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Günter Grass (1927-2015) (Ciudad libre de Dánzig, actual Polonia, 16 de octubre de 1927-Lübeck, Alemania, 13 de abril de 2015)1 fue un escritor y artista alemán, galardonado con el Premio Nobel de Literatura y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en 1999.
Trayectoria
Hijo de Wilhelm Grass (1899-1979), un protestante pomerano-alemán, y de Helene Magdalena Grass (nacida Knoff, 1898-1954), una católica de origen casubo-polaco, el futuro escritor creció como católico. Sus padres tenían una bodega junto a un pequeño apartamento de dos habitaciones en Danzig-Langfuhr (hoy Gdańsk-Wrzeszcz, Polonia). Tuvo tres hermanos: Ella, Friedrich y Alfred. Estudió dibujo y escultura de 1948 a 1956.2
En 1954 contrajo matrimonio con Anna Schwarz, de la que tuvo tres hijos y una hija. Divorciado en 1978, al año siguiente se casó con Ute Grunert, hasta su muerte. Tuvo además dos hijas de otras relaciones.
Ha sido un escritor capital en la vida literaria y civil tras la Segunda Guerra, en Alemania y en Europa. Y ha escrito de muy diversos modos sobre la historia de su país de mediados del siglo XX, ya con tres novelas iniciales: El tambor de hojalata (1959), El gato y el ratón (1961) y Años de perro (1963).
Tuvo notable participación en el Grupo 47 de escritores alemanes, que se reunía dos veces al año: era un colectivo de jóvenes autores, luego destacadísimos, que leían fragmentos inéditos y se enfrentaban a la crítica de sus colegas (los organizadores enviaban tarjetas cíclicamente a personas muy dispares, ajenas al grupo). Estas reuniones del Grupo 47 dieron voz, incluso finalmente en Europa, a una nueva generación de escritores.
Por otra parte, Günter Grass tuvo una activa participación política en toda su vida. Criticó con dureza la represión de obreros en la Alemania del Este (RDA) a comienzos de los años 1950 (Los plebeyos ensayan la revolución). De hecho se mantuvo siempre muy cercano al partido socialdemócrata y ayudó entre otros a Willy Brandt en sus campañas (como puede leerse en Diario de un caracol), que fue decisivo para el cambio alemán. En 1990, su breve ensayo sobre los campos, Escribir después de Auschwitz, fue muy comentado. Además se opuso, tras la caída del Muro, a una reunificación apresurada e invasiva con la antigua RDA (Alemania: una unificación insensata).
Una polémica
Es posible que por todo ello, antes y después de recibir el Premio Nobel de literatura en 1999, haya sido atacado de diversas maneras, e incluso que una vez decidiese irse de Alemania (pasó casi un año en la India).
Fue especialmente polémico el pasaje de su vida que relató en su autobiografía de 2007, Pelando la cebolla, en donde cuenta su infancia, su vida como soldado, sus inicios como escritor y su relación con el papa Benedicto XVI, quien asimismo fue prisionero de guerra en Bad Aibling (Baviera). Y esta obra difundió otra pretendida novedad, avanzada por el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ): que a los 17 años perteneció a las Waffen-SS, esto es, que se contaba entre los soldados, casi un millón, que reclutaron al final las SS (Schutzstaffel o «Cuerpo de Protección»). Se sabía sólo que en 1944 estuvo unos meses en el ejército como auxiliar de artillería y que sirvió en la milicia, pero no que los batallones organizados para la guerra por los nazis lo hubiesen reclutado como soldado, aún en edad escolar. El 8 de mayo de 1945 fue herido y capturado en Marienbad, permaneciendo un tiempo hospitalizado y otro como prisionero de guerra.
Grass señaló que su ingreso en las Waffen-SS no fue premeditado, ya que se había presentado voluntario para servir en submarinos, siendo destinado a Dresde, donde sirvió en la 10.ª División Panzer SS Frundsberg. Grass solo sirvió en esa unidad unos meses, cuando tenía 17 años, por lo que ha sido defendido por Volker Schlöndorff, Salman Rushdie, su traductor Miguel Sáenz o Mario Vargas Llosa, entre muchos otros.
