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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 27 Mar 2010, 03:54

    Ya hablé, en la referencia a Blas de Otero y José Luís Hidalgo, de la famosa Antología, CUATRO POETAS DE HOY, que cayó en mis manos en Octubre del año 69. Me queda hablar de  Gabriel Celaya y de José Hierro ( dejaré a este para un momento posterior). Pero si dominara las técnicas de video en lugar de estar escribiendo me estaríais oyendo cantar

    "Nosotros somos quien somos.
    ¡Basta de Historia y de cuentos!
    ¡Allá los muerts! Que entierren como Dios manda a sus muertos.

    No vivimos del pasado
    ni damos cuerda al recuerdo.
    Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.

    Somos el ser que se crece.
    Somos un río derecho.
    Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

    ...

    De cuanto fue nos nutrimos,
    transformándonos crecemos
    y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

    ¡ A la calle!, que ya es hora
    de pasearnos a cuerpo
    y mostrar que, pues vivimo, anunciando algo nuevo.

    ...

    Vuelvo a decirte quién eres.
    Vuelvo a pensarte, suspenso.
    Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

    No quiero justificarte
    como haría un leguleyo.
    Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

    ..." ( España en Marcha, Cantos ïberos, 1955).

    Toda una generación de cantautores se encargaron  de distribuir la palabra de los poetas por las universidades, en asambleas que siempre concluían a golpes con los "grises" -policia nacional en tiempos de Franco-. Paco Ibañez, Labordeta, Serrat, Raimon...hicieron una ímproba labor porque llevaron la poesía no solo a las universidades sino también a los pueblos, a sus plazas...allá donde existía una mínima posibilidad allí estaban ellos cantando a Machado, Celaya, Hierro, Hernández...

    Gabriel Celaya - o Rafaél Múgica o Juan de Leceta- nació en Hernani ( Guipuzcoa) en 1911 y muere en Madrid en 1991. Luís Jimenez Martos, conocido crítico literario, dice de él : " Hay poetas a los que resulta poco menos que imposible resumir. Gabriel Celaya es uno de ellos(...) Golpeante, conceptual, rabioso, discursivo, rimador o no, ripioso , a veces, como en un juego descuidado, humorista o patético, GABRIEL CELAYA ES UN TORRENTE...)( Citado en Poesía de la primera Generación de Posguerra. Pag.125. Cátedra, 2008). Y como un torrente lo presentía yo cuando cantaba

    "Cuando ya nada se espera personalmente exaltante´
    mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
    fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
    como un pulso que golpea las tinieblas,

    cuando se miran de frente
    los vertiginosos ojos claros de la muerte
    se dicen las verdades :
    las bárbaras, terribles, amorosas crueldades".

    Y aprovechaba yo cualquier momento para armar la gresca, subiéndome a tarimas en las plazas de mi pueblo o en las aúlas de la Universidad de Murcia, caracterizada hasta que llegamos en grupo de ...¿"rojos pagados por el oro de Moscú"? por su bonhomía y aceptación del regimen existente (años 80/81 y ss...)

    "Poesía para el pobre, poesía necesaria
    como el pan de cada día,
    como el aíre que exigimos trece veces por minuto,
    para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

    Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
    decir que somos quien somos,
    nuestros cantares no puedesen ser sin pecado un adorno.
    Estamos tocando el fondo.

    Maldigo la poesía concebida como un lujo
    cultural por los neutrales
    que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
    Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse" ( Cantos Íbero, 1955)


    ( Intentaré continuar esta tarde)

    En la Antología  "Cuatro poetas de hoy", María de Gracia Ifach nos dice "Estetas "que se rasgan la levita" y poetas perfectistas le anatemizan por prosaico. Pero Gabriel Celaya cualpa de ello a su "fantasmón" y materialista Leceta y sigue su quehacer fiel a sí mismo : La vida tal como se ofrece, con su múltiple contenido de belleza y fealdad, de felicidad y desgracia, de amor y de odio...
    Fiel a sí mismo dije, y pese a las críticas. Fiel a su propia franqueza, el poeta se entrega integro, con la carga de pasione de que es capaz, su desbordante y desbordada sensibilidad" (Op.Cit. pag 63)
    La obra de Celaya es  grande : Marea del silencio; La soledad cerrada; Movimientos elementales; Lo demás es silencio...y las más conocidas - al menos para mí- Tranquilamente hablando; Las cosas como son o Tranquilamente hablando...

    "Ya es de noche. Ya no puedo
    seguir hablándote. Basta.
    No hay corazón. Suena el mar.
    Mi sangre de un golpe calla.

    Una música me abre
    sus mil alas y secretos :
    una música me pueblo
    y ya casi no me siento.

    Ya no me siento la maciza
    presencia que llamo cuerpo.
    Siento el mar. Tan sólo el mar,
    ese mar siempre latiendo.

    No, ya no puedo, no puedo
    escuchar mi sentimiento
    hablarte como si fuera
    yo, y no la noche, quien tiembla"
    (Nocturno. De "La música y la sangre". ) Y pasamos de un poeta introspectivo, íntimo y nostálgico a un vendaval que arrasa todo aquello que se pone por delante :

    "Hablando en castellano,
    mordiendo erre con erre por lo sano,
    la materia verbal, con rabia y rayo,
    lo pone todo en claro.
    Y al nombrar doy a luz de ira mis actos"  ( Hablando en Castellano. Cantos íberos"),.

    Estas exégesis , en fin, son meras referencias que pretenden animar a sus lectores a que abran otras puertas y lean otros autores, viviendo, sobre todo viviendo otra poesía :

    "Uno va, viene y vuelve, cansado de su nombre;
    va por los bulevares y vuelve por sus versos,
    escucha el corazón que, insumiso, golpea
    como un paño apretado fieramente llamando,
    y se sienta en los bancos de los parques urbanos,
    y ve pasar la gente, que aún trata de ser alguien.

    Entonces uno siente qué triste es ser un hombre.
    Entonces uno siente qué duro es estar solo.
    Se hojean febrilmente los anuarios buscando
    la profesión poeta - ¡ay, nunca registrada!-.
    Y entonces uno siente cansancio, y más cansancio,
    solamente cansancio, tiempo lento y cargado...

    ...

    No me hagáis más preguntas. Cantad cara al mañana
    lo común de la sangre, lo perpetuo y corriente.
    No, al solo yo atenidos, penséis que vuestra muerte
    es la muerte sin vuelta y el fin de vuestro anhelo.
    Mientras haya en la tierra un solo hombre que cante,
    quedará una esperanza para todos nosotros" ( Pasa y sigue. De Paz y concierto).

    Bien, y aquí termino hoy con este autor. Abrazos.


    Última edición por Pascual Lopez Sanchez el Sáb 27 Mar 2010, 16:23, editado 1 vez
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    Mensaje por clara_fuente Sáb 27 Mar 2010, 08:16

    Pascual, sólo trasladarse a otra ciudad y parece que contaras mis experiencias.
    Y así intento seguir "golpe a golpe / verso a verso".

    Siento que somos de la misma pasta. Mis respetos poeta, Clara
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Sáb 27 Mar 2010, 16:25

    Bueno, Clara. Gracias por pasarte por este espacio. Y gracias por tu comentario, que me ha hecho sonreir recordando viejos tiempos. Un beso muy grande
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    Mensaje por Maria Lua Sáb 27 Mar 2010, 21:21

    Entonces uno siente qué triste es ser un hombre.
    Entonces uno siente qué duro es estar solo.
    Se hojean febrilmente los anuarios buscando
    la profesión poeta - ¡ay, nunca registrada!-.
    Y entonces uno siente cansancio, y más cansancio,
    solamente cansancio, tiempo lento y cargado...

    Gracias, querido Pascual!
    Qué bellos poemas de Gabriel Celaya!
    No conocía su obra...
    Qué bejo trabajo haces en este foro,
    amigo...
    Te sigo...
    Un beso
    Maria L
    ua


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    Mensaje por Andrea Diaz Dom 28 Mar 2010, 00:25

    Maldigo la poesía concebida como un lujo
    cultural por los neutrales
    que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
    Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse"

    un lujo haber traido a Celaya, como siempre usted es un maestro...
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Dom 28 Mar 2010, 01:10

    Gracias, María, Lo cierto es que me gusta mucho hablar de los poetas y de su poesía. Por tanto esto no es ningún mérito para mí sino más bien un capítulo que me desarrolla a nivel personal. Me gustaría profundizar un poco más, hacer referencia a mis propias notas. Pero he llegado a la conclusión de que lo mejor es darlos a conocer, simplemente.
    Un beso
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Dom 28 Mar 2010, 01:11

    Andrea, muchas gracias. Un beso muy grande.
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    Mensaje por Maria Lua Miér 31 Mar 2010, 20:57

    Es muy bello lo que haces
    aqui, amigo Pascual!
    Hay tantos poetas
    que no hemos leído...
    Darlos a conocer es
    maravilloso!
    Gracias
    Un beso
    Maria
    Lua


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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 01 Abr 2010, 05:36

    Este fin de semana será imposible. Pero en cuanto pueda hablaré de José Hierro
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    Mensaje por Maria Lua Jue 01 Abr 2010, 14:30

    Te espero, amigo Pascual, con un
    inmenso interés...
    Beso
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    Mensaje por Maria Lua Mar 20 Abr 2010, 00:24

    Apasionadamente


    ¡Y tanto, y tanto te amo
    que mis palabras mueren
    en un rumor de besos sin descanso!

    ¡Y tanto todavía que mis manos
    no te hallan al tocarte!

    ¡Tanto y tan sin descanso,
    que fluyo, y fluyo, y fluyo,
    y es solamente llanto!


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    Mensaje por Adriana Pardo (Luia) Mar 20 Abr 2010, 20:55

    Muy buena tu reseña acerca de Celaya. Es un poeta a quién admiro y en este estudio me has hecho volver gratamente a él. ¡Gracias!
    Espero impaciente por José Hierro.

    Beso grande
    Li
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 21 Abr 2010, 13:00

    Siempre me digo : Tranquilo...ya no más. Pero mi vocación m´dica corre a la par de mi vocación poética. No podría decir que hubiera una más importante que otra. Me he comprometido para el día 19 de mayo en presentar 4 casos clínicos sobre el dolor. Son diferentes entre sí . Como es diferente la forma de llegar al diagnóstico y la forma de llevar el tratamiento. He leido y releido a Pepe Hierro en estos últimos días. Pero su exposición tendrá que esperar un poco. Un beso para ambas. María y Adriana
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 21 Abr 2010, 13:02

    Siempre me digo : Tranquilo...ya no más. Pero mi vocación m´dica corre a la par de mi vocación poética. No podría decir que hubiera una más importante que otra. Me he comprometido para el día 19 de mayo en presentar 4 casos clínicos sobre el dolor. Son diferentes entre sí . Como es diferente la forma de llegar al diagnóstico y la forma de llevar el tratamiento. He leido y releido a Pepe Hierro en estos últimos días. Pero su exposición tendrá que esperar un poco. Un beso para ambas. María y Adriana
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    Mensaje por Carmen Parra Miér 28 Abr 2010, 07:27

    Me parece impresionante tu trabajo Pascual,poco a poco iré poneindome al dia en ellos, despiertas en mí el deseo de conocer mas de estos autores, y sin dudarlo tu eres la persona que los acerca a nosotros enriqueciendonos
    gracias querido pascual
    Un abrazo
    carmen
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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Miér 28 Abr 2010, 14:23

    Nuevamente gracias, Carmen. Un beso
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    Mensaje por Maria Lua Mar 18 Mayo 2010, 09:13

    Gracias, querido Pascual...
    Un beso
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    Mensaje por Maria Lua Mar 18 Mayo 2010, 09:15

    A veces me figuro que estoy enamorado...


