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Werner Aspenström (13 de noviembre de 1918 - 25 de enero de 1997) fue un poeta sueco.
Nacido en Norrbärke , fue miembro de la Academia Sueca , donde ocupó el puesto 12 de 1981 a 1997. Tras su avance en 1949 con Snölegend ( "Leyenda de la nieve" ) fue considerado uno de los principales poetas suecos del siglo XX. Su poesía ha sido comparada a menudo con las obras de los premios Nobel Harry Martinson y Tomas Tranströmer . Aspenström afirmó que su motivación para escribir era "escribir para su gato".
Era amigo de Stig Dagerman . Su viuda murió en 2015.
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*
Algunos poemas de Werner Aspenström:
De Leyenda de nieve (1949):
EL QUE ESPERÁIS NO PASARÁ
POR LOS SUBURBIOS
Como en la clara noche de octubre
cuando los leopardos procedentes del norte
perforan el horizonte
y la gente se reúne en la plaza para rezar
o solamente para contemplar en silencio.
¿Por qué cortáis las calles de los suburbios?
El que esperáis no pasará por los suburbios.
De Letanía (1952):
UNA VEZ EN EL ALBA DE UNA MAÑANA
Una vez en el alba de una mañana,
una mañana luminosa y sensual.
Entre el mundo y tú no había niebla alguna,
ni velo alguno.
El cielo era incomprensible como ahora, quizá más alto
pero sin embargo no parecía lejano.
¿Recuerdas que las viviendas de los hombres
estaban como clavadas fijamente en el suelo?
Las piedras descansaban profundamente en su envoltura.
Los caballos soñaban bajo los árboles.
Para la bandada de pájaros y la canción, para
los que tienen que huir de país en país
aún había nidos y lugares de reposo.
Hasta las grandes ciudades vivían seguras en aquellos tiempo,
encerradas dentro de sus murallas.
ORUGA MEDIDORA
Me estiro desde mi hoja decerezo
y oteo hacia la eternidad:
hoy la eternidad es algo demasiado grande,
demasiado azul y kilométrico.
Creo que voy a quedarme en mi hoja de cerezo
midiendo mi verde hoja de cerezo.
De Los perros (954):
NOCHE DE VERANO
La hoguera del sol se ha hundido en el mar,
el búho enciende sus faroles.
Cierro para la noche.
En la cocina: aromas de eneldo,
en la alcoba de jazmín.
Dulcemente levantas al gato
de la colcha de la cama.
Tu cuerpo desnudo resplandece
como borbollones de espuma en la playa.
Pronto estaré tan cerca de ti
que se te encresparán las pestañas.
LA ALEGRÍA
Un día grisáceo se aplasta contra el caballete del tejado.
Huele a moho y a tristeza.
En uno de los ventrículos duele la rabia,
en el otro bosteza la muerte.
De repente puede aparecerse la alegría,
con insolencia matinal, casi ostentosamente,
como el gallo en un montón de estiércol.
LOS ÁRBOLES
Los árboles tienen mucho que contar:
murmuran como los beduinos a la hora de la oración,
se juntan inclinándose, susurran y hacen música,
riñen con la urraca que les roba ramitas.
Muchos árboles son eminentes pensadores,
esto es aplicable en primer lugar al abeto de traje talar
y al arce que da sombra al patio.
Memorables son las conversaciones
entre la copa del roble y el manantial del prado segado.
En ellas se revelan muchos enigmas.
Algunos encuentran su sentido en la tormenta,
otros aman la serena noche monacal,
cuando sólo tiembla la estrella fija.
Algunos están toda su vida clamando
con brazos sarmentosos.
El destino de los árboles: quedarse y perecer.
El hombre suele morir lejos,
en cementerios próximos al horizonte.
LOS DESCONOCIDOS
Siglo tras siglo
estas tribus errantes.
Sobre los llorosos arcos del puente
arrastran sus carretas de bambú,
mientras en la cima de las montañas
resplandecen los palacetes de caza de los príncipes.
Los desconocidos son siempre mayoría.
Tú has visto a a unos pocos.
Has hablado con menos.
De Poemas bajo los árboles (1956):
EL CAMINO DEL LEÑADOR AL CIELO
Tumbado en el patíbulo:
"Parientes no tengo,
exceptuando este nudoso tocón."
La cabeza, rodando:
"La madera de arce recién cortada también es roja."
En el cruce del río, al barquero:
"Debería calafatear la barca con brea,
no con minio y óleo."
A los ángeles: "Con un poco de buena voluntad
parecéis palomas."
ÍCARO Y EL CHICO GRANITO
Después de haber leído 73 (excelentes) poemas sobre Ícaro
desearía decir algunas palabras en favor de su primo del pueblo,
el chico Granito, abandonado en el prado.
Hablo también en nombre de un matojo de hierba
que disfruta de sombra y de abrigo contra el viento.
Después de haber leído 73 poemas sobre vuelos y alas
deseo rendir homenaje a la planta del pie,
el alma vuela boca abajo, al arte de detenerse
y de tener peso- como el chico Granito
o su hermana, la hija de casa, señorita Arbusto de Abeto
que aunque sin brillo verdea eternamente.
