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    Jaime Siles (1951-

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    Jaime Siles (1951- Empty Jaime Siles (1951-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 18 Mayo 2024, 11:31

    .


    Jaime Siles (Valencia, 16 de abril de 1951) es un poeta, filólogo, crítico literario, traductor y catedrático de Filología Clásica español.

    Jaime Siles formó parte del grupo de los novísimos, determinante en la poesía española a partir de 1970. Aunque ya había publicado algunos poemas en revistas y plaquetas, se dio a conocer sobre todo con su libro Canon. Su juventud fue un verdadero afán por ampliar sus conocimientos. Políglota, erudito y humanista, ha desarrollado su labor intelectual en numerosos ámbitos de la cultura como crítico de literatura, arte y teatro. Como especialista en cultura clásica, ha destacado en al ámbito de la Filología Clásica por sus investigaciones sobre las lenguas prerromanas de la península ibérica, el latín preliterario y arcaico, la literatura latina de época clásica y su pervivencia en la modernidad. Otros campos suyos de investigación han sido la poesía del barroco y la poesía española del siglo XX, con especial dedicación a la de la generación del 27.

    Biografía

    Inicia en 1968 sus estudios universitarios de Filosofía y Letras en Valencia, y dos años más tarde se traslada a la Universidad de Salamanca, donde  en 1973 se licencia en Filología Clásica con Premio Extraordinario, doctorándose en la misma Universidad y especialidad en 1976, también con Premio Extraordinario. Su tesis, Léxico de las inscripciones Ibéricas, se considera la primera consagrada íntegramente a una lengua prerromana, el ibérico;  publicada nueve años más tarde, este trabajo ha sido el germen de numerosas investigaciones sobre la lengua ibérica.

    Becado por la Fundación Juan March, amplió estudios en la Universidad de Tübingen bajo la dirección de Antonio Tovar (1974-1975). Posteriormente, de 1975 a 1976 trabajó como investigador contratado en el Departamento de Lingüística de la Universidad de Colonia, donde colaboró con Jürgen Untermann en la redacción de los Monumenta Linguarum Hispanicarum.

    De 1976 a 1980 fue profesor interino de Filología Latina en la Universidad de Salamanca; de 1980 a 1982, por oposición, profesor titular en la de Alcalá de Henares. En 1983 obtuvo la cátedra de Filología Latina de la Universidad de La Laguna (Tenerife). Ese mismo año fue nombrado Director del Instituto Español de Cultura en Viena y Agregado Cultural en la Embajada de España en Austria. Catedrático Honorario de la Universidad de Viena (1984-1986); Gastprofessor de las Universidades de Graz y de Salzburg (1985 y 1986); Profesor Visitante de las Universidades de Madison-Wisconsin y Bérgamo (1989 y 1990); Profesor de la Universidad de Berna (1990 y 1991); Ordentlicher Professor de la Universidad de St. Gallen (1989-2002) de cuya Facultad de Ciencias de la Cultura ha sido decano (1997-1998); Profesor Visitante de la de Turín y de la Universidad de Ginebra (1996 y 2000-1), entre otras. Actualmente es Catedrático de Filología Latina en la Universidad de Valencia. Ha sido secretario de redacción de la Revista de Occidente, presidente de la Sociedad Española de Estudios Clásicos (2008-2016), director del Aula de Estudios Clásicos de la Institución Alfonso El Magnánimo de la Diputación de Valencia, director del Departamento de Filología Clásica de la Universidad de Valencia, y asesor de cultura en la Representación Permanente de España ante la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas.

    A los dieciocho años publicó su primer libro de poesía, Génesis de la luz, que dio inicio a una fecunda y exitosa trayectoria poética, reconocida por  numerosos premios: Premio Ocnos (1973); Premio Nacional de la Crítica (1983); Premio  Internacional Loewe (1989), Premio Internacional Generación del 27 (1999), Premio Jaime Gil de Biedma (2018). Por el conjunto de su obra, ha sido galardonado con el premio Teresa de Ávila (2003), el premio bienal de las Letras Valencianas (2004) y el Premio Andrés Bello (2017); en 2006 obtuvo el Premio José María Pemán de artículos periodísticos.

    Desde 1991 a 1998 ha sido crítico literario del periódico ABC y, desde 1993 hasta 1997, ha cultivado con la crítica teatral en la revista Blanco y Negro; luego en La Razón y en El Cultural de El Mundo, periódico del que también fue columnista; desde marzo de 2005 es crítico literario del periódico ABC. Ha sido distinguido con la Encomienda de la Orden del Mérito Civil (R. D. del 23 de junio de 1990) y la Gran Cruz de Honor por servicios prestados a la República de Austria (1991). Académico de número de la Real Academia de Cultura Valenciana y  académico de número de la Academia Hispanoamericana de Buenas Letras de Buenos Aires (sillón Juan Ramón Jiménez)  y  académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos , de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo. En 2013 el Ayuntamiento  de Valencia lo nombró hijo predilecto de la ciudad de Valencia. Y en el año 2014, la Conselleria de Educación, Cultura y Deporte de la Generalidad lo distinguió como el escritor del año. Y también ese mismo año fue nombrado doctor ‘honoris causa’ por la Universidad de Clermont-Ferrand (Francia).
    Obra
    Jaime Siles ha sido un poeta muy precoz: con solo 18 años publica su primer poemario, Génesis de la luz, con epílogo de Guillermo Carnero. Desde joven manifiesta un gran interés por los poetas de vanguardia —especialmente Lorca, Alberti, Aleixandre— y muestra de ello es, además de sus prolíficas lecturas, su amistad con Vicente Aleixandre, con el que ha mantenido una abundante correspondencia epistolar que ha sido publicada.  