Es más, Klaus Wagenbach escribió que ese hecho ya se lo había contado el autor en 1963 para hacer una monografía sobre él, y transcribe ahí las notas correspondientes que tomó. Lo había declarado Grass sin tapujos, dice Wagenbach, pero al FAZ le interesaba en 2007 un titular: «No sólo hay demasiados reaccionarios en el mundo, sino también demasiados parricidas», añadía ese especialista en Kafka al respecto. Eso no impide, según una entrevista con él por Juan Cruz, que el propio Grass valore críticamente —y lamente— lo que significó esa «seducción» del poder en los muchachos de su generación.
Obra
Llamó poderosamente la atención su extensa novela El tambor de hojalata, de 1959, sobre la Alemania de su infancia y asimismo Años de perro de 1963. Desde entonces se convirtió en una de las voces narrativas más conocidas de su país por su tono ácido e implacable sobre el pasado inmediato.
En 1968 publicó en Berlín una colección de relatos cortos, Historias (Geschichten), bajo el pseudónimo de "Artur Knoff", utilizando el apellido de su madre.
Escribió luego El rodaballo (1977), novela que recoge sus saberes culinarios; un breve y denso Encuentro en Telgte (1981), sobre los escritores alemanes del barroco. Luego La Ratesa (1986) y tres libros sobre la historia de su país, que han tenido mucha resonancia: Es cuento largo (1996), sobre la caída del muro de Berlín, Mi siglo (1999), que va año a año por el siglo XX (y fue publicada en el año de su Nobel), y A paso de cangrejo (2002), pues "es necesario retroceder para avanzar, como los cangrejos", según dice Grass. En esta novela, A paso de cangrejo, recuerda el destino de millones de alemanes que fueron víctimas de la Segunda Guerra Mundial. La pieza central del libro es el hundimiento del barco KS Wilhelm Gustloff, el 30 de enero de 1945, con miles de refugiados de la Prusia Oriental a bordo; muchos de ellos, niños. Como en Alemania es un tema monopolizado por las poderosas asociaciones de refugiados de la Prusia Oriental, de corte conservador, Grass corría el riesgo de verse adscrito a una ideología que no era la suya. Por eso en su novela va contraponiendo el tema de la muerte de miles de refugiados alemanes con el destino fatal de un joven de la ultraderecha (neonazi). Partiendo de esa tragedia, hace igualmente un recorrido por otras de las sufridas por la población alemana, que apenas se estudian en los libros de texto del país.
Aparte, realizó obras de ilustración, como en Der Schatten (La sombra. Los cuentos de H. C. Andersen vistos por G. Grass), por la que obtuvo el premio Hans Christian Andersen de ilustración en 2005. También ha editado libros con sus dibujos. En 2006, presentó una exposición con esculturas y dibujos en Görlitz. En ocasión de su fallecimiento, el diario El País publicó algunos de sus dibujos y acuarelas, varios de los cuales tienen la particularidad de incluir textos explicativos del autor. Destaca especialmente su autorretrato.
Los principales traductores de las obras de Grass al castellano han sido Carlos Gerhard Otterwälder, muerto en México en 1976,15 y Miguel Sáenz (este último la ha hecho en contacto con el autor).
En enero de 2014 Grass declaró que no escribiría más novelas, debido a que a su avanzada edad le era imposible planificar el tiempo que le lleva hacerlo. Su abandono de la narrativa no significó, sin embargo, el retiro definitivo, ya que siguió cultivando la poesía y el dibujo.
El 14 de abril de 2015, el diario El País publicó la última entrevista de Grass, realizada por el periodista Juan Cruz el 21 de marzo anterior, y que estaba todavía inédita: "Günter Grass: “El dolor es la principal causa que me hace trabajar y crear”.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Gunter Grass:
De Las ventajas de las gallinas de viento (1956):
BANDERA POLACA
Muchas cerezas que, de esta sangre,
en la protesta se hacen claras
y persuaden al lecho, convirtiéndolo en funda roja.
