X. SONETOS POETAS ESPAÑOLES SIGLO XX (III)

Te confieso lo mismo: ni idea previa de su existencia.

Gracias por pasar. Besos.

SONETOS SIGLO XX

DIEGO FIGUEROA

6. EL SALTAMONTES

El campo es para ti como un tablero
inmenso de ajedrez y tú, tallado,
el caballo que salta de costado
desde el cuadro más verde al más triguero.

¿Qué pasos das al monte y al sendero?
¿En qué torre, una tarde, has descansado?
¿Qué ataque de un peón has esquivado
pese a ser caminante y caminero?

Sueñas dar a algún rey desconocido
un jaque – mate porque al aureola
de asombro y luz te ciña la alborada,

más por tu salto roto y desmedido,
igual que en las espigas la amapola,
se muere entre dos piedras su jugada.

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DIEGO FIGUEROA

7. LA PERDIZ

Va la perdiz veloz y decidida
recta a la tierra abandonando el cielo;
amor lleva en su pico y en su vuelo
al pájaro que canta y que convida.

Ignora que la muerte está prendida
en la escopeta tras el verde velo,
y el cómplice inocente, por su celo,
la reclama a perder su alada vida.

Así la voz de amor y el vuelo largo
tienen su fin donde la muerte espera,
de la célica sangre, codiciosa.

Lluvia de plumas sobre el campo amargo
y, al final de la tarde lastimera,
llora sobre una flor la mariposa.

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8. LA ARAÑA

Hábil más repelente criatura:
eficiente y constante tejedora
que logra, sin paciencia y sin demora,
geometrizar el viento y la premura.

Ausente de belleza en la figura
y también de la rueca soñadora
es ella su taller y en él labora
artesana sin par de la hilatura.

(Con hilos de silencio, la cautela
borda sobre el tejido levemente
y cenefa de acecho la guarida,

que con sólo rozar la breve tela
el insecto atrevido o imprudente,
servirá a la hilandera de comida.)

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9. NO TE QUEDES...

No te quedes, amor, no está propicio
el día para risa y para halagos;
los días que al nacer vienen aciagos
traen en el paso puesto el precipicio.

No esperes de mí, hoy, el beneficio
de este dulce quererte, hay estragos
en mi valle amarillo, están los lagos
turbios de angustia; no, no te acaricio.

Deja que guste ahora la insumisa
quietud, que estando solo es más serena:
no puedes ayudarme en estas luchas.

Mañana es otro día; mi sonrisa
volverá junto a ti blanca y sin pena,
te hará muchas caricias, muchas, muchas.

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10.  NO TE ASOMBRES...

No te asombres, amor, si tengo un canto
rodado, para ti, desde mi pecho;
caminar por el mundo insatisfecho
hace cantar al hombre, tanto...tanto...

Se sabe que hay dolor, pero no cuanto,
en esto del amor y su derecho,
que la pena es espiga en cada trecho,
pero es mejor cantar que andar de llanto.

Puede ser que se quiebre mi balada
porque suba a la voz una indiscreta
llamada de nostalgia o de agonía.

Luego, al final, amor, no pasa nada
sino es la noche que se queda quieta
esperando el cantar del nuevo día.

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11. NO TE RIAS...

No te rías, amor, porque edifico
bajo el viento, y tu luz que me regala,
un castillo de luces de Bengala
en esta sombra a la que me dedico.

Aunque el músculo es torpe, el nervio chico
y el pecho de indolencia se me cala,
para mi muro alzar tengo la pala
de la ilusión y la ambición por pico.

No te rías, amor, si te presento
un mañana de sol sobre la altura
de torres almenadas y bandera.

Mientras hago el castillo estoy contento.
¿Quién no goza con esta arquitectura
de la esperanza, amor, aunque no quiera?

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12. NO TE INQUIETES...

No te inquietes, amor si es que me paso
un día de la raya y, sin sentido,
bebo de mi naufragio y de mi olvido
un vaso, y otro vaso, y otro vaso.

Hoy me gusta beber de mi fracaso
pues me veo por dentro más nacido.
Siempre un poco de luz queda prendido
en las últimas horas del ocaso.

Así pienso hacer frente a la distancia
que a los dos nos persigue por la vida
y, ante la ausencia, me veré valiente.

Y no me importa, amor, que la arrogancia
se me quede, al dormir, desvanecida,
y me encuentre cobarde al sol naciente.

