Por la extensión...

Habaneras, seguiriyas,
currulao, chotis y bossa...
tango, muñeira, zortzico...
palomitas mensajeras.

Por la extensión amplia y ancha
de mi tierra castellana
hay perfumes de romero
y frescor sobre la grama.

La luna brilla soberbia
como filo de navaja,
y los labios de la nieve
le dan besos a la escarcha.

¡Ella no es exuberante
como una selva con palmas...
pero soy carne de carne
de la carne de su alma!

Nunca me importo su porte,
ni que me curta la cara;
para mi es maná divino
parirme en sus madrugadas.

Me ha acogido en su regazo,
y en el violín de su espalda,
y en su nuca de tersura,
y en sus manos ya cansadas.

¡Amor...,! Le he tenido amor
desde que tengo constancia,
y fiel y leal le he sido
y le seré hasta que parta.

Ya sé que más bien es pobre
¡mas eso no importa nada!
Pobre o seca, ruda o simple
con su capote me basta.

¡Ay! Cuando me encuentro lejos
de su placenta gastada...
sube niebla de recuerdo;
almidón blanco de almohada.

¡Qué es sólo un lugar perdido
entre la enorme distancia!
Es tan obvio como el grano
de su granito de plata.

Poder, no puedo evitarlo,
pues su preñez fue mi casa,
me guarda con su cariño,
y nunca me pide nada.

Sólo hay querencia en las venas
para quien tanto te abraza;
flor de almendro, sol y sombra;
regalo que me regala.

Tarde, en una anochecida,
me llegó como cantaba,
recordando con sus pliegues
caña, a un cóndor y a una hermana.

Se escucha allende los mares,
de esta bola que nos palpa,
el clamor de muchas voces
que rompen toda distancia.

Quiero engarza a las gentes,
las vidas y las entrañas...
qué al otro lado del charco
de mi palabra hacen alma.


Cantando a los cuatro vientos,
latiendo Castilla clara,
pide abrazos de los brazos
de la tierra americana.

Sin América no es ella,
porque América es su hermana,
y lleva su misma sangre;
sangre que une, sangre que ama.

¡Qué de fruto esta plegaria
de mi voz rota y cansada!
Y que encuentren el camino,
feliz, que feliz las haga.

Habaneras, seguiriyas,
currulao, chotis y bossa...
tango, muñeira, zortzico...
palomitas mensajeras.

Habaneras, seguiriyas,
currulao, chotis y bossa...
tango, muñeira, zortzico...
palomitas mensajeras.

Por la extensión amplia y ancha
de mi tierra castellana
hay perfumes de romero
y frescor sobre la grama.

La luna brilla soberbia
como filo de navaja,
y los labios de la nieve
le dan besos a la escarcha.

¡Ella no es exuberante
como una selva con palmas...
pero soy carne de carne
de la carne de su alma!

Nunca me importo su porte,
ni que me curta la cara;
para mi es maná divino
parirme en sus madrugadas.

Me ha acogido en su regazo,
y en el violín de su espalda,
y en su nuca de tersura,
y en sus manos ya cansadas.

¡Amor...,! Le he tenido amor
desde que tengo constancia,
y fiel y leal le he sido
y le seré hasta que parta.

Ya sé que más bien es pobre
¡mas eso no importa nada!
Pobre o seca, ruda o simple
con su capote me basta.

¡Ay! Cuando me encuentro lejos
de su placenta gastada...
sube niebla de recuerdo;
almidón blanco de almohada.

¡Qué es sólo un lugar perdido
entre la enorme distancia!
Es tan obvio como el grano
de su granito de plata.

Poder, no puedo evitarlo,
pues su preñez fue mi casa,
me guarda con su cariño,
y nunca me pide nada.

Sólo hay querencia en las venas
para quien tanto te abraza;
flor de almendro, sol y sombra;
regalo que me regala.

Tarde, en una anochecida,
me llegó como cantaba,
recordando con sus pliegues
caña, a un cóndor y a una hermana.

Se escucha allende los mares,
de esta bola que nos palpa,
el clamor de muchas voces
que rompen toda distancia.

Quiero engarza a las gentes,
las vidas y las entrañas...
qué al otro lado del charco
de mi palabra hacen alma.


Cantando a los cuatro vientos,
latiendo Castilla clara,
pide abrazos de los brazos
de la tierra americana.

Sin América no es ella,
porque América es su hermana,
y lleva su misma sangre;
sangre que une, sangre que ama.

¡Qué de fruto esta plegaria
de mi voz rota y cansada!
Y que encuentren el camino,
feliz, que feliz las haga.

Habaneras, seguiriyas,
currulao, chotis y bossa...
tango, muñeira, zortzico...
palomitas mensajeras.


Hermoso canto que nace de la tierra y atraviesa los mares. ¡Felicidades, Alberto!

Un abrazo.
Pedro

Buenas noches