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    Pedro Casas Serra
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    Yannis Ritsos (1909-1990) Empty Yannis Ritsos (1909-1990)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 17 Dic - 17:21

    .


    Yannis Ritsos (Monemvasia, Grecia; 1 de mayo de 1909-Atenas, 11 de noviembre de 1990) fue un poeta y político griego. Su obra más famosa es Grecidad, la cual fue musicalizada por Mikis Theodorais al igual que To Axion Esti de Odysseas Elytis.
    Tanto Ritsos como Elytis y Séferis pertenecen a la Generación del 30 y son considerados los tres poetas griegos más importantes del siglo XX,​ siendo él el único en no recibir el Premio Nobel de Literatura. A cambio, fue el único de los tres en recibir el Premio Lenin de la Paz. Por su reconocida militancia comunista, su obra fue prohibida en varias ocasiones en su país, especialmente durante las Dictaduras de Metaxas y de Papadopoulos.

    Biografía

    Primeros años

    Ritsos nació en 1909 en Monemvasia,​ pueblo ubicado en la Península del Peloponeso. Siendo el menor de cuatro hermanos, su infancia fue en el seno de una familia terrateniente, que sin embargo se empobreció durante su juventud. Su madre y hermano murieron de tuberculosis cuando Ritsos contaba doce años. Luego, el padre enfermó y, después de ser declarado enfermo mental, fue encerrado en un Hospital Siquiátrico en el cual coincidiría con una de las hermanas de Yannis, la más próxima en edad a él.
    En vista a la dura situación familiar, a los dieciséis años, tras terminar sus estudios secundarios, se mudó a Atenas para estudiar en la Universidad y trabajar. Tuvo varios oficios, como actor, bailarín, mecanógrafo, bibliotecario y calígrafo,​ pero debió cesar con sus actividades debido a que, entre 1927 y 1931 estuvo aquejado de tuberculosis, la misma enfermedad que se llevó a algunos de sus seres queridos años atrás.
    Es en este período, en el cual estuvo convaleciente en diversos sanatorios, en el que entra en contacto con intelectuales de izquierda,​ en un momento histórico que llamaba a definirse ideológicamente, debido a los avances del nazismo y la consolidación de la URSS. Es también durante esta época en la que comienza a conocer la poesía de vanguardia, adscribiéndose primeramente al futurismo soviético.

    Poeta y Militante



    Como fruto de su formación ideológica y coincidiendo con su 
    recuperación, en 1931 comienza a militar en el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], el Partido Comunista Griego. ​ Sin duda esta decisión marca el estilo de Ritsos, pues desde ese momento, su compromiso político y social caminará ya siempre en paralelo a su dedicación literaria y poética, en absoluta simbiosis, hasta el fin de sus días.​ Esto queda evidenciado en el estilo de Tractor (Τρακτέρ, Traktér), su primer libro, publicado en 1934 e imbuido en el realismo socialista de Vladimir Mayakovsky. En 1935, publica Pirámides (Πυραμίδες, Piramídes). Ambas obras muestran un frágil equilibrio entre la fe en el futuro, basado en sus ideales comunistas, y la desesperación personal.​
    En 1936, inspirado en los acontecimientos que tuvieron lugar en Grecia en aquel año, como huelgas, manifestaciones y enfrentamientos con la policía, publica su primera obra reconocida, Epitafio (Επιτάφιος, Epitáfios), en la cual habla sobre el llanto y el dolor de una madre que ha perdido a su hijo, asesinado por las fuerzas represivas, junto con los sentimientos del pueblo, provocados por las diez víctimas de una marcha de obreros en la ciudad de Tesalónica. ​ Primeramente fueron publicados como poemas sueltos en el diario Rizospastis, del KKE. La acogida del público fue tan entusiasta que el periódico decidió editar los poemas en forma de libro con el título de Epitafio, en una tirada de 10 000 ejemplares que se agotaron enseguida.
    En esta obra, si bien ocupa sus formas, rompe con la poesía griega tradicional y expresa, en un lenguaje claro y sencillo, un mensaje de unidad a su pueblo. Éste es un poema del que muchos griegos de entonces y de generaciones posteriores todavía conocen, al menos algunos trozos.

    Metaxas, la cárcel y el surrealismo

    El 4 de agosto de 1936, el general Ioannis Metaxás, en un golpe de Estado toma el poder y da inicio al período del Fascismo Griego, inspirado en el pensamiento de Mussolini. Junto con lo anterior, inició la persecución a la oposición, sobre todo a los sectores de izquierda. Como muestra de lo anterior, copias de Epitafio son quemadas al pie de la Acrópolis. Sería el primer capítulo de la incesante persecución hacia Ritsos y sus ideas durante toda su existencia.​
    En respuesta a lo anterior, el vate decide cambiar su estilo lírico. Explora las conquistas del Surrealismo,​ a través del acceso al dominio de los sueños, las asociaciones sorprendentes, la explosión de imágenes y símbolos,​ es decir, en el lirismo que muestra la angustia del poeta, recuerdos suaves y amargos a través de los cuales canaliza esta.​ Es durante este período que publica La Canción de mi Hermana (Το τραγούδι της αδελφής μου, To Tragúdi tis Adelfis mu) en 1937 y Sinfonía de la Primavera (Εαρινή συμφωνία, Eariní sinfonía) en 1938. 

