Aires de Libertad

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    Mensaje por Angel Dom 26 Abr 2009, 04:14

    Manuel Acuña, otro de los grandes poetas Mexicanos, que aun perdura en la mente de muchos Mexicanos, espero que les guste.
    su  famoso poema  El Nocturno a Rosario,  habla por si  mismo de la calidad y belleza y de la sencillez de este enorme poeta

    espero les agrade.

    Carlos Sifuentes



    Manuel Acuña



    Poeta mexicano nacido en Saltillo, Coahuila, en 1849.
    A los veinte años de edad inició su carrera poética  con una elegía a la muerte de su compañero y amigo
    Eduardo Alzúa. En el mismo año,  fundó en compañía de varios intelectuales la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl,
    en el seno de la cual dio a conocer sus primeros versos.
    En 1871 fue reconocido por la crítica por su drama El Pasado, publicado en un folleto del periódico La Iberia
    intitulado Ensayos literarios de la Sociedad Nezahualcóyotl. Este folleto contenía además once de sus poemas
    y su famoso Nocturno a Rosario, inspirado en el gran amor de su vida, Rosario de la Peña, quien estuvo íntimamente
    ligada a sus últimos años y pesó tanto en su ánimo que mucho tuvo que ver con su trágica muerte.
    Su obra poética está compuesta por poemas amorosos y satíricos, contenidos en la publicación Donde las dan las toman
    y en una edición póstuma aparecida en el año 1874.
    Se quitó la vida en diciembre de 1873







    "Nocturno a Rosario"
    por Manuel Acuña
    (1849-1873)
    El poeta se suicidó a los 24 años
    por causa de este fatal amor
    con una mujer casada.


    Pues bien, yo necesito
    decirte que te adoro,
    decirte que te quiero
    con todo el corazón;
    que es mucho lo que sufro,
    que es mucho lo que lloro,
    que ya no puedo tanto,
    y al grito que te imploro
    te imploro y te hablo en nombre
    de mi última ilusión.
    De noche cuando pongo
    mis sienes en la almohada,
    y hacia otro mundo quiero
    mi espíritu volver,
    camino mucho, mucho
    y al fin de la jornada
    las formas de mi madre
    se pierden en la nada,
    y tú de nuevo vuelves
    en mi alma a aparecer.
    Comprendo que tus besos
    jamás han de ser míos;
    comprendo que en tus ojos
    no me he de ver jamás;
    y te amo, y en mis locos
    y ardientes desvaríos
    bendigo tus desdenes,
    adoro tus desvíos,
    y en vez de amarte menos
    te quiero mucho más.
    A veces pienso en darte
    mi eterna despedida,
    borrarte en mis recuerdos
    y huir de esta pasión;
    mas si es en vano todo
    y mi alma no te olvida,
    ¡qué quieres tú que yo haga
    pedazo de mi vida;
    qué quieres tú que yo haga
    con este corazón!
    Y luego que ya estaba?
    concluido el santuario,
    la lámpara encendida
    tu velo en el altar,
    el sol de la mañana
    detrás del campanario,
    chispeando las antorchas,
    humeando el incensario,
    y abierta allá a lo lejos
    la puerta del hogar...
    Yo quiero que tú sepas
    que ya hace muchos días
    estoy enfermo y pálido
    de tanto no dormir;
    que ya se han muerto todas
    las esperanzas mías;
    que están mis noches negras,
    tan negras y sombrías
    que ya no sé ni dónde
    se alzaba el porvenir.
    ¡Que hermoso hubiera sido
    vivir bajo aquel techo.
    los dos unidos siempre
    y amándonos los dos;
    tú siempre enamorada,
    yo siempre satisfecho,
    los dos, un alma sola,
    los dos, un solo pecho,
    y en medio de nosotros
    mi madre como un Díos!
    ¡Figúrate qué hermosas
    las horas de la vida!
    ¡Qué dulce y bello el viaje
    por una tierra así!
    Y yo soñaba en eso,
    mi santa prometida,
    y al delirar en eso
    con alma estremecida,
    pensaba yo en ser bueno
    por ti, no más por ti.
    Bien sabe Díos que ése era
    mi más hermoso sueño,
    mi afán y mi esperanza,
    mi dicha y mi placer;
    ¡bien sabe Díos que en nada
    cifraba yo mi empeño,
    sino en amarte mucho
    en el hogar risueño
    que me envolvió en sus besos
    cuando me vio nacer!
    Esa era mi esperanza...
    mas ya que a sus fulgores
    se opone el hondo abismo
    que existe entre los dos,
    ¡adiós por la última vez,
    amor de mis amores;
    la luz de mis tinieblas,
    la esencia de mis flores,
    mi mira de poeta,
    mi juventud, adiós!





    --------------------------------------------------------------------------------
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    Mensaje por Ignacio Bellido Dom 26 Abr 2009, 09:04

    Muy importante que se vayan dando a conocer en este Foro aquellos grandes escritores que no han sido tan mediáticos como otros, pero que su calidad puede o suele estar por encima.
    Gracias de nuevo
    Ignacio Bellido
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    Mensaje por Maria Lua Dom 26 Abr 2009, 19:50

    Gracias, Carlos, por presentarnos
    el poeta mexicano Manuel Acuña...
    un hermoso poema romántico...
    Un abrazo
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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 12:55

    Vuelvo a Manuel Acuña, poeta mexicano.


    A Asunción

    Mire usted, Asunción: aunque algún ángel
    metiéndose envidioso,
    conciba allá en el cielo el mal capricho
    de venir por la noche a hacerle el oso
    y en un acto glorioso
    llevársela de aquí, como le ha dicho
    no sé qué nigromante misterioso,
    no vaya usted, por Dios, a hacerle caso,
    ni a dar con el tal ángel un mal paso;
    estése usted dormida,
    debajo de las sábanas metida,
    y deje usted que la hable
    y que la vuelva a hablar y que se endiable,
    que entonces con un dedo
    puesto sobre otro en cruz, ¡afuera miedo!

    No vaya usté a rendirse
    ante el ruego o las lágrimas y a irse...
    que donde usted nos deje
    por seguir en el vuelo a su Tenorio,
    después irá a llorar al purgatorio
    sin tener quien la mime, aunque se queje...

    Conque mucho cuidado
    si siente usted un ángel a su lado,
    que yo, como su amigo,
    con tal que usted, Asunción, me lo permita,
    le aconsejo y le digo
    que después de Rosario y Margarita
    no admita usted más ángeles consigo.

    Estése usted con ellas
    compartiendo delicias e ilusiones
    todas las horas tienen que ser bellas;
    viva usted muchos años
    (como un humilde criado le diría)
    y mañana que sola o entre extraños
    se encuentre por desgracia en este día,
    si busca usted una alma que la ame,
    llame usted a mi pecho, y conque llame,
    si no estoy muerto encontrará la mía.






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    MANUEL ACUÑA (1849-1873) Empty Re: MANUEL ACUÑA (1849-1873)

    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 12:55

    A CH...

    Si supieras, niña ingrata,
    lo que mi pecho te adora;
    si supieras que me mata
    la pasión que por ti abrigo;
    tal vez, niña encantadora,
    no fueras tan cruel conmigo.

    Si supieras que del alma
    con tu desdén ha volado
    fugaz y triste la calma,
    y que te amo más mil veces,
    que las violetas al prado
    y que a los mares los peces;

    tal vez entonces, hermosa,
    oyeras el triste acento
    de mi querella amorosa;
    y atendiendo a mi reclamo,
    mitigaras mi tormento
    con un beso y un "yo te amo".

