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Alfonso Sastre (Madrid, 20 de febrero de 1926-Fuenterrabía, 17 de septiembre de 2021) fue un escritor, dramaturgo, ensayista, guionista cinematográfico español, uno de los principales exponentes de la llamada Generación del 50, galardonado con el Premio Nacional de Teatro en 1986. Su trayectoria personal se caracterizó por su compromiso político y social, que le llevó a ser perseguido y encarcelado durante la dictadura franquista, contra la que luchó decididamente. Desde comienzos de los años 1970 participó de manera significativa en apoyo de la izquierda nacionalista vasca.
Biografía
Nació el 20 de febrero de 1926 en Madrid, en la calle de Ponzano,4 en el seno de una familia laboriosa. Su padre, Alfonso Sastre Moreno era natural de Lorca y fue actor de teatro en la compañía de Francisco Villaespesa, y su madre, Aurora, de Zafrón, Salamanca, procedía de una familia de albañiles rurales. Sastre dice de sí: «Soy un producto madrileño de la emigración de gentes modestas, y hasta decididamente pobres, que buscaron una apertura para sus vidas en otra parte». Creció con tres hermanos (Aurora, Ana y José) y recibió una formación católica. La familia se mudó varias veces y los primeros recuerdos callejeros del dramaturgo se sitúan en la calle de Ríos Rosas. Cursó las primeras letras en el colegio parroquial adscrito a la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, en Bravo Murillo.
Padeció los bombardeos y el hambre de la Guerra Civil y cursó el bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid por el sistema "libre" en una academia privada. En 1943 comenzó la carrera de Ingeniería Aeronáutica, que abandonó a los quince días; lo intentó con la carrera de Aduanas y empezó a finales de los años cuarenta con obras existencialistas solo o en colaboración con el grupo "Arte Nuevo", que cofundó en 1945 para acabar con el tipo de teatro burgués auspiciado por Jacinto Benavente.
Este colectivo agrupó, él aparte, a autores como Medardo Fraile, con quien escribió la pieza Ha sonado la muerte, estrenada en el teatro Beatriz en 1946; Carlos J. Costas, José Franco, José Gordón, José María Palacio y Alfonso Paso. En su seno compuso Sastre los dramas Uranio 235, Cargamento de sueños (estrenada el 9 de enero de 1948 en el teatro del Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid por Arte Nuevo bajo su dirección y que narra la historia de un mendigo a quien la desgracia arrebató la fe), El cubo de la basura etcétera. En 1947 empezó a estudiar Filosofía y Letras y en la universidad fundó la revista Raíz con Juan Guerrero Zamora, donde publicó su traducción de Das Urteil, de Franz Kafka. Escribió en colaboración con Medardo Fraile Comedia sonámbula. Intervino como actor en L'annonce faite à Marie de Paul Claudel con la compañía Teatro Universitario de Ensayo. Comenzó a colaborar en la revista La Hora, de ideología falangista y editada por la jefatura nacional del Sindicato Español Universitario (SEU), y cumplió el primer periodo del servicio militar en La Granja. En 1949 comenzó Prólogo patético, que terminó en 1950; la obra fue prohibida y el autor pasó a comprometerse con el marxismo y el teatro social.
En 1950 firmó con José María de Quinto el Manifiesto del Teatro de Agitación Social (TAS) e inició una serie de polémicas en periódicos, libros y coloquios defendiendo la modificación activa de la sociedad por medio del teatro. Continuamente prohibieron al grupo representar obras propias o ajenas.
En 1953 concluyó sus estudios de Filosofía y Letras y tuvo lugar su primer gran éxito, Escuadra hacia la muerte, drama en dos actos estrenado el 18 de marzo de 1953, prohibido a la tercera representación e interpretado por el T.P.U., Teatro Popular Universitario, donde un grupo de soldados se encuentra castigado en una Tercera Guerra Mundial y se subleva asesinando al cabo; sienten, sin embargo, angustia y soledad y cada uno escapa de ella a su manera: Adolfo intentará sobrevivir en el monte, Andrés se pasará al enemigo y Javier se ahorcará. Pedro y Luis confían en el perdón.
El 17 de septiembre de 1954 se estrenó La Mordaza, que trata encubiertamente el tema de la dictadura, la represión y la censura. El déspota Isaías Krappo asesina a quien fue víctima suya durante una guerra civil y, aunque su familia lo sabe, sólo su nuera rompe la mordaza del silencio, compuesta de miedo, respeto y fidelidad familiar. Isaías muere en prisión y eso alivia a sus hijos. El mismo año escribió el drama revolucionario Tierra roja, que no se pudo representar, ya que trataba crudamente el tema de la explotación. Siguieron piezas como La sangre de Dios, Ana Kleiber (1955, estrenada en Atenas, 1960), Guillermo Tell tiene los ojos tristes (1955), drama histórico representado en Cagliari (Italia) en 1972, ya que fue prohibida por el régimen franquista; con apariencia histórica trata en realidad de la represión franquista. Muerte en el barrio, diálogo entre un comisario y un tabernero sobre el linchamiento de un médico, ausente de su trabajo cuando debía atender a un niño, que muere víctima de un camión. Le siguen obras como En la red o La cornada, ambas de 1959, esta última sobre el mundo de los toros; todas estas obras constituyen su teatro revolucionario. Por entonces empezó a colaborar en guiones cinematográficos para los directores José María Forqué y Juan Antonio Bardem.
En 1960 redactó el Manifiesto del Grupo de Teatro Realista, también con J. M. de Quinto, por un teatro de calidad. Esta experiencia se reflejó en su ensayo Anatomía del realismo (1965). Se acercó al teatro infantil con la pieza El circulito de tiza (1962), basado en un apólogo chino.
Su llamado Teatro penúltimo (1965-1972) representa una nueva evolución, y está constituido por siete obras: M.S.V. (o La sangre y la ceniza) (1965), El banquete (1965), La taberna fantástica (1966), Crónicas romanas (1968), Ejercicios de terror (1970) y El camarada oscuro (1972) y Ahola es de leil (1974).
Con ellas presentó la tragedia compleja, collage de la aristotélica, el teatro épico de Bertolt Brecht y el esperpento de Ramón María del Valle-Inclán. La sangre y la ceniza, o M.S.V. -iniciales de Miguel Servet Villanueva-, se escribió entre 1962 y 1965 y se editó en italiano y francés antes que en castellano (1976). Trata el proceso inquisitorial del médico, humanista y teólogo Miguel Servet, quemado por Calvino; por influjo del teatro brechtiano mezcla elementos dispares: sólida documentación histórica, himnos nazis, periodistas contemporáneos, imágenes proyectadas, efectos sonoros, inclusión del público en el drama y un lenguaje de contrastes entre el cultismo, el arcaísmo y la jerga, a fin de desconcertar y concienciar al público burgués para que se incomode y deje su alienación. En 1966 Sastre fue encarcelado, y con La taberna fantástica (1966, pero estrenada el 23 de septiembre de 1985) trata, con apariencia de sainete, el tema del lumpen y la marginalidad: al morir la madre de "el Rojo", él y otros quinquis -quinquilleros- reprimidos por la justicia y que actúan de modo compulsivo visitan la taberna de Luis y airean sus trapos sucios, se emborrachan y encolerizan y el Carburo apuñala al Rogelio -"el Rojo"-; todo termina esperpénticamente con romances y coplas a las "virtudes" del muerto. Los personajes se hallan desestructurados por su rol social y el lenguaje reproduce hasta lo ininteligible las jergas de gitanos y quinquis madrileños. Con esta obra culminaba un proceso de liberación del lenguaje.
Crónicas romanas (1968) es una versión del cerco de Numancia con alusiones a la obra de Cervantes sobre este tema; recurre otra vez al collage con imágenes nazis y referencias al Ché Guevara. Se reconocen grupos universitarios: sus hábitos -la obra se cierra con la canción "No nos moverán"- y su argot. Habla el historiador Polibio, que no figuraba en las versiones clásicas de Numancia. Se denuncia la violencia con que las civilizaciones se imponen atropellando los derechos del hombre, y los numantinos sucumben bajo cargas policiales como las actuales.
En 1971 escribió Askatasuna! y un año después viajó a Cuba y a Cagliari, donde se representaron sus obras editadas dos años más tarde en francés. Estrenó en Rusia y Estados Unidos. En 1974 le detuvieron junto a su mujer, Eva Forest, a la que encarcelan hasta 1977 bajo la acusación de colaborar con ETA en el atentado de la cafetería Rolando, que se saldó con doce muertos. Sastre también estuvo en prisión entre octubre de 1974 y junio de 1975. En 1978 terminó la Tragedia fantástica de la gitana Celestina, publicada en italiano en 1979 y en español en 1982. Se cuenta la historia clásica invirtiendo algunos elementos, ya que Calisto se enamora de Melibea, antigua prostituta y actual abadesa de un convento; Parmeno lo conduce allí pero Calisto huye perseguido por hereje y la gitana Celestina convence a Melibea para que acepte a Calisto; en una entrevista entre los amantes, unos animales los matan, Celestina muere como monstruo deforme y Sempronio se ahorca. Desde ultratumba, Calisto y Melibea saborean sus últimos instantes de amor. El viaje infinito de Sancho Panza (1984) reelabora las dos partes de Don Quijote: Sancho intentó ahorcarse al morir su amo; ha ingresado en un manicomio, cuyo siniestro doctor narra cómo convenció a don Quijote para buscar aventuras por los campos de La Mancha. Escribió Jenofa Juncal, la roja gitana del monte Jaizkibel y Los últimos días de Emmanuel Kant contados por Ernesto Teodoro Amadeo Hoffmann, estrenada esta última en febrero de 1990. En nota a ¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás? (1990) se despidió del teatro: «Es... el acabóse.» Pero sigue escribiendo teatro, ensayo y poesía. En 1993 recibió el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Literatura Dramática.
Alfonso Sastre escribió también cuentos de terror, género al que era muy aficionado, que toca ocasionalmente en su teatro y poesía y que recopiló en Las noches lúgubres. También escribió crítica literaria y política y ejerció habitualmente como colaborador en varios periódicos. También escribió una breve autobiografía, Sonata en mi menor, y fueron editadas colecciones de cartas y alguna entrevista. Comprometido a fondo en la lucha contra el franquismo, sostuvo una notoria polémica con Antonio Buero Vallejo sobre el modo de luchar con el teatro para cambiar la sociedad durante la dictadura; mientras que Buero defendía el posibilismo, es decir, aprovechar cualquier resquicio que permitiera la censura franquista para intentar cambiarla desde dentro, Sastre consideró más radicalmente que esta actitud era una claudicación y optó por un teatro extremista que apenas encontró forma de poderse representar fuera de cenáculos muy limitados merced a la presión de la censura y las dificultades que ponían los empresarios teatrales. El teatro de Sastre, sin embargo, no atiende sólo al contenido y está preocupado por las cuestiones formales y estructurales y es sensible, pues, a cualquier renovación que provoque la concienciación y el resquebrajamiento del teatro burgués.
