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por Simon Abadia Sáb 25 Mayo 2019, 10:34Vida primera, 16
Transcurría el tiempo del Universo
y unas manecillas extrañas
asomaban su poderío marcando el tiempo sideral.
Caín ¿ese tiempo que pinta en nuestra vida?
Es el de un Ser, al que llamamos Dios,
aunque marca el nuestro.
Abel oyó a Caín sin convencimiento.
Recostados sobre una hierba virgen los dos miraban hacia el infinito.
Abel inquieto miraba las estrellas desde la tierra
y bajó retrospectivamente hacia su interior:
¿Y nosotros que hacemos aquí? ¿Y quien nos ha traído?
Sencillamente nosotros podemos contestar
que hemos estado en vientre de mujer.
El misterio está en el nacimiento
de los dos afortunados Adán y Eva,
sentenció Caín.
Si es así, alguien debe estar por encima de este misterio.
Mañana cuando se despierte, pregúntale tú mismo.
Lo que sí te digo es que nosotros tenemos un cuerpo perfecto.
Que piensa, que habla, y superior a cualquier animal que nos rodea.
Abel se quedó dormido, viendo el desplazamiento de unas estrellas.
Cuando se iban las tinieblas, la punta de un palo
le tocó el hombro,
y abrió sus ojos poniendo en movimiento su cuerpo.
Allí estaba Eva, la primera mujer del mundo.
Su estructura perfecta y todavía llena de vitalidad.
¿Tú también estuviste en vientre de mujer?
No, a mí me trajeron y moldearon para vivir la Vida.
¿Y tú conociste a quien te hizo?
Su figura no, pero sí que hemos hablado con Él.
Adán, mi compañero, te podrá explicar más detalles.
Abel buscó a Caín, que estaba con Mirna,
tratando de hacer más grande la gruta.
Eva me ha dicho que no estuvo en vientre de mujer.
Abel, es mejor que nos ayudes para cuando vengan
las lluvias y los fríos.
Si pero mi deseo es saber que hago aquí y con que finalidad me han puesto en la tierra . Noto que tengo Alguien superior que me da atracción hacia El, que arrastra mis pensamientos como Señor de todo lo que veo. Pero ello no me da solución a lo que me pregunto.
Adán erguido se presentó sin decir nada.
Enseñaba los dientes distendido, satisfecho de vernos.
¿Habéis contemplado el cielo con todas las lumbreras?
Caín, contestó muy rápido.
Si y observo unas manecillas que marcan nuestros tiempos
y la de las estrellas y que distribuyen las temporadas
de fríos y calores.
Algunas pasan a velocidad de vértigo.
¿El Dios que tú hablas está presente?
Es extraño que ya comiencen las dudas del Ser que nos dio Vida.
Todo lo que hace el humano está lleno de reconocimiento; en cambio,
lo que nos ha puesto Dios expuesto y lleno de realidad, nos cuesta darle su autoría.
Y el mundo fue creciendo a medida,
el hombre y la mujer se procreaban y crecían en sabiduría.
Al final nos llegará la muerte con su fórmula exquisita:
El cuerpo se queda en la tierra
y el hálito, suspiro de Dios,
quiebra las ligaduras
y marcha hacia otros mundos.
Por eso los humanos,
harán un sendero de silencios
andando sin saberlo
seguro, a la necrópolis de tiempo.
¿La muerte es división o quizá meta?
Silencios majestuosos. 17
¿Todas generaciones tienen sabios?
Si, siempre limitados.
Van descubriendo con intensidad
todo lo que está expuesto.
Se nota que es difícil todo inicio
sin ver de donde ha salido.
Varamos al Ser único, vivido.
Según las conveniencias
y creemos que, con la negación,
ganamos los peldaños exactos,
ante el silencio majestuoso de Dios.
Transcurría el tiempo del Universo
y unas manecillas extrañas
asomaban su poderío marcando el tiempo sideral.
Caín ¿ese tiempo que pinta en nuestra vida?
Es el de un Ser, al que llamamos Dios,
aunque marca el nuestro.
Abel oyó a Caín sin convencimiento.
Recostados sobre una hierba virgen los dos miraban hacia el infinito.
Abel inquieto miraba las estrellas desde la tierra
y bajó retrospectivamente hacia su interior:
¿Y nosotros que hacemos aquí? ¿Y quien nos ha traído?
Sencillamente nosotros podemos contestar
que hemos estado en vientre de mujer.
El misterio está en el nacimiento
de los dos afortunados Adán y Eva,
sentenció Caín.
Si es así, alguien debe estar por encima de este misterio.
Mañana cuando se despierte, pregúntale tú mismo.
Lo que sí te digo es que nosotros tenemos un cuerpo perfecto.
Que piensa, que habla, y superior a cualquier animal que nos rodea.
Abel se quedó dormido, viendo el desplazamiento de unas estrellas.
Cuando se iban las tinieblas, la punta de un palo
le tocó el hombro,
y abrió sus ojos poniendo en movimiento su cuerpo.
Allí estaba Eva, la primera mujer del mundo.
Su estructura perfecta y todavía llena de vitalidad.
¿Tú también estuviste en vientre de mujer?
No, a mí me trajeron y moldearon para vivir la Vida.
¿Y tú conociste a quien te hizo?
Su figura no, pero sí que hemos hablado con Él.
Adán, mi compañero, te podrá explicar más detalles.
Abel buscó a Caín, que estaba con Mirna,
tratando de hacer más grande la gruta.
Eva me ha dicho que no estuvo en vientre de mujer.
Abel, es mejor que nos ayudes para cuando vengan
las lluvias y los fríos.
Si pero mi deseo es saber que hago aquí y con que finalidad me han puesto en la tierra . Noto que tengo Alguien superior que me da atracción hacia El, que arrastra mis pensamientos como Señor de todo lo que veo. Pero ello no me da solución a lo que me pregunto.
Adán erguido se presentó sin decir nada.
Enseñaba los dientes distendido, satisfecho de vernos.
¿Habéis contemplado el cielo con todas las lumbreras?
Caín, contestó muy rápido.
Si y observo unas manecillas que marcan nuestros tiempos
y la de las estrellas y que distribuyen las temporadas
de fríos y calores.
Algunas pasan a velocidad de vértigo.
¿El Dios que tú hablas está presente?
Es extraño que ya comiencen las dudas del Ser que nos dio Vida.
Todo lo que hace el humano está lleno de reconocimiento; en cambio,
lo que nos ha puesto Dios expuesto y lleno de realidad, nos cuesta darle su autoría.
Y el mundo fue creciendo a medida,
el hombre y la mujer se procreaban y crecían en sabiduría.
Al final nos llegará la muerte con su fórmula exquisita:
El cuerpo se queda en la tierra
y el hálito, suspiro de Dios,
quiebra las ligaduras
y marcha hacia otros mundos.
Por eso los humanos,
harán un sendero de silencios
andando sin saberlo
seguro, a la necrópolis de tiempo.
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ganamos los peldaños exactos,
ante el silencio majestuoso de Dios.
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