    A veces me figuro que estoy enamorado,
    y es dulce, y es extraño,
    aunque, visto por fuera, es estúpido, absurdo.

    Las canciones de moda me parecen bonitas,
    y me siento tan solo
    que por las noches bebo más que de costumbre.

    Me ha enamorado Adela, me ha enamorado Marta,
    y, alternativamente, Susanita y Carmen,
    y, alternativamente, soy feliz y lloro.

    No soy muy inteligente, como se comprende,
    pero me complace saberme uno de tantos
    y en ser vulgarcillo hallo cierto descans
    o.


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    GABRIEL CELAYA (1911-1991) Empty Re: GABRIEL CELAYA (1911-1991)

    Mensaje por Maria Lua Mar 18 Mayo 2010, 09:15

    Amor


    Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.

    Esta tarde -mar, pinares, azul-,
    suspendido entre los brazos ligerísimos del aire
    y entre los tuyos, dulce, dulce mía,
    un ritmo palpitante me cantaba:
    es fácil y, a veces, casi alegre.

    La brisa unía en un mismo latido
    nuestros cuerpos, los árboles, las olas,
    y nosotros no éramos distintos
    de las nubes, los pájaros, los pinos,
    de las plantas azules de agua y aire,
    plantas, al fin, nosotros, de callada y dulce carne.

    La tierra se extasiaba; ya casi era divina
    en las nubes redondas, en la espuma,
    en este blanco amor que, radiante, se eleva
    al suave empuje de dos cuerpos que se unen
    en la hierba.

    ¿Recuerdas, dulce mía, cuando el aire
    se llenaba de palomas invisibles,
    de una música o brisa que tu aliento
    repetía apresurado de secretos?

    Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
    Contigo entre los brazos estoy viendo
    caballos que me escapan por un aire lejano,
    y estoy, y estamos, tocando con los labios
    esas flores azules que nacen de la nada.

    Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
    Al hablar, confundimos; al andar, tropezamos;
    al besarnos no existe un solo error posible:
    resucitan los cuerpos cantando, y parece
    que vamos a cubrirnos de flores diminutas,
    de flores blancas, lo mismo que un manzano.

    Dulce, dulce mía, ciérrame los ojos,
    deja que este aire inunde nuestros cuerpos;
    seamos solamente dos árboles temblando
    con lo mismo que en ellos ha temblado esta tarde.

    Vivir es más que fácil: es alegre.
    Por caminos difíciles hoy llego
    a la simple verdad de que tú vives.
    Sólo quiero el amor, el árbol verde
    que se mueve en el aire levemente
    mientras nubes blanquísimas escapan
    por un cielo que es rosa, que es azul, que es
    gris y malva,
    que es siempre lo infinito y no comprendo,
    ni quiero comprender porque esto basta:
    ¡amor, amor! , tus brazos y mis brazos
    y los brazos ligerísimos del aire que nos lleva,
    y una música que flota por encima,
    que oímos y no oímos,
    que consuela y exalta:
    ¡amor también volando a lo divino!



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    Mensaje por Maria Lua Mar 18 Mayo 2010, 09:16

    Amor de hombre


    Mi estricta voluntad, mi punta seca
    que está domando en ella
    oceánicas pasiones y rumores antiguos. El cauterio que aplico
    a esa llaga amorosa que, sin forma, palpita.

    Si hiero, mato, engendro.
    (Su exánime sonrisa me conmueve y me excita.)
    Si la acaricio, mido,
    sujeto sus equívocos y todas
    las suavidades sumas que a la nada convidan.

    Hasta que al fin, en sangre,
    en su sólo sí misma,
    en mi ir traspasando mis propios sentimientos,
    la obtengo, mato, muero.



    _________________



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    Mensaje por Maria Lua Mar 18 Mayo 2010, 09:17

    A Blas de Otero


    Amigo Blas de Otero: Porque sé que tú existes,
    y porque el mundo existe, y yo también existo,
    porque tú y yo y el mundo nos estamos muriendo,
    gastando nuestras vueltas como quien no hace nada,
    quiero hablarte y hablarme, dejar hablar al mundo
    de este dolor que insiste en todo lo que existe.

    Vamos a ver, amigo, si esto puede aguantarse:
    El semillero hirviente de un corazón podrido,
    los mordiscos chiquitos de las larvas hambrientas,
    los días cualesquiera que nos comen por dentro,
    la carga de miseria, la experiencia —un residuo—,
    las penas amasadas con lento polvo y llanto.

    Nos estamos muriendo por los cuatro costados,
    y también por el quinto de un Dios que no entendemos.
    Los metales furiosos, los mohos del cansancio,
    los ácidos borrachos de amarguras antiguas,
    las corrupciones vivas, las penas materiales...
    todo esto —tú sabes—, todo esto y lo otro.

    Tú sabes. No perdonas. Estás ardiendo vivo.
    La llama que nos duele quería ser un ala.
    Tú sabes y tu verso pone el grito en el cielo.
    Tú, tan serio, tan hombre, tan de Dios aun si pecas,
    sabes también por dentro de una angustia rampante,
    de poemas prosaicos, de un amor sublevado.

    Nuestra pena es tan vieja que quizá no sea humana:
    ese mugido triste del mar abandonado,
    ese temblor insomne de un follaje indistinto,
    las montañas convulsas, el éter luminoso,
    un ave que se ha vuelto invisible en el viento,
    viven, dicen y sufren en nuestra propia carne.

    Con los cuatro elementos de la sangre, los huesos,
    el alma transparente y el yo opaco en su centro,
    soy el agua sin forma que cambiando se irisa,
    la inercia de la tierra sin memoria que pesa,
    el aire estupefacto que en sí mismo se pierde,
    el corazón que insiste tartamudo afirmando.

    Soy creciente. Me muero. Soy materia. Palpito.
    Soy un dolor antiguo como el mundo que aún dura.
    He asumido en mi cuerpo la pasión, el misterio,
    la esperanza, el pecado, el recuerdo, el cansancio,
    Soy la instancia que elevan hacia un Dios excelente
    la materia y el fuego, los latidos arcaicos.

    Debo salvarlo todo si he de salvarme entero.
    Soy coral, soy muchacha, soy sombra y aire nuevo,
    soy el tordo en la zarza, soy la luz en el trino,
    soy fuego sin sustancia, soy espacio en el canto,
    soy estrella, soy tigre, soy niño y soy diamante
    que proclaman y exigen que me haga Dios con ellos.

    ¡Si fuera yo quien sufre! ¡Si fuera Blas de Otero!
    ¡Si sólo fuera un hombre pequeñito que muere
    sabiendo lo que sabe, pesando lo que pesa!
    Mas es el mundo entero quien se exalta en nosotros
    y es una vieja historia lo que aquí desemboca.
    Ser hombre no es ser hombre. Ser hombre es otra cosa.

    Invoco a los amantes, los mártires, los locos
    que salen de sí mismos buscándose más altos.
    Invoco a los valientes, los héroes, los obreros,
    los hombres trabajados que duramente aguantan
    y día a día ganan su pan, mas piden vino.
    Invoco a los dolidos. Invoco a los ardientes.

    Invoco a los que asaltan, hiriéndose, gloriosos,
    la justicia exclusiva y el orden calculado,
    las rutinas mortales, el bienestar virtuoso,
    la condición finita del hombre que en sí acaba,
    la consecuencia estricta, los daños absolutos.
    Invoco a los que sufren rompiéndose y amando.

    Tú también, Blas de Otero, chocas con las fronteras,
    con la crueldad del tiempo, con límites absurdos,
    con tu ciudad, tus días y un caer gota a gota,
    con ese mal tremendo que no te explica nadie.
    Irónicos zumbidos de aviones que pasan
    y muertos boca arriba que no, no perdonamos.

    A veces me parece que no comprendo nada,
    ni este asfalto que piso, ni ese anuncio que miro.
    Lo real me resulta increíble y remoto.
    Hablo aquí y estoy lejos. Soy yo, pero soy otro.
    Sonámbulo transcurro sin memoria ni afecto,
    desprendido y sin peso, por lúcido ya loco.

    Detrás de cada cosa hay otra cosa que es la misma,
    idéntica y distinta, real y a un tiempo extraña.
    Detrás de cada hombre un espejo repite
    los gestos consabidos, mas lejos ya, muy lejos.
    Detrás de Blas de Otero, Blas de Otero me mira,
    quizá me da la vuelta y viene por mi espalda.

    Hace aún pocos días caminábamos juntos
    en el frío, en el miedo, en la noche de enero
    rasa con sus estrellas declaradas lucientes,
    y era raro sentirnos diferentes, andando.
    Si tu codo rozaba por azar mi costado,
    un temblor me decía: «Ese es otro, un misterio.»

    Hablábamos distantes, inútiles, correctos,
    distantes y vacíos porque Dios se ocultaba,
    distintos en un tiempo y un lugar personales,
    en las pisadas huecas, en un mirar furtivo,
    en esto con que afirmo: «Yo, tú, él, hoy, mañana»,
    en esto que separa y es dolor sin remedio.

    Tuvimos aún que andar, cruzar calles vacías,
    desfilar ante casas quizá nunca habitadas,
    saber que una escalera por sí misma no acaba,
    traspasar una puerta -lo que es siempre asombroso-,
    saludar a otro amigo también raro y humano,
    esperar que dijeras -era un milagro-: Dios al fin escuchaba.

    Todo el dolor del mundo le atraía a nosotros.
    Las iras eran santas; el amor, atrevido;
    los árboles, los rayos, la materia, las olas,
    salían en el hombre de un penar sin conciencia,
    de un seguir por milenios, sin historia, perdidos.
    Como quien dice «sí», dije Dios sin pensarlo.

    Y vi que era posible vivir, seguir cantando.
    Y vi que el mismo abismo de miseria medía
    como una boca hambrienta, qué grande es la esperanza.
    Con los cuatro elementos, más y menos que hombre,
    sentí que era posible salvar el mundo entero,
    salvarme en él, salvarlo, ser divino hasta en cuerpo.

    Por eso, amigo mío, te recuerdo, llorando;
    te recuerdo, riendo; te recuerdo, borracho;
    pensando que soy bueno, mordiéndome las uñas,
    con este yo enconado que no quiero que exista,
    con eso que en ti canta, con eso en que me extingo
    y digo derramado: amigo Blas de Otero.