    La Segunda Guerra Mundial

    En 1940, publica La Marcha del Océano (Το εμβατήριο του ωκεανού, To Embatírio tu Okeanú). El 28 de octubre del mismo año, Metaxas rechaza el ultimátum del embajador italiano en Atenas, Emanuele Grazzi, dando inicio a la Guerra greco-italiana, que conllevó la derrota de la Albania ocupada por Mussolini y luego, en mayo de 1941, finalizó con la ocupación de Grecia por las tropas alemanas, comenzando propiamente la Segunda Guerra Mundial en territorio helénico.
    Ritsos decide unirse al Frente de Liberación Nacional (Εθνικό Απελευθερωτικό Μέτωπο, Ethniko Αpeleftherotiko Metopo), armado por el [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], el cual fue el movimiento de resistencia más grande y activo de Grecia durante la guerra. Colaboró en labores de promoción cultural, sobre todo escribiendo poemas para los combatientes. De esta época son obras como Vieja Mazurca a Ritmo de Lluvia (Παλιά μαζούρκα σε ρυθμό βροχής, Paliá Mazúrka se Rithmό Brojís) (1943), La Prueba (Δοκιμασία, Dokimasía) (1943) y Nuestro Compañero (Ο σύντροφός μας, O Síntrofós Mas)(1945).

    La Guerra Civil y la Cárcel

    En 1944 Grecia es liberada. Sin embargo, la monarquía griega debía recuperar el control del país, dominado por el Frente de Liberación, por lo que con el apoyo de Estados Unidos, comienza la Guerra Civil Griega de 1946. Bajo este contexto, Ritsos, por su militancia, apoya al Frente e intensifica su compromiso político, por lo que en 1948 es encarcelado en los Campos de Concentración de Limnos, Agios Efstratios y Makronisos. Esta experiencia forja su carácter y su manera de ver su arte, así como su visión del mundo en general. En prisión, sigue escribiendo, naciendo obras como Distritos del Mundo (Οι γειτονιές του κόσμου, I Gitoniés tu Kósmu) (1951), en la cual declama acerca de los horrores que se produjeron durante la contienda. Si bien la Guerra terminó en 1949, no es hasta 1952, durante el gobierno de Alexandros Papagos, cuando recién es liberado.

    La Liberación y el Premio Nacional




    Al tiempo de salir de prisión, luego de más de veinte años convulsos, vino la época de calma y reconocimientos. En 1954, se casa con Falitsa Yeorgiadis, quien se convertiría en el sostén emocional del poeta (y económico hasta la consolidación mundial de su obra). Un año más tarde, tienen una hija a la que llamaron Elefthería (Eλευθερία, Libertad).​
    Hasta este momento, su poesía había clamado contra el horror y la barbarie con una sintaxis de urgencia que no menoscababa su honda aspiración artística. Es durante esta época en la cual compone Sonata Claro de Luna (Η σονάτα του σεληνόφωτος, I Sonáta Tu Selinófotos), el cual es publicado en 1956 y representa el cenit de su madurez artística.​
    La Sonata es un largo poema en el que el sujeto poético es una mujer de edad que habla a un hombre joven con el constante ruego - "Deja que vaya yo contigo" - de que le acompañe a abandonar su vieja casa para contemplar la vida. En el fondo, es una alegoría, pues, del cansancio de la ruina y decadencia de un mundo, de un país y de una época. Es durante este año en el cual recibe el Premio Nacional Griego de Poesía por esta misma obra.