    (Sacado de https://es.wikipedia.org/wiki/Jaime_Siles )


    *

    Cuatro poemas de Jaime Siles:


    Última edición por Pedro Casas Serra el Lun 20 Mayo 2024, 04:24, editado 2 veces

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    Jaime Siles (1951- Empty Re: Jaime Siles (1951-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 20 Mayo 2024, 04:00

    .



    De Génesis de la luz (1969):


    TRAGEDIA DE LOS CABALLOS LOCOS

    Dentro de los oídos,
    ....................................ametralladamente,
    escucho los tendidos galopes de caballos,
    ..........................................................................de almifores perdidos en la noche.
    Levantan polvo y viento,
    ..........................................al galopear el suelo
    sus patas encendidas,
    .......................................al herir el aire
    sus crines despeinadas,
    ..........................................al tender como sábanas
    sus alientos de fuego.
    Lejanos, muy lejanos,
    .......................................ni la muerte los cubre,
    desesperan de furia
    .....................................hundiéndose en el mar
    y atravesándolo como delfines vulnerados de tristeza.
    Van manchados de espuma
    ..............................................con sudores de sal enamorada,
    ganando las distancias
    .........................................y llegan a otra playa
    y al punto ya la dejan,
    ........................................luego de revolcarse, gimientes,
    después de desnudarse las espumas
    ................................................................y vestirse con arena.
    De pronto se detienen. Otra pasión los cerca.
    el paso es sosegado
    ......................................y no obstante inquieto,
    los ojos coruscantes, previniendo emboscadas.
    El líquido sudor que los cubría
    .......................................................se ha vuelto de repente escarcha gélida.
    Arpegian sus cascos al frenar
    .......................................................el suelo que a su pie se desintegra.
    Ahora han encontrado de siempre, sí, esperándoles
    las yeguas que los miran.
    Ya no existe más furia, ni llama que el amor, la dicha de la sangre,
    las burbujas amorosas que resoplan
    ................................................................al tiempo que montan a las hembras.
    Y es entonces el trepidar de pífanos, el ruido de cornamusas, el musical estrépito
    que anuncia de la muerte la llegada.
    Todos callan. Los dientes se golpean quedándose
    soldados.
    ...................Oscurece. La muerte los empaña, ellos se entregan y súbito
    como en una caracola fenecida, en los oídos escucho
    un desplomarse patas rabiosas, una nube de polvo levantado por crines,
    un cataclismo de huesos que la noche se encarga de enviar hacia el olvido.




    De Biografía sola (1971)


    BIOGRAFÍA

    Mi ayer son algas de pasión,
    luces de espuma.
    Y una arena insaciable que devora
    los cuerpos submarinos.
    Un cielo blanco donde beben
    las palomas sin rumbo del estío.




    De Canon (1973):


    MIS LABIOS LLEGAN A LA PLAYA MÁS ALTA

    "erutaque ex imis feruet harena fretis"
    OVIDIO

    Mis labios llegan a la playa más alta, a la arena más honda, a besar esos átomos, sin espacio, del aire. Beben la espuma herida por cuerpos temblorosos, acarician las noches de estaño o laterita, modulan tibiamente el perfil de las voces, las palabras sin rostro de las luces oscuras.
    Hay un túnel de sombra más allá de los ojos. Y un hilo verde dice que la memoria existe. Es la retina viva que vibra en la garganta, el oleaje eterno que desconoce límites, el caballo sin freno que la muerte detiene.



    DEVUÉLVEME, MEMORIA PODEROSA

    Devuélveme, memoria poderosa,
    la conciencia profunda del instante.
    Tocar la cantidad de esencia doble
    y no dejar jamás de ser materia.

    La posesión de límite que encierro
    hacia un espacio sin final me lanza,
    que es perfección, dominio, maravilla:
    totalidad de ser únicamente.

    Quédate, tacto. Sensación, procura
    abrir tu eternidad en dos presencias.


    JAIME SILES, Joven poesía española, Cátedra, 1993.

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    Jaime Siles (1951- Empty Re: Jaime Siles (1951-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 05 Oct 2024, 12:50

    .


    De Pasos en la nieve, Tusquets, 2004:


    PINTOR CHINO Y PAISAJE

    He visto como un punto
    lo que era aquel paisaje
    que, fuera de mis ojos,
    desapareció ya.

    Queda sólo esta agua
    de tinta sobre un lienzo
    donde nubes sin rumbo
    sombrean un bambú.

    En él veo la orquídea
    de fucsia temblorosa
    y, a través de su aroma,
    escuché su temblor.

    En el papel he visto
    lo que era aquel paisaje
    y en su pintura he visto
    lo que también soy yo.



    APUNTE: SÓLO UN TRAZO

    La línea roja asciende
    al cielo desde el río
    donde una luna verde
    escribe sobre el agua
    su unícromo color.

    Sombras de juncos grises
    arrastra la corriente
    y perfiles de hojas
    dicen a todo adiós.



    A VECES OIGO UNA CAMPANA CHINA

    A José Corredor-Matheos

    A veces oigo una campana china
    en medio de un jardín lleno de rosas
    que suena en mi interior y que ilumina
    algas dormidas, playas perezosas.

    A veces oigo un lápiz cuya mina
    describe trayectorias misteriosas:
    un punto o una curva que termina
    en no sé cuántas líneas tenebrosas.

    A veces oigo llegar desde muy lejos
    un perfume que cruza los espejos
    de un sonido que suena en el color

    de otro perfume cada vez más lejos
    que escucha los reflejos de reflejos
    de una playa que sólo es un olor.



    HAIKUS DEL JARDÍN DE LUXEMBURGO

    A François Morcillo

    I

    Jardín de Luxemburgo,
    sobre tu suelo deja
    el sol su blanco musgo.

    Lentas pisadas cruzan
    la blandura del verde
    horizonte difuso.

    II

    Un magnolio resuena
    silencioso en el brillo
    de sus hojas de vidrio.

