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    Leopoldo de Luis (1918-2005)

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    Leopoldo de Luis (1918-2005) Empty Leopoldo de Luis (1918-2005)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 26 Mar 2023, 12:59

    .


    Leopoldo de Luis (Córdoba, 11 de mayo de 1918-Madrid, 20 de noviembre de 2005) fue un poeta y crítico español.

    Biografía

    Nació en Córdoba el 11 de mayo de 1918. Hijo de Alejandro Urrutia Cabezón (un cordobés nacido en La Coruña, abogado e intelectual del grupo modernista, poeta, republicano y amigo entre otros de Julio Romero de Torres) y de Vicenta Luis Cea, con cuyo apellido firmó su poesía tras la Guerra Civil por ser Urrutia un apellido no grato para los sublevados vencedores. Al año de nacer, su familia se trasladó a Valladolid, donde el futuro poeta vivió hasta los 17 años, cuando marchó a Madrid para acabar el bachillerato en el Liceo Francés, viviendo en la sección de menores de la Residencia de Estudiantes. La ruina familiar lo obligó a trabajar, mientras empezaba unos nunca concluidos estudios de letras, en un puesto burocrático de la empresa privada.

    Fue padre del también poeta, profesor y ensayista Jorge Urrutia y tío de la traductora María Teresa Gallego Urrutia. Su padre tuvo un hijo ilegítimo, el escritor Francisco Umbral.

    Trayectoria

    Al estallar la Guerra Civil, se alistó en el Batallón Pasionaria del Quinto Regimiento del ejército republicano y profundizó su amistad con Miguel Hernández, a quien había conocido ya en 1935, así como a Germán Bleiberg, a Rafael Múgica (luego Gabriel Celaya) y a otros. También trató a León Felipe. En 1937 colaboró en Nuestra Bandera de Alicante y en La Hoja del Lunes de Madrid, y publicó un pequeño libro que antologaba poemas suyos de guerra junto a algunos de Miguel Hernández y de otro poeta combatiente, Gabriel Baldrich. En 1938 apareció el libro Romance siempre con su nombre real, Leopoldo Urrutia. Sin embargo, debe considerarse su primer libro la obra titulada Alba del hijo, editada en 1946 con el apellido materno (Luis), que adoptó para evitar represalias de los vencedores. Terminada la guerra como capitán del estado mayor del general Escobar, en el frente de Extremadura, pasó por la cautividad en la posguerra (plaza de toros de Ciudad Real y penal de Ocaña), así como por los batallones de trabajadores del Franquismo en el Campo de Gibraltar; así estuvo entre 1939 y 1940, en que fue liberado. Recuperado su trabajo en una compañía de seguros, de la que al fin de su vida laboral llegó a ser director, comenzó a publicar poemas en revistas como Garcilaso y Espadaña, pero también en Cántico de Córdoba. La mayoría de las revistas poéticas de la época y otras más amplias como Papeles de son Armadans o Revista de Occidente acogieron sus colaboraciones asiduas. Por entonces consolidó su larga amistad de cuarenta años con Vicente Aleixandre. Como crítico fue asiduo especialmente de las revistas Ínsula y Poesía Española de Madrid, además de las ya citadas. Escribió más de treinta libros de poesía, entre los que destacan especialmente Teatro real (1957) y su muy galardonado Igual que guantes grises (1979), que obtuvo el Premio Nacional de Literatura; el diario El País entendió que premiar a de Luis en poesía y a Fernández Santos, en novela, significaba ya que el cambio político había llegado a la cultura ese año. Su poesía, siempre influida por el existencialismo, fue haciéndose cada vez más filosófica hasta su último libro, Cuaderno de San Bernardo, que toma su nombre de la calle madrileña donde estaba situado el sanatorio en el que murió su mujer.

    También es autor de biografías, como las dedicadas a Antonio Machado y su gran amigo Vicente Aleixandre, y distintos estudios críticos sobre Miguel Hernández o autores de la Generación del 98, la Generación del 27, la Generación del 36 y sus coetáneos. Fue muy importante su antología de la poesía social española contemporánea.

    Está considerado como uno de los principales representantes de la poesía de la postguerra española. En febrero de 1988 recibió un homenaje de sus amigos, por sus 40 años de labor literaria. En el año 2004 fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía y se le concedió la Medalla de Oro de Córdoba, su ciudad natal, después de obtener el Premio Nacional de las Letras Españolas y otros reconocimientos a la totalidad de su obra, como la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes, de Madrid. Murió el 20 de noviembre de 2005. El Ayuntamiento de Madrid, para recordarlo, puso una placa en la fachada de la casa donde vivió (en la calle Pamplona), dio su nombre a una plaza próxima y le dedicó un pequeño monumento en los jardines de la biblioteca Vázquez Montalbán. Su biblioteca constituye hoy el "Fondo Leopoldo de Luis" de la biblioteca de Humanidades de la Universidad Carlos III de Madrid (campus de Getafe). El Instituto Cervantes le dedicó una exposición en su sede central al año 2018.

    Empezó escribiendo una poesía de la condición humana, de fuerte contenido existencialista (leyó profundamente a Jean Paul Sartre y a Albert Camus) y social; a lo largo de su obra se fue afirmando una aguda conciencia del tiempo y la muerte y una posición esencialmente humanista.

    Premios

       Premio Nacional de las Letras Españolas (2003)
       Premio Nacional de Poesía, por Igual que guantes grises (1979)
       Premio Francisco de Quevedo del Ayuntamiento de Madrid (1979) por Entre cañones me miro
       Premio Ausias March (1968) por De aquí no se va nadie
       Premio Pablo Menassa de Lucía (1999) por Generación del 98
       Premio Pedro Salinas del Ateneo Español de México (1952)
       Premio Internacional de Poesía Miguel Hernández
       Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes
       Medalla de Oro de la ciudad de Córdoba
       Premio "León Felipe" a los valores humanos

    (Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )


    *


    Algunos poemas de Leopoldo de Luis:


    De Alba del hijo (1946):


    ALBA DEL HIJO

    Alba del hijo en los paisajes
    de enamorada geografía.
    El corazón, que es también niño,
    a tu claror se precipita:
    quiere arrancarse de lo oscuro,
    ir a la luz que te avecina.

    Alba del hijo. Un azul nuevo
    traspasa todo hacia tu día,
    multiplicado de esperanzas,
    y de zozobras y alegrías.
    Un azul nuevo tiñe el aire
    que la emoción nueva respira.

    Alba del hijo. El alma quiere
    como olvidarse de sí misma
    y reencontrarse en los espejos
    verdes del tiempo renacida.
    Y en el piano del ensueño
    brota con claras notas íntimas,
    en nuevas formas de ternura,
    una ancestral música antigua.

    Alba del hijo. Ella te espera
    con un temblor de emoción viva
    porque sus ríos riegan dulces
    de un nuevo cuerpo ya la arcilla,
    la enredadera que se abraza
    al árbol joven de su vida.

    Alba del hijo. Y yo te espero
    con la emoción más sorprendida.



    SERÁ SENCILLAMENTE

    ¿Cómo decirte cómo? Será como las flores
    que nievan de blancura un corazón de ramas.
    Como el sol de la tarde, que madura colores
    y matiza la sierra de doradas escamas.

    Será con esa dulce sencillez de las cosas
    que anima la espontánea sucesión de los días.
    Será cual los rosales se iluminan de rosas
    y las tardes se mueren en guedejas sombrías.

    Será con ese arte de la vida diaria,
    con esa poesía que hay en lo cotidiano,
    esa oscura armonía del alma solitaria,
    esa sorda belleza del primer artesano.

    Será sencillamente: sin palabras vacías
    ni artificios inútiles: como mana la fuente.
    Señor, ¡es tan hermoso amar sencillamente!
    Como vuelan los pájaros, como pasan los días...




    De Huésped de un tiempo sombrío (1948):


    HUÉSPED DE UN TIEMPO SOMBRÍO

    Vivir es morir un día
    sobre la tierra desnuda,
    dejar bajo la luz cruda
    la luna del pecho, fría.
    Vivir es esta agonía
    de querer ser como un río
    y ser un cauce vacío,
    alas de barro sin vuelo.
    Habitar, brasas en hielo,
    huésped de un tiempo sombrío.

    Vivir es ancla en la arena
    de amargo mar, cementerio
    de la rosa y cautiverio
    de ensangrentada azucena.
    La luna desencadena
    su pasión sobre las olas.
    Verdes y níveas corolas
    de espumas el pecho abrazan.
    No navega: lo atenazan
    las tristes algas, a solas.

    La vida: triste alga oscura,
    collar, dogal para el vuelo
    de un albatros ya sin cielo,
    abatido por la altura.
    Solo la roca clausura
    este paisaje desnudo:
    un mar de sangre, hosco y mudo,
    las rotas alas enreda,
    alto, triste y frío rueda
    Selene su rojo escudo.

    Oh roca que el dulce viento
    desgarra con la caricia.
    Eso eres: roca propicia
    a todo desgarramiento.
    Vida: luminoso aliento
    de rosas. Mas si en la piedra
    solo se aferra la yedra
    ¿Dónde hincar uñas, raíces?
    ¿Dónde, flor que simbolices
    vida, sin morir te arredra?

    Oh paisaje desolado,
    inhóspita y negra playa.
    La luna su esquife encalla
    de muerto metal varado.
    Mísero espectro abrazado
    a la humana costra impura,
    habita, isla de amargura,
    huésped de un tiempo sombrío.

    Amar fue un sueño baldío.

    Solo la lágrima es pura.



    GÁNDARA

    Estéril, pobre tierra sobre la que el sol pasa
    dejando solamente su huella abrasadora.
    Costado que la líquida lanzada no traspasa.
    Hembra que el largo impulso del sembrador ignora.

    Cómo me duele, tierra, recorrerte desnuda.
    mujer desnuda, carne estéril y marchita
    no de amor muerta, muerta de soledad y muda
    bajo el cielo en que un astro, implacable, gravita.

    Oh matriz imposible de vegetales gracias,
    ciega ternura inútil, seca fuente de vida.
    Soñar rumor de mieses, medir torres de acacias
    sobre la carne o tierra a la piedra ceñida.

    Estil sombra oscurece la morenez rugosa:
    entrañas que no sienten la voz de las raíces.
    Amor que prestas vida al hijo o a la rosa
    y esta tierra, este vientre, de sequedad maldices.

    Altos pechos de arena se amustian lentamente
    sin tener labios de agua, de amor, para su fuego.
    En orillas de sangre la arena lame ardiente.
    Juato al erial oscuro el hombre pasa, ciego.




    De Los imposibles pájaros (1949):


    ABRIL PONE SU CLARO...

    Todo lo que perdí
    volverá con las aves.

    JORGE GUILLÉN

    Abril pone su claro
    milagro en el paisaje,
    su adolescente rosa
    de luz sobre la tarde.
    La flor y la pureza,
    el tibio amor del aire
    todo vuelve en las alas
    de pájaros fugaces.

    Pero ayer yo era otro
    por este mismo parque
    de lo que perdí, nada
    volverá con las aves.
    La cigüeña celeste,
    blanca cruz en el aire.

    La golondrina negra
    llena de claridades,
    pájaros que devuelven
    pubertad al paisaje.
    Pero lo que he perdido
    nunca lo traen las aves.

    Aquel niño no tiene
    hoy su mirada de antes.
    El corazón vestirse
    de almendros ya no sabe.
    ¡Abril!, ¡Abril!, gritaba
    Pero si Octubre abate
    con sus manos oscuras
    los verdes alminares …
    Lo que se pierde, ¿siempre
    retorna con las aves?
    ¿Cómo al rosal la rosa?
    ¿Cómo la brisa al sauce?

    Pájaros imposibles
    de anidar en mi sangre.
    Oh plumas que no logran
    sostenerse en mi aire.

    Pájaros imposibles.

    Lo que he perdido nunca
    volverá con las aves.



    MUNDO AMADO

    (Se ama lo que se teme peder.)

    Amo este breve sol que aún da tibieza,
    que aún pone puro fuego en los paisajes
    fríos de la tristeza.
    Amo sus encendidos oleajes.

    Esta vaga esperanza, rosa leve
    que llevo entre mis manos todavía
    y tan sutil que casi no se atreve
    a perfumar del todo la alegría.

    Esta dulce ternura que aún ignora
    cómo, aunque débil, es roble de mi alma.
    Bajo sus ramas infantiles mora
    mi corazón y encuentra calma.

    Amo esta juventud, pájaro triste
    que se regaza en mí, nido de arcilla.
    Su esperanza -sus alas- aun insiste
    sobre esta heredad seca y amarilla.

    Acaso más que nunca te amo ahora,
    juventud siempre atónita y oscura,
    porque siempre quisiste ser de sol, ser de aurora
    y sólo has sido tierra de amargura.



    SOLEDAD

    Los hombres no se alivia,
    no se amparan.

    GABRIEL MIRÓ

    El hombre sufre siempre solo.
    No hay amor. No hay amor. El hombre apenas
    hermano de su igual se reconoce,
    y el triste solo con su angustia yerra.

    Qué inmensamente solo está el que llora
    en medio de la fría, oscura tierra.

    Apenas lo más bajo, lo que anima
    la humana forma externa,
    da su instinto animal que une la carne
    y el toro turbio de los odios frena.

    Cuando bajo el silencio de los astros
    al hombre y la mujer solos se encuentran
    frente a la eternidad , en la alta noche,
    nada más que un designio sordo en huellas
    de estremecida carne los asiste,
    solo un primario instinto los acerca.

    Pero el que sufre, sufre siempre solo.

