Aires de Libertad

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 28 Ago 2023, 01:33

    .


    Mark Strand
    (Summerside, Isla del Príncipe Eduardo; 11 de abril de 1934 - Nueva York, 29 de noviembre de 2014)1​ fue un poeta, ensayista y traductor estadounidense nacido en Canadá, poeta laureado por la Biblioteca del Congreso en 1990.

    Biografía

    Nació en 1934 en el pueblo canadiense de Summerside, Isla del Príncipe Eduardo. Creció en una familia judía secularizada y pasó sus primeros años en Norteamérica y su adolescencia en América del Sur y Central. En 1957 obtuvo un grado de Bachiller en Artes en el Antioch College, Ohio. Luego estudió pintura con Josef Albers en la Universidad de Yale, donde obtuvo un BFA en 1959. Con una Beca Fulbright estudió la poesía decimonónica italiana entre 1960 y 1961. Asistió al Taller de Escritores de la Universidad de Iowa al año siguiente y obtuvo una Maestría en Artes en 1962. En 1965 pasó un año en Brasil como profesor Fulbright. Su carrera académica lo ha llevado a numerosas universidades para enseñar: Universidad de Iowa (1962-1965) Universidad de Río de Janeiro (1965-1966); Mount Holyoke College (1967); Universidad de Columbia en Nueva York (1969-1972); Brooklyn College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (1970-1972); Princeton University (1973); Universidad de Brandeis (1974-1975); Universidad de Utah en Salt Lake City (1981-1993); Johns Hopkins University (1994-1998); Universidad de Chicago (1998-2005); Universidad de Columbia, Nueva York (2005-). Ha sido profesor visitante en Washington. Yale, Virginia, California, Wesleyana, Harvard y Johns Hopkins.

    En 1981 fue elegido miembro de la Academia Americana de las Artes y las Letras. Ha recibido numerosos premios, incluyendo una beca MacArthur en 1987 y el Premio Pulitzer de Poesía en 1999.

    La poesía de Strand es elegíaca y nostálgica. Evoca las bahías, campos, barcos, árboles de su infancia en la Isla del Príncipe Eduardo. Su Surrealismo ha sido comparado con el de Robert Bly, pero él lo atribuye a la admiración pictórica por las obras de Max Ernst, Giorgio de Chirico y René Magritte. Utiliza un lenguaje claro y concreto, generalmente sin rima o metro, con una fuerte unidad de tono y toques antilíricos. Se siente muy cerca de otros poetas de su generación como Charles Simic, de origen yugoslavo y nacido en 1938, y Charles Wright. Ha traducido poesía en español, portugués, italiano y quechua (Rafael Alberti, Carlos Drummond de Andrade, Dante Alighieri).​

    En España se empezó a conocer con la versión bilingüe de La historia de nuestras vidas (1973) que aparecía en la antología Nuevas voces de Norteamérica (1983) de Claribel Alegría, acaudillando lo que allí se denominaba "Escuela del cuarto cerrado", y algunos de sus poemas han sido traducidos también por Octavio Paz. En una entrevista de 1971 Strand dijo: "Me siento parte de un nuevo estilo internacional que tiene mucho que ver con la claridad en la dicción, una confianza cierta en las técnicas surrealistas y un fuerte elemento narrativo".

    (Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )


    *


    Algunos poemas de Mark Strand:


    ​De Durmiendo con un ojo abierto (1964):


    POEMA

    Él entra a tientas por la puerta trasera,
    camina en puntillas por la cocina,
    la sala, el corredor,
    sube las escaleras y entra
    en la habitación. Se inclina
    sobre mi cama y dice que ha venido
    a asesinarme. El trabajo
    se hará por etapas.

    Primero, las uñas de mis pies
    serán recortadas, luego los dedos de mis pies,
    y así seguirá hasta que
    nada reste de mí.
    De su llavero, toma un pequeño instrumento
    y comienza.
    Escucho el Lago de los Cisnes
    en el estéreo de un vecino, y comienzo a tararear.

    No podría decir
    cuánto tiempo ha pasado. Pero cuando despierto
    le escucho decir que ha alcanzado mi cuello
    y que no podrá continuar
    porque está cansado. Le digo
    que ha hecho suficiente,
    que debe irse a casa y descansar.
    Me da las gracias y se marcha.