De De día y de noche (1966):
SE LANZARON ÁGUILAS CONTRA ÁGUILAS
Una golondrina desorientada voló entre las torres.
Pensaron: es una abubilla,
mandemos un halcón para cortarle el camino.
Se lanzaron águilas contra águilas.
Se pusieron en movimiento muchas aves de rapiña,
con brillo a cobalto, no golondrinas.
................Exterminio.
Vi al pueblo ruso y al pueblo norteamericano
levantarse en el horno crematorio,
contemplarse mutuamente en silencio
y desplomarse como estatuas de harina.
Vi al pueblo escandinavo sentado
en una esquina del horno, un muchacho de pueblo
con pasmo en la mirada ante "todos
los extraños chismes que se inventan",
lo vi allí sentado dándole vueltas
a su gorro de punto que voló inmediatamente
en medio de una lluvia de chispas junto con sus dedos,
sus brazos...
vi al muchacho ponerse al rojo vivo de pies a cabeza
y convertirse en harina.
EL AMOR Y LA MUERTE
Sucede. El bosque deja que suceda.
Las hojas amarillean y caen.
Es así. Remolinos de viento se las llevan.
También se nos llevan a nosotros. Es así.
Yo no puedo cambiarlo.
Los saltos de la cabra montés
de saliente en saliente -el último,
mal calculado, ¿quién intervendrá?
Jamás oí al bosque reclamar
sus hojas amarillas. El viento se las lleva.
Es así.
Pide algo que yo pueda darte: besos,
un abrigo de invierno nuevo, sinceridad.
Pídeme sinceridad.
El que susurra en tu reluctante oído
no es Dios,
es tu viejo osito de peluche,
es el recuerdo de la abuela y la eternidad
bajo un tilo envuelto en un zumbido de
abejorros.
Lo que me persigue día y noche
no son los demonios,
sino la muerte más vulgar: la mía.
Sobre nosotros dos ningún Eurípides
escribirá una tragedia.
Nuestro amor fue imperfecto,
pero al ser arrastrados por el viento
nuestras manos todavía se buscarán
mutuamente.
Caen las hojas al suelo.
Lo que para algunos es un bello camino
es para otros un vómito de sangre.
Sobre la alfombra roja pone el ciervo
la pezuña y la liebre la pata.
Juntos amábamos al árbol,
pero el árbol nos deja vivir,
nos deja morir. Es así.
Yo no puedo cambiarlo.
Es así.
Werner Aspenström (13 de noviembre de 1918 - 25 de enero de 1997) fue un poeta sueco.
Nacido en Norrbärke , fue miembro de la Academia Sueca , donde ocupó el puesto 12 de 1981 a 1997. Tras su avance en 1949 con Snölegend ( "Leyenda de la nieve" ) fue considerado uno de los principales poetas suecos del siglo XX. Su poesía ha sido comparada a menudo con las obras de los premios Nobel Harry Martinson y Tomas Tranströmer . Aspenström afirmó que su motivación para escribir era "escribir para su gato".
Era amigo de Stig Dagerman . Su viuda murió en 2015.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Werner Aspenström:
De Leyenda de nieve (1949):
EL QUE ESPERÁIS NO PASARÁ
POR LOS SUBURBIOS
Como en la clara noche de octubre
cuando los leopardos procedentes del norte
perforan el horizonte
y la gente se reúne en la plaza para rezar
o solamente para contemplar en silencio.
¿Por qué cortáis las calles de los suburbios?
El que esperáis no pasará por los suburbios.
De Letanía (1952):
UNA VEZ EN EL ALBA DE UNA MAÑANA
Una vez en el alba de una mañana,
una mañana luminosa y sensual.
Entre el mundo y tú no había niebla alguna,
ni velo alguno.
El cielo era incomprensible como ahora, quizá más alto
pero sin embargo no parecía lejano.
¿Recuerdas que las viviendas de los hombres
estaban como clavadas fijamente en el suelo?
Las piedras descansaban profundamente en su envoltura.
Los caballos soñaban bajo los árboles.
Para la bandada de pájaros y la canción, para
los que tienen que huir de país en país
aún había nidos y lugares de reposo.
Hasta las grandes ciudades vivían seguras en aquellos tiempo,
encerradas dentro de sus murallas.
ORUGA MEDIDORA
Me estiro desde mi hoja decerezo
y oteo hacia la eternidad:
hoy la eternidad es algo demasiado grande,
demasiado azul y kilométrico.
Creo que voy a quedarme en mi hoja de cerezo
midiendo mi verde hoja de cerezo.
De Los perros (954):
NOCHE DE VERANO
La hoguera del sol se ha hundido en el mar,
el búho enciende sus faroles.
Cierro para la noche.
En la cocina: aromas de eneldo,
en la alcoba de jazmín.
Dulcemente levantas al gato
de la colcha de la cama.
Tu cuerpo desnudo resplandece
como borbollones de espuma en la playa.