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13. SIRENA VESTIDA

Tus brazos y tus hombros, ya cubiertos
por el azul discreto del vestido,
dan al viento y al sol que te han tenido,
un silencio de ausentes o de muertos.

Ni los rayos que fueran más abiertos
el ¡adiós! de tu carne han resistido,
y en el mar, vacilantes, se han perdido
con pasos de ponientes siempre inciertos.

La da gris la orfandad de tu figura
a la blanca presencia, enamorada,
de la espuma que amante te envolviera,

y, centinela de la noche oscura,
la nube, bajo el cielo desvelada,
tu nueva desnudez ansiosa espera.

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14. ANTE LO QUE FUE CASTILLO
DE MIRAFLORES EN PIEDRABUENA,
CIUDAD REAL.

También la muerte tiene su belleza
si se sabe morir tranquilamente:
es lo mismo que el agua de la fuente
que se marcha sin prisa ni pereza.

Porque ayer te llamaron fortaleza
y porque fue tu muro el más valiente
pecho de piedra y sol, está tu frente
bellamente amarilla y tu cabeza.

Viviste gran señor y así declina
tu fuerza silenciosa dando al viento
un suspiro callado y una almena.

¿Quién al verte morir dice ruina?
Tu muerte es otro noble y nuevo intento
en el campo feliz de Piedrabuena.

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15. A UN AMIGO QUE LE FALTABA UN BRAZO

Porque abrazas a medias te has creído
con sólo medio amor para tu pecho,
y ves al pulso amado insatisfecho
así que el tuyo lo encontró partido.

Acaso al corazón has decidido
partir en dos por rabia o por despecho
pues se te antoja el otro sin provecho
por tu medio camino recorrido.

Y tienes miedo, ya, de la cintura
que te reta atrevida y caprichosa...
Llena a tu solo brazo de ternura

que por un tallo huele así la rosa,
que por un cauce el agua hasta murmura
y que la luz es sola y es hermosa.

. LA ARAÑA

Hábil más repelente criatura:
eficiente y constante tejedora
que logra, sin paciencia y sin demora,
geometrizar el viento y la premura.

Ausente de belleza en la figura
y también de la rueca soñadora
es ella su taller y en él labora
artesana sin par de la hilatura.

(Con hilos de silencio, la cautela
borda sobre el tejido levemente
y cenefa de acecho la guarida,

que con sólo rozar la breve tela
el insecto atrevido o imprudente,
servirá a la hilandera de comida.)

Muy bueno. Sigo con interés a este autor.
Gracias por traerlo hasta aquí, Pascual.

Me da rabia, querida amiga, no saber y exponer más de él. He buscado y no encontré.

Besos.

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16. VALLDEMOSA

Siempre el partir resulta ser temprano
cuando en la tierra amor sus alas posa,
por eso fue, en la isla, dolorosa
la partida del canto gregoriano.

Luego el Mediterráneo fue piano
con teclado de arena en Valldemosa
y cuerdas de oleaje en la armoniosa
quietud del sutil valle y cartujano.

Los valses anidaron en los pinos
tras revolotear entre sus ramas
sorprendiendo a la flor y a la payesa.

Y, cansadas de andar largos caminos,
tendieron junto al mar sus pentagramas
las limpias notas de una polonesa.

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17. EL MAS ARDIENTE AMOR

El más ardiente amor no fue el que tuve
una mañana, entre mis labios, preso,
sí una rosa nocturna y tan sin peso
que, cual ala de música, sostuve.

Un camino de niebla fue el que anduve
hasta llegar donde florece el beso
en el claro horizonte y es por eso
que habito, desde entonces, una nube.

Voces del aire y más ligeras ondas,
aguas primeras y ángeles desnudos
van abriendo en mi entorno su armonía.

A mi sien llegan claridades hondas,
alas de sones a mis labios mudos
y Dios recibe lo que diome un día.

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18. LIMITACION DEL TIEMPO

Porque no vivo, ya que me contienes,
por las cuatro barandas del verano,
otoño, primavera, invierno cano,
pajarean los sueños de mis sienes.

Que si a un tiempo te vas del otro vienes
caminante sin fin del astro humano
y aunque te broten lirios en la mano
por un instante sólo los mantienes.

Limitación terrible que nos ata
todo gozo primario y toda idea
a fugitivas frondas, nieves, rosas...

