XI. SONETOS POETAS ESPAÑOLES SIGLO XX (VI)

SONETOS ESPAÑOLES DEL SIGLO XX


MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA

La Palma del Condado. Huelva. Siglo XX
Profesora.
Poeta hallada en Internet.



BRINDIS

Brindo por el profundo silencio de la calle
y por el río-música que me fluye por dentro.
Sentada en la butaca me recojo y concentro
y no dejo que el tiempo tirano me avasalle.

No me importa que venga la Parca con su dalle.
Con tal que llegue dulce esperaré su encuentro
con los pies apoyados en la mesa de centro
y que la gañe el perro y que el gato la maye.

Cierro la puerta al bronco tronar de los motores,
los duros decibelios de un mundo enloquecido,
esos gritos salvajes de la paz invasores.

De par en par abierta al tic tac de un latido,
levantando mi copa por triples y tenores
y por el suave ritmo que se mece en mi oído.

BRINDIS

Brindo por el profundo silencio de la calle
y por el río-música que me fluye por dentro.
Sentada en la butaca me recojo y concentro
y no dejo que el tiempo tirano me avasalle.

No me importa que venga la Parca con su dalle.
Con tal que llegue dulce esperaré su encuentro
con los pies apoyados en la mesa de centro
y que la gañe el perro y que el gato la maye.

Cierro la puerta al bronco tronar de los motores,
los duros decibelios de un mundo enloquecido,
esos gritos salvajes de la paz invasores.

De par en par abierta al tic tac de un latido,
levantando mi copa por triples y tenores
y por el suave ritmo que se mece en mi oído.


UN PRECIOSO BRINDIS AL QUE ME SUMO.

BESOS.

Pues brindemos!
Y seguimos, pero antes, gracias mil, Pascual.

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MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA

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Profesora.
Poeta hallada en Internet.



ZAR


Eras un blanco sueño de nórdicas llanuras.
Te recogí en mis manos como ovillo de lana
en el abril florido de una fresca mañana
y me prendí en el fondo de tu mirada oscura.

Cordillera nevada tu lomo, y tu bravura
jugaba con los niños y me llamaste hermana
y como un tierno rorro te cantaba la nana
haciendo que sintiera mi soledad segura.

Eras tierno ron ron de palomas salvajes
enarbolando al viento tu bandera de paz,
arcoiris risueño entre blancos ropajes.

Como un alud de nieve, efímero viaje,
tu paso por la vida fue rápido y fugaz,
recuerdo blanco y rojo y parte del paisaje.

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MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA

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TALLER


En el taller secreto de alquimista
elaboro una pócima secreta,
la introduzco en traslúcida probeta
y alimento mi espíritu de artista.

Ya la probé bastante y está lista
para que otros la beban. La receta,
retazos de las ansias de un poeta,
de luces y de sueños bien provista.

He trabajado duro en mi rincón
en un arduo trabajo cotidiano
en el que casi pierdo la razón.

Ya puedo merecerme dar de mano,
ya puedo recostarme en un sillón
bajo la fresca sombra de un manzano.

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MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA

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ESCUELA


Aquel nogal del patio, centinela
de alegre y de ruidosos desconciertos
armoniza en ramajes entreabiertos
un tremolar de vivas cantinelas.

Meriendas olvidadas de la escuela
picotean los pájaros hambrientos
mientras vuela en océanos inciertos
el pájaro de ayer que ya no vuela.

La yedra, el alhelí, la buganvilla,
jinetes en las tapias como niños
y todo en la mañana bulle y chilla.

Heroínas y héroes lampiños
ya no me ven varada en esta orilla
y el nogal, que lo sabe, me hace guiños.

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MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA

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AUSENCIA


Las paredes me lloran humedades de ausencia,
los techos me reprochan la sombra del desvío,
las baldosas me gritan con un escalofrío
y los cuadros me escupen fingida indiferencia.

Los espejos devuelven mi faz con negligencia,
los muebles me protestan con un tono sombrío,
me interrogan las sillas con terco desafío
y los libros no quieren conmigo confidencia.

Las ventanas y puertas me niegan el saludo
por haberlas tenido tanto tiempo cerradas,
me gruñe el pavimento y me araña el felpudo.

