Con motivo de que el Grupo Metáfora nos hemos propuesto estudiar la poesía de Ida Vitale, he leído el libro Poesía reunida. Ida Vitale (Tusquets, 2017) que recopila aquellos poemas que la propia autora ha ido seleccionando en diversas antologías aparecidas anteriormente.
Os resumo mi experiencia de la lectura: Empecé la lectura, como acostumbro hacer, por la obra que Ida Vitale escribió cuando tenía mi edad, (73 años) pienso que me puedo sentir más identificado con ella en estos textos. Continué luego por el principio de la antología, que va de sus últimos libros a los primeros -por consiguiente, al revés de lo que es habitual que es del principio al final de la obra; formula que no me parece mal, pues permite ver la evolución al revés y los motivos poéticos que están en el origen de su obra y han perdurado en el tiempo. Debo reconocer que inicialmente me costó entrar en su poesía. Descubrí, sí, un lenguaje muy rico y muy culto, pero al acostumbrar ser de versos cortos y cortados, y con una simbología que a veces me resultaba extraña y se me hacía difícil, no acababa de encontrar gusto a la lectura, e me escapaban demasiadas cosas. La zona central de su obra - sus años medios- me resultó más grata. Vi, o me pareció ver, que había temas que se repetían: el mundo de las palabras, la poesía; la fugacidad de la vida, de las cosas... Contra la imagen que tenía de la autora como una persona jovial, optimista, me pareció encontrar una poesía más bien pesimista, con una visión bastante desengañada del mundo y de la gente - al margen de su obra más temprana. Poemas que me conmovieran hondamente, en un principio no encontré -me pareció que rehuía bastante descender a la realidad más punzante-, pero sí hallé bastantes en los que me cautivó su sutileza, su ingenio mental y verbal. Creo -y me parece que así lo ha dicho ella en alguna entrevista- que es consciente de que escribe para una minoría que la puede entender. Espigando dentro de su obra, fui encontrando poemas que me hablaban más, me sorprendían, me gustaban, para mí sugeridores, que me parecieron certeros y muy logrados, de brillantes imágenes e intertextualidad escondida en pocas líneas. Seleccioné 50; de estos, luego 25 -que son los que os copio a continuación. Son los que me han gustado más, junto con otros que ya figuraban en este tema. Y si hoy me pedís que elija un poema suyo, elijo "Memoria de un jardín", de su libro Sueños de la constancia, 1984.
Dejo aquí dichos poemas por orden cronológica de los libros a que pertenecen, empezando por el más antiguo.
Un abrazo.
Pedro
***
DÍA ACABADO
¡Que verde el árbol,
el aire casi verde,
y el pájaro,
cómo merece el verde
con su canto!
Un olor siemprevivo
invade el cuerpo.
¿Qué más otoño
puede dar el cielo?
¿Qué má cielo
este mundo de los hombres?
¿Y qué día será
más que lo es éste,
futuro ya y recuerdo?
Ida Vitale, Palabra dada, 1953.
CANON
Ya todo ha sido dicho
y un resplandor de siglos
lo defiende del eco.
¿Cómo cantar el confuso perfume de la noche,
el otoño que crece en mi costado,
la amistad, los oficios,
el día de hoy,
hermoso y muerto para siempre,
o los pájaros calmos de los atardeceres?
¿Cómo decir de amor,
su indomable regreso cotidiano,
si a tantos, tantas veces,
han helado papeles, madrugadas?
¿Cómo encerrarlo en una cifra
nueva, extrema y mía,
bajo un nombre hasta ahora inadvertido,
y único y necesario?
Tanto haría falta la inocencia total,
como en la rosa,
que viene con su olor, sus destellos,
sus dormidos rocíos repetidos,
del centro de jardines vueltos polvo
y de nuevo innumerablemente levantados.
Ida Vitale. Palabra dada (1953)
PASO A PASO
De pronto vendrá el viento
y será otoño,
Se va el verano,
y cae algún recuerdo
y baja otro escalón
sin ser notada,
la vida,
de amarillo en amarillo
Adiós, atrás,
el paso que no he dado,
la insegura amistad
apenas sueño.
Será otoño de pronto.
No hay ya tiempo.
