser en pos de su adorable imagen, que a veces parecía corporizarse en la luna que estaba en el cielo. Y no era no común quedarnos, yo y la luna de Montevideo, en dulce connubio, ella dilatando los espacios con los rayos de su amor, yo desvaneciéndome de amor en su resplandor de luna llena.2 Pues era aquel resplandor de mi bien en su pungente exilio, el secretearme que, así mismo ausente, allí estaban para iluminar mis horas; y yo tenía paciencia y la esperanza dentro y fuera de mí, que ella se vistiera toda de luz para nuestro futuro encuentro; y no me desesperase, pues estaba próximo el día en que nunca más nos habríamos de separar.


      De otras veces —como en el caso de fray Bartolomeo, que le dieran motivo para los negocios, “subía sobretarde a una terraza que mandó hacer en una casa de las más altas de Paso; y como el pajarillo, que después de andar todo el día ocupado en la fábrica de su nido, cuando va cayendo el sol, y las sombras creciendo, extiende las alas por el aire, dando unas vueltas alegres y desenfadadas que parece no valen la pena, o posado sobre una ramita canta descansadamente”—, también yo me dejaba estar en la terraza de mi apartamento, uno de los más altos de Pocitos; y hecho él que, a imagen de la avecita —“después de alargar los ojos por las sierras y oteros, que de lo alto se descubrían, extendía los de su alma a las mayores alturas del Cielo, volaba con consideración por aquellas eternas moradas, se desahogaba, y en voz baja entonaba de cuando en cuando alegres himnos”— yo a mi vez, ante la idea de compartir con la bien amada la visión de los amplios espacios crepusculares del estuario del Río de la Plata, y de rodearla con mis brazos dentro de las iluminaciones del ocaso oriental, me recogía, cual un niño que, ay de mí, ya no soy más, para tamborilear con los dedos y cantar con ella alegres sambas de mi Río,3 que no es el de Plata ni el de Oro, sino que es ciudad de mucho instante y donde hoy mora, en casa única, mi antes triste y polifacético corazón.




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      siendo guardián en tu cielo
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      Mensaje por Maria Lua 10.04.23 9:25

      Agua clara con sonido


      De Garcilaso de la Vega se decía que era el más hermoso y gallardo de cuantos componían la corte del emperador.1 Llamábanlo sin envidia el amado de los dioses y su elegido.2 Muerto con la edad de Cristo (1503-1536), vivió el gran toledano una vida de un brillo raro, distribuida entre un destierro, muchas batallas y, en los interludios, lindas mujeres, entre las cuales sobresale su mayor pasión, doña Isabel Freyre, dama portuguesa de la corte de la emperatriz Isabel que, aparentemente, no le daba la debida respuesta. Mas la verdad es que el poeta-cortesano iba levantando la mano en el guardamano de la espada, una sonrisa en los labios y estrofas de Virgilio, Dante y Petrarca en la punta de la lengua, para ablandar otros corazones que no el de la bien amada.


      ¿Qué mayor gloria para Garcilaso que ver que sus innovaciones constituirían las formas dilectas de los poetas españoles del siglo XVI?

      Era un valiente, a la manera de Villon y de Camões. Tan bien a caballo como a pie, amigo de poetas y de santos, murió en los brazos de su amigo, el marqués de Lombay, que la Iglesia canonizaría como san Francisco de Borja, después de, solitario, dar inicio al asalto a la fortaleza de Muy, en Provenza. Mas cuando descansaba de las armas, empuñaba, según se cuenta, un arpa con igual maestría. Formal, en el sentido clásico, sin ser culterano, sabía dejar fluir de su corta, mas magistral obra poética una luminosa música verbal que lo distingue entre los pioneros del llamado Siglo de Oro de la poesía española. Y fue también un extraordinario innovador, no sólo con traer para la lírica de su patria los elementos positivos de la escuela italiana, sino con enriquecerla de creaciones nuevas, como es la estrofa compuesta de versos de cinco, siete y once sílabas, conocida como estrofa-lira, por ser ésta la palabra final del primer verso de su famosa canción “A la flor de Gnido”:

      Si de mi baja lira
      tanto pudiese el son que en un momento
      aplacase la ira
      del animoso viento
      y la furia del mar, y el movimiento…


      ¿Y qué mayor gloria para Garcilaso que ver que sus innovaciones constituirían las formas dilectas de los poetas españoles del siglo XVI de la estatura de fray Luis de León y, sobre todo, san Juan de la Cruz?

      Hay un verso del poeta que me encanta, en la égloga dedicada al virrey de Nápoles, en que son personajes sus dos hijos pastores más amados, Salicio y Nemoroso. Viene de allá por el medio del poema, y dice así:

      …cuando Salicio, recostado
      al pie de una alta haya, en la verdura,
      por donde una agua clara con sonido
      atravesaba el fresco y verde prado…

      El verso al que me refiero, como ya ha de ser percibido, es el tercero del extracto aquí citado: “por donde una agua clara con sonido”. Es inútil intentar traducir.3 Agua clara con sonido, agua clara con ruido —nada tendrá nunca la belleza natural, la luminosidad de arroyo límpido corriendo apacible al sol, el onomatopeyismo sustantivo, sin necesidad de aliteraciones del verso original de Garcilaso. Son como sones puros de música.

      Yo, si jamás hubiese hecho un verso así, colgaba los zapatos de fútbol.






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      Mensaje por Maria Lua 11.04.23 10:09

      La bella ninfa del bosque sagrado


      Hollywood, noviembre de 1946.- La noche está alta, Ciro’s concluyó y estamos todos —un destacado grupo de “estrellas” y “astros”, entre los cuales soy un modesto meteorito— en la casa de Beverly Hills de Herman Hover, el notorio dueño del famoso establecimiento de Sunset Boulevard. Voy en las aguas de mi amiga Carmen Miranda, con quien salí y a quien, como un caballero que soy, dejaré en su vivienda de Bedford Street. Allá están también las figuras ciclópeas de José de Patrocinio de Oliveira, el no menos conocido Zé Carioca, y su sonoplástico compañero Néstor Amaral, ambos hombres de los siete instrumentos, siendo que éste es capaz de tocar el Himno Nacional golpeando con un lápiz en los dientes y el Tico-tico no Fubá mediante pequeños coscorrones acústicos aplicados en la coronilla —todo delante de un micrófono bien entendido.1

      Carmen está quieta, sentada en el brazo de mi poltrona. Nos volvimos rápidamente grandes amigos. Nos celebramos con los debidos fuegos artificiales cuando nos encontramos y una vez juntos tenemos asunto para conversaciones interminables, siempre salpicadas de historias sobre sus inicios como cantante, que me encantan. Su verbo es inagotable y nadie imita como ella antiguas situaciones maliciosas en que se vieran envueltos, en los primeros contactos con el público, sus viejos compañeros Mario Reis, Francisco Alves y Ari Barroso, en la fase renacentista de la samba carioca. Aprendí a quererle muy bien y admirar el coraje con que enfrenta, ella una mujer toda sensibilidad, la tortura de haberse tornado un gran cartel comercial para Hollywood y tener que sonreír a la idiotez, con rarísimas excepciones, de los productores, directores, escenógrafos, directores de fotografía, iluminadores y demás mano de obra de los estudios.