Actividad política
Durante el franquismo, Sastre militó en el Partido Comunista de España (PCE). En 1956 fue encarcelado por su participación en las protestas universitarias contra la dictadura. Un año antes se había casado con Eva Forest, que compartía con Sastre su compromiso político. En los primeros años de la década de 1970, Sastre abandonó el PCE, considerándolo demasiado reformista. Durante los últimos años de la dictadura, Forest fue detenida el 16 de septiembre de 1974 por su presunta implicación en el atentado de la calle Correo, que dejó doce muertos. Tras ser encarcelada, Sastre se presentó en el juzgado, siendo encarcelado y procesado por delito de terrorismo. Sastre pasó ocho meses y medio en prisión antes de ser puesto en libertad provisional, bajo fianza de 100 000 pesetas. Finalmente la causa fue sobreseída. En 1975 dejó España y se estableció en Burdeos (Francia), donde permaneció año y medio, antes de ser expulsado por las autoridades francesas y volver consiguientemente a España.
Forest permaneció en prisión preventiva tres años, hasta que fue excarcelada en junio de 1977 y definitivamente exonerada gracias a la Ley de Amnistía de dicho año. Tras su liberación, el matrimonio se mudó a Fuenterrabía. Desde entonces, la actividad política de Sastre siempre estuvo ligada a la izquierda nacionalista vasca. En 1980 la pareja fue brevemente detenida al sospechar la policía que en su casa se podía ocultar un comando de ETA. Tras su liberación, Sastre declaró que simpatizaban con Herri Batasuna, pero que no tenían ninguna relación con ETA. En 1987 pidió el voto para Herri Batasuna (HB) en las elecciones al Parlamento Europeo de 1987 y en las de 1989 fue candidato por la misma formación. Fue organizador, en 1998, de la plataforma Hitz egin en apoyo del diario Egin. En las elecciones al Parlamento Europeo de 1994 fue candidato por Herri Batasuna de nuevo, y en 1998 fue promotor y candidato de Euskal Herritarrok (EH) para las elecciones al Parlamento Vasco por Guipúzcoa y en 1999 para las elecciones al Parlamento Europeo de 1999. También fue uno de los firmantes de apoyo a una iniciativa a favor de los derechos de los presos de ETA aparecida en Gara el 11 de mayo de 2000 y autor, el 13 de junio de 2002, junto con su esposa, Eva Forest, de un documento contra la ilegalización de Batasuna. Igualmente fue promotor de la candidatura Herritarren Zerrenda (HZ) (anulada por su relación con la ilegalizada Batasuna) para las elecciones al Parlamento Europeo de 2004, participando en el acto de presentación de ésta celebrado en el Palacio Kursaal de San Sebastián el 24 de abril de 2004. El 12 de diciembre de 2007 participó en un acto en la Universidad del País Vasco organizado por la Plataforma de Solidaridad con los Imputados en el Sumario 18/98. Asimismo ha sido colaborador del diario Gara. En 2008 fue candidato por Acción Nacionalista Vasca (ANV) en las elecciones generales al Senado por la provincia de Guipúzcoa,13 siendo anulada la candidatura por el Tribunal Supremo al considerarla sucesora de la ilegalizada Batasuna.
Por último, en las elecciones al Parlamento Europeo de 2009 fue el cabeza de lista de la candidatura Iniciativa Internacionalista - La solidaridad entre los pueblos, anulada en un principio por el Tribunal Supremo pero restituida por el Tribunal Constitucional, para la cual el 23 de mayo de 2009 Arnaldo Otegi pidió el voto de la izquierda abertzale. Dicha candidatura no obtuvo representación en las elecciones celebradas el 7 de junio de 2009.
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Algunos poemas de Alfonso Sastre:
POEMA 2
-Vámonos ya de aquí,
madre.
-¿Te aburres, hijo mío,
bajo el sol de la tarde?
El mundo es aburrido
pero es hermoso y grande.
Hay estrellas y cielos en la altura
y aquí ríos y mares.
-Vamosnos ya de aquí,
madre.
-Tú serás grande y fuerte
como los hombres importantes
o quizás dulce y bueno
y te pondrán en los altares.
-Vámonos ya de aquí,
madre.
No te aburras, hijito,
bajo el sol de la tarde.
Este mundo es antiguo
y grande.
Además es hermoso.
Tiene mares
y río y horizontes
interesantes.
Cabecita inclinada,
¿te aburres?
-Vámonos ya del mundo,
madre.
(1945)
SONETO ADJETIVO
(Autorretrato de 1946)
Mi rostro es muy delgado y es borroso.
Con una extravagancia poco amable.
forja su sueño largo y censurable
bajo el pelo rebelde y andrajoso.
Es flaca y desgarbada mi figura
pintada cuando Dios imitó al Greco
para hacerme nacer largo y enteco,
breve de pecho y amplio de amargura.
La espalda se me curva aunque yo quiera
alzarme con violencia en cataclismo
de huesos para hacer mi primavera.
Y después de la fe y el misticismo
paso al triste retrete de tercera
y meditando orino en el abismo.
(junio 1946)
A MODO DE POETA
No voy a decirles nada del otro jueves.
Voy a decirles tan sólo
que el que escribe estas cosas más o menos humildes,
el que sencillamente dice su alegría o su dolor diarios,
no pretende invadir la tierra de los grandes poetas,
porque tiene bastante con hablar sobre cosas sabidas,
con la tonta alegría de creerse escuchado por hombres,
de quererse escuchado por mujeres ignorantes, sencillas y buenas.
Estoy bien con vosotros, amigos,
estoy bien entre todos vosotros, y no entre los poetas
esenciales al mundo, superiores y sabios.
Yo, a lo más, os ofrezco
un remedio casero o una fórmula mágica
para curar algunos dolores del espíritu.
No me contéis, amigos, en la tierra celeste de los grandes poetas
sino aquí muy pegado a la tierra en la hora diaria
al salir del trabajo, al tomar un buen vaso de vino.
Allá ellos,los poetas, si manejan tan sólo palabras esenciales
y desdeñan la gracia de cantar buenamente las cosas.
Allá ellos, los poetas, si no se cuidan nunca de nosotros,
de la gente que disfruta contándose pueriles aventuras.
Oh poetas,
sabed, en fin, que Alfonso Sastre es humilde como un sastre de oficio.
(marzo 1948)
CUENTO DE MIEDO PARA UNA ACTRIZ
Verás María Fernanda.
Sólo porque has venido a vernos una tarde te escribo.
No, no te conocemos.
No sabemos nada de ti.
Pero has venido.
Has estado con nosotros una tarde.
Se acercaba el otoño como siempre.
Ya has visto.
Este café es un sitio muy propicio al ensueño
aunque digan que no los guardias de la circulación,
aunque creas que un cartel luminoso se clavaría en tus ojos
para impedirte ver el Más Allá.
Olvídalo.
¿No sabes?
Este café es un sitio muy propicio al ensueño.
Yo, pensando,
pensando en ti, María Fernanda, he visto,
he visto yo, María Fernanda, cosas,
yo he visto,
he leído,
en la jarra del agua,
en la jarra del agua yo he visto tu futuro.
Verás, María Fernanda.
Sin ver la palma de tu mano te lo puedo decir.
Cuando yo un día,
cansado profesor de gris filosofía,
o escritor de comedias,
o poeta con largos cabellos,
o novelista, o nada,
hombre doliente y vagabundo,
me acerque a un camerino misterioso y vaya a entrar
presentiré que algo va a ocurrir
pero haré que el espanto se agazape en la planta de mis pies.
Descorreré el pestillo sin preguntar ¿se puede?
Me refiero al pestillo, oh María Fernanda,
al pestillo de ese misterioso camerino de que hablo.
Un espejo,
un elegante espejo (o no) y vestidos ahorcados,
zapatos-de-mujer-mediaas-de-seda-sombreros,
todo revuelto,
pelucas, oh trágicas elucas, y una cabeza humana sonriendo.
Y en un rincón,
en un rincón una olvidada peluca rubia
para la cual tendré, ya lo verás, mis pro0fundos respetos.
Y tú,
tú allí sentada,
con las piernas cruzadas,
riéndote,
riéndote de mí.
Verás, María Fernanda.
No te digo estas cosas por asustarte. Son ciertas.
Allí estarás riéndote, fumando un largo cigarrillo,
con el cabello echado por la cara.
El traspunte dirá desde el pasillo: Señorita
María Fernanda a escena.
Pero tú no saldrás.
Tndrás bastante con reírte de mí.
"Es un loco", dirás para tranquilizarte.
"Este pobre traspunte se emborracha".
Yo advertiré la huella en ti
de la morfina y del insomnio
pero no diré nada. Te miraré tan sólo
con alguna dulzura pensando en aquel tiempo
.
"Aquel café era un sitio muy propicio al ensueño,
¿recuerdas?"
Pero el traspunte golpeará la puerta,
la golpeará insistentemente,
ya agitado, ya el pobre con una extraña irritación.
"Ese hombre, comentarás, no sabe estarse quieto".
Señorita María Fernanda, a escena -suspirará el traspunte casi muerto
de dolor y, también, profesional angustia.
Nos reiremos los dos del pobre hombre.
Tú me dirás: "Oh chico, cuánto tiempo"
y empezarás entonces,
sólo entonces,
a vestirte para la escena.
"¿Qué traje te parece que me ponga?"
Con los ojos cerrados te diré: Tú verás, yo no entiendo
mucho de trapos pero, ¿de qué trata la comedia si es que puede saberse?
"No recuerdo muy bien pero era algo, creo,
de que yo me moría", dirás tranquilamente. "Este teatro, en fin,
es serio", y yo abriré los ojos
y estarás ya vestida de dama del XIX con un alto peinado.
Yo no podré resistirlo por más tiempo.
Desde mi pobre sitio arrojaré un zapato de raso al ovalado espejo
para impedir que tú te pongas unas medias de seda.
"Vístete de robusta campesina", te diré enloquecido.
"Suelta, oh María Fernanda, los cabellos al aire
o en trenzas que te caigan sin cesar por la espalda.
Viste una blanca blusa que azote al viento.
Alpargatas de cáñamo para tus pies de niña
y vámonos a saltar los riachuelos y a reírnos del mundo.
Echemos un alto pino al suelo con violentos hachazos
y encendamos por la noche una hoguera como un incendio grande."
A todo esto
el espejo habrá caído al suelo en catorce pedazos (ése es el número)
y se habrá hecho, no sé por qué, el oscuro.
Tú me dirás: "¿Qué has hecho?"
con espanto,
con los ojos abiertos,
esos ojos tuyos que en otro tiempo eran misteriosos, nostálgicos.
Y se abrirá la puerta
y el traspunte dirá angustiado: "Oh por Dios, señorita,
a escena."
Tú le dirás que pase
y cerrarás la puerta mirando al pobre hombre con terrible dureza a sus dos ojos
y el traspunte ya estará con nosotros para siempre.
"Verás, María Fernanda", te diré.
"¿Quieres saber mi vida?
Ahora soy profesor de gris filosofía,
ayer poeta,
anteayer dramaturgo,
mañana novelista.
Oh sí, soy tantas cosas. ¡Y tan bellas! ¿Verdad?"