    Si supieras, dulce dueño,
    que tú eres del alma mía
    el solo y único sueño;
    y que al mirar tus enojos,
    la ruda melancolía
    baña en lágrimas mis ojos;

    tal vez entonces me amaras,
    y con tus labios de niño
    mis labios secos besaras;
    y cariñosa y sonriente
    a mi constante cariño
    no fueras indiferente.

    Ámame, pues, niña pura
    ya que has oído el acento
    del que idolatrarte jura;
    y atendiendo a mi reclamo,
    ven y calma mi tormento
    con un beso y un "yo te amo".



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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 12:56

    A un arroyo

    A mi hermano Juan de Dios Peza

    Cuando todo era flores tu camino,
    cuando todo era pájaros tu ambiente,
    cediendo de tu curso a la pendiente
    todo era en ti fugaz y repentino.

    Vino el invierno con sus nieblas vino
    el hielo que hoy estanca tu corriente,
    y en situación tan triste y diferente
    ni aún un pálido sol te da el destino.

    Y así en la vida el incesante vuelo
    mientras que todo es ilusión, avanza
    en sólo una hora cuanto mide un cielo;

    Y cuando el duelo asoma en lontananza
    entonces como tú cambiada en hielo
    no puede reflejar ni la esperanza.



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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 12:56

    A una flor

    Cuando tu broche apenas se entreabría
    para aspirar la dicha y el contento
    ¿te doblas ya y cansada y sin aliento,
    te entregas al dolor y a la agonía?

    ¿No ves, acaso, que esa sombra impía
    que ennegrece el azul del firmamento
    nube es tan sólo que al soplar el viento,
    te dejará de nuevo ver el día?...

    ¡Resucita y levántate!... Aún no llega
    la hora de que en el fondo de tu broche
    des cabida al pesar que te doblega.

    Injusto para el sol es tu reproche,
    que esa sombra que pasa y que te ciega,
    es una sombra, pero aún no es la noche.


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    MANUEL ACUÑA (1849-1873) Empty Re: MANUEL ACUÑA (1849-1873)

    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 12:57

    Adiós

    A...

    Después de que el destino
    me ha hundido en las congojas
    del árbol que se muere
    crujiendo de dolor,
    truncando una por una
    las flores y las hojas
    que al beso de los cielos
    brotaron de mi amor.

    Después de que mis ramas
    se han roto bajo el peso
    de tanta y tanta nieve
    cayendo sin cesar,
    y que mi ardiente savia
    se ha helado con el beso
    que el ángel del invierno
    me dio al atravesar.

    Después... es necesario
    que tú también te alejes
    en pos de otras florestas
    y de otro cielo en pos;
    que te alces de tu nido,
    que te alces y me dejes
    sin escuchar mis ruegos
    y sin decirme adiós.

    Yo estaba solo y triste
    cuando la noche te hizo
    plegar las blancas alas
    para acogerte a mí,
    entonces mi ramaje
    doliente y enfermizo
    brotó sus flores todas
    tan solo para ti.

    En ellas te hice el nido
    risueño en que dormías
    de amor y de ventura
    temblando en su vaivén,
    y en él te hallaban siempre
    las noches y los días
    feliz con mi cariño
    y amándote también...

    ¡Ah! nunca en mis delirios
    creí que fuera eterno
    el sol de aquellas horas
    de encanto y frenesí;
    pero jamás tampoco
    que el soplo del invierno
    llegara entre tus cantos,
    y hallándote tú aquí...

    Es fuerza que te alejes...
    rompiéndome en astillas;
    ya siento entre mis ramas
    crujir el huracán,
    y heladas y temblando
    mis hojas amarillas
    se arrancan y vacilan
    y vuelan y se van...

    Adiós, paloma blanca
    que huyendo de la nieve
    te vas a otras regiones
    y dejas tu árbol fiel;
    mañana que termine
    mi vida oscura y breve
    ya solo tus recuerdos
    palpitarán sobre él.

    Es fuerza que te alejes
    del cántico y del nido
    tu sabes bien la historia
    paloma que te vas...
    El nido es el recuerdo
    y el cántico el olvido,
    el árbol es el siempre
    y el ave es el jamás.

    Adiós mientras que puedes
    oír bajo este cielo
    el último ¡ay! del himno
    cantado por los dos...
    Te vas y ya levantas
    el ímpetu y el vuelo,
    te vas y ya me dejas,
    ¡paloma, adiós, adiós!



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    MANUEL ACUÑA (1849-1873) Empty Re: MANUEL ACUÑA (1849-1873)

    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 12:57

    Adiós a México

    Escrita para la Sra. Cayrón
    y leída por ella en una función
    de despedida.

    Pues que del destino en pos
    débil contra su cadena,
    frente al deber que lo ordena
    tengo que decirte adiós;

    Antes que mi boca se abra
    para dar paso a este acento,
    la voz de mi sentimiento
    quiere hablarte una palabra.

    Que muy bien pudiera ser
    que cuando de aquí me aleje,
    al decirte adiós, te deje
    para no volverte a ver.

    Y así entre el mal con que lucho
    y que en el dolor me abisma,
    quiero decirte yo misma,
    sepas que te quiero mucho.

    Que enamorada de ti
    desde antes de conocerte,
    yo vine sólo por verte,
    y al verte te puse aquí.

    Que mi alma reconocida
    te adora con loco empeño,
    porque tu amor era el sueño
    más hermoso de mi vida.

    Que del libro de mi historia
    te dejo la hoja más bella,
    porque en esa hoja destella
    tu gloria más que mi gloria.

    Que soñaba en no dejarte
    sino hasta el postrer momento,
    partiendo mi pensamiento
    entre tu amor y el del arte.

    Y que hoy ante esa ilusión
    que se borra y se deshace,
    siento ¡ay de mí! que se hace
    pedazos mi corazón...

    Tal vez ya nunca en mi anhelo
    podré endulzar mi tristeza
    con ver sobre mi cabeza
    el esplendor de tu cielo.

    Tal vez ya nunca a mi oído
    resonará en la mañana,
    la voz del ave temprana
    que canta desde su nido.

    Y tal vez en los amores
    con que te adoro y admiro
    estas flores que hoy aspiro
    serán las últimas flores...

    Pero si afectos tan tiernos
    quiere el destino que deje,
    y que me aparte y me aleje
    para no volver a vernos;

    Bajo la luz de este día
    de encanto inefable y puro
    al darte mi adiós te juro,
    ¡oh dulce México mío!

    Que si él con sus fuerzas trunca
    todos los humanos lazos,
    te arrancará de mis brazos
    ¡pero de mi pecho, nunca!


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    MANUEL ACUÑA (1849-1873) Empty Re: MANUEL ACUÑA (1849-1873)

    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 12:58

    Amor

    ¡Amar a una mujer, sentir su aliento,
    y escuchar a su lado
    lo dulce y armonioso de su acento;
    tener su boca a nuestra boca unida
    y su cuello en el nuestro reclinado,
    es el placer mas grato de la vida,
    el goce mas profundo
    que puede disfrutarse sobre el mundo!

    Porque el amor al hombre es tan preciso,
    como el agua a las flores,
    como el querube ardiente al paraíso;
    es el prisma de mágicos colores
    que transforma y convierte
    las espinas en rosas,
    y que hace bella hasta la misma muerte
    a pesar de sus formas espantosas.