      No creo que nadie hubiese reparado en ella, mas a mí me pareció tan linda, tan linda que fue como si todo hubiese de repente desaparecido delante de ella.

      Mas hoy Carmen está quieta. Sus inmensos ojos verdes se horizontalizan en una línea de cansancio, quién sabe, tedio, de aquello todo ya “tan tenido, tan visto, tan conocido”, como diría Rimbaud. Cerca de nosotros, el actor Sonny Tuffs toca un piano más borracho que el del genial Jimmy Yancey en cintas en que fue grabado sin saber. Después de que su corpachón oscila, él se levanta sólo Dios sabe cómo y sale por allí, pareciéndose a un pollo,2 no sin antes abrazar al pasar a la actriz Ella Raines, que comparece de novio en puño y se deja estar con éste en un canto, con un aire de Alicita que sólo engañaría a los doctores Sobral Pinto y Albert Schweitzer.


      En la poltrona a mi lado se estira, con un aspecto suficientemente descompuesto, el magnate Howard Hughes. Intercambio dos palabras con él, mas el tedioso multimillonario y playboy, descubridor y hombre de la bolsa de las “estrellas”, me parece mucho más interesado en Ella Raines —especie de Grace Kelly de 1940, sólo que menos pasteurizada. Lo dejo, pues, a su nueva conquista, mientras en medio de la sala Zé Carioca y Néstor Amara “se viran” para llamar la atención sobre sus dotes de instrumentistas. Mas la presión general es grande y cada uno procura cavar el pan de la noche como puede, mientras Herman Hover pasea con un aire de Napoleón en Marengo. Hay propuestas para un baño de piscina, para un concurso de rumba y otras trivialidades, mas nadie repara asimismo en que el Sol (o mejor, “Él”, como dicen con el mayor asco mis amigos Américo y Zequinha Marques da Costa) ya debe, contumaz gimnasta matutino, estar colgado de la barra del horizonte para su atlética flexión de cada día. El ambiente se está nítidamente desgastando en alcohol y ostentación.

      Voy a proponer a Carmen irnos felizmente, cuando una cortina se entreabre y surge una mujer espectacular. No creo que nadie hubiese reparado en ella, mas a mí me pareció tan linda, tan linda que fue como si todo hubiese de repente desaparecido delante de ella. Me quedé, confieso, totalmente obnubilado ante tanta belleza, muy felizmente esa belleza se movía, por así decir, un poco a base de la danza a la que llaman cuadrilla: dos pasitos para adelante y tres para atrás con derecho a derrape. Mas lo que el cuerpo hacía, el rostro desconocía; pues ese rostro tenía más majestad que Carlos Machado entrando en Sacha’s. Ella miró en torno con un soberano aire de desprecio y luego, dando con Carmen, hizo un zigzag hasta ella, viendo colocarse en el esplendor de todo su pie derecho justo delante de mí, pobrecillo que nunca hizo mal a nadie.

      —Hey, Carmen —dice ella.

      —Hey, honey —responde Carmen con su sonrisa número 3.

      —Gee, Carmen, I think you’re wonderful, you know. I think you’re tops, you know. Tops. You’re terrific.


      Para quien no sabe inglés ese diálogo inteligente expresaba la admiración de la moza por Carmen, a quien ella llamaba “del diablo”, “la máxima” y todas esas cosas. Pasado lo cual, da ella de repente conmigo allá abajo, pobre de mí que tuve bronquitis de niño, y mirándome por encima de sus pirámides, me hizo la siguiente pregunta en un tono de reina a vasallo:

      —Who are you? (¿Quién es usted?).

      Decliné mi condición de modesto servidor de la patria en el extranjero, lo que no parecía interesarla un níquel. En seguida, sin aviso previo, se inclinó hacia adelante hasta el punto de yo poder ver el algodoncillo que había acumulado en su ombligo, puso las manos sobre mis brazos, trajo el rostro hasta un centímetro del mío y escupiéndome todo como debía, me hizo la siguiente indagación:

      —Do you think I’m beautiful? (¿Usted me halla bonita?).

      Le hice los elogios de costumbre. Ella se estiró nuevamente y concordó conmigo:

      —You’re right. I’m very beautiful. But morally, I stink! (“Usted está en lo cierto. Yo soy muy bonita. Mas moralmente yo…” —¿cómo traducir sin ofender tanta belleza, tirante a los oídos del lector? —“…no huelo muy bien”).

      Dicho lo cual, partió como llegara, a través de la misma cortina, adonde supongo había un bar privado. Sólo sé que aquello me dio una gran animación, la fiesta continuó hasta que “Ella” surgió y yo acabé danzando con la linda moza, ella bastante más alta que yo, lo que permitía oírle latir el corazón, al fin levemente taquicárdico. Antes de salir vi varias parejas en el jardín y no se sabía más quién era quién, vi a Sonny Tuffs atravesado en un sofá, vi cosas como sólo se ven en bailes de carnaval. Fiestecilla familiar, como diría la finada doña Sinhazinha.






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      Mensaje por Maria Lua 12.04.23 22:24

      Hay un verso del poeta que me encanta, en la égloga dedicada al virrey de Nápoles, en que son personajes sus dos hijos pastores más amados, Salicio y Nemoroso. Viene de allá por el medio del poema, y dice así:

      …cuando Salicio, recostado
      al pie de una alta haya, en la verdura,
      por donde una agua clara con sonido
      atravesaba el fresco y verde prado…

      El verso al que me refiero, como ya ha de ser percibido, es el tercero del extracto aquí citado: “por donde una agua clara con sonido”. Es inútil intentar traducir.3 Agua clara con sonido, agua clara con ruido —nada tendrá nunca la belleza natural, la luminosidad de arroyo límpido corriendo apacible al sol, el onomatopeyismo sustantivo, sin necesidad de aliteraciones del verso original de Garcilaso. Son como sones puros de música.

      Yo, si jamás hubiese hecho un verso así, colgaba los zapatos de fútbol.





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      Mensaje por Maria Lua 13.04.23 20:58

      Sobre los grados de la muerte


      (En la muerte de Paul Éluard)
      Vinicius de Moraes

      Aún tengo en el oído tu voz grave, acto metálico por lo interurbano, me dice de México a Los Ángeles: “Alors, mon vieux, qu’est-ce que tu attends? Viens, donc…”.1 Tú me llamabas sin conocerme, porque sabías que yo soy poeta, no tan grande como eras, no tan valiente como fuiste, no tan necesario como serás; mas poeta y poeta atento a las necesidades de su tiempo. Tú me llamabas porque otros poetas, amigos nuestros, te habían hablado de mí.

      Eras tú, Di Cavalcanti, Neruda, Guillén, me llamaron, me mandaron cartas escritas en bares, llenas de fraternidad y palabras, me hablaron de la belleza de México y del gusto del tequila,2 me sedujeron para vuestra convivencia bohemia y grave.



      Escribo tu nombre sobre los grados de la muerte, lo grabo a fuego sobre los senos de la aurora, lo pinto en luz sobre todo lo que es triste, oscuro y trágico.