    Inmensamente solo está el que llora
    bajo la imperturbable luz de las estrellas.




    DOS ORILLAS

    La muerte es como un río: dos orillas limitan
    el discurrir continuo de su espejo.
    En aquélla invisibles, como en la sombra el llanto,
    como brisa perdida, cual apagados besos,
    en carne inaprensible, sin dolor ni memoria
    sin peso ya y sin sombra, habitan los que fueron.

    Desconocida margen que la muerte acaricia
    con su gélida lengua de silencio,
    con sus manos desnudas de esperanza,
    con sus ojos eternos.
    Ignota tierra o paraíso.
    Inacabable mundo de los muertos.

    Enfrente, en esta margen,
    los hombres, altos cedros
    proyectando sus sombras de amargura
    como escolta de oscuro llanto espeso
    sobre unos campos de pasión, de odio,
    sobre una tierra de destierro.

    Entre las dos orillas va la muerte
    como un río o espada de silencio
    que surge de los ojos de Dios mismo
    y va a morir de Dios al vasto pecho.



    ETERNA VOZ

    Y vendrán otras gentes y otros días
    y enterrarán mi voz.
    ................................Irán sus pasos
    sobre la negra arena que recubra
    mi cuerpo, y el silencio, como un pájaro,
    anidará en mi casa. Las cenizas
    de mis palabras aventaran largos
    dedos grises del viento. En otras bocas
    como un milagro
    se encenderán las mismas voces mías.
    Pero no seré yo. (Cruza los prados
    un dí y otro el mismo río,
    mas nunca torna el agua que ha pasado.)

    También una amargura
    -cuchillo, espina, dardo-
    herirá la ternura de las almas,
    pero no será ésta. (Cada año
    traen rosas los rosales, mas la espina
    que una vez nos hirió, nunca ha tornado.)

    Como un río es la voz, como una espina
    es la amargura.
    .........................En pálidos
    panoramas del sueño he visto un día
    mi voz y mi tormento reflejados
    en otras nuevas gentes
    y a través de cien años.
    Cuando yo esté ya muerto. Mi amargura
    y mi voz han de ser como un legado.

    Ni aun esta voz es mía, es una herencia.
    Yo no soy yo. Fui aquel. He sido. Acaso
    hay un oculto río y una escondida espina
    que eternamente va atravesándonos.


    Última edición por Pedro Casas Serra el Lun 27 Mar 2023, 06:09, editado 2 veces


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    Leopoldo de Luis (1918-2005) Empty Re: Leopoldo de Luis (1918-2005)

    Mensaje por Cuquis Sandoval Dom 26 Mar 2023, 13:13

    Comparto uno de mis poemas favoritos de este autor:
    Amor eterno

    Deja caer las rosas y los días
    una vez más, segura de mi huerto.
    Aún hay rosas en él, y ellas, por cierto,
    mejor perfuman cuando son tardías.

    Al deshojarse en tus melancolías,
    cuando parezca más desnudo y yerto,
    ha de guardarte bajo su oro muerto
    violetas más nobles y sombrías.

    No temas al otoño, si ha venido.
    Aunque caiga la flor, queda la rama.
    La rama queda para hacer el nido.

    Y como ahora al florecer se inflama,
    leño seco, a tus plantas encendido,
    ardientes rosas te echará en la llama.
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 27 Mar 2023, 00:36

    Aunque imagino que lo sabrás, Pedro, Leopoldo de Luís tiene la más completa y mejor ANTOLOGÍA DE POESÍA SOCIAL ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA ( 1939 - 1968). CLÁSICOS DE BIBLIOTECA NUEVA (2000 - 2010). 30 autores españoles desde Ángela Figuera Aymerich hasta el mismo, que cierra la antología, pasando por un plantel de excepcionales poetas (promoción de posguerra: grupo de los años 50 y...)




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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 27 Mar 2023, 00:49

    En dicha Antología , expone , entre otros, este excepcional soneto:

    LA MISMA HERIDA

    El mundo avanza lentamente, escucha.
    Los pechos fatigados que jadean,
    las frentes que altas brisas nunca orean,
    las manos que agrio pan torna la lucha

    diaria, le van dando vuelta y vuelta.
    Se oye el fragor. La espuma del coraje
    llega en el corazón del oleaje
    hasta la playa del vivir disuelta.

    Manos, frentes y pechos se levantan
    Y luchan, aman, odian, lloran, cantan.
    A golpes van haciéndose la vida.

    Sumérgete en su mar. De carne y huesos
    eres. Somos. Lo mismo. Como esos.
    Y respiramos por la misma herida.

    Gracias, Pedro, por traer a Leopoldo de Luis.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 27 Mar 2023, 03:09

    Muchas gracias, Cuquis, por tu bella aportación.

    Muchas gracias, Pascual, por tu valiosa información. que amplía la que figura al principio de este tema sacada de wikipedia.

    Un abrazo.
    Pedro


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 27 Mar 2023, 06:42

    .


    De Los horizontes (1951):


    LOS DESPOJADOS

    Tenían los ojos de piedra
    y el corazón de pena remota
    Se movían como se mueven
    las tristes bestias silenciosas.
    La luz de ocaso les hacía
    oscuros y casi sin forma,
    como de niebla espesa y torpe,
    borrosamente, por la sombra.

    Tras de los bultos miserables
    se perdía una vida incógnita
    por galerías de tristezas
    y de venturas y zozobras.
    Niños andando desde años
    con la risa en los labios rota,
    jóvenes sauces de esperanza
    con la ilusión verde en las hojas.
    Y el amor como una ceniza
    que abrasó el corazón y la boca.

    También un pájaro de sueños
    anidó en estas ramas solas,
    y se alegraron de veranos,
    de rumoroso aire de fronda.
    Hasta en la carne más humilde
    el sueño tiene alas de alondra.
    Se perdían tras de sus bultos
    mares lejanos. Y una sórdida
    bruma cegaba con hastío
    la playa infiel de la memoria.

    Iban despacio, naufragando
    de indiferencia y de derrota.



    EL ODIO

    ¿Somos más que esa bestia ciega y triste?
    Qué olas de odio se alzan en la sangre.
    Un mar sin salvación, un mar de odio
    por el que vamos, maldecidos ángeles.
    Mar de odio, cielo de odio, tierra de odio.
    El odio es nuestra muerte y nuestra cárcel.
    Respiramos, bebemos, escupimos
    esta saliva, este agua y este aire
    y nos crecen sus costras como lepra
    por el alma y la carne.

    Como una maldición. Mano de hielo,
    mano de brasa negra por la sangre,
    agarra las raíces del espíritu,
    nos voltea, guiñapos en el aire,
    rojo muñón, harapo de destierro,
    nos precipita en los sombríos mares
    de la ira. Al amor roba sus barcos
    que hunde bajo los pechos implacables.

    El corazón, qué combatida guerra,
    qué tierra entre los dientes que no sacien,
    qué huesos como espinas erizadas
    que hasta el ojo de Dios quieren alzarse.
    Odio. Por qué tanto odio oculto
    enraizando entre los hombres, árboles
    de fiera soledad y de ignominia
    como frontera que el amor no pase.

    De que hondas catacumbas
    sube, amarillo hedor, al pecho odiante,
    sube, saliva negra, al labio impuro,
    sube, espina de luz, al ojo infame,
    este rencor, este ancestral cuchillo,
    esta quijada aún manchada en sangre.

    Duele tanto rencor, tanta miseria,
    duelen ya no sé qué negras verdades,
    ya no sé qué terribles maldiciones
    pesan sobre la humana sombra errante:
    "Al prójimo odiarás como a ti mismo."
    Y el amor huye, herida y triste ave.

    ¿Para este hombre de odio no hay un sueño?
    ¿Un retorno a la sombra del seno de una madre?
    ¿Unos labios que besen esta lepra?

    Odio, detén, detén tu impuro avance.



    LO DIFERENTE

    Nunca vamos a lo  igual,
    nos llama lo diferente.
    La sombra va al día, el día
    en la noche se disuelve.
    El hombre camina solo,
    con su vida hacia la muerte.
    En el viento arde la hoguera
    y el macho en la hembra prende.
    Busca el barro alas y cielo
    los ojos, al que volverse.
    Deseo de libertad
    el hombre si vive tiene.

    Si le humilla su fracaso
    su soledad lo enaltece.
    Una soledad mordida
    como arena entre los dientes.
    No hay soledades "tan puras
    como el caer de la nieve".
    Lodo de pena y cansancio
    la soledad lleva siempre.
    La amargura de los días
    nos derrumba sus paredes
    y vivimos asfixiados
    de escombros y sordideces.
    Lejos del amor, el hombre
    busca un sueño en que perderse
    y el sueño le alumbra oscuros
    lobos de odio, el aire mueve
    árboles de llanto y surten
    ríos de sangrientos peces.
    Encadenado a una tierra
    donde bestia y fruto mueren,
    se dobla bajo su peso
    el hombre como las mieses.
    Busca la luz, y salvarse
    busca de su propia muerte
    y alzar sobre la miseria
    un país que lo liberte.
    Sus ojos giran al cielo.
    Bajo el viejo sol hiriente,
    sobre la estepa y el lodo
    un águila resplandece.




    De Elegía en otoño (1952):


    OTOÑO. VIDA

    Si de repente nos volvemos
    hacia nosotros, ya no estamos.
    Somos perpetua y triste huida
    en el tiempo sobre los años.
    ¿Ves el Otoño? Bebe ríos
    secos y rojos del verano
    y lleva dentro un fuego antiguo
    de viejos sueños olvidado?.

    Somos de Otoño. Sólo Otoño
    en el sabor de nuestros labios.
    Todo se vuelve al fin Otoño
    de arena triste en nuestras manos.
    El estío de nuestra sangre
    nos hace Otoño siempre, acaso.

    Ya donde ayer la luz solía
    no la sentimos. Van lejanos
    los imposibles manantiales
    en lo remoto, van sonando
    trenes que pasan sin regreso
    por amarillos y hondos campos.

    Viene el Otoño. Tristes árboles
    en tus ojos. Heridos pájaros
    por un octubre de memorias,
    de tibia sangre dejan rastro.

    Y vivir se nos hace esto:
    Otoño al fin, sobre los párpados.
    Nos ha cubierto lentamente
    un como tenue polvo claro,
    una ceniza de septiembre.
    Y el fuego lejos.
    ...........................Ya no estamos.




    De El árbol y otros poemas (1954):


    FÚTBOL MODESTO

    Desmontes amarillos bajo el sol del invierno
    que pone su piedad, su tibieza en las cosas,
    que arranca falsas luces de los vidrios verdosos,
    diamantes de un fantástico sueño por el que cruzan
    heridos perros de esperanza y pena.

    Delgados muchachitos,
    pálidos obrerillos con sus botas gastadas,
    bajo sus trajes grises, que van a hacer deporte
    o a aprender que ellos mismos son un balón doliente
    que a puntapiés manejan los grandes jugadores de la vida.

    Mañanas de domingo. La carne fatigada
    bosteza lentamente su cansancio remoto.

    Una humilde ilusión, como el rayo en los vidrios,
    arranca de las almas llamitas de alegría.

    Bota el cuero cosido de esperanza,
    hinchado con un aire de esperanza,
    de risa triste, de ilusión oscura.
    Colores desteñidos que nunca se asomaron
    al sol de los estadios,
    van, vuelven, corren las camisetas, buscan,
    persiguen una esfera del color de su sueño.

    Ascienden desde el pozo insondable del tiempo
    las horas como sombras, los trabajos,
    la pena, la miseria, la modesta comida
    en los platos heridos, sobre el hule,
    el fondo de la sórdida galería, la cama
    donde se rinde noche a noche el hueso
    abatido de llanto silencioso y sin lágrimas.

    Asciende aquí el cansancio,
    el destino que, sordo, va cumpliendo sus suertes,
    la niñez mal cuidada, la escuela pobre, el fuego
    del brasero amparando a la familia.

    Todo llega al solar del domingo, confuso,
    ceniciento, remoto, en el cuero que bota,
    entre los desvaídos colores de la blusa,
    y se enreda en las piernas que persiguen
    ese balón con forma de esperanza.




    De El padre (1954):


    MUERTO MÍO

    La guerra, el hambre, el odio... Día a día
    ¿cuánta carne de muerto no devora
    la vida, cuánta lumbre, cuánta aurora
    no ciega el ala de la tarde fría?

    Y sigue tercamente la porfía:
    canta para olvidar la vida, y hora
    tras hora va la mano leñadora
    talando rama a rama la alegría.

    Se oye el golpe en el tronco. Cae la rama.
    El mar continuo de la vida brama.
    Ya sé que a nadie importa, pero es mío
    este muerto. Me duele. Lo levanto
    a hombros, con esfuerzo, sobre el llanto,
    y mi sangre lo lleva en su hondo río.




    De El extraño (1955):


    LA CONDENA

    Aquí nos vemos nuevamente,
    persiguiéndonos en la distancia.
    No lo sabemos y llevamos
    uno contra otro la mirada.
    Oscuramente se alimenta
    la luz injusta en nuestras brasas,
    nos ilumina oscuramente
    el turbio pozo de las lágrimas.

    No lo sabemos. Y pasamos
    como las fieras acosadas
    desde la edad de una condena
    hacia el llanto de una esperanza.

    Y llevamos como una ortiga,
    en nuestra carne la palabra,
    la saliva irreconciliable
    que por la sangre se adelanta.

    No lo sabemos. Y vivimos
    construyendo paredes, tapias,
    tabiques, muros, que nos van
    poco a poco tapiando el alma.
    No lo sabemos. Y forjamos
    cada día una nueva jaula.