"Mi viejo profesor, explícame qué ocurre", dirás tú soñolienta.
"¿Cómo es la vida así?"
No sabré responderte después de tantos años de estudio
y me pondré nervioso.
No sabré qué decir. Suspiraré. Acaso broten lágrimas
de mis ojos miopes.
Y por calmar mis nervios retorceré el pescuezo del traspunte
que, resignado, no protestará.
Te gustará no poco mi respuesta
y sacáremos algunas enseñanzas de mi pequeño crimen.
(No se ve diariamente a un buen traspunte muerto.)
Entonces te llevaré a mi casa
y frente a frente ya, bajo una lámpara de mortecina luz,
frente afrente diré:
"María Fernanda, qué sorpresa,
pues hace tanto tiempo,
tanto, tanto que no nos vemos, buena amiga."
Y entonces
allí
te mataré
sinceramente
como un amigo de la infancia.
Y
por
l noche
me llevaré tu cuerpo a un río
y allí te arrojaré.
Me secaré las lágrimas con un pañuelo sucio
y me iré a dar paseos por la ciudad como un triste turista
que es lo que soy ahora, como ahora.
Todo esto, María Fernando, he visto.
Pero tú no hagas caso de sueños o de siniestras pesadillas.
Olvídate de lo que he visto en el cristal
de la jarra del agua.
Olvídate de mí.
No nos veremos nunca.
(22 septiembre 1948)
MENSAJE A UN JOVEN ACTOR
El mundo es tan sólo una mesa de despacho –te habían dicho-.
El mundo es tan sólo un largo mostrador de mercería.
El mundo es tan sólo un alto andamio
del que cuelgan como arañas millones de obreros.
El mundo está hecho de tinta y de cemento, hijo.
Pero ahora tú sabes que el mundo es una vieja pensión provinciana,
que el mundo es sólo un cuarto con un espejo grande,
que el mundo es un tren que te lleva de un lado para el otro,
que el mundo es un paseo hasta el mar,
que el mundo es- ¿cómo definirlo?- una muchacha triste,
que el mundo es, en fin, llorar de amor ante un crepúsculo luminotécnico.
(Otoño 1948)
DESDÉMONA
(un cuento)
Hoy no hay función.
El primer actor se niega firmemente a matar a Desdémona.
(Desdémona es muy bella. Eso lo explica todo.
¿Por qué habría contratado, Señor, el empresario
a una actriz tan celeste?
No, no hay función. Es inútil, inútil. No es posible un acuerdo.
El apuntador se niega a darle la frase que anuncia la muerte.
El traspunte no quiere llamarla para la horrible escena.
El electricista, por su parte, ya ha dicho
que no cuenten con él ara nada, que cometan si acaso ese crimen a oscuras.
En fin, los maquinistas
no quieren hacer el palacio del crimen, la casa
donde esa bella niña ha de ser muerta.
Y, decididamente, el sastre no quiere amortajarla.
(Y se fueron al parque
y allí el apuntador susurró dulcemente un diálogo
de amor
y el traspunte llamó al primer actor a la escena del beso
y el electricista apagó traviesamente el sol,
poco a poco, dejando reflejos rojizos en los árboles,
y después apagó los reflejos rojizos y, borrado el crepúsculo
encendió...
encendió los faroles de gas...
Y luego
los maquinistas armaron un hogar y el sastre
visitó a la actriz con un traje de novia.
Y entonces se marcharon los alegres obreros
y se quedaron solos ella y él
y el primer actor lloró de alegría al besar a la novia
y se casaron
y aquella actriz amó dulcemente a su esposo
y aquella noche no hubo función
y fueron felices.
Y luego, pasados los años,
se fueron al teatro una noche de invuerno...
Y daban "Otelo"...
Y al ver cómo Otelo mataba a Desdémona
rieron... rieron...
rieron recordando la vieja locura.)
(otoño 1948)
ALGO COMO UN LLANTO SUAVE
Ojalá yo fuera amado cuando muerto.
Antes hacer un poco de algo, grande o pequeño.
Después librarme cuando pueda sr de este peso.
Pero cuánto me gustaría dejaros u dulce recuerdo.
No me importaría morirme mañana mismo
aunque tampoco eso sea verdaderamente preciso.
(¿1948?)
UN DÍA
Acaso no tenga nada que contar esta tarde
mientras mi padre juega al dominó con sus amigos,
mientras llueve muy densamente fuera, en la Avenida de la Reina Victoria.
Sólo quizá decir que no estoy triste.
Pocas cosas espero. He escrito un artículo
sobre el gran Pitoëff que murió hace diez años
y del que dice Jean Cocteau que fue
un santo del teatro.
He escrito sobre el "Hamlet" de Shakespeare y les he dicho
que diga lo que diga el señor Eliot a mí me gusta tanto...
¿Y qué será de mí?
Dentro de un rato iré
a casa de Isabel Jiménez, mi joven profesora de griego. Y tras Platón
llegaremos al piano
y nuestra profesora, mientras en los cristales resbalará la lluvia,
tocará alguna melodía nostálgica.
Emilia se quedará mirando pensativa.
Estará Alfonso Paso (¿te acuerdas tú, Fonfón,
de nuestra infancia?) y yo, para no estar tan solo, fumaré cigarrillos
sentado y soñoliento en la butaca.
Qué pocas cosas traigo (pienso) del pasado.
Cuántas películas he visto que no recuerdo...
En mi cartera
las fotos son borrosas, la tinta de los recuerdos
pálida y cenicienta,
las tarjetas
muertas.
¿Qué será de nosotros?
Por las noches voy a cenar a casa
y escucho por la radio algún concierto, quizás
una canción desgarrada de París.
Y luego
en mi cuarto
leo y sueño.
Ya dije que no tenía nada que contar.
(mayo 1949)
BRINDIS DE LOS NIÑOS QUE FUIMOS
Dediquemos ahora un recuerdo
a los niños que fuimos hace tiempo.
Cuando nos hacíamos sangre en las rodillas
y nos refugiábamos en las faldas de nuestras madres.
Cuando jugábamos al peón bajo una acacia
y los más listos nos ganaban las bolas más azules.
Cuando teníamos miedo en el pasillo
y no nos dejaban cruzar al otrolado de la calle.
Cuando leíamos el "Aventurero"
y soñabamos con ser Flash Gordon.
Cuando hicimos la Primera Comunión
y nos retrató un fotógrafo triste.
Cuando íbamos al cine a ver a Jean Harlow
que era una chica rubia.
Cuando hicimos el ingreso en el Bachillerato
y nos equivocamos en la cuenta de dividir.
Cuando pensábamos que íbamos a ser ingenieros
y no sabíamos nada los unos de los otros.
Por los niños que fuimos hace tiempo
yo levanto mi vaso y mi recuerdo.
(marzo 1951)
ANDRÓMEDA
¡Te hablo como amigo, lejanísimo habitante de Andrómeda!
Vivo en la Tierra. Rodamos por el espacio, alrededor de una enorme, pequeñísima estrella, el Sol,
en un brazo de la gran espiral que quizás tú,
desde algún lejano observatorio, miras conmovido.
En español te hablo y digo: piensa
en mí, compréndeme
tratando de encontrarme.
¡No, no me entenderás! ¡Es inútil mi carta!,
¡porque nunca llegará a ti!,
pero además porque nunca comprenderías estos signos, este español en que te hablo,
¡pobre hermano mío! ¡y pobre hermano tuyo yo en la Tierra!
¿A dónde habéis llegado? ¿En qué momento estáis de vuestra historia?
¿Os desgarráis también los unos a los otros? ¿Os amáis? ¿Habrá guerra?
Aquí hay lucha de clases,
se habla de espacio curvo,
el cáncer no es curable,
combatimos las infecciones, hay vacuna
contra la parálisis infantil, vamos venciendo
los terrores nocturnos, no sabemos
nada de Dios, se desintegra
el átomo de uranio 235, se construyen
bombas atómicas, hay hambre, agonizan
miles de hombres en campos y suburbios, nos amenazamos, se teme
una tremenda guerra, lanzamos
satélites artificiales, hablamos
del viaje a la luna.
Por los demás, tortura, policía, mordaza, cárel, muerte y gran miseria. ¡Enemigos
los unos de los otros!
Vosotros
¿habéis llegado a todo esto? ¿Dónde estáis?
Si ya lo habéis pasado, ¿qué hay al final de tanta angustia?
¿O todavía creéis que sois vosotros
el centro de todo el Universo? ¿Qué sabéis? ¿A qué hipótesis
habéis llegado?
Aquí vivimos poco tiempo. ¿Y vosotros, decidme? Pero ¿cómo
mediros, cómo
compararnos? ¿Qué os da tiempo a saber, a hacer, en vuestra vida?
¿Sentís aburrimiento? ¿Hay música? ¿Representáis
los unos para los otros? ¿Os divertís así (Teatro)? ¿Amáis
a vuestros niños? ¿Son bellas vuestras chicas?
Me pregunto con terror cómo sois.
¡Lejano habitante de Andrómeda, siento angustia! ¡Nunca sabré de ti! ¡Me moriré sin verte!
Sin embargo, esta noche, a dos millones de años
luz de ti,
sin ninguna esperanza,
miro al cielo y te amo enormemente extendiendo los brazos en esta forma
de muy pequeño insecto.
(Puerto de Navacerrada, 18 agosto 1958)
MANIFIESTO
Yo firmo lo que sea.
Pero no se trata tan sólo de firmar. Se trata
de escribir.
Pero no se trata tan solo de escribir. Se trata
de leer en voz alta. Pero no sólo de eso sino también
de gritar por las aceras.
Pero no sólo de gritar. Se trata
de reunirnos todos, al fin, por la justicia,
por la paz.
Pero no sólo de reunirnos;
también de cantar.
Pero no sólo de cantar; también
de iniciar una marcha.
Pero no sólo de iniciar una marcha sino también
de llegar, caminando, hasta el fin; de
(caiga quien caiga) derribar
a las gentes que aquí nos envilecen.
Pero no sólo de llegar, de derribar, sino también
de construir dentro de españa a España.
Pero no sólo de eso, sino también…
(Madrid, julio y agosto 1960)
HOMBRE DE MADRID
Yo, hombre de Madrid, terriblemente
superficial como buen madrileño
digo que no me importa
no ser un gran poeta sino esto que habéis visto;
uno que habla de las cosas
de dentro y las afueras
con deseo de ser, más que nada, científico y que al tiempo se entienda.
Si no soy lo que se llama un poeta considerable qué le voy a hacer
yo que he contado mi pena
y mis esperancillas. He escrito pues así porque me ha parecido bien,
sin otras pretensiones que informaros
de una vida modesta y un poco luchadora.
Ya que habéis leído este libro, a mí olvidadme
pero tratad como podáis
de acompañar a los valientes compañeros.
(Bueno. Yo soy de Madrid. ¡Qué pasa!, digo l que mira retador;
y enciendo un celta corto u como un poco de escabeche y bebo un vaso
en Casa Luis a la salud de ustedes. Buenos días).
(Madrid, agosto 1960)
PROTESTA Y FIRMA
1
Aunque nadie me oiga yo protesto
porque matan a Julius y Ethel Rosemberg.
