ADRIENNE RICH
(16 de mayo de 1920, Baltimore, Maryland – 27 de marzo de 2012, Santa Mónica, California), poeta, intelectual, crítica y activista lesbiana estadounidense. Falleció a la edad de 82 años en San Francisco, California (EEUU)
Fue estudiante del Colegio Radcliffe cuando sus poemas fueron elegidos para publicarse en el Premio Yale de poesía joven; del cual se derivó Un cambio de mundo (1951), que reflejó su técnica formal. Su siguiente obra, delinea la transformación de una poesía bien trabajada pero imitativa hasta un estilo personal enérgico. Su creciente compromiso al movimiento feminista y una estética lésbica, han influenciado muchos de sus trabajos. Su obra poética, junto a la de Audre Lorde y Alice Walker, han inspirado la lucha no sólo de feministas de estadounidenses sino también de América Latina.
POEMAS:
PAULA BECKER A CLARA WESTHOFF*
Paula Becker (1876-1907) y Clara Westhoff (1878-1954) Se hicieron amigas en Worspede, una colonia de artistas cerca de Bremen, Alemania, el verano de 1899. En enero de 1900 pasaron juntas un año en París, donde Paula pintaba y Clara estudiaba escultura con Rodin. En agosto retornaron a Worspede, y luego pasaron juntas el invierno en Berlín. En 1910 Clara se casó con el poeta Rainer Maria Rilke, poco después, Paula se casaba con el pinto Otto Modersohn. Murió de una hemorragia después de dar a luz, murmurando: ¡Qué lástima!
El otoño se ha retrasado,
se sostiene el verano todavía, mientras la luz
parece durar más largamente de lo que debiera,
o quizás estoy usándola hasta el fin.
La luna rueda en el aire. Yo no quería a esta criatura.
Eres la única a quién se lo he contado.
Deseo tener un niño algún día, pero no ahora.
Otto tiene una manera calma y complaciente
de seguirme con sus ojos, como diciendo
¡pronto tendrás las manos llenas!
Y sí, las tendré; este niño será mío,
no suyo, los fracasos, si fracaso,
serán míos. No es fácil aprender, Clara
a prevenir estas cosas,
y cuando tenemos un niño, es nuestro.
Pero últimamente me siento más allá de
Otto o de cualquiera.
Sé ahora qué clase de trabajo tengo que hacer.
¡Exige tanta energía! Tengo el sentimiento de
moverme hacia algún lugar, paciente,
impacientemente,
en mi soledad. Busco en la naturaleza
formas nuevas, viejas formas en lugares nuevos,
los planos de una boca antigua, digamos,
entre las hojas.
Sé y no sé
lo que estoy buscando.
Recuerdas aquellos meses juntas en el estudio,
tus fuertes brazos hundidos en la arcilla
húmeda, mientras yo trataba de hacer algo con las
raras impresiones que me asaltaban - flores
y pájaros japoneses sobre la seda, borrachos
protegiéndose en el Louvre, aquella luz del río,
aquellos rostros... ¿Sabíamos exactamente
por qué estábamos allí? París te amilanaba,
era demasiado para ti, sin embargo
proseguiste tu trabajo... Y más tarde nos encontramos
nuevamente allí, ambas casadas entonces,
y pensé que tú y Rilke parecían inquietos.
Sentí cierta falta de alegría entre ustedes. Por supuesto
él y yo tuvimos nuestros roces. Quizás estaba celosa
de él, en principio por haberte alejado de mí;
quizás me casé con Otto para llenar
mi soledad de ti.
Rainer, por supuesto, sabe más de lo que Otto sabe,
él cree en las mujeres. Pero se alimenta de
nosotras, como todos ellos. Su vida entera, su arte
está protegido por mujeres. ¿Quién de
nosotras podría decir esto?
¿Quién de nosotras, Clara, como mujer no
ha tenido que dar un salto más allá de nosotras mismas
para salvar nuestro trabajo? ¿o es para
salvarnos a nosotras mismas?