    Nos encontramos persiguiéndonos
    sin saberlo. La vida pasa.
    Nos trae, nos lleva, sordamente.
    Tristemente. Nos abalanza.
    No lo sabemos. Y el amor
    no encuentra patria.



    EL DESEO

    Desde esta caja oscura
    donde golpea un pájaro sin alas,
    desde este cristal hondo donde suena
    la lluvia de los días, donde el agua
    del tiempo rafaguea. Desde esta
    tierra oculta en que ara
    la reja de la vida, donde hiere
    la vida y duele y pasa.
    Desde aquí dentro donde oímos
    el mundo sin palabras.
    Desde esta población que atravesamos siempre
    perdidos y buscándonos a solas con el alma.

    Desde aquí dentro.
    Desde esta ciega soledad nos manda.
    Nos trae, nos lleva, dice
    lo que quisiera ser luz de esperanza.
    Nos sube hasta los ojos.
    Nos escuece en las manos, nos abrasa
    la piel. Nos siega el sueño.
    Nos viste fiebre y ansia.
    Y es siempre no, y es siempre
    huida y sangre y nada.
    Vivir es ir dejando cada día
    un deseo perdido en la distancia.
    Pero nos trae, nos lleva,
    nos gobierna su fuerza fracasada.
    Nos mueve siempre este fracaso ciego.
    Nos llevan siempre unas heridas alas.



    LA PAREJA

    Tenerte cerca. Hablarte.
    Y besarte en silencio.
    Y sentir el contacto
    caliente de tu cuerpo.
    Sentir que vives, trémula,
    aquí, contra mi pecho.
    Que mis brazos abarcan
    tus límites perfectos.
    Que tu piel electriza
    las yemas de mis dedos.
    Que la vida se ahoga
    en el hilo de un beso.

    Que así, en la sombra, a tientas,
    bajo la noche, ciegos,
    topándonos a oscuras
    mientras todo es silencio,
    nos amamos y somos
    casi dioses, rugiendo.

    Vuelvo a palpar tu carne,
    vuelvo a besarte, vuelvo
    a estrecharte en la sombra
    ciega contra mi pecho.
    Vuelvo a sentir tu vida
    trémulamente. siento
    que el desamparo pone
    su soledad, su cerco,
    en torno de nosotros.
    El mundo está desierto.
    Mudo. Tú y yo arrojados
    a un destino violento,
    aquí, sobre la tierra,
    abrazándonos ciegos.

    Y entonces te recojo,
    te amparo, te sujeto,
    pequeña, débil, mía,
    cobijada en mi aliento,
    sostenida en mis brazos,
    cubierta con mis besos.

    Pero mi pequeñez
    en seguida comprendo.
    Mi inútil protección,
    castillo sin cimientos,
    rueda deshecha frente
    al enorme universo.

    ¡Qué poco puede el hombre!
    Y me refugio en medio
    de tanta soledad
    en tu caliente cuerpo,
    para que entre tus brazos
    me mezas con tu tierno
    amor. Niño asustado,
    busco tu amor materno.

    Los dos en la tiniebla
    abrazados, pequeños,
    frente a la eternidad,
    lloramos en silencio.
    La noche continúa
    mudamente cubriéndonos.


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    Leopoldo de Luis (1918-2005) Empty Re: Leopoldo de Luis (1918-2005)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 28 Mar 2023, 13:31

    .


    De Teatro real (1957):


    UNA VENTANA

    Dementes artesanos, albañiles
    locos, enajenados constructores,
    levantando una tapia, cientos, miles
    de tapias entre sueños y rencores.

    ¿Quién dirige esta ciega arquitectura,
    estas casas de sombra, esta muralla
    de soledad, la torre de negrura
    donde la vida el vuelo libre encalla?

    ¿Quién dibujó la araña de este plano
    que repite paredes y paredes?
    ¿Quién alza estas ciudades, con qué mano
    se tejen esta niebla y estas redes?

    Alguien ha emborronado absurdamente
    en los viejos diseños. Esta puerta
    no da a ninguna parte. Un muro enfrente
    ahoga el sol de la ventana abierta.

    Y cruzamos oscuras galerías
    que nos devuelven a la misma estancia.
    Habitaciones múltiples, vacías,
    repitiendo su inútil resonancia.

    Y queremos salir, pero buscamos
    la puerta, recorremos la escalera
    no se acaban sus desnudos tramos,
    ni nada abrimos, porque no hay afuera.

    No hay afuera, no hay calle, no hay ciudades,
    no hay mundo; hay esta sola inmensa casa,
    estas eternas, solas vecindades
    de corredor donde la vida pasa.

    No hay más que estos enormes corredores
    por los que nos cruzamos ciegamente
    vecinos de una casa de rencores
    con la pared de un odio sordo enfrente.

    No hay más que estas paredes donde deja
    sus amarillas manchas el olvido
    como la mano de una humedad vieja
    en el yeso mortalmente mordido.

    No hay más que ciegas puertas que abre el viento
    descubriendo la sombra desdentada.
    Los picaportes rompen su lamento
    y giran las fallebas para nada.

    Y lo sabemos. Pero nos decimos:
    "En la otra habitación habrá salida".
    De portazo en portazo repetimos
    la esperanza fingida.

    Porque vamos soñando abiertos muros,
    grietas en donde el sol se precipite;
    inventando avenidas y paisajes futuros,
    tierras feraces que la luz habite.

    Y sentimos un fuego en nuestras manos,
    la sangre en nuestras manos, de ansia hechas,
    para cavar, oscuros artesanos,
    en las paredes de la casa brechas.

    Con las manos heridas, la ventana
    soñamos construir, a la luz pura,
    que nuestro hijo pueda abrir mañana.



    A LUIS, EL CARPINTERO DE AL LADO
    DE MI CASA

    Tú estás, Luis, trabajando tu madera,
    dando artesana forma de instrumento
    al pino azul, sacando de los troncos
    los casi humanos y útiles objetos.

    Tú con tu hacer fecundo, Luis. Tu sierra
    y tu garlopa susurrante siento
    tras la pared que nos separa. Escucho
    en la materia vegetal tu empleo.
    Oigo tus manos laboriosas mientras
    labrar palabra verdadera intento,
    desbrozar la palabra de sus ramas
    secas, pulir el armonioso leño,
    dar forma a esta materia que insumisa
    en musical corteza oculta el hueso.

    Esta materia en que trabajo apenas
    suena bajo mi mano. En el silencio
    tu vecindad se crece rumorosa.
    Yo mis humildes materiales dejo
    para escucharte. Pluma, papel, pobre
    palabra que deshace el tiempo.

    También quisiera yo lograr ahora
    el seguro destino de tu esfuerzo.
    El humano servicio de tu exacto
    golpear. Un sencillo fin concreto
    para los hombres. Como necesarios
    utensilios, dejar palabras, versos,
    sobre los que apoyar la vida. Como
    lisas tablas de paz. Ser carpintero
    de esas vivas maderas en que el hombre
    ha de dejar su corazón, su peso,
    reposando un instante. No es posible
    cerrar oídos al sonoro ejemplo
    de tu oficio artesano. No es posible
    olvidar la materia en que ponemos
    esta pasión diaria.

    De las palabras crece un manifiesto
    de sangre y de verdad. Una esperanza
    luminosa y común. Callado obrero
    de esa hermosa madera, cada día
    trabajo contra el terco desaliento.



    PATRIA DE CADA DÍA

    Cada uno en el rumor de sus talleres
    a diario la patria se fabrica.
    El carpintero la hace de madera
    labrada y de virutas amarillas.
    El albañil  de yeso humilde y blanco
    como la luz. El impresor de tinta
    que en el sendero del papel se ordena
    en menudas hormigas.
    De pan y de sudor oscuro el grave
    campesino. De fría
    plata húmeda y relente
    el pescador. El leñador de astillas
    con forestal aroma cercenada.
    De hondas plumas sombrías
    el minero. De indómitas verdades
    y hermosura, el artista.

    Cada uno hace la patria
    con lo que tiene a mano: la sumisa
    herramienta, los vivos materiales
    de su quehacer, un vaho de fatiga,
    una ilusión de amor y, al fin, la rosa
    de la esperanza, aún en la sonrisa.



    GENTES DE ATARDECER...

    Gentes de atardecer, rostros de ocaso;
    acostumbraos a mirar las alas
    de la luz. Algún día
    amanecerá el alba.

    Lenguas de piedra, oídos de silencio;
    preparad para el habla
    vuestra mudez, vuestra sordera. Un día
    sonará la palabra.

    Islas de soledad, trozos de pena:
    abrid las diminutas patrias
    de cada uno. Puede ser que un día
    se unan las tierras separadas.

    Cuerpos de sombra y de ignominia: nunca
    olvidéis florecer dentro del alma.
    Acaso un día, acaso un día
    digáis "ahora" a la esperanza.




    De Juego limpio (1961):


    COMO OTROS, 1

    Pienso que habrá otros hombres con la misma
    pasión, con igual ansia e igual pena.
    Otros que miran también como yo ahora
    la sombra de la tarde caer sobre la sierra.

    Pienso que no será tan solo mía
    la indefinible voz de esta tristeza,
    el metal grave de sta duda,
    de esta zozobra la sombría arena.

    Me he parado a pensar. En el alero
    tengo la vida. La esperanza puesta
    como una raya sobre el mar. De un hilo
    pende cuanto mi pecho más desea.

    Pienso que habrá otros hombres. Con sus mismas
    palabras expresarme ahora quisiera
    -Inquietud, Esperanza, amor. No importa-
    o que a ellos mismos les sirvieran estas.

    Yo no puedo ofrecer más que estas pobres
    líneas donde la diaria lucha deja
    su vacilante paso sin renuncia
    hacia cada jornada nueva.

    Ellos podrían enseñarme cómo
    al desaliento vencen, esa niebla
    que va envolviendo el corazón, y cómo
    tras la helada ceniza aun lumbre encuentran.

    Yo sólo puedo, una vez más, alzarme
    con mi verdad que vale una promesa:
    -No hay deserción. Levanto esta palabra
    de amor y esfuerzo como viva seña.

    Y prosigo avanzando cual si nada
    mi corazón sobrecogiera,
    mientras contemplo por la tarde herida
    caer la luz de una paloma muerta.



    EL FUSILADO

    Mi juventud ha sido fusilada.
    No se fusila nunca a un hombre solo,
    caen poco a poco nuestras propias vidas.
    Miro de forma extraña, si os dais cuenta;
    desde la muerte miro de los otros,
    desde mi muerte en cada uno de ellos.

    Soy aquel joven muerto junto al alba
    que avanza hacia su otoño, atravesado
    el pecho por la luz de un orificio
    por el que se descubren años, sombras,
    y un paisaje remoto se trasluce.

    De dos en dos. En fila. Los altos paredones
    recogen el impacto. Nuevamente
    de dos en dos.
    ........................¿Adivináis ahora
    por qué sacar tan fácilmente puedo
    el corazón del pecho y enseñároslo
    como una roja fruta hacia el otoño?



    LOS NOMBRES DE LAS COSAS

    Si decimos madera, se oye el viento
    poniendo entre los árboles su música,
    como cuando al nombrar el pan nos llega
    un vaho caliente de la mies madura
    y al decir vino es un otoño claro
    lo que nos toca con su mansa lluvia.

    En el ala del nombre cada cosa
    trae el olor de una sustancia pura,
    la lejana verdad de su materia,
    los cálidos cimientos que la fundan.

    Si decimos madera suena el golpe
    del leñador entre las altas plumas
    vegetales, la sombra campesina
    si pan decimos fugitiva cruza
    y la mano artesana que levanta
    la nívea luz de la amasada espuma,
    y el rumor jornalero en los lagares
    si vino dice nuestra voz, se escucha.

    En la arcilla del nombre cada cosa
    como en pequeños ríos acumula
    el humano sudor, el noble esfuerzo
    para su claridad primera y última.

    Hasta nosotros vienen nombres, cosas:
    madera, vino, pan, metales, frutas...
    Satélites diarios nos rodean,
    sus solícitas sombras nos ayudan.

    Tienes que pronunciar los nombres
    de las cosas sintiendo su profunda
    realidad de materia y su invisible
    condensación de vida. Tal la pulpa
    de una almendra, en la cáscara del nombre
    trozos de vida, vidas diminutas,
    duermen y se despiertan en tus labios, hijo,
    cuando tus labios las pronuncian.



    CANCIÓN DE LA PLATA

    De plata son los ríos
    que bajan a mi orilla con tus besos.
    De plata, amor, son esos
    sueños tuyos, tan míos.

    Cuando me miras son, ya plata pura,
    la luz y el aire más brillantes
    y tus ojos amantes
    como de plata oscura.

    Hoja de plata, canta
    tu amor y tu alegría.
    Cuando me trae tu risa cada día
    de plata es tu garganta.

    De plata es el sonido
    del tiempo cuando pasa
    poniendo en la ternura de la casa
    un eco estremecido.

    Plata caliente eres. Pura brillas
    desnuda hacia la aurora.
    Fundidas irán siempre, como ahora,
    amor, nuestras orillas.




    De La luz a nuestro lado (1964):


    AUNQUE NOS CONFINASEN EN LOS OSCURO...

    Aunque nos confinasen en lo oscuro
    nadie puede apagar la luz del todo,
    nadie puede poner codo con codo
    el alba y fusilarla contra el muro

    de la noche.
    ....................La noche no es la puerta
    que se cierra por dentro. No es la llave
    que guarda el centinela. Nadie sabe
    por dónde hay siempre una ventana abierta.