La muerte, sin morir, nos arrebata
este impulso de ser, entre las cosas,
algo que siempre y para siempre sea.

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19. FABULA DE VENUS Y ADONIS

I

Ved a Adonis, de tórax madrugado
al efluvio del aire luminoso,
pero más circunspecto y más hermoso,
acercarse a la diosa, avergonzado.

Desnuda Venus de cabello alado
y seno florecido y oloroso
de marfil que no goza del reposo
en la presencia del doncel amado.

Una flauta regía las palomas
por un azul de loza y de suspiro.
Palpitaba la espuma en lo lejano.

Ya Venus se le acerca y en la mano
le ofrece una manzana de zafiro,
un fruto en que se acendran los aromas.

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19. FABULA DE VENUS Y ADONIS

II

Vencido del arrullo, un breve instante,
cede Adonis al ímpetu sagrado
y se siente por Venus abrazado
limitando corolas de la amante.

Un beso como nada, un anhelante
y primitivo fuego, un beso alado
estalla por su boca a cada lado
circundándola de astro llameante.

Huye Adonis, desprecia la saliva
oculta entre los labios, pues él sabe
que amor es un camino de la muerte.

Llorando deja a la hembra sensitiva,
toda luz en la hierba o flor ingrave,
maldiciendo el extremo de su suerte.

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19. FABULA DE VENUS Y ADONIS

III

¡Vida!... Huida sola, por el viento,
a lomos del corcel de casco duro...
Adonis, respirando el aire puro,
galopa por el bosque, el ojo atento.

Al fin de su carrera ve, contento,
a un fiero jabalí por la espesura
y a darle caza el joven se apresura
seguro de alcanzarlo en un momento.

Mas sufre una caída y el rabioso
suideo le hunde, le hunde los colmillos
y fiera y hondamente lo desgarra.

Huyendo del amor, el más hermoso,
ay, pasto fue de rústicos cuchillos...
La muerte es una rosa o una garra

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20. A UNA HIGUERA VIEJA

Qué tristeza hay en torno de la higuera
- aquél árbol, de triste, casi hermoso –
calladamente sola entre lo umbroso
de la sierra, perdida en su ladera.

Qué tristeza hay en torno de la higuera...
De que el pájaro silba sin reposo
del aire azul al matorral fragoso,
de que es mayo y mañana ni se entera.

Lamiendo sombra, olvido, juntamente,
vedla sola, llorando su clausura,
asomando sus hojas al repecho.

Ceñida de su pena está mi frente
y hasta creo que siento la andadura
de sus viejas raíces por mi pecho.

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21. POR EL CONTORNO DE CAUTIVA ROSA

Soneto es una copa cincelada
para beber la música escondida
el sonoro licor de alguna vida
por secretos de amor atormentada.

Del más fino cristal está tallada,
de lágrima o de espuma detenida,
de un fulgor o caricia descendida
del silencio profundo de la nada.

Allí detuvo el rayo espada hermosa,
volvióse transparente la tristeza,
seno de amor el aire más oscuro.

Por el contorno de cautiva rosa
un eco vaga de ejemplar belleza,
de borde a borde del cristal más puro.

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22. CONDENADO AL DESPRECIO

Un ofidio de sombra, una tenaza
fría – oxidado hierro resentido -,
a la nada me tienen sometido,
hoy cautivo y sujeto a la mordaza.

Esclavo soy del garfio y de la maza
por laborar tan sólo mi gemido
y por tocar el aire florecido
una furia sin nombre me amenaza.

Forja que te forja, labra que te labra
de la aurora al crepúsculo del sueño
una espumosa y nítida palabra.

Para vivir sin pan y sin sonrisa
condenado al desprecio, con empeño,
por un mundo mortal que me precisa.

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23. DE LA OLOROSA CUMBRE...

De olorosa cumbre de tu pecho
un volcán de ternezas se derrama,
un arrullo de pájaro en la rama,
un coral de alegría recién hecho.

De la olorosa cumbre de tu pecho
desciende, amor, la nieve del que ama,
la nieve del sustento y la retama
que ha de crecer en hijo y en provecho.

De su almena de beso enrojecida
ha de brotar el ángel de la vida,
la leche silenciosa, gota a gota.

Ha de brotar, esposa, y salir pura
como la lumbre que en los cielos brota
al desvelar el día su hermosura.