El matrimonio es más solitario que la soledad.
Sabes: he estado soñando que moría dando a luz al niño.
No podía pintar o hablar o aún moverme.
Mi niño -pienso- me sobrevivía. Pero lo gracioso.
en el sueño, era que Raine había escrito mi réquiem;
Un largo y hermoso poema, llamándome su amiga.
Yo era tu amiga,
pero no en el sueño tú no decías una palabra.
En el sueño su poema era como una carta
a alguien que no tenía derecho
de estar allí, pero que debía ser tratado gentilmente,
como un huésped que llega en día equivocado. Clara,
¿por qué no sueño contigo?
Aquella foto donde estamos juntas; la tengo todavía,
tú y yo mirándonos intensamente
y mi cuadro detrás nuestro.
¡Cómo trabajábamos codo a codo!
Y cómo he trabajado desde entonces
intentando crear acorde a nuestro plan,
el que traíamos contra todos los obstáculos,
imprimir nuestra fuerza
en cada cosa. No deteniéndonos en nada
aunque fuéramos mujeres. Clara, nuestra
fuerza permanece todavía
en los temas de los que solíamos hablar:
cómo la vida y la muerte se toman de las manos,
la lucha por la verdad, nuestro voto contra
todo sentimiento de culpa.
Y ahora siento el amanecer y el día que llega.
Amo despertar en mi estudio viendo mis
pinturas revivir en la luz. A veces siento
que soy yo misma quien se mueve dentro de mí,
a quien debo amar y alimentar...
Deseo hubiéramos hecho esto una con la otra
toda nuestra vida, pero no podemos...
Dicen que una mujer preñada
sueña su propia muerte. Pero la vida y la muerte
se toman de las manos. Clara, me siento llena
de trabajo, de vida que vislumbro, y amor
por ti, que entre toda la gente,
no importa lo mal que lo exprese,
oirá todo lo que diga y lo que no puedo decir.
ADRIENNE RICH
Traducción: Diana Bellesi, del libro "Diez poetas norteamericanas"
* Algunas frases de este poema son citas de los diarios y cartas de Paula Modersohn-Bercker.
…
VEINTIÚN POEMAS DE AMOR
I
Cuando sea en esta ciudad parpadean las pantallas
con pornografía, vampiros de ciencia ficción,
matones victimizados doblados bajo el látigo,
además hay que caminar… nada más caminar
entre basura mojada y las crueldades de nuestros barrios
en primer plano.
Tenemos que agarrar nuestras vidas
de aquellos sueños rancios, del borboteo del metal, de esas desgracias,
y de la begonia roja que destella peligrosamente
en la entrada de un edificio de seis pisos
o de las chicas de piernas largas jugando a la pelota
en el patio de la escuela.
Nadie nos imaginó. Queremos vivir como árboles,
sicomoros llameantes en el aire sulfúrico,
moteados de cicatrices, pero floreciendo con exuberancia,
nuestra pasión animal enraizada en la ciudad.
II
Me despierto en tu cama. Sé que estuve soñando.
Más temprano, la alarma nos separó,
y hace horas que estás en tu escritorio. Sé lo que soñé:
nuestra amiga, la poeta, entra en mi cuarto
adonde pasé días escribiendo,
hay borradores, carbónicos, poemas desparramados por todas partes,
y quiero mostrarle un poema
que es el poema de mi vida. Pero dudo,
y me despierto. Me besaste el pelo
para despertarme. Soñé que eras un poema,
digo, un poema que le quería mostrar a alguien…
y me río y otra vez vuelvo a soñar
con el deseo de mostrarte a todos los que amo,
de movernos juntas abiertamente
en la fuerza de la gravedad, que no es simple,
que arrastra un largo trecho al plumerillo por el aire más alto.