La primera helada cuenta remolachas, estanques ciegos,
fuego de plantas de patata en el horizonte
y también hombres semienvueltos en humo.
Los días se encogen, las manzanas sobre el armario,
la libertad se heló, ahora arde en los hornos,
cuece la papilla de los niños y pinta los nudillos de rojo.
En la nieve de los pañuelos de cabeza en la fiesta,
el corazón de Pilsudski, el quinto casco del caballo,
golpeó en el granero, hasta que llegó el starost.
La bandera sangra sin dibujo,
y así vino el invierno, su paso
encontrará Varsovia tras los lobos.
EL UNDÉCIMO DEDO
¿Dónde estará mi undécimo dedo?
Mi dedo undécimo y especial
nunca se reía,
nunca se ponía el guante, de noche,
por el color.
Ordeñaba la cabra.
Ordeñaba la cabra,
llevaba la cabra al reloj
y la cabra bajaba la cabeza.
Sabía bajar la cabeza, sabía leer el reloj,
lamía al reloj la planta de los pies,
hasta que el reloj se reía, se reía,
perdía todos sus minutos
y lo confesaba todo, hasta sus detenciones.
Ahora se veía ya a lo lejos el oro,
el dedo veía muy lejos ya el oro,
seducía a joyeros,
a novias ante el altar.
Llave era, sello, silencio…
A menudo yo me chupaba el undécimo dedo,
aunque él nunca dormía,
aunque él nunca dormía.
¿Qué puedo señalar ahora?
¿Qué puedo señalar ahora,
hoy, si mis dos manos acortadas
sólo sirven ya para tocar
hierro como carne, carne, un yunque…
o se acuclillan de noche como cuervos abrumados,
sobre una piedra del campo,
son ocho, nueve, diez, nunca once.
Nunca son once.
ESTADIO DE NOCHE
Lentamente ascendió el balón en el cielo.
Entonces se vio que estaba lleno el graderío.
En la portería estaba el poeta solitario,
pero el arbitro pitó fuera de juego.
De Triángulo de vías (1960):
GLEISDREICK (TRIÁNGULO DE VÍAS)
Las asistentas van del Este al Oeste.
No hombre, quédate aquí, qué se te ha perdido allá;
vete allá, hombre, que se te ha perdido aquí.
Gleisdreieck, donde con glándulas ardientes
la araña que tiende las vías
tiene su guarida y las vías tiende.
Por el puente va hasta el otro lado sin costura
clavándose a sí misma los remaches,
cuando los que caen en su red aflojan los remaches.
Vamos a menudo y se lo enseñamos a los amigos,
esto es Gleisdreieck, nos bajamos
y contamos las vías con los dedos.
Las agujas atraen, las asistentas pasan,
la luz de cola me mira, pero la araña
caza moscas y deja pasar a las asistentas.
Miramos devotos la glándula
y leemos lo que la glándula escribe:
Gleisdreieck, Está usted dejando
Gleisdreieck y el Sector Occidental.
EN EL HUEVO
Vivimos en un huevo.
Hemos cubierto su interior
de dibujos obscenos
y garrapateado los nombres de nuestros enemigos.
Nos están incubando.
Quienquiera que nos incube
incuba también nuestro lápiz.
Cuando rompamos la cáscara un día
nos haremos una idea
enseguida de quien nos incuba.
Suponemos que nos incuban.
Nos imaginamos un ave bonachona
y escribimos trabajos escolares
sobre colores y raza
de la gallina que nos incuba.
¿Cuándo romperemos la cáscara?
Nuestros profetas del interior del huevo
discuten, por un sueldo medianejo,
sobre el período de incubación.
Suponen un día X.
Por aburrimiento y necesidad auténtica
hemos inventado las incubadoras.
Nos preocupa mucho nuestra descendencia en el huevo.
Con gusto recomendaríamos nuestra patente
a quien nos guarda.
