JUGANDO AL BRIDGE. O CRUZANDO EL PUENTE.
(PESADILLA DE METÁFORAS.)
Iba de regreso a mi casa, después de haber jugado en el Club de Bridge, un pequeño campeonato para Seniors. Llevaba en mi mente, muy apabullada, la concentración de las últimas convenciones, ya que debería jugar con algunas personas que están al tanto de todas ellas. Y si solamente olvidara una de ellas, mi compañero me miraría con ojos de indiferencia, y podría decirme cualquier improperio en idioma de puente. Lo que es permitido incluso donde hay personas muy cultas y refinadas. Es que en este juego, hay que saberlo todo.
Aclaro que estoy acostumbrado a jugar solamente con mi mujer como pareja. Nos soportamos mutuamente los posibles errores y gozamos profundamente las victorias obtenidas. Y si metemos la pata o perdemos, igual. Una manera sana de jugar vivir y reir.
Logré sortear juegos en cuatro mesas diferentes con ocho compañeros distintos
y a ratos tenía mi vista y mente tan confundida, que hasta se me olvidó mi nombre.
Y no faltó aquél que jugara conmigo, con el cual le había hecho una metida de pata muy grande en un campeonato anterior, y que le costó el sacarse el primer lugar. Pero en esta ocasión, el que metió la pata fué él y me costó a mi un puntaje negativo, que me complicó la vida. Pero como soy gente educada y liberada, no le dije ni un ápice. Creo que eso le dolió mas que si se lo hubiera echado en cara.
Estuve alrededor de una cinco horas jugando este campeonato. No me tomé ni un solo trago de licor. Pero debí aspirar el humo de los cigarrillos fumados por algunas mujeres, de las que te echan el humo a tu cara. Y a las cuales debes sonreírles amablamente.
Deben haber sido las dos de la madrugada cuando salí del Club rumbo a mi casa. Se me cruzaban miles de detalles mientras caminaba. Iba a pié, ya que mi casa queda a pocas cuadras y no quise llevar mi automóvil. Pensé que hacer ejercicio caminando, me haría bien para la salud.
Crucé la calle y entré al puente sobre el río, llevando todavía en mis manos un mazo de naipes; abajo pasaba el agua con velocidad de tren, pero su ruido es mas agradable que las ruedas que rugen sobre los rieles de acero.
Estaba conciente que ya no jugaba bridge, pero mi mente estaba metido en aquel juego que gané tan bellamente. Es decir, seguía jugando inconcientemente y no sabía donde estaba.
Tenía apertura para gran slam, corazón sin amores, más el agua sonaba y sonaba como diamantes, pensé: es ruido de terciopelo el del agua que corre, es tan rápida como la corriente de mi sangre que corre por mis venas interiores, sin puentes salvo mi alma que cruza como tal, colgante, suspendida por mis errores, cual trébol de cuatro hojas.
Naturalmente estaba sufriendo de convulsiones mentales, mezcladas con pensamientos varios, de ésos que tu piensas cuando te pones sentimental, igual que el estado de shock producido por unas gotas de licor.
Pensaba y meditaba lo que nunca hice y debiera haber realizado mientras vivía;
Se me cruzaron pensamientos iguales a cuando se te atraviesa un gato en el camino cuando manejas tu auto.
Pensé en aquellas almendras que a veces son amargas; naranjas dulces, y deshice camino andado pensando en volver a cruzar este puente en bicicleta equilibrando mis ojos en los surcos de las aguas: pedalearé fuerte, volveré en marcha atrás a deshacer la vida, parece ser colgante el camino, bordeando los aires, llenos de musgos, hiedras, y bajaré descolgándome por ellas. Me recordaron las trenzas de Rapuncel, los verdes valles.
De repente me di cuenta que estoy pensando en cosas raras, nada que ver con el haber jugado al Bridge. ¿por Dios en que estoy pensando? So voy de regreso a casa, a pié, cruzando el Río Mapocho, y debería pensar en otras cosas que no sea al Bridge.
Y me miro las manos. Estan mojadas de transpiración. y corto este sueño, antes que aclare el día y me de cuenta, que camino por la cornisa del 15 piso, dormido, y me despierta mi propio grito sentado en mi cama, después de soñar semidespierto teniendo en mi mano 20 puntos, equilibrados momentos para declarar y ganar el juego…¿Cuál juego?
Que manera más confusa de soñar. Es que la mente funciona como un verdadero puente que une todo, relaciona todo, y cuando jugamos al bridge nos convertimos en puente tal lo dice su nombre,y el stress de la vida diaria, nos juega una mala pasada al mezclar peras con manzanas. Menos mal que me encuentro solo ya que mi mujer se fué a dormir hoy a casa de una hija ya que no quiso jugar en el campeonato de esposos mayores, por lo que recurrí al de Seniors. Y mire usted en lo que terminó.