    Siempre me sorprende
    cuán fácilmente se sacian
    algunas personas.




    De Razones para movernos (1963-8):


    MATRIMONIO

    El viento viene de lados opuestos,
    viajando lentamente.

    Ella da vueltas en el aire profundo.
    Él camina por las nubes.

    Ella se acicala,
    se suelta el cabello,

    se maquilla los ojos,
    sonríe.

    El sol calienta sus dientes,
    la punta de su lengua los humedece.

    Él sacude el polvo de su traje
    y endereza su corbata.

    Fuma.
    Pronto se encontrarán.

    El viento los acerca.
    Saludan.

    Cerca, más cerca.
    Se abrazan.

    Ella arregla la cama.
    Él se quita los pantalones.

    Se casan
    y tienen un hijo.

    El viento se los lleva
    en distintas direcciones.

    Es fuerte el viento, piensa él
    mientras endereza su corbata.

    Me gusta el viento, dice ella
    mientras se pone el vestido.

    El viento se abre.
    El viento lo es todo para ellos.



    COMIENDO POESÍA

    Fluye tinta de las comisuras de mi boca.
    No hay felicidad igual a la mía.
    He comido poesía.

    La bibliotecaria no puede creer lo que ve.
    Sus ojos están tristes
    y camina con las manos ocultas en su vestido.

    Ya no están los poemas.
    Es tenue la luz.
    Los perros suben por las escaleras del sótano.

    Sus pupilas en blanco,
    sus patas rubias ardiendo como leños.
    La pobre mujer patea y solloza.

    Ella no entiende.
    Cuando me arrodillo y lamo su mano,
    grita.

    Soy un hombre nuevo.
    Le gruño, le ladro.
    Salto alegremente en la libresca oscuridad.


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    Mark Strand (1934-2014) Empty Re: Mark Strand (1934-2014)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 28 Ago 2023, 07:25

    .


    De Más oscuro (1970):


    RESTOS

    a Bill y Sandy Bailey

    Me vacío de los nombres de otros. Vacío mis bolsillos.
    Vacío mis zapatos y los dejo al borde del camino.
    De noche, retraso los relojes:
    abro el álbum familiar y me miro como niño.

    ¿Qué importa? Las horas han hecho lo suyo.
    Digo mi nombre. Digo adiós.
    Las palabras se siguen unas a otras, viento abajo.
    Amo a mi esposa, pero le digo que se marche.

    Mis padres se levantan de sus tronos
    en los lechosos aposentos de las nubes. ¿Cómo puedo cantar?
    El tiempo me dice qué soy. Cambio y soy el mismo.
    Me vacío de mi vida y mi vida permanece.



    EL VESTIDO

    Recuéstate en la brillante colina
    con la mano de la luna sobre tu mejilla,
    tu carne profunda en los pliegues blancos de tu vestido,
    y no escucharás al apasionado topo
    extender la longitud de su oscuridad,
    ni al búho disponiendo de toda la noche,
    que es su sabiduría, ni al poema
    mientras cubre tu almohada de plumas azules.
    Pero si te quitas el vestido y entras a la sombra,
    te hallará el topo, el búho, también el poema
    y te hundirás en otra oscuridad, que habrás
    de hacer y rehacer hasta que sea perfecta.




    De La historia de nuestras vidas (1973):


    ELEGÍA A MI PADRE

    (Robert Strand 1908-68)

    1. El cuerpo vacío
    Las manos eran tuyas, los brazos eran tuyos,
    pero no estabas allí.
    Los ojos eran los tuyos, pero estaban cerrados y no querían abrirse.
    El sol distante estaba allí.

    La luna sobre el hombro blanco de la colina estaba allí.
    El viento sobre Bedford Basin estaba allí.
    La pálida y verde luz del invierno estaba allí.
    Tu boca estaba allí,
    pero tú no estabas allí.
    Cuando alguien hablaba, no había respuesta.
    Las nubes descendieron
    y enterraron los edificios que bordean el agua,
    y el agua quedó en silencio.
    Las gaviotas miraron.
    Los años, las horas, que ya no te hallarían,
    giraron sobre las muñecas de otros.
    No había dolor. Había desaparecido.
    No había secretos. No había nada que decir.
    La sombra esparció su ceniza.
    Ese cuerpo era tuyo, pero tú no estabas allí.
    El aire se estremecía contra esa piel.
    La oscuridad se inclinó sobre esos ojos.
    Pero no estabas allí.