    El agua de la fuente
    esta tarde sin tiempo
    prolonga el infinito.

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    Jaime Siles (1951- Empty Re: Jaime Siles (1951-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 06 Oct 2024, 04:23

    .


    PINARES DEL GUADARRAMA

    Pinares del Guadarrama,
    basa, fuste, capitel,
    esculpidos en la llama
    por la luz en redondel.

    Pinares del Guadarrama,
    raíz en el hoy de ayer,
    caligrafía de grama
    en sombra sida del ser.

    Pinares del Guadarrama,
    vertical voz en vaivén,
    acidular telegrama
    de la resina en la sién.

    Pinares del Guadarrama,
    líquenes líquidos, piel,
    tallo, tronco, tinta, trama
    del cielo sobre el papel.

    Pinares del Guadarrama,
    escritura de la tez
    del tiempo sin otro drama
    ni otra vida ni otra vez.

    Pinares del Guadarrama,
    vuestro vértigo también
    hoja a hoja se derrama
    en otro yo y otro quien.

    Pinares del Guadarrama,
    pinares: girad, volved
    al aire toda la rama,
    al agua toda la sed.



    LABOR LIMAE

    Pulo una difícil forma poemática.
    En ella no estoy yo,
    pero lo soy a veces, cuando,
    desde las piedras
    lanzadas a los oscuro, brota
    un sonido dulce desde la oscuridad.
    Lo oigo como un ciego
    escucha en su penumbra
    la canción de unos pasos:
    algo que ignoro llega
    desde un punto que no tiene lugar.
    La palabra nos hiere
    y nunca somos la sombra de sus pasos.
    Otro es quien los recorre.
    Como todo en la vida,
    también este poema
    se nos escapará.



    ENTRADA EN PÉRDIDA

    Esas palomas grises
    son una mancha blanca:
    ¡qué brevedad de muerte
    resuena entre sus alas!

    Picotean el aire
    y, a la vez, lo adelgazan.
    Atraviesan la luz
    y ensombrecen el agua.

    Esas palomas grises,
    lentas, quietas, calladas
    -que pasan por el cielo
    como si no pasaran-,

    se nos llevan con ellas
    a sus lejanas ramas.
    Esas palomas grises
    -lentas, quietas, calladas-

    que no resuenan casi,
    ni se ven, pero matan.
    Esas palomas grises
    de acidulada plata

    cómo pulen el aire
    donde afilan sus garras.
    Cómo apuran sus picos
    y espolean sus patas.

    ¡Cuánta muerte minúscula,
    a su vuelo, levantan
    con sus plumas de níquel
    y sus uñas de nácar!

    Esas palomas grises,
    lentas, quietas, calladas
    -que pasan por la vida
    como si no pasaran-,

    ¿adónde se nos llevan
    y qué nos arrebatan?,
    ¿qué liquen de qué luz?,
    ¿qué jardín de qué infancia?

    Esta mañana mismo
    las vi en mi ventana.
    Su arrullo era de seda.
    Su zureo, de nada.

    Fluían por el filo
    de una daga escarlata
    que se hacía memoria
    y se hacía distancia.

    Venían de mí mismo
    pero no me encontraban
    porque a ellas y a mí
    todo se nos borraba.

    Quise tocar sus plumas
    y acariciar sus patas,
    pero un líquido viento
    ensuciaba sus alas

    y yo no pude ver
    sino su lenta marcha
    por un cielo de cobre
    en el que ya no estaban.

    Ni ellas ni yo volvimos
    a la misma ventana.
    Ni ellas ni yo estaremos
    en la misma mañana.

    ¿Qué pasa por nosotros
    que lejos nos arrastra
    y nunca, nunca, nunca
    volvemos a las ramas

    de las horas, los días,
    las tardes, las mañanas?
    ¿qué pasa por nosotros
    que sólo deja nada?

    ¿Qué pasa por nosotros?,
    ¿qué queda, qué se marcha?



    NIÑEZ

    A Cristina, Jaime y Juan Urbizu


    Niñez. niñez, cómo te siento:
    lejana y próxima
    bajo la piel del agua.
    Lejana y próxima en la luz
    de la memoria
    junto a la sal
    y el oleaje de las algas.
    Lejana y próxima
    en las arenas de oro
    de las orillas
    y espumas de tus playas.
    Lejana y próxima, niñez,
    cómo te siento:
    lejana y próxima,
    próxima y lejana.
    Se te diría sólo sucedida.
    Se te diría sólo recordada.
    Pero yo sé que existes todavía
    como mi cuerpo aquel
    dentro del tiempo:
    como tu fondo azul
    dentro del agua.
    Lo que somos después
    se nos olvida.
    Lo que fuimos en ti
    nos acompaña.
    Formas dentro del liquen
    de las horas.
    Días dentro del mar
    de las mañanas.
    Voces que oímos un instante, aire
    transparente e inmóvil
    que no pasa.
    Brillo del sol en la retina: rayas
    del yo que fuimos
    entre las hamacas.
    Tiempo, redondo tiempo
    detenido
    en la geografía fugaz
    de nuestra infancia.
    De vez en cuando vuelves
    y nos dejas
    no la arena ni el mar
    sino las lágrimas.
    Niñez, niñez,
    cómo te siento:
    lejana y próxima.
    Próxima: lejana.
    Cómo te siento
    bajo el peso mudo
    de los días, las horas,
    las semanas.
    Cómo te siento
    dentro de mis ojos.
    Cómo te siento
    dentro de tus aguas.
    Yo te pensaba lejos ya de todo
    y a mí más lejos aún
    de aquella playa.
    Pero te encuentro hoy
    aquí en mis ojos
    y te dibujo aquí
    en esta página.

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 06 Oct 2024, 11:53

    .


