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    Manuel Padorno (1933-2002)

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    Manuel Padorno (1933-2002) Empty Manuel Padorno (1933-2002)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 21 Jul 2024, 03:07

    .


    Manuel Padorno  (Santa Cruz de Tenerife, 30 de septiembre de 1933 – Madrid, 22 de mayo de 2002) fue un poeta, pintor, editor y académico canario.​ Recibió, entre otros, el Premio Canarias de Literatura, que concede el Gobierno de Canarias, en 1990 y el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, en su edición de 1993.

    Biografía

    De niño vivió temporalmente en diferentes ciudades de las Islas Canarias, norte de África y Barcelona, antes de que su familia se estableció en 1944 en Las Palmas de Gran Canaria, donde estudió Bachillerato. Desde muy joven se inició en sus grandes pasiones: la poesía y la pintura. La muerte prematura de su padre le obligó a ocuparse del mantenimiento familiar y a abandonar sus estudios universitarios, por lo que su formación fue de carácter autodidacta.​

    En 1954, con Elvireta Escobio, Manolo Millares, Martín Chirino y José María Benítez, formó el grupo de artistas y escritores vanguardistas de Las Palmas. Con Millares editó la revista manuscrita Astil y realizó el letrismo para una serie de dibujos figurativos de Manolo.​

    En 1955, tras la publicación de su texto lírico-dramático Oí crecer a las palomas, con portada y retrato de Padorno realizado por Millares, el grupo se trasladó a Madrid, donde convivieron y se relacionaron con los pintores y poetas que más tarde formarían el grupo El Paso. Al año siguiente, por motivos familiares, regresó a Las Palmas de Gran Canaria, donde continuó su incesante actividad.

    En 1957 escribió Salmos para que un hombre diga en la plaza y Queréis tañerme (inéditos), de marcado tono social, que daría a conocer en revistas y periódicos y en "publicaciones orales".

    En 1959 fue cofundador del grupo "Teatro y Poesía" y de la revista radiofónica "La Cometa". Fue uno de los miembros más activos en la lucha por conmutar la pena de muerte de Juan García Suárez "el Corredera". Escribió Coral Juan García, el corredera (impublicable hasta 1977 en Madrid).

    En 1961 se casó con la poeta, natural de Las Palmas de Gran Canaria, Josefina Betancor. De 1961 a 1963 vivieron en Lanzarote, donde pintó guaches de planimetría constructivista y escribió A la sombra del mar, libro de gran influencia en la poesía española. En 1962 nació su hija Ana Teresa. Residieron en Madrid desde 1963, donde nació su hija Patricia en 1965.

    A partir de 1965, dirigió junto al poeta Luis Feria la colección Poesía para todos, núcleo aglutinador de poetas y pintores de la Generación del 50. En 1969 hizo su primera visita a Nueva York. A partir de ese año se sucedieron frecuentes viajes por Europa, Estados Unidos, Cuba, Jerusalén, etc.

    A partir de los 70 comenzaron sus exposiciones pictóricas.​ En 1970, Juana Mordó editó la carpeta Torquemada, con seis serigrafías de Manolo Millares y el poema de Padorno que le da nombre. Su trabajo en poesía y arte fue continuo y fecundo, equilibrada su obra por una autocrítica normativa y violenta; sus breves publicaciones Papé Satàn, Torquemada, Forjario y Charing Cross, propusieron, indefectiblemente, en un tiempo de censura y silencio, una ruptura con los esquemas mentales tradicionales e inauguraron, con su meditativo rigor y su misterio, uno de los procesos dialécticos más personales de la poesía española.

    En 1972 creó con Josefina Betancor la editorial Taller Ediciones JB, realizando una labor en la que cobró especial relevancia la difusión de los autores canarios, asistiendo anualmente desde entonces a la Feria Internacional del Libro de Frankfurt (Frankfurt Buchmesse). Escribió textos, diseñó y editó para Juana Mordó libros y catálogos de artistas de la galería (Rivera, Farreras, Canogar, Chirino, Mompó, Equipo Crónica...).

    En 1976 participó activamente en la redacción del Manifiesto del Hierro.

    A partir de los años 80 expuso con mayor asiduidad su obra pictórica en Madrid, Barcelona, Canarias, Oviedo, Alicante, Sevilla, París, Estocolmo y Jerusalén, entre otros países. En 1983 expuso (del 9 de junio al 5 de julio) "Nómada urbano" en la Galería Aele, Madrid.

    En 1983 fundó "La Banda", grupo artístico, con los pintores Don Herbert y Francis Warringa. Su texto “Palabras al son de un contrabajo”, se convirtieron en el manifiesto del grupo.