Ante el motín que encuentro en esta madrugada
las células gastadas de mi cuerpo sacudo
y me trago con ansia la vida a bocanadas.

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MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA

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CUERDICOMIO

Te cenan con traiciones, dolor y reconcomio.
Te duermen con olvidos, con mentira total.
Te sueñan con horrores de sucio cenagal
y pretenden que vivas en su buen cuerdicomio.

Yo no quiero estar cuerda, porque en mi manicomio
sé que las cuerdas atan, y ponen un dogal
al que mezcla lo cierto con el mundo irreal
y sabe el punto exacto de este extraño binomio.

Siempre quieren meterte en una lavadora
que lava, seca y plancha y centrífuga bien,
que desinfecta el alma de ideas invasoras.

No importa lo que digan, porque es un santiamén
se sumerge en su mundo esta loca escritora
que entre flores y versos ha encontrado su edén.

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FANTASIA

Puede volver flexible tu cadena,
como cordón de plata interminable
que no puede cortar hacha ni sable,
pero que los sentidos enajena.

Serás águila, náyade o sirena
o un delfín en su hégira indomable
o puede que una Pléyade te hable
o te lleve en su lomo una ballena.

Temeraria salida al infinito,
camino abierto a todos los caminos
a caballo en un rápido aerolito.

Es un loco soñar. Qué desatino
que al leve picotazo de un mosquito
te des un batacazo repentino.

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MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA

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POETICA

Para gritar al mundo sólo tengo una voz.
Un susurro al oído me dicta los poemas.
Me brotan en los dedos como brotan las yemas,
como un fuego del alma, como un viento veloz.

Mi verso es golondrina y es un tigre feroz
que no teme del mundo sus crueles anatemas.
Mis versos se me engarzan como perlas y gemas,
bajo el grito del hombre o el susurro de Dios.

A veces, como loca, mi pluma va por libre,
y en esos raros, mágicos instantes recoletos
procuro que mi pulso se aquiete y se equilibre.

No fuerzo la medida para cantar sonetos
y dejo libremente al corazón que vibre
en una extravagancia de versos indiscretos.

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MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA

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TEMPORAL

Un ulular de locos arlequines,
un galopar salvaje de corceles,
una danza macabra de bateles
y una orgía de lúbricos delfines.

La tormenta retumba sus clarines
y hace vibrar los viejos capiteles,
un arabesco, un giro de papeles
arrasando la tierra en los jardines.

Atraviesan sus notas sibilinas
el recio maderal de la techumbre
como viejas de lenguas viperinas.

Llega el viento feroz desde la cumbre,
semejan odaliscas las cortinas
y vuelan las pavesas de la lumbre.

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MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA

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NOCHE

En una espesa niebla violeta
va perdiendo si plana arquitectura
la ciudad. Y la noche se apresura
a fundir en la sombra su silueta.

Añora sus colores la paleta
del pintor. Se despierta la locura,
la luz se va, la vida se clausura
en el rincón oscuro del poeta.

Esta ciudad se hunde, ya se escora.
Como un barco perdido a la deriva
su destino a lo lejos avizora.

La noche, como niebla corrosiva
espera que la brisa de la aurora
la envuelva en su caricia compasiva.

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MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA

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TARDE


Se funden con el grito del búho y la corneja
campanas de la tarde. La última gaviota
picotea la arena. El Sol en su derrota
bañándose en las aguas poco a poco se aleja.

En la grava chirrían los dientes de la reja
y un fulgor de jazmines en el céfiro flota.
Un sauce llora y gime, el cielo se encapota
y sobre los helechos el rocío se queja.

Con un cómplice guiño se enciende la farola.
La calle se oscurece con su capa de plomo
y cubre los tejados amarilla aureola.

En la sombra, paciente, me mira el cinamomo
porque sabe mi historia. Vuelvo atrás la moviola
y al lejano pasado, sin quererlo, me asomo.

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PESADILLAS

Hace ciento cincuenta pesadillas
que intentas en mis sueños ahogarme.
No me importa una higa ni un adarme
que me pongas furiosas zancadillas.

Esto será una guerra de guerrillas
y no tendrás más chance que dejarme.
Ha llegado el momento del desarme.
No me claves diabólicas horquillas.