    Una ventana sueño abrir ahora
    en que un vivir difícil se elabora
    por cuyo caminar accidentado

    los que soñamos y tenemos hijos
    vamos en sombra y con los ojos fijos
    viendo crecer la luz a nuestro lado.




    EL MURO

    Un hombre es como un muro. Persevera
    contra el frío y el sol, frente a la vida.
    Un hombre es como un muro, y una herida
    sus ojos, la ventana verdadera.

    Tras el muro y el hombre hay una hoguera.
    Contra el muro y el hombre, una embestida.
    El amor y la muerte su partida
    dirimen dentro, y amanece fuera

    el sol de cada día, y crece y cunde
    la soledad de cada noche, y se hunde
    el tiempo de la luz hacia lo oscuro.

    Noble porque sostiene amor y techo
    es la pared, como el humano pecho.
    Y todo empieza así: un hombre, un muro.



    LOS NOMBRES QUE NO SUENAN

    Alguien, amigos, niega vuestras muertes.
    Dice que sois la sombra d una intriga,
    de una leyenda a ras negra, a ratos
    azul o roja que al igual que el fuego
    de la retama húmeda en los ojos
    pone su venda de lloroso humo.
    Dice que sois de nada o falsa piedra
    de escándalo, de canto que se arroja
    al cristal del tejado de la casa
    que mal y poco a todos nos guarece
    -a todos no, lo sé, pero aún es tarde-
    y a ver quién va a pagar los vidrios rotos.

    Dice que vuestros nombres no le suenan.

    Y no le sonarán, porque eran nombres
    mudos, nombres sin timbres ni alharacas,
    de los que pasan en silencio y llanto
    ahogado, de los nombres que tan sólo
    suenan en tanto suena el esqueleto
    que no es mentira y que los sustentaba,
    en tanto suena el corazón que sufre,
    la garganta que llora o bien que tose
    desde el gris desgarrón del pecho enfermo.

    Hay nombres que no suenan más que a pena
    oscura, a lenta mina hundida y sorda
    bajo las galerías del cansancio
    entre el carbón del miedo y la tristeza.
    Nombres que se deshacen en el pobre
    sonar de unas monedas ya difíciles
    al cabo de una cuerda de ocho días.
    Nada suenan los nombres ni las bocas
    casi tampoco. Pero son de música
    que se oye diariamente
    tras la fatiga y la desesperanza
    y que sigue sonando
    tras el crimen y el tiempo y la injusticia
    para los que no están del todo sordos.



    PATRIA, MUJER

    Digo patria, y a veces me parece
    que mujer digo y que su cuerpo beso,
    digo mujer y siento que me mece
    una cuna de tierra desde el hueso.

    Se me viene a la boca un nombre como
    un sabor de tristeza y de esperanza.
    A la ventana de un amor me asomo
    y hacia él el corazón se me abalanza

    Me parece que sois la misma cosa,
    la misma luz astral, la misma pena,
    la misma soledad, la misma rosa
    cortada, y esa música que suena

    -patria, mujer- entre la oscura brinda
    que el viento herido de la tarde mueve,
    y esa nube que vagamente ronda
    y por los campos y los ojos llueve.

    Pequeño campo de batalla, mira
    guerra civil y rastro de amargura
    y un muerto no del todo que respira,
    que aun en tus besos su esperanza apura.



    AHORA MISMO

    Ahora mismo, debajo de la nieve,
    se están confabulando las espadas.
    Las rosas aún tan lejos, los trigos tan remotos
    proclamarán la insurrección prevista
    de cada primavera y cada estío.

    Y nosotros, encima de la nieve,
    no podemos contar con la victoria.
    En retirada casi nos batimos.

    Vivir es un delito
    que se paga con pena capital.

    Mírame. ¿Es que la nieve
    no está en nosotros más que en esos campos?
    ¿No somos el otoño, la elegía
    que del propio existir vamos haciéndonos?

    Si a punto estamos de tocar la nieve
    sin mácula de un año más, la inédita
    nieve de otra esperanza para nada
    más que añadir un verso triste, oscuro
    a este sordo poema que vivimos,
    dame al menos tus manos un momento
    y que por un minuto el frío funda
    su blancura cortante y se parezcan
    nuestras manos un poco al tibio nido
    donde dicen que nace la alegría.


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    Leopoldo de Luis (1918-2005) Empty Re: Leopoldo de Luis (1918-2005)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 28 Mar 2023, 15:19

    .


    De Reformatorio de adultos (1967/1968):


    LO MISMO QUE CANSADOS


    Todos somos lo mismo que cansados
    leones. Entornamos los ojos. Pasa el tiempo
    su látigo. Otro día. Lentamente
    el circo estrecha el cerco.

    Giró otra vez la vida en nuestro eje
    un poco. Sostuvimos un momento
    el mundo en nuestras manos. Un segundo
    en nuestro hombro gravitó su peso.

    Hubiera sido todo al fin posible
    —todos somos gastados sueños—
    pero la mano —la que un día
    tocó el amor— no conquistó más que esto.

    Por la ventana ves pasar ahora
    la vieja historia o bien el nuevo cuento.
    Todos somos una ventana
    que da a la realidad, o da al espejo

    de nuestra soledad tan repetida
    como cada uno de nosotros. Dentro
    se sublevan oscuras poblaciones,
    se rebelan sombríos pueblos

    ocultos. Nada grave. Todos somos
    abortados pronunciamientos.
    La tarde aplaca al sol, reduce brillos
    y armoniza los desconciertos.

    Estás cansado. Estamos. Somos todos
    fatigados leones. Callan lejos
    las máquinas. Cerrados los oficios,
    se acurruca en la sombra gris el perro

    de la costumbre. Todavía quedan
    batallas por librar en el recuerdo.
    Desde su fondo ascienden lodo, llanto,
    sangre, como un día llovieron,

    como llueve aún. Mientras, la luna
    sobre nuestra cabeza. Ahora sabemos
    que esas sencillas flores tan difíciles:
    paz, libertad, justicia, en sus barbechos

    no vamos a encontrarlas. Su materia
    es esta misma costra oscura. Menos
    mal. Otras lunas hay. Planetas
    quedan para ahuyentar el miedo.

    Fuera mejor no saber nada. Acaso
    es la felicidad este silencio
    de atardecer. Pobres protagonistas
    de un repetido y trágico argumento.



    EL NAUFRAGIO

    Como la vida es un naufragio
    sólo flotar es lo que hacemos.
    Las palabras son un presagio,
    las acciones son como remos.

    Una sal triste su contagio
    pone en el agua que bebemos.
    Vivir quizá sólo es el plagio
    del nadador que nos creemos.

    Porque la vida se fue a pique
    un viejo faro desde el dique
    lejano mata su luz pura.

    Y nos envuelve sombra ciega
    y aún creemos que alguien navega
    con una ruta más segura



    DE AQUÍ NO SE VA NADIE

    De aquí no se va nadie nadie.
    Ni el místico ni el suicida.
    Y es inútil,
    inútil toda huida.

    León Felipe

    De aquí no se va nadie. Ni tú ni yo tampoco.
    De aquí nadie nos mueve. Ésta es nuestra condena.
    Ha echado ya raíces cuanto tocas y toco
    y hasta el aire, tan leve, nos pone una cadena.

    Es una ilusión vana escapar a otra vida.
    Ni los muertos se van: son plomo oscuro
    y cal bajo la tierra y una invisible herida,
    un invisible hueco que dejan en el muro.

    Somos los habitantes sin regreso
    de una ciudad sitiada y en acoso.
    De aquí no se va nadie. Todo el peso
    de los siglos nos lastra. Somos su oscuro poso.

    El amor es un círculo cerrado.
    Si nos precipitamos en su sima
    del amor no nos saca ya ni todo lo odiado.
    No hay que esperar que el odio nos redima.

    Somos dos desertores atrapados, cogidos
    huyendo, casi en la frontera.
    Nunca hemos sido, nunca, perseguidos
    ni nadie nos impide ir hacia afuera.

    ¿Por qué estamos entonces prisioneros de nuevo
    si nada nos retiene ni nadie nos vigila?
    ¿Por qué tú no te atreves, por qué yo no me atrevo,
    por qué no nos salimos de la fila?

    A lo mejor estamos ahora muertos
    -tal vez aquel abrazo fue la muerte-.
    Acaso porque estamos con los ojos abiertos
    del todo, puedes verme, puedo verte.

    Aunque se alce esta losa no salimos.
    Estamos enterrados. Eso es todo.
    De aquel agua de amor no somos más que limos,
    no somos de aquel agua más que lodos.



    COMO EL QUE

    Como el que habita una ciudad cercada
    y en sus ojos se agolpan las paredes
    y el aire no es el aire: son las redes
    para el pájaro gris de su mirada.

    Como el que va embarcado en una nave
    sin quilla ni timón ni arboladura
    y el mar pone en sus ojos la amargura
    y que no hay puerto que le espere sabe.

    Como el que no le cerra ya una herida.
    Como el ejecutado en la frontera
    que ya la libertad jamás alcanza.

    Como el que condenado stá por vda.
    Como el que vio morir la primavera.
    Como el que se olvidó de la esperanza.



    TODO EN ORDEN

    Ayer asesinaron la ternura
    en los brazos helados de una madre.
    Mataron la inocencia en unos ojos
    de niño. La belleza exánime
    quedó junto a una rosa. La esperanza
    estrangularon de un amor. La sangre
    de una alegría derramaron. Hundieron
    un entusiasmo. Dieron humillante
    destino a la justicia. Degollaron
    la libertad.
    .................No hay día que no se alce
    un nuevo asesinato. Cada hora,
    cada minuto llega a perpetrarse
    otro acto criminal.
    ..............................Los sospechosos
    dejan claras sus huellas, pero nadie
    los persigue
    ....................no hay ley que los encarte.
    Todo está een orden. Todo en paz. Felices
    los humanos.



    LAS DELICADAS MANOS

    Tenemos en la mano una pequeña rosa
    pero los fusilados no comprenden
    la pura exactitud de cada cosa
    cuando las rosas su fulgor encienden

    contra el muro la luz es primorosa
    blonda de la creación mientras descienden
    las bombas y ya el alma se hace esposa
    del celeste rosal las llamas prenden

    en la retama seca de los muertos
    que olvidaron de repente los rosales
    de ojos atravesados por espinas

    de alambre azul los amorosos huertos
    del corazón los valles ideales
    las delicadas manos asesinas.



    LA MATERIA NO MUERE

    La materia no muere, se transforma
    -dicen-. ¿Qué serás tú mañana? Esta
    materia tan querida, ¿qué respuesta
    le dará el tiempo a tu armoniosa forma?

    ¿Y que será de mí? Lo que me ahorma,
    donde tanta amargura tengo puesta,
    esto que soportar tanto me cuesta,
    ¿encontrará en la muerte su reforma?

    La materia que a ciegas hoy chocamos
    cuando, pena con pena, nos amamos
    ¿será mañana rosa, escoria o grama?

    De cualquier suerte no nos salvaremos.
    Substancia ciega y triste que seremos,
    que somos, que hoy respira y sufre y ama...



    LA NADA

    No sé si voy o vengo de la nada,
    no sé si nada soy o estoy en ella.
    No sé si nada es una muerta estrella
    y su garganta soy, estrangulada.

    ¿La nada es una ausencia de haber sido
    o latencia de ser presente un día?
    ¿Será la nada rota poesía
    de un ser nonato o niño desnacido?

    Pregunto por la nada y me responde
    mi sombra que en la sombra ya se esconde
    y su respuesta es una boca muda.

    Pero sé que me habita y que me espera
    y al fondo de la casa, prisionera,
    una mujer sin cuerpo se desnuda.


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    Leopoldo de Luis (1918-2005) Empty Re: Leopoldo de Luis (1918-2005)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 29 Mar 2023, 07:43

    .


    De Con los cinco sentidos (1970):


    VEO UN JUEGO TRISTE

    No tener ojos fuera necesario
    para no ver las cosas,
    el muestrario
    de esqueletos y rosas

    que nos exhibe el mundo cada día,
    el álbum familiar de nuestros muertos
    y nuestros vivos, la fotografía
    clara para los ojos bien abiertos.

    Diente por diente y ojo
    por ojo. El cruel juego
    la vida ha puesto al rojo.
    Sólo no lo ve un ciego.

    Sólo un ciego no ve que lentamente
    va cambiando las piezas a escondidas
    alguien sobre el tablero, pero enfrente
    no hay nadie que sostenga la partida.

    Viéndolo estamos y jugar queremos
    la pieza clave: la segura.
    Tomar la realidad como unos remos
    para mover el agua triste, oscura.

    Para salir a flote del pequeño
    naufragio en que nos hunde cada tarde
    el fracaso de un sueño
    o una duda cobarde.

    Sólo nos salvará ver cara a cara
    el rostro del que juega con nosotros.
    No cejamos. Si se hace tarde para
    verlo tal vez lo logren otros.

    Nuestros ojos al menos habrán hecho
    algo de luz entre los acertijos
    del triste juego estando así, al acecho.
    Detrás seguirán viendo nuestros hijos.

    A ellos les servirá que nuestros ojos
    -esta pobre ansiedad que llora y mira-
    hayan desafiado insomnes, rojos,
    a la verdad y a la mentira.

    Que si no, mejor fuera
    cegar y no ver los secretos
    de esta triste carrera
    de rosas y esqueletos.