      Y yo fui. Fui porque me “tuteaste” sin conocerme, en esa gran intimidad que sólo los poetas tienen y sólo la poesía puede dar. Mas cuando llegué ya habías partido para Francia, a compromisos urgentes. Conocí a tu mujer, tu tercera mujer, Dominique, que se quedó por unos pocos días más, esa muchacha alta, de faz lisa de campesina, que vivía todavía envuelta en la belleza de las cosas que le dieras y le dijeras. Te habías casado con ella días antes, después de un paseo loco en compañía de Siqueiros y su mujer por México adentro. Ella sólo tenía en la boca joven un nombre: tu nombre. Ella decía Paul, Paul, Paul, Paul —con una esperanza simple en el mirar. Sus brazos traían aún las marcas de tus caricias de hombre. Le habías dado un papagayo a ella y ella lo cargaba alto en el dedo y le hablaba de ti, le decía que en breve estarían todos juntos en Francia, y que él tenía que tener juicio y no hablar cuando el poeta estuviese trabajando, pues el poeta era un hombre lleno de poemas por hacer. Ella le hablaba como a un niño, de viva voz, y las plumas de la cabeza del ave se erizaban blandamente mientras chapuzaba también dulzuras absurdas.


      Tu muerte —como la de Mario de Andrade, de angina pectoris— me llegó, como la de él, con un tenor vacío y abstracto. Inútil pensar que moriste. ¿Mario murió por casualidad? ¿No venía él a visitarme siempre que estaba solitario, siempre que estaba sufriendo, el amigo fiel? ¿Y no posó como antes la gran mano en mi hombro y se quedaba horas conmigo para discutir de los viejos asuntos sentidos, poesía, amistad, belleza, amor, muerte, vida, artes, pueblo, mujer, bebida —y poesía aun, y aun poesía y más poesía?

      Locura pensar que moriste. Sobre cada faz viva, sobre cada cosa viva, sobre el corazón de la vida —escribo tu nombre.

      Escribo tu nombre sobre los grados de la muerte, lo grabo a fuego sobre los senos de la aurora, lo pinto en luz sobre todo lo que es triste, oscuro y trágico. Tú escogiste. Tú fuiste claro, ardiente, digno. Delicado hasta de los huesos de ti mismo —esos que subsisten de tu bella figura de hombre—, tú enfrentaste la brutalidad de los verdugos. Hoy digo tu nombre y lo digo sintiéndome mejor por haber participado de tu tiempo humano. Tu nombre es también Libertad, Paul Éluard.




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      Mensaje por Maria Lua 14.04.23 9:26

      SE TODOS FOSSEM IGUAIS A VOCÊ

      Vai tua vida
      Teu caminho é de paz e amor
      Vai tua vida é uma linda canção de amor
      Abre os teus braços
      E canta a última esperança
      A esperança divina de amar em paz

      Se todos fossem iguais a você
      Que maravilha viver
      Uma canção pelo ar
      Uma mulher a cantar
      A sorrir, a cantar, a pedir
      A beleza de amar
      Como o sol
      Como a flor
      Como a luz
      Amar sem mentir
      Nem sofrer

      Existiria verdade
      Verdade que ninguém vê
      Se todos fossem iguais a você



      _________________


      SI TODOS FUESEN IGUALES A TI


      Vive tu vida
      Tu caminho es de paz y amor
      Vive tu vida, una linda canción de amor
      Abre tus brazos
      Y canta la última esperanza
      La esperanza divina de amar en paz

      Si todos fuesen iguales a tí
      Qué maravilla vivir
      Una canción al llegar
      Una mujer al cantar
      Una ciudad al cantar
      Al reír, al cantar, al pedir
      La belleza de amar
      Como el sol
      O la flor
      O la luz
      Amar sin mentir
      Ni sufrir

      Existiría la verdade
      Verdad que no hay por ahí
      Si todos fuesen iguales a tí.




      _________________



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      Mensaje por Maria Lua 15.04.23 20:00

      LOS COMPAÑEROS DE CREACIÓN

      A lo largo de su vasta carrera musical, Vinicius compuso centenas de canciones. Solo o en conjunto con otros compañeros, escribiendo solamente la letra o componiendo también la música, e incluso algunas veces componiendo la música para que otros escriban la letra. En ese centenar de canciones, algunos de esos compañeros cambiaron la vida de Vinicius y la historia de nuestra música popular. Desde la “invención de la Bossa Nova” y el éxito mundial al lado de Tom Jobim, hasta el comienzo de carrera de un joven Edu Lobo, Vinicius sembró su poesía en los más diversos y múltiples frentes sonoros. Directores, sambistas, jóvenes, ancianos, consagrados y novatos, todos desempeñaron un papel fundamental en la trayectoria musical de Vinicius. A seguir, mencionaremos algunos de los principales compañeros artísticos del poeta.

      ANTONIO CARLOS JOBIMTom Jobim y Vinicius de Moraes formaron uno de los pares musicales más famosos de todos los tiempos, no sólo en Brasil, sino en todo el mundo. Todo empezó a partir del encuentro de ambos en 1956, durante la realización de la banda sonora del espectáculo Orfeu da Conceição. En ese momento, empezaría un capítulo de oro en la historia de nuestra música popular, además de una amistad que duraría toda la vida. Autores de decenas de canciones, interpretadas por voces de diversas generaciones, juntos fueron los responsables de éxitos como “A Felicidade”, “Chega de Saudade”, “Eu sei que vou te amar” y, por supuesto, “Garota de Ipanema”.


      BADEN POWELLEl trabajo en conjunto de Vinicius de Moraes y Baden Powell fue uno de los más intensos de toda la carrera del poeta. Al formar el par, pasaron casi tres meses viviendo juntos y componiendo sin parar en el departamento donde vivía Vinicius, en el barrio de Laranjeiras. El dúo siguió creando en muchos otros lugares, incluso en París, donde convivieron durante un tiempo. Además de una serie de sambas, que condujeron al compositor Vinicius a otros parajes, más allá de la Bossa Nova, el par Baden-Vinicius innovó con una especie de samba bahiana-carioca, que presentaba una cadencia y una poesía inéditos, hasta ese momento. El dúo bautizó esa extraordinaria tanda de canciones con el título de “Os Afrosambas”. El disco homónimo salió en 1966, y se transformó en un hito de la música popular brasileña.


      CARLOS LYRAA los 25 años de edad, Carlos Lyra lo llamó por teléfono al poeta Vinicius de Moraes con la intención de que, tal vez, pudiesen componer juntos algunas canciones. Ese mismo día, empezó entre los dos un vínculo artístico fértil y una profunda amistad, consolidados con la creación de más de veinte músicas. Algunas, como la banda sonora del espectáculo “Pobre menina rica” (1962) y el “Hino da UNE”, de 1964, marcaron época y definieron algunos rumbos de la Música Popular Brasileña.


      EDU LOBOCuando Edu Lobo tenía apenas 18 años, era un joven estudiante universitario de la carrera de Derecho. Ese mismo año, empezaría a trabajar lado a lado de Vinicius de Moraes, nada más y nada menos. El ya consagrado poeta y compositor solía pasar, en aquella época, temporadas en la ciudad de Petrópolis; allí conoció a una nueva generación de músicos, como Joyce, Francis Hime y el mismo Edu. La diferencia de edad no fue obstáculo para que los dos compusieran una serie de canciones muy exitosas, en la época. Juntos, ganaron también el primer Festival de la Música Popular del canal de televisión Record, con la marcante canción “Arrastão”.