    RAÍCES EN EL AIRE

    Una tarde, un balón,
    unos pes, unas piernas,
    El mundo es paraíso
    mientras los niños juegan,
    mientras resbala el tiempo 
    invisible y se queda
    sobre el césped dormido
    como en una acuarela
    donde nada ni nadie
    rielara, estuviera,
    donde nada ni nadie
    pasara ni se fuera,
    sino sólo sta agua
    que somos sin que sea
    esta agua que fuimos
    antes de ser idea.
    ¿Qué pisadas, qué pasos
    cruzan su transparencia?
    ¿Por qué los veo ya
    como si ya no fueran?
    ¿Por qué me veo a mí
    como si no estuviera
    y el césped y los pies
    y el balón y las piernas
    disueltos en un aire
    que otro aire se lleva?
    ¿Qué suena en la memoria?
    ¿Qué identidad nos crea?
    ¿Qué nos hace sentirnos
    dentro de todo y fuera?
    Balones en la tarde
    cruzan el césped, piernas
    los siguen en el aire
    que lo fue, que lo era,
    que lo ha sido o lo es,
    que lo está siendo, fuera
    de lo que fue, distinto
    e igual a como era.



    MOMENTOS BAJOS

    Estoy huido de mí, que es una
    de las peores formas
    en que puede estarse,
    y no me siento bien conmigo
    ni con nada ni con nadie.
    Estoy debajo de los días, ido
    de mí, de todo, como si esta tarde
    alguien, que no soy yo, viniera
    en mis propias ruinas a posarse
    y me dejara sólo frente al único
    fantasma del vacío que es el aire
    y todo lo que fui se me perdiera
    sin que llegara yo a encontrarlo
    ni a encontrarme.

    Estoy huido de los días,
    que es estarlo del oro de las tardes,
    y conozco la noche transparente
    que no existe ni está en ninguna parte.
    He perdido, y lo sé, y acepto el tiempo
    sin sentido ni fin que está delante
    y escucho su sonido suspendido
    de la pureza de ser nada ni nadie
    y la angustia y el vértigo que vivo,
    y todo lo que muere conmigo en este instante.

    Vivir tal vez consiste sólo en esto:
    sentirse otro dentro de uno mismo
    y ver el alma cansada vaciarse.
    Pero puede que no, y que la vida
    sea sólo lo anterior, lo futuro, lo distante.
    Y, si así fuera, la muerte no estaría
    disfrazada, difusa, repetida
    en rápidos espejos incesantes
    y pensaríamos que la vida es otra
    y su naufragio, sólo sus imágenes.

    Pero yo sé que no lo son y que la muerte
    atraviesa la tela de los trajes
    y que está ahí, dentro de mí,
    mirándose, mirándote, mirándome
    como yo miro ahora la memoria
    de lo que fui, mientras el día,
    muy lento, va apagándose
    y nada queda de él ni de esta hora
    ni de mí ni de ti ni de esta tarde.
    Sólo este dolor dentro de mí, este dolor
    de nada, pero de mí: de nadie.



    PAISAJE ACÚSTICO

    Dios lee cada mañana el listín telefónico
    y apunta los nombres y los números
    de aquellos de nosotros
    a los que, a lo largo del día, llamará.
    A veces se le olvida comprobar los prefijos,
    o el teléfono está comunicando
    o no hay nadie en la casa
    y deja su mensaje en el contestador.
    Dios nos habla siempre por teléfono
    pero nadie reconoce su voz,
    nadie la ha oído, nadie
    sabe por qué, ni cuándo, ni cómo le llamó.
    Nadie lo sabe. Por eso
    todos estamos pendientes del teléfono.
    Por eso
    todos sabemos que al otro lado del teléfono
    estamos también nosotros mismos,
    bajo forma de prójimo
    y lo oímos llegar hasta nosotros,
    bajo forma de Dios.
    Cuando nada se oye
    Dios es lo que hay al otro lado del teléfono.
    Cuando nada se escucha, eso
    que se escucha es —y es sólo—
    el sonido de Dios
    cuando nos llama, sin que nosotros lo sepamos,
    por teléfono.



    PAISAJE EXPRESIONISTA

    Ya están los rododendros
    en rojos sucesivos
    abiertos a la muerte
    y al dolor de estar vivos.

    Ya están como estuvieron,
    como estarán: heridos
    por la vida que crea
    esta especie de limbo,

    donde todo parece
    fluir, quedar lo mismo
    que nosotros quedamos
    también cuando fluimos;

    donde resuena el aire
    que nosotros no oímos
    y el viento mueve hojas
    que nunca han existido.

    El tiempo es sólo un punto
    en sí mismo perdido
    por el que llego a hoy,
    a mañana, y me abismo

    en otro yo que fui
    o que soy o que he sido
    donde todo es ayer
    menos nosotros mismos.

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    Jaime Siles (1951- Empty Re: Jaime Siles (1951-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 07 Oct 2024, 01:15

    .


    EN OTRA SALAMANCA

    Como la página de un libro
    movida por el viento ante los ojos
    pasó el fantasma de nuestra juventud
    y su realidad, que es lo que evoco
    y que me lleva a un tiempo que soy yo,
    que era yo, que he sido yo
    en la perfecta agilidad del aire,
    cuando todas las cosas tenían su interior
    y se oía un movimiento oscuro
    sonar en lo profundo de las hojas
    y era sabia la luz y sabio el ser,
    y el tiempo, un claroscuro
    sin antiguos espejos reflejando su fondo.
    Cuando todo tenía presencia y gracia,
    misterio y solidez. Cuando
    no se había instalado aún el mecanismo,
    tan torpe como fiel, de la costumbre
    y se veía el mundo como un todo sin nombre
    y las cosas, como
    la inexpresada música de agua
    que era el exacto idioma
    de aquella íntima y compacta relación
    que ahora echo de menos y que busco,
    porque el hombre sólo conoce lo imperfecto
    y nunca sabe en qué momento de su vida
    recibe la visita de su demonio o de su dios.
    Nunca lo sabe. Tampoco yo lo supe,
    porque la juventud ignora lo perfecto.
    Por eso ahora recorro este camino
    de imágenes lejanas que me llevan
    al que estoy siendo
    en esta tarde también de Salamanca
    en que el sol y la piedra
    me conceden su brillo
    y yo vuelvo a sus torres
    envuelto en la caricia de aquel único oro
    que el tiempo ha ido puliendo en mí como un cristal.
    Mendigo de su espacio, limosna de su luz es lo que siento.
    En otra Salamanca pasó mi juventud.