    Como gran dinamizador cultural, a lo largo de toda su vida propició la creación de proyectos de gran calado sociocultural. En 1985 fue nombrado por el Gobierno de Canarias asesor de la Consejería de Cultura, desde la que desarrolló una intensa labor durante dos años, resultando un revulsivo que convulsionó el espacio cultural de las islas, dinamizando y motivando la creación en todos su ámbitos: literatura, pintura, fotografía, música, moda, teatro, etc, poniendo las bases y plantando las semillas de lo que sería un "inquieto despertar" de la Cultura en Canarias. Consiguió entre otros logros la adquisición de la antigua fábrica de tabacos "La Regenta", reconvirtiéndola en Centro de Arte y sala de exposiciones.

    Creó el grupo musical Nocturna Free en 1987 y comenzó a colaborar habitualmente con la prensa canaria y nacional; codirigió el suplemento cultural "La Fábrica Atlántica" del periódico Canarias7, colaboró en el programa de radio "Bajo la Luna" en Radio Cadena Las Palmas de RNE.

    En 1988 montó el Happening: "Paseo de Don Domingo Rivero por la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria", con la colaboración del Dr. D. Juan Oliva.

    En la década de los 90 escribió y pintó intensamente ya instalado junto al mar, en su casa de Punta Brava, Playa de Las Canteras, además de continuar con otras múltiples actividades como lecturas, conferencias, viajes, dentro y fuera del país.

    En 1992 fue nombrado Asesor de la Fundación César Manrique, Lanzarote. Un año después formó parte del jurado del Premio Montblanc a la cultura en Canarias y leyó el discurso de presentación del Premio Especial a Josefina de la Torre.

    Fue uno de los principales promotores de la Academia Canaria de la Lengua, de la que fue nombrado vicepresidente en 1999.

    A lo largo de su vida creó una extensa obra pictórica, paralela a su obra poética, en la que se distinguen varias etapas y series como “Nómada urbano”, “Nómada urbano: Toro”, “Nómada marítimo”, entre otras, y nueve carpetas de obra gráfica realizadas entre 1970 y 2001.

    Murió en Madrid el 22 de mayo de 2002 a los 68 años de edad.​ Dejó inéditos en estado final de preparación varios libros y plaquettes, así como numerosos poemas sueltos.

    En marzo de 2021 se impulsa una iniciativa para convertir la vivienda donde residió junto a su esposa, Josefina Betancor, en la playa de Las Canteras, en una casa museo.​

    Fue hermano del poeta y profesor Eugenio Padorno.

    Reconocimientos

    En 2002, el Ayuntamiento de Telde (Gran Canaria) pone su nombre a un paseo: Paseo poeta Manuel Padorno. Ese mismo año se le concede la Gran Cruz de la Orden "Islas Canarias". También en 2002, Biblioteca Pública del Estado de Las Palmas de Gran Canaria inaugura un salón a su nombre, el Salón de Actos Manuel Padorno.

    En 2003, recibe la distinción como Hijo Adoptivo de Gran Canaria e Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria (2003)

    También en 2003, coincidiendo con el 70 aniversario de su nacimiento, se presentó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, su libro de poemas Canción atlántica; se inauguró una exposición, de la que da fe un extenso catálogo: Manuel Padorno 1933-2002, en la que se mostró parte de su obra poética y pictórica (que nunca se habían presentado juntas), parte de su trabajo editorial, trabajos para prensa, y también objetos personales y curiosas colecciones que mostraban una visión del Manuel Padorno más personal. Así mismo se celebraron unas jornadas sobre su obra con amplia participación de importantes personalidades de la cultura española. En 2004 se presentó en Las Palmas de Gran Canaria y en Santa Cruz de Tenerife.

    En 2006, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria pone su nombre al tramo del paseo de la Playa de Las Canteras donde está ubicada su casa: Punta Brava, Paseo del poeta Manuel Padorno. En noviembre de 2006, la Academia Canaria de la Lengua presentó el libro: Homenaje a Manuel Padorno.

    Premios

       1961, Premio de Poesía Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria
       1962, Accésit del Premio Adonais de Poesía
       1990, Premio Canarias de Literatura
       1992, Premio Nacional Pablo Iglesias de Letras y Pensamiento
       1993, Premio Internacional de Poesía Ciudad de Las Palmas

    (Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )


    *


    Algunos poemas de Manuel Padorno:


    De Para mayor gloria (1997):


    LAS HORMIGAS DISTINTAS

    Hace días que noto las hormigas
    muy alteradas. Sin saber qué pasa.
    Hasta que son crecidas como ovejas
    que sólo me hacen compañía, y rozan.
    No caben en mi casa; se amontonan
    en las habitaciones, pasillos,
    suben a mi escritorio, donde balan
    estrepitosas, comen mis papeles
    y las convierten en corral. Entera.
    Antes de echarlas fuera, de obligarme,
    −no sé qué hacer con ellas- trataría
    de que entendieran, de domesticarlas
    para evitar mayores infortunios.
    Pero no caben en mi casa. Ruego,
    por mutua conveniencia vuelvan, tornen
    a su estado anterior, a reducirse.
    Algunas se rebelan, pero hay otras
    que me prometen decrecer, al tanto
    mientras salgo al periódico. De acuerdo.
    De vuelta suelo verlas, fila india
    llevándose la miga de este día.