Perdí un mágico doble
de mi nombre,
un pasajero signo
que pudo hacer el mundo
más exacto.
Perdí la paz,
La guerra.
Perdí acaso la vida
y acaso aún no gané
para la propia muerte.
En el vacío espacio
alguien tañe una cuerda.
poco a poco.
Ya es otoño, tan pronto.
No hay ya tiempo.
Ida Vitale, Cada uno en su noche, 1960.
SE ELIGE
Diezmada, desangrada,
cortada en tantas partes
como sueños,
quiero,
no obstante,
ésta y no otra manera
de estar viva;
ésta y no otra manera de morir;
este sobresalto
y no más la habitual
duermevela.
Como una sombra de uno mismo
o como incendiado fósforo violento.
No hay otra alternativa,
ni más signo de identificación.
No otra muerte.
No mayor vida.
Ida Vitale, Oidor andante, 1972
TÉRMINO
Triste quien sea hoja
de la espada,
número de la celda,
forma del veredicto punitivo,
llaga salada,
vórtice del rápido,
piedra que no sostiene sede.
Triste si en él se muere
y no se recomienza.
Ida Vitale, Oidor andante, 1972
SEQUÍA
.........De se taire, parfois, riche est l’occasion.
.........R. Roussel
Y tienen las palabras su verano,
su invierno, y tiempos de entretierra
y estaciones de olvido.
De pronto se parecen demasiado a nosotros,
a manos que no tocan
hijos, amigos,
y pierden su polvo en otra tierra.
Ya no las mueve el agua
de nuestra tibia orilla humana.
Navegan entre nieblas,
merodean lentísimas,
van como topos, ciegas, esperando.
Hermanas, tristes nuestras.
Ida Vitale, Jardín de sílice, 1980
INVIERNO
Como las gotas en el vidrio,
como las gotas de la lluvia
en una tarde somnolienta,
exactamente iguales,
superficiales,
ávidas todas,
breves,
se hieren y se funden,
tan, tan breves
que no podrían dar cabida al miedo,
que el espanto no debiera hacer huella
en nosotros.
Después, ya muertos, rodaremos,
redondos y olvidados.
Ida Vitale, Jardín de sílice, 1980
DEL NO SABER
Muerte parecida a la vida parecida
a un jirón
que viento y lluvia
.............................llevan.
Muerte-vida: ¿laberinto
en el fondo de un pozo
oestrellas lácteas?
Trampean las hermanas.
¿Es trompeta o carcoma?
Ida Vitale, Jardín de sílice, 1980
MEMORIA DE UN JARDÍN
(de A. B.)
Alguien cuidó un jardín,
creó un paisaje,
partitura de música
para ver con los ojos,
guareció a los manzanos con cipreses,
dispuso que un rosal,
árbol arriba,
se asome a lo más alto,
mientras el viento
algún piar tranquilo mueve
entre las hojas
y la laguna desolada.
Alguien cuidó un jardín,
lo serenísimo,
cuyo recuerdo, en el profundo tiempo,
me cobija
como a manzano los cipreses.
Ida Vitale, Sueños de la constancia, 1984
RESIDUA
Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.
De los antiguos viajes quedan
las enigmáticas monedas
que pretenden valores falsos.
De la memoria sólo sube
un vago polvo y un perfume.
¿Acaso sea la poesía?
Ida Vitale, Sueños de la constancia, 1984
ABUELA
Ee una luz verdosa, entre olores verdosos,
en un vestido negro como papel quemado,
la abuela se refleja desde la mecedora,
al fondo del espejo.
Allí sentada no se hamaca. Cruje.
Se le evaporan casamiento y casas,
ocasiones de cuita, los narrados,
secos jirones que de a poco dieron
gusto a sangre en la boca a la familia:
las guerras y los muertos pequeñitos,
y los que luego luto le vistieron.
Y también el amor, si acaso hubo,
la aridez de los años, la gota de molicie
que murió inútil en su piel reseca.
Todo tal la merienda sorbida tarde a tarde,
de inmediato olvidada.
Fue inmune a la viruela.
Ignoró la codicia.
No vio la conyugal Sicilia
ni muchas calles de Montevideo.
Durante décadas le bastó una amiga
y los recuerdos de un Rosario mínimo.
Sólo insistía en recordar el nombre
en italiano del durazno.