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    Mensaje por Maria Lua Mar 18 Mayo 2010, 09:18

    Amparo-Eszbá

    Indecisa y cambiante, ¿eres amor o muerte?
    ¡Ay, ven, Amparo-Ezbá, que te estoy esperando!
    Es la palpitación de origen quien podría
    acogerte, y besarte, y ofrecerte un refugio
    caliente de jazz-hot y trances convulsivos
    como, cuando bailando, se pierde la conciencia.
    Ven tú, amorosa, ven como la noche crece,
    deseo sin objeto, tú que eres el no-objeto
    y el placer imposible que en el límite busca
    infinitudes ciegas. ¡Ay, no-tú, Ezbá, no-sí,
    sí, ven, Ezbá, indecisa, transparente, inasible,
    temblorosa de luces, soñadora, engañosa,
    tú, tejido del iris, centelleo, sonrisa
    hasta mi dulce llanto y a esos gritos salvajes
    que no son el amor, o sí son, o al no ser
    te llaman desde el centro del tornasol nocturno,
    tiránica, traviesa, fascinante, escapada,
    y niña, y absorbente como un vórtice suave,
    y riendo, riendo, mortal como un pecado
    que no existe mas haces con tu burla que exista,
    tan cruel, encantadora, pasajera, incitante,
    que líquida, impalpable, movimiento sin móvil,
    descubres, deshuesada, la santa realidad!
    Entonces flota el mundo casi feliz, dudoso,
    y el recuerdo anochece lentísimo en la brisa.
    Y tú, nunca creída, y tú, siempre sabida,
    te ofreces para nada, te niegas para más,
    como un antiguo ensalmo y un susurro al oído,
    cuando ya todo duerme, y tú casi nos hablas,
    o nos cantas, nos rezas, entonteces con nanas.
    ¡Oh tú, dime quién eres! ¡Oh Ezba, dime si existes!


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    Mensaje por Maria Lua Mar 18 Mayo 2010, 09:18

    Apasionadamente


    ¡Y tanto, y tanto te amo
    que mis palabras mueren
    en un rumor de besos sin descanso!

    ¡Y tanto todavía que mis manos
    no te hallan al tocarte!

    ¡Tanto y tan sin descanso,
    que fluyo, y fluyo, y fluyo,
    y es solamente llanto!





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    Mensaje por Maria Lua Mar 18 Mayo 2010, 09:19

    Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo...

    ¡Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo!
    Allí la luna, callada,
    blanca y estéril, mirando,
    espejo vuelto a sí mismo,
    su perfección de narciso:
    soledad en aguas blancas
    de lo blanco quieto y frío.

    Dura o sin sangre, tranquila,
    de está mirando a sí misma,
    mientras rosas encarnadas,
    pulpa y amor, carne viva,
    bajo una brisa caliente
    se desmayan de delicia.

    Con los ojos en la luna,
    bajo los pies, rosas rojas,
    estoy esperando, quieto,
    que tú, que yo mismo venga
    sigiloso por la espalda,
    con la sorpresa de un beso
    blanco y verde de silencio,
    que tú, que yo mismo venga
    con un beso
    muerto de puro perfecto.


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    Mensaje por Maria Lua Mar 18 Mayo 2010, 09:19

    Cerca y lejos

    Más allá del pecado,
    indecible, te adoro,
    y al buscar mis palabras
    sólo encuentro unos besos.

    En el pecho, en la nuca,
    te quiero.
    En el cáliz secreto,
    te quiero.

    donde tu vientre es combo,
    fugitiva tu espalda,
    oloroso tu cuerpo,
    te quiero.



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    GABRIEL CELAYA (1911-1991) Empty Re: GABRIEL CELAYA (1911-1991)

    Mensaje por Maria Lua Mar 18 Mayo 2010, 09:20

    Cuéntame cómo vives, cómo vas muriendo

    Cuéntame cómo vives;
    dime sencillamente cómo pasan tus días,
    tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
    y las confusas olas que te llevan perdido
    en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.

    Cuéntame cómo vives;
    ven a mí, cara a cara;
    dime tus mentiras (las mías son peores),
    tus resentimientos (yo también los padezco),
    y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).

    Cuéntame cómo mueres;
    nada tuyo es secreto:
    la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
    la locura imprevista de algún instante vivo;
    la esperanza que ahonda tercamente el vacío.

    Cuéntame cómo mueres;
    cómo renuncias -sabio-,
    cómo -frívolo- brillas de puro fugitivo,
    cómo acabas en nada
    y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.

    De "Tranquilamente hablando, 1945


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    Mensaje por Carmen Parra Jue 20 Mayo 2010, 19:37

    Creo Maria que deberé dedicar más tiempo a leer tantos poemas como vas dejando, merecen ser disfrutados
    Un abrazo amiga
    Stella
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    Mensaje por Maria Lua Vie 21 Mayo 2010, 14:11

    Gracias, querida Stella...
    Un beso
    Maria Lua


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    GABRIEL CELAYA (1911-1991) Empty Re: GABRIEL CELAYA (1911-1991)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 31 Mar 2012, 07:10

    .



    GABRIEL CELAYA



    Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta (Hernani, Guipúzcoa, 18 de marzo de 1911 – Madrid, 18 de abril de 1991), conocido como Gabriel Celaya, fue un poeta español de la generación literaria de posguerra. Fue uno de los más destacados representantes de la que se denominó «poesía comprometida».

    Biografía:

    Su nombre completo era Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya Leceta, lo que aprovechó para firmar sus obras como Rafael Múgica, Juan de Leceta o Gabriel Celaya. Presionado por su padre, se radicó en Madrid donde inició sus estudios de Ingeniería y trabajó por un tiempo como gerente en la empresa familiar.
    Entre los años 1927 y 1935 vivió en la Residencia de Estudiantes, donde conoció a Federico García Lorca, José Moreno Villa y a otros intelectuales que lo inclinaron por el campo de la literatura, llevándolo a dedicarse por entero a la poesía. En 1946 fundó en San Sebastián, con su inseparable Amparo Gastón, la colección de poesía «Norte» y desde entonces abandonó su profesión de ingeniería y su cargo en la empresa de su familia.
    La colección de poesía «Norte» pretendía hacer de puente entre la poesía de la generación de 1927, la del exilio y la europea. Aparecen así, bajo ese sello editorial, traducciones de Rainer María Rilke, Arthur Rimbaud, Paul Éluard o William Blake.
    En 1946 publica Tentativas, libro en prosa en el que por primera vez firma como Gabriel Celaya. Esta primera etapa es de carácter existencialista.
    En los años cincuenta se integra en la estética del compromiso (Lo demás es silencio 1952 y Cantos Íberos 1955, verdadera biblia de la poesía social). Junto a Eugenio de Nora y Blas de Otero, defiende la idea de una poesía no elitista, al servicio de las mayorías, "para transformar el mundo":

    "Cantemos como quien respira. Hablemos de lo que cada día nos ocupa. Nada de lo humano debe quedar fuera de nuestra obra En el poema debe haber barro, con perdón de los poetas poetísimos. La Poesía no es un fin en sí. La Poesía es un instrumento, entre otros, para transformar el mundo"
    (Gabriel Celaya, citado por Rodríguez Puértolas et. al en Historia social de la literatura española)

    En 1956 obtuvo el Premio de la Crítica por su libro «De claro en claro».
    Cuando este modelo de poesía social entró en crisis, Celaya volvió a sus orígenes poéticos. Publicó La linterna sorda y reeditó poemas anteriores a 1936. También ensayó el experimentalismo y la poesía concreta en Campos semánticos (1971).
    Entre 1977 y 1980 se publicaron sus Obras Completas en cinco volúmenes.
    En 1986 es galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas por el Ministerio de Cultura. Ese mismo año publica "El mundo abierto".
    En definitiva, la obra de Celaya constituye una gran síntesis de casi todas las preocupaciones y estilos de la poesía española del siglo XX.
    Falleció el 18 de abril de 1991 en Madrid y sus cenizas fueron esparcidas en su Hernani natal.

    Obras de poesía:

    Marea del silencio, Zarauz, Itxaropena, 1935.
    La soledad cerrada (seguida de Vuelo perdido), San Sebastián, Norte, 1947.
    Movimientos elementales, San Sebastián, Norte, 1947.
    Tranquilamente hablando, San Sebastián, Norte, 1947.
    Objetos poéticos, Valladolid, Halcón, 1948.
    El principio sin fín, Córdoba, Cántico, 1949.
    Se parece al amor, Las Palmas, El Arca Cerrada, 1949.
    Las cosas como son, Santander, La Isla de los Ratones, 1949.
    Deriva, Alicante, Ifach, 1950.
    Las cartas boca arriba, Madrid, Adonais, 1951.
    Lo demás es silencio, Barcelona, El Cucuyo, 1952.
    Paz y concierto, Madrid, El Pájaro de Paja, 1953.
    Vía muerta, Barcelona, Alcor, 1954.
    Cantos iberos, Alicante, Verbo, 1955.
    De claro en claro, Madrid, Adonais, 1956.
    Entreacto, Madrid, Agora, 1957.
    Las resistencias del diamante, México, Luciérnaga, 1957.
    Cantata en Aleixandre, Palma de Mallorca, Papeles de Son Armadans, 1959.
    El corazón en su sitio, Caracas, Lírica Hispánica, 1959.
    Para vosotros dos, Bilbao, Alrededor de la Mesa, 1960.
    Poesía urgente, Buenos Aires, Losada, 1960.
    La buena vida, Santander, La Isla de los Ratones, 1961.
    Los poemas de Juan de Leceta, Barcelona, Colliure, 1961.
    L'Espagne en marche (antología bilingüe), París, Seghers, 1961.
    Rapsodia eúskara, San Sebastián, Biblioteca Vascongada de Amigos del País, 1961.
    Poesía (1934-1961) (una antología), Madrid, Giner, 1962.
    Episodios nacionales, París, Ruedo Ibérico, 1962.
    Mazorcas, Palencia, Rocamor, 1962.
    Versos de otoño, Jerez de la Frontera, La Venencia, 1963.
    Dos cantatas, Madrid, Revista de Occidente, 1963.
    Me llamo Gabriel Celaya (disco: Antología y comentarios en la voz del autor), Madrid, Aguilar, 1963.
    La linterna sorda, Barcelona , El Bardo, 1964.
    Baladas y decires vascos, Barcelona, El Bardo, 1965.
    Lo que faltaba, Barcelona, El Bardo, 1967.
    Poemas de Rafael Múgica,Bilbao, Comunicación Literaria, 1967.
    Poesie (una antología bilingüe)Milán, Arnoldo Mondadori, 1967.
    Los espejos transparentes, Barcelona, El Bardo, 1968.
    Canto en lo mío, Barcelona, El Bardo, 1968.
    Poesías completas, Madrid, Aguilar, 1969.
    Lírica de cámara, Barcelona, El Bardo, 1969.
    Choiux de textes (antología, tarducción y estudio previo), Paris, Seghers. Poètes d'aujourd'hui, 1970.
    Operaciones poéticas, Madrid, Visor, 1971.
    Cien poemas de un amor, Barcelona, Plaza y Janés, 1971.
    Campos semánticos, Zaragoza, Fuendetodos, 1971.
    Dirección prohibida, Buenos, Aires, Losada, 1973.
    Función de Uno, Equis, Ene, Zaragoza, Fuendetodos, 1973.
    El derecho y el revés, Barcelona, Ocnos, 1973.
    La higa de Arbigorriya, Madrid, Visor, 1975.
    Buenos días, buenas noches, Madrid, Hyperión, 1976.
    Poesía abierta (una antología), Madrid, Doncel, 1976.
    El hilo rojo (una antología de poemas político-sociales), Madrid, Visor, 1977.
    Parte de guerra, Barcelona, Laia, 1977.
    Poesía (una antología; selección y prólogo de Ángel González), Madrid, Alianza, 1977.
    Poesías completas (1932-1939. Tomo I), Barcelona, Laia, 1977.
    Poesías completas (1940-1948. Tomo II), Barcelona, Laia 1977.
    Iberia sumergida, Madrid, Hyperión, 1978.
    Poesías completas. (1949-1954. Tomo III), Barcelona, Laia, 1978.
    Poesías completas. (1955-1960. Tomo IV), Barcelona, Laia, 1978.
    Antología (realización y selección de Marc ial Suárez), Madrid, Bibliocassette, 1979.
    Poesías completas. (1958-1960. Tomo V), Barcelona, Laia, 1980.
    Poesías completas. (1960-1961. Tomo VI), Barcelona, Laia, 1980.
    Poemas órficos, en Poesía, hoy (1968-1979), 1981.
    Penúltimos poemas, Barcelona, Seix Barral, 1982.
    Cantos y mitos, Madrid, Visor, 1984.
    Trilogía vasca, San Sebastián, Diputación Foral de Gipuzkoa, 1984.
    El mundo abierto, Madrid, Hiperión, 1986.
    Orígenes / Hastapenak, San Sebastián, Universidad del País Vasco, 1990.
    Poesías completas, 3 tomos Madrid, Visor, 2001-2004