Protesto y firmo con mi nombre.
2
Aunque nadie me escuche yo protesto
porque dan golpes fuertes en la tripa.
Protesto y firmo con mi nombre.
3
Aunque nadie me atienda yo protesto
por el humo infernal del horno crematorio.
Protesto y firmo con mi nombre.
4
Aunque nadie me entienda yo protesto
porque linchan a un negro, el cual fallece.
Protesto y firmo con mi nombre.
5
Aunque nadie se mueva yo protesto
por ver fusiles gringos en España.
Protesto y firmo con mi nombre.
6
Aunque nadie me oiga yo protesto
por pañuelos que atan en mi boca
para que nadie me oiga, escuche, atienda, entienda, muévase.
Protesto y firmo con mi sencillo nombre.
(5 septiembre 1960)
CALLE DE LA INFANCIA (Río Rosas, 16)
Aquella vieja calle, tranquila,
dulcemente acostada a la sombra,
con sus sencillas tiendas (los ultramarinos
de Yonte,
el carbón de Parrondo,
el bar de Frutos...)
y con sus acacias cada año tan nuevamente jóvenes
fue el lugar de mis primeros miedos en la vida, por la vida, a
o para la vida. Estaba un poco enfermo. Dormitaba
en mi hamaca rayada frente a la puerta bajo una acacia que yo recuerdo grande
(y Paca la portera, y doña Carolina).
Enfrente la larga tapia roja del convento
(y Tino)
y en un viejo entresuelo mis cosas más queridas, mis juguetes.
(Y la guerra. Cuánta angustia recuerdo
de bombardeos cuando papá no estaba y sonaban estruendos, lejanas explosiones.
Ya no bajaban los tranvías por Santa Engracia paralizados por el horror del bombardeo.
¿Y papá? ¿Dónde estarás, papá? Así cuánto temor, temblor hasta el alivio
de los pequeños tranvías bajando otra vez ruidosamente.
Pero ¿qué habrá ocurrido? Pero ¿por dónde iría? ¿Dónde
han caído las bombas que nos volvieron pálidos? Alguien dice, comenta
que trasladaban heridos en el metro, que había mucha sangre y que uno
llevaba toda la cara rota. Pero ¿y papá? ¿Qué hace que no viene?
El oído finísimo reconocía
con vuelcos del corazón, enormes sobresaltos, los pasos de mi padre en la escalera.
Era entonces morir
de alegría, morirme enteramente, el escuchar el ruido de su querida llave
en la antigua cerradura de la puerta. Mamá, ¿te acuerdas? ¿Verdad que no podemos contarlo? Verdad
que era morir y luego otra vez nacer? Yo gritaba: Papá...
No. No puedo seguir. Tenéis que perdonarme).
Hablaba de juguetes y añado la presencia de mis padres
velando, cuidando todo, envejeciendo.
El tiempo era mis padres
envejeciendo sin saberlo.
(El tiempo todavía es mis padres
envejeciendo y yo sin poder nada, irremediable testigo
de una espantosa decadencia; y menos mal que yo
empiezo a sentir algo de años, de vejez, calva, canas, hijos, y eso alivia
considerablemente pues ya uno empieza a presentirse
sobrevivido por sus hijos y eso alivia
-repito la cuestión-
considerablemente).
Vuelvo a la calle de mi infancia, recordando
sus tiendas, sus acacias, mis juguetes, la falta de apetito, y pleuresía,
el balconcito, los depósitos
del Canal y el Graff Zeppelin en el cielo.
Yo cerraba los ojos si mis padres
se aproximaban inquietos de que yo
pudiera estarme muerto y no dormido,
despierto y no dormido, triste
y no dormido.
-No pasa nada -decían por lo bajo-. El niño duerme -y comentaban las
cosas de la vida.
Pero yo, entreabriendo los ojos, les miraba, acechaba
las arruguitas, los leves gestos de cansancio, la frente
de mi padre y los alrededores de sus ojos, y eternamente
protestaba y pedía, como un niño cualquiera,
morir antes que ellos.
(1948-1960)
5 DE DICIEMBRE
A Eva
Este diciembre turbio con neblina
anda cerca la muerte como sabes;
y el corazón muy triste de las graves
penas y del horror que se avecina.
En carne viva arrancan lo que quieres.
Sin cloroformo hieren y desgarran
a la criatura pobre y aún la amarran
por más que lloren hombres y mujeres.
Esta fecha de bodas dulcemente
pienso en ti rodeado de las caras
tan conocidas del dolor presente.
Eva del alma, ven. Si tú faltaras,
derribado estaría de repente
este estudiante viejo que tú amparas.
(1961)
DECIMOS PAZ
Decimos paz Nuestra Señora
de la Paz
y que haya paz entre los príncipes
cristianos
Mil y mil veces paz
y paz en el Vietnam antes que todo
Pero que hacemos por el niño abrasado
por cortarle las manos al Señor del Napalm
Qué hacemos sí qué hacemos
Somos una vergüenza incalculable
mientras tanto que tales cosas pasan.
(febrero 1967)
TESTAMENTO
En el año 67
ando jodido y descontento,
Por si me muero en un retrete
escribo aquí mi testamento.
Siento unos vértigos infernales
y me recuesto por las tapias.
Voy vomitando en los orinales
y siento un clavo aquí en las napias.
Me he puesto un nuevo cinturón
porque el otro me viene grande
y estoy más triste que un cabrón
y me mareo, ande o no ande.
Cuando me muera, con mi picha
hágase a modo de un gran rulo,
y a modo de carajo o de bicha
metédsela a alguien por el culo.
Las paso negras y morenas
más no las dejo a ningún amigo.
Por más que digan, sé que mis penas
van a ser enterradas conmigo.
Dejo ami muerte, camarada,
un literario repertorio.
Hijos del alma, no os darán nada
por los papeles de este escritorio.
Ya ni siquiera, al tener frío,
podría dar diente con diente.
La vida para mí ha sido un lío.
Ha tenido poco aliciente.
Tengo muy llena la cabeza
pero vacías estas manos.
He pasado mucha tristeza.
Sabedlo ahora, mis hermanos.
No crean que yo voy a olvidarme
ahora del daño que me hicieron.
Mientras que viva voy a cagarme
hasta en la leche que les dieron.
Ahora estoy solo como un perro.
Secos dolores me acompañan.
El día está lluvioso. Cierro
los ojos y no se me empañan.
Fui un joven bueno en otros años.
El mundo grande y yo pequeño.
Siendo mayor sufrí mil daños.
Siendo pequeño tuve un sueño.
El sueño se manchó de caca.
Con el tiempo se ha puesto feo.
Todo aquello está en la cloaca
del olvido y del cachondeo.
(15-16 noviembre 1967)
VIETNAM, VIETNAM
En esta tarde de ligero resfrío, no lejos de la aspirina y del jarabe,
entre la novela y una tacita a medias de café,
al lado de una carta y un periódico sólo a medias leído,
hay una gota minúscula de sangre. ¿Cómo ha llegado el Vietnam? ¿Quién me la envía?
Por la ventana veo que llueve, corre un niño,
un paraguas se abre, el perro orina;
y se oye una sirena de pronto, cae el niño,
oigo un delgado grito muy lejano y pienso con pena en el Vietnam.
¿Qué está ocurriendo?, me pregunto. ¿La casa está embrujada? Pues han temblado los cristales.
No es nada, me sonrío. Mis hijos leen un libro, se recuestan en las literas perezosos,
hablamos de aventuras, pensamos en el cine de ayer,
en poner la bufanda, en andar listos por esta calle sin semáforos;
¡y de pronto, en medio de la habitación, cae una mano pequeña rota,
rueda un lapicero,
se oye como un suspiro agonizante!
"Papá, papá", me dicen mis hijos como entre sueños, y están pálidos; no ríen, tiemblan
con este lapi9z que no es suyo, y mirando la mano pequeña que no es suya y que parece muerta.
Es la mano de un niño que dice adiós, explico.
dejadla que descanse, tiene sueño. Es de noche en Vietnam.
Está confortable, sin embargo, la habitación. La lamparita de la cabecera
proyecta sombras familiares y arrecia fuera de la casa
la lluvia de este invierno, tardía; pero el aire
no parece mortal, y sin embargo la gente aprieta el paso; ya anochece.
En medio de la calle un perro muere sin ningún auxilio.
Tiene agujeros grandes en el vientre y se remueve entre la sangre,
pero llueve tantísimo que nadie se detiene
y su rostro es pequeño y como humano. No quiero pensar en el Vietnam.
Cierro este libro, visito los rostros de mis hijos. Duermen.
Su cráneo no está roto, su vientre no es una cosa abierta, tumefacta,
y todo es apacible entre nosotros como estas
pequeñas décimas de mi termómetro, el caldo, el dorado catarro, la lectura.
Esta noche puedo mirar al cielo y no esperar otra cosa que dulce lluvia o amistoso viento.
Está muy lejos el Vietnam, reflexiono apagando: lejos, lejos.
De pronto, en medio de la noche, oigo un jadeo próximo como de algo felino.
Voy a encender la lámpara de la mesilla nocturna pero estoy maniatado con un cordel al lecho.
Voy a pedir auxilio pero una mordaza me ahoga; la muerdo y sólo gimo.
Mis hijos arden en la habitación contigua y toda la casa está fosforescente.
Este hombre que aquí jadea, acechándome, me enseña sus colmillos, es un joven soldado.
Deseo incorporarme y me atraviesa el vientre con un cuchillo grande.
Estoy clavado al lecho como una mariposa
yla tacita de café se ha caído, está rota, y no tengo periódico,
y de la lluvia llega el mortal aullido del perro que en la calle sigue muriendo solo
y nadie habrá ya que pueda amparar a mis hijos. ¿Qué ha pasado en Madrid?
Cuando me despierto mi casa ya no existe o yo no puedo verla.
Estoy solo pero algunos me patean para que ande. "Vietkong, vietkong", me chillan.
Camino con los ojos vendados, con las manos atadas a la espalda,
y llevo un cuchillo clavado en el costado, y voy como un espectro, descalzo, por las atroces selvas del Vietnam.
(1968)
ESTA MAÑANA
A los seis años de su vida
esta mañana
mi hija se ha despertado junto a mí
y ha dicho solamente:
"Hoy es primavera.
Me han nacido flores en el pijama."
No he podido dejar de relatarlo.
(21 marzo 1969)
POSTAL PARA MI MADRE
Llueve sobre la sierra,
Melancolía,
¿Qué hará, yo me pregunto,
la madre mía?
(Allá en la casa,
cuidando como siempre
la dulce brasa).
La brasa de las cosas
más importantes
que hyan de serlo mañana
y lo eran antes.
(Voy para viejo
pero me siento niño
y en su cortejo).
Cortejo de la vida,
no de la muerte;
vida que recupera
lo que se vierte.
(Melancolía
hay siempre entre las brasas
de mi alegría).