    HUELES DE UNA MANERA DIFERENTE

    Hueles de una manera diferente.
    Amar es una forma de olor. El cuerpo impone
    su presencia de aroma que subleva
    esa selva, ese bosque
    que somos.
    ...................No te veo.
    No llego a tu contacto. Llegan flores
    raras, deshechas, invisibles.
    Certidumbre de ti en medio de la noche.

    Un salvaje rosal es tu olor. Una
    paloma es, y su velo recorre
    hasta mi el aire. Una
    profunda cabellera esparcida en el borde
    de mi memoria.
    .........................Tu enredado aroma
    entre mis dedos algo tuyo esconde.
    Hasta mi llegas cada día hecha
    olor enmarañado de azucenas y aloes.

    Trasminas existencia. Te declaras
    realidad amorosa que responde
    a mi busca. Llamada
    que su contestación en mi recoge.
    Rastro exhalado, huella
    reconocible, evanescente torre
    de olorosa verdad. Humano aroma
    de mujer junto al hombre.

    Amar es una forma de olor. Llegas
    fragante. Llego. Nos acoge
    la onda que huele a vida enamorada,
    a claveles que en dos bocas se rompen.



    EL SABOR DEL PAN

    La vida acaso sea un pan que sabe
    a una humana esperanza compartida
    o a una terrible soledad. La vida.
    Su sabor en un trozo de pan cabe.

    Muerdo un trozo de pan cual si mordiera
    toda la dulcedumbre y la amargura
    de la vida y la muerte, levadura
    que la harina de cada uno espera.

    Tengo en la boca un gusto a pan reciente,
    pasa su claridad por cada diente
    y por el paladar su espuma suave.

    Sé como llega el pan hasta la boca
    cuando un esfuerzo humilde lo convoca.
    Como a trabajo y esperanza sabe.



    TOCO A TIENTAS

    Toco a tientas tu cuerpo y reconozco
    sus hermosas fronteras que me aguardan.
    Lo que haya más allá lo desconozco.
    Dejo que aquí mis manos ahora ardan.

    Sólo somos un límite que toca,
    que se descubre en puro tacto ardiente.
    Un tentáculo vivo es cada boca
    y una yema en contacto cada diente.

    Somos la realidad corpórea y viva
    que en ciega colisión se reconoce.
    Candente rastro en forma fugitiva
    que va buscando un amoroso roce.

    Sólo en el torpe cerco de lo oscuro,
    este tangente, apasionado empeño
    desde su convicción se alza seguro.
    Lo demás flota en humo, en niebla, en sueño.



    AL TOCAR UNA TAPIA

    Me da miedo tocar estos ladrillos
    que enjalbegó una mano prisionera
    sobre sangre. Esta tapia, esta frontera
    de la muerte. Saltaron amarillos

    yesos quemados y salpicaduras
    de ejecutadas rosas. Aún me quema
    la costra desconchada, el apostema
    que quieren olvidar falsas blancuras.

    Injuriada pared. Tocar da miedo.
    Es un testigo del terror. No puedo
    palpar su confesión ensangrentada.

    Madre martirizada, costa herida,
    carne amparando tanta rota vida,
    con un alma de yeso fusilada.



    CREO EN LA REALIDAD

    Me han llorado los ojos, pero he visto.
    Caminé con los párpados alerta
    y con ellos abiertos aún resisto.
    Que lo real encuentre así una puerta.

    Sé cómo suena el mundo cuando gira
    alrededor de un hombre en pie de lucha.
    Sé también cómo suena la mentira
    y el corazón que escucha.

    Sápida fue la vida poco a poco
    dejándome dulzuras y amargores.
    La vida al fin es como un barman loco
    jugando a hacer alquimia de sabores.

    He percibido bajo los aromas
    el husmo de las cosas al ocaso.
    El olfato conoce los idiomas
    de todo, a redroviento, paso a paso.

    Y nacieron las formas dulces, suaves,
    ásperas, esquinadas, en mis dedos.
    Alguna vez toqué y quemé mis naves.
    Otras toqué, y me llené de miedos.

    Mi lengua y mis oídos y mis manos,
    mi nariz y mis ojos, interrogan.
    La realidad les da sus soberanos
    argumentos. Dialogan.

    Ante estos cinco jueces he tenido
    frente a las cosas un duro careo.
    Olí, toqué, gusté, vi y he oído.
    Testigo soy. En la realidad creo.




    De Igual que guantes grises (1979):


    NOCIONES DE ESTADÍSTICA

    La estadística es una princesa de azul hielo
    que patina por círculos de cálculos metálicos
    y arrastra suavemente a sus fríos dominios.
    Entras en sus elipses, en sus cerradas curvas,
    en sus circunferencias concéntricas te sumes,
    sus ecuaciones ponen espejos a tu imagen,
    tus huesos redondeas en sus lentas parábolas,
    tus madejas devánanse en su asíntota,
    habita en sus incógnitas tu sangre,
    eres el leve punto de sus gráficos,
    cruzas el seco cielo que se acota
    entre su abscisa y su ordenada, eres
    el pájaro pequeño que persigue la flecha
    de la media aritmética más allá de su nido.

    Somos el acechado gorrión de la estadística,
    caemos en sus redes y el corazón nos tiembla
    como trémulas alas, nos sentimos heridos
    pero sólo nos cruza un pequeño taladro
    para que nos registre la gran computadora.

    Hoy me he muerto de hambre, ayer besé tus labios,
    mañana seré el preso de un sueño subversivo,
    camino con el flanco quemado por un hierro,
    soy la res de una inmensa ganadería técnica
    y tengo una sonrisa de pena programada.
    Yo soy el cero punto y un pequeño guarismo
    por ciento de la masa que consume la vida,
    apenas si perturbo el nivel de incidencia
    y mi amor se regula por un coeficiente.
    El cáncer me ha elegido, el infarto me ronda,
    la autopista reclama mi cadáver.
    Soñé con una pura libertad: bien mirado
    pudiera ser su hipótesis, y sé que ya mi muerte
    está en una esperanza matemática.



    ÁRBOL SECO

    Quizá la muerte sea este árbol mocho
    con ramas y con huesos hacia el cielo
    donde se van quedando como nidos
    grandes y helados los desnudos cuerpos
    llenándose de gris azul los ojos
    sin mirada en el ala de un espejo.

    La tierra no corrompe, el aire acuna,
    van a ser puro rastro ya los huesos,
    la carne pura huella transparente,
    flotando como nube, como vuelo.

    Este árbol solo en tierra de ceniza,
    en paisaje de pálido desierto,
    este árbol mineral, petrificado,
    esta lejana sombra de esqueleto,
    esta oscura bandera inmóvil, esta
    descorazonadora isla sin tiempo,
    esta estatua de olvido calcinado,
    esta corporeizada alma de espectro,
    este desazonado escalofrío,
    este despojo de un planeta ciego,
    este corcel parado de amargura,
    este bronquio gigante y sin aliento,
    esta seca madera carcomida
    sin primavera y sin milagro o verso
    machadiano que salve,
    pudiera ser aún más que todo eso:
    quizá la muerte abierta en puras ramas
    esperando tal vez que nos posemos.



    EL HAMBRE, 1

    De cada tres personas que habitan el mundo, dos están desnutridas.

    (Estadísticas de los Organismos Internacionales)

    Somos tres a la mesa y no ha caído
    sobre ninguno de nosotros esa
    sombra amarilla. Somos a la mesa
    tres, y dos de nosotros han podido

    habitar se cuerpo desnutrido
    que en cada tres a dos el hambre apresa.
    Dos de nosotros han llevado impresa
    la predestinación. Hemos nacido

    dos de nosotros condenados. Nada
    para ganarnos el indulto hicimos.
    Nos liberó el azar, en fin de cuentas.

    Estamos a la mesa tres. De cada
    tres, dos de nosotros son racimos
    de huesos. Dos -de tres- bocas hambrientas.



    LÁSTIMA QUE NO VALGAN LOS VALORES ETERNOS

    Lástima que no valgan los valores eternos
    para salvar los charcos de un agua ensangrentada.
    Todos fuimos cogidos por trágicos inviernos.
    De esa aventura triste ya no nos salva nada.

    Esos que fueron puros también se han salpicado.
    Libres y espirituales, la realidad los cerca.
    Que no piensen que todo está por fin juzgado.
    La culpa que les toca es una loba terca.

    Las torres de marfil están sitiadas.
    El tiempo llega siempre, pegajoso y espeso.
    Si alguien quiere salir, ya se ha hecho tarde.

    Pobres conciencias puras, quedaron atrapadas.
    Pobre arte en libertad, quedó de pronto preso.
    La realidad por todos los costados hoy arde.



    HUÉRFANOS DE LOS CINCO MANANTIALES

    Agostada la música, la vida.
    El pájaro dejó ramos desnudos.
    Ni respiramos ahora por la herida.
    Ya podemos decir que estamos mudos.

    Se diluyen los últimos fulgores.
    La ceniza suplanta antiguos fuegos.
    Una espada cercena los colores.
    Ya podemos decir que estamos ciegos.

    Tumbas como palabras abismales
    y losas sobre espumas y racimos.
    No escuchamos las últimas señales.
    Ya podemos decir que ensordecimos.

    La dulce curva amada que ahora esquiva
    la ansiosa calidez, los rojos ramos
    palpitantes de eléctrica ascua viva.
    Ya podemos decir que no tocamos.

    La rosa hecha de rastros de perfume
    para que el viento al paso la cincele,
    en el lejano vidrio se consume.
    Ya podemos decir que nada huele.

    Huérfanos de los cinco manantiales,
    muerte y vida anegadas de igual hiedra,
    ya podemos decir que son iguales.
    Ya podemos decir que somos piedra.



    HOMBRE QUE SE DESNUDA

    Comenzó a despojarse de su traje
    pero todo era un rastro de roperos,
    de percheros confusos y de armarios,
    de oscuras sastrerías saqueadas.
    Una, otra prenda y otra y otra y otra,
    mangas, perneras, sisas, cuellos, cuerpos.
    Los trajes se enredaban como plumas,
    se erigían en máquinas de ropa,
    en torturantes flejes como fajas
    que nunca se deslían, que prosperan,
    que proliferan telas agobiantes.

    Comenzó a despojarse de su nombre
    pero todo era un rastro de papeles
    nominativos, de expedientes, fichas,
    documentos y sellos y registros.
    Un nombre y otro nombre y otra huella,
    la media filiación y los padrones.
    Los nombres se hacen cuerda que se enrosca
    al cuerpo, lo recorre y codifica,
    lo signa para nunca, hierro ardiente,
    hosca ganadería legendaria
    con rebaños de tristes osamentas.

    Comenzó a despojarse de sentires,
    de herencias afectivas o congojas,
    de besos cotidianos y sonrisas,
    de lastre emocional y rosas mustias.
    Mas la sentimentalidad es una tierra
    húmeda y movediza y succionante,
    un llamazar antiguo y sin orillas
    de labios pantanosos y amarillos
    y todo movimiento es arriesgado
    y ya está en la cintura y ya en el cuello
    y avanzar es hundirse para siempre.



    EL PAISAJE ERES TÚ

    No hay paisaje sin ti. Qué roca oscura
    qué mar de plomo, qué amarillo cielo.
    Es sólo tu mirada la que infunde
    belleza y claridad. Máquina extraña
    que elabora el prodigio del paisaje.

    Sólo es rosa la rosa si la miras
    y este trozo de tierra abrupta y este
    trozo de mar sombrío se revelan
    en tus laboratorios cerebrales.
    Ah, si fuese verdad tanta belleza.
    Pero la verdad nace en los sentidos.
    La verdad es tu mano y es tu lengua,
    tu nariz, tus oídos, tus pupilas
    y tu humana conciencia recogiendo
    tanto material presto a la hermosura.

    Cuando la bomba aséptica extermine
    córneas, tímpanos, lenguas, pituitarias
    y piel en forma tuya edificados,
    ¿qué será de esta pobre geografía
    sin el soplo de un dios que la despierte?



    YA NO HAY REDENTORES

    Va demasiado bien este planeta
    para que nos sintamos redentores.
    La realidad tangible es una mano
    que ha ahogado al cisne azul de la esperanza.
    Ha muerto la esperanza, no tenía
    sentido ya, es más firme el testimonio
    de la técnica: un dios que nos supera
    los revulsivos sueños mesiánicos.
    La rebelión es un niño con miedo
    al que se le sublevan los juguetes,
    es una sombra de morfina triste
    articulada en bienes de consumo,
    y una rosa mecánica gobierna
    los vientos cardinales de la vida.
    Morir entre satélites buscando
    el corazón dormido de la luna
    es heroísmo menos estridente
    que derrumbarse en una barricada.
    Se hunden puentes románticos, no sirven.
    El agua canta una canción distinta.
    Los viejos mitos no nos une. Crecen
    terceros, cuatros mundos manejados
    por complicados planes estratégicos
    de primeras materias transferidas.
    Siempre hay algún rincón del mundo donde
    alguien se mata, pero están marcadas
    las rutas de los grandes petroleros
    y morir es un cargo de conciencia.


    LAS PALABRAS

    No digas que son poco las palabras,
    esos guantes que visten
    los infinitos dedos del silencio,
    esas manos cargadas de sentido
    merced a su gamuza tan sonora
    que hasta la soledad se vuelve humana
    y salen desde el fondo de la tierra
    las sílabas heridas o pequeños gusanos
    que balbucen raíces y misterios.