Me punzas con un nido de alfileres,
con dientes de vampiro en la garganta
y con puñal de tábano me hieres.

Resucito debajo de la manta
cuando llega la luz de amaneceres,
y el Sol, ángel flamígero, te espanta.

TARDE


Se funden con el grito del búho y la corneja
campanas de la tarde. La última gaviota
picotea la arena. El Sol en su derrota
bañándose en las aguas poco a poco se aleja.

En la grava chirrían los dientes de la reja
y un fulgor de jazmines en el céfiro flota.
Un sauce llora y gime, el cielo se encapota
y sobre los helechos el rocío se queja.

Con un cómplice guiño se enciende la farola.
La calle se oscurece con su capa de plomo
y cubre los tejados amarilla aureola.

En la sombra, paciente, me mira el cinamomo
porque sabe mi historia. Vuelvo atrás la moviola
y al lejano pasado, sin quererlo, me asomo.


Me encanta la naturalidad y el desparpajo con el que escribe.

Gracias, Lluvia.

Besos.

Ahí reside el encanto, sencillez y desparpajo. Sí, pienso lo mismo cuando leo, y me gusta.
Gracias, Pascual y seguimos.

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CANSANCIO

Descansar indolente en las cuerdas del viento
con los pies lacerados en secos pedregales
de buscar en el bosque secretos manantiales
y hallarlos en las hojas de un libro amarillento.

Se me cierran los ojos, y en gesto soñoliento
aparo perezosa los problemas triviales
o las luces efímeras de auroras boreales
mientras la bruma suave penetra en mi aposento.

Inefable cansancio que se posa en tu frente
como leve diadema de gotas de rocío
que relaja tu cuerpo y serena tu mente.

En el “dolce far niente” narcótico y sombrío
del salón, poco a poco, callada, blandamente,
dejo pasar las horas y a la aurora sonrío.

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MIEDO

En la ropa que cuelga del armario
hay un alma escondida, y una intrusa
que hace temblar las mangas de una blusa
y un enano de corte estrafalario.

La sábana tendida es un sudario
bajo la azul y blanca luz difusa
de la Luna. Me siento tan confusa
que no cuento las cuentas del rosario.

Deslizándose gris por el pasillo
está el miedo al acecho, y esperando
la araña que se cuelga del visillo.

Del giro de mi vida tomo el mando
y si tiemblo de miedo nunca chillo
aunque me estén las furias atacando.

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TELEFONO

Navegando en el tiempo y el espacio
llegó tu voz de musgo y meteoro,
tu voz, abrazo cálido y sonoro,
metal tu voz de absinto y de topacio.

Fluyó tu voz de agua, muy despacio,
de río y catarata, estanque moro,
libélulas nostálgicas que añoro
cuando el cable se queda inerte y lacio.

Tu voz, saloma, nana y cantinela,
himno, mantra, de fuego y de campana,
aria, romanza, tango y tarantela.

Tu voz de hierro, seda y porcelana,
gota que se estremece y se congela
sobre la piedra gris de la fontana.

Un lujo Rafael Guillén!!!!!!!!!!!!!!!!

Gracias amigos!!!!!!!!!! Besossssssssss para ambos

Ceci, gracias por estar siempre ahí, amiga, acompañándonos.
Vamos a continuar.

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LUCEROS

Esta noche se ven, todas abiertas
las ventanas del cielo sobre el mar.
Espero siempre aquí, desde mi hogar,
por si alguna mañana te despiertas.

De mi alma también están las puertas
esta noche de abril de par en par.
A lomos de un ión quiero volar
por nebulosas mágicas inciertas.

Cruzaré el negro mar de parte a parte,
más rápida que un bólido, que quiero
cenar en Venus y almorzar en Marte.

Libraré de un anillo carcelero
a Saturno, y tal vez pueda hallarte
en algún asteroide prisionero.

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CACHARROS

Entre platos, cubiertos y sartenes
hay un alma que vibra, y en la mesa
arde un rayo de vida que no cesa
de vagar tras de ti si vas o vienes.

En las grises guedejas de tus sienes,
en el agua y el vino y en la artesa
-tienen una particular conexa-
en los carros de bueyes y en los trenes.