      TOQUINHOToquinho y Vinicius se conocieron, oficialmente, en Italia, a pesar de que el primero ya admiraba al segundo desde hacía mucho tiempo. Toquinho era amigo de Chico Buarque y había ido a Europa a hacerle compañía durante su exilio. Al conocer a Vinicius, Toquinho tenía 23 años y empezaron un trabajo musical en conjunto que sólo llegaría al fin con la muerte del poeta, once años después. Durante todo ese tiempo, Toquinho acompañó a Vinicius en su fase más popular de público, y a la vez, la fase más incomprendida por la crítica. Fue el momento de la gran liberación de una serie de convenciones, cuando el poeta se lanzó al mundo con un sinfín de shows y de discos. El par Vinicius-Toquinho realizó, entre grabaciones en estudio y en vivo, más de quince discos, además de componer clásicos como “Tarde em Itapoã”, “Carta ao Tom” y “Regra três”.


      OTROS PARESLa lista de compañeros artísticos esporádicos de Vinicius es bastante larga. Encontramos desde jóvenes desconocidos en la época, como Jards Macalé y Francis Hime, hasta nombres ya consagrados, como Pixinguinha y Ary Barroso. Con uno de ellos, Chico Buarque, realizó pocas obras, pero que se convirtieron enseguida en éxitos que integrarán, para siempre, nuestro mejor cancionero. Además de estos que hemos citado, muchos otros nombres de artistas merecen destaque, como (los hemos puesto en orden alfabético): Adoniram Barbosa, Antonio Maria, Alaíde Costa, Ary Barroso, Antonio Madureira, Azeitona, Claudio Santoro, Fagner, Francisco Enoé, Francis Hime, Garoto, Haroldo Tapajós, Ian Guest, Jards Macalé, João Bosco, Marília Medalha, Moacir Santos, Mutinho, Nilo Queiroz, Paulo Soledade, Paulo Tapajós, Pixinguinha y Vadico.




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      o un ciego soñando
      y en ese vuelo y en ese sueño
      compartir contigo sol y luna,
      siendo guardián en tu cielo
      y tren de tus ilusiones."
      (Hánjel)





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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 16.04.23 16:48

      Nuvens lentas passavam
      Quando eu olhei o céu.
      Eu senti na minha alma a dor do céu
      Que nunca poderá ser sempre calmo.

      Quando eu olhei a árvore perdida
      Não vi ninhos nem pássaros.
      Eu senti na minha alma a dor da árvore
      Esgalhada e sozinha
      Sem pássaros cantando nos seus ninhos.

      Quando eu olhei minha alma
      Vi a treva.
      Eu senti no céu e na árvore perdida
      A dor da treva que vive na minha alma.


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      o un ciego soñando
      y en ese vuelo y en ese sueño
      compartir contigo sol y luna,
      siendo guardián en tu cielo
      y tren de tus ilusiones."
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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 17.04.23 12:24

      Canción del demasiado amor



      Quiero llorar porque te amé demasiado,
      quiero morir porque me diste la vida,
      ay, amor mío, ¿será que nunca he de tener paz?
      Será que todo lo que hay en mí
      sólo quiere decir saudade...
      Y ya ni sé lo que va a ser de mí,
      todo me dice que amar será mi fin...
      Qué desespero trae el amor,
      yo que no sabía lo que era el amor,
      ahora lo sé porque no soy feliz.


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      y en ese vuelo y en ese sueño
      compartir contigo sol y luna,
      siendo guardián en tu cielo
      y tren de tus ilusiones."
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      Mensaje por Maria Lua 17.04.23 12:24

      Poema para todas las mujeres



      Sobre tus blancos pechos lloro,
      mis lágrimas bajan por tu vientre
      y se embriagan del perfume de tu sexo.
      ¿Mujer, qué máquina eres, que solo me tienes desesperado
      confuso, niño para contenerte?
      ¡Ah, no cierres tus brazos sobre mi tristeza, no!
      ¡Ah, no abandones tu boca a mi inocencia, no!
      Hombre, soy bello, Macho, soy fuerte; poeta soy altísimo
      y sólo la pureza me ama y ella es en mí, una ciudad
      y tiene allí mil y una puertas.
      ¡Ay! tus cabellos huelen a la flor del mirto
      ¡Mejor sería morir o verte muerta
      y nunca, nunca más poder tocarte!
      Pero, fauno, siento el viento del mar rozarme los brazos
      Ángel, siento el calor del viento en las espumas
      Pájaro, siento el nido en tu vello
      ¡Corred, corred, oh lágrimas nostálgicas
      ahogadme, sacadme de este tiempo
      llevadme hacia el campo de las estrellas
      entregadme de prisa a la luna llena
      dadme el lento poder del soneto,
      dadme la iluminación de las odas
      dadme el cantar de los cantares.
      Que no puedo más, ¡Ay!¡que esta mujer me devora!
      ¡que yo quiero huir, quiero a mi mamita,
      quiero el regazo de Nuestra Señora!


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      Mensaje por Maria Lua 17.04.23 12:33

      La brusca poesía de la mujer amada



      Lejos de los pescadores los ríos interminables
      van muriendo de sed lentamente...
      Fueron vistos caminando de noche hacia el amor
      -¡oh, la mujer amada es como una fuente!
      La mujer amada es como el pensamiento del filósofo
      que sufre
      La mujer amada es como el lago que duerme en el cerro
      perdido.
      ¿Pero quién es esa misteriosa que es como un cirio
      crepitando en el pecho,
      Esa que tiene ojos, labios y dedos de formas inexistentes?
      Por el trigo naciente en los campos de sol la tierra
      amorosa elevó el rostro pálido de los lirios
      Y los labradores se fueron convirtiendo en príncipes
      de manos delicadas y rostros cambiantes...
      Oh, la mujer amada es como la ola solitaria que se forma
      distante de las playas,
      Posada mucho más allá del fondo estará la estrella.




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      Mensaje por Maria Lua 18.04.23 19:19

      Soneto de la desesperación



      De repente la risa se hizo llanto,
      silencioso y blanco como la bruma;
      de las bocas unidas se hizo espuma,
      y de las manos dadas se hizo espanto.

      De repente la calma se hizo viento
      que de los ojos apagó la última llama,
      y de la pasión se hizo el presentimiento
      y del momento inmóvil se hiso el drama.

      De repente, no más que de repente,
      se volvió triste lo que fuera amante,
      y solitario lo que fuera contento.

      El amigo próximo se hizo distante,
      la vida se volvió una aventura errante.
      De repente, no más que de repente






      Traducción: Carmen Gloria Rodríguez y Vania Torres




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      Mensaje por Maria Lua 19.04.23 15:33

      La hora íntima



      ¿Quién pagará el entierro y las flores
      si yo muero de amores?

      ¿Qué amigo será tan amigo
      que en el entierro esté conmigo?

      ¿Quién, en medio del funeral
      dirá de mí: 'Nunca hizo el mal...?

