C. CANTAR DE LOS CANTARES.
CONTENIDO Y EXPOSICIÓN
2 Exposición
Las razones para esta interpretación serán encontradas no solamente en la tradición y la decisión de la Iglesia, sino también en el mismo canto. Mientras el esfuerzo se haga para seguir el hilo de un canto de amor ordinario, será imposible dar una exposición coherente, y muchos desesperan de obtener alguna vez una interpretación exitosa. En el comentario del presente escritor, "Comment. in Eccl. et Canticum Canticorum" (Paris, 1890), se dan un número de ejemplos de las interpretaciones puramente típicas y seculares, y además de ellas, tratando de cada una de las mayores divisiones, son cuidadosamente investigados los diversos métodos de exposición. La adecuada conexión de escenas y partes solo puede encontrarse en la esfera del ideal, en la alegoría. De ningún otro modo puede ser preservada la dignidad y santidad adecuada a las Escrituras y el llamativo título, “Cantar de los Cantares”, recibe una explicación satisfactoria. La alegoría, sin embargo, puede ser mostrada como posible y obvia, por medio de numerosos pasajes del Viejo y Nuevo Testamentos en los cuales la relación de Dios con la Sinagoga y de Cristo con la Iglesia o con las almas adoratrices es representada bajo el símbolo del matrimonio o esponsales (Jer., ii. 2; Sal xliv; He., xlv; Os, 19 ss., Ez., xvi, 8 ss., Mt, xxv, 1 ss; II Co., xi, 2; Ef., v, 23 ss.; Ap., xix, 7 ss., etc.). Un modo similar de hablar se observa frecuentemente en la literatura Cristiana, no pareciendo forzada o artificial. El testimonio de Theodoret para la enseñanza en la Iglesia Temprana es muy importante. El nombra a Eusebio en Palestina, Origen en Egipto, Cipriano en Cartago, y a “los Ancianos que permanecieron junto a los Apóstoles”, consiguientemente, Basilio, los dos Gregorios (de Nyssa y Nazianzen . Ed), Diodoro y Crisóstomo, “y todos de acuerdo uno con otro”. A ellos debe agregársele Ambrosio (Migne, P. L., XIII, 1855, 1911), Filastrio (Migne, P. L., XII, 1267), Jerónimo (Migne, P. L. XXII, 547, 395; XXIII, 263), y Augustín (Migne, P. L., XXXIV, 372, 925; XLI, 556). Sigue a esto que, la interpretación típica, también contradice la tradición, aún si no entra dentro del decreto pronunciado en contra de Teodoro de Mopsuestia. Este método de la exposición tiene, sin embargo, muy pocos adherentes, porque la típica solo puede ser aplicada a individuos o cosas separadas, y no puede ser usada para la interpretación de un texto conectado que contenga solamente un significado genuino y apropiado. El fundamento de la interpretación típica queda dedestruido de inmediato cuando la explicación histórica se prueba indefendible.
En la interpretación alegórica del canto, no constituye una diferencia esencial si la novia es tomada como símbolo de la Sinagoga, o sea, de la congregación de la Antigua Alianza o de la Iglesia de Dios de la Nueva Alianza. En verdad, el canto se aparta de ambas; por la esposa debe ser entendida la naturaleza humana como elegida (electa elevata, sc. natura humana) y recibida por Dios. Esta es encarnada, sobre todo, en la gran Iglesia de Dios sobre la tierra, a la cual Dios toma para Sí Mismo con el amor de un novio, la hace el punto de la coronación de todos Sus trabajos externos, y la adorna con el ornamento nupcial de la gracia sobrenatural. En el canto a la novia no se le reprocha por pecado y culpa sino, por el contrario, son alabadas sus buenas cualidades y belleza; consiguientemente, la comunidad escogida de Dios aparece aquí bajo la forma que es, de acuerdo con el Apóstol, sin mancha o imperfección (Ef., v, 27). Está claro que el Cantar de los Cantares encuentra su más evidente aplicación a la más santa Humanidad de Jesucristo, quien es unido en la más íntima ligazón de amor con la Divina Naturaleza, y es absolutamente inmaculada y esencialmente santificada; después de esto a la mas santa Madre de Dios como la mas hermosa flor de la Iglesia de Dios. (Con relación a dobles sentidos de este tipo en las Escrituras, cf. "Zeitschrift fur katholische Theologie", 1903, p. 381.). El alma que ha sido purificada por la gracia es también en un más remoto, y sin embargo real, sentido una digna novia del Señor. El significado verdadero del Cantar no debe, sin embargo, ser limitado a ninguna de estas aplicaciones, sino que será apropiada a la elegida “novia de Dios en su relación de devoción a Dios”