    El período mitológico y Grecidad

    Sonata Claro de Luna marca el inicio de una etapa en la cual arranca una serie de monólogos dramáticos en torno a mitos y personajes de la antigüedad clásica, vinculándolos a la realidad contingente, tal como en su momento lo hiciera Kavafis, a quien años más tarde le dedicaría versos en 12 Poemas a Kavafis (12 ποιήματα για τον Καβάφη, 12 Piímata gia tu Kaváfi) (1962). “Cuando viene el extraño” (Οταν έρχεται ο ξένος, Otan Érjete o Xénos) (1958), “La vieja mujer y el mar” (Οι γερόντισσες κ' η θάλασσα, I Geróntisses ke i Thálassa) (1959) y “La casa muerta” (Το νεκρό σπίτι, To Nekró Spíti) (1962) son parte de esta etapa.​
    En 1959, Mikis Theodorakis musicaliza el poema Epitafio, siendo el inicio de la revolución cultural griega, en la cual se combinaron la música tradicional griega, la música clásica occidental y las líricas de los poetas locales, logrando, en muchos casos, sacar estos versos de los ámbitos intelectuales y difundirlos masivamente.
    En 1966 publica Grecidad (Ρωμιοσύνη, Romiosini), un canto a la resistencia de lo guerrilleros comunistas durante la invasión nazi. En estos poemas se encuentra toda Grecia, la vieja, la pobre, sufrida y rabiosa Grecia de la invasión y la guerra civil. Es una nueva épica en la que los héroes clásicos han sido sustituidos por un héroe colectivo. Esta obra también es musicalizada por Theodorakis, quien dos años antes había hecho lo propio con To Axion Esti, la obra cumbre de Odysseas Elytis.

    La Dictadura de los Coroneles

    A pesar de los años de calma, aún se venían para Ritsos años oscuros. Aún no se habían terminado para él los encarcelamientos ni las humillaciones. El 21 de abril de 1967, en plena Guerra Fría, un golpe de Estado encabezado por Georgios Papadopoulos instaura una dictadura pro-estadounidense en la cual se persiguió a la oposición política. Nuevamente la militancia y el compromiso social de Ritsos le hacen ir a prisión, en la época en la cual su frágil salud le volvía a jugar una mala pasada y comienza a padecer cáncer.
    Entre 1967 y 1970, estuvo recluso en Yaros y Leros, islas verdaderamente inhóspitas, desde los que escribía rodeado de fusiles. Su quebrantada salud obliga a ingresarlo en un hospital de Atenas, y luego la Junta lo mantendrá confinado en arresto domiciliario en Samos. Al contrario de aminorarse, siguió creando desde la prisión.​
    Gracias a un preso que le hizo llegar un mensaje secreto de Theodorakis, pidiéndole unos poemas inspirados en la dura actualidad, Yannis Ritsos escribió Dieciocho cantares de la patria amarga (Δεκαοχτώ λιανοτράγουδα της πικρής πατρίδας, Dekaojtó Lianotráguda tis Pikrís Patrídas) (1973), unos poemas en metros tradicionales compuestos para ser cantados. De esta época son Perséfone, Agamennon, Ismene (Ισμήνη), Ajax y Chrysothemis (Χρυσόθεμις). Todos estos textos son reflexiones acerca de temas esenciales como la vejez, la muerte y el amor, los cuales se inscriben dentro de las tensiones dialécticas entre exigencias individuales y compromisos colectivos. Todos estos monólogos dramáticos fueron recopilados en un volumen con el nombre de Cuarta Dimensión (Τέταρτη διάσταση, Tétarti Diástasi) (1972).
    En 1974, cae la Dictadura de los Coroneles y Ritsos es libre definitivamente.

    Últimos años

    En 1977 recibió el Premio Lenin de la Paz,​ siendo uno de los dos griegos, junto con Costa-Gavras, en recibir el equivalente soviético del occidental Nobel, del cual, a pesar de estar muchas veces nominado, jamás pudo alcanzar, a diferencia de Elytis y Séferis.
    Durante la Transición, el poeta añadirá a su rica producción poética la publicación de novelas, unidas bajo el título común de “Iconostasio de los Santos Anónimos” (1983-85). ​ Su último libro fue “Tarde en la noche” (1987-1989), que destila tristeza, conciencia de pérdida, pero también una gran esperanza en la creatividad y en la vida, siendo considerado una forma de la premonición de su muerte.
    Finalmente, fallece en Atenas el 12 de noviembre de 1990.

    (Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )


    *


    Algunos poemas de Yannis Ritsos, de Testimonios II y III, traducción de Román Bermejo, Icaria, 2007.


    De Testimonios. Serie Segunda (1964-1965):


    FUERA DE CASA

    Mira en torno. No sabe dónde se encuentra. La puesta de sol
    noble, lejana. Reconoce las verjas del jardín,
    la manilla de la puerta, las ventanas, el ciprés.
    Pero ¿y él? Un lago se refleja sereno
    en lo alto de una nube -un lago rosa
    con márgenes dorados-. Ahí arriba
    ha dejado sus zapatos, su ropa. Ahora,
    cómo va a plantarse desnudo en medio de la calle,
    cómo va a entrar desnudo en la casa de un extraño.



    APROXIMADAMENTE

    toma en sus manos cosas desparejas -una piedra,
    una teja rota, dos cerillas quemadas,
    el clavo oxidado de la pared de enfrente,
    la hoja que entró por la ventana, las gotas
    que caen de los tiestos regados, la pajita aquella
    que trajo el viento a tu pelo- las coge
    y ahí, en su patio, arma aproximadamente un árbol.
    En este "aproximadamente" está la poesía. ¿La ves?