      ¿Quién borracho, llorará en voz alta
      por no haberme traído nada?

      ¿Quién deshojará violetas
      en mi tumulto de poeta?

      ¿Quien lanzará tímidamente
      al suelo un grano de simiente?

      ¿Quién mirará, cobarde,
      la estrella de la tarde?

      ¿Quién me dirá palabras mágicas
      que hagan empalidecer a los mármoles?

      ¿Quién, oculta en velos oscuros,
      se crucificará por los muros?

      ¿Quién, con el rostro descompuesto,
      sonreirá: Rey muerto, rey puesto...?

      ¿Cuántas, en presencia del infierno
      sentirán dolores de parto?

      ¿Cuál la que, blanca de recelo,
      tocará el botón de su seno?

      ¿Quién loca, ha de caer de
      hinojos sollozando tantos sollozos
      que despierte recelos?

      ¿Cuántos, los maxilares contraídos,
      con sangre en las cicatrices
      dirán: Fue un loco amigo...?

      ¿Qué niño mirando a la tierra
      y viendo moverse a un gusano
      tendrá un aire de comprensión?

      ¿Quién, en circunstancia oficial,
      propondrá para mí un pedestal?

      ¿Qué llegados de la montaña
      tendrán circunspección tamaña
      que he de reír blanco de cal?

      ¿Cuál la que, el rostro al viento
      lanzará un puñado de sal
      en mi guarida de cemento?

      ¿Quién cantará canciones de amigo
      el día de mi funeral?

      ¿Cuál la que no estará presente
      por motivo circunstancial?

      ¿Quién clavará en el seno duro
      una hoja oxidada?

      ¿Quién, con verbo inconsútil,
      ha de orar: La paz le sea dada?

      ¿Cuál el amigo que, a solas consigo,
      ha de pensar: No será nada...?

      ¿Quién será la extraña figura
      a un tronco de árbol recostada
      con mirar frío y aire de dudas?

      ¿Quién conmigo se abrazará
      y tendrá que ser arrancada?

      ¿Quién va a pagar el entierro y las flores
      si yo muero de amores?




      Traducción: Joan Manuel Serrat





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      Mensaje por Maria Lua 22.04.23 19:22

      Se necesita un amigo


      [Poema - Texto completo.]

      No es necesario que sea hombre,
      basta que sea humano,
      basta que tenga sentimientos,
      basta que tenga corazón.

      Se necesita que sepa hablar y callar,
      sobre todo que sepa escuchar.

      Tiene que gustar de la poesía,
      de la madrugada, de los pájaros, del Sol,
      de la Luna, del canto, de los vientos
      y de las canciones de la brisa.

      Debe tener amor, un gran amor por alguien,
      o sentir entonces, la falta de no tener ese amor.
      Debe amar al prójimo y respetar el dolor que
      los peregrinos llevan consigo.
      Debe guardar el secreto sin sacrificio.
      Debe hablar siempre de frente y
      no traicionar con mentiras o deslealtades.

      No debe tener miedo de enfrentar nuestra mirada.
      No es necesario que sea de primera mano,
      ni es imprescindible que sea de segunda mano.
      Puede haber sido engañado,
      pues todos los amigos son engañados.
      No es necesario que sea puro,
      ni que sea totalmente impuro,
      pero no debe ser vulgar.

      Debe tener un ideal, y miedo de perderlo,
      y en caso de no ser así,
      debe sentir el gran vacío que esto deja.
      Tiene que tener resonancias humanas,
      su principal objetivo debe ser el del amigo.
      Debe sentir pena por las personas tristes
      y comprender el inmenso vacío de los solitarios.
      Se busca un amigo para gustar
      de los mismos gustos,
      que se conmueva cuando es tratado de amigo.

      Que sepa conversar de cosas simples,
      de lloviznas y de grandes lluvias y
      de los recuerdos de la infancia.
      Se precisa un amigo para no enloquecer,
      para contar lo que se vio de bello y
      de triste durante el día, de los anhelos
      y de las realizaciones, de los sueños y de la realidad.

      Debe gustar de las calles desiertas,
      de los charcos de agua y los caminos mojados,
      del borde de la calle, del bosque después de la lluvia,
      de acostarse en el pasto.
      Se precisa un amigo que diga que vale la pena vivir,
      no porque la vida es bella, sino porque estamos juntos.

      Se necesita un amigo para dejar de llorar.
      Para no vivir de cara al pasado,
      en busca de memorias perdidas.
      Que nos palmee los hombros,
      sonriendo o llorando,
      pero que nos llame amigo,
      para tener la conciencia de que aún estamos vivos.



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      Mensaje por Maria Lua 24.04.23 14:19

      Fuera de mí, en el espacio, errante

      Fuera de mí, en el espacio, errante,
      la música doliente de un vals;
      en mí, profundamente en mi ser,
      la música doliente de tu cuerpo;
      y en todo, viviendo el instante de todas las cosas,
      la música de la noche iluminada.
      El ritmo de tu cuerpo en mi cuerpo…
      El giro suave del vals lejano, indeciso…
      Mis ojos bebiendo tus ojos, tu rostro.
      Y el deseo de llorar que viene de todas las cosas.




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      Mensaje por Maria Lua 25.04.23 10:46

      Para vivir un gran amor



      Para vivir un gran amor,
      se necesita mucha concentración y mucha sensatez,
      mucha seriedad y poca risa – para vivir un gran amor.

      Para vivir un gran amor,
      es menester ser un hombre de una sola mujer;
      pues ser de muchas, ¡vaya! Eso es fácil…
      – No tiene mérito alguno.

      Para vivir un gran amor,
      primero es preciso consagrarse caballero
      y entregarse a su dama por entero, no importa cómo sea.

      Hay que convertir el cuerpo
      en una morada donde se encierre a la mujer amada
      y luego apostarse afuera con una espada- para vivir un gran amor.

      Para vivir un gran amor, os cuento,
      es necesario prestar atención a los “viejos amigos”,
      que por querer acapararnos, pueden estropear el gran amor.

      Hay que tener muchísimo cuidado
      con cualquiera que no esté enamorado,
      pues quien no lo está, está siempre preparado
      para fastidiar el gran amor.

      Para vivir un gran amor, en realidad,
      hay que convencerse de que la verdad
      es que no existe amor sin fidelidad – para vivir un gran amor.

      Pues quien traiciona su amor por vanidad
      es un desconocedor de la libertad,
      de esa inmensa, indivisible libertad que trae un sólo amor.

      Para vivir un gran amor,
      “il faut”, además de ser fiel
      ser un buen conocedor del arte culinario y del judo
      -para vivir un gran amor.

      Para vivir un gran amor perfecto,
      no basta sólo con ser un buen sujeto;
      es preciso también tener mucho pecho -pecho de remero.
      Es preciso mirar siempre a la persona amada
      como a la primera novia y a su viuda también,
      amortajada en su amor muerto.