En realidad, la interpretación espiritual del cantar se ha probado como una rica fuente para la teología mística y el ascetismo. Es sólo necesario traer a la mente lo mejor de los viejos comentarios e interpretaciones del libro. Existen aún quince homilías de San Gregorio de Nyssa sobre los primeros capítulos (Migne, P. G., XLI, 755 ss.). El comentario de Theodoret (Migne, P. G., LXXXI, 27 ss.). es una rica sugerencia. En el siglo once Psellus compiló una “Catena” de los escritos de Nilo, Gregorio de Nissa y Máximo (Auctar. bibl. Patr., II, 681 ss.). Entre los Latinos, Ambrosio hace un tan frecuente empleo del Cantar de los Cantares que puede desarrollarse un comentario completo desde las numerosas aplicaciones, ricas en piedad, que hizo del mismo (Migne, P. L., XV, 1851 ss.). Pueden encontrarse tres comentarios en los trabajos de Gregorio Magno (Migne, P L., LXXIX, 471 ss., 905; CLXXX, 441 ss.). Aponio escribió un comentario muy comprensivo el que, aún hasta 1843, fue republicado en Roma. El Venerable Vede preparó el tema para un número de pequeños comentarios. Merece especial mención la elaborada exposición del libro por Honoro de Autun en sus significados históricos, alegóricos, tropológicos y anagógicos. Son universalmente conocidas las ochenta y seis homilías dejadas por San Bernardo. Gilberto de Hoyland le agregó a este número cuarenta y ocho más.
Los más grandes santos inspiraron su amor por Dios en las tiernas expresiones de afecto de Cristo y Su novia, la Iglesia, en el Cantar de los Cantares. Aún en los tiempos del Viejo Testamento debe haber consolado grandemente a los Hebreos, leer sobre la eterna alianza de amor entre Dios y Su fiel pueblo.
Dentro de ciertos límites la aplicación a la relación entre Dios y el alma individual, adornada con gracia sobrenatural es evidente por si misma y una ayuda para la vida virtuosa. La novia es primero elevada por el novio a una relación de completo afecto, luego comprometida o casada(iii 6-v, 1), y finalmente, luego de una actividad exitosa (vii, 12 sq.; viii, 11 sq.); es recibida en las moradas celestiales. Una vida de contemplación y actividad rodeada de dolorosas pruebas es allí el camino. En el Breviario y Misal de la Iglesia se ha aplicado repetidamente el canto a la Madre de Dios (ver B. Schafer in Komment., p. 255 ss.). En verdad la novia adornada con la belleza e inmaculada pureza y profundo afecto es una figura por demás apropiada a la Madre de Dios. Esta es la razón por la que San Ambrosio en su libro “De virginibus”, tan repetida y especialmente cita el Cantar. Finalmente la aplicación del canto a la historia de la vida de Cristo y de la Iglesia, ofrece pío pensamiento rico en material para la contemplación. Al hacer esto, el curso natural del cantar puede, en alguna medida, ser seguido. A Su entrada en la vida y especialmente al momento de Su actividad como un maestro, el Salvador busca a la Iglesia, Su novia y ella viene amorosamente hacia Él. Él se une a Si Mismo con el en la Cruz (iii, 11), la Iglesia misma hace uso de este pensamiento en numerosos oficios. Las afectuosas conversaciones con la novia (a cap. v, 1) tienen lugar después de la Resurrección. Lo que sigue puede estar referido a la posterior historia de la Iglesia.
Sin embargo debe hacerse una distinción en tales métodos de interpretación; entre lo que puede ser aceptado como cierto o probable en su contexto y lo que la pía contemplación ha agregado mas o menos arbitrariamente. Por esta razón, es importante averiguar más exactamente que lo que fue hecho en los primeros tiempos, el genuino y verdadero sentido del texto.
CONT.
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