(Navacerrada, 12 noviembre 1969)
Alfonso Sastre (Madrid, 20 de febrero de 1926-Fuenterrabía, 17 de septiembre de 2021) fue un escritor, dramaturgo, ensayista, guionista cinematográfico español, uno de los principales exponentes de la llamada Generación del 50, galardonado con el Premio Nacional de Teatro en 1986. Su trayectoria personal se caracterizó por su compromiso político y social, que le llevó a ser perseguido y encarcelado durante la dictadura franquista, contra la que luchó decididamente. Desde comienzos de los años 1970 participó de manera significativa en apoyo de la izquierda nacionalista vasca.
Biografía
Nació el 20 de febrero de 1926 en Madrid, en la calle de Ponzano,4 en el seno de una familia laboriosa. Su padre, Alfonso Sastre Moreno era natural de Lorca y fue actor de teatro en la compañía de Francisco Villaespesa, y su madre, Aurora, de Zafrón, Salamanca, procedía de una familia de albañiles rurales. Sastre dice de sí: «Soy un producto madrileño de la emigración de gentes modestas, y hasta decididamente pobres, que buscaron una apertura para sus vidas en otra parte». Creció con tres hermanos (Aurora, Ana y José) y recibió una formación católica. La familia se mudó varias veces y los primeros recuerdos callejeros del dramaturgo se sitúan en la calle de Ríos Rosas. Cursó las primeras letras en el colegio parroquial adscrito a la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, en Bravo Murillo.
Padeció los bombardeos y el hambre de la Guerra Civil y cursó el bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros de Madrid por el sistema "libre" en una academia privada. En 1943 comenzó la carrera de Ingeniería Aeronáutica, que abandonó a los quince días; lo intentó con la carrera de Aduanas y empezó a finales de los años cuarenta con obras existencialistas solo o en colaboración con el grupo "Arte Nuevo", que cofundó en 1945 para acabar con el tipo de teatro burgués auspiciado por Jacinto Benavente.
Este colectivo agrupó, él aparte, a autores como Medardo Fraile, con quien escribió la pieza Ha sonado la muerte, estrenada en el teatro Beatriz en 1946; Carlos J. Costas, José Franco, José Gordón, José María Palacio y Alfonso Paso. En su seno compuso Sastre los dramas Uranio 235, Cargamento de sueños (estrenada el 9 de enero de 1948 en el teatro del Instituto Ramiro de Maeztu de Madrid por Arte Nuevo bajo su dirección y que narra la historia de un mendigo a quien la desgracia arrebató la fe), El cubo de la basura etcétera. En 1947 empezó a estudiar Filosofía y Letras y en la universidad fundó la revista Raíz con Juan Guerrero Zamora, donde publicó su traducción de Das Urteil, de Franz Kafka. Escribió en colaboración con Medardo Fraile Comedia sonámbula. Intervino como actor en L'annonce faite à Marie de Paul Claudel con la compañía Teatro Universitario de Ensayo. Comenzó a colaborar en la revista La Hora, de ideología falangista y editada por la jefatura nacional del Sindicato Español Universitario (SEU), y cumplió el primer periodo del servicio militar en La Granja. En 1949 comenzó Prólogo patético, que terminó en 1950; la obra fue prohibida y el autor pasó a comprometerse con el marxismo y el teatro social.
En 1950 firmó con José María de Quinto el Manifiesto del Teatro de Agitación Social (TAS) e inició una serie de polémicas en periódicos, libros y coloquios defendiendo la modificación activa de la sociedad por medio del teatro. Continuamente prohibieron al grupo representar obras propias o ajenas.
En 1953 concluyó sus estudios de Filosofía y Letras y tuvo lugar su primer gran éxito, Escuadra hacia la muerte, drama en dos actos estrenado el 18 de marzo de 1953, prohibido a la tercera representación e interpretado por el T.P.U., Teatro Popular Universitario, donde un grupo de soldados se encuentra castigado en una Tercera Guerra Mundial y se subleva asesinando al cabo; sienten, sin embargo, angustia y soledad y cada uno escapa de ella a su manera: Adolfo intentará sobrevivir en el monte, Andrés se pasará al enemigo y Javier se ahorcará. Pedro y Luis confían en el perdón.
El 17 de septiembre de 1954 se estrenó La Mordaza, que trata encubiertamente el tema de la dictadura, la represión y la censura. El déspota Isaías Krappo asesina a quien fue víctima suya durante una guerra civil y, aunque su familia lo sabe, sólo su nuera rompe la mordaza del silencio, compuesta de miedo, respeto y fidelidad familiar. Isaías muere en prisión y eso alivia a sus hijos. El mismo año escribió el drama revolucionario Tierra roja, que no se pudo representar, ya que trataba crudamente el tema de la explotación. Siguieron piezas como La sangre de Dios, Ana Kleiber (1955, estrenada en Atenas, 1960), Guillermo Tell tiene los ojos tristes (1955), drama histórico representado en Cagliari (Italia) en 1972, ya que fue prohibida por el régimen franquista; con apariencia histórica trata en realidad de la represión franquista. Muerte en el barrio, diálogo entre un comisario y un tabernero sobre el linchamiento de un médico, ausente de su trabajo cuando debía atender a un niño, que muere víctima de un camión. Le siguen obras como En la red o La cornada, ambas de 1959, esta última sobre el mundo de los toros; todas estas obras constituyen su teatro revolucionario. Por entonces empezó a colaborar en guiones cinematográficos para los directores José María Forqué y Juan Antonio Bardem.
En 1960 redactó el Manifiesto del Grupo de Teatro Realista, también con J. M. de Quinto, por un teatro de calidad. Esta experiencia se reflejó en su ensayo Anatomía del realismo (1965). Se acercó al teatro infantil con la pieza El circulito de tiza (1962), basado en un apólogo chino.
Su llamado Teatro penúltimo (1965-1972) representa una nueva evolución, y está constituido por siete obras: M.S.V. (o La sangre y la ceniza) (1965), El banquete (1965), La taberna fantástica (1966), Crónicas romanas (1968), Ejercicios de terror (1970) y El camarada oscuro (1972) y Ahola es de leil (1974).
Con ellas presentó la tragedia compleja, collage de la aristotélica, el teatro épico de Bertolt Brecht y el esperpento de Ramón María del Valle-Inclán. La sangre y la ceniza, o M.S.V. -iniciales de Miguel Servet Villanueva-, se escribió entre 1962 y 1965 y se editó en italiano y francés antes que en castellano (1976). Trata el proceso inquisitorial del médico, humanista y teólogo Miguel Servet, quemado por Calvino; por influjo del teatro brechtiano mezcla elementos dispares: sólida documentación histórica, himnos nazis, periodistas contemporáneos, imágenes proyectadas, efectos sonoros, inclusión del público en el drama y un lenguaje de contrastes entre el cultismo, el arcaísmo y la jerga, a fin de desconcertar y concienciar al público burgués para que se incomode y deje su alienación. En 1966 Sastre fue encarcelado, y con La taberna fantástica (1966, pero estrenada el 23 de septiembre de 1985) trata, con apariencia de sainete, el tema del lumpen y la marginalidad: al morir la madre de "el Rojo", él y otros quinquis -quinquilleros- reprimidos por la justicia y que actúan de modo compulsivo visitan la taberna de Luis y airean sus trapos sucios, se emborrachan y encolerizan y el Carburo apuñala al Rogelio -"el Rojo"-; todo termina esperpénticamente con romances y coplas a las "virtudes" del muerto. Los personajes se hallan desestructurados por su rol social y el lenguaje reproduce hasta lo ininteligible las jergas de gitanos y quinquis madrileños. Con esta obra culminaba un proceso de liberación del lenguaje.
Crónicas romanas (1968) es una versión del cerco de Numancia con alusiones a la obra de Cervantes sobre este tema; recurre otra vez al collage con imágenes nazis y referencias al Ché Guevara. Se reconocen grupos universitarios: sus hábitos -la obra se cierra con la canción "No nos moverán"- y su argot. Habla el historiador Polibio, que no figuraba en las versiones clásicas de Numancia. Se denuncia la violencia con que las civilizaciones se imponen atropellando los derechos del hombre, y los numantinos sucumben bajo cargas policiales como las actuales.
En 1971 escribió Askatasuna! y un año después viajó a Cuba y a Cagliari, donde se representaron sus obras editadas dos años más tarde en francés. Estrenó en Rusia y Estados Unidos. En 1974 le detuvieron junto a su mujer, Eva Forest, a la que encarcelan hasta 1977 bajo la acusación de colaborar con ETA en el atentado de la cafetería Rolando, que se saldó con doce muertos. Sastre también estuvo en prisión entre octubre de 1974 y junio de 1975. En 1978 terminó la Tragedia fantástica de la gitana Celestina, publicada en italiano en 1979 y en español en 1982. Se cuenta la historia clásica invirtiendo algunos elementos, ya que Calisto se enamora de Melibea, antigua prostituta y actual abadesa de un convento; Parmeno lo conduce allí pero Calisto huye perseguido por hereje y la gitana Celestina convence a Melibea para que acepte a Calisto; en una entrevista entre los amantes, unos animales los matan, Celestina muere como monstruo deforme y Sempronio se ahorca. Desde ultratumba, Calisto y Melibea saborean sus últimos instantes de amor. El viaje infinito de Sancho Panza (1984) reelabora las dos partes de Don Quijote: Sancho intentó ahorcarse al morir su amo; ha ingresado en un manicomio, cuyo siniestro doctor narra cómo convenció a don Quijote para buscar aventuras por los campos de La Mancha. Escribió Jenofa Juncal, la roja gitana del monte Jaizkibel y Los últimos días de Emmanuel Kant contados por Ernesto Teodoro Amadeo Hoffmann, estrenada esta última en febrero de 1990. En nota a ¿Dónde estás, Ulalume, dónde estás? (1990) se despidió del teatro: «Es... el acabóse.» Pero sigue escribiendo teatro, ensayo y poesía. En 1993 recibió el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Literatura Dramática.
Alfonso Sastre escribió también cuentos de terror, género al que era muy aficionado, que toca ocasionalmente en su teatro y poesía y que recopiló en Las noches lúgubres. También escribió crítica literaria y política y ejerció habitualmente como colaborador en varios periódicos. También escribió una breve autobiografía, Sonata en mi menor, y fueron editadas colecciones de cartas y alguna entrevista. Comprometido a fondo en la lucha contra el franquismo, sostuvo una notoria polémica con Antonio Buero Vallejo sobre el modo de luchar con el teatro para cambiar la sociedad durante la dictadura; mientras que Buero defendía el posibilismo, es decir, aprovechar cualquier resquicio que permitiera la censura franquista para intentar cambiarla desde dentro, Sastre consideró más radicalmente que esta actitud era una claudicación y optó por un teatro extremista que apenas encontró forma de poderse representar fuera de cenáculos muy limitados merced a la presión de la censura y las dificultades que ponían los empresarios teatrales. El teatro de Sastre, sin embargo, no atiende sólo al contenido y está preocupado por las cuestiones formales y estructurales y es sensible, pues, a cualquier renovación que provoque la concienciación y el resquebrajamiento del teatro burgués.