      Es muy necesario tener preparado
      crédito para rosas en el florista
      – ¡mucho, mucho más que en la modista! –
      para complacer al gran amor.
      Pues de lo que el gran amor quiere saber,
      es de amor, de amor sin medida;
      después, un tutuzinho com torresno es un punto a favor…

      También puntúa saber hacer cositas:
      huevos revueltos, gambas, sopitas, salsas, strogonoffs
      – comiditas para después del amor.
      ¿Y qué hay mejor que ira a la cocina
      y preparar con amor una gallina con una rica y sabrosa farofinha,
      para tu gran amor?

      Para vivir un gran amor
      es muy, muy importante
      vivir siempre juntos y hasta ser, en lo posible,
      un solo difunto, para no morir de dolor.
      Es necesario un cuidado permanente,
      no sólo con el cuerpo sino también con la mente,
      pues cualquier bajón tuyo, la amada lo siente –
      y se enfría un poco el amor.

      Hay que ser muy cortés sin cortesía;
      dulce y conciliador sin cobardía;
      saber ganar dinero con poesía – para vivir un gran amor.
      Es necesario saber beber whisky,
      (¡con un mal bebedor nunca se arriesgue!)
      y ser impermeable al qué dirán, que nada quiere con el amor.
      Pero todo esto no sirve de nada,
      si en esta selva oscura y desorientada
      no se supiese hallar a la amada
      -para vivir un gran amor.



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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 26.04.23 9:01

      En fin, después de tanto error pasado


      En fin, después de tanto error pasado,
      tantas represalias, tanto peligro,
      resurge en otro el viejo amigo
      nunca perdido, siempre reencontrado.

      Es bueno sentarlo nuevamente al lado
      con ojos que contienen la mirada antigua
      siempre conmigo un poco atribulado
      y como siempre singular conmigo.

      Un bicho igual a mí, simple y humano
      sabiendo moverse y conmoverse
      y a disfrazar con mi propio engaño.

      El amigo: un ser que la vida no explica
      que sólo se va al ver otro nacer
      y el espejo de mi alma multiplica.





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      y en ese vuelo y en ese sueño
      compartir contigo sol y luna,
      siendo guardián en tu cielo
      y tren de tus ilusiones."
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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 26.04.23 15:34

      Ausência



      Eu vou deixar que morra em mim,
      O desejo de amar teus olhos que são doces,
      Porque nada poderei te dar,
      Senão a mágoa de me veres eternamente exausto.
      No entanto, a tua presença é qualquer coisa como a luz e a vida
      E eu sinto que em meu gesto existe o teu gesto,
      E em minha voz, a tua voz
      Não te quero ter,
      Porque em meu ser tudo estaria terminado,
      Quero que só surjas em mim como a fé nos desesperados
      Para que eu possa levar uma gota de orvalho nesta terra amaldiçoada,
      Que ficou sobre a minha carne como uma nódoa do passado.
      Eu deixarei,
      Tu irás e encostarás tua face em outra face,
      teus dedos enlaçarão outros dedos,
      E tu desabrocharás para a madrugada.
      Mas tu não saberás que quem te colheu fui eu,
      Porque eu fui o grande íntimo da noite,
      Porque eu encostei a minha face na face da noite, e ouvi sua fala amorosa,
      Porque os meus dedos enlaçaram os dedos da névoa suspensos no espaço,
      E eu trouxe até a mim, a misteriosa essência do teu abandono desordenado.
      Eu ficarei só como os veleiros nos portos silenciosos
      Mas eu te possuirei mais do que ninguém, porque poderei partir.
      E todas as lamentações do mar, dos céus, das aves, das estrelas,
      Serão a tua voz ausente,
      A tua voz presente,
      A tua voz serenizada.


      *****************************




      Ausencia




      Dejaré que muera en mí el deseo
      de amar tus ojos dulces,
      porque nada te podré dar sino la pena
      de verme eternamente exhausto.
      No obstante, tu presencia es algo
      como la luz y la vida.
      Siento que en mi gesto está tu gesto
      y en mi voz tu voz.
      No quiero tenerte porque en mi ser
      todo estará terminado.
      Sólo quiero que surjas en mí
      como la fe en los desesperados,
      para que yo pueda llevar una gota de rocío
      en esta tierra maldita
      que se quedó en mi carne
      como un estigma del pasado.
      Me quedaré... tu te irás,
      apoyarás tu rostro en otro rostro,
      tus dedos enlazarán otros dedos
      y te desplegarás en la madrugada,
      pero no sabrás que fui yo quien te logró,
      porque yo fui el amigo más íntimo de la noche,
      porque apoyé mi rostro en el rostro de la noche
      y escuché tus palabras amorosas,
      porque mis dedos enlazaron los dedos
      en la niebla suspendidos en el espacio
      y acerqué a mí la misteriosa esencia
      de tu abandono desordenado.
      Me quedaré solo como los veleros
      en los puertos silenciosos.
      Pero te poseeré más que nadie
      porque podré irme
      y todos los lamentos del mar,
      del viento, del cielo, de las aves,
      de las estrellas, serán tu voz presente,
      tu voz ausente, tu voz sosegada.






      Versión de Mariano Ramos


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      Mensaje por Maria Lua 27.04.23 15:36

      Soneto de amor total


      Te amo tanto, mi amor… no cantes

      El corazón humano con más verdad…

      Te amo como amiga y como amante

      En una realidad siempre cambiante


      Los amo por igual, con un amor tranquilo y cariñoso,

      y los amo más allá, presentes en el anhelo.

      Te amo, finalmente, con gran libertad

      Dentro de la eternidad y en cada momento.


      Te amo como un animal, simplemente,

      De un amor sin misterio y sin virtud

      Con un deseo masivo y permanente.


      Y de amarte tanto y muchas veces,

      es que un día en tu cuerpo moriré de repente

      de amar más de lo que podría.





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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 28.04.23 20:51

      MENSAJE A LA POESÍA




      No puedo.
      No es posible.
      Díganle que es totalmente imposible.
      Ahora no puede ser.
      Es imposible.
      No puedo.
      Díganle que estoy tristísimo, pero no puedo ir esta noche
      a su encuentro.
      Cuéntenle que hay millones de cuerpos que enterrar,
      muchas ciudades que construir, mucha pobreza en el mundo.
      Cuéntenle que hay un niño llorando en alguna parte
      del mundo
      y que las mujeres se están volviendo locas, y hay legiones de ellas
      sollozando de saudade por sus hombres.
      Cuéntenle que hay un vacío en los ojos de los parias
      y que su magrura es extrema;
      cuéntenle que la vergüenza, la deshonra y el suicidio rondan los lares
      y es preciso reconquistar la vida.
      Háganle ver que necesito estar alerta,
      vuelto hacia todos los caminos,
      listo a socorrer, a amar, a mentir, a morir si fuese preciso.
      Explíquenle con cuidado – no la aflijan… – que si no voy
      no es porque no quiera: ella lo sabe; es porque hay un héroe
      en la cárcel,
      hay un campesino que fue agredido, hay un charco de sangre
      en una plaza.
      Cuéntenle, bien en secreto, que debo estar preparado, que mis hombros
      no deben doblarse,
      que mis ojos no deben dejarse intimidar,
      que llevo a cuestas la desgracia de los hombres
      y ahora no es el momento de detenerse;
      díganle, sin embargo, que sufro mucho,
      pero no puedo mostrar mi sufrimiento a los hombres perplejos;
      díganle que me fue dada la terrible participación, y que posiblemente
      deberé engañar, fingir, hablar con palabras ajenas
      porque sé que hay, lejana, la claridad de una aurora.
      Si ella no comprende, oh, procuren convencerla
      de ese ineludible deber mío; pero díganle que, en el fondo,
      todo lo que estoy dando es de ella, y que me duele
      tener que despojarla así, en este poema;
      que por otro lado no debo usarla en su misterio;
      la hora es de esclarecimiento;
      no de volcarme sobre mí cuando a mi lado hay hambre y mentira;
      y un niño abandonado en un camino
      junto a un cadáver de madre; díganle que hay un gran
      aumento de abismos en la tierra, hay súplicas, hay vociferaciones,
      hay fantasmas que me visitan de noche
      y que tengo que recibir; cuéntenle a ella de mi certeza en el mañana,
      que siento una sonrisa en el rostro invisible de la noche
      y vivo en tensión ante la expectativa del milagro;
      por eso pídanle que tenga paciencia, que no me llame ahora
      con su voz de sombra; que no me haga sentir cobarde
      de tener que abandonarla en este instante, en su inmensurable soledad;
      pídanle, oh, pídanle que se calle
      por un momento, que no me llame
      porque no puedo ir,
      no puedo ir,
      no puedo.