III
Puesto que no somos jóvenes, las semanas tienen que contar
por los años que perdimos. Así y todo, sólo esta peculiar distorsión
del tiempo me dice que no somos jóvenes.
¿Acaso a los veinte caminé alguna vez por la calle a la mañana,
con los miembros ondulando de la más pura alegría?
¿O me incliné desde una ventana sobre la ciudad
a escuchar el futuro
como escucho, con nervios afinados, tu llamada ?
Y vos, vos te acercás a mí con la misma cadencia.
Tus ojos son inmortales, la chispa verde
del lirio a principios del verano
el mastuerzo verde-azul lavado por la primavera.
A los veinte, sí: pensamos que íbamos a vivir para siempre.
A los cuarenta y cinco, quiero conocer incluso nuestros límites.
Te toco sabiendo que no nacimos mañana,
y de algún modo, cada una ayudará a la otra a vivir,
y en algún lugar, cada una ayudará a la otra a morir.
IV
Vuelvo a casa desde vos por donde la luz temprana de la primavera
seca las paredes de siempre, el Pez Dorado,
la casa de saldos, la zapatería… arrastro la bolsa
de las compras, corro al ascensor
donde un hombre anciano y tieso, deja tranquilamente
que las puertas me cierren casi encima. – ¡Por el amor de dios, sosténgala!
le chillo – histérica – y me despeja el camino.
Me instalo en la cocina, descargo los paquetes,
hago café, abro la ventana, pongo a Nina Simone
que canta Aquí llega el sol…abro el correo,
mientras bebo el café delicioso, la música deliciosa,
con el cuerpo liviano y pesado a la vez , todavía con vos. Del correo
se cae una fotocopia de algo escrito por un hombre
de 27 años, un rehén, torturado en prisión:
Mis genitales fueron objeto de tal despliegue sádico
que me mantienen constantemente despierto del dolor…
Hacé lo que puedas para sobrevivir.
Sabés, creo que los hombres adoran las guerras…
Y mi enojo incurable, mis heridas insuturables
se abren más con las lágrimas, inútilmente lloro,
y ellos todavía controlan el mundo, y vos no estás en mis brazos.
V
Este departamento lleno de libros podría partir al medio
fácilmente las mandíbulas y los ojos saltones
de los monstruos: una vez que abrís los libros, te tenés que enfrentar
al lado bajo de todo lo que amaste –
los estantes y las pinzas bien agarrados, el abrebocas
con el que hasta las mejores voces tuvieron que mascullar,
el silencio que entierra niños no deseados-
mujeres, desviadas, testigos – en la arena del desierto.
Kenneth me cuenta que ordenó sus libros de modo tal
que puede ver a Blake y a Kafka mientras escribe;
Sí, y todavía tenemos que vérnoslas con Swift
que aborrece la carne de las mujeres mientras les alaba la mente,
el terror de Goethe a las madres, Claudel vilipendiando a Gide,
y los fantasmas - con las manos apretadas por siglos -
de artistas que murieron en el parto, de sabias calcinadas en la hoguera,
Siglos de libros no escritos apilados detrás de estos estantes;
y todavía tenemos que mirar la ausencia
de hombres que no debían y de mujeres que no pudieron, hablarle
a nuestra vida. Este hoyo aún sin excavar
llamado civilización, este acto de traducción, este medio-mundo.
VI
Tus manos pequeñas, exactamente iguales a las mías -
sólo que el pulgar es más largo, más grande - a esas manos
podría confiarles el mundo, o a muchas manos como esas,
que empuñan las herramientas de poder o el volante
o tocan un rostro humano...manos así podrían poner
al nonato directo en el canal de parto
o pilotear un barco explorador
en medio de los icebergs, o reunir
los jirones finos como agujas de un gran krater
sostenido de ambos lados por
los dedos de mujeres extáticas
que marchan
al cubil de sibyl o a la caverna eleusiana -
manos como esas podrían ejercer una violencia inevitable
pero con tal moderación, con tal comprensión
del rango y de los límites
que la violencia sería para siempre obsoleta .