Tenemos un techo sobre nuestras cabezas.
Pollitos seniles,
embriones que saben idiomas,
hablan el día entero
y todavía discuten sus sueños.
¿Y si no nos incubaran?
¿Si nunca se hiciera un agujero en esta cáscara?
¿Si nuestro horizonte fuera sólo el horizonte
de nuestros garabatos y no dejara de serlo?
Confiamos en que nos incuban.
Aunque si hablamos sólo de incubaciones
hay que temer también que alguien,
fuera de nuestra cáscara, sienta hambre
y nos eche a la sartén, sazonándonos con sal...
¿Qué haremos entonces, mis hermanos de dentro del huevo?
NORMANDÍA
Los búnkeres de la playa
no pueden deshacerse de su hormigón.
A veces llega un general semidifunto
y acaricia las troneras.
O bien los pueblan turistas
por cinco atormentados minutos.
Viento, arena, papel y orina:
la invasión no cesa.
LA BATALLA NAVAL
Un portaaviones americano
y una catedral gótica
se hunden
mutuamente
en medio del Pacífico.
Hasta el final
el curita joven tocaba el órgano...
Ahora el aire está lleno de ángeles y aviones
que no pueden aterrizar.
DIANA O LOS OBJETOS
Cuando alarga la mano derecha
sobre el hombro derecho buscando la aljaba,
adelanta la pierna izquierda.
Cuando me hirió,
su objeto me hirió en el alma
que es para ella un objeto.
En su mayoría son objetos en reposo
contra los que, los lunes,
me golpeo la rodilla.
Ella en cambio, con su permiso de caza,
sólo se deja fotografiar corriendo
y rodeada de perros.
Cuando dice que sí y acierta,
acierta a los objetos de la Naturaleza,
pero también a los disecados.
Siempre me he negado
a dejar que una idea sin sombra
hiriera mi cuerpo que arroja su sombra.
Tú, sin embargo, Diana,
con tu arco,
eres para mí objetiva y responsable.
Günter Grass (1927-2015) (Ciudad libre de Dánzig, actual Polonia, 16 de octubre de 1927-Lübeck, Alemania, 13 de abril de 2015)1 fue un escritor y artista alemán, galardonado con el Premio Nobel de Literatura y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en 1999.
Trayectoria
Hijo de Wilhelm Grass (1899-1979), un protestante pomerano-alemán, y de Helene Magdalena Grass (nacida Knoff, 1898-1954), una católica de origen casubo-polaco, el futuro escritor creció como católico. Sus padres tenían una bodega junto a un pequeño apartamento de dos habitaciones en Danzig-Langfuhr (hoy Gdańsk-Wrzeszcz, Polonia). Tuvo tres hermanos: Ella, Friedrich y Alfred. Estudió dibujo y escultura de 1948 a 1956.2
En 1954 contrajo matrimonio con Anna Schwarz, de la que tuvo tres hijos y una hija. Divorciado en 1978, al año siguiente se casó con Ute Grunert, hasta su muerte. Tuvo además dos hijas de otras relaciones.
Ha sido un escritor capital en la vida literaria y civil tras la Segunda Guerra, en Alemania y en Europa. Y ha escrito de muy diversos modos sobre la historia de su país de mediados del siglo XX, ya con tres novelas iniciales: El tambor de hojalata (1959), El gato y el ratón (1961) y Años de perro (1963).
Tuvo notable participación en el Grupo 47 de escritores alemanes, que se reunía dos veces al año: era un colectivo de jóvenes autores, luego destacadísimos, que leían fragmentos inéditos y se enfrentaban a la crítica de sus colegas (los organizadores enviaban tarjetas cíclicamente a personas muy dispares, ajenas al grupo). Estas reuniones del Grupo 47 dieron voz, incluso finalmente en Europa, a una nueva generación de escritores.