Las cosas de la casa tienen alma
de madera o metal, plástico o piedra
que sueñan cuando está la casa en calma.

Se enrosca en la columna como yedra,
se adhiere a la corteza de la palma
y del hacha del tiempo no se arredra.

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AGUA


De la alquimia perfecta de los cuatro elementos,
del choque formidable de mundos primigenios,
del paciente alambique formado por milenios
nace el agua a la vida en mil alumbramientos.

Retoza en los torrentes, medita en los conventos
de las grutas oscuras, ayuda a los ingenios,
acaricia a los gnomos, las xanas y los genios
y náyades del río que se bañan contentos.

Azules arabescos dibujando en el mapa
llega hasta mí domada, como gato mimoso
refrescando el ardiente contorno de mi capa.

Te quitaron la fuerza de tus garras de oso
y sólo un fresco aliento en arpegios se escapa
de la quietud umbría, misteriosa del pozo.

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LLUVIA


Están lloviendo versos en la acera
y los pájaros beben en los charcos,
los niños con mis versos hacen barcos
náufragos en el mar de mi quimera.

Lluvia mansa y fugaz, limpia y ligera
como el agua en los dulces iris zarcos,
como el río feliz bajo los arcos,
como limpia y furiosa torrentera.

Versos que dejan surco en los cristales
y quieren convertir los corazones
en floridos y verdes humedales.

Lluvia que riega mansa los balcones
en húmedas caricias, manantiales
que provoca, tal vez, inundaciones.

Me encantan los sonetos de MARÍA DEL CARMEN GUZMÁN ORTEGA. Ayer escribí un comentario al soneto AGUA... y no sé dónde se metió...

Besos.

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FUEGO


¿De qué galaxia esquiva vino el fuego
condensado en la estufa y en la entraña
profunda de la Tierra? ¡Con qué saña
quema la madreselva y el espliego!

Crepita en le bochorno veraniego
y te muerde la piel como una laña,
conforta en el invierno y acompaña
en las noches de azul desasosiego.

Se sienta sobre el ritmo del poema
y cambia de color, y en un segundo
destruye los pinares, mata y quema.

Avanza por el prado furibundo
y en el débil rescoldo con que trema
la luz de una cerilla, gime al mundo.

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AIRE


Aires de fiesta, céfiro, prana que respiro,
siroco, vendaval, levante y tramontano,
le dio un aire en la boca, le dio un viento en la mano,
un aire musical, danza, locura, giro.

Darse aires, tifón, tomar aire, suspiro,
aire, brisa, terral, se da un aire a su hermano,
con el aire que lleva, cierzo, viento solano,
con el último aliento el último que aspiro.

Como se mueve el aire para llamarse viento
así puede la lluvia llamarse catarata
que se bebe los átomos del aire en movimiento.

El vaso tiene un aire, y en la humilde fogata
se quema un recio leño. Quizás a fuego lento
se convierte un acorde en soberbia cantata.

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HUÉSPED


A instalarte en mi cuarto con tu mochila a cuestas,
con cayado de espinos, con pobre vestuario,
has llegado una tarde, a colgar en mi armario
tus harapos, tus sueños, tus prendas descompuestas.

Llegaste soledad, con las armas dispuestas
para luchar conmigo o rezar el rosario
o enseñarme la carta que esconde el solitario
o mecerme en la dulce modorra de las siestas.

Cien fanegas de sal que has comido conmigo
a llamarte mi amiga me da todo el derecho
y el deber de ofrecerte el calor de un abrigo.

Me acostumbré muy pronto a verte bajo el techo,
que tus desplantes rudos no lloro ni maldigo
y dejo que compartas la anchura de mi lecho.

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SALON


Para llenar el ánfora de plata
de la memoria alada, de vivencias
el salón, tan repleto de presencias,
donde el tiempo se encoge y se dilata.

Envolviendo mis huesos en la bata
olvido el desamor. Las transparencias
de las cortinas cantan confidencias,
recuerdos de pasadas serenatas.

Me mira de través, con gesto adusto,
desde la esquina incierta de la sombra
el contorno sin límite de un busto.

Hay una voz oculta que te nombra,
pero de los fantasmas no me asusto
al calor confortable de la alfombra.