    EL ALELADO

    Bajo a la playa cuando el sol entibia.
    Camino respirando luz dormido,
    bajo grandes mareas luminosas.
    Respiro con dificultad, tan grata,
    voy sofocado deliciosamente,
    pues se adueña de mí un vértigo gustoso,
    un mareo me invade irrespirable,
    un largo atontamiento se apodera
    de mí, de mis sentidos naturales;
    de tal manera voy traspuesto, oliendo
    la sal, el yodo, olores me seducen,
    que me convierten en un ser dormido,
    aquellos que me turban y me hacen
    un hombre adormecido, el que procura
    entontecerse respirando: el alelado.
    No sin cierto trabajo, ciertas reglas
    difícil de adquirir, pues caminar
    bajo este alelamiento es una ciencia
    extraña que se aprende cada día
    al bajar a la playa a beber luz,
    a respirar la luz, el mar, el agua.



    LOS CINCO SEXTA ORGÍA

    Resulta muy difícil ver, cómo
    decirlo, pues todo cuanto ahora
    puede verse es nuevo sobre el mundo;
    complejo de entender: es más sencillo.
    El ojo es una máquina perfecta
    con todos los sentidos trasvasados.
    Al mismo tiempo que ve, gusta, palpa,
    oye y huele conjuntado, en el desorden.
    Y qué maravilloso es ver, despierto
    la mañana, con todos los sentidos;
    todos juntos mirando, oliendo, viendo,
    gustando, oyendo; todos los sentidos
    abiertos a razón desconocida,
    respirando la luz, oliendo el agua,
    el sabor de la tierra, los colores
    más dulces y visibles invisibles.
    Qué máquina perfecta, los sentidos
    equivocándose, a pleno rendimiento,
    sin parar, unos en otros, trasvasándose
    tan sólidos y líquidos, fluidos
    unificada múltiple la orgía.



    ENTERO CUERPO MÍO

    Parten por la mitad mi cuerpo. Un largo
    tajo de arriba abajo, vertical, certero
    que me divide en dos partes iguales.
    Soy la mitad izquierda. Por entero.
    Y la mitad derecha. El otro tanto.
    Todo lo que sabía se ha partido
    por la mitad. Sé la mitad de todo.
    El pensamiento a medias, mis ideas
    divididas en dos, menos azules,
    partida mi tristeza, mucho menos,
    un poco más allá media alegría,
    caminando mediado, medio luz,
    rebanado en mitades desafectas;
    voy repartido en dobles direcciones,
    en dobles opiniones personales.

    Hasta que se enfrentaron una tarde.

    Las dos mitades llegan, disimulan
    verse de lejos; siguen acercándose,
    a fe, muy lentamente, en la porfía
    de ser un cuerpo único, de verse
    unido ya, entero cuerpo mío.



    DE DISTINTOS CANSANCIOS

    El cuerpo, al levantarme de la cama
    deja partes que siguen descansando,
    pues es difícil que descanse entero.
    Alguna parte de mi cuerpo, un ojo
    permaneció abier6to, sin cerrarse,
    por lo que tengo que dejar que duerma.
    También un pie, una mano, alguna oreja
    fueron a desvelarse, pues pasaron
    toda la noche sin pegar un ojo.
    Ahora ya descansan por su lado.
    Dormir el cuerpo entero es un esfuerzo
    demasiado brutal, otro engranaje,
    pues todo él está acostumbrado
    a vivir poco junto, separados
    independientemente cada cual.
    Entonces me levanto no sabiendo
    -mientras abro los ojos- todavía
    qué partes de mi cuerpo se me quedan
    encima de la cama, allí tendidos.
    Qué alegría. Hoy quiere levantarse
    mi cuerpo entero; hoy es un gran día.



    EL BAÑO

    Hoy, al final del día, y de la noche
    voy a dejarme caer en la bañera.
    A descansar. Tenderme por el fondo.
    Lo necesita cada miembro. Y todo
    junto. Todo mi cuerpo está cansado.
    No es que mi mano sola esté cansada
    -que lo está-, ni que mi hombro, pie,
    ojo, cabeza, labio, oreja, pierna
    estén cansados -que lo están, sí-, sino
    que todo el cuerpo, en su conjunto,
    está cansado, eterno, y necesita
    dejarse ya caer al fondo, alivio
    de la bañera inmensa, con sus sales
    olorosas, nutricias, vegetales.
    Abro los grifos, dejo que se llene
    de agua caliente. Mientras, me desvisto.
    Abro el tarro de esencias; lo derramo
    alrededor del agua, que se esponje.
    Y luego me sumerjo. Por entero.
    Caigo desde lo alto del cansancio
    hasta dejarlo desaguar, allí.