Por otra parte, Günter Grass tuvo una activa participación política en toda su vida. Criticó con dureza la represión de obreros en la Alemania del Este (RDA) a comienzos de los años 1950 (Los plebeyos ensayan la revolución). De hecho se mantuvo siempre muy cercano al partido socialdemócrata y ayudó entre otros a Willy Brandt en sus campañas (como puede leerse en Diario de un caracol), que fue decisivo para el cambio alemán. En 1990, su breve ensayo sobre los campos, Escribir después de Auschwitz, fue muy comentado. Además se opuso, tras la caída del Muro, a una reunificación apresurada e invasiva con la antigua RDA (Alemania: una unificación insensata).
Una polémica
Es posible que por todo ello, antes y después de recibir el Premio Nobel de literatura en 1999, haya sido atacado de diversas maneras, e incluso que una vez decidiese irse de Alemania (pasó casi un año en la India).
Fue especialmente polémico el pasaje de su vida que relató en su autobiografía de 2007, Pelando la cebolla, en donde cuenta su infancia, su vida como soldado, sus inicios como escritor y su relación con el papa Benedicto XVI, quien asimismo fue prisionero de guerra en Bad Aibling (Baviera). Y esta obra difundió otra pretendida novedad, avanzada por el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ): que a los 17 años perteneció a las Waffen-SS, esto es, que se contaba entre los soldados, casi un millón, que reclutaron al final las SS (Schutzstaffel o «Cuerpo de Protección»). Se sabía sólo que en 1944 estuvo unos meses en el ejército como auxiliar de artillería y que sirvió en la milicia, pero no que los batallones organizados para la guerra por los nazis lo hubiesen reclutado como soldado, aún en edad escolar. El 8 de mayo de 1945 fue herido y capturado en Marienbad, permaneciendo un tiempo hospitalizado y otro como prisionero de guerra.
Grass señaló que su ingreso en las Waffen-SS no fue premeditado, ya que se había presentado voluntario para servir en submarinos, siendo destinado a Dresde, donde sirvió en la 10.ª División Panzer SS Frundsberg. Grass solo sirvió en esa unidad unos meses, cuando tenía 17 años, por lo que ha sido defendido por Volker Schlöndorff, Salman Rushdie, su traductor Miguel Sáenz o Mario Vargas Llosa, entre muchos otros.
Es más, Klaus Wagenbach escribió que ese hecho ya se lo había contado el autor en 1963 para hacer una monografía sobre él, y transcribe ahí las notas correspondientes que tomó. Lo había declarado Grass sin tapujos, dice Wagenbach, pero al FAZ le interesaba en 2007 un titular: «No sólo hay demasiados reaccionarios en el mundo, sino también demasiados parricidas», añadía ese especialista en Kafka al respecto. Eso no impide, según una entrevista con él por Juan Cruz, que el propio Grass valore críticamente —y lamente— lo que significó esa «seducción» del poder en los muchachos de su generación.
Obra
Llamó poderosamente la atención su extensa novela El tambor de hojalata, de 1959, sobre la Alemania de su infancia y asimismo Años de perro de 1963. Desde entonces se convirtió en una de las voces narrativas más conocidas de su país por su tono ácido e implacable sobre el pasado inmediato.
En 1968 publicó en Berlín una colección de relatos cortos, Historias (Geschichten), bajo el pseudónimo de "Artur Knoff", utilizando el apellido de su madre.
Escribió luego El rodaballo (1977), novela que recoge sus saberes culinarios; un breve y denso Encuentro en Telgte (1981), sobre los escritores alemanes del barroco. Luego La Ratesa (1986) y tres libros sobre la historia de su país, que han tenido mucha resonancia: Es cuento largo (1996), sobre la caída del muro de Berlín, Mi siglo (1999), que va año a año por el siglo XX (y fue publicada en el año de su Nobel), y A paso de cangrejo (2002), pues "es necesario retroceder para avanzar, como los cangrejos", según dice Grass. En esta novela, A paso de cangrejo, recuerda el destino de millones de alemanes que fueron víctimas de la Segunda Guerra Mundial. La pieza central del libro es el hundimiento del barco KS Wilhelm Gustloff, el 30 de enero de 1945, con miles de refugiados de la Prusia Oriental a bordo; muchos de ellos, niños. Como en Alemania es un tema monopolizado por las poderosas asociaciones de refugiados de la Prusia Oriental, de corte conservador, Grass corría el riesgo de verse adscrito a una ideología que no era la suya. Por eso en su novela va contraponiendo el tema de la muerte de miles de refugiados alemanes con el destino fatal de un joven de la ultraderecha (neonazi). Partiendo de esa tragedia, hace igualmente un recorrido por otras de las sufridas por la población alemana, que apenas se estudian en los libros de texto del país.