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24. DURMIENDO A MI HIJO

Prolongación de amor, eso es el hijo,
prolongación de rama florecida
donde brotó la rosa de la vida
y Dios, unos instantes, nos bendijo.

Aquí, junto a mi pecho, doy cobijo
a toda tu pureza trascendida,
a tu sonrisa en gracia descendida,
al silencioso y leve regocijo.

Ya tu cuerpo, que es de nube y es de ave,
el sueño a su quietud se va llenando
sobre el brazo que quisiera ser suave.

Pero una ola te mece y se te lleva
al materno horizonte, dulce y blando,
donde te espera la mañana nueva.

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25. CORAZÓN EN EL ALBA

Desnuda y suavemente, ya te ofreces,
corazón en el alba, mar de menta,
hoy que nada me hiere ni atormenta,
hoy que sueño en el ángel y en los peces.

Que subes del ayer, que flotas, creces
hasta el aire que brilla por su cuenta,
blanca azucena que hasta Dios se orienta,
corazón que renaces tantas veces.

Con alas de paloma, al aire subes,
te enterneces, arriba, entre las nubes,
por un rayo de amor iluminado.

Y aprovechas la gracia del instante
para besar la espuma más brillante
y volver a tu muerte consolado.

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26. QUE REDONDO Y PERFECTO EL
DESCONSUELO

Qué redondo y perfecto el desconsuelo
de este mundo vulgar en que resido.
Por las mudas ventanas del olvido
veo pasar un pájaro de vuelo...

Me duele tanta muerte por el suelo,
me duele el corazón y su latido
en viento de canciones diluido,
crepúsculo de vida bajo el cielo.

Guitarra, entre mis manos, del hastío,
con qué rabia yo pulso tu cordaje
hasta volver al llanto y al vacío.

Porque es muda la voz y mudo el eco
que siempre me devuelve este paisaje:
trono de sombra bajo un árbol seco.

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DIEGO FIGUEROA

27. BEBERE DE TUS LABIOS LA GRANADA

La carne, sí, la carne y la camisa
de fuego transparente que me abrasa,
esa pierna desnuda y esa brasa
que duerme donde duerme la sonrisa.

Al favor del verano y de la brisa
la carne se pasea por mi casa
sembrando una ilusión por donde pasa
de azucena ligera y no sumisa.

A través del encaje y del aroma
despertará el deseo una paloma...
Rodearé tu cuerpo nuevamente.

Beberé de tus labios la granada,
la pasión que ensombrece ya mi frente,
para nada, amorosa, para nada.

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DIEGO FIGUEROA

28. OTRO MUNDO CREADO SE INAGURA

La soledad, que blanca me parece
vestida de paredes y amargura,
insinúa la flor y la aventura
el antiguo misterio que en mí crece.

Se derrama en el labio lo que ofrece
paraíso de gracia y hermosura
y otro mundo creado se inaugura
en la palabra que el amor florece.

Por la estación del rayo y del aroma
donde esparcen sus besos femeninos
adolescentes labios entreabiertos

eterna paz anuncia la paloma
y la verdad descubre sus caminos
en la azulada sombra de los huertos.

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DIEGO FIGUEROA

29. PISANDO VAS, A GRACIA Y A LATIDO

La nieve, el corazón y la camisa,
esparcen todos lateral fragancia
y en ella se adivina la sustancia
blanca y el aleteo de la brisa.

Hijo de la paloma y de la prisa
tu seno libre ya, con arrogancia,
navegando la dicha, la distancia
que separa del mundo tu sonrisa.

Pisando vas, a gracia y a latido,
el mundo siempre claro, adolescente,
esa alfombra de hierba iluminada.

Paraíso de mayo detenido,
de rosa que se mira en la corriente,
de verdad a tu vuelo consagrada.

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DIEGO FIGUEROA

30. CRISTO YACENTE

Toda la sangre del amor vencido
bajo tu piel, ya pura, palidece.
El amor es un cauce adormecido.
La soledad en torno crece y crece.

Crece, se aureola... Es un gemido.
Una flor en los cielos. Ya decrece.
Se va tornando en pétalo caído.
A un pájaro dormido se parece.

La soledad, Jesús, que te circunda,
el lirio no la rompe, está cerrada,
es inmensa, tristísima, profunda.

Mas aquí encuentra el alma su morada,
una dulce alegría, un trace puro,
para ir de la nada a lo seguro.