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2 participantes

    Martín Gambarotta (1968) (Poesía argentina de los 90)

    avatar
    Derian


    Cantidad de envíos : 13
    Fecha de inscripción : 03/05/2009
    Edad : 36

    Martín Gambarotta (1968) (Poesía argentina de los 90) Empty Martín Gambarotta (1968) (Poesía argentina de los 90)

    Mensaje por Derian Dom 03 Mayo 2009, 03:26

    Martín Gambarotta (Buenos Aires, 1968) Publicó Punctum (Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1996), Seudo (VOX, Bahía Blanca, 2000), Relapso+Angola (VOX, Bahía Blanca, 2005) y Refrito (2007). Es una de las nuevas voces en poesía que, surgidas en las últimas décadas entre menemismo, decadencia económica y rock argentino logró transformar, junto a otros, la poesía argentina. Leerlo -a mí me sucedió- es una experiencia de ida.


    PUNCTUM (fragmento)


    1

    Una pieza
    donde el espacio del techo es igual
    al del piso que a su vez es igual
    al de cada una de las cuatro paredes
    que delimitan un lugar sobre la calle.
    La bruma se traslada a su mente
    vacía, no sabe quién es y el primer
    pensamiento "un perro que se da cuenta que es perro
    deja de serlo'' vuelve a formar parte
    del sueño pero aparece, difusa,
    la maceta: una pava abollada con plantas
    en el centro de la mesa: dos caballetes
    sosteniendo una tabla de madera
    --entonces está despierto.
    Las manchas de óxido en el cielo--
    el color de la luz sobre las cosas, el cielo
    que se retrae y es óxido borroneado
    entre sus ojos y cae dormido de nuevo, pero aparece
    un orden en la materia despierta.
    La ubicación lúcida
    del lugar en el día, el ruido,
    el cuerpo latiendo,
    la ruina de una idea que corre
    por una red de nervios,
    palabras de acero
    contenidas en un soplo:
    un orificio cabeza de alfiler
    en una cavidad del corazón.


    2

    En el 2do. estante,
    un tenedor torcido entre el alcohol puro
    y las gillettes usadas.
    Sobre la heladera tiembla
    una estatuita: es un tenista banado en oro falso
    en el acto de sacar el primer servicio.
    Cada minuto un trofeo de plástico.
    Y en qué momento un hombre pierde
    noción y su mente queda en blanco:
    cuando no puede dormir y no aguanta
    el hecho de estar despierto.
    Cómo se llama eso que cuelga de la pared,
    cómo se llama eso que cubre la lámpara.
    Rodeado de cosas sin nombre a mí también
    me hubiera gustado empezar esto
    con: de noche junto al fuego
    pero acá
    no hay, salvo en potencia, fuego
    y eso que se divisa, una oscuridad
    baldía sobre nosotros, a duras penas
    puede ser llamada noche, nada
    hace suponer el final de la transmisión nocturna
    que ahora termina y deja
    la pantalla nevada
    trasladando a la penumbra del pasillo
    la oscilación de un aire gris que no provoca
    ninguna emoción salvo en las cosas.
    Antes del corte de la programación estuvo
    el vuelo de una polilla en la pantalla
    a contrapunto de la banda de sonido del Gran Chaparral,
    una japonesa que se tiraba a la pileta,
    los subtítulos en verde decían:
    "acaso no eres tú la de los ojos azules",
    en otro canal, el documental sobre cáncer de piel
    y en otro un delfín saltando aros de fuego
    y de nuevo la japonesa secándose la nuca
    con la toalla, mirando la cámara
    cambia y otro dice "solo se escribe
    acerca de la muerte por dinero."

    Cadáver, esto ya no es rock,
    algunos roban estéreos, otros roban esposas
    pero todos robamos.
    Discriminando entre el dolor y la apertura siciliana
    va hasta la pieza y en una hoja escribe
    la jugada de una partida por correspondencia
    que va a reproducir un tablero en Concordia
    en otra noche. Alguien lee
    la nota: Jaque,
    torre negra toma peón alfil uno
    mate
    y sabe que todas sus piezas están perdidas.
    No hay color, únicamente
    queda la variación en los tonos
    de gris que, en el pasillo,
    se funden con el destello aguado de un aviso de yogur
    que viene de la calle:
    PORQUE LO MAS IMPORTANTE dice ES UNO MISMO.