    Amando a una mujer, olvida el hombre
    hasta su misma esencia,
    sus deberes mas santos y su nombre;
    no cambia por el cielo su existencia;
    y con su afán y su delirio, loco,
    acaricia sonriendo su creencia,
    y el mundo entero le parece poco...
    Quitadle al zenzontle la armonía,
    y al águila su vuelo,
    y al iluminar espléndido del día
    el azul pabellón del ancho cielo,
    y el mundo seguirá... Más la criatura,
    del amor separada
    morirá como muere marchitada
    la rosa blanca y pura
    que el huracán feroz deja tronchada;
    como muere la nube y se deshace
    en perlas cristalinas
    cuando le hace falta un sol que la sostenga
    en la etérea región de las ondinas.

    ¡Amor es Dios!, a su divino fiat
    brotó la tierra con sus gayas flores
    y sus selvas pobladas
    de abejas y de pájaros cantores,
    y con sus blancas y espumosas fuentes
    y sus limpias cascadas
    cayendo entre las rocas a torrentes;
    brotó sin canto ni armonía...

    Hasta que el beso puro de Adán y Eva,
    resonando en el viento,
    enseñó a las criaturas ese idioma,
    ese acento magnífico y sublime
    con que suspira el cisne cuando canta
    y la tórtola dulce cuando gime,
    ¡Amor es Dios!, y la mujer la forma
    en que encarna su espíritu fecundo;
    él es el astro y ella su reflejo,
    él es el paraíso y ella el mundo...

    Y vivir es amar. A quien no ha sentido
    latir el corazón dentro del pecho
    del amor al impulso,
    no comprende las quejas de la brisa
    que vaga entre los lirios de la loma,
    ni de la virgen casta la sonrisa
    ni el suspiro fugaz de la paloma.

    ¡Existir es amar! Quien no comprende
    esa emoción dulcísima y suave,
    esa tierna fusión de dos criaturas
    gimiendo en un gemido,
    en un goce gozando
    y latiendo en unísono latido...
    Quien no comprende ese placer supremo,
    purísimo y sonriente,
    ése miente si dice que ha vivido;
    si dice que ha gozado, miente.

    Y el amor no es el goce de un instante
    que en su lecho de seda
    nos brinda la ramera palpitante;
    no es el deleite impuro
    que hallamos al brillar una moneda
    del cieno y de la infamia entre lo oscuro;
    no es la miel que provoca
    y que deja, después que la apuramos,
    amargura en el alma y en la boca...

    Pureza y armonía,
    ángeles bellos y hadas primorosas
    en un Edén de luz y de poesía,
    en un pensil de nardos y de rosas,
    Todo es el amor.
    Mundo en que nadie
    llora o suspira sin hallar un eco;
    fanal de bienandanza
    que hace que siempre ante los ojos radie
    la viva claridad de una esperanza.

    El amor es la gloria,
    la corona esplendente
    con que sueña el genio de alma grande
    que pulsa el arpa o el acero blande,
    la virgen sonriente.
    El Petrarca sin Laura,
    no fuera el vate del sentido canto
    que hace brotar suspiros en el pecho
    y en la pupila llanto.
    Y el Dante sin Beatriz no fuera el poeta
    a veces dulce y tierno,
    y a veces grande, aterrador y ronco
    como el cantor salido del infierno...

    Y es que el amor encierra
    en su forma infinita
    cuanto de bello el universo habita,
    cuanto existe de ideal sobre la tierra.
    Amor es Dios, el lazo que mantiene
    en constante armonía
    los seres mil de la creación inmensa;
    y la mujer la diosa,
    la encarnación sublime y sacrosanta
    que la pradera con su olor inciensa
    y que la orquesta del Supremo canta,
    ¡Y salve, amor! emanación divina...

    ¡Tú, mas blanca y mas pura
    que la luz de la estrella matutina!
    ¡Salve, soplo de Dios!...
    Y cuando mi alma
    deje de ser un templo a la hermosura,
    ven a arrancarme el corazón del pecho
    ven a abrir a mis pies la sepultura.



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    MANUEL ACUÑA (1849-1873) Empty Re: MANUEL ACUÑA (1849-1873)

    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 12:59

    Hojas secas

    I
    Mañana que ya no puedan
    encontrarse nuestros ojos,
    y que vivamos ausentes,
    muy lejos uno del otro,
    que te hable de mí este libro
    como de ti me habla todo.

    II
    Cada hoja es un recuerdo
    tan triste como tierno
    de que hubo sobre ese árbol
    un cielo y un amor;
    reunidas forman todas
    el canto del invierno,
    la estrofa de las nieves
    y el himno del dolor.

    III
    Mañana a la misma hora
    en que el sol te besó por vez primera,
    sobre tu frente pura y hechicera
    caerá otra vez el beso de la aurora;
    pero ese beso que en aquel oriente
    cayó sobre tu frente solo y frío,
    mañana bajará dulce y ardiente,
    porque el beso del sol sobre tu frente
    bajará acompañado con el mío.

    IV
    En Dios le exiges a mi fe que crea,
    y que le alce un altar dentro de mí.
    ¡Ah! ¡Si basta no más con que te vea
    para que yo ame a Dios, creyendo en ti!

    V
    Si hay algún césped blando
    cubierto de rocío
    en donde siempre se alce
    dormida alguna flor,
    y en donde siempre puedas
    hallar, dulce bien mío,
    violetas y jazmines
    muriéndose de amor;

    yo quiero ser el césped
    florido y matizado
    donde se asienten, niña,
    las huellas de tus pies;
    yo quiero ser la brisa
    tranquila de ese prado
    para besar tus labios
    y agonizar después.

    Si hay algún pecho amante
    que de ternura lleno
    se agite y se estremezca
    no más para el amor,
    yo quiero ser, mi vida,
    yo quiero ser el seno
    donde tu frente inclines
    para dormir mejor.

    Yo quiero oír latiendo
    tu pecho junto al mío,
    yo quiero oír qué dicen
    los dos en su latir,
    y luego darte un beso
    de ardiente desvarío,
    y luego... arrodillarme
    mirándote dormir.

    VI
    Las doce... ¡adiós...! Es fuerza que me vaya
    y que te diga adiós...
    Tu lámpara está ya por extinguirse,
    y es necesario.
    -Aún no-.
    Las sombras son traidoras, y no quiero
    que al asomar el sol,
    se detengan sus rayos a la entrada
    de nuestro corazón...
    -Y, ¿qué importan las sombras cuando entre ellas
    queda velando Dios?
    -¿Dios? ¿Y qué puede Dios entre las sombras
    al lado del amor?
    -Cuando te duermas ¿me enviarás un beso?
    -¡Y mi alma!
    -¡Adiós...!
    -¡Adiós...!

    VII
    Lo que siente el árbol seco
    por el pájaro que cruza
    cuando plegando las alas
    baja hasta sus ramas mustias,
    y con sus cantos alegra
    las horas de su amargura;
    lo que siente pro el día
    la desolación nocturna
    que en medio de sus angustias,
    ve asomar con la mañana
    de sus esperanzas una;
    lo que sienten los sepulcros
    por la mano buena y pura
    que solamente obligada
    por la piedad que la impulsa,
    riega de flores y de hojas
    la blanca lápida muda,
    eso es al amarte mi alma
    lo que siente por la tuya,
    que has bajado hasta mi invierno,
    que has surgido entre mi angustia
    y que has regado de flores
    la soledad de mi tumba.