Aparte, realizó obras de ilustración, como en Der Schatten (La sombra. Los cuentos de H. C. Andersen vistos por G. Grass), por la que obtuvo el premio Hans Christian Andersen de ilustración en 2005. También ha editado libros con sus dibujos. En 2006, presentó una exposición con esculturas y dibujos en Görlitz. En ocasión de su fallecimiento, el diario El País publicó algunos de sus dibujos y acuarelas, varios de los cuales tienen la particularidad de incluir textos explicativos del autor. Destaca especialmente su autorretrato.
Los principales traductores de las obras de Grass al castellano han sido Carlos Gerhard Otterwälder, muerto en México en 1976,15 y Miguel Sáenz (este último la ha hecho en contacto con el autor).
En enero de 2014 Grass declaró que no escribiría más novelas, debido a que a su avanzada edad le era imposible planificar el tiempo que le lleva hacerlo. Su abandono de la narrativa no significó, sin embargo, el retiro definitivo, ya que siguió cultivando la poesía y el dibujo.
El 14 de abril de 2015, el diario El País publicó la última entrevista de Grass, realizada por el periodista Juan Cruz el 21 de marzo anterior, y que estaba todavía inédita: "Günter Grass: “El dolor es la principal causa que me hace trabajar y crear”.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
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Algunos poemas de Gunter Grass:
De Las ventajas de las gallinas de viento (1956):
BANDERA POLACA
Muchas cerezas que, de esta sangre,
en la protesta se hacen claras
y persuaden al lecho, convirtiéndolo en funda roja.
La primera helada cuenta remolachas, estanques ciegos,
fuego de plantas de patata en el horizonte
y también hombres semienvueltos en humo.
Los días se encogen, las manzanas sobre el armario,
la libertad se heló, ahora arde en los hornos,
cuece la papilla de los niños y pinta los nudillos de rojo.
En la nieve de los pañuelos de cabeza en la fiesta,
el corazón de Pilsudski, el quinto casco del caballo,
golpeó en el granero, hasta que llegó el starost.
La bandera sangra sin dibujo,
y así vino el invierno, su paso
encontrará Varsovia tras los lobos.
EL UNDÉCIMO DEDO
¿Dónde estará mi undécimo dedo?
Mi dedo undécimo y especial
nunca se reía,
nunca se ponía el guante, de noche,
por el color.
Ordeñaba la cabra.
Ordeñaba la cabra,
llevaba la cabra al reloj
y la cabra bajaba la cabeza.
Sabía bajar la cabeza, sabía leer el reloj,
lamía al reloj la planta de los pies,
hasta que el reloj se reía, se reía,
perdía todos sus minutos
y lo confesaba todo, hasta sus detenciones.
Ahora se veía ya a lo lejos el oro,
el dedo veía muy lejos ya el oro,
seducía a joyeros,
a novias ante el altar.
Llave era, sello, silencio…
A menudo yo me chupaba el undécimo dedo,
aunque él nunca dormía,
aunque él nunca dormía.
¿Qué puedo señalar ahora?
¿Qué puedo señalar ahora,
hoy, si mis dos manos acortadas
sólo sirven ya para tocar
hierro como carne, carne, un yunque…
o se acuclillan de noche como cuervos abrumados,
sobre una piedra del campo,
son ocho, nueve, diez, nunca once.
Nunca son once.
