Ingeborg Bachmann (Klagenfurt, Austria, 25 de junio de 1926-Roma, Italia, 17 de octubre de 1973) fue una poeta y autora austríaca, una de las más destacadas escritoras en lengua alemana del siglo XX.
Trayectoria
Hija mayor de un profesor de educación secundaria, Ingeborg Bachmann pasó su infancia y juventud en Carintia (Austria). Durante la posguerra, entre 1945 y 1950, y tras haber comenzado estudios de Derecho, se consagró a la filosofía, psicología y literatura alemana.
Pasó por las universidades de Innsbruck, Graz y, por último, Viena, donde terminó sus estudios, doctorándose en Filosofía con una tesis titulada La recepción crítica de la filosofía existencial de Martin Heidegger.
Pronto publicó su primera historia corta. Su carrera literaria se benefició del contacto con Hans Weigel (literato y promotor de la literatura joven de posguerra) y del renombrado círculo literario Gruppe 47, entre cuyos miembros también se contaban Ilse Aichinger, Paul Celan, Heinrich Böll, Marcel Reich-Ranicki y Günter Grass. De este grupo recibió en 1953 un premio por su primera colección de poemas Die Gestundete Zeit (El tiempo postergado).
Un empleo en la emisora de radio Rot-Weiss-Rot (Rojo-Blanco-Rojo, la emisora de radio de las fuerzas de ocupación americanas) facilitó a Bachmann hacerse con una visión amplia de la literatura contemporánea, a la vez que le proporcionó un sueldo decente que le permitió un trabajo literario serio. Además, sus primeras obras radiofónicas fueron publicadas por la emisora, como Ein Geschäft mit Träumen (1952) (Un negocio con los sueños) o Die Radiofamilie (La familia de la radio).
Sus poemas y dichas obras obtuvieron simultáneamente éxito ante la crítica y el público, lo que le significó gran éxito en el mundo germanófono. Mediante sus poemas, buscaba, de acuerdo con el objetivo del Grupo 47, renovar la lengua: no se construye «un mundo nuevo sin un lenguaje nuevo». Otro tema puramente bachmanniano se muestra lentamente: el amor y su violencia inherente a las relaciones; la incomunicación en la pareja; y lo trágico de la existencia femenina.
La sesión del Grupo 47 de 1958, denominada Grossholzleute, presenció la emergencia de una facción femenina llevada por Bachmann, Ilse Aichinger y otras autoras. El Grupo 47 debía liberar a los hombres de las palabras manchadas por los nazis y ayudarles a escribir un nuevo mundo. También debía servir, se decían ellas, para limpiar la lengua de aquellas palabras de las que se sirven los hombres para hablar de las mujeres en su nombre, usurpando su sitio y matando sus pasiones. Fue el principio de un intento literario original y revolucionario de escribir el amor, con la representación de él que las mujeres hacen con sus palabras, y no con las fabricadas durante siglos por autores masculinos. (Sobre este tema, véase el relato de Bachmann Ondine, en la recopilación Das dreißigste Jahr/El trigésimo año).
Este cambio de objetivo "político", de temática literaria, así como el paso de la poesía a la novela, rompió el vínculo inicial entre Bachmann y el público.
Más tarde, el trabajo de Bachmann se centró principalmente en temas como los límites personales, el establecimiento de la verdad y la filosofía del lenguaje, esta última siguiendo las ideas de Ludwig Wittgenstein.
En 1953 se mudó a Roma, donde dedicó la mayoría de los años siguientes a escribir poemas, ensayos, libretos de ópera e historias cortas que pronto le significaron fama internacional y numerosos premios. Entre 1958 y 1963 tuvo como compañero al escritor suizo Max Frisch (1911-1991), con quien vivió en Roma y Fráncfort. Esta relación la condujo a Suiza y ofreció el papel del segundo protagonista en la obra de Frisch: Mein Name sei Gantenbein.
En 1959 inauguró, como primera profesora invitada, un puesto relacionado con la poesía creado por la universidad de Fráncfort del Meno para permitir a un escritor de lengua alemana exponer allí su "arte poético". De las seis conferencias inicialmente previstas (desde noviembre de 1959 a diciembre de 1960), Bachmann solo daría cinco, tituladas Cuestiones de poesía contemporánea.
En 1964 recibió el prestigioso premio Büchner por sus poemas y compuso para la recepción de este su texto Berlín, un lugar de azares.
Malina, primer tomo de la tetralogía inacabada Todesarten, fue su último trabajo publicado en vida, en 1971. El libro le valió en 1972 el Premio Anton Wildgans, uno de los más prestigiosos de su país.
Su muerte en un hospital de Roma, tres semanas después de un incendio en su habitación, el 17 de octubre de 1973, dejó su obra incompleta. La verdadera causa de su muerte sigue sin dilucidarse.