VII
¿Qué clase de bestia convertiría su vida en palabras?
¿De qué tipo de expiación se trata?
y escribiendo palabras así, también yo vivo.
¿Es como las señales que aúlla el carcayú,
la cantata modulada de lo salvaje?
¿O, cuando estoy lejos tuyo y trato de crearte con palabras,
te estoy usando nada más, como a un río o una guerra?
Y cómo usé los ríos, cómo usé las guerras
para escaparme escribiendo de las peores cosas -
no de los crímenes de los otros, ni siquiera de la propia muerte,
sino del error de querer la libertad con suficiente pasión como
para que los olmos apestados, los ríos enfermos y las masacres parecieran
meros emblemas de esa profanación de nosotros mismos?
VIII
Puedo verme a mí misma años atrás en Sunion,
dolorida y con un pie hinchado, Philoctetes
con forma de mujer, rengueando por el largo sendero,
recostada en un promontorio sobre el mar oscuro,
mirando las rocas rojas abajo adonde un espiral
de blancura me decía que una ola golpeó,
imaginando el empujón del agua desde esa altura,
sabiendo deliberadamente que el suicidio no era mi metier,
y todo el tiempo cuidando y midiendo esa herida.
Bueno, eso se terminó. La mujer que quería
su sufrimiento está muerta. Soy su descendiente.
Amo la cicatriz que me legó,
pero de aquí en más quiero seguir con vos
luchando contra la tentación de hacer del dolor una carrera.
IX
Tu silencio hoy es un estanque donde viven cosas ahogadas
cosas que quiero ver levantarse chorreando y secarse al sol.
No es mi cara la que veo, sino otras caras,
la tuya, incluso, a otra edad.
Lo que sea que está extraviado ahí las dos lo necesitamos -
un reloj de oro antiguo, un registro de la temperatura que el agua borró,
una llave... hasta el barro y las piedritas del fondo
merecen su chispa de reconocimiento. Me asusta este silencio,
esta vida inarticulada. Estoy esperando
un viento que abra suavemente los pliegues de estas aguas
de una vez y me muestre qué puedo hacer
por vos, que a menudo hiciste nombrable
lo innombrable para los otros, hasta para mí.
X
Tu perra dormita, tranquila e inocente, entre
nuestros llantos, nuestras conspiraciones susurradas al alba
nuestras llamadas telefónicas. Ella sabe - ¿qué puede saber?
y si en mi propia arrogancia pretendo leerle
los ojos, allí sólo encuentro mis pensamientos animales:
que las criaturas deben encontrarse para el bienestar físico,
que las voces de la psique atraviesan la carne
más allá de lo que el cerebro torpe podría predecir,
que las noches planetarias se enfrían para aquellos
que están en el mismo viaje, los que quieren tocar
una criatura-viajero inequívoco hasta el final;
que sin ternura, estamos todos en el infierno.
XI
Cada pico es un cráter. Ésa es la ley de los volcanes,
lo que los hace eterna y visiblemente femeninos.
No hay altura sin profundidad, sin un centro candente,
aunque nuestras suelas de paja se deshilachen contra la lava endurecida.
Quiero viajar con vos a cada montaña sagrada
humeando por dentro como la sibila encorvada sobre su trípode,
Quiero estirarme para alcanzar tu mano mientras subimos por el sendero,
sentir tus arterias brillando en mi apretón,
sin dejar de notar la flor pequeña como una joya
poco familiar, sin nombre hasta que la renombramos,
colgada de la roca que cambia lentamente-
ese detalle del afuera que nos lleva hacia adentro,
que estaba ahí desde antes, que sabía que vendríamos, y que ve más allá.
XII
Durmiendo, turnándonos para girar como planetas
que rotan en su pradera nocturna:
un toque es suficiente para hacernos saber
que no estamos solas en el universo, ni siquiera en sueños:
el sueño - fantasmas de dos mundos
que andan por sus ciudades fantasmas, que casi se dirigen entre sí.