    En colaboración con Amparo Gastón:

    Ciento volando, Madrid, Neblí, 1953.
    Coser y cantar, Guadalajara, Doña Endrina, 1955.
    Música celestial, Cartagena, Balandre, 1958.

    (Sacado de: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]



    POEMAS:



    De "MAREA DE SILENCIO", 1935

    "Tus gritos y mis gritos en el alba..."

    Tus gritos y mis gritos en el alba.
    Nuestros blancos caballos corriendo
    con un polvo de luz sobre la playa.

    Tus labios y mis labios de salitre.
    Nuestras rubias cabezas desmayadas.

    Tus ojos y mis ojos,
    tus manos y mis manos.
    Nuestros cuerpos
    escurridizos de algas.

    ¡Oh amor, amor!
    Playas del alba.

    *

    "Salpicada de espuma, de salitre..."

    Salpicada de espuma, de salitre,
    desnuda, desde el mar,
    viene gritando:

    La vida, sí, la vida misma:
    ¡Un delirio por los prados!

    Desde mi ventana blanca,
    con los brazos extendidos,
    la estoy llamando con voces
    de un ardor desmelenado.

    Salpicada de espuma, de salitre,
    desnuda, por los campos,
    va gritando.

    ¡La vida, sí, la vida misma!

    Pálido y alto, callado,
    la miro pasar llorando.

    *

    "Meditación"

    Si es verdad que existo y que me llamo Rafael;
    si es verdad que estoy aquí
    y que esto es una mesa;
    si es verdad que soy algo más que una piedra oscura entre ortigas,
    algo más que una áspera piedra en el fondo de un pozo.

    Si verdaderamente es real esta extraña claridad violeta de la tarde,
    si esos grises y malvas son casas y nubes;
    si verdaderamente no es un sonámbulo ese hombre que pasa por la calle;
    si es real este silencio que sube y baja entre el misterio y la vida;
    si es verdad que existo y que me llamo Rafael,
    y que soy algo más que una planta de carne;
    si verdaderamente las cosas existen,
    y yo también existo,
    y mi pensamiento existe;
    si verdaderamente esta dulce tarde con olor a magnolias es algo real;
    si es también real este temblor de infinito que siento latir dentro de mí;
    si verdaderamente me llamo Rafael y existo y pienso;
    si verdaderamente el mundo vive en una atmósfera densa de pensamientos desconocidos y eternos;
    si verdaderamente es así,
    ¡oh, gracias, gracias por todo!

    *

    "Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo..."

    ¡Aquí están todas las rosas encarnadas del deseo!
    Allí la luna, callada,
    blanca y estéril, mirando,
    espejo vuelto a sí mismo,
    su perfección de narciso:
    soledad en aguas blancas
    de lo blanco quieto y frío.

    Dura o sin sangre, tranquila,
    se está mirando a sí misma,
    mientras rosas encarnadas,
    pulpa y amor, carne viva,
    bajo una brisa caliente
    se desmayan de delicia.

    Con los ojos en la luna,
    bajo los pies, rosas rojas,
    estoy esperando, quieto,
    que tú, que yo mismo venga
    sigiloso por la espalda,
    con la sorpresa de un beso
    blanco y verde de silencio,
    que tú, que yo mismo venga
    con un beso
    muerto de puro perfecto.

    *

    "La noche viene desnuda..."

    La noche viene desnuda:
    senos de luna,
    guantes morados.

    Con los brazos en alto
    ya la estoy esperando.
    ¡Qué cerca de mi oído
    enmudecen sus labios!
    ¡Amor, amor!
    La muerte
    me está besando.

    *

    "En el fondo de la noche tiemblan las aguas de plata..."

    En el fondo de la noche tiemblan las aguas de plata.
    La luna es un grito muerto en los ojos delirantes.
    Con su nimbo de silencio
    pasan los sonámbulos de cabeza de cristal,
    pasan como quien suspira,
    pasan entre los hielos transparentes y verdes.

    Es el momento de las rosas encarnadas y los puñales de acero
    sobre los cuerpos blanquísimos del frío.

    En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio;
    los hombres gritan tan alto que solo se oye la luna.

    Es el momento en que los niños se desmayan sobre los pianos,
    el momento de las estatuas en el fondo transparente de las aguas,
    el momento en que por fin todo parece posible.
    En el fondo de la noche tiembla el árbol del silencio.

    Decidme lo que habéis visto los que estabais con la cabeza vuelta.
    La quietud de esta hora es un silencio que escucha,
    el silencio es el sigilo de la muerte que se acerca.
    Decidme lo que habéis visto.
    En el fondo de la noche
    hay un escalofrío de cuerpos ateridos.


    ***


    De "LA SOLEDAD CERRADA", 1947

    "Quien me habita"

    Car je «est» un autre
    (Rimbaud)


    ¡Qué extraño es verme aquí sentado,
    y cerrar los ojos, y abrirlos, y mirar,
    y oír como una lejana catarata que la vida se derrumba,
    y cerrar los ojos, y abrirlos y mirar!

    ¡Qué extraño es verme aquí sentado!
    ¡Qué extraño verme como una planta que respira,
    y sentir en el pecho un pájaro encerrado,
    y un denso empuje que se abre paso difícilmente por mis venas!

    ¡Qué extraño verme aquí sentado
    y agarrarme una mano con la otra,
    y tocarme, y sonreír, y decir en voz alta
    mi propio nombre tan falto de sentido!

    ¡Oh, qué extraño, qué horriblemente extraño!
    La sorpresa hace mudo mi espanto.
    Hay un desconocido que me habita
    y habla como si no fuera yo mismo.

    *

    "Amor"

    Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.

    Esta tarde -mar, pinares, azul-,
    suspendido entre los brazos ligerísimos del aire
    y entre los tuyos, dulce, dulce mía,
    un ritmo palpitante me cantaba:
    es fácil y, a veces, casi alegre.

    La brisa unía en un mismo latido
    nuestros cuerpos, los árboles, las olas,
    y nosotros no éramos distintos
    de las nubes, los pájaros, los pinos,
    de las plantas azules de agua y aire,
    plantas, al fin, nosotros, de callada y dulce carne.

    La tierra se extasiaba; ya casi era divina
    en las nubes redondas, en la espuma,
    en este blanco amor que, radiante, se eleva
    al suave empuje de dos cuerpos que se unen
    en la hierba.

    ¿Recuerdas, dulce mía, cuando el aire
    se llenaba de palomas invisibles,
    de una música o brisa que tu aliento
    repetía apresurado de secretos?

    Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
    Contigo entre los brazos estoy viendo
    caballos que me escapan por un aire lejano,
    y estoy, y estamos, tocando con los labios
    esas flores azules que nacen de la nada.

    Vivir es fácil y, a veces, casi alegre.
    Al hablar, confundimos; al andar, tropezamos;
    al besarnos no existe un solo error posible:
    resucitan los cuerpos cantando, y parece
    que vamos a cubrirnos de flores diminutas,
    de flores blancas, lo mismo que un manzano.

    Dulce, dulce mía, ciérrame los ojos,
    deja que este aire inunde nuestros cuerpos;
    seamos solamente dos árboles temblando
    con lo mismo que en ellos ha temblado esta tarde.

    Vivir es más que fácil: es alegre.
    Por caminos difíciles hoy llego
    a la simple verdad de que tú vives.
    Sólo quiero el amor, el árbol verde
    que se mueve en el aire levemente
    mientras nubes blanquísimas escapan
    por un cielo que es rosa, que es azul, que es
    gris y malva,
    que es siempre lo infinito y no comprendo,
    ni quiero comprender porque esto basta:
    ¡amor, amor! , tus brazos y mis brazos
    y los brazos ligerísimos del aire que nos lleva,
    y una música que flota por encima,
    que oímos y no oímos,
    que consuela y exalta:
    ¡amor también volando a lo divino!


    ***


    De "LA MÚSICA Y LA SANGRE", 1947

    "Más"

    Las bestias, los relámpagos, los hombres,
    y también la caléndula que estalla
    —¡alegría, alegría!—, con su grito naranja;

    la hierba siempre dulce y sometida
    al lentísimo aliento de la tierra,
    y este mar que despliega mi fatiga,
    y esta brisa que riza mi alegría,

    todo esto quiero libremente y soy,
    soy solamente, soy,
    soy a la vez dentro y fuera.

    ¡Dejad volar los versos!
    ¡Liberad la paloma que la pluma ha clavado!
    ¡Romped conmigo el ritmo!
    ¡Matadme! Yo os lo pido.

    ¡Poemas, poemas, poemas cara al mar!
    No el pensamiento, más:
    la alegría suficiente para dejarlo escapar.
    Y no lo logrado, ¡más!:
    en el error, los amores; en lo pequeño, el total.

    *

    "Primera inocencia"

    Era en el tiempo de la inocencia,
    cuando las muchachas
    apenas distinguían el amor de la brisa,
    cuando los hombres lloraban de verdad
    porque ni el piano ni ningún otro instrumento nocturno se habían inventado,
    ni a nadie se le había ocurrido todavía la música
    o que el dolor pudiera ser caricia.