    Mi hojarasca son mis creencias,
    mis tinieblas son la duda,
    mi esperanza es el cadáver,
    y el mundo mi sepultura...
    Y como de entre esas hojas
    jamás retoña ninguna;
    como la duda es el cielo
    de una noche siempre oscura,
    y como la fe es un muerto
    que no resucita nunca,
    yo no puedo darte un nido
    donde recojas tus plumas,
    ni puedo darte un espacio
    donde enciendas tu luz pura,
    ni hacer que mi alma de muerto
    palpite unida a la tuya;
    pero si gozar contigo
    no ha de ser posible nunca,
    cuando estés triste, y en el alma
    sientas alguna amargura,
    yo te ayudaré a que llores,
    yo te ayudaré a que sufras,
    y te prestaré mis lágrimas
    cuando se acaben las tuyas.

    VIII
    1
    Aún más que con los labios
    hablamos con los ojos;
    con los labios hablamos de la tierra,
    con los ojos del cielo y de nosotros.

    2
    Cuando volví a mi casa
    de tanta dicha loco,
    fue cuando comprendí muy lejos de ella
    que no hay cosa más triste que estar solo.

    3
    Radiante de ventura,
    frenético de gozo,
    cogí una pluma, le escribí a mi madre,
    y al escribirle se lo dije todo.

    4
    Después, a la fatiga
    cediendo poco a poco,
    me dormí y al dormirme sentí en sueños
    que ella me daba un beso y mi madre otro.

    5
    ¡Oh sueño, el de mi vida
    más santo y más hermoso!
    ¡Qué dulce has de haber sido cuando aun muerto
    gozo con tu recuerdo de este modo!

    IX
    Cuando yo comprendí que te quería
    con toda la lealtad de mi corazón,
    fue aquella noche en que al abrirme tu alma
    miré hasta su interior.
    Rotas estaban tus virgíneas alas
    que ocultaba en sus pliegues un crespón
    y un ángel enlutado cerca de ellas
    lloraba como yo.
    Otro tal vez, te hubiera aborrecido
    delante de aquel cuadro aterrador;
    pero yo no miré en aquel instante
    más que mi corazón;
    y te quise tal vez por tus tinieblas,
    y te adoré, tal vez, por tu dolor,
    ¡que es muy bello poder decir que el alma
    ha servido de sol...!

    X
    Las lágrimas del niño
    la madre enjuga,
    las lágrimas del hombre
    las seca la mujer...
    ¡Qué tristes las que brotan
    y bajan por la arruga,
    del hombre que está solo,
    del hijo que está ausente,
    del ser abandonado
    que llora y que no siente
    ni el beso de la cuna,
    ni el beso del placer!

    XI
    ¡Cómo quieres que tan pronto
    olvide el mal que me has hecho,
    si cuando me toco el pecho
    la herida me duele más!
    Entre el perdón y el olvido
    hay una distancia inmensa;
    yo perdonaré la ofensa;
    pero olvidarla... ¡jamás!

    XII
    ¡Ah, gloria! ¡De qué me sirve
    tu laurel mágico y santo,
    cuando ella no enjuga el llanto
    que estoy vertiendo sobre él!
    ¡De qué me sirve el reflejo
    de tu soñada corona!
    ¡cuando ella no me perdona
    ni en nombre de ese laurel!

    XIII
    La que a la luz de sus ojos
    despertó mi pensamiento,
    la que al amor de su acento
    encendió en mí la pasión;
    muerta para el mundo entero
    y aun para ella misma muerta,
    solamente está despierta
    dentro de mi corazón.

    XIV
    El cielo muy negro, y como un velo
    lo envuelve en su crespón la oscuridad;
    con una sombra más sobre ese cielo
    el rayo puede desatar su vuelo
    y la nube cambiarse en tempestad.

    XV
    Oye, ven a ver las naves,
    están vestidas de luto,
    y en vez de las golondrinas
    están graznando los búhos. . .
    El órgano está callado,
    el templo solo y oscuro,
    sobre el altar... ¿y la virgen
    por qué tiene el rostro oculto?
    ¿Ves?... en aquellas paredes
    están cavando un sepulcro,
    y parece como que alguien
    solloza allí, junto al muro.
    ¿Por qué me miras y tiemblas?
    ¿Por qué tienes tanto susto?
    ¿Tú sabes quién es el muerto?
    ¿Tú sabes quién fue el verdugo?



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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:00

    La ausencia del olvido

    A Lola

    Iba llorando la Ausencia
    Con el semblante abatido
    Cuando se encontró en presencia
    Del Olvido,
    Que al ver su faz marchitada,
    Le dijo con voz turbada:
    Sin colores,
    -"Ya no llores niña bella,
    ya no llores.
    Que si tu contraria estrella
    Te oprime incansable y ruda
    Yo te prometo mi ayuda
    Contra tu mal y contra ella".

    Oyó la Ausencia llorando
    La propuesta cariñosa,
    Y los ojos enjugando
    Ruborosa,
    -"Admito desde el momento
    buen anciano".
    Le dijo con dulce acento.
    "Admito lo que me ofreces
    y que en vano
    he buscado tantas veces,
    yo que triste y sin ventura,
    la copa de la amargura
    he apurado hasta las heces"

    Desde entonces, Lola bella,
    Cariñosa y anhelante
    Vive el Olvido con ella,
    Siempre amante;
    Y la Ausencia ya ni gime,
    Ni doliente
    Recuerda el mal que la oprime;
    Que un amor ha concebido
    Tan ardiente
    Por el anciano querido,
    Que si sus penas resiste,
    Suspira y llora muy triste
    Cuando la deja el Olvido.




    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:00

    La brisa

    A mi querido amigo J.C. Fernández

    Aliento de la mañana
    que vas robando en tu vuelo
    la esencia pura y temprana
    que la violeta lozana
    despide en vapor al cielo.

    Dime, soplo de la aurora,
    brisa inconstante y ligera,
    ¿vas por ventura a esta hora
    al valle que te enamora
    y que gimiendo te espera?

    ¿O vas acaso a los nidos
    de los jilgueros cantores
    que en la espesura escondidos
    te aguardan medio adormidos
    sobre sus lechos de flores?

    ¿O vas anunciando acaso,
    sopla del alba naciente,
    al murmurar de tu paso,
    que el muerto sol del ocaso
    se alza un niño en Oriente?

    Recoge tus leves alas,
    brisa pura del Estío,
    que los perfumes que exhalas
    vas robando entre las galas
    de las violetas del río.

    Detén tu fugaz carrera
    sobre las risueñas flores
    de la loma y la pradera,
    y ve a despertar ligera
    al ángel de mis amores.

    Y dile, brisa aromada,
    con tu murmullo sonoro,
    que ella es mi ilusión dorada,
    y que en mi pecho grabada
    como a mi vida la adoro.










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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:01

    La felicidad

    Un cielo azul de estrellas
    brillando en la inmensidad;
    un pájaro enamorado
    cantando en el florestal;
    por ambiente los aromas
    del jardín y el azahar;
    junto a nosotros el agua
    brotando del manantial
    nuestros corazones cerca,
    nuestros labios mucho más,
    tú levantándote al cielo
    y yo siguiéndote allá,
    ese es el amor mi vida,
    ¡Esa es la felicidad!...

    Cruza con las mismas alas
    los mundos de lo ideal;
    apurar todos los goces,
    y todo el bien apurar;
    de lo sueños y la dicha
    volver a la realidad,
    despertando entre las flores
    de un césped primaveral;
    los dos mirándonos mucho,
    los dos besándonos más,
    ese es el amor, mi vida,
    ¡Esa es la felicidad...!