    No digas que son poco las palabras
    porque no desintegran los refugios
    del hambre o la injusticia. ¿Es poco el sol,
    y tampoco derrota a la amargura?
    ¿Con qué manejarían nuestras manos
    la fuerza nuclear que es nuestra vida
    a no ser con su guante que pronuncia?
    ¿Con qué si no con su manopla hablada
    iban a usar el bisturí del miedo
    para cortar el cáncer de la muda
    indiferencia que nos hace bloques
    solitarios, ajenos, inauditos?

    Las teje densa urdimbre solidaria,
    un hilo humano las hilvana y cose
    y en su hueco sonoro soy fraterno.


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    Leopoldo de Luis (1918-2005) Empty Re: Leopoldo de Luis (1918-2005)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 29 Mar 2023, 12:57

    .


    De Entre cañones me miro (1981):


    ENTRE CAÑONES

    Entre cañones de silencio y pena
    me miro y me presiento bombardeado;
    por un arma de olvido encañonado,
    caído en tierra tristemente ajena.

    Hay un seco estampido que resuena.
    Es un viejo  cañón enamorado
    que dispara sus salvas al cerrado
    campo del pecho que la noche llena.

    En tanto, la ciudad sigue su estruendo.
    Hay un hombre que siempre está cayendo
    frente a una artillería de amargura.

    Pero la ciudad vuelve a cada paso
    a levantar un cuerpo de fracaso
    desde la noche hasta la aurora pura.



    DESOLACIÓN POR LA CIUDAD

    Se movía aquel hombre con los ojos vendados,
    con las manos atadas a la espalda.

    Iban, venían gentes, traficantes,
    políglotas, actores, catecúmenos,
    condecorados, regidores, tránsfugas.

    La ciudad era un caos. Semovientes
    mecánicos. Crecía una flor mustia,
    contaminante, un labio
    con el beso del tósigo.
    Bronquios con terciopelo de residuos
    quemados del monóxido litúrgico,
    votivo de carbono.
    Halos santificantes de sustancias
    letales. Corazones
    opresos por sus válvulas (la vieja
    ballena no oprimió otro tiempo tanto
    el talle femenino
    como el corsé pequeño del infarto
    constriñe el talle de las coronarias).

    El hombre se movía con los ojos
    vendados y las manos maniatadas.

    Siseaban reclamos luminosos
    y se alternaba el clima del semáforo
    entre sus tres veloces estaciones:
    estío rojo, verde primavera
    y el amarillo neutro del otoño.

    Los transeúntes combatían
    codo con codo, a brazo
    partido. En negras playas
    iba el mar de los grandes almacenes
    poniendo su oleaje.

    Con los ojos vendados se movía,
    con las manos trabadas aquel hombre.

    Lo fusilaron al amanecer.



    VICENTE ALEIXANDRE ESCRIBE,
    EN EL MADRID DE LA POSGUERRA,
    "SOMBRA DEL PARAÍSO"
    (1939-1943)

    Cuando perdemos lo que tanto amamos
    cuando nos quitan lo que más quisimos
    cuando no somos ya lo que ayer fuimos
    cuando es mentira el suelo que pisamos

    cuando arrancaron los mejores ramos
    cuando hollaron los jóvenes racimos
    cuando el agua enturbiaron de agrios limos
    cuando el pie tropezó en oscuros tramos

    cuando la vida es un pájaro preso
    cuando es la libertad herida rosa
    cuando esperar es una puerta ciega

    nostalgia de otros días cala el hueso
    pena de lo que fuimos nos rebosa
    sombra del paraíso nos anega.




    De Una muchacha mueve la cortina (1983):


    LO MORTAL, LO INMORTAL

    El temor a la muerte es por ver su miseria,
    los rastros carcomidos con que anuncia
    su paso por cada uno de nosotros.
    Pero tu mano es suave, madre oscura,
    y en tus inacabables pechos se nutre siempre
    la infancia sucesiva que es el mundo.

    El lento y compungido deterioro
    su consunción constriñe a una presencia
    que duele en su minúsculo suceso,
    mas no se agota el bosque cuando muerde
    los perros de las hachas unas ramas.
    El bosque es permanencia,
    multiplicada realidad arbórea,
    vida pugnaz hacia la luz alzando
    brazos, verdor que emerge de la madre.

    Madre, tierra, materia,
    realidad milagrosa: consumamos
    tácitos pactos con tu estirpe única
    y el divinal temblor que nos asiste
    en ti cumple su cálida inminencia:
    la materia inmortal
    a nuestra mortal alma
    eternidad confiere.



    EL FUSILAMIENTO

    Explanada de pitas como espuma,
    de lava verde, y el volcán es mío,
    el pelotón redobla y se despliega,
    el capitán del sol abrasa el áspero
    dril de los uniformes y refluye
    calor en la madera de fusiles
    ya contra el suelo ya contra los hombros.
    El día duele de alto y de amarillo
    y la luz es espejo que se rompe
    furioso entre las piedras, mil pedazos
    vuelven a reflejar el mismo cenit,
    el mismo mediodía sin sonrisa.
    El sudor baña rostros y se enfunda
    en la miseria de los corazones.
    Así me van a fusilar, debieron
    de fusilarme ayer el tiempo pasa.
    "Un instante
    primero que la voz de mando suene".
    Los amigos me buscan en las fosas
    comunes y sortean mi cadáver
    porque así debió ser y vuelvo a casa
    seguramente tarde, demasiado,
    y tal vez expulsado del colegio
    y lloro en brazos de una madre, niño,
    que en la sombra me llama y no es la mía
    o es que acaso no soy yo quien acude
    con el traje escolar que se parece
    al que llevaba el mediodía aquél
    cuando las quince bocas me apuntaban
    la lección de la muerte y sus respuestas
    de plomo y sangre y sueño y odio acaso
    por la explanada de la pita, entonces
    al volver he caído, el niño nunca
    lo pensó: era la guerra. Hubiera sido
    mi padre quien cayera... al fondo emerge
    la casa familiar, joven encuentra
    su muerte en una guerra no cumplida,
    enlutados los hijos ahora cruzan,
    ahora cruzamos. Tuvo un hijo, éste
    que persigue el semblante y unos ojos
    que miraron serenos a mi madre.
    Está a la puerta de un destino extraño,
    un destino no suyo que se pone
    igual que una guerra y reglamenta
    usada vida impropia y tal vez muerte
    impostora, porque era quien caía
    yo y bien que lo noto ahora en el pecho
    y en la frente. Las quince no acertaron,
    cinco sueños perforan aquel cuerpo
    que tuve, al que llegué desde un endeble
    esqueleto de niño que soñaba
    escenas de una guerra aún no ocurrida.
    De la explanada del fusilamiento
    llego con sangre seca por las sienes
    con la camisa rígida de sangre
    —lávala, madre, y el botón sujeta
    con tu hilo de paciencia y sacrificio—
    seca sangre en el borde de los huecos
    por donde resbaló la vida leve
    de aquella adolescencia entre fusiles.
    Has metido los dedos en las simas,
    pequeñas, restañadas, tan oscuras
    madre, que son la noche hecha de pétalos
    heridos y colgados de tus manos
    ¿te las miras ahora todavía
    con inconmensurables ojos secos
    de un llanto exterminado por la muerte?
    Y cruzan los soldados voluntarios
    formando el pelotón que me ejecuta,
    van a dejar sus armas en los viejos
    arsenales del odio y a la sombra
    de un volcán apagado por mis ojos.
    Arrastro desde entonces tanto cuerpo
    acribillado que me pongo fuera
    del tiempo carretera tan angosta
    para andar a favor de la esperanza
    y comprender que soy sólo un cadáver.




    De Del temor y de la miseria (1985):


    UN JARRO, UNOS ZAPATOS

    El temor es un jarro
    de loza rota donde lentamente
    bebe una cuerda de soldados prófugos.
    Pasa de labio en labio, cada boca
    deja en el barro su temblor, su pústula,
    su comisura en el perfil quebrado
    y pasa a cada estómago el bacilo
    y contagio uno a uno y todos llevan
    el corazón con sequedad de fiebre.

    La miseria son unos
    zapatos que se prueban pies heridos
    y transitan de noche por aceras
    de piedras que recubren agrias fosas.
    Van de unos pies en otros, arrugados,
    desgastadas sus suelas asesinas
    que matan la esperanza cada tarde
    cuando suponen que caminan hacia
    el geranio del alba, siempre lejos.

    Bebemos de este jarro, nos calzamos
    esos zapatos. Contagiados, prófugos,
    caminantes nocturnos. Nos espían
    el temor, la miseria, los miramos
    en torno nuestro, vemos como cunden
    sus contaminaciones y sus pasos,
    sus sedes y sus sombras epidérmicas.
    Somos bocas propicias, pies dispuestos
    a tragos y caminos acechantes.



    HABLANDO A NADIE

    Sé que hablaros es simplemente hablarme,
    que si os hablo me hablo y que no hay voces
    que os lleguen ni siquiera rumorosas
    señales, que no hay signos ni lenguajes
    ni códigos posibles, que regresan
    las palabras elásticas cual de una
    pared: el invisible e implacable
    frontón tras el que estáis: la pura nada.

    Si os hablo es por hablarme, porque llego
    al alto mirador de vuestros años
    y todavía en todo este camino
    no me he podido acostumbrar a veros
    como ahora sois. Como no sois. Presencia
    familiar no fugaz. Calcomanía
    que se agarra a mi piel, como ese niño
    hace con los colores de sus cromos.

    El terror a la muerte no es la muerte
    quien lo produce: lo produce nada.
    Nada es la clave última del pánico,
    la cifra absurda de la incomprensión,
    el perro con aullido de silencio
    que nos echa de casa y sobrecoge
    al mostrarnos sus dientes invisibles,
    su destellada azul que no se ve.

    Os voy a hablar y sé que no me oís,
    sé que no vais a contestarme nada
    porque la nada ni oye ni pronuncia
    ni palabra ni sueño ni recuerdo.
    Os hablo para nada y nada vuelve
    con el sonido de vuestra respuesta
    con el eco redondo e inaudible
    de la roca que cae en el vacío.

    Me acerco a nada y sin querer os hablo
    porque os tengo tan cerca que parece
    que nada me separa de vosotros.
    En tantos años no conseguí nada
    ni nada he comprendido todavía.
    Ya no estáis, pero ¿sois? Ser y estar, ¿era
    diferente? Palabras -viento sólo-
    que nada nos aclaran ni descifran.

    Por vez última os digo -¿por vez última?-
    que sin ser, sin estar, permanecéis
    dentro de mí. ¿En mi frente, en mi memoria,
    en mi cariño?... Estancias invisibles
    que me expulsan y os tengo
    conmigo mismo en nada,
    en mi nada más honda y acercándoos
    conmigo a mi total nada exterior.

    Pero si en mi recuerdo os he alojado
    ¿no es la memoria estigma en la materia,
    raya que reproduce la aventura?
    ¿A dónde iréis cuando yo esté ya en nada?
    Va la materia silenciosamente
    como el hielo licuado a las raíces
    y no hay reminiscencia sino un poco
    de tierra que se moja con el llanto.

    Os hablo y sé que simplemente hablarme
    a mí mismo es lo que hago, y si os escucho
    es porque puedo oírme todavía.
    (Vivir es una oreja, un laberinto
    de vanidad capaz de autoescucharse).
    Mas os hablo con miedo de sentirme
    -padre, madre- tan cerca de vosotros
    que nos separe simplemente nada.



    LA REPERCUSIÓN

    En las costas australes ha sonado
    un pequeño estampido. El hielo rompe
    sus estatuas y corre un breve arroyo
    de agua o sangre en la noche. Yo lo siento
    porque mi cuarto un poco se ha inundado.

    En las alturas de Asia muere un pájaro
    contra la libertad del horizonte
    herido por los rastros de metralla
    que recorre la guerra. Lo percibo
    porque una pluma cae sobre mi mesa.

    Llora por las planicies africanas
    un niño abandonado con el vientre
    hinchado por el hambre que devora
    su menuda armazón. Yo me doy cuenta
    porque lágrimas mojan mis papeles.

    En alguna ciudad de Norteamérica
    un aullido final se ha levantado
    desde la silla eléctrica que abraza
    a un negro y su condena. Yo lo aprecio
    por una sacudida de mi lámpara.

    Nada se mueve nunca, ni la hoja
    de un árbol sin la expresa voluntad
    del cosmos conmovido y simultáneo
    y se prolonga en sucesivas ondas
    hasta herirnos de pronto en nuestra casa.



    LA MISERIA

    La miseria es un perro de ceniza
    que el cuerpo de su amo despedaza,
    clava su dentadura de tenaza
    y hasta el hueso la humana carne triza.

    Su mordedura nunca cicatriza,
    su belfo es el temblor de la amenaza
    que busca presa, y en sangrienta caza
    sus colmillos azules encarniza.

    El hombre atado a su implacable perro
    siente en la piel de la caliente anca
    el hirsuto metal de la pelambre.

    Y no sabe si está el collar de hierro
    aprisionando al can, o es la carlanca
    la mano al cuello que le pone el hambre.



    LA VIDA, ESA DESGRACIA

    (Según una encuesta,  uno de cada diez jóvenes considera que
    vivir es una desgracia
    )

    En qué bosques de pena extraviados
    sin haber arrojado las menudas
    piedras blancas, regando la esperanza
    por intrincadas rutas
    para retroceder a la alegría.
    O quizá no hubo nunca
    un alegre rincón al que volverse,
    quizá no se ha partido de ninguna
    costa feliz, no ha habido primavera
    de madre, de sonrisas o de música,
    no abrió domingo alguno su cobijo
    de miga de pan tierno, su cochura
    dorada, no nacieron las mañanas
    de juego azul o de terrón de azucar.