    ANTONIO ESPINA EN EL CAFÉ LYON
    A MEDIADOS DE LOS AÑOS SESENTA

    Llevo una vida oscura yo que la tuve clara
    y veo que la muerte se cierne sobre mí.
    No me amenaza: únicamente llega
    y la siento posarse en los cristales,
    venir por la Gran Vía, cruzar la Castellana
    hasta llegar aquí,
    hasta esta mesa
    de mármol purulento,
    donde un día desee ser feliz.
    Ya sé que he fracasado en todo
    en lo que nunca debiera fracasarse.
    Viví la aventura estética del Ultra
    y las vanguardias, y el 27 pasó
    por encima de mí.
    Compuse versos dignos, imaginé una prosa
    que nunca ya me iba a abandonar,
    di mi más hondo sí a la República,
    ocupé cargos y, en días muy difíciles,
    fui gobernador. Me condenaron
    a muerte. Pero yo sabía que no iba a morir:
    mi muerte iba a ser este
    vivir sórdidamente en el exilio,
    los libros escritos por encargo
    y los artículos y colaboraciones
    gracias a las que pude sobrevivir en Abc.
    Alguna vez escucho que alguien cita u olvida mi Signario,
    y que la mayotía o ignora mi nombre por entero
    o lo pronuncia con odio o con desdén.
    Este café a medido el ritmo de mis horas
    como yo medí el ritmo de mis versos
    y él y yo sabemos que la literatura
    ha sido mi única vida y mi verdad.
    He visto sucederse todas las estaciones
    hasta llegar a esta última -y no sé
    si también horrenda- en la que ahora estoy. He conocido
    todo lo que en esta vida un hombre puede conocer
    incluido el perdón.
    He perdonado -he ido perdonando-
    a todos los que me han infringido daño,
    a todos los que han ido extendiendo
    sobre mí este silencio atroz,
    a todos los que fueron mis verdugos
    y también a sus cómplices
    y he llegado a este punto
    más allá del cual ya no nada hay.
    Sólo espero la muerte
    y que esta vez al fin no se equivoque
    de día ni de hora, de nombre ni lugar:
    que venga al fin a liberarme,
    que me salve de mí
    de una maldita vez.
    Sólo espero la muerte
    cuya sombra recuerdo de los días de Palma,
    cuyo sonido escucho en forma de fusil.
    Veo la cárcel, los muros y la tapia,
    y, ajena a todo e impasible a la sangre,
    la más maldita luna
    del más maldito mar.
    Oigo aún el eco de las detonaciones
    mientras en mi memoria se confunden
    el ruido de los cuerpos que caen
    y el de las olas.
    Es el instante mío que más me pertenece.
    Por eso en tardes de lluvia como ésta
    suelo volver a él: suelo volver al sueño
    de pensar que no he sido
    sino eso que, por destino, fui:
    un escritor sin suerte,
    desterrado de todo, hasta
    de mi generación. Un escritor
    a punto del olvido o en el olvido ya
    antes de tiempo. Un escritor
    de obra inaccesible, al que,
    por ignorancia nadie lee.
    Os dejo mi Signario y mi prosa bien hecha,
    dos o tres títulos nada desdeñables
    y mi obstinada exigencia de rigor.
    Me voy de aquí a no sé ya qué parte.
    Pero antes quiero pediros aún
    un último favor:
    ¡desconfiad, desconfiad
    de los manuales!
    Contienen un alto grado de mentira
    y están escritos con mala voluntad.
    Lo arbitrario y lo falaz los nutren.
    Así que este consejo quiero darte
    a ti joven que empiezas a escribir:
    lo único que vale
    es la verdad de un texto,
    la raíz que lo une a la cultura,
    la fe que lo alimenta,
    la ley que rige su composición,
    lo nuevo o lo viejo que ilumina,
    el conocimiento que te aporta,
    el saber que te da.
    El resto es adventicio
    como esto que te digo a punto de morir,
    cuando ya todo se disipa y se borra
    menos la claridad, que dentro de mí siento
    y que me hace contemplar la vida
    desde el meandro último
    que es el velador de este café.
    Como tú, tampoco fui dichoso,
    pero puse en mis páginas
    el deseo de lo mejor de mí.
    Veo con qué manejos los demás se engañan
    como con los fantasmas de mi inteligencia
    también me engañé yo.
    Triunfa aquello en lo que no creí. Vence
    la bazofia, la chusma, la hojarasca.
    Los bárbaros han roto la literatura,
    y amenazan con destruir también la civilización.
    Se apoyan en dos fuerzas: la masa y la ignorancia
    y cuentan con el más firme apoyo
    de todos cuantos odian la excelencia
    y elogian y aúpan lo vulgar.
    Contra ellos es mi verdadera lucha:
    defender los principios y las normas,
    construir un escudo de luces contra el caos,
    ser siempre fiel a la razón perpetua,
    y amar la vida en su desesperanza
    y seguir amándola con desesperación.
    La fe en la cultura se basa sólo en esto:
    en que hay algo que queda
    después del humo que trae consigo cada generación.
    Redímeme, lector, del polvo de mis páginas
    y ojalá algo mío pueda servirte a ti.
    Ahora déjame dar vueltas
    a esta cucharilla silenciosa
    que gira, como yo, sobre sí misma
    mientras ve en el espejo
    todo lo que será lo que pasó.