Como el sabor, se le olvidaba.
Sé que sobre sus faldas tibias,
tibia dormía otra Verdad secreta
que acunó su quietud.
La luz bajo cortinas de filé melancólico,
por años la enfrenté desde otra mecedora,
sin lograr alcanzarla.
Ida Vitale, Procura de lo imposible, 1998
LAURELES
No iremos más al bosque ,
cortaron los laureles,
cortaron los cipreses,
los álamos, los robles,
las civiles palmeras,
la atinada araucaria,
el pino, el eucalipto
después de escarmentarlos.
No iremos más al bosque,
en ningún lado, ¿adónde?,
si el desierto prospera
más que la mala hierba.
Cortaron los laureles
el aire, la esperanza,
cortaron lo posible:
cortaron lo cortable,
las nubes en lo alto,
los ríos a sus pies.
Nuestra muerte madura
con la muerte del pez.
Ida Vitale, Procura de lo imposible, 1998
UN NIÑO, UN SUEÑO
Un niño es un campo minado
de hermosos imprevistos.
Si pudiera evitarse, ay,
el desvío
hacia el hombre derrumbe y lo sabido
apartar el guijarro
que va a obturar la fuente
de la gracia posible, su dERECHO.
Ida Vitale, Procura de lo imposible, 1998
LA PALABRA INFINITO
La palabra infinito es infinita,
la palabra misterio es misteriosa.
Ambas son infinitas, misteriosas.
Sílaba a sílaba intentas convocarlas
sin que una luz anuncie su dominio,
una sombra señale a qué distancia de ellas
está la opacidad en que te mueves.
Van a algún punto del resplandor y anidan,
cuando las dejas libres en el aire
esperando que un ala inexplicable
te lleve hasta su vuelo.
¿Es más que su sabor el gusto de la vidda?
Ida Vitale, Procura de lo imposible, 1998
ORDEN DE ÁNGELES
............A Susana Chaer
............A Susana Garbino de Saráchaga
Una precaria economía de ángeles,
dos o tres,
..................no más.
................................Pero bastan.
Ponen dedos fluidos
en el fárrago,
aceite en el naufragio,
para empezar,
.......................una sonrisa sobre el caos.
Cuando se alejan
queda un color suavísimo tendido
sobre este mapa irregular
que no querría perder,
que el corazón dichoso reconoce.
Ida Vitale, Reducción del infinito, 2002
UNA MUJER
Duró largas horas convulsas
el trabajo de parto,
entre inútiles gestos ajenos
y gemidos y ruegos.
Una niña, la primera, nació.
Bordó, bordó, bordó la tela blanca,
con diminutos puntos de colores,
llenos de la alegría que ella sólo imagina.
La dolorida espalda se deforma,
los ojos ya no ven el horizonte,
sólo el obsesivo dibujo.
Al fin, concluye el quechquemitl.
Planta y arranca y desgrana, muele,
pica y revuelve,
se le arrebata el rostro,
cubren las manos cicatrices claras.
Su pelo se entresija, ya sin color
ni brillo, y sus carnes se vencen.
A veces sueña (¿qué?),
a veces piensa (¿acaso?),
casi nunca recuerda.
Es una región pronta
para acoger la muerte,
el día exacto,
como a oveja que se perdió en la noche.
Ida Vitale, Reducción del infinito, 2002
CALESITA
El carrusel, el tiovivo, el cómo
se llamaba, la calesita, llama
que me ofrecía un ciervo, una calesa,
un cisne y un caballo encabritado,
el prodigio que giraba tan quieto,
que tan quieto trotaba por un aire
con organillo y campanillas, aire
que no movía la cola del caballo
dorado y blanco, pero de peligro,
peligro de caerme en pleno vuelo,
de caerme y quedar así olvidada
del padre, de bajar en otro punto
del punto de subida y verme sola,
sin nubes, sin ya viento en el pelo,
perdida sin el miedo delicioso
de volar con las manos aferradas
a crines que me sueltan y yo arcilla
que en el horno del aire recupera
su forma quieta, forma del principio,
de ser sola y sin alas.
Ida Vitale, Trema, 2005.
NUEVAS CERTEZAS
Poesía
no complace a la historia,
no cuenta cuentos,
no dialoga
con más palabras
que paciencia el que escucha.
