DOS MONÓLOGOS
MONÓLOGO DEL SILENCIO.
I
podríamos definir este crepúsculo, un nacer
o un morir de lo ocurrido,
podríamos decir o pensar en definir la ilusión,
como el vago sentido de la vida,
el vuelo de un moscardón o una abeja si quieres,
la traducción del inconciente al subconsciente
o viceversa si deseas, como quieras amor ¿te parece?
podríamos definir tantas cosas este día,
si te apetece, podríamos darnos un enorme beso
y refugiarnos en la tarde de embelesos sentidos,
podemos hacer tantas cosas, ¿pero sabes?
prefiero incursionar con mis pinceles esos trazos,
que significan la metáfora de la vida
encausada a una rueda que gira loca
empujada por los brazos de alguien disfrazado de armonía,
prefiero ir a una pausa un punto y coma,
parecida a la pausa musical de una flauta
que trepa por los muros enredados con una hiedra,
o escuchar I pagliacci, o Recóndita armonía,
es tal la bulla que tengo en mis adentros
cuando pienso en ti y no te encuentro,
que a pesar de imaginarte inventando este monólogo,
me imagino que voy quedando tan solo,
y a lo mejor hasta estas letras me abandonen,
y se suban al árbol del subconsciente que me mira
interrogándome acerca de esta ilusión preconcebida.
II
MONÓLOGO ADENTRO DE UNA CARTA.
autora MARIA ELENA, MI MUJER
a veces cuando despierto con pena
al no recibir una carta en respuesta a la mía,
y me envuelvo en tu silencio apretado a tu recuerdo,
a ésa carita, a esas manitas, que solo toqué un día;
hay veces que mi congoja es tan fuerte
que desespera el no poder verte,
e invento un monólogo, para desahogar mi pena,
hablo solA conmigo mismo, te pregunto si me amas,
me respondo yo misma, contestando muy bajito
que me amas, tanto, tanto, y finjo que me miras
con tu sonrisa, tus labios moviéndose junto a los míos;
y a veces me acompañas toda la mañana
todo el día siento tu caminar alrededor de mis rosas,
y te siento tropezar con esas gotas de lluvia que caen,
te veo con pena, preocupada, tus ojos me piden ayuda
mis ojos te envían cariños y te regalan un manto,
lleno de amor, sin quebrantos, con toda mi paz
te tiendo mi mano, tomo la tuya,
y ahí quedo sola, tan sola a veces, que ni yo estoy ahí
estoy lejos de ti, también de mí,
y regresaré solo ese día que lo hagas tú, con mí, en ti.
a veces la ilusión de mi monólogo me mantiene viva,
pretendo cambiarlo a diálogo, tarde o temprano,
para bien o para mal, quien fuera adivino.
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