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    MANUEL ACUÑA (1849-1873) Empty Re: MANUEL ACUÑA (1849-1873)

    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:01

    Misterio

    Si tu alma pura es un broche
    que para abrirse a la vida
    quiere la calma adormecida
    de las sombras de la noche;

    Si buscas como un abrigo
    lo más tranquilo y espeso,
    para que tu alma y tu beso
    se encuentren sólo conmigo;

    Y si temiendo en tus huellas
    testigos de tus amores,
    no quieres ver más que flores,
    más que montañas y estrellas;

    Yo sé muchas grutas, y una
    donde podrás en tu anhelo,
    ver un pedazo de cielo
    cuando aparezca la luna.

    Donde a tu tímido oído
    no llegarán otros sones
    que las tranquilas canciones
    de algún ruiseñor perdido.

    Donde a tu mágico acento
    y estremecido y de hinojos,
    veré abrirse ante mis ojos
    los mundos del sentimiento.

    Y donde tu alma y la mía,
    como una sola estrechadas,
    se adormirán embriagadas
    de amor y melancolía.

    Ven a esta gruta y en ella
    yo te daré mis desvelos,
    hasta que se hunda en los cielos
    la luz de la última estrella.

    Y antes que el ave temprana
    su alegre vuelo levante
    y entre los álamos cante
    la vuelta de la mañana.

    Yo te volveré al abrigo
    de tu estancia encantadora,
    donde el recuerdo de esa hora
    vendrás a soñar conmigo...

    Mientras que yo en el exceso
    de la pasión que me inspiras
    iré a soñar que me miras,
    e iré a soñar que te beso.




    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:02

    Pobre flor

    -«¿Por qué te miro así tan abatida,
    pobre flor?
    ¿En dónde están las galas de tu vida
    y el color?

    »Dime, ¿por qué tan triste te consumes,
    dulce bien?»
    -«¿Quién?, ¡el delirio devorante y loco
    de un amor,
    que me fue consumiendo poco a poco
    de dolor!
    Porque amando con toda la ternura
    de la fe,
    a mí no quiso amarme la criatura
    que yo amé.

    »Y por eso sin galas me marchito
    triste aquí,
    siempre llorando en mi dolor maldito,
    ¡Siempre así!»-
    ¡Habló la flor!...
    Yo gemí... era igual a la memoria
    de mi amor.


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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:02

    Por eso

    Porque eres buena, inocente
    como un sueño de doncella,
    porque eres cándida y bella
    como un nectario naciente.

    Porque en tus ojos asoma
    con un dulcísimo encanto,
    todo lo hermoso y lo santo
    del alma de una paloma.

    Porque eres toda una esencia
    de castidad y consuelo,
    porque tu alma es todo un cielo
    de ternura y de inocencia.

    Porque al sol de tus virtudes
    se mira en ti realizado
    el ideal vago y soñado
    de todas las juventudes;

    por eso, niña hechicera,
    te adoro en mi loco exceso;
    por eso te amo, y por eso
    te he dado mi vida entera.

    Por eso a tu luz se inspira
    la fe de mi amor sublime;
    ¡por eso solloza y gime
    como un corazón mi lira!

    Por eso cuando te evoca
    mi afán en tus embelesos,
    siento que un mundo de besos
    palpita sobre mi boca.

    Y por eso entre la calma
    de mi existencia sombría,
    mi amor no anhela más día
    que el que una mi alma con tu alma.


    _________________



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    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:03

    Resignación

    ¡Sin lágrimas, sin quejas,
    sin decirnos adiós, sin un sollozo!
    cumplamos hasta lo último... la suerte
    nos trajo aquí con el objeto mismo,
    los dos venimos a enterrar el alma
    bajo la losa del escepticismo.

    Sin lágrimas... las lágrimas no pueden
    devolver a un cadáver la existencia;
    que caigan nuestras flores y que rueden,
    pero al rodar, siquiera que nos queden
    seca la vista y firme la conciencia.

    ¡Ya lo ves! para tu alma y para mi alma
    los espacios y el mundo están desiertos...
    los dos hemos concluido,
    y de tristeza y aflicción cubiertos,
    ya no somos al fin sino dos muertos
    que buscan la mortaja del olvido.

    Niños y soñadores cuando apenas
    de dejar acabábamos la cuna,
    y nuestras vidas al dolor ajenas
    se deslizaban dulces y serenas
    como el ala de un cisne en la laguna
    cuando la aurora del primer cariño
    aún no asomaba a recoger el velo
    que la ignorancia virginal del niño
    extiende entre sus párpados y el cielo,
    tu alma como la mía,
    en su reloj adelantando la hora
    y en sus tinieblas encendiendo el día,
    vieron un panorama que se abría
    bajo el beso y la luz de aquella aurora;
    y sintiendo al mirar ese paisaje
    las alas de un esfuerzo soberano,
    temprano las abrimos, y temprano
    nos trajeron al término del viaje.

    Le dimos a la tierra
    los tintes del amor y de la rosa;
    a nuestro huerto nidos y cantares,
    a nuestro cielo pájaros y estrellas;
    agotamos las flores del camino
    para formar con ellas
    una corona al ángel del destino...
    y hoy en medio del triste desacuerdo
    de tanta flor agonizante o muerta,
    ya sólo se alza pálida y desierta
    la flor envenenada del recuerdo.

    Del libro de la vida
    la que escribimos hoy es la última hoja...
    Cerrémoslo en seguida,
    y en el sepulcro de la fe perdida
    enterremos también nuestra congoja.
    Y ya que el cielo nos concede que este
    de nuestros males el postrero sea,
    para que el alma a descansar se apreste,
    aunque la última lágrima nos cueste,
    cumplamos hasta el fin con la tarea.

    Y después cuando al ángel del olvido
    hayamos entregado estas cenizas
    que guardan el recuerdo adolorido
    de tantas ilusiones hechas trizas
    y de tanto placer desvanecido,
    dejemos los espacios y volvamos
    a la tranquila vida de la tierra,
    ya que la noche del dolor temprana
    se avanza hasta nosotros y nos cierra
    los dulces horizontes del mañana.

    Dejemos los espacios, o si quieres
    que hagamos, ensayando nuestro aliento,
    un nuevo viaje a esa región bendita
    cuyo sólo recuerdo resucita
    al cadáver del alma al sentimiento,
    lancémonos entonces a ese mundo
    en donde todo es sombras y vacío,
    hagamos una luna del recuerdo
    si el sol de nuestro amor está ya frío;
    volemos, si tu quieres,
    al fondo de esas mágicas regiones,
    y fingiendo esperanzas e ilusiones,
    rompamos el sepulcro, y levantando
    nuestro atrevido y poderoso vuelo,
    formaremos un cielo entre las sombras,
    y seremos los duendes de ese cielo.





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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:03

    Soneto

    Porque dejaste el mundo de dolores
    buscando en otro cielo la alegría
    que aquí, si nace, sólo dura un día
    y eso entre sombras, dudas y temores.

    Porque en pos de otro mundo y de otras flores
    abandonaste esta región sombría,
    donde tu alma gigante se sentía
    condenada a continuos sinsabores.

    Yo vengo a decir mi enhorabuena
    al mandarte la eterna despedida
    que de dolor el corazón me llena;

    Que aunque cruel y muy triste tu partida,
    si la vida a los goces es ajena,
    mejor es el sepulcro que la vida.


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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:04

    Un sueño

    A Ch...

    ¿Quieres oír un sueño?...
    Pues anoche
    vi la brisa fugaz de la espesura
    que al rozar con el broche
    de un lirio que se alzaba en la pradera
    grabó sobre él un "beso",
    perdiéndose después rauda y ligera
    de la enramada entre el follaje espeso.
    Este es mi sueño todo,
    y si entenderlo quieres, niña bella,
    une tus labios en los labios míos
    y sabrás quién es "él" y quien es "ella".