Actividad política
Durante el franquismo, Sastre militó en el Partido Comunista de España (PCE). En 1956 fue encarcelado por su participación en las protestas universitarias contra la dictadura. Un año antes se había casado con Eva Forest, que compartía con Sastre su compromiso político. En los primeros años de la década de 1970, Sastre abandonó el PCE, considerándolo demasiado reformista. Durante los últimos años de la dictadura, Forest fue detenida el 16 de septiembre de 1974 por su presunta implicación en el atentado de la calle Correo, que dejó doce muertos. Tras ser encarcelada, Sastre se presentó en el juzgado, siendo encarcelado y procesado por delito de terrorismo. Sastre pasó ocho meses y medio en prisión antes de ser puesto en libertad provisional, bajo fianza de 100 000 pesetas. Finalmente la causa fue sobreseída. En 1975 dejó España y se estableció en Burdeos (Francia), donde permaneció año y medio, antes de ser expulsado por las autoridades francesas y volver consiguientemente a España.
Forest permaneció en prisión preventiva tres años, hasta que fue excarcelada en junio de 1977 y definitivamente exonerada gracias a la Ley de Amnistía de dicho año. Tras su liberación, el matrimonio se mudó a Fuenterrabía. Desde entonces, la actividad política de Sastre siempre estuvo ligada a la izquierda nacionalista vasca. En 1980 la pareja fue brevemente detenida al sospechar la policía que en su casa se podía ocultar un comando de ETA. Tras su liberación, Sastre declaró que simpatizaban con Herri Batasuna, pero que no tenían ninguna relación con ETA. En 1987 pidió el voto para Herri Batasuna (HB) en las elecciones al Parlamento Europeo de 1987 y en las de 1989 fue candidato por la misma formación. Fue organizador, en 1998, de la plataforma Hitz egin en apoyo del diario Egin. En las elecciones al Parlamento Europeo de 1994 fue candidato por Herri Batasuna de nuevo, y en 1998 fue promotor y candidato de Euskal Herritarrok (EH) para las elecciones al Parlamento Vasco por Guipúzcoa y en 1999 para las elecciones al Parlamento Europeo de 1999. También fue uno de los firmantes de apoyo a una iniciativa a favor de los derechos de los presos de ETA aparecida en Gara el 11 de mayo de 2000 y autor, el 13 de junio de 2002, junto con su esposa, Eva Forest, de un documento contra la ilegalización de Batasuna. Igualmente fue promotor de la candidatura Herritarren Zerrenda (HZ) (anulada por su relación con la ilegalizada Batasuna) para las elecciones al Parlamento Europeo de 2004, participando en el acto de presentación de ésta celebrado en el Palacio Kursaal de San Sebastián el 24 de abril de 2004. El 12 de diciembre de 2007 participó en un acto en la Universidad del País Vasco organizado por la Plataforma de Solidaridad con los Imputados en el Sumario 18/98. Asimismo ha sido colaborador del diario Gara. En 2008 fue candidato por Acción Nacionalista Vasca (ANV) en las elecciones generales al Senado por la provincia de Guipúzcoa,13 siendo anulada la candidatura por el Tribunal Supremo al considerarla sucesora de la ilegalizada Batasuna.
Por último, en las elecciones al Parlamento Europeo de 2009 fue el cabeza de lista de la candidatura Iniciativa Internacionalista - La solidaridad entre los pueblos, anulada en un principio por el Tribunal Supremo pero restituida por el Tribunal Constitucional, para la cual el 23 de mayo de 2009 Arnaldo Otegi pidió el voto de la izquierda abertzale. Dicha candidatura no obtuvo representación en las elecciones celebradas el 7 de junio de 2009.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Alfonso Sastre:
POEMA 2
-Vámonos ya de aquí,
madre.
-¿Te aburres, hijo mío,
bajo el sol de la tarde?
El mundo es aburrido
pero es hermoso y grande.
Hay estrellas y cielos en la altura
y aquí ríos y mares.
-Vamosnos ya de aquí,
madre.
-Tú serás grande y fuerte
como los hombres importantes
o quizás dulce y bueno
y te pondrán en los altares.
-Vámonos ya de aquí,
madre.
No te aburras, hijito,
bajo el sol de la tarde.
Este mundo es antiguo
y grande.
Además es hermoso.
Tiene mares
y río y horizontes
interesantes.
Cabecita inclinada,
¿te aburres?
-Vámonos ya del mundo,
madre.
(1945)
SONETO ADJETIVO
(Autorretrato de 1946)
Mi rostro es muy delgado y es borroso.
Con una extravagancia poco amable.
forja su sueño largo y censurable
bajo el pelo rebelde y andrajoso.
Es flaca y desgarbada mi figura
pintada cuando Dios imitó al Greco
para hacerme nacer largo y enteco,
breve de pecho y amplio de amargura.
La espalda se me curva aunque yo quiera
alzarme con violencia en cataclismo
de huesos para hacer mi primavera.
Y después de la fe y el misticismo
paso al triste retrete de tercera
y meditando orino en el abismo.
(junio 1946)
A MODO DE POETA
No voy a decirles nada del otro jueves.
Voy a decirles tan sólo
que el que escribe estas cosas más o menos humildes,
el que sencillamente dice su alegría o su dolor diarios,
no pretende invadir la tierra de los grandes poetas,
porque tiene bastante con hablar sobre cosas sabidas,
con la tonta alegría de creerse escuchado por hombres,
de quererse escuchado por mujeres ignorantes, sencillas y buenas.
Estoy bien con vosotros, amigos,
estoy bien entre todos vosotros, y no entre los poetas
esenciales al mundo, superiores y sabios.
Yo, a lo más, os ofrezco
un remedio casero o una fórmula mágica
para curar algunos dolores del espíritu.
No me contéis, amigos, en la tierra celeste de los grandes poetas
sino aquí muy pegado a la tierra en la hora diaria
al salir del trabajo, al tomar un buen vaso de vino.
Allá ellos,los poetas, si manejan tan sólo palabras esenciales
y desdeñan la gracia de cantar buenamente las cosas.
Allá ellos, los poetas, si no se cuidan nunca de nosotros,
de la gente que disfruta contándose pueriles aventuras.
Oh poetas,
sabed, en fin, que Alfonso Sastre es humilde como un sastre de oficio.
(marzo 1948)
CUENTO DE MIEDO PARA UNA ACTRIZ
Verás María Fernanda.
Sólo porque has venido a vernos una tarde te escribo.
No, no te conocemos.
No sabemos nada de ti.
Pero has venido.
Has estado con nosotros una tarde.
Se acercaba el otoño como siempre.
Ya has visto.
Este café es un sitio muy propicio al ensueño
aunque digan que no los guardias de la circulación,
aunque creas que un cartel luminoso se clavaría en tus ojos
para impedirte ver el Más Allá.
Olvídalo.
¿No sabes?
Este café es un sitio muy propicio al ensueño.
Yo, pensando,
pensando en ti, María Fernanda, he visto,
he visto yo, María Fernanda, cosas,
yo he visto,
he leído,
en la jarra del agua,
en la jarra del agua yo he visto tu futuro.
Verás, María Fernanda.
Sin ver la palma de tu mano te lo puedo decir.
Cuando yo un día,
cansado profesor de gris filosofía,
o escritor de comedias,
o poeta con largos cabellos,
o novelista, o nada,
hombre doliente y vagabundo,
me acerque a un camerino misterioso y vaya a entrar
presentiré que algo va a ocurrir
pero haré que el espanto se agazape en la planta de mis pies.
Descorreré el pestillo sin preguntar ¿se puede?
Me refiero al pestillo, oh María Fernanda,
al pestillo de ese misterioso camerino de que hablo.
Un espejo,
un elegante espejo (o no) y vestidos ahorcados,
zapatos-de-mujer-mediaas-de-seda-sombreros,
todo revuelto,
pelucas, oh trágicas elucas, y una cabeza humana sonriendo.
Y en un rincón,
en un rincón una olvidada peluca rubia
para la cual tendré, ya lo verás, mis pro0fundos respetos.
Y tú,
tú allí sentada,
con las piernas cruzadas,
riéndote,
riéndote de mí.
Verás, María Fernanda.
No te digo estas cosas por asustarte. Son ciertas.
Allí estarás riéndote, fumando un largo cigarrillo,
con el cabello echado por la cara.
El traspunte dirá desde el pasillo: Señorita
María Fernanda a escena.
Pero tú no saldrás.
Tndrás bastante con reírte de mí.
"Es un loco", dirás para tranquilizarte.
"Este pobre traspunte se emborracha".
Yo advertiré la huella en ti
de la morfina y del insomnio
pero no diré nada. Te miraré tan sólo
con alguna dulzura pensando en aquel tiempo
.
"Aquel café era un sitio muy propicio al ensueño,
¿recuerdas?"
Pero el traspunte golpeará la puerta,
la golpeará insistentemente,
ya agitado, ya el pobre con una extraña irritación.
"Ese hombre, comentarás, no sabe estarse quieto".
Señorita María Fernanda, a escena -suspirará el traspunte casi muerto
de dolor y, también, profesional angustia.
Nos reiremos los dos del pobre hombre.
Tú me dirás: "Oh chico, cuánto tiempo"
y empezarás entonces,
sólo entonces,
a vestirte para la escena.
"¿Qué traje te parece que me ponga?"
Con los ojos cerrados te diré: Tú verás, yo no entiendo
mucho de trapos pero, ¿de qué trata la comedia si es que puede saberse?
"No recuerdo muy bien pero era algo, creo,
de que yo me moría", dirás tranquilamente. "Este teatro, en fin,
es serio", y yo abriré los ojos
y estarás ya vestida de dama del XIX con un alto peinado.
Yo no podré resistirlo por más tiempo.
Desde mi pobre sitio arrojaré un zapato de raso al ovalado espejo
para impedir que tú te pongas unas medias de seda.
"Vístete de robusta campesina", te diré enloquecido.
"Suelta, oh María Fernanda, los cabellos al aire
o en trenzas que te caigan sin cesar por la espalda.
Viste una blanca blusa que azote al viento.
Alpargatas de cáñamo para tus pies de niña
y vámonos a saltar los riachuelos y a reírnos del mundo.
Echemos un alto pino al suelo con violentos hachazos
y encendamos por la noche una hoguera como un incendio grande."
A todo esto
el espejo habrá caído al suelo en catorce pedazos (ése es el número)
y se habrá hecho, no sé por qué, el oscuro.
Tú me dirás: "¿Qué has hecho?"
con espanto,
con los ojos abiertos,
esos ojos tuyos que en otro tiempo eran misteriosos, nostálgicos.
Y se abrirá la puerta
y el traspunte dirá angustiado: "Oh por Dios, señorita,
a escena."
Tú le dirás que pase
y cerrarás la puerta mirando al pobre hombre con terrible dureza a sus dos ojos
y el traspunte ya estará con nosotros para siempre.
"Verás, María Fernanda", te diré.
"¿Quieres saber mi vida?
Ahora soy profesor de gris filosofía,
ayer poeta,
anteayer dramaturgo,
mañana novelista.
Oh sí, soy tantas cosas. ¡Y tan bellas! ¿Verdad?"