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    Jaime Siles (1951- Empty Re: Jaime Siles (1951-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 07 Oct 2024, 05:12

    .


    ACOTACIONES

    En el flujo y reflujo de una nieve muy lenta
    en la que flota sólo un perfume de tiempo
    donde siguen oyéndose los pasos de figuras
    que todavía cruzan por su lejana luz,
    percibo algo que queda más allá de las cosas
    y les devuelve a todas, tal vez más que un sentido,
    del que probablemente carecieron,
    una imagen de ellas
    que me las reconvierte en un sentir.
    Un agua que rodea el tallo de unas rosas,
    que recuerdo sobre una mesa que no existe,
    como no existe el búcaro
    que dentro de mi memoria las contiene,
    no es menos real que este que ahora soy
    y que recuerda el agua que sí existe
    dentro del búcaro donde están las rosas
    cuyo tallo aún verdea y extiende
    sobre la superficie de la mesa
    líquenes de sombra que proyecta
    la lámpara que aún tiene, como entonces,
    encendida su luz.
    No se ven las cosas, sino el tiempo.
    No se ve el tiempo, sino la impresión
    de su continuidad interrumpida a veces.
    De manera que todo lo que he visto
    aún lo sigo viendo.
    De manera que todo lo sufrido,
    aún es mi sufrir.
    La comenzada muerte de las rosas
    todavía no ha terminado su proceso:
    está en mí, que las veo,
    tanto como en las rosas que son hoy en su ayer;
    está en el búcaro que contiene las rosas
    tanto como en el agua
    en la que se las ve;
    está en mi mente
    tanto como en la lámpara
    que hay sobre una mesa que no existe,
    y ellas y yo fluimos
    hacia éste continuum de imágenes
    que existe, independientemente de ellas
    y de mí, ahora
    que la memoria las aísla
    de lo que fue o ha sido su fluir.
    Y yo, que las miraba, ¿desde d+onde las veo?,
    ¿en qué edad me sitúo?
    ¿O, como ellas, carezco de tiempo yo también?
    ¿Un yo sin tiempo puede darse en lo vivo?
    ¿Un yo sin tiempo es un yo también?
    Sobre la mesa alguien ha puesto hoy
    rosas en un búcaro.



    EXPIACIONES SIN PECADO

    Por la muerte se avanza muy despacio.
    No se entra de lleno en su morada,
    no se habitan ni se cruzan sus campos:
    se adivinan, se saben, se presienten,
    más que su territorio, sus espacios.
    Están allí, delante de nosotros.
    Dentro tal, insomnes, esperándonos,
    pero se llega a ellos poco a poco,
    pero se llega a ellos muy despacio.
    Esta tarde camino por su sombra,
    que es la mía, escrita en el asfalto
    de esta calle por la que voy sin prisa
    y sin mí y sin nada, desandando.
    Desandando camino hacia mi muerte
    como en el cielo la copa de ese árbol
    que me mira pasar y las palomas
    de sus ramas estallan en pedazos.
    Como ellas, disueltas en el aire,
    me disuelvo en la sombra a la que hablo.
    Como ellas en el cielo, yo en la vida
    de mis pobres palabras me desangro.
    No se entra en la muerte, no se habita
    nunca del todo su infinito espacio:
    la muerte es cada uno de nosotros
    hacia sí mismo, solo, caminando.

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 08 Oct 2024, 03:02

    .


    De Desnudos y acuarelas, Visor, 2009:


    SUCESIÓN DE DESNUDOS

    I

    Cada vez que el espejo
    diluía su agua
    dentro de su reflejo
    veía yo su enagua.

    Como un acto reflejo
    recorría su espalda
    desnuda del complejo
    contorno de su falda.

    El mediodía en punto
    detenido en su alba
    rozaba un breve punto
    de su rosada valva.

    Debajo de sus rizos
    su pubis se asomaba
    a un jardín de cobrizos
    celajes que cruzaba

    una línea azul
    sobre un centro de escarcha
    sobre el que un breve tul
    impedía la marcha.

    Los erectos pezones
    debajo de su blusa
    volaban como halcones
    entre la luz difusa.

    Una media bajada
    por su pierna de prisa
    y yo la contemplaba
    rodeada de brisa,

    mientras todo el espacio
    allí se resumía
    en el breve topacio
    de su carne en la mía.

    Y la noche crecía
    desde un punto más largo
    que cada vez se hacía
    más negro, más amargo

    hasta que, de repente,
    ella resplandecía
    como una ala pente
    en lo alto del día.

    Y yo, que la miraba
    descender lentamente
    sobre mí, contemplaba
    sus eses de serpiente

    cuando ella me acercaba
    girando suavemente
    su boca que mojaba
    de pronto mi presente.

    Porque cómo mordía,
    porque cómo besaba,
    porque cómo gemía,
    porque cómo lloraba.

    II

    La veo en las esquinas
    del tiempo, en una playa
    de casetas marinas
    blancas como una raya

    que detiene la luz
    sobre un fondo de algas
    que atraviesa un azuz
    dulce como sus nalgas.

    La veo aparecer
    delante de las barcas
    y desaparecer
    con sus pupilas zarcas.

    Su cuerpo era de sombra
    y su lengua, de lava
    y toda la penumbra
    me la multiplicaba

    en miles de carmines
    escritos en el alba
    por los breves jardines
    de su musgo de malva.

    Corría por la arena
    desnuda y descalza
    con su carne morena
    y sus senos en alza.

    Y yo, que la seguía
    por la orilla, llevaba
    su cuerpo como guía
    que el sol iluminaba.