    ALEJAMIENTO

    Desapareció al fondo de la calle.
    La luna había salido ya.
    Un pájaro sonó entre los árboles.
    Una historia corriente, simple.
    Nadie había notado nada.
    Entre las dos farolas,
    un gran charco de sangre.



    IMAGEN DE PÁJARO

    Al volver de cazar, antes de entrar en su casa, se paró,
    sacó su lápiz y dibujó en la puerta un pájaro
    bonito, con muchos detalles, que demostraban
    recio conocimiento  y maestría. Pero los ojos del pájaro
    los pintó cerrados. Como si no hubiera sabido, tal vez,
    o como si hubiera temido en el último momento que le delataran.



    EL SOSPECHOSO

    Cerró la puerta con llave. Miró hacia atrás con desconfianza
    y se guardó la llave en el bolsillo. Le detuvieron en esta postura.
    Le maltrataron durante meses. Hasta que una noche confesó
    (y quedó demostrado) que la llave y la casa
    eran suyas. Pero nadie pudo entender
    por qué había escondido su llave. De modo que
    a pesar de habérsele declarado inocente, siguió siendo sospechoso para todos.



    EL CUERPO DEL VIENTO

    Lo vi de cuerpo entero, al viento, de cuerpo entero, -dice-
    Me abofeteó las mejillas, me agarró con violencia
    los pechos y las piernas, sus rodillas
    me golpeaban las rodillas; me pisó
    los dedos de los pies; lo he visto, os digo,
    aquí, cuerpo a cuerpo, ambos en pie. Ahora
    tengo en la boca una gran soledad
    y nueve hojas carnosas en torno a la garganta.



    SOMETIMIENTO

    Abrió la ventana. El viento la golpeó
    con fuerza el pelo, como dos grandes aves
    sobre sus hombros. Cerró la ventana.
    Las dos aves estaban ya sobre la mesa
    y la miraban. Inclinó la frente entre ellas
    y lloró silenciosamente.



    PEQUEÑA CONFESIÓN

    Quisiera estar contenta -dice-. Busco todo el día
    algo para alegrarme. A menudo no lo encuentro:
    entonces la ropa se me cae, y me hallo
    atrapada blandamente en el vacío, esperando
    que alguien me quiera, para existir. Antes de que se levante
    un poco de brisa, la siento temblar
    por las uñas de los pies. Y de repente,
    un solo hilo de araña flotando en el aire
    me hiende de arriba abajo la mejilla.



    LIBERADA DE SUS LAZOS

    Las olas me trajeron los maderos rotos de su barco -dijo-.
    Los conocí de inmediato por el tacto de sus manos,
    por el olor de su sobaco. Ahora
    ya no temo las olas. Tengo esos maderos
    -no para la chimenea, en absoluto, sino para la rueca
    y para el telar, en las largas noches de invierno;
    para la gran paciencia y para la gran libertad-. Mis cabellos
    se han alargado de golpe y me han escondido. Han crecido mis ojos
    como dos montañas. Ahora permanezco bajo ellas, protegida.



    LA VIRGEN

    Intenté ver el caballo que pasaba por el labrantío.
    No me dio tiempo, más bien, no pude, dijo. Este camino
    tira para el mar. Aquí se han amontonado los sarmientos secos.
    Alguien, hace poco, habrá abierto la puerta
    y tirado al suelo una gran fruta. Yo no soportaba
    aquella carne amarilla despedazada, mezclada con semillas.
    ¿Entonces, eso es
    ...........................lo que hay,
    después de una noche de amor? Al volver del mar
    he visto los trozos de fruta colocados en el poyo de piedra
    y las semillas brillaban al sol, extendidas ordenadamente en un periódico.



    TARDE

    Regó las flores. Oyó el agua gotear desde el balcón,
    Las tablas se empapan y envejecen. Pasado mañana,
    cuando caiga el balcón, ella permanecerá en el aire,
    tranquila, hermosa, sosteniendo en los brazos
    los dos grandes tiestos, sus geranios y su sonrisa.



    UNA ALDEANA JOVEN

    El caballo es grande. La mariposa es pequeña.
    Otros dicen lo contrario. Yo digo la verdad.
    Me gustan las patatas -están metidas en la tierra-,
    me gustan las peras, el tocino, los repollos. Tengo apetito,
    como mucho. Enrojezco. El cinturón del delantal
    me aprieta los riñones. Lo que más me gusta de todo
    es ese ceñudo que deja a mi puerta
    cada mañana una cesta de fruta. Iracundo.
    Tiene tierra en las uñas. Debajo del mentón tiene
    una sombra oscura. -Y ni se ha enterado.-
    No te apures, no se lo diré; aunque no haya en el mundo nada
    que desee tanto como eso -decírselo-, Y de las gotas
    que caen de las hojas verdes jóvenes.