El premio Ingeborg Bachmann
El prestigioso Premio Ingeborg Bachmann, concedido anualmente en Klagenfurt, lleva su nombre.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
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Algunos poemas de Ingeborg Bachmann:
De El tiempo aplazado (1953):
DECIR COSAS OSCURAS
Como Orfeo toco
la muerte en las cuerdas de la vida,
y a la hermosura de la tierra
y de tus ojos que administran el cielo
sólo sé decir cosas oscuras.
No olvides que también tú, de repente,
aquella mañana, cuando tu lecho estaba
todavía húmedo del rocío y el clavel
dormía junto a tu corazón,
viste el río oscuro
que pasaba por tu lado
La cuerda del silencio
tensada sobre la ola de sangre,
toqué tu corazón sonoro.
Tu bucle fue transformado
en el cabello sombrío de la noche,
los negros copos de las tinieblas
nevaron sobre tu rostro.
Y yo no soy nada tuyo.
Ahora ambos lloramos.
Sin embargo, como Orfeo, sé
del lado de la muerte la vida,
y ante mí se extiende el azul
de tu ojo para siempre cerrado.
LA GRAN CARGA
Embarcada está la gran carga del verano,
en el puerto espera el barco solar,
cuando grite y caiga la gaviota a tus espaldas.
Embarcada está la gran carga del verano.
En el puerto espera el barco solar,
y en los labios de los mascarones de proa
la sonrisa de los lémures aflora abierta.
En el puerto espera el barco solar.
Cuando grite y caiga la gaviota a tus espaldas,
llegará de poniente la orden de hundirse;
sin embargo te ahogarás con la luz en los ojos
cuando grite y caiga la gaviota a tus espaldas.
RUEDA
Rueda: a veces el amor acaba
y deja de apagar nuestros ojos,
entonces miramos dentro
de sus propios ojos apagados.
El frío humo del cráter
sopla en nuestras pestañas;
sólo una vez contuvo
el aliento el horrible vacío.
Hemos visto los ojos muertos
y nunca los olvidamos.
El amor es lo que más dura
y nunca nos reconoce.
MANIOBRAS DE OTOÑO
No digo: fue ayer. En los bolsillos el vano
dinero del verano, de nuevo estamos echados
en la paja del escarnio, en las maniobras de otoño del tiempo.
Y no nos favorece, como a los pájaros,
la vía de escape hacia el sur. Por la noche
pasan barcos pesqueros y góndolas, y a veces
me hiere con su belleza un casco de mármol,
saturado de sueños, allí donde soy vulnerable, en el ojo.
En los periódicos leo mucho sobre el frío y
sus consecuencias, sobre los necios y los muertos,
sobre los expulsados, sobre asesinos y miríadas
de placas de hielo, aunque poco que me agrade.
¿Y para qué? Al mendigo que llega al mediodía
le cierro la puerta, pues tamos en tiempo de paz
y te puedes ahorrar el espectáculo, aunque no
el triste morir de las hojas bajo la lluvia.
¡Vayamos de viaje! ¡A contemplar bajo cipreses
o bajo palmeras o en los naranjales
puestas de sol, a precios rebajados,
incomparables! ¡Olvidemos
las incontestadas cartas al ayer!
El tiempo hace milagros. Mas si llega a deshoras,
con la llamada de la culpa: no estamos en casa.
Vuelvo a encontrarme en el sótano del corazón, insomne,
en la paja del escarnio, en las maniobras de otoño del tiempo.
MADERA Y ASTILLAS
Respecto a los avispones quiero guardar silencio,
pues son fáciles de reconocer.
Tampoco son peligrosas
las revoluciones en curso.
Desde siempre está decidida
la muerte en la comitiva del alboroto.
Pero de las efímeras y de las mujeres
cuídate, de los cazadores domingueros,
de los esteticiens, de los indecisos, bienintencionados,
nunca humillados por ningún desprecio.
De los bosques trajimos leña menuda y troncos,
Y largo tiempo no nos salió el sol.
Embriagado por el papel de la rotativa
ya no reconozco las ramas,
ni el musgo, fermentado en tintas más oscuras,
ni la palabras grabada en la corteza,
verdadera y audaz.
Desgaste de hojas, pancartas,
carteles negros... De día y de noche
vibra, bajo estas y otras estrellas,
la máquina de la fe. ¡Pero yo tengo
la intención de grabar en la madera,
mientras esté verde, y con la bilis,
mientras sea amarga, lo que fue en el principio!
¡Procurad manteneros despiertos!
La huella de las astillas que saltaron sigue
el enjambre de avispones, y en la fuente
se eriza, ante la tentación
que nos debilitó antaño,
el cabello.
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