      Pero no la traicioné. En mi corazón
      vive su imagen, que me pertenece, y nada diré que pueda
      avergonzarla. Mi ausencia
      es también un sortilegio
      de su amor por mí. Vivo del deseo de volver a verla
      en un mundo en paz. Mi pasión de hombre
      aún me acompaña; mi soledad aún me acompaña;
      mi locura aún me acompaña. Tal vez deba morir sin verla más,
      sin sentir más
      el sabor de sus lágrimas, o verla correr libre y desnuda
      en las playas y los cielos y las calles de mi insomnio.
      Díganle que ese es mi martirio;
      que a veces me pesa sobre la cabeza la losa de la eternidad
      y las poderosas fuerzas de la tragedia
      se abaten sobre mí y me empujan hacia las tinieblas,
      pero que debo resistir, que es necesario…
      Que no obstante la amo con toda la fuerza de mi pasada
      adolescencia,
      con toda la violencia de las antiguas horas de contemplación
      extática,
      en un amor lleno de renuncia. Oh, pídanle
      que perdone a su triste e inconstante amigo,
      a quien le fue dado perderse de amor por su semejante,
      a quien le fue dado perderse de amor por una casita,
      por un antejardín, por una niñita de rojo;
      a quien le fue dado perderse de amor por el derecho de todos
      a tener una casita, un antejardín
      y una niñita de rojo, y perdiéndose
      le es dulce el perderse…
      Por eso convénzanla, explíquenle que es terrible,
      pídanle de rodillas que no me olvide, que me ame,
      que me espere, porque soy suyo, apenas suyo; pero que ahora
      es más fuerte que yo, no puedo ir,
      no es posible,
      me es totalmente imposible.
      No puede ser, no.
      Es imposible.
      No puedo.


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      Mensaje por Maria Lua 29.04.23 13:30

      POEMA DE NACIMIENTO


      Para eso fuimos hechos:
      Para recordar y ser recordados
      Para llorar y hacer llorar
      Para enterrar nuestros muertos --
      Por eso tenemos brazos largos para los adioses
      Manos para coger lo que fue dado
      Dedos para cavar la tierra.

      Asi será nuestra vida:
      Una tarde siempre olvidándose
      Una estrella apagándose en la sombra
      Un camino entre dos túmulos —
      Por eso precisamos velar
      Hablar bajo, pisar leve, ver
      La noche dormir en silencio.

      No hay mucho que decir:
      Una canción sobre una cuna
      Un verso, tal vez, de amor
      Una oración por quien se va —
      Que esa hora no se olvide
      Y por ella nuestros corazones
      Se entreguen, graves y sim,ples.

      Pues para eso fuimos hechos:
      Para esperar el milagro
      Para participar de la poesía
      Para ver la cara de la muerte —
      De repente nunca más esperaremos...
      Hoy la noche es joven; de la muerte sólo
      Nacemos, inmensamente.



      Espejo de paciencia • 1995 • n° O


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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 29.04.23 13:35

      LA MASCARA DE LA NOCHE


      5/, esa tarde conoce todos mis pensamientos
      Todos mis secretos y todos mis patéticos anhelos
      Bajo ese cielo como visión azul de incienso
      Las estrellas son pasados perfumes que me llegan...

      Si, esa tarde que no conozco es una mujer que me llama
      Y he aquí que es sólo una ciudad, una ciudad dorada de astros
      Aves, hojas silenciosas, sonidos perdidos en colores
      Nubes como velas abiertas para el tiempo...

      No sé, toda esa evocación perdida, toda esa música perdida
      Es como un presentimiento de inocencia, como un llamado...
      Mas para qué buscar si la forma quedó desvanecida en el gesto
      Si la poesía quedó durmiendo en los brazos del ayer..
      .
      ¿Cómo saber si es tarde, si habrá mañana para el crepúsculo
      En este entorpecimiento, en este filtro mágico de lágrimas?
      ¡Rocío, rocío! desciende sobre mis ojos, sobre mi sexo
      ¡Haz que surjan diamantes en el sol!

      Me acuerdo... como si fuese la hora de la memoria
      Otras tardes, otras ventanas, otras criaturas en el alma
      La mirada abandonada de un lago y el temblor del viento
      Senos creciendo hacia el poniente como salmos...

      ¡Oh, la dulce tarde! Sobre mares de hielo ardientes de reflejos
      Vagan plácidamente navios fantásticos de plata
      Y en grandes castillos de color de oro, serenos ángeles azules
      Tañen campanas de cristal que vibran en la inmensa transparencia.

      Yo siento que esa tarde me está viendo, que esa serenidad me está viendo
      Que el momento de la creación me está viendo en este doloroso
      instante de quietud en mí mismo
      ¡Oh creación que me estás viendo, tórnate mujer y bésame los ojos
      Acaricia mis cabellos, canta una canción para dormirme!

      Tú eres el bien, máscara de la noche, con tu rósea carne
      Con tus largos chales campestres y tus cánticos
      ¡Tú eres el bien! oigo tus faunos acribillando las aguas de sones de flautas
      En largas y fragantes escalas cromáticas...

      Ah, mi verso tiene palpitaciones dulcísimas! —¡primaveras!
      Sueños bucólicos nunca soñlados por el desespero
      ¡ Visiones de ríos plácidos y bosques adormecidos
      Sobre el panorama crucificado y monstruoso de los tejados!

      ¿Por qué vienes, noche? ¿Por qué no aduermes tu crespón?
      ¿Por qué no te evaporas --espectro— en ese tierno perfiíme de rosas?
      ¡Deja que la tarde envuelva eternamente el rostro de los dioses
      Noche, dolorosa noche, misteriosa noche!

      ¡Oh, tarde, máscara de la noche, tú eres la presciencia
      Sólo tú conoces y acoges todos mis pensamientos!
      ¡Tu cielo, tu luz, tu calma
      Son, en mi, la palabra de la muerte y del sueño!