Caminé hasta tus palabras murmuradas
luz - u oscuridad - dicha años atrás,
como si hubiese hablado mi propia voz.
Pero tenemos voces diferentes, incluso en sueños,
y nuestros cuerpos, tan semejantes, son también distintos
y el pasado que reverbera en la corriente sanguínea
va cargado con lenguas diferentes, diferentes significados -
en cualquier crónica del mundo que compartamos
podría escribirse con un sentido nuevo que
éramos dos amantes de un mismo género
éramos dos mujeres de una misma generación.
XIII
Las reglas se rompen como un termómetro,
el mercurio se vuelca a través de los gráficos,
estamos en un país que no tiene lengua
ni leyes, vamos cazando al cuervo y al reyezuelo
por barrancos inexplorados hasta el amanecer
cualquier cosa que hagamos juntas es pura invención
los mapas que nos dieron están desactualizados
durante años conducimos por el desierto
preguntándonos si el agua alcanzará
las alucinaciones se vuelven sencillamente aldeas
la música de la radio nos llega clara –
ni Rosenkavalier ni Gotterdammerung
sino una voz de mujer que canta canciones viejas
con palabras nuevas, con un bajo tranquilo y una flauta
robados y tocados por mujeres fuera de la ley.
XIV
Fue tu visión del piloto
la que me confirmó mi visión de vos: dijiste, él sigue
dirigiéndose precipitadamente hacia las olas, a propósito
mientras nos agachábamos en la escotilla
vomitando en bolsitas de plástico
tres horas entre St. Pierre y Miquelon.
Nunca me sentí más cerca tuyo.
En la cabina de al lado había parejas de luna de miel
acurrucados uno en la falda o los brazos del otro
puse mi mano en tu muslo
como para consolarnos, tu mano se acercó a la mía,
y nos quedamos así, sufriendo juntas
en nuestros cuerpos, como si todo sufrimiento
fuese físico, así nos tocamos en presencia
de extraños que nada sabían y menos les importaba
vomitando su dolor privado
como si todo sufrimiento fuese físico.
[El poema flotante, sin numerar]
Pase lo que pase con nosotras, tu cuerpo
rondará el mío - tierno, delicado
tu forma de hacer el amor, como la fronda enroscada
del helecho de agua en los bosques
recién lavados por el sol. Tus muslos viajeros, generosos
entre los que mi rostro entero vuelve y vuelve-
la inocencia y la sabiduría de los lugares que mi lengua allí encontró -
la danza vital e insaciable de tus pezones en mi boca -
tu contacto, firme, protector, intentando
descubrirme, tu lengua fuerte, tus dedos finos
llegando adonde estuve esperándote por años
encerrada en mi cueva húmeda y rosa- pase lo que pase, esto es.
XV
Si me acosté con vos en esa playa
blanca, vacía, pura agua verde entibiada por la Corriente del Golfo
y no pudimos quedarnos acostadas en esa playa
porque el viento nos arrojaba arena fina
como si estuviese en nuestra contra
si tratamos de soportarlo y fallamos -
si nos fuimos a otra parte
a dormir abrazadas
y las camas eran angostas como catres de presos
y estábamos cansadas y no dormimos juntas
y esto fue lo que encontramos, y eso fue lo que hicimos -
¿fue nuestro el error?
Si me agarro de las circunstancias no me siento
responsable. Sólo la que dice
que no lo elige, es al final la que pierde.
XVI
Atravesando una ciudad desde vos, estoy con vos
como una noche de agosto
una bahía - tibia, bañada por el mar, te miraba dormir,
con la madera lijada y opaca del tocador
atestado de nuestros cepillos, libros y frascos a la luz de la luna-
o un huerto de rocío salado, acostada al lado tuyo
mirando el atardecer rojo por la puerta mosquitero del camarote,
en el grabador, Mozart en Sol menor
durmiéndonos con la música del mar.