    Era en el tiempo de la inocencia.
    Las horas no pasaban cogidas de la mano
    en cadenas de cifras monótonas y neutras;
    flotaban desmayadas, por lo diáfano sueltas,
    y apenas si los días contenían tristeza,
    y el tiempo era una forma
    a la que nadie había puesto nombre todavía.

    La luz al retirarse cerraba el ojo humano.
    Nadie había explorado hacia dentro la noche.
    Al hablar de Dios se le confundía con el mar
    y en la atmósfera clara volaban
    los gritos que, después, hemos llamado pensamientos
    y las nubes
    a las que no se acertaba a poner nombre preciso.


    ***


    De "OBJETOS POÉTICOS", 1948

    "Nocturno"

    Ya es de noche. Ya no puedo
    seguir hablándote. Basta.
    No hay corazón. Suena el mar.
    Mi sangre de un golpe calla.

    Una música me abre
    sus mil alas y secretos :
    una música me puebla
    y ya casi no me siento.

    Ya no me siento la maciza
    presencia que llamo cuerpo.
    Siento el mar. Tan sólo el mar,
    ese mar siempre latiendo.

    No, ya no puedo, no puedo
    escuchar mi sentimiento
    hablarte como si fuera
    yo, y no la noche, quien tiembla.


    ***


    De "MOVIMIENTOS ELEMENTALES", 1947

    "Instantánea"

    (Alderdi-Eder,
    19 febrero, 4 tarde)


    TAMARINDOs desnudos perfilados
    contra el puro posible de la niebla.

    Callando, se oye el mar que rompe lento
    en las playas remotas de otros mundos.

    Suspenso, el corazón guarda un secreto,
    vive allí donde ya no es solo mío.

    ¡La pura posesión, la nada pura
    en lo alto de un latido que no vuelve!

    *

    "Matinal"

    Un hombre; los caminos;
    el viento sin sonido del destino;
    y andar libre y ligero entre tormentas
    magnéticas y secas.

    Se multiplican, crecen,
    y, sucesivos, vienen con espuma y clamores
    confusiones, muchachas, reposos dulces, largas
    cabelleras de llanto que le envuelven temblando.

    Frente a un mundo en delirio, él se afirma en su paso.
    No acaricia, no duda.
    Su soledad heroica
    no es un irse perdido por los limbos cantando.

    Contempla las montañas en su fuerza y su calma;
    contempla la mañana pausada y luminosa;
    respira, y le parece
    que su boca bebe de Dios directamente.

    ¡Qué cierto, en su absoluto
    de gloria y resplandor, el cielo abierto!
    ¡Qué ciertas, en su calma,
    las cosas como son, que son, y basta!


    "Posesión"

    Si el sol sale, zumba, truena
    como un dios antiguo de la luz poderosa,
    hermoso, con sus barbas floridas y sus muslos
    morenos, duros, recios,
    también yo soy mujer,
    también me abro en espasmo, pues eso es hacer versos:
    llorar mientras resbalo por carícias y ríos
    de sombra espesa y dulce.


    ***


    De "EL PRINCIPIO SIN FIN", 1949

    "Penúltimas palabras"

    I

    Mientras las estrellas brillan temblorosas,
    te diré una palabra sencilla y antigua,
    palabra siempre dicha, pero nunca entendida,
    palabra que tan sólo de tú a tú comprendemos:
    Te amo.

    La noche vasta ensancha tu dulce presencia.
    Secretamente te hablo retorciendo mi angustia.
    Secretamente sufro por algo prohibido
    y es sencillo y terrible como tú si me miras:
    Te amo.

    II

    La muerte sólo brilla con tranquilas estrellas.
    Sus párpados son lentos; su silencio es antiguo;
    sus manos que no tocan me adivinan en sombra;
    su gloria es un secreto.

    Regia amante nocturna de senos glaciales,
    cielo de la hermosura más allá de mi dicha
    y mi amor, y mi canto, y mi vuelo más loco,
    ¡también yo he de callarme!


    ***


    De "AVISO A JUAN DE LECETA", 1947

    "A vuestro servicio"

    Me he acercado hasta el puerto.
    Chillan hierros mojados y una grúa resopla.
    Los obreros trabajan y maldicen a ratos.

    -¿Un cigarro, buen hombre?
    Buen hombre me ha escupido su silencio.
    Buen hombre me ha plantado
    con unos ojos claros todo su desprecio.

    Los hombres tienen hambre.
    Los hombres tienen miedo.
    Mas no nos piden pan.
    Mas no nos piden sueño.

    Gritaré lo que quieran por no sentirme odiado.
    Cuando me fusilen
    quizás alguien me pongo un cigarro en los labios.

    *

    "Por fin tengo un amigo"

    Por fin tengo un amigo,
    otro pequeño imbécil como yo, sonriente,
    que no lee los periódicos,
    que no está preocupado,
    que no tiene opinión formada sobre Europa.

    Nos paseamos juntos charlando tontamente,
    contándonos mentiras,
    repitiendo en voz alta los nombres de los barcos
    o inventando otros nuevos
    para las pobres nubes que lo están esperando.

    ¡Qué bonitas mañanas con aeroplanos blancos!
    ¡Qué bonitos los pinos,
    la hierbecilla mansa,
    la brisa siempre alegre,
    las parejas amigas, de la mano, volando!


    ***


    De "TRANQUILAMENTE HABLANDO", 1947

    "Mi intención es sencilla (difícil)"

    Recuerdo a Núñez de Arce y a don José Velarde,
    tan retóricos, sabios,
    tan poéticos, falsos,
    cuando vivía Bécquer, tan inteligente,
    tan pobre de adornos,
    tan directo, vivo.

    No quisiera hacer versos;
    quisiera solamente contar lo que me pasa
    (que es lo que nunca pasa),
    escribir unas cartas destinadas a amigos
    que supongo que existen
    quisiera ser el Bécquer de un siglo igual a otros.

    Tengo compañeros que escriben poemas buenos
    y otros que se callan o maldicen sin tino;
    pero todos me aburren (aunque los admiro),
    y todos me ocultan lo único que importa
    (ellos, estupendos
    cuando se emborrachan y hablan sin medida).

    Yo que me embriago sin haber bebido,
    yo que me repudro y, tontamente, muero,
    no puedo callarme,
    no puedo aguantarlo,
    digo lo que quiero, y
    sé que con decirlo sencillamente acierto.

    *

    "Cuéntame cómo vives, cómo vas muriendo"

    Cuéntame cómo vives;
    dime sencillamente cómo pasan tus días,
    tus lentísimos odios, tus pólvoras alegres
    y las confusas olas que te llevan perdido
    en la cambiante espuma de un blancor imprevisto.

    Cuéntame cómo vives;
    ven a mí, cara a cara;
    dime tus mentiras (las mías son peores),
    tus resentimientos (yo también los padezco),
    y ese estúpido orgullo (puedo comprenderte).

    Cuéntame cómo mueres;
    nada tuyo es secreto:
    la náusea del vacío (o el placer, es lo mismo);
    la locura imprevista de algún instante vivo;
    la esperanza que ahonda tercamente el vacío.

    Cuéntame cómo mueres;
    cómo renuncias -sabio-,
    cómo -frívolo- brillas de puro fugitivo,
    cómo acabas en nada
    y me enseñas, es claro, a quedarme tranquilo.

    *

    "Todas las mañanas, cuando leo el periódico"

    Me asomo a mi agujero pequeñito.
    Fuera suena el mundo, sus números, su prisa,
    sus furias que dan a una su zumba y su lamento.
    Y escucho. No lo entiendo.

    Los hombres amarillos, los negros o los blancos,
    la Bolsa, las escuadras, los partidos, la guerra:
    largas filas de hombres cayendo de uno en uno.
    Los cuento. No lo entiendo.

    Levantan sus banderas, sus sonrisas, sus dientes,
    sus tanques, su avaricia, sus cálculos, sus vientres
    y una belleza ofrece su sexo a la violencia.
    Lo veo. No lo creo.

    Yo tengo mi agujero oscuro y calentito.
    Si miro hacia lo alto, veo un poco de cielo.
    Puedo dormir, comer, soñar con Dios, rascarme.
    El resto no lo entiendo.

    *

    "Debo ser algo tonto"

    Debo ser algo tonto
    porque a veces me ocurre que me pongo a hablar solo,
    y digo cosas locas,
    digo nombres bonitos de muchachas y barcos
    o títulos de libros que nadie ha escrito nunca.
    Debo ser algo tonto.

    Babeo, grito y lloro.
    Los verbos absolutos me llenan de ternura
    y esas vocales sueltas, inútiles, redondas,
    que vuelan para nada,
    me elevan boquiabierto hacia no sé qué gozos.

    Soy feliz y, por eso, también un poco tonto.


    ***


    De "SE PARECE AL AMOR", 1949

    "Cerca y lejos"

    Más allá del pecado,
    indecible, te adoro,
    y al buscar mis palabras
    sólo encuentro unos besos.

    En el pecho, en la nuca,
    te quiero.
    En el cáliz secreto,
    te quiero.

    donde tu vientre es combo,
    fugitiva tu espalda,
    oloroso tu cuerpo,
    te quiero.

    *

    "Ni más ni menos"

    Son tus pechos pequeños,
    son tus ojos confusos,
    lo que no tiene nombre
    y no comprendo, adoro.

    Son tus muslos largos
    y es tu cabello corto;
    lo que siempre me escapa
    y no comprendo, adoro.

    Tu cintura, tu risa,
    tus equívocos locos,
    tu mirada que burla
    y no comprendo, adoro.

    ¡Tú que estás tan cerca!
    ¡Tú que estás tan lejos!
    Lo que beso, y no tengo,
    y no comprendo, adoro.

    *

    "Porque sí"

    Pececito esquivo,
    caballito que monto,
    delicia que no nombro,
    y quiero, quiero, quiero.

    Cuando te beso, acierto;
    cuando te toco, creo;
    si te acaricio mido
    mi infinito deseo.

    Mas te prolongas lejos;
    eres más, eres lo otro,
    lo que nunca apreso
    aunque te toco y beso.

    siempre un poco esquiva,
    siempre resbalada,
    tú, que nunca entiendo,
    y quiero, quiero, quiero.

    *

    "Apasionadamente"

    ¡Y tanto, y tanto te amo
    que mis palabras mueren
    en un rumor de besos sin descanso!

    ¡Y tanto todavía que mis manos
    no te hallan al tocarte!

    ¡Tanto y tan sin descanso,
    que fluyo, y fluyo, y fluyo,
    y es solamente llanto!

    *

    "Fecundación"

    Y si yo te toco, tú eres lo que eres;
    y si no te toco,
    tú, tranquila, duermes.

    Tú, conmigo, todo;
    tú, sin mi, perdida;
    tú, mujer conmigo,
    nada si no nombro.

    Y si yo te toco,
    palmera que crece,
    sonrisas abiertas
    que, meciendo, envuelven.

    Y si no te toco,
    dulzura que pesa,
    caes en tu silencio
    densamente lenta.