    Y, mientras me perdía
    dentro de su mirada,
    dentro de mí sentía
    su carne derramada

    sonar en las espumas,
    vibrar en las aladas
    olas de verdes brumas
    metálicas, doradas

    como su piel de luna
    levemente rozada
    por el brillo de alguna
    breve luz desviada

    como ésta que viene
    de pronto reflejada
    para que yo la llene
    de lo que ya no es nada.

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 09 Oct 2024, 02:47

    .


    III

    Azul sobre la cama
    blanca, resplandeciente
    caía su pijama
    delante de mi frente.

    Era como una llama
    soplada de repente
    lo que su fronda en flama
    encendía en mi mente.

    Y todo lo que brama
    y todo lo que siente
    iba de rama en rama
    a dar en mi presente.

    Y cómo se derrama
    por la luz lentamente
    la carne de la dama
    desnuda en el poniente.

    No sé cómo se llama
    ni sé cuánto me miente:
    sólo sé que me ama
    intermitentemente.

    Y sé que me reclama
    su cuerpo iridiscente
    y sé cuánto me inflama
    su cárdena simiente.

    Azul sobre la cama
    blanca, resplandeciente
    caía su pijama
    delante de mi frente.

    Como en un panorama
    veía de repente
    la rojinegra llama
    de su cielo rompiente

    y, en medio de la grama,
    bajar por mi pendiente
    la lengua de la dama
    bajo la luz muriente.

    Como en un diorama
    proyectado en mi mente
    veo aún la retama
    caer desde su frente,

    resbalar por la cama
    y, acompasadamente,
    diluirse en la llama
    de los dos juntamente.

    Ardida como un lama,
    desnuda, transparente
    su piel no gime, clama
    abierta por su frente

    y allí donde la lama
    en su vello consiente
    se resuelve la trama,
    se disuelve la mente,

    porque no hay otro drama
    que dos cuerpos enfrente
    disueltos en la llama
    bajo la luz poniente.

    IV

    Distinto y derecho
    un punto le surgía
    del fondo de su pecho
    donde me sumergía

    y en él aparecía
    como por un repecho
    un resplandor deshecho
    en que la luz se hundía.

    Y yo miraba el techo,
    pero no lo advertía
    porque dentro del lecho
    de ella me consumía.

    Ahora que soy viejo
    quiero fijar la huida
    de ello en el espejo
    que reflejó mi vida.

    El punto circunflejo
    de la piel que se astilla
    en el acto reflejo
    en que el eco rebrilla.

    La imagen de su pecho
    ahora se consolida
    en este breve trecho
    de nieve roja ardida

    por el que voy derecho
    hacia la maravilla
    del resplandor deshecho
    en la luz amarilla

    que su pelo agavilla
    y extiende lentamente
    vertical por su frente,
    rosado en su mejilla,

    mientras ya más despacio
    sobre su piel de arcilla
    en su tez de topacio
    sumerge el sol su quilla

    abriéndole al espacio
    del agua submarina
    un destello de Accio,
    un sol de Salamina.

    Y aquel cuerpo compacto
    en que se resolvía
    el amor en un acto
    sonoro resurgía

    de su nada de pronto
    en el centro del día
    y todo el Helesponto
    en él se resumía.

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 10 Oct 2024, 11:04

    .


    V

    Estaba contemplando
    su cuerpo de delicia
    cuando llegó remando
    una nave fenicia.

    Bajo aquel cielo blando
    crecía la codicia
    de su carne, llenando
    su extensión de caricia.

    La arena resonante
    del sol de mediodía
    alzaba en el cuadrante
    su luz en sinfonía.

    La música del agua
    dorada de la orilla
    recorría en piragua
    una ola amarilla

    que sus pies rodeaba
    formando una sanguina
    entre brillos de lava
    de verdor turmalina

    disuelta de repente
    en una luz alada
    donde leve y nevada
    por un blanco reciente

    casi se acuarelaba
    su carne transparente
    mientras todo vibraba
    de placer en mi mente

    y yo, que la veía
    allí en su cuerpo inerte,
    al mirarla, sentía
    lo bella que es la muerte

    porque nada se oía
    sino un cuerno de oro
    cada vez más sonoro
    dentro del mediodía

    cuando crece la nada
    y todo se desvía
    de su centro y el día
    dibuja su pisada

    en una leve lava
    caída lentamente
    y todo allí se lava
    y todo allí se siente.

    La vida es esta playa
    vista bajo la lente
    borrosa que se halla
    sólo, sólo en mi mente.



    VI

    De pronto me regresa
    de su nada encendida
    la memoria aludida
    de su líquida fresa

    y aquella luz marina,
    tan leve que no pesa,
    pisa la lenta mina
    de su sombra convexa

    y aquel azul diluye
    debajo de sus cejas
    todo el color que huye
    en comas circunflejas

    al ver que se desnuda
    en ondas de tigresa
    su carne que se anuda
    al agua que no cesa

    de surgir de su fuente,
    ondina satisfecha
    de sumergir su frente
    en la casi deshecha
    realidad que miente
    lo que la luz refleja
    sobre la sonriente
    sensación que se aleja.

    Recuerdo aquella playa
    donde su cuerpo ardía
    como su piel de baya
    en una melodía

    y todo era quemante
    y todo era riente
    en el equilibrante
    solsticio de su frente.

    Sólo yo la miraba
    sólo yo la sentía
    hervir como la lava
    dentro del mediodía

    y allí, desvanecida,
    desde su cuerpo inerte
    parecía, perdida,
    imaginar la muerte.

    Por su carne dormida
    la luz evanescente
    con la arena fundida
    en la espuma rompiente

    copiaba el amarillo
    broncíneo de su frente
    donde dejaba un brillo
    la brisa del relente

    y la orilla gemía
    desconsoladamente
    al saber que moría
    todo tiempo presente.