ESTADIO DE NOCHE
Lentamente ascendió el balón en el cielo.
Entonces se vio que estaba lleno el graderío.
En la portería estaba el poeta solitario,
pero el arbitro pitó fuera de juego.
De Triángulo de vías (1960):
GLEISDREICK (TRIÁNGULO DE VÍAS)
Las asistentas van del Este al Oeste.
No hombre, quédate aquí, qué se te ha perdido allá;
vete allá, hombre, que se te ha perdido aquí.
Gleisdreieck, donde con glándulas ardientes
la araña que tiende las vías
tiene su guarida y las vías tiende.
Por el puente va hasta el otro lado sin costura
clavándose a sí misma los remaches,
cuando los que caen en su red aflojan los remaches.
Vamos a menudo y se lo enseñamos a los amigos,
esto es Gleisdreieck, nos bajamos
y contamos las vías con los dedos.
Las agujas atraen, las asistentas pasan,
la luz de cola me mira, pero la araña
caza moscas y deja pasar a las asistentas.
Miramos devotos la glándula
y leemos lo que la glándula escribe:
Gleisdreieck, Está usted dejando
Gleisdreieck y el Sector Occidental.
EN EL HUEVO
Vivimos en un huevo.
Hemos cubierto su interior
de dibujos obscenos
y garrapateado los nombres de nuestros enemigos.
Nos están incubando.
Quienquiera que nos incube
incuba también nuestro lápiz.
Cuando rompamos la cáscara un día
nos haremos una idea
enseguida de quien nos incuba.
Suponemos que nos incuban.
Nos imaginamos un ave bonachona
y escribimos trabajos escolares
sobre colores y raza
de la gallina que nos incuba.
¿Cuándo romperemos la cáscara?
Nuestros profetas del interior del huevo
discuten, por un sueldo medianejo,
sobre el período de incubación.
Suponen un día X.
Por aburrimiento y necesidad auténtica
hemos inventado las incubadoras.
Nos preocupa mucho nuestra descendencia en el huevo.
Con gusto recomendaríamos nuestra patente
a quien nos guarda.
Tenemos un techo sobre nuestras cabezas.
Pollitos seniles,
embriones que saben idiomas,
hablan el día entero
y todavía discuten sus sueños.
¿Y si no nos incubaran?
¿Si nunca se hiciera un agujero en esta cáscara?
¿Si nuestro horizonte fuera sólo el horizonte
de nuestros garabatos y no dejara de serlo?
Confiamos en que nos incuban.
Aunque si hablamos sólo de incubaciones
hay que temer también que alguien,
fuera de nuestra cáscara, sienta hambre
y nos eche a la sartén, sazonándonos con sal...
¿Qué haremos entonces, mis hermanos de dentro del huevo?
NORMANDÍA
Los búnkeres de la playa
no pueden deshacerse de su hormigón.
A veces llega un general semidifunto
y acaricia las troneras.
O bien los pueblan turistas
por cinco atormentados minutos.
Viento, arena, papel y orina:
la invasión no cesa.
LA BATALLA NAVAL
Un portaaviones americano
y una catedral gótica
se hunden
mutuamente
en medio del Pacífico.
Hasta el final
el curita joven tocaba el órgano...
Ahora el aire está lleno de ángeles y aviones
que no pueden aterrizar.
DIANA O LOS OBJETOS
Cuando alarga la mano derecha
sobre el hombro derecho buscando la aljaba,
adelanta la pierna izquierda.
Cuando me hirió,
su objeto me hirió en el alma
que es para ella un objeto.
En su mayoría son objetos en reposo
contra los que, los lunes,
me golpeo la rodilla.
Ella en cambio, con su permiso de caza,
sólo se deja fotografiar corriendo
y rodeada de perros.
Cuando dice que sí y acierta,
acierta a los objetos de la Naturaleza,
pero también a los disecados.
Siempre me he negado
a dejar que una idea sin sombra
hiriera mi cuerpo que arroja su sombra.
Tú, sin embargo, Diana,
con tu arco,
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