    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:05

    A Rosario

    Esta hoja arrebatada a una corona
    que la fortuna colocó en mi frente
    entre el aplauso fácil e indulgente
    con que el primer ensayo se perdona.

    Esta hoja de un laurel que aún me emociona
    como en aquella noche, dulcemente,
    por más que mi razón comprende y siente
    que es un laurel que el mérito no abona.

    Tú la viste nacer, y dulce y buena
    te estremeciste como yo al encanto
    que produjo al rodar sobre la escena;

    Guárdala y de la ausencia en el quebranto,
    que te recuerde de mis besos, llena,
    al buen amigo que te quiere tanto.




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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:07

    Manuel Acuña Narro (Saltillo, Coahuila; 27 de agosto de 18491​ – Ciudad de México; 6 de diciembre de 18732​) fue un poeta mexicano que se desarrolló en el estilizado ambiente romántico del intelectualismo mexicano de la época.

    Biografía

    Primeros años de su vida
    Nació en Saltillo, Coahuila, el 27 de agosto de 1849 , siendo hijo de Francisco Acuña y de María del Refugio Narro, y tío de Abdiel Acuña; fue bautizado tres días después en el Sagrario Metropolitano de Saltillo. Realizó sus primeros estudios en su ciudad natal Saltillo en el Colegio Josefino. Viajó posteriormente a la Ciudad de México para cursar filosofía y matemáticas, además de varios idiomas, como el francés y el latín, con objeto de ingresar a estudiar la carrera de medicina, en donde se inscribió en 1868, carrera que se vio truncada por el término de su vida a los 24 años.1​Durante sus años de participación en tertulias literarias, conoció a Manuel Altamirano, a Agustín F. Cuenca y a Juan de Dios Peza. Con este último mantuvo un fuerte vínculo amistoso, inclusive el llamarlo hermano, motivo por el cual Peza fue uno de los oradores principales el día del sepelio de Acuña.

    Sociedad Literaria Nezahualcóyotl

    Su carrera literaria fue breve, aunque fructífera. Comenzó en 1869, con una elegía a la muerte de Eduardo Alzúa; amigo suyo. Ese mismo año, al lado de un grupo de intelectuales, fundó la Sociedad Literaria Nezahualcóyotl en uno de los patios del ex convento de San Jerónimo, que le sirvió para dar sus primeros pasos como poeta.1​ Varios de sus trabajos de esta época se encuentran en el suplemento del periódico La Iberia.

    El pasado

    La representación de su drama El pasado, significó un triunfo para el joven poeta que no era común en esa época, la sociedad mexicana acudió en su mayoría a ver la obra además de las buenas críticas literarias y de la prensa. Esto significó para la nación mexicana una esperanza en el poeta que lamentablemente terminaría de manera brusca con su vida.2​

    La leyenda


    Rosario de la Peña nacida en 1847, ca. 1862

    Es una leyenda que su enamoramiento de Rosario de la Peña y Llerena (intelectual mexicana) (hermana de Margarita de la Peña, quien fue pareja del poeta mexicano José María Bustillos3​) fue la presumible causa de su infortunado suicidio, mediante envenenamiento con cianuro de potasio. De hecho le dedicó el famoso poema " Nocturno a Rosario". En opinión de algunos críticos, Rosario fue solamente una razón adicional a sus problemas de pobreza extrema. Acerca de Rosario de la Peña se sabe que también fue pretendida por José Martí y Manuel M. Flores. Con todo, recientemente se ha dejado claro que aunque el enamoramiento por De la Peña pudo tener lugar, la realidad era que Acuña sostenía una relación, menos idealizada, con una poeta que a la postre se convirtió en una intelectual famosa: Laura Méndez de Cuenca. Dos meses antes del suicidio, nació Manuel Acuña Méndez, quien sobrevivió poco a su padre. Acuña murió en su habitación de la Escuela de Medicina el 6 de diciembre de 1873.

    Nocturno: su obra maestra

    Uno de sus poemas más célebres y encantadores para su pueblo lo cual fue el nocturno a Rosario dedicado a Rosario de la Peña, su trabajo más representativo. El hidrocálido Jesús F. Contreras realizó una escultura a Manuel Acuña, la cual fue expuesta en el Pabellón Mexicano de la Exposición Universal de París en el año 1900, junto con su obra Malgre-Tout; por esos trabajos mereció la banda de la Legión de Honor. La obra dedicada al poeta, fabricada en mármol de Carrara, se encuentra en la plaza Acuña de Saltillo.

    Fallecimiento

    Acuña se suicidó el 6 de diciembre de 1873 luego de ingerir cianuro de potasio. Sus restos inicialmente fueron enterrados en el Cementerio de Campo Florido, en la capital del país, y después sepultados en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón Civil de Dolores y allí permanecieron hasta 1917 cuando fueron trasladados a Saltillo y depositados en la Rotonda de los Coahuilenses Ilustres del Panteón de Santiago. En la intersección de las calles República de Brasil y República de Venezuela del Centro Histórico de la Ciudad de México se encuentra una placa que indica el lugar donde se suicidó.




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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:08

    La brisa

    Aliento de la mañana
    que vas robando en tu vuelo
    la esencia pura y temprana
    que la violeta lozana
    despide en vapor al cielo.

    Dime, soplo de la aurora,
    brisa inconstante y ligera,
    ¿vas por ventura a esta hora
    al valle que te enamora
    y que gimiendo te espera?

    ¿O vas acaso a los nidos
    de los jilgueros cantores
    que en la espesura escondidos
    te aguardan medio adormidos
    sobre sus lechos de flores?

    ¿O vas anunciando acaso,
    sopla del alba naciente,
    al murmurar de tu paso,
    que el muerto sol del ocaso
    se alza un niño en Oriente?

    Recoge tus leves alas,
    brisa pura del Estío,
    que los perfumes que exhalas
    vas robando entre las galas
    de las violetas del río.

    Detén tu fugaz carrera
    sobre las risueñas flores
    de la loma y la pradera,
    y ve a despertar ligera
    al ángel de mis amores.

    Y dile, brisa aromada,
    con tu murmullo sonoro,
    que ella es mi ilusión dorada,
    y que en mi pecho grabada
    como a mi vida la adoro.


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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:10

    A LA PATRIA


    Composición recitada por una niña en Tacubaya de los Mártires, el 11 de septiembre de 1873.


    Ante el recuerdo bendito
    de aquella noche sagrada
    en que la patria alherrojada
    rompió al fin su esclavitud;
    ante la dulce memoria
    de aquella hora y de aquel día,
    yo siento que en el alma mía
    canta algo como un laúd.

    Yo siento que brota en flores
    el huerto de mi ternura,
    que tiembla entre su espesura
    la estrofa de una canción;
    y al sonoroso y ardiente
    murmurar de cada nota,
    siendo algo grande que brota
    dentro de mi corazón.

    ¡Bendita noche de gloria
    que así mi espíritu agitas,
    bendita entre benditas
    noche de la libertad!
    Hora del triunfo en que el pueblo
    vio al fin en su omnipotencia,
    al sol de la independencia
    rompiendo la oscuridad.

    Yo te amo... y al acercarme
    ante este altar de victoria
    donde la patria y la historia
    contemplan nuestro placer,
    yo vengo a unir al tributo
    que en darte el pueblo se afana
    mi canto de mexicana,
    mi corazón de mujer.