    2. Respuestas
    ¿Por qué viajaste?
    Porque hacía frío en la casa.
    ¿Por qué viajaste?
    Porque siempre lo he hecho entre el anochecer y el amanecer.
    ¿Qué llevabas?
    Llevaba un traje azul, una camisa blanca, una corbata amarilla, y calcetines amarillos.
    ¿Qué llevabas puesto?
    Usé un traje azul, una camisa blanca, corbata amarilla y medias amarillas.
    ¿Qué llevabas puesto?
    Nada. Una bufanda de dolor me abrigaba.
    ¿Con quién dormiste?
    Dormí con una mujer distinta cada noche.
    ¿Con quién dormiste?
    Dormí solo. Siempre he dormido solo.
    ¿Por qué mentiste?
    Siempre pensé que dije la verdad.
    ¿Por qué mentiste?
    Porque la verdad es la mayor mentira y amo la verdad.
    ¿Por qué te marchas?
    No sé. Jamás lo he sabido.
    ¿Cuánto deberé esperarte?
    No me esperes. Estoy cansado y quiero recostarme.
    ¿Estás cansado, quieres recostarte?
    Sí, estoy cansado y quiero recostarme.

    3. Tu muerte
    Nada pudo detenerte.
    Ni el mejor de los días. Ni la quietud. Ni la oscilación del mar.
    Seguiste con tu muerte.
    Ni los árboles
    bajo los que caminabas, ni los árboles que te dieron sombra.
    Ni el médico
    que te hizo advertencias, el joven médico de cabellos blancos que una vez te salvó.
    Seguiste con tu muerte.
    Nada pudo detenerte. Ni tu hijo. Ni tu hija
    que te alimentó e hizo de ti un niño.
    Ni tu hijo que pensaba que vivirías por siempre.
    Ni el viento que sacudió tus solapas.
    Ni la quietud que se ofreció a tu movimiento.
    Ni tus zapatos que se hicieron más pesados.
    Ni tus ojos que rehusaron mirar hacia adelante.
    Nada pudo detenerte.
    Estabas sentado en tu cuarto y mirabas la ciudad
    y seguiste con tu muerte.
    Fuiste a trabajar y dejaste que el frío penetrara en tus ropa.
    Dejaste que la sangre empapara tus medias.
    Tu rostro palideció.
    Tu voz se partió en dos.
    Te apoyaste de tu bastón.
    Pero nada pudo detenerte.
    Ni tus amigos que te aconsejaron.
    Ni tu hijo. Ni tu hija que te vio hacerte pequeño.
    Ni la fatiga que vivía en tus suspiros.
    Ni tus pulmones que habrían de llenarse de agua.
    Ni tus mangas que cargaban el dolor de tus brazos.
    Nada pudo detenerte.
    Seguiste con tu muerte.
    Cuando jugabas con tus hijos seguías con tu muerte.
    Cuando te sentabas a la mesa,
    cuando despertabas de noche, humedecido por las lágrimas, tu cuerpo sollozando,
    seguías con tu muerte.
    Nada pudo detenerte.
    Ni el pasado.
    Ni el futuro de clima afable.
    Ni el paisaje en la  ventana, la vista del camposanto.
    Ni la ciudad. Ni la terrible ciudad con sus edificios de madera.
    Ni el fracaso. Ni el éxito.
    No hiciste nada sino seguir con tu muerte.
    Acercaste tu reloj a tu oído.
    Sentías como te marchabas.
    Yacías sobre la cama.
    Doblabas tus brazos sobre tu pecho y soñabas con el mundo sin ti,
    con el espacio bajo los árboles,
    con el espacio de tu cuarto,
    con los espacios que estarían vacíos de ti,
    y seguiste con tu muerte.
    Nada pudo detenerte.
    Ni tu respiración. Ni tu vida.
    Ni la vida que deseabas.
    Ni la vida que tuviste.
    Nada pudo detenerte.