    SON LOS NUEVOS OLORES

    En la cocina se resuelve siempre
    el alimento: el son. Junto al cuchillo
    se cortan los sabores y sazonas;
    también se sueldan, cuecen los olores
    del tomate, vinagres aceitosos.
    Oler es una facultad perdida
    que recupero, a poco. Oliendo, hoy
    como no olí jamás, cuando era un niño.
    El olor crece. Abre los espacios,
    se desparraman los sentidos, sube
    a las habitaciones interiores
    del cerebro: fecunda la memoria.
    Oler el pez de luz. La larga playa,
    las sebas, los mariscos, los alisios.
    Oler las flores invisibles, vistas
    todas sus cantidades desprendidas
    por marejadas espumosas, crestas,
    cambiantes vegetales y silencios.
    A yodos fermentados, a salitres,
    al fuego de la playa, los olores
    del oleaje, de la flor del agua


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    Manuel Padorno (1933-2002) Empty Re: Manuel Padorno (1933-2002)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 21 Jul 2024, 10:11

    .


    De Hacia otra realidad (2000):


    CAMINO DE MI VENTANA

    Yo me eché a caminar por un camino
    que llevaba a la fábrica de luz.
    Un camino, además, que terminaba
    delante de mi casa, justamente
    al abrir la ventana que da al mar.
    Yo me fui convirtiendo, sin pensarlo,
    En un obrero más, de los que abría
    las más grandes compuertas invisibles,
    celestes transparencias, y engrasaba
    los émbolos más altos, las poleas
    que elaboraban la mañana atlántica.
    Después de mucho tiempo, tantos años
    de aprender el oficio, convertido
    en un obrero ya especializado,
    me fue confiado dar la luz del día.
    Como un profesional, yo me dedico
    a cumplir la faena encomendada
    apenas conocida por mi barrio.

    Yo me eché a caminar por un camino
    que termina delante mi ventana.
    Donde pulso la grande maquinaria.



    JARDÍN DÉLFICO

    Bartolomé Cairasco de Figueroa


    Delante de mi casa hay un jardín
    que va desde la playa al horizonte...
    del que soy su secreto jardinero.

    Enformo la hoja de agua verde. Ensavio.
    Y la espuma a la flor. Que centellee.
    Y enramo el oleaje con frutales.

    Todas las ramas dan, con sus espumas
    las más extrañas carnes vegetales,
    las frutas diferentes más azules,

    en donde predominan, deslumbrantes
    las flores del salitre, las más blancas,
    los almendros salinos invisibles.

    Y allá fuera, en el limpio, se levantan
    las aguas que germinan, jubilosas
    el árbol de la luz, el árbol blanco.

    Un jardín que cultivo, con esmero,
    que conozco despacio, trabajado
    sin que nadie se dé cuenta de nada.

    Porque los que me ven pisar descalzo
    las hierbas de la playa creen, ilusos,
    que voy pisando, distraído, el agua.



    EL OTRO LADO, EPIFANÍA

    El otro lado nunca es razonable.
    Hay que tenerlo en cuenta. No se puede,
    de ninguna manera, hacerlo lógico.
    Sin embargo, no queda más remedio
    que buscarle sentido, analogías,
    similitudes terrenales. Pero
    éstas son injerencias, que perturban.
    Porque ¿cómo explicar, de qué manera
    que aquella cinta de agua, que serpea,
    podría ser un río indefinido?
    Y si no es razonable, ¿por qué tienen
    que argumentarse espacios invisibles?
    Pero hay que intentarlo. Y ya, de vuelta
    dar señales, cifrar el territorio.
    Decir apenas nada es un gran logro.
    Emborronar alguna semejanza.
    Cada día se hace más patente
    el oscuro abordaje, tanteante,
    el término adecuado, familiar,
    aventadas palabras iniciales
    que son, del otro lado, epifanía.



    IGUALES DISTANCIAS DESIGUALES

    Cada día camino el mismo trecho
    que va de Punta Brava a Los Muellitos.
    El mismo trecho de la playa siempre.
    Mas cambian los volúmenes, de luz,
    los azules voltean los espacios,
    las nubes el blancor que las sostiene,
    la dirección del viento, también cambia
    el oleaje, su fragor se oye
    distinto a cada paso, mientras suelen
    las cumbres ladearse hasta la orilla.
    Y diría también que la distancia,
    el recorrido que hago exactamente
    se alarga o se reduce, manejable
    por extraña influencia, incomprensible.
    A veces tardo un rato en recorrer
    lo que otras veces, yendo al mismo paso
    la mañana entera. Desconozco
    por qué influjo se alarga, o bien se acorta,
    si doy los mismos pasos temporales.
    Todo cambia la luz, la playa, el viento,
    la nube, el oleaje, la distancia.