    Hay una puerta en la memoria y nadie
    llama. El recuerdo es lámpara: no alumbra.
    Es la nostalgia un violín: no suena.
    Honda rosa es la infancia: no perfuma.
    Ni va a tocar la mano el terciopelo
    de una mirada que renace súbita.

    Vida, sombra, madrastra,
    pesadilla, rencor, vacía cuna,
    trago amargo, tos bronca, ceniciento
    pesar o encarnizada quemadura.
    Muchacho siempre al norte,
    muchacha hecha de lluvia.

    La vida es una extraña mujer, un hombre extraño
    que empecinadamente se desnudan
    y van a un mar que esperan silencioso
    y oscuro, sin oleaje y sin espuma.



    LA MUJER AMARILLA

    Ha vuelto la mujer amarilla y silente,
    la hemos visto pasar con su saco de niebla
    y los niños se esconden en los viejos recintos
    y recobran la risa, porque el niño es mañana.

    La mujer que es ayer ha tornado de pronto,
    es de hoy y recorre callejones de sueño,
    y golpea en las puertas con su gancho de bruma,
    y los niños sin llanto fatigados se duermen.

    Hoy ha vuelto a pasar la mujer amarilla
    que recorre la casa con sus pasos lluviosos
    y vacía los hondos armarios y sacude
    las cortinas colgadas de los clavos del hambre.



    CONSEJOS

    No nombres la miseria o vendrá su caballo
    amarillo. No nombres los lagartos del miedo
    o invadirán las rocas de la noche, la piedra
    del corazón. No nombres al buitre de ceniza
    si no quieres que anide prontamente en tu fronda.

    Vivir en esperanza es olvidarse,
    no pronunciar los cálidos imanes
    del conjuro, alejarse de los nombres.
    Quien quiera caminar, no piense nunca
    que hay caminos cortados.
    Al ir hacia una puerta no preguntes
    si podrá estar cerrada.

    Se es joven sólo mientras se es miope
    para los diminutos laberintos.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 30 Mar 2023, 13:41

    .


    De La sencillez de las fábulas (1988):


    FÁBULA DE LAS ROSAS PERDIDAS

    No lloréis por las rosas
    Laurent Taihade

    No lloréis por las rosas, porque vuelven
    y repiten sus labios laberintos.
    No se pierden las rosas: perseveran
    en lentas cabelleras de perfume.

    Llorad por esos niños maltratados,
    por los pequeños mundos sin destino
    por esa creación irrepetible
    que es el hombre frustrado y que no vuelve.

    No lloréis por las rosas amarillas
    que son del sol minúsculos espejos
    ni por las rosas blancas: las madejas
    de luz, ni por las rojas: bocas puras.

    Llorad por esas flores condenadas
    donde otro sol no brilla y otro hilo
    de luz no se devana y una boca
    va a decir vida y sólo dice miedo.



    LAS DOS MUJERES

    Hace ya muchos años tuve un sueño.
    En el sueño surgían dos mujeres:
    una con ropa oscura, la otra envuelta
    en un blanco y fruncido cortinaje.
    Inmóviles y solas, a la orilla
    del mar aguardan lentas e impasibles.
    Detrás del rostro descubierto, el mar
    coloca la bandeja de su plata,
    detrás de la mujer oculta encrespa
    una ola de tiniebla subversiva.

    ¿Son el día y la noche estas mujeres?
    ¿Son la vida y la muerte, son la fe
    y la duda? ¿Esperanza y desespero?
    ¿Acaso la ilusión y lo vivido?
    Desde el sueño me miran: una calar-
    mente, la otra tras su manto blanco,
    y yo quisiera descifrar los símbolos
    que en esta doble aparición se encierran.
    Pero todo termina por hundirse
    en el lejano mar que las absorbe.

    Ha transcurrido el tiempo y ya no hay sueño,
    mas a diario encuentro dos mujeres:
    una de rostro descubierto y otra
    cubierta por un manto que estoy casi
    a punto de arrancar.



    EL SUEÑO

    (18 de julio)

    Volví a soñar anoche. Iban mis padres
    por una blanca plaza bombardeada,
    se refugiaban en sombrías torres
    en donde una mujer de piedra y mito
    lloraba lentamente sangre.
    Mi madre balbució mi nombre -al fondo
    contestaba la ciega artillería-.
    La sombra de mi padre resbalaba
    como una noche súbita. Yo quise
    llamarles desde el fondo de mis años,
    pero mi voz era una rama sorda.
    Hice señales, pero no me vieron.
    Intenté levantarme, estaba herido
    y mi cama flotaba como un humo
    sobre un campo de guerra planetario
    en que cundían tristes batallones.
    Quise correr hacia la plaza aquella
    en donde la metralla los cercaba,
    pero todo era un rastro de ceniza
    y la luna de hierro era un augurio.

    La mañana siguiente alguna mano
    extraña abrió el armario de mi ropa
    y me puso unas prendas militares
    con las que por ciudades derruidas
    cruzó mi juventud de ángel sonámbulo
    y lábil. Por encima de mi hombro
    el ala del pañuelo de mi madre
    me transportaba un vuelo azul de lágrimas.

    Volvía a soñarlo anoche, y en el sueño
    ya no estaba mi madre, sólo una
    montaña maternal, de inmenso vientre
    para el seísmo de su parto múltiple.
    Se disgregaban hacia rumbos lázaros
    resucitados regimientos leznes
    de lava y exterminio. Todo era
    una visión telúrica cruzada
    de cósmico terror y cielo de odio.
    (Quizá me desperté, porque de nuevo
    creí escuchar que madre estaba hablando
    en la contigua habitación del sueño).

    Volví a soñarlo anoche. Es una fábula
    cruel y atravesada de derrotas
    de la que salen manos que sujetan
    mi cuerpo, que ha perdido ya el arcángel
    indemne, manos hechas de raíces
    legendarias, remotas, amarillas
    como una primavera que no supo
    librarse de la cárcel del invierno.
    Volví a soñarlo. Es una historia falsa,
    un inventado espejo de amargura,
    un calendario en blanco donde sólo
    una fecha de sangre se adivina.
    Mas no ha existido nunca, ni tú, madre,
    me llamas ya desde la plaza en llamas.
    No hubo nunca una guerra ni el verano
    cuelga ahora sus reliquias de memoria.



    UNA MUJER EN LA PUERTA

    ¿Quién llama? Una mujer hay en la puerta
    golpeando. Ignoramos su mensaje.
    Alguien que emplea un críptico lenguaje
    pero deja su cara descubierta.

    Mira con ojos de mañana incierta
    y lleva un conocido, un vulgar traje.
    Tiene el aspecto de llegar de un viaje.
    De ir hacia un viaje es su confusa oferta.

    ¿Quién llama? ¿Para qué? ¿Qué nos propone?
    Su continua llamada, ¿qué supone?
    ¿Por qué de nuestra puerta no se aparta?

    Una mujer llamando todavía.
    Está esperando a que se acabe el día
    para entregarme al fin su mortal carta.




    De Casisonetos de la última tuerca, Primera serie (1996):


    EL ESPEJO

    Miré mi rostro en el espejo: ¿ése
    soy yo?, me pregunté. Y algo pasaba
    por la luna, una sombra que empañaba,
    que empaña mi cristal, aunque me pese.

    Salí. Otra habitación. Unos instantes
    contemplé las paredes como tumbas,
    como sombrías y hondas catacumbas
    que me volvieron al espejo de antes.

    Y cuando volví a verme en el espejo
    comprobé con asombro que el reflejo
    de mi rostro era otro diferente.

    ¿Cuál de los dos seré? ¿O será acaso
    que somos otro siempre, a cada paso,
    y el verdadero yo siempre está ausente?


    LA POESÍA

    Como enfermos mentales balbucimos
    torpes incoherencias y obsesiones;
    recorremos extrañas poblaciones
    en las que, en realidad, nunca estuvimos.

    Deficientes mentales, la Poesía
    completa un poco nuestra insuficiencia
    y nos modera algo la querencia
    a oír la noche cuando suena el día.

    Poesía: eres mano de enfermera,
    calmas la sinrazón que se apodera
    de nuestro pensamiento sin sentido.

    La Poesía es la mayor cordura
    en un mundo de trágica locura
    en donde todo está casi perdido.




    De El viejo llamador (1996):


    CARA A CARA

    La vida y la muerte son una misma cosa.
    OCTAVIO PAZ

    ¿Que la vida y la muerte son lo mismo?
    La vida es todo y es la muerte nada.
    En la muerte no hay más que un espejismo:
    es la rosa al revés y deshojada.

    Muerte cerrada. Habitación vacía.
    ¿Complemento la muerte? Sólo sombra.
    Nadie encuentra en la muerte compañía.
    Su nombre, nadie, tras morir, lo nombra.

    Dicen que es la otra cara de la vida.
    Quien lo dice sin duda es que se olvida
    de que la vida siempre se descara.

    Cara a cara miramos no a la muerte
    que carece de rostro, nuestra suerte
    es mirar a la vida. Cara a cara.



    LA MANO QUE TE ESCRIBE

    Sólo muere la mano que te escribe

    Justo Jorge Padrón

    Cuando muere la mano que te escribe
    también tú mueres, pobre verso mío.
    Al morirse la fuente, muere el dío.
    Muere el beso, y con el quien lo recibe.

    Si alguien te lee y se emociona un día
    poniendo en tus palabras algo suyo,
    ni su temblor será este temblor tuyo
    ni su emoción será esta emoción mía.

    Muere el poeta siempre en el poema
    y el verso su amorosa leña quema
    en el humano fuego que temblaba.

    También muere el amor en el amante,
    muere el deseo con el deseante
    y Dios muere al morir quien lo soñaba.




    De Elegía con rosas en Bavaria y otros poemas (2000):


    UN VESTIDO DE NADA

    Los niños entre la ruinas de los bombardeos
    y las mujeres con el ultraje entre sus muslos
    y el perro herido aullando en el solar del pánico
    y los muchachos que aprenden el frío que quema de las armas automáticas
    y los cadáveres triturados por los carros de combate
    han trenzado una corona de huesos para las testas de los
    poderosos.

    La paz es una niña que da unos pasos y sonríe entre dos
    conflagraciones
    y los misiles teledirigidos saben que sus muertos se alimentan
    cada noche entre las sábanas de los cuerpos amantes.

    Nada es tan fácil como esperar la muerte
    ni tan difícil como esconder el miedo en el desierto del odio.

    Las civilizaciones se suceden sobre el hielo de las edades
    y la cultura escribe relatos multirrepetidos.
    ¿El corazón late de la misma manera en los últimos pisos
    de los rascacielos y en la orilla de los ríos africanos?

    Nuestra hermana la muerte
    estrena cada día su vestido de nada
    y se pasea al atardecer por las terrazas donde suena la música
    de Leteo.



    EL HOMBRE-CIUDAD

    Son ciudades antiguas estas gentes,
    no habitantes antiguos, no vecinos del viejo barrio
    sino ciudades: cada individuo, cada hombre y mujer, cada
    sonámbulo transeúnte, una ciudad.
    Sus cuerpos poseen edificios, calles, jardines, esquinas
    con farolas
    y ríos con orillas de árboles oscuros.
    A sus casas se accede por zaguanes,
    por galerías, puentes, escaleras.
    Regresan niños a sus plazas
    y dúctiles muchachas amanecen en sus altos balcones.
    En cada casa hay un pequeño reino
    y un grupo subversivo que destroza
    la débil monarquía.
    De su golpe de estado aparecen repúblicas
    y se yerguen patíbulos y ruinas
    implantando sombrías dictaduras.

    Progresa una ciudad en cada hombre.
    Pasó Atenas y un hombre la lleva en su frente,
    Roma fue una mujer de ojos hermosos,
    alguien un día fue París, y escribo
    a quien se confundió con Nueva York.
    Conocí a quien Moscú llevó en su pecho
    y al que se desvivió por Leningrado.

    Pero hoy están cercadas las ciudades,
    rodeadas de oscuros armamentos
    y en sus hermosas dársenas acecha
    el acero sombrío de los acorazados.



    TODO MÁS PEQUEÑO

    Es todo más pequeño
    porque es todo más rápido.
    La contracción de la materia aumenta
    -Lorenz lo sentenció- en la medida
    que la velocidad se desarrolla.
    ¿A qué velocidad esta materia
    que soy, va reduciendo su volumen?
    Ya sólo quedan restos
    sobre huesos diarios,
    y la pequeña máquina
    alojada en la esfera craneal
    registra sus penúltimos mensajes,
    y sus postreras codificaciones.
    Todo lo que fue grande retrocede
    a la escala menor de otros diseños
    y ahora ocupa un espacio reducido.
    La esperanza: esa casa con jardines
    donde proliferaban las florestas,
    es un pequeño huerto en que no huele
    la rosa vista otrora inevitable.
    La ilusión: un camino
    cuya blancura hendía la distancia,
    senda o penumbra casi.
    El amor: ese barco
    armado para largas singladuras,
    rema una débil barca compañera.
    Y aquellas amplias manos que podían
    abarcar el espacio
    hoy limitan su cuenco
    a sostener las pálidas canicas
    donde la luz de atardecer se acoge.
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    NO BAJO TIERRA

    No estaremos muertos bajo tierra

    Juan Ramón Jiménez

    No, no estaremos muertos bajo tierra
    pues no estaremos en ninguna parte.
    El muerto nunca está: se hace de nada
    y la nada no es.
    ¿Qué muerto sigue en pie? ¿Qué muerto sigue
    siendo cadáver? (Bécquer y Vallejo
    creyeron lo contrario).
    Cuando retrocedamos a la nada
    será que ya no somos y no estamos:
    ser y estar son dos formas
    de integrarse en la vida y sin la vida
    el ser como el estar son doble nube
    que el aire hace volar sobre la tierra
    como una mano inútil e invisible
    como un polen intacto que fecunda
    la minúscula rosa del recuerdo
    en algún ser antiguamente amado.