    ***


    De "LAS CARTAS BOCA ARRIBA", 1951

    "A Andrés Basterra"

    Andrés, aunque te quitas la boina cuando paso
    y me llamas «señor», distanciándote un poco,
    reprobándome —veo— que no lleve corbata,
    que trate falsamente de ser un tú cualquiera,
    que cambie los papeles —tú por tú, tú barato—,
    que no sea el que exiges —el amo respetable
    que te descansaría—,
    y me tiendes tu mano floja, rara, asustada
    como un triste estropajo de esclavo milenario,
    no somos dos extraños.
    Tus penas yo las sufro. Mas no puedo aliviarte
    de las tuyas dictando qué es lo justo y lo injusto.

    No sé si tienes hijos.
    No conozco tu casa, ni tus intimidades.
    Te he visto en mis talleres, día a día, durando,
    y nunca he distinguido si estabas triste, alegre,
    cansado, indiferente, nostálgico o borracho.
    Tampoco tú sabías cómo andaban mis nervios,
    ni que escribía versos —siempre me ha avergonzado—,
    ni que yo y tú, directos,
    podíamos tocarnos, sin más ni más, ni menos,
    cordialmente furiosos, estrictamente amargos,
    anónimos, fallidos, descontentos a secas,
    mas pese a todo unidos como trabajadores.

    Estábamos unidos por la común tarea,
    por quehaceres viriles, por cierto ser conjunto,
    por labores sin duda poco sentimentales
    —cumplir este pedido con tal costo a tal fecha;
    arreglar como sea esta máquina hoy mismo—
    y nunca nos hablamos de las cóleras frías,
    de los milagros machos,
    de cómo estos esfuerzos serán nuestra sustancia,
    y el sueldo y la familia, cosas vanas, remotas,
    accesorias, gratuitas, sin último sentido.
    Nunca como el trabajo por sí y en sí sagrado
    o sólo necesario.

    Andrés, tú lo comprendes. Andrés, tú eres un vasco.
    Contigo sí que puedo tratar de lo que importa,
    de materias primeras,
    resistencias opacas, cegueras sustanciales,
    ofrecidas a manos que sabían tocarlas,
    apreciarlas, pesarlas, valorarlas, herirlas,
    orgullosas, fabriles, materiales, curiosas.
    Tengo un título bello que tú entiendes: Madera,
    Pino rojo de Suecia y Haya brava de Hungría,
    Samanguilas y Okolas venidas de Guinea,
    Robles de Slavonía y Abetos del Mar Blanco,
    Pinoteas de Tampa, Mobile o Pensacola.

    Maderas, las maderas humildemente nobles,
    lentamente crecidas, cargadas de pasado,
    nutridas de secretos terrenos y paciencia,
    de primaveras justas, de duración callada,
    de savias sustanciadas, felizmente ascendentes.
    Maderas, las maderas buenas, limpias, sumisas,
    y el olor que expandían,
    y el gesto, el nudo, el vicio personal que tenían
    a veces ciertas rollas,
    la influencia escondida de ciertas tempestades,
    de haber crecido en esta, bien en otra ladera,
    de haber sorbido vagas corrientes aturdidas.

    Hay gentes que trabajan el hierro y el cemento;
    las hay dadas a espartos, o a conservas, o a granos,
    o a lanas, o a anilinas, o a vinos, o a carbones;
    las hay que sólo charlan y ponen telegramas
    mas sirven a su modo;
    las hay que entienden mucho de amiantos o de grasas,
    de prensas, celulosas, electrodos, nitratos;
    las hay, como nosotros, dadas a la madera,
    unidas por las sierras, los tupis, las machihembras,
    las herramientas fieras del héroe prometeico
    que entre otras nos concretan
    la tarea del hombre con dos manos, diez dedos.

    Tales son los oficios. Tales son las materias.
    Tal la forma de asalto del amor de la nuestra,
    la tuya, Andrés, la mía.
    Tal la oscura tarea que impone el ser un hombre.
    Tal la humildad que siento. Tal el peso que acepto.
    Tales los atrevidos esfuerzos contra un mundo
    que quisiera seguirse sin pena y sin cambio,
    pacífico y materno,
    remotamente manso, durmiendo en su materia.
    Tales, tercos, rebeldes, nosotros, con dos manos,
    transformándolo, fieros, construimos un mundo
    contra naturaleza, gloriosamente humano.

    Tales son los oficios. Tales son las materias.
    Tales son las dos manos del hombre, no ente abstracto.
    Tales son las humildes tareas que precisan
    la empresa prometeica.
    Tales son los trabajos comunes y distintos;
    tales son los orgullos, las rabias insistentes,
    los silencios mortales, los pecados secretos,
    los sarcasmos, las llamas, los cansancios, las lluvias;
    tales las resistencias no mentales que, brutas,
    obligan a los hombres a no explicar lo que hacen;
    tales sus peculiares maneras de no hablarse
    y unirse, sin embargo.

    Mira, Andrés, a los hombres con sus manos capaces,
    con manos que construyen armarios y dínamos,
    y versos y zapatos;
    con manos que manejan furiosas herramientas,
    fabrican, eficaces, tejidos, radios, casas,
    y otras veces se quedan inmóviles y abiertas
    sobre ese blanco absorto de una cuartilla muerta.
    Manos raras, humanas;
    manos de constructores, manos de amantes fieles
    hechas a la medida de un seno acariciado;
    manos desorientadas que el sufrimiento mueve
    a estrechar fuertemente, buscando la una en la otra.

    Están así los hombres
    con sus manos fabriles o bien sólo dolientes,
    con manos que a la postre no sé para qué sirven.
    Están así los hombres vestidos, con bolsillos
    para el púdico espanto de esas manos desnudas
    que se miran a solas, sintiéndolas extrañas.
    Están así los hombres y, en sus ojos, cambiadas,
    las cosas de muy dentro con las cosas de fuera,
    y el tranvía, y las nubes, y un instinto —un hallazgo—,
    todo junto, cualquiera,
    todo único y sencillo, y efímero, importante,
    como esas cien nonadas que pasan o no pasan.

    Mira, Andrés, a los hombres, ya sentados, ya andando,
    tan raros si nos miran seriamente callados,
    tan raros si caminan, trabajan o se matan,
    tan raros si nos odian, tan raros si perdonan
    el daño inevitable,
    tan raros que si ríen nos enseñan los dientes,
    tan raros que si piensan se doblan de ironía.
    Mira, Andrés, a estos hombres.
    Míralos. Yo te miro. Mírame si es que aguantas.
    Dime que no vale la pena de que hablemos,
    dime cuánto silencio formó tu ser obrero,
    qué inútilmente escribo, qué mal gusto despliego.

    Mira, Andrés, cómo estamos unidos pese a todo,
    cómo estamos estando, qué ciegamente amamos.
    Aunque ya las palabras no nos sirven de nada,
    aunque nuestras fatigas no puedan explicarse
    y se tuerzan las bocas si tratamos de hablarnos,
    aunque desesperados,
    bien sea por inercia, terquedad o cansancio,
    metafísica rabia, locura de existentes
    que nunca se resignan, seguimos trabajando,
    cavando en el silencio,
    hay algo que conmueve y entiendes sin ideas
    si de pronto te estrecho febrilmente la mano.

    La mano, Andrés. Tu mano, medida de la mía.


    ***


    Pedro Casas Serra
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    GABRIEL CELAYA (1911-1991) Empty Re: GABRIEL CELAYA (1911-1991)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 31 Mar 2012, 12:21

    .


    De "PAZ Y CONCIERTO", 1953

    "Pasa y sigue"

    Uno va, viene y vuelve, cansado de su nombre;
    va por los bulevares y vuelve por sus versos,
    escucha el corazón que, insumiso, golpea
    como un puño apretado fieramente llamando,
    y se sienta en los bancos de los parques urbanos,
    y ve pasar la gente que aún trata de ser alguien.

    Entonces uno siente qué triste es ser un hombre.
    Entonces uno siente qué duro es estar solo.
    Se hojean febrilmente los anuarios buscando
    la profesión «poeta» —¡ay, nunca registrada!—.
    Y entonces uno siente cansancio, y más cansancio,
    solamente cansancio, tiempo lento y cargado.

    Quisiera que escucharais las hojas cuando crecen,
    quisiera que supierais lo que es abrirse el aire
    creyendo que uno colma de evidencia el instante
    con su golpe de savia y ascendencia situada,
    quisiera que pensarais después de tanto esfuerzo
    que esa gloria y sorpresa fueron luz, fueron nada.

    Lloraríais conmigo la lágrima o la estrella,
    lloraríais verdades de temblor transparente,
    caeríais como gotas de lo espeso afligido
    y en lo pálido y liso diminutos tambores
    sonarían al paso de los números neutros
    como largos sumandos de implacable cansancio.

    Lloraríais, y, ¡ay!, lloro, yo, plural, yo, horadado,
    desalmándome lento, sintiendo ya los huesos
    que, sueltos, se golpean, y al fin, desencajados,
    baten, baten, aventan —polvo y paja— mi vida.
    Lloraríais si vierais cómo pienso en vosotros.
    Lloraríais, y, ¡ay!, lloro, lluevo amén mi fatiga.

    Da miedo ser poeta; da miedo ser un hombre
    consciente del lamento que exhala cuanto existe.
    Da miedo decir alto lo que el mundo silencia.
    Mas ¡ay! es necesario, mas ¡ay! soy responsable
    de todo lo que siento y en mí se hace palabra,
    gemido articulado, temblor que se pronuncia.

    Pensadlo: ser poeta no es decirse a sí mismo.
    Es asumir la pena de todo lo existente,
    es hablar por los otros, es cargar con el peso
    mortal de lo no dicho, contar años por siglos,
    ser cualquiera o ser nadie, ser la voz ambulante
    que recorre los limbos procurando poblarlos.

    A través de mí pasa: yo irradio transparente,
    yo transmito muriendo, yo sin yo doy estado
    al hombre que si mira parece que algo exige,
    y simplemente mira, me está siempre mirando,
    y esperando, esperando desde hace mil milenios
    que alguien pronuncie un verso donde poder tenderse.

    Sonámbulos acuden a mí los que no saben
    si sufren o si sólo por no muertos del todo
    aún siguen suspirando sin encontrar su forma,
    su expresión absoluta, su descanso y mi olvido.
    Y como quien conjura fantasmas yo pronuncio
    palabras en que dejo de ser quien soy por ellos.

    Cuando grito, no grita mi yo para decirse.
    Cuando lloro, quien llora dentro de mí es cualquiera,
    y es tan sólo en los otros donde vivo de veras.
    Mis cantos son los cantos rodados que una mansa
    corriente milenaria suaviza y uniforma,
    y el murmullo del agua los va deletreando.

    ¡Oh jóvenes poetas!, mirad, estoy llamando,
    hundido en ese fondo que aún no ha sido expresado
    de los muertos y el muerto que yo sumo al fracaso.
    Decid lo que no supe, lo que nadie aún ha dicho.
    Yo cumplí lo que pude, pero todo fue en vano,
    y hoy me siento cansado —perdonadme—, cansado.