    EL BESO

    También los labios se me fueron una
    noche con tal de dar un largo beso.
    Se me echaron afuera, noche arriba
    a donde yo bien me sabía, deseosos
    de besar unos labios que dormían.

    Salieron de mi cara. Iba mi boca
    subiendo calle arriba, piso adentro
    hasta llegar al dormitorio, donde
    tus labios parecían esperarme,
    el agua de tu boca, desprendida
    de tu respiración, líquido sueño.

    Mis labios contemplaron largo rato
    a los tuyos dormidos. Se tendieron
    de lado en la almohada, de tal forma
    que al girar tu cabeza se quedaran
    encima de los míos acostados.
    Un largo beso hsta que amaneció.
    Única forma de besarte. Sabes.
    De besarte despierta. Tú lo sabes.
    Disimuladamente. Hasta dejarlos
    que regresen a casa con el día.



    POEMAS QUE ME SUEÑAN

    Entonces, a partir de algunos datos
    deduzco extrañas cifras, que se omiten.
    Deduzco, por ejemplo, que mis ojos
    sin tener, sin salirse de sus cuencas
    gozan de vida propia: leen dormidos.
    También mi mano sé, aunque no emigre,
    que vive por su lado la escritura,
    de mi muñeca afuera, desgajada;
    lo sé porque conozco, sorprendente,
    que escribo sobre sueños impensables:
    mis poemas soñados, por su cuenta.
    También leo dormido. Lo ignoraba.
    Un lenguaje que leo, indescifrable,
    que hablo de corrido, y balbuceo.
    Y son libros escritos casi siempre
    en ninguna escritura conocida.
    Los voy leyendo todos, biblioteca
    que son toda la noche, nunca impresos
    (los que prefiero, siempre), y escribiendo
    poemas como éste, los que nunca
    llegaría a pensar mi poesía.



    CIUDAD PINTADA

    Camino lienzo adentro, rodeado
    de espesa niebla y laca, algún barniz.
    Me adentro por las calles pinceladas
    llevándome tan sólo por mi tacto,
    pues palpo las paredes, el pigmento,
    las huellas de pinceles, rasgos, trazos;
    un aire que se empasta densamente
    cubriendo zonas altas, la colina.
    Y atravieso las plazas, desde el punto
    donde escasea la pintura; aparto
    las pocas casas hechas todavía.
    Camino lienzo adentro, por la acera,
    desconocidas calles que desaguan
    a la orilla del mar, sobre la playa
    el campo de color se difumina
    al llegar al final los arenales.
    Y me bajo del lienzo, por el otro
    lado ya de la tela atravesada,
    pisando manchas de pintura secas,
    los pinceles usados, y los tubos
    tirados por el suelo del estudio.


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    Manuel Padorno (1933-2002) Empty Re: Manuel Padorno (1933-2002)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 21 Jul 2024, 10:53

    .


    De El otro lado (2003):


    PIONERO

    No dejé de creer, en modo alguno,
    que llegaría a ver lo inexistente.
    Es trabajo imposible, que no ofrece
    nuinguna solución: el que prefiero.

    Comencé a desechar mirar antiguo.
    Y persistí: negarme a lo evidente.
    Que la mirada se fijara siempre
    donde faltara todo. Y la vacíe.

    Es un duro bregar, inconcebible.
    Me educación se interponía. Hachazos.
    Jamás me hablaron nunca, ni los sueños
    de que intentara ver lo que no había.

    Me empeñé en no ver nada todo el tiempo.
    Tozudamente decidido, errático
    en construirme una mirada nueva.

    Sugerentes, quisieron confundirme
    señales rezagadas, fraternales,
    embriagadoras ráfagas fugaces.

    Qué hermoso territorio virginal
    en donde entré. Yo soy el pionero. Piso
    lo inexistente por primera vez.



    LÓGICA NINGUNA

    Aquí quise encontrarme: donde estoy:
    lugar sin formas ni figura alguna,
    ni aspectos, modos: nada semejante.
    Hasta me hace dudar vivir aquí.

    Todo cuanto sucede impredecible.
    He llegado, por fin, a donde nada
    es razonable. En donde no hay manera
    alguna, en absoluto, de saber
    a ciencia cierta nada. Éste es el sitio.

    Abrumado por tanta complacencia,
    inverosímil construcción, tan grata,
    siento un placer extraño, que me hace
    seguir su propia lógica: ninguna.

    Nadie podrá creerlo, estoy seguro
    que lo más útil que se me ha sido dado
    -y me sirvió, me sirve, y utilizo-
    para vivir en plenitud, es ésta:

    la que me entrega, inexorablemente
    los datos implacables, todos juntos;
    todos en uno solo: el no tenerlos.

    Jamás tener ninguno todavía.



    YA ESTOY EN CASA

    Hace tiempo que vivo en ningún sitio.
    Ya me son familiares (sin rozarlas)
    paredes que no tiene, levantadas
    sin volumen alguno, transparentes;
    hechas con materiales apoyados
    unos lejos de otros imposibles.