    4. Tu sombra
    Tienes tu sombra.
    Los lugares que visitaste la han devuelto.
    Los pasillos y los céspedes desnudos del orfelinato la devolvieron.
    La Casa Newsboy la devolvió.
    Las calles de Nueva York la han devuelto y también las calles de Montreal.
    Las calles en Belém donde lagartos mordisqueaban mosquitos la han devuelto.
    Las oscuras calles de Manaus y las húmedas calles de Rio la han devuelto.
    Ciudad de México, que deseabas abandonar, la ha devuelto.
    Y Halifax, donde el puerto habría de lavarse las manos de ti, la ha devuelto.
    Tienes tu sombra.
    Cuando viajaste el  blanco funeral de tu partida envió tu sombra a la profundidad, pero cuando regresaste estaba allí para saludarte. Tenías tu sombra.
    Las puertas que cruzaste alzaron tu sombra y cuando saliste te la devolvieron. Tenías tu sombra.
    Incluso cuando olvidaste tu sombra, de nuevo la encontraste; siempre estuvo contigo.
    Una vez, en el campo, la sombra de un árbol cubrió tu sombra, y no te reconocían.
    Una vez, en el campo, pensaste que tu sombra era la de otro. Tu sombra no dijo nada.
    Tu ropa cargaba tu sombra adentro; cuando te desvestías, se esparcía como la oscuridad de tu pasado.
    Y tus palabras que flotaban como hojas en un aire perdido, en un lugar que nadie conoce, te devolvieron tu sombra.
    Tus amigos te devolvieron tu sombra.
    Tus enemigos te devolvieron tu sombra. Dijeron que era pesada y que cubriría tu tumba.
    Cuando moriste tu sombra durmió en la boca del horno y en vez de pan comió cenizas.
    Se regocijó entre las ruinas.
    Miraba mientras los demás dormían.
    Brillaba como un cristal entre las tumbas.
    Se dispuso como aire.
    Quería ser como la nieve sobre el agua.
    Quería ser nada, pero eso no fue posible.
    Vino a mi casa.
    Se sentó sobre mis hombros.
    Tu sombra es tuya. Se lo dije. Dije que era tuya.
    La he llevado conmigo demasiado tiempo. Te la devuelvo.

    5. Luto
    Lloran por ti.
    Cuando te levantas a medianoche,
    y el rocío brilla en las piedras de tus mejillas,
    lloran por ti.
    Te llevan hacia la casa vacía.
    Llevan adentro las sillas y las mesas.
    Te hacen sentarte, y te enseñan a respirar.
    Y tu aliento arde,
    quema la caja de pino y las cenizas caen como la luz del sol.
    Te dan un libro y te obligan a leerlo.
    Escuchan y sus ojos se llenan de lágrimas.
    Las mujeres acarician tus dedos.
    Te peinan hasta que tus cabellos recobran el amarillo.
    Rasuran la escarchan de tu barba.
    Friccionan tus muslos.
    Te visten en ropas elegantes.
    Frotan tus manos para calentarlas.
    Te alimentan. Te ofrecen dinero.
    Se arrodillan y te imploran que no mueras.
    Cuando te levantas a medianoche lloran por ti.
    Cierran los ojos y susurran tu nombre una y otra vez.
    Pero no pueden arrastrar la luz ahogad en tus venas.
    No pueden alcanzar tus sueños.
    Aunque te levantes y sigas levantándote, no tiene remedio.
    Lloran por ti a su manera.