Esta isla de Manhattan es bastante grande
para las dos, y estrecha:
esta noche puedo oírte respirar, se cómo es
tu cara boca arriba, la media luz trazando
tu boca generosa y delicada
donde la risa y la pena duermen juntas.
XVII
Nadie está destinado ni condenado a amar a nadie.
Los accidentes ocurren, no somos heroínas,
ocurren en nuestras vidas como los accidentes de auto,
los libros que nos cambian, los barrios
adonde nos mudamos y llegamos a amar.
Tristán e Isolda es nada más una historia,
las mujeres deberían saber al menos la diferencia
entre el amor y la muerte. Sin gorro de preso,
sin penitencia. Una mera noción de que el grabador
debería captar algo de nosotros: que no sólo
suena sino que podría habernos escuchado,
e instruir a las que vendrán:
esto fuimos, es así como intentamos amar,
y estas son las fuerzas que alineamos dentro nuestro
dentro y en contra nuestro, contra nosotros y dentro nuestro.
XVIII
Lluvia en la autopista del Oeste
luz roja a Riverside:
Cuanto más vivo, más pienso
que dos personas juntas son un milagro.
Contás la historia de tu vida
y por una vez, un temblor rompe la superficie de tus palabras.
La historia de nuestra vida se vuelve nuestra vida.
Ahora estás en fuga cruzando lo que algún poeta
seguro victoriano llamó el mar salado que se aleja.
Estas son las palabras que me vienen a la mente
siento el alejamiento, sí. Como he sentido al alba
empujar al día. Algo: una grieta de luz - ?
se cierra entre la pena y la angustia, un espacio se abre
donde yo soy Adrienne sola. Y enfriándome.
XIX
¿Puede estar enfriándose cuando empiezo
a tocarme otra vez, a apartar la adherencia?
¿Cuando, lento, el rostro desnudo vuelve de mirar atrás
y enfoca el presente,
el ojo del invierno, la ciudad, la bronca, la pobreza, y la muerte
y los labios se abren y dicen: planeo seguir viviendo?
¿Hablo fríamente cuando te digo en sueños
o en este poema, que no hay milagros?
(Te dije desde un principio que quería una vida cotidiana,
que esta isla de Manhattan era suficiente isla para mi)
Si pudiera hacértelo saber -
dos mujeres juntas son un trabajo
nada en la civilización lo hace sencillo,
dos personas juntas son un trabajo
heroico en su simpleza,
trayectoria dudosa de un lanzamiento elegido lentamente
donde la atención más feroz se vuelve rutina
- mira las caras de esos que lo eligieron.
XX
Esa conversación que siempre estuvimos a punto
de tener, continúa en mi cabeza,
de noche el Hudson tiembla a la luz de New Jersey
agua contaminada que así y todo refleja
a veces a la luna
y distingo a una mujer
que amé, ahogada en secretos, con la herida del miedo en torno a su garganta
asfixiándola como cabello. Y esta es ella
con quien traté de hablar, cuya cabeza lastimada y expresiva
apartándose del dolor, se sumerge más hondo
donde no puede escucharme,
y pronto voy a saber que le estuve hablando a mi alma.
XXI
Los oscuros dinteles, las rocas azules y extrañas
del gran círculo mecido por instrumentos de piedra
la luz nocturna del solsticio de verano que sube por detrás
del horizonte - donde dije "una grieta de luz"
quise decir esto. Y esto no es Stonehenge
ni ningún otro lugar más que la mente
volviendo atrás adonde su soledad,
compartida, pudo elegirse sin sentirse sola,
no con facilidad, no sin dolores para trazar
el círculo, las sombras densas, la enorme luz.
Elijo ser la figura en esa luz,
semiborrada por la oscuridad, algo que se mueve
por ese espacio, el color de la roca
saludando a la luna, aún más que roca:
una mujer. Elijo caminar aquí. Trazar este círculo.