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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 29.04.23 13:38

      MENSAJE A LA POESÍA



      No puedo
      No es posible
      Díganle que es totalmente imposible
      Ahora no puede ser
      Es imposible
      No puedo
      Díganle que estoy tristísimo, pero no puedo ir esta noche a su encuentro.
      Cuéntenle que hay millones de cuerpos que enterrar
      Muchas ciudades que reconstruir, mucha pobreza por el mundo
      Y las mujeres se están volviendo locas, y hay legiones de ellas escardando
      La añoranza de sus hombres; cuéntenle que hay un vacío
      En los ojos de los parias, y su flacura es extrema; cuéntenle
      Que la vergüenza, la deshonra, el suicidio rondan los hogares,
      y es preciso reconquistar la vida.
      Háganle ver que es necesario que yo esté alerta, de jrente a
      todos los caminos
      Presto a socorrer, a amar, a mentir, a morir si es necesario.
      Explíquenle, con cuidado —no la acongogen...— que si no voy
      No es porque no quiera: ella sabe; es porque hay un héroe en una cárcel
      Hay un labrador que fiíe agredido, hay un charco de sangre en una plaza.
      Cuéntenle, en secreto, que debo estar preparado, que mis hombros
      No se deben curvar, que mis ojos no se deben
      Dejar intimidar, que llevo a cuestas las desgracias de los hombres
      Y ahora no es el momento de parar; díganle, mientras tanto.
      Que sufro mucho, pero no puedo mostrar mi sufrimiento
      A los hombres perplejos; díganle que me fue ordenada
      La terrible participación, y que posiblemente
      Deberé engañar, fingir, hablar con palabras extrañas
      Porque sé que, a lo lejos, clarea una aurora.
      Si ella no comprende, procuren convencerla
      De ese invencible deber que tengo; pero díganle
      Que, en el fondo, todo lo que estoy dando es de ella, y que me
      Duele tener que despojarla así, en este poema; que por otro lado
      No debo usarla en su misterio: la hora es de esclarecimiento
      Ni inclinarme sobre mí cuando a mi lado
      Hay hambre y mentira y el llanto de un niño solitario en una calle
      Junto al cadáver de una madre; díganle que hay
      Un náufrago en medio del océano, un tirano en el poder, un hombre
      Arrepentido; díganle que hay una casa vacía
      Con un reloj golpeando horas; díganle que hay un gran aumento
      De abismos en la tierra, hay súplicas, hay alaridos
      Hay fantasmas que me visitan de noche
      Y que debo recibir; coméntenle mi confianza
      En la mañana
      Que siento una sonrisa en el rostro invisible de la noche
      Vivo en tensión a la espera del milagro; por eso
      Pídanle que tenga paciencia, que no me llame ahora
      Con su voz de sombra, que no me haga sentir cobarde
      Y tener que abandonarla en este instante, en su inmedible
      Soledad; pídanle, oh pídanle que se calle
      Por un momento, que no me llame
      Porque no puedo ir
      No puedo ir
      No puedo.
      No la traicioné. En mi corazón
      Vive su imagen, y nada diré que pueda
      Avergonzarla. Mi ausencia
      Es también un sortilegio
      De su amor por mí. Vivo del deseo de volverla a ver
      En un mundo en paz. Mi pasión de hombre
      Sobrevive conmigo. Tal vez yo deba
      Morir sin verla más, sin sentir más
      El gusto de sus lágrimas, sin mirarla correr
      Libre y desnuda en las playas y en los cielos
      Y en las calles de mi insomnio. Díganle que es ése
      Mi martirio; que a veces
      Me pesa en la cabeza el tiempo de la eternidad y las poderosas
      Fuerzas de la tragedia caen sobre mí y me empujan a la sombra
      Pero que debo resistir, que es preciso...
      Pero que la amo con toda la pureza de mi pasada adolescencia
      Con toda la violencia de las antiguas horas de extática contemplación
      Con un amor lleno de renuncia. Oh, pídanle a ella
      Que perdone a su triste e inconstante amigo
      A quien fue dado perderse por amor a su semejante
      A quien fue dado perderse por amor a una pequeña casa,
      A un jardín, a una muchacha vestida de rojo
      A quien fue dado perderse por amor al derecho
      De todos a tener una pequeña casa, un jardín
      Y una muchacha vestida de rojo; a quien perdiéndose
      le es dulce perderse...
      Por eso convénzala, explíquenle que es terrible
      Pídanle de rodillas que no me olvide, que me ame
      Que me espere, porque soy suyo, sólo suyo; pero que ahora
      Es más fuerte que yo, no puedo ir
      No es posible
      Me es totalmente imposible
      No puede ser, no
      Es imposible
      No puedo.




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      "Ser como un verso volando
      o un ciego soñando
      y en ese vuelo y en ese sueño
      compartir contigo sol y luna,
      siendo guardián en tu cielo
      y tren de tus ilusiones."
      (Hánjel)





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      Mensaje por Maria Lua 29.04.23 13:41

      Suspensión


      Fuera de mí, en el espacio, errante,
      la música doliente de un vals;
      en mí, profundamente en mi ser,
      la música doliente de tu cuerpo;
      y en todo, viviendo el instante de todas las cosas,
      la música de la noche iluminada.
      El ritmo de tu cuerpo en mi cuerpo…
      El giro suave del vals lejano, indeciso…
      Mis ojos bebiendo tus ojos, tu rostro.
      Y el deseo de llorar que viene de todas las cosas.




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      o un ciego soñando
      y en ese vuelo y en ese sueño
      compartir contigo sol y luna,
      siendo guardián en tu cielo
      y tren de tus ilusiones."
      (Hánjel)





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      VINICIUS DE MORAES  - Página 26 Empty Re: VINICIUS DE MORAES

      Mensaje por Maria Lua 01.05.23 17:01



      SI TODOS FUESEN IGUALES A TI

      (Poema de Vinicius de Moraes, melodía de Tom Jobim)

      Vive tu vida
      Tu caminho es de paz y amor
      Vive tu vida, una linda canción de amor
      Abre tus brazos
      Y canta la última esperanza
      La esperanza divina de amar en paz

      Si todos fuesen iguales a tí
      Qué maravilla vivir
      Una canción al llegar
      Una mujer al cantar
      Una ciudad al cantar
      Al reír, al cantar, al pedir
      La belleza de amar
      Como el sol
      O la flor
      O la luz
      Amar sin mentir
      Ni sufrir

      Existiría la verdade
      Verdad que no hay por ahí
      Si todos fuesen iguales a tí.


      SE TODOS FOSSEM IGUAIS A VOCÊ

      Vai tua vida
      Teu caminho é de paz e amor
      Vai tua vida é uma linda canção de amor
      Abre os teus braços
      E canta a última esperança
      A esperança divina de amar em paz

      Se todos fossem iguais a você
      Que maravilha viver
      Uma canção pelo ar
      Uma mulher a cantar
      A sorrir, a cantar, a pedir
      A beleza de amar
      Como o sol
      Como a flor
      Como a luz
      Amar sem mentir
      Nem sofrer

      Existiria verdade
      Verdade que ninguém vê
      Se todos fossem iguais a você


      _________________



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      y en ese vuelo y en ese sueño
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