    6. Año nuevo
    Es invierno y año nuevo.
    Nadie te conoce.
    Alejado de las estrellas, de la lluvia de luz,
    yaces bajo la intemperie de las piedras.
    No hay un hilo que te guíe hacia nosotros.
    Tus amigos dormitan en la oscuridad
    del placer y no pueden recordar.
    Nadie te conoce. Eres el vecino de nadie.
    No ves la lluvia que cae y el hombre que se aleja,
    el viento sucio esparciendo sus cenizas por la ciudad.
    No ves el sol que arrastra la luna como un eco.
    No ves el corazón herido arder en llamas,
    los cráneos de los inocentes hacerse humo.
    No ves las cicatrices de la plenitud, los ojos apagados.
    Todo  ha terminado. Es invierno y año nuevo.
    Los débiles de espíritu lastran sus pies hacia el cielo.
    Los desesperanzados padecen el frio junto a aquellos que ya no tienen nada que ocultar.
    Todo ha terminado y nadie te conoce.
    Las estrellas brillan sobre el agua negra.
    Hay piedras en el mar que nadie ha visto.
    Hay una orilla donde muchos esperan.
    Y nada regresa.
    Porque todo ha terminado.
    Porque hay silencio en vez de un nombre.
    Porque es invierno y año nuevo.


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    Mark Strand (1934-2014) Empty Re: Mark Strand (1934-2014)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 28 Ago 2023, 08:57

    .


    De Hora tardía (1978):


    LA LLEGADA DE LA LUZ

    Ocurre incluso a esta hora tardía:
    la llegada del amor, la llegada de la luz.
    Despiertas y las velas parecen encenderse por sí solas,
    las estrellas se congregan, los sueños fluyen en tus almohadas,
    exhalando cálidos racimos de aire.
    Incluso en esta hora tardía brillan los huesos del cuerpo
    y la ceniza del mañana arde hecha aliento.



    HORA TARDÍA

    Un hombre camina hacia el pueblo.
    En su espalda sopla la leve brisa olorosa a tierra
    y el crudo verdor de los árboles.

    Arrastra el peso de su pasión cual si nada hubiera terminado,
    cual si la mujer, ahora doblada en la cama junto a su amante,
    aún le amara.

    Ella está despierta y mira las cicatrices de luz
    atrapadas en los cristales.
    Él se detiene bajo su ventana, llamándola:

    llama toda la noche y nada cambia.
    Ocurrirá otra vez, él volverá a ella, dondequiera que esté.
    Nuevamente estará fuera e imaginará

    que sus ojos se abren en la oscuridad
    y la verá acercarse a mirar por la ventana.
    Nuevamente yacerá despierta, junto a su amante

    y escuchará la voz desde alguna parte en la oscuridad.
    Nuevamente la hora tardía, luna y estrellas,
    las heridas nocturnas que sanan en silencio,

    nuevamente el viento luminoso de la mañana, que llega
    antes del sol.
    Y, finalmente, sin advertencia o deseo,
    el final, solitario, fútil.



    EL JARDÍN

    a Robert Penn Warren

    Brilla en el jardín,
    en el blanco follaje del castaño,
    en el ala del sombrero de mi padre
    mientras camina sobre la grava.

    En el jardín donde el tiempo se ha detenido
    mi madre está sentada en una silla de secoya;
    la luz invade el cielo,
    los pliegues de su vestido,
    la maraña de las rosas a su lado.

    Y cuando mi padre se inclina
    y susurra en su oído,
    cuando se disponen a partir
    y las golondrinas escapan
    y la luna y las estrellas
    se han marchado junto, brilla.

    Ahora, mientras te inclinas sobre esta página,
    tardío y solitario, brilla; ahora,
    en el instante que precede a su ausencia.



    EXILIADOS

    1
    Sólo ellos habían escapado
    para contarnos cómo
    la casa ya no estaba
    y las cosas habían desaparecido,
    cómo yacían en sus camas
    y los despertó el viento
    y vieron que su techo no estaba
    y pensaron que estaban soñando.
    Pero la noche estrellada
    y el frío que sentían eran reales
    y miraron a su alrededor
    y vieron árboles en vez de paredes.
    Cuando salió el sol
    no vieron nada que fuera suyo.
    Otras casas se derrumbaban.
    Otros árboles caían.
    Corrieron tras el tren
    pero el tren se había ido.
    Corrieron hacia el río
    pero no había barcos.
    Ellos pensaron en nosotros.
    Ellos vendrían aquí.
    Así que se pudieron de pie
    y echaron a correr.
    No  había pájaros.
    El viento había muerto.
    Su ropa estaba hecha harapos
    y cayó al suelo.
    Así corrieron
    y se cubrieron
    con sus manos
    y cerraron sus ojos
    y nos imaginaron
    acogiéndolos.
    No podían oír
    el sonido de sus pasos.
    Ellos se sentían a la deriva.
    Habían corrido todo el día
    y ahora no podían ver nada,
    ni siquiera sus manos.
    Todo se desvaneció
    alrededor de sus voces
    hasta que sólo quedaron sus voces,
    contando la historia.
    Y después de la historia,
    sus voces también se han ido.