No es caricato ni cariátide.
No se produjo nunca.
Muere, en aire indelicado,
crematísticamente organizada.
¿Proyecto de algún hijo
que corre tras un padre
cuya voz lo amamante?
¿El tren de alguien con prisa?
Mejor puerto desierto,
andén abandonado.
Ida Vitale, Trema, 2005.
EN EL DORSO DEL CIELO
NO es casual
lo que ocurre por azar:
un fragmento de nada se protege
del no ser, se entrecruza
de signos, impulsos,
síes y noes, atrasos y adelantos,
trazos de geometría celeste,
coordenadas veloces en el tiempo
y algo ocurre.
Lazos para nosotros pálidos,
son obvios para lo que no vemos,
y nosotros la ventana abierta
desde donde la tela blanca vuela
cubierta de diseños.
Pero uno llama azar
a su imaginación insuficiente.
Ida Vitale, Trema, 2005.
AVARICIA
Debo guardar y con todo amor guardo
lo que no se presta a ser prestado,
lo que se me adhiere a las yemas
cuando lo voy a desgajar:
tres líneas puras
donde mana el asombro,
el retrato de alguien
que tiene mi gratitud por ser,
algún libro que un día
me va a llamar a gritos,
un recorte que es un recuerdo
que es una escalera de luces.
También quede conmigo
mi esperanza de tiempo,
mañanas de hojas nuevas bajo lluvia
y tardes donde un canto futuro,
que hoy no alcanzo,
comience.
Ida Vitale, Mella y Criba, 2010
MI HOMENAJE
Mi homenaje
al que plantó cada árbol
sin pensar, para siempre.
O acaso imaginando al desunido
que un día lo convoca,
lo celebra.
A lo que no obstante el mediodía,
se da en glorioso atardecer.
A todo lo que ocurre
sin ser más que eso: algo.
Al conductor del ómnibus,
cumplido, sonriente,
que levanta una tarde
con su simple saludo.
Al pájaro que pía.
A quien en su país desvencijado
ose decir su parecer riesgoso.
Al que en el valle
recuerda que hay montañas
y en una gota de agua,
olvidando la niebla,
tiembla ante la sequía
y el desierto ofrecido.
Al banco cuya húmeda madera
me acoge y me refresca,
mientras el tormentoso verano
no da tregua.
Al hueco que busca
colmarse pese al vértigo
y a la gaita que llama a soledades
desde un acantilado.
Al que se acuerda de mi.
Al que me olvida.
Ida Vitale, Mella y Criba, 2010
LIBRO
AUNQUE nadie te busque ya, te busco.
Una frase fugaz y cobro glorias
de ayer para los días taciturnos,
en lengua de imprevistas profusiones.
Lengua que usa de un viento peregrino
para volar sobre quietudes muertas.
Viene de imaginaria estación dulce;
va hacia un inexorable tiempo solo.
Don que se ofrece entre glosadas voces,
para tantos equívoco, se obstina
en hundirse, honda raíz de palma,
convicto de entenderse con los pocos.
Ida Vitale, Mella y Criba, 2010
EL LENGUAJE DE HÁNSEL
Perdida en la espesura
del lenguaje,
dejaste caer guijarros mínimos,
signos de salvación,
para que los recogiese el advertido.
No era efímero pan.
Pero, incomibles,
se los traga la tierra:
Y sigues penetrando
en la floresta silenciosa,
aunque la veas cerrarse
tras tus pasos.
Ida Vitale, Mella y Criba, 2010
LECCIÓN DE HISTORIA
Que una moneda antigua,
hallada —¿por azar?— en el jardín,
te enseñara una fecha: 1804
y un dato no ficticio:
Napoleón rey de Italia,
importó menos que,
abierto el campo
de ilusa fantasía,
luego de la lección de cosas,
el bronce atesorado
se disipara sin palabras.
Quedó en el aire
algo de Historia y Algo
todavía sin nombre:
un comienzo, la insana
costumbre de observar,
atar cabos, alcanzar
la no errada visión
de algún prójimo horrible.
Saber que nada es tuyo
para siempre.
Ida Vitale, Poesía reunida, Antepenúltimos poemas, 2017
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