    IDILIO

    Alcumena, salta la tapia, que te diga. Fíjate,
    que no te vea mi madre. Ayer noche
    me besó. Sí. Entre los dientes
    se me han incrustado margaritas pequeñitas.
    Se me ha llenado la boca de flores. Mira:
    no puedo cerrarla. No puedo ni comer
    ni beber. Temo tragarme las flores.
    Las flores no se comen. Y ahora,
    ¿como le voy a besar? -dímelo-;
    y tiene un lunar dorado en el muslo derecho.


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    Yannis Ritsos (1909-1990) Empty Re: Yannis Ritsos (1909-1990)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 18 Dic - 13:45

    .


    DESLUMBRAMIENTO

    No distinguí -dice- de lejos qué era aquello
    que destacaba blanco colgado de su cintura. Casi desnudo,
    moreno, con el color de la tierra, junto
    a los pilares, con hombros anchos, desproporcionados
    para su joven edad, (eso lo comprobé
    al  acercarme). Y aquello de la cintura
    era una bolsa blanca de clavos. No pude
    darle los "buenos días". Entre mis dientes
    sostenía los clavos -precisamente, relucían al sol
    y me deslumbraban-. Aunque yo no era carpintero.



    EMERSIÓN

    Tendría diez y ocho años o alguno menos. Se desnudó dl todo,
    como si jugara, con todo, obedeciendo a algo
    que sabíamos también nosotros. Subió a la peña;
    quizá para parecer más alto. Quizá porque creía
    que la altura cubre la desnudez. No hacía falta.
    En esos momentos ¿quién se ocupa de la altura?
    En su cintura se distinguía un círculo rosa,
    señal de su cinturón apretado. Así parecía
    todavía más desnudo. Entonces con un bote soberbio,
    a pesar dee todo el frío de enero, se sumergió en el mar.
    Al poco reapareció,sosteniendo en alto la Cruz.



    FACILIDADES

    No podía hacer otra cosa. Acepta. Hermoso día,
    grande, luminoso, con islotes de sombra. Sube
    al quinto piso. Observa un vaso
    fino y decisivo en su transparencia. Lo sabe
    -abajo, en la acera polvorientas, las semillas
    esparcidas de sandía se secan al sol-.
    Enfrente, una mujer mira a escondidas por los postigo.
    En torno a ella se agitan pequeños espejos móviles.
    Una de sus manos es dorada, la otra, roja.



    BELLEZA POPULAR

    Daba vueltas por el camino, sudoroso, vigilando
    su camión estropeado y su carga. Descalzo,
    con los pantalones remangados, como un remero antiguo,
    con sus pies anchos y morenos y sus músculos esculturales
    en los brazos desnudos. Cuando soplaba el vientecillo
    se apartaba de la camisa su poderosa espalda. Las muchachas
    al volver, al mediodía, de su baño en el mar,
    se entretenían un poco allí, en el camino, para atarse las sandalias,
    o para ceñirse más el cinturón. Entonces él
    se subió a sus melones, sacó su peine y se peinó.



    LIBERACIÓN

    Tan lejos del amor como de la muerte, -saludable, velludo,
    con toda su fortaleza enhiesta, melenuda,
    extraña, independiente de él mismo-. Se siente flotar,
    como si hubiera cabalgado una viga en un andamio nuevo, completamente solo
    en el mundo, completamente estable, mientras sus talones desnudos
    se calientan abandonados en las amplias y apacibles palma del vacío.



    CALOR

    Las rocas, al mediodía ardiente, las grandes olas
    -mar despreocupado, peligroso, cimero-. En el camino de arriba
    voceaban los arrieros con sus carros cargados de sandías.
    Después, un cuchillo, el tajo suave, el viento
    la carne roja y las pepitas negrísimas.



    "BARBERÍA"

    Entre las ruinas han fabricado una habitación pequeña
    con ladrillos y cartones en las ventanas; han colocado también un cartel,
    "Barbería", pone. Ya tarde el sábado, hacia el anochecer,
    -que luce a través de la puerta medio abierta, enfrente del mar,
    el espejo, azul-, entran a afeitarse
    los pescadores jóvenes, y los barqueros. Luego,
    cuando anochece del todo, salen por la otra puerta,
    silenciosos, sombríos, con barbas largas y respetables.