    3

    En la cocina
    la llama de la hornalla
    oscila detrás del Guasuncho, que
    se cree el héroe del Barrio Pepsi
    pero que nunca salió de estas cuadras
    a no ser para cobrar una renta.
    Guasuncho, de visita en la cocina
    él, que hace unos años fundó
    una pseudo célula clandestina y después se puso
    a vender biblias para el Ministerio de Ondas de Amor y Paz.
    Ahora rehabilitado, con restos de chicle en el labio inferior
    de su sonrisita parapolicíaca dice
    hesitante
    loco
    loco, yo era amigo de Luca.
    Guasuncho cuenta de una minita
    que, siguiendo los pasos de su hermana mayor,
    usa una remera donde un águila sostiene
    el bate de beisbol en una garra y laureles en la otra.
    En dos semanas cambió menos que en la media hora donde
    hablamos del futuro en tiempo pasado.
    El parlante roto, dice Guasuncho
    hacía que la canción,
    Blondie, se escuchara de a ráfagas, arrastrada
    hasta la pieza desde otro lugar
    menos pensado; después de la escena
    de celos en el comedor coreano algo
    quebró la sucesión de los hechos
    y entonces, todo indicaba que era él,
    no era yo, dice Guasuncho, con un envase
    en la mano, ni ella, una mujer
    sacando un jean del bolso
    los personajes que a la otra mañana se movían detrás
    de la vidriera mal enjabonada
    en el San Cristobal Laverap.
    Nadie comenta salvo Confuncio
    que comparando de reojo al Guasuncho
    con una diapositiva de cuando tenía 17
    le dice, nunca debiste confiar tanto
    en alguien que le pone Heráclito a su gato.


    4

    Hace un año la noche era igual
    y nada le asegura que, acostado,
    ésta no sea en realidad
    otra noche y que el pasado
    no pasó
    o está gateando
    por debajo de esa cama.
    La noción del tiempo
    perdida hasta que el alcohol le dilata
    suave, las arterias
    y un latido irregular del corazón
    alcanza
    para que las horas se reacomoden
    en alguna de las dos noches
    donde toma algo de un vaso rajado.
    Mirando el reflejo de su cara
    en el revés de una cuchara,
    puede tirar el vaso a la mierda o dejarlo
    en la mesa de luz: entre esos dos
    puntos del deseo vacila el futuro
    y lo importante podrá ser
    el ruido,
    azul, de los cubitos
    de hielo derritiéndose en el vaso
    pero lo esencial es el fulgor de una soldadora
    llegando desde una construcción lejana: el esqueleto
    de un edificio sin terminar
    congelado en la iluminación que, desde más atrás,
    irradia la terminal empapelada
    con afiches de la gobernación:
    NO, dicen el rojo, a la droga.
    A mitad de cuadra los empleados de una farmacia de turno
    fumando bajo una cruz, verde, de neón. Alcanza con bajar
    la persiana para eliminar la escena. Cadáver, cada hora
    que pasa vale más que un año en la vida de un perro.
    Acostado
    en la cama impresionista,
    sentiría
    el roce de un grano de arroz en su paladar seco,
    mira la foto de una amiga
    que estuvo internada
    en un hospicio de París. Eso
    suena pretencioso y, releyendo,
    sería mejor cambiar París por Federación, hospicio
    por hospital, internada por encerrada, pero
    se atiene a los datos reales de la nota
    detrás de la foto. En el papel
    brilloso está prendiendo un cigarrillo,
    protege la llama del encendedor en el hueco de la mano
    de aquel viento que arrasó una playa. Atrás: el mar
    cuando las olas crecen para romper.
    Bajo un cielo anti-óxido su amiga, algo pálida;
    el pelo del largo al que llega
    dos meses después de rapado. La escena soluciona
    un problema: sabría a quién llamar si en el bolsillo
    de su pantalón, en vez de un cassette y una goma de borrar,
    tuviera dos fichas larga distancia.