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:11

    HISTORIA DEL PENSAMIENTO


    Cuando a su nido vuela el ave pasajera
    A quien amparo disteis, abrigo y amistad
    Es justo que os dirija su cántiga postrera,
    Antes que triste deje, vuestra natal ciudad.

    Al pájaro viajero que abandonó su nido
    Le disteis un abrigo, calmando su inquietud;
    ¡Oh! tantos beneficios, jamás daré al olvido
    durable cual mi vida será mi gratitud.

    En prueba de ella os dejo lo que dejaros puedo,
    Mis versos, siempre tristes, pero los dejo así;
    Porque pienso, a veces que entre sus letras quedo,
    Porque al leerlos creo que os acordáis de mí.

    Voy, pues, a referiros una sencilla historia,
    Que en mi alma desolada, honda impresión dejó;
    Me la contaron... ¿Dónde?... es frágil mi memoria...
    Acaso el héroe de ella... o bien, la soñé yo.

    Era una linda rosa, brillante enredadera,
    Tan pura, tan graciosa, espléndida y gentil.
    Que era el mejor adorno de la feliz pradera,
    La joya más valiosa del floreciente abril.

    Al pie de ella crecía un pobre pensamiento,
    Pequeño, solitario, sin gracia ni color;
    Pero miró a la rosa y respiró su aliento
    Y concibió por ella el más profundo amor.

    Mirando a su querida pasaba noche y día.
    Mil veces ¡ay! le quiso su pena declarar;
    Pero tan lejos siempre, tan lejos la veía,
    Que devoraba a solas su pena y su pesar.

    A veces le mandaba sus tímidos olores,
    Pensando que llegaba hasta su amada flor;
    Pero la brisa, al columpiar las flores,
    Llevábase muy lejos la pena de su amor.

    El pobre pensamiento mil lágrimas vertía,
    Desoladoras lágrimas, de acíbar y de hiel,
    Mientras la joven rosa, sin ver a otras crecía,
    Y mientras más crecía, más se alejaba de él.

    Llega un jazmín en tanto a la pradera bella,
    También él a la rosa al punto que la vio;
    Pero él fue mas dichoso, pudo llegar hasta ella,
    Le declaró su pena, y al fin la rosa amó...

    ¿Comprenderéis ahora al pobre pensamiento,
    Al ver correspondido a su feliz rival?
    ¿No comprendéis su horrible, su bárbaro tormento
    Al verse condenado a suerte tan fatal?

    Después lo transplantaron; vivió en otras praderas
    Indiferiencia, olvido y hasta placer fingió:
    Miraba flores lindas, brillantes y hechiceras,
    Pero su amor constante y fiel compareció.

    Por fin una mañana, estando muy distante,
    El céfiro contóle las bodas del jazmín;
    Él escuchó sonriente, y ciego y delirante,
    loco placer fingiendo, creyó olvidar al fin.

    Pero al siguiente día con lágrimas le vieron
    las flores, e ignorando su oculto padecer,
    «Tú lloras, pensamiento, tú lloras», le dijeron:
    «No es nada, contestóles, es llanto de placer».

    ...................................................
    Ved la sencilla historia que os ofrecí contaros,
    acaso os entristezca pero la dejo así;
    adiós, adiós, ya parto; me atrevo a suplicaros
    que la leáis a solas y os acordéis de mí.


    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Miér 04 Sep 2024, 13:13

    INSCRIPCIÓN EN UN CRÁNEO


    Página en que la esfinge de la muerte
    con su enigma de sombrea nos provoca:
    ¿Cómo poderte descifrar, si es poca
    toda la luz del sol para leerte?







    cont.
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    Mensaje por Maria Lua Sáb 07 Sep 2024, 12:45

    Misterio


    Si tu alma pura es un broche
    que para abrirse a la vida
    quiere la calma adormecida
    de las sombras de la noche;

    si buscas como un abrigo
    lo más tranquilo y espeso,
    para que tu alma y tu beso
    se encuentren sólo conmigo;

    y si temiendo en tus huellas
    testigos de tus amores,
    no quieres ver más que flores,
    más que montañas y estrellas;

    yo sé muchas grutas, y una
    donde podrás en tu anhelo,
    ver un pedazo de cielo
    cuando aparezca la luna.

    Donde a tu tímido oído
    no llegarán otros sones
    que las tranquilas canciones
    de algún ruiseñor perdido.

    Donde a tu mágico acento
    y estremecido y de hinojos,
    veré abrirse ante mis ojos
    los mundos del sentimiento.

    Y donde tu alma y la mía,
    como una sola estrechadas,
    se adormirán embriagadas
    de amor y melancolía.

    Ven a esta gruta y en ella
    yo te daré mis desvelos,
    hasta que se hunda en los cielos
    la luz de la última estrella.

    Y antes que el ave temprana
    su alegre vuelo levante,
    y entre los álamos cante
    la vuelta de la mañana,

    yo te volveré al abrigo
    de tu estancia encantadora,
    donde el recuerdo de esa hora
    vendrás a soñar conmigo...

    Mientras que yo en el exceso
    de la pasión que me inspiras
    iré a soñar que me miras,
    e iré a soñar que te beso.


    _________________



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    MANUEL ACUÑA (1849-1873) Empty Re: MANUEL ACUÑA (1849-1873)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 07 Sep 2024, 12:46

    Ya verás


    DOLORA
    (IMITACIÓN)

    Goza, goza, niña pura,
    Mientras en la infancia estás;
    Goza, goza esa ventura
    Que dura lo que una rosa.
    -¿Qué?, ¿tan poco es lo que dura?
    -Ya verás niña graciosa,
    ya verás.

    Hoy es un vergel risueño
    La senda por donde vas;
    Pero mañana, mi dueño,
    Verás abrojos en ella.
    -¿Pues qué?, ¿sus flores son sueño?
    -Sueño nada más, mi bella,
    Ya verás.

    Hoy el carmín y la grana
    Coloran tu linda faz;
    Pero ya verás mañana
    Que el llanto sobre ella corra...
    -¿Qué?, ¿los borra cuando mana?
    -Ya verás cómo los borra,
    ya verás.

    Y goza mi tierna Elmira,
    Mientras disfruta de paz;
    Delira, niña, delira
    Con un amor que no existe
    ¿Pues qué?, ¿el amor es mentira?
    -Y una mentira muy triste,
    Ya verás.

    Hoy ves la dicha delante
    Y ves la dicha detrás;
    Pero esa estrella brillante
    Vive y dura lo que el viento.
    -¿Qué?, ¿nada más dura un instante?
    -Sí, nada más un momento,
    ya verás.

    Y así, no llores mi encanto,
    Que más tarde llorarás;
    Mira que el pesar es tanto,
    Que hasta el llanto dura poco.
    -¿Tampoco es eterno el llanto?
    -¡Tampoco, niña, tampoco,
    ya verás!


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    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
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    y tren de tus ilusiones."
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    MANUEL ACUÑA (1849-1873) Empty Re: MANUEL ACUÑA (1849-1873)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 07 Sep 2024, 12:47

    DOLORA

    A Lola

    Iba llorando la Ausencia
    con el semblante abatido
    cuando se encontró en presencia
    del Olvido,
    que al ver su faz marchitada,
    le dijo con voz turbada:
    sin colores,
    -«Ya no llores niña bella,
    ya no llores,
    que si tu contraria estrella
    te oprime incansable y ruda,
    yo te prometo mi ayuda
    contra tu mal y contra ella».