    DESPUÉS DE LA CEREMONIA

    Con las voces, el ruido, los hermosos vestidos de colores,
    nos olvidamos por completo, ni siquiera levantamos los ojos
    y los altos frontones del templo que, hacía un mes,
    los obreros habían limpiado desde los andamios. Pero cuando anocheció,
    y se apaciguó el clamor, el más pequeño del grupo de amigos,
    se desligó; subió los escalones de mármol y se quedó
    solo en el espacio vacío de la ceremonia matinal. Así, al alzarse
    (y nosotros detrás, para no ser menos) con su hermosa cabeza
    ligeramente erguida, llena de concentración, bañada
    por la luna de junio, nos daba la impresión
    de que era parte del frontón. Por eso nos acercamos a él;
    nos agarramos hombro con hombro y volvimos a descender
    los numerosos escalones. A pesar de todo, era como si él
    se hubiera quedado allí, desnudo, marmóreo, lejano,
    entre los jóvenes dioses y los caballos.



    ENTRE LOS ESCOMBROS

    ¿Cómo permaneció esta casa intacta en medio de los escombros,
    con su enorme pórtico embaldosado entero
    con azulejos blancos y negros relucientes? Y al fondo brilla
    enhiesta, toda oro, cara a la puesta de sol,
    la estatua de barro de túnica larga,
    quizá de Angueo, o como decían antiguamente, Ankeo.*

    * aunque



    DESCRIPCIÓN

    Sacrificaron el toro, se tiñeron las manos con su sangre;
    se tiñeron también los rostros. No conocías a nadie.
    Casi iguales, sus cuerpos desnudos, robustos,
    con guantes rojos, máscaras rojas,
    iguales en vigor y belleza (desconocidos y libres)
    listos para el amor o la muerte. Los guardianes,
    sobre la muralla, siguiendo la escena, se olvidaron
    de leer los augurios de las sombras de las aves en la llanura.
    Las lanzas temblaban en sus manos y la estela de humo
    subía por detrás de sus hombros directamente al sol.



    VARIACIÓN

    Apenas brotaba vello en sus mejillas,
    mechones densos y rizados, -guapo mozo,
    Partenopeo, el arcadio, de madre montañesa,
    que se jactaba un tanto de sus armas
    y, quizá, también de su belleza. Ante la quinta puerta de la ciudad
    le lloraron amigos y enemigos. Y la esfinge de su escudo
    dejó escabullirse bajo sus garras a uno de los cadmeos;
    para sacarle las flechas del pecho. Por la noche,
    robó el cadáver la sacerdotisa para dormir con él.
    La mataron. No se halló el cadáver. Y entonces,
    todos se atrancaron dentro de sus casas, sintiéndose culpables,
    no por el asesinato, sino porque cada uno por separado
    había trasladado aquel muerto a su propio lecho.



    HÉROE, NO

    Él, que al oír los pasos de sus compañeros
    alejarse por los guijarros, en su embriaguez,
    en lugar de bajar la escalera que había subido, saltó directamente
    y se partió el cuello, fue el primero en llegar
    ante la negra oquedad. Y no le hicieron falta
    aquellas profecías de Tiresias. Ni tocó tampoco
    la sangre del carnero negro. Lo único que pidió
    fue un codo de tierra en la costa de Eea;
    y que allí plantaran su remo, aquel con que bogaba
    junto a sus compañeros. De modo que gloria y honor
    al mozo hermoso. La cabeza un poco a pájaros la tenía. Con todo,
    ¿acaso no había ayudado también él en lo posible
    en el gran viaje? Por eso precisamente el Poeta
    lo recuerda aparte, aunque con cierto desprecio;
    y quizá justo por eso con más amor.


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    Yannis Ritsos (1909-1990) Empty Re: Yannis Ritsos (1909-1990)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 18 Dic - 17:33

    .


    NAUSICAA

    Apaga el candil, anciana Eurimedusa, ¿por qué tardas tanto?
    Te digo que no tengo hambre, ni sueño. Lo único que quiero
    es cerrar los ojos. Ponme otra manta más.
    ¿Hace calor, y qué? Yo tengo frío. Le he visto completamente desnudo, ama,
    junto a los lentiscos; y tenía algas en el pelo. Lo único que quiero
    es quitarle uno a uno los pequeños guijarros
    que se le habían pegado a las plantas de los pies y poner
    esta flor, que llevo en el seno, entre los dos dedos,
    donde los separa la correa de la sandalia. Ahora
    está dormido ahí al lado, tapado con mis paños rojos.



    PAYASO+

    Libre, libre, -decía-; si tiro una piedra,
    vuelve atrás, me golpea en la frente. Apedreadme;
    haced lo que queráis; no puedo mentir.
    Ninguna piedra ha alcanzado el blanco. Con esta sangre
    que me corre desde la sien, me coloreo las manos,
    me coloreo mi gran boca. Y me queda bien. Libre.
    Mirad: también las dos manchas rojas de las mejillas. Sólo que,
    un espejo, un espejo, rápido, para verme la cara.