    2
    No se habían ido
    y la historia que contaban
    apenas había comenzado,
    porque cuando el aire quedó mudo
    y todo se desvaneció
    tan sólo significaba que estos
    exiliados vinieron
    a un país
    no es el suyo,
    a un resplandor
    sin esperanza.
    Porque llegaron demasiado lejos,
    el miedo los devolvió
    a la noche de su origen.
    Y en su camino de regreso
    oyeron los pasos
    y sintieron la tibieza
    de la ropa que pensaban
    habían sido despojados.
    Corrieron juntos a los barcos anclados,
    abandonados en la bahía,
    junto al tren que esperaba
    bajo el hielo derretido de las estrellas.
    Sus suspiros se mezclaban
    con los suspiros del viento.
    Y cuando salió la luna,
    todavía regresaban.
    Y cuando los árboles
    y las casas reaparecieron,
    vieron lo que deseaban:
    su historia regresaba
    al comienzo.
    Lo vieron en la fría
    habitación bajo el techo
    helado por la luz de la luna.
    Yacían en sus camas
    y las sombras de los árboles gigantes
    eran roces oscuros contra las paredes.



    VERSOS PARA EL INVIERNO

    a Ros Krauss

    Di a ti mismo
    mientras crece el frío y el gris cae del aire
    que seguirás
    caminando, escuchando
    la misma canción sin importar dónde
    te encuentres
    -dentro de la cúpula de la oscuridad
    o bajo el crujir blanco
    de la mirada de la luna en un valle de nieve.
    Esta noche, mientras entra el frío
    di a ti mismo
    lo que sabes, que es nada
    más que la melodía que tocan tus huesos
    mientras sigues adelante. Y podrás,
    al fin, recostarte bajo la pequeña hoguera
    de estrellas invernales.
    Y si acaso no puedes
    continuar o dar marcha atrás
    y te encuentras
    donde estarás al final,
    di a ti mismo
    en ese último fluir del frío por sus miembros
    que amas lo que eres.


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    Mark Strand (1934-2014) Empty Re: Mark Strand (1934-2014)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 28 Ago 2023, 10:02

    .


    De La vida continúa (1990):


    EL FIN

    Pocos saben lo que cantarán al final,
    Mirando el muelle mientras zarpa la embarcación, o lo que sentirán
    Cuando les atrape el rugido del mar, inmóviles, allí al final,
    O qué habrán de ansiar ante la certeza de que jamás volverán.

    Cuando haya pasado el tiempo de podar las rosas o acariciar el gato,
    Cuando el poniente que enciende el césped y la luna llena que lo refresca
    Ya no aparezcan, pocos saben lo que habrán de descubrir.
    Cuando el peso del pasado se apoye en la nada, y el cielo

    no sea más que luz rememorada, y las historias de cirrus
    Y cúmulos lleguen a su fin, y todas las aves se suspendan en vuelo,
    Pocos saben lo que les espera, o lo que habrán de cantar
    Cuando el barco que los lleva entre en lo oscuro, allí al final.




    De Pollo, sombra, luna & más (1999):


    LUNA

    El hombre en la luna es un conejo en México
    La luna es la hija olvidada del sol
    Un incendio en la luna jamás es visible
    La luna añora la visita de los pájaros
    El sueño de la luna termina en oscuridad
    La luna es el ojo del erudito
    Vista de un lado la luna aún es la luna
    La luna tiembla en el cielo invernal
    Las alas de la luna fueron lanzadas por la borda
    El político de la luna - ¡qué triste!
    Vacía la luna y vacía tu corazón
    La luna es una piedra que flota
    La luna es un capuz para dormir
    Hubo un tiempo en que la luna tuvo piernas
    Piero della Francesca nació en la luna
    Un pavo real vive en la luna cuando puede
    Los caballos de la luna sólo tienen tres patas
    Todas las almohadas de la luna se han vuelto piedra
    Oh, y si la luna pudiera hablar sólo diría “Oh”
    El dinero es basura en la luna
    Los mormones sueñan con más lunas
    Una mujer acostada con la luna llora mucho
    El museo de la luna tiene iluminación deficiente
    La luna toma las cosas a la ligera
    Si la luna cayera, no impactaría la tierra pero solo por pulgadas
    Cuídate de las barbudas secretarias de la luna
    En un millón de años la luna cantará