    El esplendor lineal
    colorea el momento
    ya casi horizontal
    dentro del pensamiento

    donde flota indolente
    aquello que no acaba
    de pasar totalmente
    porque quema su lava

    y el jardín de la mente
    hace vibrar la playa
    fugaz eternamente
    sin que nada se vaya

    del todo de repente
    y regresa su raya
    a mojarme la mente
    y regresa su baya

    del pasado al presente
    cada vez más mojada
    aquí donde la nada
    se vuelve transparente.

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 11 Oct 2024, 00:45

    .


    SETO DE CINERARIAS

    Un mar de verdes sombras
    sobre el azul silvestre
    y un oleaje tierno
    sonámbulo y terrestre
    en el preciso ángulo
    en que estoy convergen
    mientras miro macizos
    de setos sucederse
    en la lenta penumbra
    del día que anochece.
    Como las cinerarias
    aprendo a sucederme:
    a ser como las cosas
    que son lo mismo siempre
    y a, en un mismo paisaje,
    encontrarme, perderme.


    JAIME SILES

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 13 Oct 2024, 10:30

    .


    Otros poemas de Jaime Siles, del libro Trovadores de Silencio, Calambur 2010:


    De Canon, 1973:


    CONVENTO DE LAS DUEÑAS

    A Federico Ordiñana

    El oscuro silencio tallado sobre el tacto
    golpea sin tocar la luz de esta materia,
    de esta altura perdida persiguiendo
    la eternidad donada a sus figuras.

    Un sosiego perenne asciende hasta la música.
    difumina los ecos sonoros del espacio
    y pulsa, impele, domeña, geometriza
    la mágica sorpresa del aire en surtidores.

    Infiel al arbotante, a la jamba convexa,
    al ritmo que la mano con claridad impone,
    deja un aliento verde para llegar al sueño,
    al éxtasis que crece desde la piedra en fuga.

    Y queda un resplandor, una callada imagen,
    un fragmento de tiempo que impreciso se ahonda
    y nunca más se ha sido: se está siendo
    porque en su dimensión la forma dura.




    De Alegoría, 1977:


    PARÁBOLA DE ESTE MISMO LUGAR

    El que camina y va
    y el que regresa

    El que está en un lugar
    y el que ha venido

    El que está inmóvil
    y aquel que no ha tornado

    El que sólo es el tiempo
    de un espacio distinto

    El que nunca es el tiempo
    ni tampoco el lugar

    El que es y no es
    el que será y ha sido

    El que era agua
    y ahora es sólo aire

    El que era tierra
    y ahora es sólo agua

    El que era aire
    y ahora es sólo tierra

    Informan la materia
    de este mismo lugar

    donde el que es ya era
    y el que será ya ha sido

    porque son la materia
    de este mismo lugar.



    CANCIÓN

    Qué me sostiene aquí,
    sino yo mismo,
    convertido en distancia
    de este mismo lugar.

    Convertido en materia,
    convertido en memoria,
    convertido en distancia
    de este mismo lugar.

    Convertido en los átomos
    más allá de los ecos
    que convocan las voces
    de este mismo lugar.

    Convertido en la música
    de la orilla que suena
    más allá de los vértices
    de este mismo lugar.

    Convertido en la ola,
    convertido en la espuma,
    convertido en los cuerpos
    de este mismo lugar.

    Qué me sostiene aquí,
    sino yo mismo,
    convertido en memoria
    de este mismo lugar.

    Pedro Casas Serra
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    Jaime Siles (1951- Empty Re: Jaime Siles (1951-

    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 14 Oct 2024, 01:19

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    De Música de agua,, 1983:


    SIN

    Sin signos.
    Sin idioma.
    Sin final.
    Tal cual a ti
    en ti
    nada te cambia.
    Lo anterior a tu voz,
    eso es el mundo.




    De Semáforos, 1990:


    ACIS Y GALATEA

    Ese cuerpo labrado como plata,
    ese oro, esa túnica, esa piel,
    ese color que tiñe la escarlata
    corola del pistilo de un clavel;

    ese cielo de cárdenos espacios,
    esa carne que tiembla en el vaivén
    de las rodillas y de los topacios
    nos dicen que este cuadro es de Poussin.

    El resplandor del sol en los minutos
    del gris del agua sobre el gouache del gres,
    el césped de corales diminutos
    que puntean las puntas de sus pies;

    el placer de los vicios absolutos,
    el maquillado estambre, el cascabel
    de sus tacones, los ojos resolutos
    disueltos en vidrieras de bisel;

    las dunas de su cuerpo y esas manos
    que la luz difumina en el papel
    de este poema dicen que eran vanos
    ese oro, esa túnica, esa piel.

    La chica que los mira aquí a mi lado
    es más real que el lienzo y que el pincel:
    hace un gesto de geisha emocionado,
    más certero, más cierto, más rimado
    de rimmel que la estrofa del clavel.

    El cuadro del museo que miramos
    no está en la sala, ni en el Louvre, ni en
    la Tate Gallery, el Ermitage o Samos,
    y no es —ni por asomo— de Poussin.

    El cuadro del museo que miramos,
    Acis y Galatea, ella y él,
    somos nosotros mismos mientras vamos
    —ojo, labio, boca, lengua, mano—
    sobre la carne del amor humano
    ensortijando flores, cuerpos, ramos
    de un ver5ano mejor que el del pincel.



    HIMNO A VENUS

    Amor bajo las jarcias de un velero,
    amor en los jardines luminosos,
    amor en los andenes peligrosos
    y amor en los crepúsculos de enero.

    Amor a treinta grados bajo cero,
    amor en terciopelos procelosos,
    amor en los expresos presurosos
    y amor en los océanos de acero.

    Amor en las cenizas de la noche,
    amor en un combate de carmines,
    amor en los asientos de algún coche,

    amor en las butacas de los cines.
    Amor, en las hebillas de tu broche,
    gimen gemas de jades y jazmines.


    JAIME SILES, Trovadores de silencios, Calambur, 2010.


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