"Mi viejo profesor, explícame qué ocurre", dirás tú soñolienta.
"¿Cómo es la vida así?"
No sabré responderte después de tantos años de estudio
y me pondré nervioso.
No sabré qué decir. Suspiraré. Acaso broten lágrimas
de mis ojos miopes.
Y por calmar mis nervios retorceré el pescuezo del traspunte
que, resignado, no protestará.
Te gustará no poco mi respuesta
y sacáremos algunas enseñanzas de mi pequeño crimen.
(No se ve diariamente a un buen traspunte muerto.)
Entonces te llevaré a mi casa
y frente a frente ya, bajo una lámpara de mortecina luz,
frente afrente diré:
"María Fernanda, qué sorpresa,
pues hace tanto tiempo,
tanto, tanto que no nos vemos, buena amiga."
Y entonces
allí
te mataré
sinceramente
como un amigo de la infancia.
Y
por
l noche
me llevaré tu cuerpo a un río
y allí te arrojaré.
Me secaré las lágrimas con un pañuelo sucio
y me iré a dar paseos por la ciudad como un triste turista
que es lo que soy ahora, como ahora.
Todo esto, María Fernando, he visto.
Pero tú no hagas caso de sueños o de siniestras pesadillas.
Olvídate de lo que he visto en el cristal
de la jarra del agua.
Olvídate de mí.
No nos veremos nunca.
(22 septiembre 1948)
MENSAJE A UN JOVEN ACTOR
El mundo es tan sólo una mesa de despacho –te habían dicho-.
El mundo es tan sólo un largo mostrador de mercería.
El mundo es tan sólo un alto andamio
del que cuelgan como arañas millones de obreros.
El mundo está hecho de tinta y de cemento, hijo.
Pero ahora tú sabes que el mundo es una vieja pensión provinciana,
que el mundo es sólo un cuarto con un espejo grande,
que el mundo es un tren que te lleva de un lado para el otro,
que el mundo es un paseo hasta el mar,
que el mundo es- ¿cómo definirlo?- una muchacha triste,
que el mundo es, en fin, llorar de amor ante un crepúsculo luminotécnico.
(Otoño 1948)
DESDÉMONA
(un cuento)
Hoy no hay función.
El primer actor se niega firmemente a matar a Desdémona.
(Desdémona es muy bella. Eso lo explica todo.
¿Por qué habría contratado, Señor, el empresario
a una actriz tan celeste?
No, no hay función. Es inútil, inútil. No es posible un acuerdo.
El apuntador se niega a darle la frase que anuncia la muerte.
El traspunte no quiere llamarla para la horrible escena.
El electricista, por su parte, ya ha dicho
que no cuenten con él ara nada, que cometan si acaso ese crimen a oscuras.
En fin, los maquinistas
no quieren hacer el palacio del crimen, la casa
donde esa bella niña ha de ser muerta.
Y, decididamente, el sastre no quiere amortajarla.
(Y se fueron al parque
y allí el apuntador susurró dulcemente un diálogo
de amor
y el traspunte llamó al primer actor a la escena del beso
y el electricista apagó traviesamente el sol,
poco a poco, dejando reflejos rojizos en los árboles,
y después apagó los reflejos rojizos y, borrado el crepúsculo
encendió...
encendió los faroles de gas...
Y luego
los maquinistas armaron un hogar y el sastre
visitó a la actriz con un traje de novia.
Y entonces se marcharon los alegres obreros
y se quedaron solos ella y él
y el primer actor lloró de alegría al besar a la novia
y se casaron
y aquella actriz amó dulcemente a su esposo
y aquella noche no hubo función
y fueron felices.
Y luego, pasados los años,
se fueron al teatro una noche de invuerno...
Y daban "Otelo"...
Y al ver cómo Otelo mataba a Desdémona
rieron... rieron...
rieron recordando la vieja locura.)
(otoño 1948)
ALGO COMO UN LLANTO SUAVE
Ojalá yo fuera amado cuando muerto.
Antes hacer un poco de algo, grande o pequeño.
Después librarme cuando pueda sr de este peso.
Pero cuánto me gustaría dejaros u dulce recuerdo.
No me importaría morirme mañana mismo
aunque tampoco eso sea verdaderamente preciso.
(¿1948?)
UN DÍA
Acaso no tenga nada que contar esta tarde
mientras mi padre juega al dominó con sus amigos,
mientras llueve muy densamente fuera, en la Avenida de la Reina Victoria.
Sólo quizá decir que no estoy triste.
Pocas cosas espero. He escrito un artículo
sobre el gran Pitoëff que murió hace diez años
y del que dice Jean Cocteau que fue
un santo del teatro.
He escrito sobre el "Hamlet" de Shakespeare y les he dicho
que diga lo que diga el señor Eliot a mí me gusta tanto...
¿Y qué será de mí?
Dentro de un rato iré
a casa de Isabel Jiménez, mi joven profesora de griego. Y tras Platón
llegaremos al piano
y nuestra profesora, mientras en los cristales resbalará la lluvia,
tocará alguna melodía nostálgica.
Emilia se quedará mirando pensativa.
Estará Alfonso Paso (¿te acuerdas tú, Fonfón,
de nuestra infancia?) y yo, para no estar tan solo, fumaré cigarrillos
sentado y soñoliento en la butaca.
Qué pocas cosas traigo (pienso) del pasado.
Cuántas películas he visto que no recuerdo...
En mi cartera
las fotos son borrosas, la tinta de los recuerdos
pálida y cenicienta,
las tarjetas
muertas.
¿Qué será de nosotros?
Por las noches voy a cenar a casa
y escucho por la radio algún concierto, quizás
una canción desgarrada de París.
Y luego
en mi cuarto
leo y sueño.
Ya dije que no tenía nada que contar.
(mayo 1949)
BRINDIS DE LOS NIÑOS QUE FUIMOS
Dediquemos ahora un recuerdo
a los niños que fuimos hace tiempo.
Cuando nos hacíamos sangre en las rodillas
y nos refugiábamos en las faldas de nuestras madres.
Cuando jugábamos al peón bajo una acacia
y los más listos nos ganaban las bolas más azules.
Cuando teníamos miedo en el pasillo
y no nos dejaban cruzar al otrolado de la calle.
Cuando leíamos el "Aventurero"
y soñabamos con ser Flash Gordon.
Cuando hicimos la Primera Comunión
y nos retrató un fotógrafo triste.
Cuando íbamos al cine a ver a Jean Harlow
que era una chica rubia.
Cuando hicimos el ingreso en el Bachillerato
y nos equivocamos en la cuenta de dividir.
Cuando pensábamos que íbamos a ser ingenieros
y no sabíamos nada los unos de los otros.
Por los niños que fuimos hace tiempo
yo levanto mi vaso y mi recuerdo.
(marzo 1951)
ANDRÓMEDA
¡Te hablo como amigo, lejanísimo habitante de Andrómeda!
Vivo en la Tierra. Rodamos por el espacio, alrededor de una enorme, pequeñísima estrella, el Sol,
en un brazo de la gran espiral que quizás tú,
desde algún lejano observatorio, miras conmovido.
En español te hablo y digo: piensa
en mí, compréndeme
tratando de encontrarme.
¡No, no me entenderás! ¡Es inútil mi carta!,
¡porque nunca llegará a ti!,
pero además porque nunca comprenderías estos signos, este español en que te hablo,
¡pobre hermano mío! ¡y pobre hermano tuyo yo en la Tierra!
¿A dónde habéis llegado? ¿En qué momento estáis de vuestra historia?
¿Os desgarráis también los unos a los otros? ¿Os amáis? ¿Habrá guerra?
Aquí hay lucha de clases,
se habla de espacio curvo,
el cáncer no es curable,
combatimos las infecciones, hay vacuna
contra la parálisis infantil, vamos venciendo
los terrores nocturnos, no sabemos
nada de Dios, se desintegra
el átomo de uranio 235, se construyen
bombas atómicas, hay hambre, agonizan
miles de hombres en campos y suburbios, nos amenazamos, se teme
una tremenda guerra, lanzamos
satélites artificiales, hablamos
del viaje a la luna.
Por los demás, tortura, policía, mordaza, cárel, muerte y gran miseria. ¡Enemigos
los unos de los otros!
Vosotros
¿habéis llegado a todo esto? ¿Dónde estáis?
Si ya lo habéis pasado, ¿qué hay al final de tanta angustia?
¿O todavía creéis que sois vosotros
el centro de todo el Universo? ¿Qué sabéis? ¿A qué hipótesis
habéis llegado?
Aquí vivimos poco tiempo. ¿Y vosotros, decidme? Pero ¿cómo
mediros, cómo
compararnos? ¿Qué os da tiempo a saber, a hacer, en vuestra vida?
¿Sentís aburrimiento? ¿Hay música? ¿Representáis
los unos para los otros? ¿Os divertís así (Teatro)? ¿Amáis
a vuestros niños? ¿Son bellas vuestras chicas?
Me pregunto con terror cómo sois.
¡Lejano habitante de Andrómeda, siento angustia! ¡Nunca sabré de ti! ¡Me moriré sin verte!
Sin embargo, esta noche, a dos millones de años
luz de ti,
sin ninguna esperanza,
miro al cielo y te amo enormemente extendiendo los brazos en esta forma
de muy pequeño insecto.
(Puerto de Navacerrada, 18 agosto 1958)
MANIFIESTO
Yo firmo lo que sea.
Pero no se trata tan sólo de firmar. Se trata
de escribir.
Pero no se trata tan solo de escribir. Se trata
de leer en voz alta. Pero no sólo de eso sino también
de gritar por las aceras.
Pero no sólo de gritar. Se trata
de reunirnos todos, al fin, por la justicia,
por la paz.
Pero no sólo de reunirnos;
también de cantar.
Pero no sólo de cantar; también
de iniciar una marcha.
Pero no sólo de iniciar una marcha sino también
de llegar, caminando, hasta el fin; de
(caiga quien caiga) derribar
a las gentes que aquí nos envilecen.
Pero no sólo de llegar, de derribar, sino también
de construir dentro de españa a España.
Pero no sólo de eso, sino también…
(Madrid, julio y agosto 1960)
HOMBRE DE MADRID
Yo, hombre de Madrid, terriblemente
superficial como buen madrileño
digo que no me importa
no ser un gran poeta sino esto que habéis visto;
uno que habla de las cosas
de dentro y las afueras
con deseo de ser, más que nada, científico y que al tiempo se entienda.
Si no soy lo que se llama un poeta considerable qué le voy a hacer
yo que he contado mi pena
y mis esperancillas. He escrito pues así porque me ha parecido bien,
sin otras pretensiones que informaros
de una vida modesta y un poco luchadora.
Ya que habéis leído este libro, a mí olvidadme
pero tratad como podáis
de acompañar a los valientes compañeros.
(Bueno. Yo soy de Madrid. ¡Qué pasa!, digo l que mira retador;
y enciendo un celta corto u como un poco de escabeche y bebo un vaso
en Casa Luis a la salud de ustedes. Buenos días).
(Madrid, agosto 1960)
PROTESTA Y FIRMA
1
Aunque nadie me oiga yo protesto
porque matan a Julius y Ethel Rosemberg.