(PESADILLA DE METÁFORAS.)
Iba de regreso a mi casa, después de haber jugado en el Club de Bridge, un pequeño campeonato para Seniors. Llevaba en mi mente, muy apabullada, la concentración de las últimas convenciones, ya que debería jugar con algunas personas que están al tanto de todas ellas. Y si solamente olvidara una de ellas, mi compañero me miraría con ojos de indiferencia, y podría decirme cualquier improperio en idioma de puente. Lo que es permitido incluso donde hay personas muy cultas y refinadas. Es que en este juego, hay que saberlo todo.
Aclaro que estoy acostumbrado a jugar solamente con mi mujer como pareja. Nos soportamos mutuamente los posibles errores y gozamos profundamente las victorias obtenidas. Y si metemos la pata o perdemos, igual. Una manera sana de jugar vivir y reir.
Logré sortear juegos en cuatro mesas diferentes con ocho compañeros distintos
y a ratos tenía mi vista y mente tan confundida, que hasta se me olvidó mi nombre.
Y no faltó aquél que jugara conmigo, con el cual le había hecho una metida de pata muy grande en un campeonato anterior, y que le costó el sacarse el primer lugar. Pero en esta ocasión, el que metió la pata fué él y me costó a mi un puntaje negativo, que me complicó la vida. Pero como soy gente educada y liberada, no le dije ni un ápice. Creo que eso le dolió mas que si se lo hubiera echado en cara.
Estuve alrededor de una cinco horas jugando este campeonato. No me tomé ni un solo trago de licor. Pero debí aspirar el humo de los cigarrillos fumados por algunas mujeres, de las que te echan el humo a tu cara. Y a las cuales debes sonreírles amablamente.
Deben haber sido las dos de la madrugada cuando salí del Club rumbo a mi casa. Se me cruzaban miles de detalles mientras caminaba. Iba a pié, ya que mi casa queda a pocas cuadras y no quise llevar mi automóvil. Pensé que hacer ejercicio caminando, me haría bien para la salud.
Crucé la calle y entré al puente sobre el río, llevando todavía en mis manos un mazo de naipes; abajo pasaba el agua con velocidad de tren, pero su ruido es mas agradable que las ruedas que rugen sobre los rieles de acero.
Estaba conciente que ya no jugaba bridge, pero mi mente estaba metido en aquel juego que gané tan bellamente. Es decir, seguía jugando inconcientemente y no sabía donde estaba.
Tenía apertura para gran slam, corazón sin amores, más el agua sonaba y sonaba como diamantes, pensé: es ruido de terciopelo el del agua que corre, es tan rápida como la corriente de mi sangre que corre por mis venas interiores, sin puentes salvo mi alma que cruza como tal, colgante, suspendida por mis errores, cual trébol de cuatro hojas.
Naturalmente estaba sufriendo de convulsiones mentales, mezcladas con pensamientos varios, de ésos que tu piensas cuando te pones sentimental, igual que el estado de shock producido por unas gotas de licor.
Pensaba y meditaba lo que nunca hice y debiera haber realizado mientras vivía;
Se me cruzaron pensamientos iguales a cuando se te atraviesa un gato en el camino cuando manejas tu auto.
Pensé en aquellas almendras que a veces son amargas; naranjas dulces, y deshice camino andado pensando en volver a cruzar este puente en bicicleta equilibrando mis ojos en los surcos de las aguas: pedalearé fuerte, volveré en marcha atrás a deshacer la vida, parece ser colgante el camino, bordeando los aires, llenos de musgos, hiedras, y bajaré descolgándome por ellas. Me recordaron las trenzas de Rapuncel, los verdes valles.
De repente me di cuenta que estoy pensando en cosas raras, nada que ver con el haber jugado al Bridge. ¿por Dios en que estoy pensando? So voy de regreso a casa, a pié, cruzando el Río Mapocho, y debería pensar en otras cosas que no sea al Bridge.
Y me miro las manos. Estan mojadas de transpiración. y corto este sueño, antes que aclare el día y me de cuenta, que camino por la cornisa del 15 piso, dormido, y me despierta mi propio grito sentado en mi cama, después de soñar semidespierto teniendo en mi mano 20 puntos, equilibrados momentos para declarar y ganar el juego…¿Cuál juego?
Que manera más confusa de soñar. Es que la mente funciona como un verdadero puente que une todo, relaciona todo, y cuando jugamos al bridge nos convertimos en puente tal lo dice su nombre,y el stress de la vida diaria, nos juega una mala pasada al mezclar peras con manzanas. Menos mal que me encuentro solo ya que mi mujer se fué a dormir hoy a casa de una hija ya que no quiso jugar en el campeonato de esposos mayores, por lo que recurrí al de Seniors. Y mire usted en lo que terminó.
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