Pronto estaré tan cerca de ti
que se te encresparán las pestañas.
LA ALEGRÍA
Un día grisáceo se aplasta contra el caballete del tejado.
Huele a moho y a tristeza.
En uno de los ventrículos duele la rabia,
en el otro bosteza la muerte.
De repente puede aparecerse la alegría,
con insolencia matinal, casi ostentosamente,
como el gallo en un montón de estiércol.
LOS ÁRBOLES
Los árboles tienen mucho que contar:
murmuran como los beduinos a la hora de la oración,
se juntan inclinándose, susurran y hacen música,
riñen con la urraca que les roba ramitas.
Muchos árboles son eminentes pensadores,
esto es aplicable en primer lugar al abeto de traje talar
y al arce que da sombra al patio.
Memorables son las conversaciones
entre la copa del roble y el manantial del prado segado.
En ellas se revelan muchos enigmas.
Algunos encuentran su sentido en la tormenta,
otros aman la serena noche monacal,
cuando sólo tiembla la estrella fija.
Algunos están toda su vida clamando
con brazos sarmentosos.
El destino de los árboles: quedarse y perecer.
El hombre suele morir lejos,
en cementerios próximos al horizonte.
LOS DESCONOCIDOS
Siglo tras siglo
estas tribus errantes.
Sobre los llorosos arcos del puente
arrastran sus carretas de bambú,
mientras en la cima de las montañas
resplandecen los palacetes de caza de los príncipes.
Los desconocidos son siempre mayoría.
Tú has visto a a unos pocos.
Has hablado con menos.
De Poemas bajo los árboles (1956):
EL CAMINO DEL LEÑADOR AL CIELO
Tumbado en el patíbulo:
"Parientes no tengo,
exceptuando este nudoso tocón."
La cabeza, rodando:
"La madera de arce recién cortada también es roja."
En el cruce del río, al barquero:
"Debería calafatear la barca con brea,
no con minio y óleo."
A los ángeles: "Con un poco de buena voluntad
parecéis palomas."
ÍCARO Y EL CHICO GRANITO
Después de haber leído 73 (excelentes) poemas sobre Ícaro
desearía decir algunas palabras en favor de su primo del pueblo,
el chico Granito, abandonado en el prado.
Hablo también en nombre de un matojo de hierba
que disfruta de sombra y de abrigo contra el viento.
Después de haber leído 73 poemas sobre vuelos y alas
deseo rendir homenaje a la planta del pie,
el alma vuela boca abajo, al arte de detenerse
y de tener peso- como el chico Granito
o su hermana, la hija de casa, señorita Arbusto de Abeto
que aunque sin brillo verdea eternamente.
De De día y de noche (1966):
SE LANZARON ÁGUILAS CONTRA ÁGUILAS
Una golondrina desorientada voló entre las torres.
Pensaron: es una abubilla,
mandemos un halcón para cortarle el camino.
Se lanzaron águilas contra águilas.
Se pusieron en movimiento muchas aves de rapiña,
con brillo a cobalto, no golondrinas.
................Exterminio.
Vi al pueblo ruso y al pueblo norteamericano
levantarse en el horno crematorio,
contemplarse mutuamente en silencio
y desplomarse como estatuas de harina.
Vi al pueblo escandinavo sentado
en una esquina del horno, un muchacho de pueblo
con pasmo en la mirada ante "todos
los extraños chismes que se inventan",
lo vi allí sentado dándole vueltas
a su gorro de punto que voló inmediatamente
en medio de una lluvia de chispas junto con sus dedos,
sus brazos...
vi al muchacho ponerse al rojo vivo de pies a cabeza
y convertirse en harina.
EL AMOR Y LA MUERTE
Sucede. El bosque deja que suceda.
Las hojas amarillean y caen.
Es así. Remolinos de viento se las llevan.
También se nos llevan a nosotros. Es así.
Yo no puedo cambiarlo.
Los saltos de la cabra montés
de saliente en saliente -el último,
mal calculado, ¿quién intervendrá?
Jamás oí al bosque reclamar
sus hojas amarillas. El viento se las lleva.
Es así.
Pide algo que yo pueda darte: besos,
un abrigo de invierno nuevo, sinceridad.
Pídeme sinceridad.
El que susurra en tu reluctante oído
no es Dios,
es tu viejo osito de peluche,
es el recuerdo de la abuela y la eternidad
bajo un tilo envuelto en un zumbido de
abejorros.
Lo que me persigue día y noche
no son los demonios,
sino la muerte más vulgar: la mía.
Sobre nosotros dos ningún Eurípides
escribirá una tragedia.
Nuestro amor fue imperfecto,
pero al ser arrastrados por el viento
nuestras manos todavía se buscarán
mutuamente.
Caen las hojas al suelo.
Lo que para algunos es un bello camino
es para otros un vómito de sangre.
Sobre la alfombra roja pone el ciervo
la pezuña y la liebre la pata.
Juntos amábamos al árbol,
pero el árbol nos deja vivir,
nos deja morir. Es así.
Yo no puedo cambiarlo.
Es así.
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