    Sus muros no terminan ni su techo
    se logran ver; ignoro a qué distancia
    debe hallarse la puerta del verano
    y las ventanas de hojas otoñales.
    Y lo intenté saber. Nada les deja.
    Es un atrevimiento; pero vivo
    en la casa que sé que no existía.

    Jamás podré abarcarla, indefinida.
    Yo podría afirmar (siempre inseguro)
    que mide lo que yo he caminado,
    lo que me falta por andar y ver,
    lo que pensé y vi, y lo impensable.
    Podría claudicar, condescender
    a esas dimensiones; me contiene
    rabiosamente dar tan pobre idea.



    EL ASENTAMIENTO

    Estoy en una tierra virgen. Nadie
    pisó estas hierbas nunca: esta colina
    del robledal, frondosas transparencias,
    almendros de blancuras espumosos,
    los matorrales de cambiantes crestas,
    el mantillo, los brezos que serpean.

    Estoy en esta tierra virgen. Nadie,
    antes, llegó jamás a estas praderas.
    Ni se trillaron estos valles, campos
    para el cultivo, el grano diferente,
    el cereal más ignorado, extraño,
    ajeno de los surcos todavía.

    Estoy en esta tierra virgen. Quiero
    quedarme aquí. No hallé otra más fértil.
    Arar, sembrar los prados, con los bueyes
    de agua; segar esta demanda. Darle
    ya trato agrícola, feraz, que crezcan
    los más inigualables vegetales.

    Es el primer asentamiento. Nadie
    llegó nunca hasta aquí. Recogeré
    los más desconocidos cereales.



    EL OBJETO CARECE DE LO QUE ES

    La forma que no tiene está bien hecha.
    Perfectamente ahormada, minuciosa,
    pues se cuidaron todos los detalles
    hasta límites nunca imaginables.
    Jamás resalta un punto. De ese objeto
    no se echa en falta nada, ni siquiera
    -este trabajo ha sido realizado
    con suma imperfección- logra saberse
    lo que se pretendió al hacerlo:
    el objeto presente por ausencia.

    Es un trabajo inexplicable, exacto.
    Nunca se consiguió darle esa forma
    como hasta ahora; darle al objeto
    la que no tiene, pura orfebrería.

    Tampoco se sabrá nunca del todo
    qué clase de herramientas utilizo
    para hacer este tipo de trabajo

    con esa exactitud inconcebible.
    (Parecerá dudoso, pero sólo
    uso defectuosas e incapacez.)

    Únicamente así lo lograría.



    CONSTRUCCIÓN DEL PARQUE

    Ahora ya sé cómo hacer un parque
    en estas condiciones, tan distintas
    a los que conocí, colmados de árboles.
    Planté tan sólo sus olores. Y éstos
    transparentaban, todos, las figuras
    de donde procedían: troncos, ramas,
    hojas, flores, semillas y raíces.
    Al césped lo dejé a ras de suelo
    con sólo su frescor, y que corriera.
    Y abrí largo pasillo una vereda
    entre los últimos aromas, bullen
    en la hojarasca del otoño, secos.
    Y un banco de madera coloqué
    a mitad de camino, frente al río.
    Contemplar los olores, inhalarlos,
    respirar la humedad de los terrones
    y ver pasar el pájaro de vidrio.
    Me levanté. y seguí vereda abajo
    hasta llegar al lago, con sus cisnes.

    Mi trabajo, poner de amanecida
    los olores, sin que me vea nadie.



    EL PÁJARO HECHO COMPAÑÍA

    Una especie de pájaro invisible
    se posa donde siempre lo veía.
    Él sólo me acompaña. Viene a verme.

    Llega a ninguna hora. Puntualmente.
    Y se suele marchar, como ha venido
    a ninguna también. Levanta el vuelo.

    Yo lo acostumbro a ver por la mañana
    aunque no esté presente. O por la tarde
    cuando no viene nunca. Y él lo sabe.

    Sin embargo está aquí, a cualquier hora.
    Da igual que no lo vea. Él está allí.
    Es la forma que tiene que lo vea.

    Una especie de pájaro, que creo
    haberlo visto antes; me recuerda
    aquel que vi una vez mientras dormía.

    Él viene a verme siempre. Y me acompaña.
    Y si no sé de dónde viene es porque
    tampoco él lo sabe. Ni le importa.

    Tampoco a mí. Acaba de llegar.
    Se posa donde suele. En ningún sitio.
    En donde nunca siempre lo veía.


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    Manuel Padorno (1933-2002) Empty Re: Manuel Padorno (1933-2002)

    Mensaje por Amalia Lateano Dom 21 Jul 2024, 15:40

    Gracias a ti, Pedro, por
    compartir poemas de Manuel Padorno
    Sigo leyendo...