    Entre tanto la tierra, perro oscuro
    roe el último hueso del olvido.



    LA GUERRILLA

    Los guerrilleros de Chechenia escriben
    sobre la nieve de la patria.
    Yo fui soldado
    he sido guerrillero y llevo dentro
    un cuaderno invisible y un paisaje
    de nieve donde escribo viejos himnos.
    Yo sé muy bien que todo es una guerra
    y un cerco y un comando
    que nos fusila en cada amanecer.
    Pasan oscuros regimientos.
    Atrás se van quedando los cobardes
    mas, ¿qué es no ser cobarde? ¿Dónde
    se marca la frontera del valor?

    Los guerrilleros de Chechenia llevan
    en el pecho su propia escaramuza.
    Yo alguna vez me alcé contra mí mismo,
    proclamé mi algarada por la nieve
    de una esperanza inútil
    y hoy llevo mis escuadras a la muerte.



    SE HAN PUESTO EN FILA

    Se han puesto en fila frente a mí. Los veo.
    Las culatas apoyan en los hombros.
    La tarde deja lívidos escombros
    de sombra y de rencor. Yo soy el reo.

    Dispararán aquellos que ayer mismo
    compartieron mi pan y mi palabra.
    No habrá ninguno que al final no abra
    el furor o la abulia de su abismo.

    Un joven oficial que se parece
    a aquel retrato del que yo fui un día
    va a dar la voz para que se haga fuego.

    La muerte es un silencio que no crece.
    Y todo pasará -¡quién lo diría!-
    igual que un niño que se duerme luego.



    AYER ME FUSILARON

    Ayer me fusilaron. Sé que todo
    seguirá igual. No habrá concentraciones.
    Desfilarán oscuros batallones
    sobre la hierba, el hielo, el polvo, el lodo.

    Ayer me fusilaron. Ya no escribo.
    Mi madre llorará. Mi padre, apenas
    pensará que fue augurio de estas penas
    y ambos en sueño pensarán que vivo.

    Yo soy un guerrillero y estoy muerto.
    Una mujer me amó y ahora presiento
    que aquel amor fue mera sacudida

    de cuerpos que ahora mismo se repelen.
    Dejo que venas y alma se me hielen
    Ya vi lo que es la náusea de la vida.



    LA LIBERTAD

    Libertad, libertad, la vieja amada
    que con su mano oculta daba abrigo
    cuando venía a subvertir conmigo
    las sordideces de una vida anclada.

    Yo te besaba a oscuras, a escondidas
    y en tus brazos soñaba aires mejores.
    Tú supiste mis íntimos dolores
    y curabas amante mis heridas.

    Libertad, libertad, hoy sé que acaso
    lograr tu amor se vuelve al fin fracaso
    y la felicidad no está en tu nombre.

    No me haces más feliz, pero en tu nido
    de tus alas abiertas he aprendido
    que tú me has hecho simplemente hombre.



    LOS AMANTES

    Bien quisiera pensar que los amantes
    se encuentran tras la muerte e inauguran
    una nueva manera de quererse
    a otra luz o a otra sombra o a otra música.
    Rostros imperceptibles, indelebles
    restos de ayer, acaso, leve espuma
    de un laberinto, briznas del cabello
    recuerdos como gotas de una lluvia
    que resbaló por la vidriera aquella
    por el cristal de un cielo de ternura.
    Las manos que tocaron el calor
    de límites amados se entrecruzan
    de nuevo en invisible acercamiento
    y más allá del tiempo ahora se buscan.
    Quizá hay reinos detrás de la materia
    donde el amor celestemente triunfa,
    donde se reconstruyen torrecitas
    que un día aquí de pronto se derrumban.
    Es difícil creerlo, pero es duro
    pensar que nuestro amor no vuelva nunca.
    Sentimos en la noche golpear
    el corazón que el tiempo transfigura
    y quisiéramos dar, en nuestro sueño,
    con algo más hermoso que la duda.


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    Leopoldo de Luis (1918-2005) Empty Re: Leopoldo de Luis (1918-2005)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 31 Mar 2023, 04:48

    .


    De El portarretratos (2000):


    CIUDAD SITIADA

    Ciudad sitiada. Cerco sin salida.
    Le dan vuelta implacables regimientos.
    De la torre han minado los cimientos
    y es inminente y cierta su caída.

    Ciudad sitiada, en medio de un paisaje
    de loque fueron campos y promesas.
    El río que fue líquidas sorpresas
    es el suspiro gris del estiaje.

    Toque de queda en la ciudad sitiada.
    Los vigías no sirven para nada
    y pronto habrá invasión del enemigo.

    Cogidos en el cerco, nos queremos.
    ¿Salir de aquí? Jamás. ¿A dónde iremos?
    Y me conformo porque estoy contigo.



    EL LIBRO DE AYER

    Aquel libro de ayer, ¿qué me decía?
    Voy sus pequeñas piezas desmontando.
    Las recuerdo atractivas, como cuando
    en ellas mi entusiasmo se prendía.

    Pero hoy ya no. ¿Será que las cambiaron?
    Alguien habrá reconvertido el texto.
    ¿Con qué revolución, con qué pretexto
    los antiguos encantos se borraron?

    El libro aquel. No dice ya lo mismo.
    En su ficción encuentro ahora realismo
    que me desgaja de su fantasía.

    Seguramente yo me he empobrecido,
    me falta aquella fe, que ya he perdido,
    y he olvidado lo poco que sabía.



    LA MUERTE

    Yo no puedo vivir mi  muerte

    Wittgenstein

    Nadie puede vivir su propia muerte.
    No es la muerte un afán ni una experiencia.
    Morir no es más que un vaso que se vierte,
    un motor que ha perdido su eficiencia.

    Sé que llevo en los brazos a la nada
    y de mirarla a ella me parezco.
    Un poco se refleja en mi mirada,
    día tras día algo de mí le ofrezco.

    Pero vivir la muerte... ¿no sería
    igual que ver la jarra ya vacía
    o descubierto el hilo de la trama?

    ¿Cómo voy a vivir mi muerte? ¿Cuándo?
    (Cruza el invierno un pájaro cantando
    y no se posa porque ya no hay rama).




    De Poemas últimos (2001):


    EL ÁRBOL VIEJO

    A Luis Grajalva

    Los árboles que dejan poco a poco
    su erguida y forestal arquitectura
    abren su lenta procesión oscura
    como un hermoso regimiento loco.

    Los árboles, añosos compañeros
    que llevan en volandas el paisaje,
    ponen a nuestros pies su verde traje
    y muestran castos el temblor del eros.

    Me gustaría amar entre estos leños
    que acumularon centenarios sueños
    heridos de amorosas iniciales,

    mas ya no soy sino como una rama
    que ha ardido ayer en la furtiva llama
    de una hoguera de fuegos otoñales.



    ESTOY DE MÁS

    Estoy de más. Estaba el mundo y todo
    lo que ahora me rodea terminado.
    Estoy de más y nadie me ha llamado.
    No tengo nombre: soy sólo un apodo.

    Estoy de más. La vida sigue y sigue
    la realidad cruelmente desnuda.
    Yo mudo sólo cuando todo muda.
    Nadie me espera, nadie me persigue.

    Estoy de más. Un ramalazo oscuro
    me puso de repente contra el muro
    y enfrente tengo el filo de una espada.

    Estoy de más y pasar´algún día.
    Estoy de más. Ya ves. Yo lo sabía:
    voy imparablemente hacia la nada.



    LA RENUNCIA

    A Luis Monedo Losada

    Me hablas de un cielo tan lejano
    que no lo alcanzo ni en el sueño.
    Me hablas de un cielo tan profundo
    que no percibo su silencio.
    Ni me remonto a las estrellas
    ni en el abismo me sumerjo.
    He renunciado a lo que está
    definitivamente lejos
    y en las ramas del subconsciente
    sólo posan pájaros ciegos.

    Yo soy un pobre hombre que mira
    con los ojos simples del cuerpo,
    un vacilante que pretende
    en la llaga poner sus dedos.
    Las cosas se hacen familiares
    y a veces son como un espejo,
    con cada uno de sus bultos
    diariamente me tropiezo
    y en sus brillantes superficies
    algunas veces me contemplo.

    ¿Hay otro mundo en cada cosa,
    otro ser en cada reflejo?
    Yo soy un pobre transeúnte,
    no me habléis de invisibles cielos,
    no me digáis que en cada uno
    habita un ángel misionero.
    Yo llevo años, muchos años,
    años que son piedras y un peso,
    luchando solo con mi propio
    yo que desciende de otros muertos
    y he renunciado -pobre hombre-
    a ver la cara del misterio.




    De Cuaderno de San Bernardo (2003):


    DEJADO DE LA MANO

    Ya la bandera blanca no es bastante.
    Ya ni tregua ni paz. Soy el soldado
    que se quedó en el último entramado
    de aquella fortaleza delirante.

    Inútil esperar el armisticio,
    se llevó la invasión a sangre y fuego.
    Intenté resistir, pero me entrego.
    Para salvarse no hay ningún resquicio.

    Fue sólo una ilusión. Era locura
    creer en la esperanza y su blancura.
    Yo he sido aquel soldado y lo sabía.

    Ondeé la bandera blanca en vano.
    &Todo estaba dejado de la mano
    de Dios. Yo era el soldado que moría.



    ADIÓS

    Aquel caballo blanco, fugitivo,
    que le dice a la tarde que se espera,
    es un claro reflejo de lo vivo
    en el paisaje de lo que se muere.

    Adiós, caballo blanco, yegua oscura,
    símbolo de la tarde y sus racimos,
    os veo reflejando la figura
    de lo que somos y de lo que fuimos.

    Qué muchacha desnuda va en sus lomos.
    Qué perdidos y cálidos asomos
    se van por el camino que no espera.

    Hoy he visto pasar sos caballos.
    Adiós, abriles puros, dulces mayos.
    Adiós, hermanos de la primavera.



    NADA SERÁ MEJOR

    Nada será mejor mañana. Nada
    mejorará. Ya es tarde para todo.
    Todo persistirá en su peor modo.
    Será como una hoguera ya apagada.

    Ella pasó y somos sólo vuelta.
    Dónde iremos, cargados de ceniza.
    La que fue de oro sólo es ya cobriza.
    (La juventud fue una mujer esbelta).

    Nada va a ser mejor. Nada es posible.
    La suerte echada está: es bien visible,
    y la salida s una puerta ciega.

    Pasan aves que no reconocemos.
    La antigua barca ya perdió sus remos
    y estamos esperando a quien no llega.



    LO INVISIBLE

    Nunca podremos ver a lo invisible.
    Lo invisible es oscuro latigazo
    que nos señala con su extraño trazo
    sobre la piel del alma más sensible.

    ¿Existe, entonces, lo invisible? Puede
    llegar a colocarse,misterioso,
    a nuestro lado, es ese viscoso
    animal que al tocarlo retrocede.

    Lo invisible sentimos cómo habita
    junto a nosotros, y nos necesita
    ¿o es que nosotros lo necesitamos?

    Sombra, silencio o animal dormido,
    sin cuerpo ni esperanza ni latido,
    lo invisible nos sigue a donde vamos.



    LA SOLEDAD

    Llegó la soledad, la perra vieja
    que venía royendo un hueso pobre.
    Llegó la soledad, trago salobre
    que añade sed a una amargura añeja.

    Llegó la soledad, caja vacía
    para guardar sortijas de tristeza,
    para descomponer, pieza por pieza,
    la máquina de amor de cada día.

    Llegó la soledad,pájaro herido,
    pájaro que arruinó su propio nido,
    pájaro de sombríos aletazos.

    Llegó la soledad y no me he muerto.
    La soledad me abre su desierto
    y me quedo a vivir entre sus brazos.


    LEOPOLDO DE LUIS, Obra poética, Visor, 2003


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    Leopoldo de Luis (1918-2005) Empty Re: Leopoldo de Luis (1918-2005)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 01 Abr 2023, 04:19

    ¿Somos más que esa bestia ciega y triste?
    Qué olas de odio se alzan en la sangre.
    Un mar sin salvación, un mar de odio
    por el que vamos, maldecidos ángeles.
    Mar de odio, cielo de odio, tierra de odio.
    El odio es nuestra muerte y nuestra cárcel.
    Respiramos, bebemos, escupimos
    esta saliva, este agua y este aire
    y nos crecen sus costras como lepra
    por el alma y la carne.


    ¡S.C!


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    Leopoldo de Luis (1918-2005) Empty Re: Leopoldo de Luis (1918-2005)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 01 Abr 2023, 05:19

    Gracias por tu valoración, Pascual.

    Un abrazo.
    Pedro


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    Leopoldo de Luis (1918-2005) Empty Re: Leopoldo de Luis (1918-2005)

    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 14 Abr 2023, 00:49

    Leopoldo si ess bastante conocido... todo un referente de la Poesía de la segunda mitad del siglo XX. Amigo de Miguel Hernández - de los pocos amigos que siempre tuvo Miguel-. 

    Gracias.


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 14 Abr 2023, 04:15

    Con otros poetas de su generación, deja un valioso testimonio de su época. Gracias por tus palabras, Pascual.

    Un abrazo.
    Pedro


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