    CASTAÑO

    Ahí arriba, igual que mañana, mataron a los cuarenta.
    Han pasado veinte años. Nadie ha dicho sus nombres.
    Entiendes nuestra vida. Cada año,
    tal día como hoy, encontraban bajo los álamos
    una teja rota, dos carbones apagados, un poco de incienso,
    una cesta con uvas, una vela de cera de abeja
    con la mecha negra. No llegaba a prender. La apagaba el viento.
    Por eso por las noches se sientan las viejas a las puertas, como iconos antiguos;
    por eso crecen tan deprisa los ojos de nuestros niños,
    y nuestros perros hacen como que miran a otro lado cuando pasan guardias civiles.



    SEGUNDA VENIDA

    Llegan, en una larga fila, en la noche, los asesinados:
    miran en torno, prueban las llaves, abren la puerta,
    entran en la casa, buscan a oscuras, no encuentran nada.
    Tú estás debajo de la cama. Esa cama
    que era para acostarse encima, ahora
    la cargas a la espalda. Y detrás de la cortina
    se alza, crucifijada, la sombra de la ventana.
    Los muertos ya no saben en absoluto por qué murieron.




    De Testimonios (Serie tercera, 1961-1967):


    EL DESENCARCELADO

    Salió de la cárcel. Era una hermosura. Coches, árboles,
    puertas, ventanas abiertas, charlas. ¿Pero entonces,
    por qué aquella amargura? ¿Qué le falta? La atenazante estrechez aquella
    casi contenía amplitud, le ofrecía algo así como
    una disculpa a mano para todo. Ahora,
    bajo el sol, en torno a él, rostros muy ocupados, extraños,
    rejas nuevas, más grandes que antes. Y ni siquiera
    aquel derecho a firmar, respetuosa y sinceramente,
    breves cartas sometidas a censura "encarcelado".
    Le escuecen los ojos por el sol. Intenta sonreír.
    No lo consigue. Afortunadamente, nadie lo conoce;
    nadie se fija en él. ¿Cómo que "afortunadamente"? ¿Acaso no
    es eso justamente lo que lo desanima? Apoyó su hato
    en la acera caliente y polvorienta, se sentó encima,
    miró alrededor, cerró los ojos y se quedó dormido.



    SEÑAL DISTINTIVA

    Los muertos, olvidados bajo la nieve. Cornejas cebadas,
    de alas negras relucientes, tachonaban hasta el fondo
    el blanco ilimitado. Alguien se detuvo; observaba
    las huellas de las patas de las aves sobre la nieve,
    como si buscara algo, un botón, un zapato estropeado;
    para remarcar el desastre con un signo familiar,
    como si así fuera a borrarla. Las aves volaron
    y quedo sólo un cuervo pequeño negrísimo,
    como llave en una puerta ancha, blanca, cerrada.
    La llave era mía. Y ahora podía abrir.



    PUNTO DE VISTA

    Las tres casas juntas. La cuarta sola, desligada.
    Detrás, el mar. Detrás, las otras nubes.
    Delante, las verjas rojas y el mástil de la bandera desnudo.
    Detrás de este mástil pasó el viejo, la mujer, el niño,
    luego, el marino -con el gorro torcido sobre las cejas-. Entonces,
    todo se volvió más breve y luminoso. Alguien escondido
    tiró de la cuerda -ni siquiera se oyó la pequeña polea-.
    Amplia e inmóvil, la bandera cubrió el paisaje entero.



    MOVIMIENTO ANTIQUÍSIMO

    Calor intenso todo el día. Los caballos, sudorosos, junto a los girasoles.
    Por la tarde empieza a soplar viento desde el monte. Un sonido
    eterno, redondo, recorre el olivar. Entonces,
    la anciana de cien años sale a su huertecilla,
    a su taburete bajo, a la sombra de la morera, cerca del pozo,
    y con un movimiento antiquísimo, antes de sentarse, desempolva
    con su larga mano, hierática y sarmentosa, su delantal negro.



    POR SIEMPRE

    Arañazo profundo de la belleza, arañazo inexplicable, -dijo-.
    Bajo la uña de la luna pasó el barco sin ruido
    cargado de luces.
    ..............................Arañazo profundo, silencio de plata,
    unión secreta, separación interminable, -el que corra placentera
    la sangre desde la punta de los labios y se quede
    cual lago, en torno al pezón de tu pecho izquierdo;
    y que tú, varón, desees amamantar a doce varones.



    LA MUJER AZUL

    Se mojó la mano en el mar.
    Se volvió azul, la mano.
    Le gustó.

    Se zambulló desnuda en el mar.
    Se volvió azul.
    Azules también su voz y su silencio.

    La mujer azul.
    Todos la admiraron.
    Nadie la amó.



