DE: ESPERANZAS Y RECUERDOS
(cont.)
LA NOCHE.
Tú, siglo, que naciste en la penumbra,.
¿Ignoras si esa luz que te ilumina,
Esa luz que se mezcla con tu sombra,
Es el sol del pasado que declina
O el sol del porvenir que ya te alumbra?
Y ante esa duda mi razón se asombra;
Mi pensamiento, ciego y deslumbrado,
Duda del universo y de sí mismo,
Y, temblando en el borde del abismo,
Quisiera con la fuerza de un conjuro
Resucitar la sombra del pasado
Y evocar el fantasma del futuro.
Quisiera que sentándose en la tumba,
Entreabriera el pasado los jirones
De su sangrienta y pútrida mortaja,
Y me mostrara el entreabierto seno
Do el torrente del mundo se derrumba,
Do ruedan confundidas las naciones,
Donde, rama por rama, se desgaja
El árbol de la vida sobre el cieno.
Y rompiendo las leyes del destino,
Subir quisiera hasta ignorada altura,
Y al astro sorprender, que aún no fulgura;
Descubrir del abismo en lo profundo
El misterioso y lóbrego camino
Por donde llega el porvenir al mundo.
Pero ¿a dónde me arrastra mi locura?
... ¡Quiero saber cuanto el abismo encierra,
Cuanto esconde en su fondo el Océano,
Cuanto guarda el azul del firmamento!...
¡Todo el que oculta y rige es un tirano,
Que está conmigo y mi razón en guerra!...
¡Miserable razón, loco ardimiento!...
¡El pasado... el secreto de la tierra!...
¡El futuro... de Dios el pensamiento!...
¿Y quieres tú leer, demente y ciega,
Lo que el dedo de Dios jamás ha escrito,
¡Su pensamiento, impenetrable lumbre!
Si no puedes del alto de la cumbre
Ver el espacio inmenso, no infinito,
Por donde el globo, tu prisión, navega?...
¡Y entonces... desde el alto de los cielos,
Rodaba mi razón, ángel caído,
Cual águila caudal que el vuelo abate!...
Y al borde de la fuente del olvido,
Cual gladiador vencido en el combate,
Anhelaba apurarla gota a gota,
Intentando borrar, en su demencia,
Su propio pensamiento, su existencia...
Para borrar con ella su derrota.
¡Mas inútil locura, vano empeño
De la humana impotencia!
Cuanto más los persigue la impaciencia,
Se alejan más el sueño y el olvido.
¡En vano, oh Dios, mi espíritu rendido
Llamó en su ayuda al fugitivo sueño!
Como al poder siniestro de un conjuro
La tierra, tumba inmensa, se entreabría,
Turbando de la noche el aire puro
Y de esqueletos el tropel surgía...
Y el fantasma espectral, la informe duda,
Vertiendo en su mirada el desconsuelo.
Mostraba al triste pensamiento mió
La materia ruin, sucia y desnuda,
Como esqueleto descarnado y frío,
Cuyo cráneo vacío
Era la inmóvil bóveda del cielo.
Y en vano, como el náufrago que lucha
Buscando ansioso la anhelada tabla,
Mientras rugir la tempestad escucha,
Buscaba yo una luz en lo pasado,
Imploraba un consuelo a mi memoria...
(cont.)
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