ADRIENNE RICH (1974-1976)
(Traducción de Sandra Toro)
…
RECURSOS NATURALES
1
La entraña férrea del alcor. No se comprende.
Un calor de estiércol en la broza.
Donde inesperadamente el fuego del bosque se abre;
el calor, el aislamiento de las minas;
el arco-iris, ella, está luchando por extenderse
allá donde no comprenden ni el hombre ni el ganado,
arquea sus fulgores sobre surcos y rastrojo
sólo para llegar adonde debe ir;
desde la veta plateada brota la esmeralda
esperando que la luz la alcance, y respira con dolor;
la minera trabaja bajo el reflector
de su casco; carga un peso como la muerte.
2
La minera no es una metáfora. Como los demás,
desciende a la jaula, arrojada al fondo
por la gravedad; para ajustarse en la hendedura
su cuerpo debe transformarse como el de otros,
para cavar un filón
sobre ella la pica se apoya pesada, denso permanece
el aire enrarecido, con pedrones, vigas, con niebla,
la montaña se ciñe contra ella
el polvo de la montaña se interna lento
en las fibras de sus pulmones.
3
La jaula cae en lo obscuro de la caverna,
la rutina de la vida cotidiana continua:
una mujer gira la perilla de una puerta, pero tan suave,
tan calladamente, que nadie se despierta
sólo ella escudriña
en la obscuridad de las habitaciones, para cercionarse
de cómo duermen, a quién le falta su ternura,
por qué ventana penetra el hielo de febrero
en el cuarto y quién necesita de su protección:
Sólo ella puede ver; fue adiestrada para ver.
4
¿Podrías imaginarte un mundo habitado sólo por mujeres?,
preguntó el entrevistador. ¿Puedes imaginarte
un mundo donde las mujeres no existan? (él creyó
que era una broma). Sin embargo, debo pensar
en uno y otro en el mismo instante. Porque
habito ambos mundos. ¿Podrías imaginarte,
preguntó el entrevistador, un mundo sólo de hombres?
(él pensaba que era una broma). ¿Si piensas así,
sería el tuyo un mundo donde los hombres no existen?
Ausente, con cautela, respondí: Sí.
5
La ficción del hombre siempre comprensivo,
el perfil hermano, el alma gemela -
¿abandonamos por él a nuestras madres,
negamos por él a nuestras hermanas, una y otra vez?
¿Lo hemos soñado, lo conjuramos
sobre la estaca en cenizas,
noches, después, en la cabaña aislada por la nieve,
soñamos o vislumbramos su rostro
en las brasas líquidas,
ese hombre que se hubiera atrevido a conocernos?
6
Nunca fue el violador:
fue el hermano, perdido,
el compañero/gemelo cuya palma
tendría una línea de la vida idéntica a la nuestra:
firme, angulosa,
bifurcante rayo del insatisfecho deseo
Nunca fue la tosca mano de mortero, ni la ciega
baqueta de fusil lo que buscábamos:
sólo un semejante
con recursos naturales iguales a los nuestros.
7
Pero, a ciegas, otro ser
se construía
-un mutante dicen algunos:
un ser urgido por la sangre
el ejemplar de una “civilización chapucera”
como uno de ellos la llamó
los niños toman armas de fuego
porque eso es ser hombre
Durante siete años hemos vivido con la violencia
Ni siquiera valió una vida-
pero la garra del patriotero aprieta la garganta
de ella, y su voz está en peligro de muerte
y ese tipo de ser se ha acostado en nuestras camas
declarándose nuestro deseo
exigiendo sangre de mujer para vivir
el pecho de una mujer donde recostar sus pesadillas
8
Y ese ser existe con otras formas:
una pasividad que malinterpretamos
por ternura
en nuestra desesperada búsqueda-
Sin embargo la ternura es activa
la ternura limpia el miembro cancerado
ingenia instrumentos más compasivos
para tocar la herida más allá de la herida
y no desmaya con asco
no se ahuyenta
se mantiene con serenidad como testigo
contra el ave de rapiña, contra el parásito
9
Estoy cansada de su cobardía,
de la obligación de ser extraordinarias
al llevar a cabo lo que una mujer corriente
hace sobre la marcha
estoy cansada de mujeres que doblegan su altura
para sacar a luz la vena primordial
cansada de los desperdicios que toleramos
a tan alto precio, con tanta euforia, para recibir aún más
(-¿en qué se transforma lo que la minera muesca
y talla montaña adentro con su propio dolor?)