    Besos
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    Manuel Padorno (1933-2002) Empty Re: Manuel Padorno (1933-2002)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 22 Jul 2024, 00:53

    Muchas gracias por tu interés, Amalia.

    Un abrazo.
    Pedro


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    Manuel Padorno (1933-2002) Empty Re: Manuel Padorno (1933-2002)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 22 Jul 2024, 01:30

    .


    De Fantasía del retorno (2003):


    NO ESTÁ HECHO PARA COMPRENDER JAMÁS

    Que no, que no, que no. Olvida, olvida.
    No insistas más: olvida. No te esfuerces.
    No sigas por ahí, dándole vueltas,
    no pierdas más el tiempo; te lo ruego.
    Esto que ves, lo sé muy bien, entiende,
    todo cuanto estás viendo, cuanto escuchas,
    sí, todo lo que estás oyendo ahora,
    ese rumor, esa ruidosa luz;
    toda esa construcción, alada en vilo,
    con esas herramientas, y esas grúas,
    con toda clase de utensilios, muchos
    inigualables, todos incomprensibles,
    sin apariencias terrenales, basta
    fijarse bien para que notes, sepas
    sus diferencias, claras, sin igual:
    nada resulta ser, en realidad
    algo, parece, que se vio algún día,
    algo que oí, quizás, alguna vez.

    Este trabajo inmenso, este derroche:
    construir de esta forma, es algo que
    no está hecho para comprender jamás.



    LA GAVIOTA DECÍA

    Una gaviota blanca vuela siempre
    encima de mi casa. Me acompaña.
    Da vueltas día y noche, sin salirse
    del círculo: el espacio donde vivo.
    Alta ronda mi patio, la escalera
    que recorren las plantas, el pasillo
    que da a la biblioteca, donde baja
    entrando a los cristales interiores.
    Si subo a la azotea va, desciende
    hasta posarse junto a mí, muy cerca
    de donde estoy sentado viendo el mar.
    Sus ojos son azules cuando miran.
    Hablamos en silencio largo rato
    con palabras mentales, muy sonoras.
    Y vuelve a remontar, girando arriba,
    graznando cada vez lo que me dijo,
    insistiendo en los dicho, sus razones,
    avezadas razones personales.
    Su cántico rebosa; es una fiesta
    oírla, conversar de esa manera.
    El único lenguaje que entendía.



    MI TRABAJO

    Yo me levanto, en plena madrugada
    a trabajar en algo que la gente
    jamás sabrá, lo ignora totalmente:
    poner la playa justo donde siempre.
    La realidad existente. Hay un momento
    que todo se retira: es por la noche.
    Algunas cosas lo hacen febrilmente,
    por ejemplo, los árboles del parque,
    como también algunos instrumentos
    musicales, algunas barcas, pájaros
    azules, ciertos vientos se repliegan
    después de medianoche, hasta ocultarse
    algunas horas, sin saber adónde.
    Mi trabajo consiste, riguroso,
    en un instante de la madrugada,
    en colocar la playa Las Canteras
    sobre su mismo sitio, donde siempre.
    Ponerla a tiempo, justo un poco antes,
    un poco antes justo, de que alguien
    comience a dar un paso, a descender
    escaleras abajo de la playa.



    EL RESPIRO

    Sin saberlo siquiera fui aprendiendo
    a cómo respirar por todo el cuerpo.
    Es un largo trabajo. Se consigue
    aprendiendo a saber cada vez menos.
    Buscando, sí, un embelesamiento
    fastuoso, un disfrute solar,m pleno,
    atlántico. Bebiendo lu8z. Sorbiendo
    llamas. Nublado el ojo, ciego, ahíto
    de claridad, de aéreas turbulencias
    donde me voy dejando convulsiones,
    eléctricos desgarros sensoriales;
    voy dejando rumores cereb5rales,
    que te am asan, voltean venas, nervios,
    turbándome cegado, el que propicia
    el sopor imposible. Cuándo, cómo
    aprender ese oficio, tanteante,
    respirar con el cuerpo, por la sangre,
    por los poros hambrientos, los humores
    aventados, sabores, los olores
    en el respiradero corporales.



    CAMINO DE PERFECCIÓN

    A veces sólo quiero hacer de mí
    un idiota perfecto, el más perfecto,
    costosamente, cueste lo que cueste;
    perfectamente idiota, a ciencia cierta
    embobado baldío: el más iluso.
    Me cuesta serlo. Cada día aprendo
    un poco más a costa, por ejemplo
    de no entender ningunas exigencias,
    ni las buenas razones, por si acaso.
    Me voy perfeccionando, matemático
    sin lograrlo del todo, tardo, torpe.
    Me afeo entonces. Quemo cuanto sé.
    Procuro detestarme abiertamente
    formal, mortal, mental, incorregible.
    Estudio para serlo. De verdad.
    Engañado por nadie. A quien perdono.
    Un idiota perfecto. Consumado.
    Y entonces utilizo, bravamente
    toda mi ingenuidad perplejo, ahíta.
    mi manera de ser, anonadado,
    toda mi tontería e idiotez
    hasta tratar de convencer a nadie.