    Oyó la Ausencia llorando
    la propuesta cariñosa,
    y los ojos enjugando
    ruborosa,
    -«Admito desde el momento,
    buen anciano»
    -le dijo con dulce acento-
    «admito lo que me ofreces
    y que en vano
    he buscado tantas veces,
    yo que triste y sin ventura,
    la copa de la amargura
    he apurado hasta las heces».

    Desde entonces, Lola bella,
    cariñosa y anhelante
    vive el Olvido con ella,
    siempre amante;
    y la Ausencia ya ni gime,
    ni doliente
    recuerda el mal que la oprime;
    que un amor ha concebido
    tan ardiente
    por el anciano querido,
    que si sus penas resiste,
    suspira y llora muy triste
    cuando la deja el Olvido.


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    MANUEL ACUÑA (1849-1873) Empty Re: MANUEL ACUÑA (1849-1873)

    Mensaje por Maria Lua Dom 08 Sep 2024, 08:24

    NADA SOBRE NADA



    Poesía leída en la velada literaria que celebró la Sociedad "El Porvenir" la noche del 3 de mayo de 1873.



    Pues, señor, dije yo, ya que es preciso
    puesto que así lo han dicho en el programa,
    que rompa ya la bendecida prosa
    que preparado para el caso había,
    y que escriba en vez de ella alguna cosa
    así, que parezca poesía,
    pongámonos al punto,
    ya que es forzoso y necesario, en obra,
    sin preocuparnos mucho del asunto,
    porque al fin el asunto es lo que sobra.

    Así dije, y tomando
    no el arpa ni la lira,
    que la lira y el arpa
    no pasan hoy de ser una mentira,
    sino una pluma de ave
    con la que escribo yo generalmente,
    violenté las arrugas de mi frente
    hasta ponerla cejijunta y grave
    y pensando en mi novia, en la adorada
    por quien suspiro y lloro sin sosiego,
    mojé mi pluma en el tintero, y luego
    puse ocho letras: «A mi amada».

    Su retrato, un retrato
    firmado por Valleto y compañía,
    se alzaba junto a mí plácido y grato,
    mostrándome las gracias y recato
    que tanto adonran a la amada mía;
    y como el verlo sólo
    basta para que mi alma se emocione,
    que Apolo me perdone
    si, dije aquí que me sentí un Apolo.

    Ella no es una rosa
    ni un ser ideal, ni cosa que lo valga;
    pero en verso o en prosa
    no seré yo el estúpido que salga
    con que mi novia es fea,
    cuando puedo decir que es muy hermosa
    por más que ni ella misma me lo crea;
    así es que en mi pintura
    hecha en rasgos por cierto no muy fieles,
    aumenté de tal modo su hermosura
    que casi resultaba una figura
    digna de ser pintada por Apeles.

    Después de dibujarla como he dicho,
    faltando a la verdad por el capricho,
    iba yo a colocar el fondo negro
    de su alma inexorable y desdeñosa,
    cuando al hacerlo me ocurrió una cosa
    que hundió mi plan, y de lo cual me alegro;
    porque, en último caso,
    como pensaba yo entre las paredes
    de mi cuarto sombrío,
    ¿qué les importa a ustedes
    que mi amada me niegue sus mercedes,
    ni que yo tenga el corazón vacío?
    Si mi vida vegeta en la tristeza
    y el yugo del dolor ya no soporta,
    caeré de referirlo en la simpleza
    para que alguien me diga en su franqueza:
    «¡¿si viera usted que a mí nada me importa?!»

    No, de seguro, que antes
    prefiero verme loco por tres días,
    que imitar a ese eterno Jeremías
    que se llama el señor de Cervantes.

    Y convencido de esto,
    ya que era conveniente y necesario,
    borré el título puesto,
    y buscando a mi lira otro pretexto
    escrbí este otro título: «El santuario».

    ¡El santuario!... exclamé; pero y ¿qué cosa
    puedo decir de nuevo sobre el caso,
    cuando en cada volumen de poesías,
    en versos unos malos y otros buenos,
    sobre templos, santuarios y abadías?
    Para entonar sobre esto mis cantares,
    a más de que el asunto vale poco,
    ¿Qué entiendo yo de claustros ni de altares,
    ni que sé yo de sacristán tampoco?

    No, en la naturaleza
    hay asuntos más dignos y mejores,
    y más llenos de encantos y de belleza,
    y que he de escribir, haré una pieza
    que se llame: Los prados y las flores.

    Hablaré de la incauta mariposa
    que en incesante y atrevido vuelo,
    ya abandona el cielo por la rosa;
    ya abandona la rosa por el cielo,
    del insecto pintado y sorprendente
    que de esconderse entre las hierbas trata,
    y de el ave inocente que lo mata,
    lo cual prueba que no es tan inocente;
    hablaré... pero y luego que haya hablado
    sacando a luz el boquirrubio Febo,
    me pregunto, señor, ¿qué habré ganado,
    si al hacerlo no digo nada nuevo?...

    Con que si esto tampoco es un asunto
    digno de preocuparme una sola hora,
    dejemos sus inútiles detalles,
    ya que no hay ni un señor ni una señora
    que no sepa muy bien lo que es la aurora
    y lo que son las flores y los valles...
    Coloquemos a un lado estas materias
    que valen tan poco para el caso,
    y pues esto se ofrece a cada paso
    hablemos de la vida y sus miserias.

    Empezaré diciendo desde luego,
    que no hay virtud, creencias ni ilusiones;
    que en criminal y estúpido sosiego
    ya no late la fe en los corazones;
    que el hombre imbécil, a la gloria ciego,
    sólo piensa en el oro y los doblones,
    y concluiré en estilo gemebundo:
    ¡Que haya un cadáver más qué importa al mundo!

    Y me puse a escribir, y así en efecto,
    lo hice en ciento cincuenta octavas reales,
    cuyo único defecto,
    como se ve por lo que dicho queda,
    era que en vez de ser originales
    no pasaba de un plagio de Espronceda.
    Como era fuerza, las rompí en el acto
    desesperado de mi triste suerte,
    viendo por fin que en esto de poesía
    no hay un solo argumento ni una idea
    que no peque de fútil, o no sea
    tan vieja como el pan de cada día.

    En situación tan triste
    y estando la hora ya tan avanzada,
    ¿qué hago, dije yo, para salvarme
    de este grave y horrible compromiso,
    cuando ningún asunto puede darme
    ni siquiera un adarme
    de novedad, de encanto, o de un hechizo?
    ¿Hablaré de la guerra y de la gente
    que enardecida de las cumbres baja
    desafiando al contrario frente a frente,
    y habré de convertirme en un valiente,
    yo que nunca he empuñado una navaja?
    No, señor, aunque estudio medicina
    y pertenezco a esa importante clase
    que no hay pueblo y lugar en donde no pase
    por ser la mas horrible y asesina,
    aparte de que en esto hay poco cierto,
    como lo prueba y mucho la experiencia,
    yo, a lo menos hasta hoy, me hallo a cubierto
    de que se alce la sombra de algún muerto
    a turbar la quietud de mi conciencia.

    Sobre los libros santos, se podría
    con meditar y con plagiar un poco,
    arreglar o escribir una poesía;
    pero ni esto es muy fácil en un día
    ni para hablar sobre esto estoy tampoco;
    porque en fiestas como esta,
    donde el saber está en su templo,
    salir con el Diluvio, por ejemplo,
    fuera casi querer aguar la fiesta;
    y como yo no quiero que se diga
    que he venido a tal cosa,
    ya que en mi numen agotado me hallo
    el asunto y el plan a que yo aspiro
    rompo mi humilde cítara, me callo,
    y con perdón de ustedes me retiro.



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