    5

    El cerebro en remojo. Intelecto inútil de las cosas. Universo
    innecesario. Algo que lo devuelve al principio final.
    Agujeros negros abriéndose del centro hacia los
    bordes. Idea para un ensayo: a los 21 Sid Vicious mata a su chica
    en un hotel, lo meten preso y su mamá le lleva la heroína
    así se puede dar la última sobredosis acampando bajo las
    estrellas Manolo dice has tenido ese sentimiento alguna vez
    muchacho, tú sabes, andar cabalgando por la llanura 2 o tal vez 3 días
    conduciendo el ganado del Sr Cartwright a pastar más al norte
    hasta que llegas a una posada y una chica te saca las botas
    ah, manito no te imaginas lo que te pierdes
    y Manolo mira el fuego y se pone a puntear en su guitarra
    mejicana, canturrea
    nena estoy cansado de cabalgar sacame las botas
    en tanto que más atrás una fila de indios Navajo
    se mece de un lado a otro haciendo corito
    -uuuuuuuuuuuhhhhhh, sacame las botas
    y dejame amar- todos parados delante de un cartel luminoso
    que se prende
    PORQUE LO MAS IMPORTANTE dice ES UNO MISMO
    y se apaga
    de modo que
    se ve obligado y le dice
    Manolo no puedes tocar no tienes
    manos
    y Manolo contesta sin mirarlo
    sabes eres un buen muchacho
    puedes decirme
    Manolito si quieres
    así me llaman en el Chaparral
    y Manolo pide un yogur
    sale un minuto de los reflectores
    de la escena que parece
    estar rodándose en la banquina de la Ruta 2
    para firmarle autográfos a sus fans que le dicen eh,
    Manolo es verdá que te la moves a Greta,
    joya, Manolito, y otros
    andan con pancartas que dicen Manolo
    come with your Navajos a vivir to Ciudad Evita.


    6

    ....

    Maleza mojada. Maleza. Plantas.
    Luz lluviosa (pantalla).
    .....

    El trabajo de tal y tal en un taller armando llaveros
    pegando muñequitos de Jesús a unas cruces

    i.n.r.i. de plástico.
    ....

    No soy parecido a ése
    sino que soy el que agarra
    y con los restos de un
    aerosol pone la palabra D-----
    en su remera.
    ....

    El que se apellidaba Héroe.

    ....

    Tiró un cartón de yogur bebible por la ventanilla
    al mismo tiempo que volanteaba, a los gomazos,
    el Ferlaine por los adoquines de Gandhi.

    ....

    El abogado que mataron metiéndole
    un palo en el culo.
    ....

    La cabecera oxidada
    de una cama de hospital
    en el basural.

    ....

    O no pasa nada o no entiendo
    lo que pasa.
    ....

    En el mismo lugar velocímetros rotos.

    ...

    Y qué hay del tío de G,
    que cuando visitaba su país natal
    hablaba un castellano perfecto
    pero que de vuelta acá le volvía el acento raro.
    ....

    Y esa vez que tuvo un derrame mezclaba
    las palabras de uno y otro idioma
    como el que.
    .....

    Perro que se da vuelta
    y ataca a su propio dueño.
    ......

    Y en los días de calor, a cierta distancia,
    los edificios desvirtuados detrás
    de una capa de vapor.
    ....

    Un tipo desnudo en campera de cuero.

    ....

    El viejo postrado dudando en qué idioma
    pensar "me estoy muriendo" a causa del exceso
    de sangre que corría por su cabeza.

    .....

    Esto es lo que yo llamo un
    cocktail. Esto es lo que
    estoy....Nemrod.

    ......

    Nebulosa.
    ......

    Mear sangre.
    ......

    Qué, a vos también te gustaría
    ser un lanzallamas, llenarte
    la boca de kerosene azul
    y untar, si es que se dice así, en el balde
    un palo con un trapo en la punta
    llevártelo a la boca y escupir combustible
    entre los dientes para ver cómo el chorro prende fuego
    unos centímetros por encima
    de la carne ajada de los labios?

    ...