    No me hagáis preguntas. Cantad cara al mañana
    lo común de la sangre, lo perpetuo y corriente.
    No, al solo yo atenidos, penséis que vuestra muerte
    es la muerte sin vuelta y el fin de vuestro anhelo.
    Mientras haya en la tierra un solo hombre que cante,
    quedará una esperanza para todos nosotros.

    *

    "Despedida"

    Quizás, cuando me muera,
    dirán: Era un poeta.
    Y el mundo, siempre bello, brillará sin conciencia.

    Quizás tú no recuerdes
    quién fui, mas en ti suenen
    los anónimos versos que un día puse en ciernes.

    Quizás no quede nada
    de mí, ni una palabra,
    ni una de estas palabras que hoy sueño en el mañana.

    Pero visto o no visto,
    pero dicho o no dicho,
    yo estaré en vuestra sombra, ¡oh hermosamente vivos!

    Yo seguiré siguiendo,
    yo seguiré muriendo,
    seré, no sé bien cómo, parte del gran concierto.


    ***


    De "CIENTO VOLANDO", 1953

    "Poesía barata"

    Para andar por casa,
    poesía barata.

    Rugían como leones
    mis sentimientos salvajes.
    Los domé, y hoy son canciones.

    El señor en zapatillas,
    la cocinera con novio
    y el albañil se extasían.

    Canciones, sólo canciones,
    sentimientos sin palabras
    y el corazón por redoble.

    Un estribillo fatal
    y el eco que multiplica
    por si tal o por si cual.

    Aprende a multiplicar,
    poeta, que eso es cantar.


    ***


    De "CANTOS IBEROS", 1955

    "España en marcha"

    Nosotros somos quien somos.
    ¡Basta de Historia y de cuentos!
    ¡Allá los muertos! Que entierren como Dios manda a sus muertos.

    No vivimos del pasado,
    ni damos cuerda al recuerdo.
    Somos, turbia y fresca, un agua que atropella sus comienzos.

    Somos el ser que se crece.
    Somos un río derecho.
    Somos el golpe temible de un corazón no resuelto.

    Somos bárbaros, sencillos.
    Somos a muerte lo ibero
    que aún nunca logró mostrarse puro, entero y verdadero.

    De cuanto fue nos nutrimos,
    transformándonos crecemos
    y así somos quienes somos golpe a golpe y muerto a muerto.

    ¡A la calle!, que ya es hora
    de pasearnos a cuerpo
    y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.

    No reniego de mi origen,
    pero digo que seremos
    mucho más que lo sabido, los factores de un comienzo.

    Españoles con futuro
    y españoles que, por serlo,
    aunque encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno.

    Recuerdo nuestros errores
    con mala saña y buen viento.
    Ira y luz, padre de España, vuelvo a arrancarte del sueño.

    Vuelvo a decirte quién eres.
    Vuelvo a pensarte, suspenso.
    Vuelvo a luchar como importa y a empezar por lo que empiezo.

    No quiero justificarte
    como haría un leguleyo.
    Quisiera ser un poeta y escribir tu primer verso.

    España mía, combate
    que atormentas mis adentros,
    para salvarme y salvarte, con amor te deletreo.

    *

    "A Sancho Panza"

    Sancho-bueno, Sancho-arcilla, Sancho-pueblo,
    tu lealtad se supone,
    tu aguante parece fácil,
    tu valor tan obligado como en la Mancha lo eterno.

    Sancho-vulgar, Sancho-hermano,
    Sancho, raigón de mi patria que aún con dolores perduras,
    y, entre cínico y sagrado, pones tu pecho a los hechos,
    buena cara a malos tiempos.

    Sancho que damos por nada,
    mas presupones milenios de humildad bien aceptada,
    no eres historia, te tengo
    como se tiene la tierra, patria y matria, macerada.

    Sancho-vulgo, Sancho-nadie, Sancho-santo,
    Sancho de pan y cebolla
    trabajado por los siglos de los siglos, cotidiano,
    vivo y muerto, soterrado.

    Se sabe sin apreciarlo que eres quien es, siempre el mismo,
    Sancho-pueblo, Sancho-ibero,
    Sancho entero y verdadero,
    Sancho de España es más ancha que sus mil años y un cuento.

    Vivimos como vivimos porque tenemos aún tripas,
    Sancho Panza, Sancho terco.
    Vivimos de tus trabajos, de tus hambres y sudores,
    de la constancia del pueblo, de los humildes motores.

    Sancho de tú te la llevas,
    mansa sustancia sin mancha,
    Sancho-Charlot que edificas como un Dios a bofetadas,
    Sancho que todo lo aguantas.

    Sancho con santa paciencia,
    Sancho con buenas alforjas,
    que en el último momento nos das, y es un sacramento,
    el pan, el vino y el queso.

    Pueblo callado, soporte
    de los fuegos de artificio que con soberbia explotamos,
    Sancho-santo, Sancho-tierra, Sancho-ibero,
    Sancho-Rucio y Rucio-Sancho que has cargado con los fardos.

    Hoy como ayer, con alarde,
    los señoritos Quijano siguen viviendo del cuento,
    y tú, Sancho, les toleras y hasta les sigues el sueño
    por instinto, por respeto, porque creer siempre es bueno.

    Cabalgando en tus espaldas se las dan de caballeros
    y tú, pueblo, les aguantas, y levantas —tentetieso—
    lo que puede levantarse. Y aun sabiendo lo que sabes
    nunca niegas tus servicios: ¡santo y bueno!

    Sancho-Quijote y a un tiempo Sancho de basta de cuentos,
    Sancho-amén de tiempo al tiempo,
    Sancho que aun hecho y derecho, ya de vuelta del Imperio,
    al señorito Quijano le tratas de caballero.

    Sancho-claro, Sancho-recio,
    Sancho que viste las cosas como son y te callaste,
    metiendo el hombro, tratando
    de salvarnos del derrumbe con tu no lírico esfuerzo.

    Hombre a secas, Sancho-patria, pueblo-pueblo,
    pura verdad, fiel contraste
    de los locos que te explotan para vivir del recuerdo,
    ¡ya ha llegado tu momento!

    Sancho-vulgo, Sancho-ibero,
    porque tú existes, existen aún mi patria y mi esperanza.
    Porque hay patria y esperanza vas a existir tú de veras
    con menos sueño y más tierra.

    Tu libertad es instinto. Tus verdades son sencillas:
    al pan, pan, y al vino, vino,
    y a cada cual lo debido:
    lo que le cumple por hombre con un único camino.

    Sancho-firme, Sancho-obrero,
    ajustador, carpintero, labrador, electricista,
    Sancho sin nombre y con manos de constructor y un oficio,
    viejo y nuevo, vida al día.

    Quiero darte la confianza que pretendieron robarte.
    Quiero decirte quién eres.
    Quiero mostrarte a ti mismo tal como tú fuiste siempre,
    Sancho-humilde, Sancho-fuerte.

    En ti pongo mi esperanza
    porque no fueron los hombres que se nombran los que hicieron
    más acá de toda historia —polvo y paja— nuestra patria,
    sino tú como si nada.

    Sancho-tierra, Sancho-santo, Sancho-pueblo,
    tomo tu pulso constante,
    miro tus ojos que brillan aún después de los desastres.
    Tú eres quien es. ¡Adelante!

    *

    "Hablando en castellano"

    Hablando en castellano,
    mordiendo erre con erre por lo sano,
    la materia verbal, con rabia y rayo,
    lo pone todo en claro.
    Y al nombrar doy a luz de ira mis actos.

    Hablando en castellano,
    con la zeta y la jota en seco zanjo
    sonidos resbalados por lo blando,
    zahondo el espesor de un viejo fango,
    cojo y fijo su flujo. Basta un tajo.

    Hablando en castellano,
    el "poblo, puoblo, puablo", que andaba desvariando,
    se dice por fin pueblo, liso y llano,
    con su nombre y conciencia bien clavados
    para siempre, y sin más puestos en alto.

    Hablando en castellano,
    choco, che, te, ¡zas!, ¿ca? Canto claro
    los silbidos y susurros de un murmullo que a lo largo
    del lirismo galaico siempre andaba vagando
    sin unidad hecha estado.

    Hablando en castellano,
    tan sólo con hablar, construyo y salvo,
    mascando con cal seca y fuego blanco,
    dando diente de muerte en lo inmediato,
    el estricto sentido de lo amargo.

    Hablando en castellano,
    las sílabas cuadradas de perfil recortado,
    los sonidos exactos, los acentos airados
    de nuestras consonantes, como en armas, en alto,
    atacan sin perdones, con un orgullo sano.

    Hablando en castellano,
    las vocales redondas como el agua son pasmos
    de estilo y sencillez. Son lo rústico y sabio.
    Son los cinco peldaños justos y necesarios
    y de puro elementales, parecen cinco milagros.

    Hablando en castellano,
    mal o bien, pues que soy vasco, lo barajo y desentraño,
    recuerdo cómo Unamuno descubrió su abecedario
    y extrajo del hueso estricto su meollo necesario,
    ricamente substanciando.

    Hablando en castellano,
    ya sé qué es poesía. Leyendo el Diccionario
    reconozco cómo todo quedó bien dicho y nombrado.
    Las palabras más simples son sabrosas, son algo
    sabiamente sentido y calculado...

    Hablando en castellano,
    decir tinaja, ceniza, carro, pozo, junco, llanto,
    es decir algo tremendo, ya sin adornos, logrado,
    es decir algo sencillo y es mascar como un regalo
    frutos de un largo trabajo.

    Hablando en castellano,
    no hay poeta que no sienta que pronuncia de prestado.
    Digo mortaja o querencia, digo al azar pena o jarro.
    Y parece que tan sólo con decirlo, regustando
    sus sonidos, los sustancio.

    Hablando en castellano,
    en ese castellano vulgar y aquilatado
    que hablamos cada día, sin pensar cuánto y cuánto
    de lírico sentido, popular y encarnado
    presupone, entrañamos.

    Hablando en castellano,
    recojo con la zarpa de mi vulgar desgarro
    las cosas como son y son sonando.
    Mallarmé estaba inventado
    el día que nuestro pueblo llamó raso a lo que es raso.

    Hablando en castellano,
    los nombres donde duele, bien clavados,
    más encarnan que aluden en abstracto.
    Hay algo en las palabras, no mentante, captado,
    que quisiera, por poeta, rezar en buen castellano.

    *

    "Todos a una"

    Cada vez que muere un hombre,
    todos morimos un poco, nos sentimos como un golpe
    del corazón revulsivo que se crece ante el peligro
    y entre espasmos recompone
    la perpetua primavera con sus altas rebeliones.

    ........................Somos millones. Formamos
    ........................la unidad de la esperanza.
    ........................Lo sabemos. Y el saberlo
    ........................nos hace fuertes; nos salva.

    Nos sentimos como un golpe
    que sin brotar se ha quedado temblorosamente en vilo.
    Nos sentimos sin sentirnos,
    fabulosamente dulces, dolorosamente ciertos.
    Nos sentimos un nosotros. Palpitamos colectivos.