    CONTINUACIÓN SILENCIOSA

    No nos hacía ninguna falta hablar de esas cosas.
    Después de las numerosas borrascas bajábamos abajo, a la costa,
    para recoger algún tocón para el fuego, arrojado por las olas.
    Alguna que otra vez, guardábamos uno, no lo quemábamos; era igual
    que un caballo que estira el cuello al darle en el flanco la flecha.
    Lo mirábamos un poco y lo dejábamos arriba en el estante. Lo olvidábamos. Así,
    con la espalda vuelta, nos calentábamos las manos en la chimenea. Y de repente,
    la sombra de aquel caballo, aumentada en el fulgor rojo,
    saltaba los barrancos, las iglesias, los cipreses, los años.



    TRASLADOS

    Los vio pasar delante de su casa. Al caer la noche. Se detuvieron los tres
    para encender un pitillo. Alcanzó a ver sus rasgos faciales,
    la postura de los cuerpos, el movimiento. Al volverse hacia dentro,
    no le extrañó nada que allí, en el óleo de la pared, estuvieran
    los tres mozos de Citerea, bebiendo agua de la fuente;
    habían cambiado de traje y peinado, y encendían sus pitillos.



    LA VICTORIA DEL INERME

    Cuando los demás salieron por piernas, arrojando las armas,
    él, sólo él, que jamás había empuñado un arma,
    avanzó en derechura, un tanto triste, y arrasó el fuerte. Evidentemente,
    el fuerte estaba vacío. Cañones aparentes de cartón
    asomaban por las saeteras. Los demás soldados en el cuartel,
    nada más que mantas dobladas bajo las mantas.

    Seguro que él (el supuestamente temerario) sabía que estaba vacío,
    completamente vacío, el fuerte. ¿Qué victoria y gloria obtuvo entonces?
    Quizá justamente ésa: la de saberlo-.



    EL SECRETO DEL ÉXITO

    Años y años mal conocido, completamente solo. Se dedicó al fin
    a los lecitos funerarios, negros, rojos y, sobre todo, blancos.
    Sabía que cada cual tiene sus muertos, y también sabía
    que con la preocupación por la muerte se protegen todos
    de la enemistad ajena y de sus propios deseos.
    Trabajó con ese espíritu. Y pronto obtuvo éxito.
    Se hizo famosos, se enriqueció, su nombre se inscribió en la estela de los héroes. Mas
    el secreto de su éxito reside en eso. Sobre los lecitos funerarios
    grababa los más bellos cuerpos jóvenes, en posturas
    eróticas, a veces provocativas. Pero la difusa
    melancolía de la muerte ofrecía a sus compradores y admiradores una disculpa
    que los evitaba a ellos y a él, comentarios, envidias y sospechas.


    YANNIS RITSOS, Testimonios II y III, traducción de Román Bermejo, Icaria, 2007.


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 29 Dic - 6:24

    Al volver de cazar, antes de entrar en su casa, se paró,
    sacó su lápiz y dibujó en la puerta un pájaro
    bonito, con muchos detalles, que demostraban
    recio conocimiento  y maestría. Pero los ojos del pájaro
    los pintó cerrados. Como si no hubiera sabido, tal vez,
    o como si hubiera temido en el último momento que le delataran.




    Me a recordado, salvando las diferencias, a mi gorrión.


    Gracias, Pedro.


    Un abrazo.


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    Yannis Ritsos (1909-1990) Empty Re: Yannis Ritsos (1909-1990)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 29 Dic - 8:37

    La poesía es una tarta, de la que todos recibimos un trozo. Muchas gracias, Pascual, por tu interés.

    Un abrazo.
    Pedro


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    Yannis Ritsos (1909-1990) Empty Re: Yannis Ritsos (1909-1990)

    Mensaje por cecilia gargantini Lun 12 Feb - 18:59

    Excelente autor que no conocía!!!!!! Qué vida complicada.
    Por suerte pudo transformar tanto dolor y militancia en poesía.

    Aquí pinta y dibuja con palabras y por momentos su lenguaje es hasta cinematográfico.


    Las tres casas juntas. La cuarta sola, desligada.
    Detrás, el mar. Detrás, las otras nubes.
    Delante, las verjas rojas y el mástil de la bandera desnudo.
    Detrás de este mástil pasó el viejo, la mujer, el niño,
    luego, el marino -con el gorro torcido sobre las cejas-. Entonces,
    todo se volvió más breve y luminoso. Alguien escondido
    tiró de la cuerda -ni siquiera se oyó la pequeña polea-.
    Amplia e inmóvil, la bandera cubrió el paisaje entero.

    Gracias Pedro!!!!!!! Besosssssss
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    Yannis Ritsos (1909-1990) Empty Re: Yannis Ritsos (1909-1990)

    Mensaje por Amalia Lateano Lun 12 Feb - 20:22

    Gracias Pedro por este aporte que me ilustra!!! Un verdadero hallazgo para mi !!

    Un beso

    Amalia
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 13 Feb - 8:28

    Muchas gracias por tu interés, Amalia.

    Un abrazo.
    Pedro


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