A um Bruxo, Com Amor
Em certa casa da Rua Cosme Velho
(que se abre no vazio)
venho visitar-te; e me recebes
na sala trajestada com simplicidade
onde pensamentos idos e vividos
perdem o amarelo
de novo interrogando o céu e a noite.
Outros leram da vida um capítulo, tu leste o livro inteiro.
Daí esse cansaço nos gestos e, filtrada,
uma luz que não vem de parte alguma
pois todos os castiçais
estão apagados.
Contas a meia voz
maneiras de amar e de compor os ministérios
e deitá-los abaixo, entre malinas
e bruxelas.
Conheces a fundo
a geologia moral dos Lobo Neves
e essa espécie de olhos derramados
que não foram feitos para ciumentos.
E ficas mirando o ratinho meio cadáver
com a polida, minuciosa curiosidade
de quem saboreia por tabela
o prazer de Fortunato, vivisseccionista amador.
Olhas para a guerra, o murro, a facada
como para uma simples quebra da monotonia universal
e tens no rosto antigo
uma expressão a que não acho nome certo
(das sensações do mundo a mais sutil):
volúpia do aborrecimento?
ou, grande lascivo, do nada?
O vento que rola do Silvestre leva o diálogo,
e o mesmo som do relógio, lento, igual e seco,
tal um pigarro que parece vir do tempo da Stoltz e do gabinete Paraná,
mostra que os homens morreram.
A terra está nua deles.
Contudo, em longe recanto,
a ramagem começa a sussurrar alguma coisa
que não se estende logo
a parece a canção das manhãs novas.
Bem a distingo, ronda clara:
É Flora,
com olhos dotados de um mover particular
ente mavioso e pensativo;
Marcela, a rir com expressão cândida (e outra coisa);
Virgília,
cujos olhos dão a sensação singular de luz úmida;
Mariana, que os tem redondos e namorados;
e Sancha, de olhos intimativos;
e os grandes, de Capitu, abertos como a vaga do mar lá fora,
o mar que fala a mesma linguagem
obscura e nova de D. Severina
e das chinelinhas de alcova de Conceição.
A todas decifrastes íris e braços
e delas disseste a razão última e refolhada
moça, flor mulher flor
canção de mulher nova...
E ao pé dessa música dissimulas (ou insinuas, quem sabe)
o turvo grunhir dos porcos, troça concentrada e filosófica
entre loucos que riem de ser loucos
e os que vão à Rua da Misericórdia e não a encontram.
O eflúvio da manhã,
quem o pede ao crepúsculo da tarde?
Uma presença, o clarineta,
vai pé ante pé procurar o remédio,
mas haverá remédio para existir
senão existir?
E, para os dias mais ásperos, além
da cocaína moral dos bons livros?
Que crime cometemos além de viver
e porventura o de amar
não se sabe a quem, mas amar?
Todos os cemitérios se parecem,
e não pousas em nenhum deles, mas onde a dúvida
apalpa o mármore da verdade, a descobrir
a fenda necessária;
onde o diabo joga dama com o destino,
estás sempre aí, bruxo alusivo e zombeteiro,
que resolves em mim tantos enigmas.
Um som remoto e brando
rompe em meio a embriões e ruínas,
eternas exéquias e aleluias eternas,
e chega ao despistamento de teu pencenê.
O estribeiro Oblivion
bate à porta e chama ao espetáculo
promovido para divertir o planeta Saturno.
Dás volta à chave,
envolves-te na capa,
e qual novo Ariel, sem mais resposta,
sais pela janela, dissolves-te no ar.
****************
A UN BRUJO, CON AMOR
En una casa en la calle Cosme Velho
(que se abre en el vacío)
Yo vengo a visitarte, y me recibes
en la sala de estar vestida de simplicidad
donde los pensamientos pasaron y vinieron
a perder el amarillo
cuestionando de nuevo el cielo y la noche
Otros leen un capítulo de la vida, tú lees todo el libro
De ahí esta fatiga en los gestos y, filtrada
una luz que no viene de ninguna parte
porque todos los candelabros
están fuera
Cuentas con media voz
maneras de amar y componer ministerios
y derribarlos, entre malinas
y Bruselas
Lo sabes profundo
La geología moral de Lobo Neves
y ese tipo de ojos derramados
que no estaban hechos para celos
Y estás apuntando al ratoncito medio muerto
con la curiosidad pulida y meticulosa
de los que saborean la mesa
el placer de Fortunato, viviseccionista amateur
Miras la guerra, el puñetazo, la puñalada
en cuanto a una simple ruptura de la monotonía universal
y lo tienes en tu vieja cara
una expresión que no creo que sea correcta
(de las sensaciones del mundo el más sutil)
¿lupiosidad del aburrimiento?
¿O, gran lascivo, de la nada?
El viento del Sylvester lidera el diálogo
y el mismo sonido del reloj, lento, igual y seco
tan asqueroso que parece venir de la época de Stoltz y de la oficina de Paraná
muestra que los hombres están muertos
La tierra está desnuda de ellos
Sin embargo, lejos de la nada
la rama comienza a susurrar algo
que no se extiende pronto
Suena como la canción de las nuevas mañanas
Lo distingo claramente, claro redondo
Es Flora
con ojos dotados de un movimiento particular
una persona reflexiva y reflexiva
Marcela, riendo con expresión franca (y algo más)
A Virginia
cuyos ojos dan la singular sensación de luz húmeda
Mariana, que los tiene redondos y nuevos
y Sancha, con ojos íntimos
y los grandes de Capitu, abiertos como la ola de mar allí
el mar que habla el mismo idioma
Oscuro y nuevo por D. Severina
y la zapatilla de la alcoba de Conceição
A todos los descifradores iris y brazos
y de ellos dijiste la razón última y astuta
niña, flor mujer flor
Canción de mujer joven
Y al pie de esta canción se disimula (o insinúa, quién sabe)
el gruñido nublado de cerdos, concentrado y la burla filosófica
entre los locos que se ríen de estar locos
y los que van a Mercy Street y no lo encuentran
El efluvio de la mañana
¿Quién lo pide al anochecer de la tarde?
Una presencia, el clarinet pié
antes que el pie buscará el medicamento
pero habrá un remedio para existir
o no existir?
Y para los días más difíciles, además
de cocaína moral de buenos libros?
¿Qué crimen cometemos pero vivimos?
tal vez de amar
No sabes a quién, ¿pero amor?
Todos los cementerios se parecen
y no aterriza en ninguno de ellos, pero donde duda
agarra el mármol de la verdad, para descubrir
la hendidura necesaria
donde el diablo juega a la reina con el destino
Siempre estás ahí, esquivo y burlado
y resuelves en mí tantos acertijos
Un sonido suave y remoto
se rompe en medio de embriones y ruinas
servicio eterno y aleluya eterno
y viene a la expedición de su pencene
El olvido del Destripador
llama a la puerta y llama al espectáculo
promovido para divertir el planeta Saturno
Gira la llave
te envuelves en la cubierta
y lo nuevo Ariel, no más respuesta
Si sales por la ventana, te disuelves en el aire
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