    De Tormenta de uno (1998-99):


    SIN TÍTULO

    En cuanto al poema que La Adorable introdujo en tu bolsillo,
    que comenzaba: "Siempre pienso en nosotros, los sobrehumanos, cómo
    volamos por doquier diciendo: Hola, soy Fulano de Tal, y tú, ¿quién eres?"
    Hace años que no te has molestado en leerlo. Pero ahora,
    bajo esta luz de lavanda a la sombra de los pinos, el momento
    parece adecuado El residuo de una pasión, el oscuro derrumbe de imágenes
    en la página es todo lo que queda. Y ella es hermosa,
    y el poema, pensabas entonces, también lo era.
    La alhucema se convierte en ceniza. Las nubes desaparecen. ¿Dónde
    está ella ahora? ¿Dónde aquel muchacho que permanecía durante horas
    junto a su casa, que supo demasiado tarde que siempre hay algo
    a punto de ocurrir, justo cuando ya no sirve de nada?



    EL REGRESO DEL GRAN POETA

    Cuando la luz cayó por un agujero en las nubes,
    Supimos que el gran poeta iba a llegar. Y lo hizo.
    Una limusina con llantas blancas y vidrios ahumados
    Lo dejó. Y entonces, con una fluidez clara y muda
    Él entró en la sala. Hubo un silencio. Sus alas eran grandes.
    El corte de su traje, el ancho de la corbata, estaban fuera de moda.
    Cuando habló, el aire parecía blanqueado por gritos imaginarios.
    El gusano del deseo hurgaba en el corazón de todos los presentes.
    Había lágrimas en sus ojos. El gran hombre estaba mejor que nunca.
    «No hay que precipitarse», dijo al terminar la lectura, «el fin
    Del mundo es sólo el fin del mundo tal como lo conocemos».
    Tan típico de él, pensaron todos. Luego se fue,
    Y el mundo fue un espacio en blanco. Hacía frío y el aire estaba en calma.
    Díganme, ustedes allá afuera, de todos modos, ¿qué es la poesía? ¿Puede alguien morir sin ni quiera un poco?




    De Hombre y camello (2006):


    MAR NEGRO

    Una noche clara, mientras los demás dormían, subí
    las escaleras hacia el techo de la casa y bajo un cielo
    sembrado de estrellas, miré el mar, su expansión,
    sus crestas rodantes rastrilladas por el viento, tornándose
    trozos de encaje lanzados al aire. Mee quedé en la larga
    noche susurrante, esperando algo, una señal, la aproximación
    de una luz distante, e imaginé que te acercabas,
    las ondas oscuras de tu pelo mezclándose con el mar,
    y la oscuridad se hizo deseo, y el deseo se hizo la luz que llegaba.
    Tu proximidad, tu calidez momentánea mientras yo estaba
    en la solitaria cima mirando el lento oleaje del mar
    romperse en la orilla, brevemente tornándose vidrio para luego desaparecer…
    ¿Por qué creí que saldrías de la nada? ¿Por qué, con todo
    lo que ofrece el mundo, vendrías sólo porque yo estaba allí?


    MARK STRAND, Poemas selectos, Versión de Beverly Pérez Rego, revisada por el autor, bid & co, 2011


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    Mensaje por cecilia gargantini Lun 28 Ago 2023, 16:04

    Todo muy bueno!!!!!!!!
    "Matrimonio" me pareció una genialidad.
    Gracias Pedro!!!!!!! Besosssssssssss
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 29 Ago 2023, 03:12

    Gracias a ti por tu interés, Cecilia.

    Un abrazo.
    Pedro


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