Protesto y firmo con mi nombre.
2
Aunque nadie me escuche yo protesto
porque dan golpes fuertes en la tripa.
Protesto y firmo con mi nombre.
3
Aunque nadie me atienda yo protesto
por el humo infernal del horno crematorio.
Protesto y firmo con mi nombre.
4
Aunque nadie me entienda yo protesto
porque linchan a un negro, el cual fallece.
Protesto y firmo con mi nombre.
5
Aunque nadie se mueva yo protesto
por ver fusiles gringos en España.
Protesto y firmo con mi nombre.
6
Aunque nadie me oiga yo protesto
por pañuelos que atan en mi boca
para que nadie me oiga, escuche, atienda, entienda, muévase.
Protesto y firmo con mi sencillo nombre.
(5 septiembre 1960)
CALLE DE LA INFANCIA (Río Rosas, 16)
Aquella vieja calle, tranquila,
dulcemente acostada a la sombra,
con sus sencillas tiendas (los ultramarinos
de Yonte,
el carbón de Parrondo,
el bar de Frutos...)
y con sus acacias cada año tan nuevamente jóvenes
fue el lugar de mis primeros miedos en la vida, por la vida, a
o para la vida. Estaba un poco enfermo. Dormitaba
en mi hamaca rayada frente a la puerta bajo una acacia que yo recuerdo grande
(y Paca la portera, y doña Carolina).
Enfrente la larga tapia roja del convento
(y Tino)
y en un viejo entresuelo mis cosas más queridas, mis juguetes.
(Y la guerra. Cuánta angustia recuerdo
de bombardeos cuando papá no estaba y sonaban estruendos, lejanas explosiones.
Ya no bajaban los tranvías por Santa Engracia paralizados por el horror del bombardeo.
¿Y papá? ¿Dónde estarás, papá? Así cuánto temor, temblor hasta el alivio
de los pequeños tranvías bajando otra vez ruidosamente.
Pero ¿qué habrá ocurrido? Pero ¿por dónde iría? ¿Dónde
han caído las bombas que nos volvieron pálidos? Alguien dice, comenta
que trasladaban heridos en el metro, que había mucha sangre y que uno
llevaba toda la cara rota. Pero ¿y papá? ¿Qué hace que no viene?
El oído finísimo reconocía
con vuelcos del corazón, enormes sobresaltos, los pasos de mi padre en la escalera.
Era entonces morir
de alegría, morirme enteramente, el escuchar el ruido de su querida llave
en la antigua cerradura de la puerta. Mamá, ¿te acuerdas? ¿Verdad que no podemos contarlo? Verdad
que era morir y luego otra vez nacer? Yo gritaba: Papá...
No. No puedo seguir. Tenéis que perdonarme).
Hablaba de juguetes y añado la presencia de mis padres
velando, cuidando todo, envejeciendo.
El tiempo era mis padres
envejeciendo sin saberlo.
(El tiempo todavía es mis padres
envejeciendo y yo sin poder nada, irremediable testigo
de una espantosa decadencia; y menos mal que yo
empiezo a sentir algo de años, de vejez, calva, canas, hijos, y eso alivia
considerablemente pues ya uno empieza a presentirse
sobrevivido por sus hijos y eso alivia
-repito la cuestión-
considerablemente).
Vuelvo a la calle de mi infancia, recordando
sus tiendas, sus acacias, mis juguetes, la falta de apetito, y pleuresía,
el balconcito, los depósitos
del Canal y el Graff Zeppelin en el cielo.
Yo cerraba los ojos si mis padres
se aproximaban inquietos de que yo
pudiera estarme muerto y no dormido,
despierto y no dormido, triste
y no dormido.
-No pasa nada -decían por lo bajo-. El niño duerme -y comentaban las
cosas de la vida.
Pero yo, entreabriendo los ojos, les miraba, acechaba
las arruguitas, los leves gestos de cansancio, la frente
de mi padre y los alrededores de sus ojos, y eternamente
protestaba y pedía, como un niño cualquiera,
morir antes que ellos.
(1948-1960)
5 DE DICIEMBRE
A Eva
Este diciembre turbio con neblina
anda cerca la muerte como sabes;
y el corazón muy triste de las graves
penas y del horror que se avecina.
En carne viva arrancan lo que quieres.
Sin cloroformo hieren y desgarran
a la criatura pobre y aún la amarran
por más que lloren hombres y mujeres.
Esta fecha de bodas dulcemente
pienso en ti rodeado de las caras
tan conocidas del dolor presente.
Eva del alma, ven. Si tú faltaras,
derribado estaría de repente
este estudiante viejo que tú amparas.
(1961)
DECIMOS PAZ
Decimos paz Nuestra Señora
de la Paz
y que haya paz entre los príncipes
cristianos
Mil y mil veces paz
y paz en el Vietnam antes que todo
Pero que hacemos por el niño abrasado
por cortarle las manos al Señor del Napalm
Qué hacemos sí qué hacemos
Somos una vergüenza incalculable
mientras tanto que tales cosas pasan.
(febrero 1967)
TESTAMENTO
En el año 67
ando jodido y descontento,
Por si me muero en un retrete
escribo aquí mi testamento.
Siento unos vértigos infernales
y me recuesto por las tapias.
Voy vomitando en los orinales
y siento un clavo aquí en las napias.
Me he puesto un nuevo cinturón
porque el otro me viene grande
y estoy más triste que un cabrón
y me mareo, ande o no ande.
Cuando me muera, con mi picha
hágase a modo de un gran rulo,
y a modo de carajo o de bicha
metédsela a alguien por el culo.
Las paso negras y morenas
más no las dejo a ningún amigo.
Por más que digan, sé que mis penas
van a ser enterradas conmigo.
Dejo ami muerte, camarada,
un literario repertorio.
Hijos del alma, no os darán nada
por los papeles de este escritorio.
Ya ni siquiera, al tener frío,
podría dar diente con diente.
La vida para mí ha sido un lío.
Ha tenido poco aliciente.
Tengo muy llena la cabeza
pero vacías estas manos.
He pasado mucha tristeza.
Sabedlo ahora, mis hermanos.
No crean que yo voy a olvidarme
ahora del daño que me hicieron.
Mientras que viva voy a cagarme
hasta en la leche que les dieron.
Ahora estoy solo como un perro.
Secos dolores me acompañan.
El día está lluvioso. Cierro
los ojos y no se me empañan.
Fui un joven bueno en otros años.
El mundo grande y yo pequeño.
Siendo mayor sufrí mil daños.
Siendo pequeño tuve un sueño.
El sueño se manchó de caca.
Con el tiempo se ha puesto feo.
Todo aquello está en la cloaca
del olvido y del cachondeo.
(15-16 noviembre 1967)
VIETNAM, VIETNAM
En esta tarde de ligero resfrío, no lejos de la aspirina y del jarabe,
entre la novela y una tacita a medias de café,
al lado de una carta y un periódico sólo a medias leído,
hay una gota minúscula de sangre. ¿Cómo ha llegado el Vietnam? ¿Quién me la envía?
Por la ventana veo que llueve, corre un niño,
un paraguas se abre, el perro orina;
y se oye una sirena de pronto, cae el niño,
oigo un delgado grito muy lejano y pienso con pena en el Vietnam.
¿Qué está ocurriendo?, me pregunto. ¿La casa está embrujada? Pues han temblado los cristales.
No es nada, me sonrío. Mis hijos leen un libro, se recuestan en las literas perezosos,
hablamos de aventuras, pensamos en el cine de ayer,
en poner la bufanda, en andar listos por esta calle sin semáforos;
¡y de pronto, en medio de la habitación, cae una mano pequeña rota,
rueda un lapicero,
se oye como un suspiro agonizante!
"Papá, papá", me dicen mis hijos como entre sueños, y están pálidos; no ríen, tiemblan
con este lapi9z que no es suyo, y mirando la mano pequeña que no es suya y que parece muerta.
Es la mano de un niño que dice adiós, explico.
dejadla que descanse, tiene sueño. Es de noche en Vietnam.
Está confortable, sin embargo, la habitación. La lamparita de la cabecera
proyecta sombras familiares y arrecia fuera de la casa
la lluvia de este invierno, tardía; pero el aire
no parece mortal, y sin embargo la gente aprieta el paso; ya anochece.
En medio de la calle un perro muere sin ningún auxilio.
Tiene agujeros grandes en el vientre y se remueve entre la sangre,
pero llueve tantísimo que nadie se detiene
y su rostro es pequeño y como humano. No quiero pensar en el Vietnam.
Cierro este libro, visito los rostros de mis hijos. Duermen.
Su cráneo no está roto, su vientre no es una cosa abierta, tumefacta,
y todo es apacible entre nosotros como estas
pequeñas décimas de mi termómetro, el caldo, el dorado catarro, la lectura.
Esta noche puedo mirar al cielo y no esperar otra cosa que dulce lluvia o amistoso viento.
Está muy lejos el Vietnam, reflexiono apagando: lejos, lejos.
De pronto, en medio de la noche, oigo un jadeo próximo como de algo felino.
Voy a encender la lámpara de la mesilla nocturna pero estoy maniatado con un cordel al lecho.
Voy a pedir auxilio pero una mordaza me ahoga; la muerdo y sólo gimo.
Mis hijos arden en la habitación contigua y toda la casa está fosforescente.
Este hombre que aquí jadea, acechándome, me enseña sus colmillos, es un joven soldado.
Deseo incorporarme y me atraviesa el vientre con un cuchillo grande.
Estoy clavado al lecho como una mariposa
yla tacita de café se ha caído, está rota, y no tengo periódico,
y de la lluvia llega el mortal aullido del perro que en la calle sigue muriendo solo
y nadie habrá ya que pueda amparar a mis hijos. ¿Qué ha pasado en Madrid?
Cuando me despierto mi casa ya no existe o yo no puedo verla.
Estoy solo pero algunos me patean para que ande. "Vietkong, vietkong", me chillan.
Camino con los ojos vendados, con las manos atadas a la espalda,
y llevo un cuchillo clavado en el costado, y voy como un espectro, descalzo, por las atroces selvas del Vietnam.
(1968)
ESTA MAÑANA
A los seis años de su vida
esta mañana
mi hija se ha despertado junto a mí
y ha dicho solamente:
"Hoy es primavera.
Me han nacido flores en el pijama."
No he podido dejar de relatarlo.
(21 marzo 1969)
POSTAL PARA MI MADRE
Llueve sobre la sierra,
Melancolía,
¿Qué hará, yo me pregunto,
la madre mía?
(Allá en la casa,
cuidando como siempre
la dulce brasa).
La brasa de las cosas
más importantes
que hyan de serlo mañana
y lo eran antes.
(Voy para viejo
pero me siento niño
y en su cortejo).
Cortejo de la vida,
no de la muerte;
vida que recupera
lo que se vierte.
(Melancolía
hay siempre entre las brasas
de mi alegría).
(Navacerrada, 12 noviembre 1969)
Última edición por Pedro Casas Serra el Mar 23 Mayo 2023, 13:28, editado 2 veces
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