    PASTORAL

    Cerca de donde vivo, sin destino
    un rebaño de rocas duerme echado
    en la orilla final. Yo lo apaciento.
    Me preocupo por ellas, les pregunto
    por su salud marítima, orbitales
    gocen calor o frío, si les quedan
    hierbas de alrededor, el chorro azul.
    Es un rebaño inmóvil. También veo
    a otras bestias astrales, pacen lejos;
    a todas las visito, cuido, mimo,
    las acaricio bravas, y apaciguo.
    Animales de piedra. Encariñados
    desde que entré; se muestran fieles, dóciles.
    y cuando el mar embiste por las altas
    colinas -oceánicas bravuras-
    mugen feroces, braman estelares.
    No así en la bajamar, dulce reato,
    pasturaje su musgo silencioso.
    A todas hablo, peñas de relance,
    y las amanso líquidas adentro
    queridos animales siderales.



    MI PEQUEÑO PAÍS

    Mi pequeño país, la luz atlántica,
    rebosante de azules conocidos,
    también desconocidos, desiguales;
    sus incesantes fábricas producen
    los azules celestes y marinos.

    La luz es mi país; en donde tengo
    la colección más grande de oleajes,
    de volcanes y arenas oceánicas,
    de vientos principales, los alisios,
    marítimas campiñas vegetales,
    entristecido a veces, la sequía.

    Patria mía de luz, afortunadas,
    las ventanas abiertas para siempre,
    cielos continentales, nuestra casa
    en mitad del océano, bañada
    por inmensas mareas estelares.

    Un país muy despacio, todavía,
    hecho durante siglos, desde fuera,
    desde dentro también, con la paciencia.

    Mi pequeño país, islas de luz,
    de celestes, marítimos azules.



    CANCIÓN ATLÁNTICA

    He trabajado en una carretera.
    También he construido un árbol. Una
    gaviota. Un pez. La luna al mediodía.
    Tallé la nube rosa. También tuve
    que edificar un vaso. Fabricar
    algunos animales invisibles,
    el pájaro de vidrio, enjalbegar
    los cielos amarillos más azules.
    Frecuenté lo infrecuente, decidido.
    Y liberé mis manos, pies, orejas.
    Construí sobre el agua. Cuerpo de agua.
    Una patria oceánica. Una playa.
    Fui a trabajar en lo que no se ve.
    En otras realidades: el desvío.
    Una luz diferente. Y tuve fiebre;
    enfermé saludable, estremecido,
    de la fiebre más sana todavía.
    Trabajé la canción. Envida misma.
    Una canción atlántica. Salubre.
    El más dulce salitre, el más salado
    de todos los azúcares azules.


    MANUEL PADORNO, Canción atlántica. Los cuatro libros de poesía 1997-2002, Tusquets, 2003.


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    Manuel Padorno (1933-2002) Empty Re: Manuel Padorno (1933-2002)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Ayer a las 04:41

    .


    Cuatro poemas más de Manuel Padorno:


    SOY QUIEN PONE EN MARCHA LA MAÑANA

    Así que pongo en marcha la mañana
    atlántica, con todo su engranaje,
    las compuertas se abren, estruendosas,
    los grandes portalones celestiales,
    levantados paneles invisibles,
    émbolos infinitos que remueven
    los espacios cerrados, los desplazo
    ahuyentando las sombras, con violencia
    hacia zonas azules, que penetre
    en grandes cantidades oceánicas
    la luz por todas partes cada día.
    Un inmenso trabajo, indescriptible.
    Aparte de cumplir todos los pasos
    soy también quien los goza, pues me entrego
    a su contemplación, su turbulencia,
    la cantidad más grande concebida,
    inmensa maquinaria puesta a punto
    cada mañana, desde mi ventana.
    Insólito espectáculo. Para luego
    dejar que todo marche, que transcurra
    según los apetitos espaciales.



    LA CAMPIÑA MARINA

    Al abrir la ventana, que da al mar,
    la fragancia del campo florecido
    confunde los sentidos, los trasvasa.
    La campiña marítima se extiende
    en plena ebullición transformadora.
    Espacio recién hecho, deslumbrante
    de los campos marinos verdecidos:
    los bosques oceánicos, las selvas
    de las altas mareas vegetales,
    los árboles de luz, prados acuáticos,
    oleajes de alfalfa, los sembrados
    de espuma, los trigales salineros,
    hierbas azules, verdes olas fértiles.

    Al abrir la ventana, que da al mar,
    florece la llanura luminosa,
    atlántica campiña interminable,
    marejadas praderas insulares,
    las gavias salitrosas cereales.

    Abierta la ventana, de la luz
    la playa corre abajo, solitaria
    caminada descalzo cada día.


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