    ........................Corazón, corazón,
    ........................dulce sol interior,
    ........................me iluminas, me envuelves:
    ........................soy más de lo que soy.

    Cada vez que un combatiente
    se desangra, con su sangre derramada yo hago versos,
    canto y muero en él creciendo,
    digo quién soy, quiénes somos, quién en nosotros, invicto,
    testimonia lo perpetuo, sopla espíritu en el fuego.

    ........................Yo resucito en los muertos
    ........................si los siento en camarada,
    ........................y ellos en mí, yo con ellos
    ........................permanezca y canto. ¡Canta!

    Allá lejos, ¿quién me espera?
    Aquí al lado, ¿quién me pide simplemente una mirada
    tan terrible, tan difícil
    como dar cara diciendo que -perdón- no pasa nada?
    Mas le miro y en mis ojos devorantes hay mañana.

    ........................Nos alzamos uno en otro.
    ........................Somos quien somos: varones
    ........................tan seguros de sí mismos
    ........................que renuncian a su nombre.

    Cada vez que siento en vivo
    mi corazón, me pregunto quién me exige más conciencia,
    me pregunto quién me llama
    o, con alarma, ¿qué pasa?
    Mas no pasa, siempre queda y es la unidad que en mí canta.

    ........................¿Quién se atreve a condenarnos?
    ........................Somos millones, millones.
    ........................Somos la luz que se extiende.
    ........................¡Miradnos! Somos el hombre.

    *

    "Defendamos nuestra vida"

    (Contra el "todo es verdad y es mentira" de Calderón)

    Todo es verdad y mentira. Todo es mentira y verdad.
    A la vuelta de una esquina, topamos con lo increíble,
    y sin pensarlo dos veces, lo llamamos natural.

    Todo es verdad. Todo es mentira.
    Nuestra Historia fabulosa nos cuenta sus mil y un días.
    ¡Hasta América existía! Y, en corro, cantan las niñas:
    «Maravilla, maravilla, que te pongas de rodillas.»

    Todo es mentira. Todo es verdad.
    No hay milagro inverosímil para un español cabal,
    ni hay hecho que bien mirado tenga peso sustancial.
    Lo pasado es lo pasado. Lo que no ha sido será.
    Todo es verdad. Todo es mentira.

    Un delirio. Un fogonazo. Una aventura. Una prisa.
    Un terremoto de absurdos y minúsculos sucesos,
    y allá arriba, sin perdones, el cielo azul de Castilla.

    Todo es mentira. Todo es verdad.
    ¡Disfraces de fantasía para unos pocos que imperan
    y aburridos uniformes para los hombres sin más!
    Una danza macabra y un perpetuo carnaval.

    Todo es verdad. Todo es mentira.
    Descarada y luminosa, fabulosa es la alegría,
    y la esperanza es un sueño que hay quien prefiere dormir,
    pues no hay prisa, nunca hay prisa, si se apuesta a la otra vida.

    Todo es verdad y mentira. Todo es mentira y verdad.
    Pero estos niños callados,
    pero estos hombres sin pan,
    pero estas madres que lloran
    una pena elemental
    y unos muertos que están muertos,
    esto es real, muy real
    y es algo que no podemos
    ni aceptar, ni perdonar.
    Pues que todo y nada es uno,
    hay quien reza: ¡tanto da!,
    pero nosotros, erguidos,
    tenemos que trabajar
    porque nos gritan de cara
    el ahora y más acá,
    y esta vida es nuestra vida,
    y mañana, Dios dirá.

    *

    "La poesía es un arma cargada de futuro"

    Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
    mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
    fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
    como un pulso que golpea las tinieblas,

    cuando se miran de frente
    los vertiginosos ojos claros de la muerte,
    se dicen las verdades:
    las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

    Se dicen los poemas
    que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
    piden ser, piden ritmo,
    piden ley para aquello que sienten excesivo.

    Con la velocidad del instinto,
    con el rayo del prodigio,
    como mágica evidencia, lo real se nos convierte
    en lo idéntico a sí mismo.

    Poesía para el pobre, poesía necesaria
    como el pan de cada día,
    como el aire que exigimos trece veces por minuto,
    para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

    Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan
    decir que somos quien somos,
    nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
    Estamos tocando el fondo.

    Maldigo la poesía concebida como un lujo
    cultural por los neutrales
    que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
    Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

    Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
    y canto respirando.
    Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
    personales, me ensancho.

    Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
    y calculo por eso con técnica, qué puedo.
    Me siento un ingeniero del verso y un obrero
    que trabaja con otros a España en sus aceros.

    Tal es mi poesía: poesía-herramienta
    a la vez que latido de lo unánime y ciego.
    Tal es, arma cargada de futuro expansivo
    con que te apunto al pecho.

    No es una poesía gota a gota pensada.
    No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
    Es algo como el aire que todos respiramos
    y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

    Son palabras que todos repetimos sintiendo
    como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
    Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
    Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.


    ***


    De "DE CLARO EN CLARO", 1956

    "Con un clavel"

    En una flor
    cabe todo mi amor.

    Sólo en una
    porque muchas es ninguna.

    Sangre y miel,
    soy el de siempre: Gabriel.

    Y aquí estoy,
    punto y gloria, dando el hoy.

    Vida mía,
    sólo existe la alegría.

    Tú eres quien es.
    Yo, lo que dura al revés.

    Tú, mi vuelo.
    Yo, doloroso, un anhelo.

    Tú, mi llama.
    Yo, la paja que se inflama.

    Tú, quien es.
    Yo, lo que duele después.

    Tú, lo impar.
    Yo, el ala de más volar.

    Tú, campana.
    Yo, el badajo de la gana.

    Tú, sonante.
    Yo, lo bárbaro y campante.

    Tú, extensión.
    Yo, el dolor de corazón.

    Tú, el misterio.
    Yo, monótono, lo serio.

    ¡Oh locura
    de un viejo amor que así dura!

    Nueve años
    curados de desengaños.

    ¡Oh insistencia!
    La duración es conciencia.

    Abrazado,
    un cuerpo es más que lo dado.

    Sencillez:
    lo complejo de una vez.

    ¿Dónde está?
    Siempre un poco más allá.

    Amor mío,
    cuando lloro, también río.

    En ti vivo.
    Pero todo es excesivo.

    La mar mece,
    cuna a un niño que no crece.

    Tú, mi fiel;
    yo, una pasión casi cruel.

    Tú, en tu sí;
    yo, en mi loco "no es así".

    Tú, en mi nada;
    yo, un resto que sobrenada.

    Tú, el total;
    yo, lo que sé que está mal.

    Tú, la mar;
    yo, el cuento de no acabar.

    Tú, verdad;
    yo, vacío, una ansiedad.

    ¡Amor vivo!
    fundamos lo tuyo y mío.

    ¡A la eh!
    Perdámonos. Todo es fe.

    Compréndelo.
    Mira inocente. Da el ¡oh!

    En una flor
    cabe todo mi amor.

    *

    "Momentos felices"

    Cuando llueve, y reviso mis papeles, y acabo
    tirando todo al fuego: poemas incompletos,
    pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
    fotografías, besos guardados en un libro,
    renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
    soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
    y así atizo las llamas, y salto la fogata,
    y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
    ¿no es la felicidad lo que me exalta?

    Cuando salgo a la calle silbando alegremente
    -el pitillo en los labios, el alma disponible-
    y les hablo a los niños o me voy con las nubes,
    mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,
    las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos
    desnudos y morenos, sus ojos asombrados,
    y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,
    salpican de alegría que así tiembla reciente,
    ¿no es la felicidad lo que se siente?

    Cuando llega un amigo, la casa está vacía,
    pero mi amada saca jamón, anchoas, queso,
    aceitunas, percebes, dos botellas de blanco,
    y yo asisto al milagro -sé que todo es fiado-,
    y no quiero pensar si podremos pagarlo;
    y cuando sin medida bebemos y charlamos,
    y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos,
    y lo somos quizá burlando así a la muerte,
    ¿no es la felicidad lo que trasciende?

    Cuando me he despertado, permanezco tendido
    con el balcón abierto. Y amanece: las aves
    trinan su algarabía pagana lindamente:
    y debo levantarme, pero no me levanto;
    y veo, boca arriba, reflejada en el techo
    la ondulación del mar y el iris de su nácar,
    y sigo allí tendido, y nada importa nada,
    ¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo?
    ¿No es la felicidad lo que amanece?

    Cuando voy al mercado, miro los abridores
    y, apretando los dientes, las redondas cerezas,
    los higos rezumantes, las ciruelas caídas
    del árbol de la vida, con pecado sin duda
    pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio,
    regateo, consigo por fin una rebaja,
    mas terminado el juego, pago el doble y es poco,
    y abre la vendedora sus ojos asombrados,
    ¿no es la felicidad lo que allí brota?

    Cuando puedo decir: el día ha terminado.
    Y con el día digo su trajín, su comercio,
    la busca del dinero, la lucha de los muertos.
    Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,
    me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,
    y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,
    y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,
    sencillamente limpio y, pese a todo, indemne,
    ¿no es la felicidad lo que me envuelve?

    Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones,
    me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:
    "Estaba justamente pensando en ir a verte."
    Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,
    pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,
    sino de cómo van las cosas en Jordania,
    de un libro de Neruda, de su sastre, del viento,
    y al marcharme me siento consolado y tranquilo,
    ¿no es la felicidad lo que me vence?

    Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
    pasar por un camino que huele a madreselvas;
    beber con un amigo; charlar o bien callarse;
    sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
    mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha,
    ¿no es esto ser feliz pese a la muerte?
    Vencido y traicionado, ver casi con cinismo
    que no pueden quitarme nada más y que aún vivo,
    ¿no es la felicidad que no se vende?

    *

    "La pura verdad"

    Los ciudadanos equis,
    los honrados tenderos,
    los amigos del alma,
    la portera, el banquero,
    no pueden perdonarnos
    el loco sentimiento:
    tu belleza, mi risa,
    nuestro pronunciamiento.
    No lo entienden. Nos miran
    y se cuentan los dedos.
    Se dicen: «Están locos.»
    Casi les damos miedo.
    Veo.

    La Policía, Dios,
    la fuerza del dinero,
    las leyes del rebaño
    nos exigen respeto.
    La dicha es una falta
    o es quizás un exceso.
    La alegría es locura
    y escándalo, el deseo,
    reza un run-run que suena
    a onceno mandamiento.
    No se debe, ni puede
    tomar por luz el fuego.
    Veo.

    ¿Qué podría decirles?
    Solamente que quiero.
    Quiero, libre de mancha,
    la luz del mundo entero,
    el éxtasis y el aire,
    la destrucción del tiempo.
    Quiero un amor, el mío.
    Quiero seguir queriendo.
    Quiero, pero -¡miseria!-
    queriendo así, ¿qué puedo?
    Los ciudadanos equis
    no sienten lo que siento. Pero...

    Pero, feliz, yo quiero.


    ***

    .

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