    ENSAYO (Sid Vicious)

    Vicious en el sentido de sádico. De pibe
    apaleaba perros en el parque Slough.
    Y Sid porque ningún careta
    jamás le pondría ese nombre a su hijo.
    Mi verdadero nombre fue John Slivkin.
    Creo que Slivkin quiere decir
    preso en eslavo.
    Cuando tenía 15 aprendí a tocar el bajo
    con tres dedos.
    A los 19 usaba dos.
    Ese año grabamos un disco llamado
    La Gran Estafa del Rock and Roll
    y pasé unos días en el Chelsea Hotel.
    Al otro verano
    toda la pendejada de Inglaterra
    andaba usando esas remeras con la primera plana
    de The Sun estampada en el medio.
    Sid Vicious, decía el titular, is dead.


    7

    ...............El viento silba
    en una damajuana vacía. Por la ventana, un
    relámpago dibuja el
    ideograma en el cielo
    y saca radiografías de la noche. Llueve.
    Este es un hecho impuesto
    sobre el paisaje por el peso de las nubes.
    Afuera, todas las cosas están mojadas.
    Cadáver, lo que en una ciudad vale mucho
    en otra se consigue en cualquier lado.
    La silla:
    una reposera de playa
    en el medio de la pieza:
    un cubo de espacio donde gime algo de materia
    y entonces es anoche el lugar delimitado donde
    duerme. No hay
    ideas.
    En el sentido estricto,
    ninguna, a no ser
    nada, separa esa noche
    de las manchas de óxido
    que se despliegan hoy
    y según la graduación de la luz
    van conformando ante sus ojos
    un cielo. Y ninguna
    separa el anteayer, a no ser nada
    o el filamento fisurado de una bombita de luz,
    del día anterior
    y nada separa, a no ser
    nada, a ese anteayer de su ayer
    y al día antes de ayer de su ayer,
    a no ser una sucesión de pantallas nevadas
    desplegadas en el sueño. Cadáver, qué esperabas?
    Esperabas el ferry que cruza de noche?
    El ferry que cruza en 50 minutos
    al Uruguay? Esperabas que alguien levante por vos
    su brazo en la cubierta para señalarte un punto de fuego blanco
    no,
    verde, que no
    brilla, desiste, se
    quema,
    no
    muere,
    se apaga
    diluyéndose
    en esa hora que no tiene
    ubicación en el día, como el día no cuaja
    en ninguna semana del mes, un mes, a su vez, sacado
    de quicio en un año hepático?
    El tiempo se atiene al mandato de la luz. Detrás del
    vidrio roto, mantenido en lugar por un broche de metal,
    únicamente se tiene noción si se sigue
    la variación de colores. Primero
    aparecen los caballetes, las plantas,
    y después el pensamiento: "un perro que se da cuenta
    que es perro deja de serlo.''


    8

    En un sentido
    si fuera hasta la cocina donde
    anoche estuvo el Guasuncho vería
    el filtro de un cigarrillo flotando en el agua
    estancada de la pileta, las
    etiquetas de las 5 o 6 botellas
    dejadas por días al sol perdiendo color,
    moho azul
    entre los restos de un té,
    una foto recortada del diario
    pegada con un imancito
    a la heladera: un delantero de la B.
    Se deja estar en la curva del silencio.
    Ni hablar
    de abrir la canilla
    para tomar del pico, para sentir, no el sabor del agua sino
    más bien el gusto metálico de los caños
    que la llevaron de un río hasta el lugar,
    un resabio de óxido en el agua
    ese gusto, rojo, del tiempo pasando.
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    Martín Gambarotta (1968) (Poesía argentina de los 90) Empty Re: Martín Gambarotta (1968) (Poesía argentina de los 90)

    Mensaje por cecilia gargantini Mar 18 Jul 2023, 15:26

    Encontré estos versos traídos aquí hace muchos años y comparto totalmente la caracterización de su estilo...

    Es una de las nuevas voces en poesía que, surgidas en las últimas décadas entre menemismo, decadencia económica y rock argentino logró transformar, junto a otros, la poesía argentina. Leerlo -a mí me sucedió- es una experiencia de ida.

    Gracias Derian, hasta donde estés!!!!!!!!


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