10
Soy esto: observo la araña
reconstruir “con paciencia”, dicen,
pero reconozco
en su propia impaciencia -la mía-
el fervor de hacer y rehacer una y otra vez
el lugar donde impera tal destrucción
rehusar, ser víctima
hemos vivido tanto tiempo con la violencia
¿Debo continuar repitiéndome
para mí y para ella:
Este es mi cuerpo,
tómalo y destrúyelo?
11
La grandiosidad de lo cotidiano:
en este frío granero las mesas están cubiertas
de porcelana, de calzadores de plata
alemana, hay un libro con bordes dorados
que se abre como un marco-
una caja de galletas de los años treinta.
Afuera, el norte se extiende vasto
con nieve no esparcida, todo es
al mismo tiempo distante y conocido
cada hogar tiene lo que debe contener
las mujeres cuecen restos de pavo
a fuego lento, guardan la cristalería
recién lavada, y remojan los manteles de hilo
La obscuridad llega temprano a las ventanas
12
Estas cosas menudas que las mujeres salvan
son cuánto queda de ellas
o de aquellos a quienes ellas aman
estos paquetes de cartas, de instantáneas
pacientemente pegadas durante años
en el álbum de fotografías
estas sobras, retazos convertidos en tela
vestidos de muñecas, limpios pedazos de tela blanca
para detener la sangre
el claro pañuelo amarillo de la novia
la marca de lápiz indicando la estatura del hijo
en la puerta del sótano. En este frío granero soñamos
un universo de cosas humildes-
y sin ellas, no hay recuerdo
ni fidelidad, ni el futuro tiene sentido
ni el pasado honor
13
Hay palabras que no puedo volver a escoger:
humanismo......andrógino
Esas palabras no son vergonzosas, ni deben encogerse
ante las furiosas abuelas estoicas:
su brillo es muy superficial, como un tinte
que no impregna
las fibras de la vida real
tal cual la vivimos, ahora
como esta manta maltrecha, obscurecida de manchas antiguas
que echamos sobre los hombros del hijo enfermo
o que envolvemos sobre las piernas insensibles
del héroe adiestrado para matar
volvemos nuestras manos sobre este tejido, hecho jirones
porque quedó interrumpido
una y otra vez, un legado sin terminar,
que se descubre en el cajón
de una vieja cómoda del granero,
desaparecido ya el orgullo y el esmero de aquella abuela
que aún nos estimula a continuar nuestro trabajo
inspirando nuestra obra, para absorber el abismo
en la Gran Nebulosa,
para ayudar a la tierra a concebir.
14
Las primeras mujeres que se reconocieron como mineras
han muerto. El arco-iris vuela
como un contrafuerte al aire desde las paredes sombrías
la vena plateada y verde
aguarda el golpe de la pica
el obscuro filón clama por la luz
Mi corazón se conmueve por cuanto no pudo salvar:
tanto se ha destruido
debo echar mi suerte con aquellos que,
siglo tras siglo, con astucia,
sin poder extraordinario alguno,
rehacen el mundo.
ADRIENNE RICH (1977)
(Traducción de Myriam Díaz-Diocaretz)
.
Última edición por Pedro Casas Serra el Mar 31 Mayo 2022, 13:46, editado 1 vez
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