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Juan Bernier (La Carlota, Córdoba, 1911 - Córdoba, 1989), fue un escritor español, poeta, perteneciente al Grupo Cántico.
Biografía
Durante la Guerra Civil escribió versos clandestinos denunciando las tempranas matanzas de las tropas golpistas en Marruecos, como consta en sus diarios personales, donde denuncia los fusilamientos de las tropas de Franco. En el otoño de 1936 sería movilizado por la fuerza. Fue cofundador de Ardor, en la que colaboraba Ricardo Molina, aunque se le conoce más como uno de los miembros fundadores (con Pablo García Baena y el citado Molina) de la revista de poesía Cántico en el año 1947, grupo con el que compartía la idea de otorgar la primacía a la estética antes que al «mensaje». Sus poemas se caracterizan por la riqueza expresiva y sensorial. Sostuvo una gran pasión por la arqueología y su amada ciudad de Córdoba. Escribió un duro Diario en donde se definía muy bien a sí mismo y descubría su faceta más desconocida, la de homosexual, así como el deseo de hacerla pública, lo que se frustró por el contexto de la Córdoba de entreguerras, que por una parte ensalzaba la labor de los autores de Cántico y, por otra, la repudiaba. Sin embargo, entregó en primicia para su edición a la revista de poesía "Antorcha de Paja" que los publicaría en su número 13-14 de marzo de 1980. Dicho diario fue entregado por Bernier aún en vida de este a su amigo Antonio Ramos Espejo, por entonces director de Diario Córdoba y éste transcribió algunos capítulos en el periódico.
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Algunos poemas de Juan Bernier:
De Aquí en la tierra, 1948:
TIERRA DE AMOR
Vamos al río juntos los dos
joven tu cuerpo y mi alma joven,
vomos al río dorado por el sol de julio
donde el agua está caliente como nuestros cuerpos,
caliente como la arena y el limo seco,
libro abierto para escribir los pasos de los amantes,
vamos tu y yo donde no hay sino cristal y orillas de álamos blancos,
junto al río espeso donde nuestra voz será única entre la vibración inerte de la siesta.
Vemos allá entre los tarajales y las adelfas amargas
cuando no hay flores ni rocío, sino ardor de hojas )' ramas asfixiadas,
cuando muere la hierba entre el estallido de las libélulas radiantes
y los insectos rojos pregonan el parto múltiple y alborozado de la tierra.
¡O! hacia esta tierra rezumante de calor como un vientre de madre,
los dos juntos para bañar la sal de nuestra frente en su estanque de polvo,
para en el agua volver a la arcilla primera,
al barro virgen y nutricio del que tu y yo somos hechos.
Estas ropas de la ciudad y el mundo las dejaremos abandonadas para no encontrarlas nunca
y sonreiremos a la irrupción súbita de nuestros cuerpos desnudos,
desnudos como los árboles o los guijarros que el agua transparenta
en el paisaje limpio, horizontal del río.
Vamos junto a él que tiembla como un inmenso crisol de plata encendida
engaño de una frescura adivinada por el olor de los juncos
donde nuestros pies se apagan de pronto y sube por las venas, la fría sangre estremecida de los
peces profundos.
¡Ah! juntos los dos, el agua como un cuerpo que se escurre en los brazos
me quitará el tuyo en un juego blanco de raudales de espuma
hasta venir con tu roce de anguila buceante
a sorprender el escalofrío gozoso de mis muslos.
Ven que nos hundamos luego en la arena y el barro escurridizo
donde muera riendo la linea convexa y pura de tu forma
donde se destruya tu color, tu suavidad y tu tersura
en el bloque virgen de tu ser no esculpido.
Ven, ven y que de pronto ante mis ojos fijos
se rompa en agua clara y reviva la estatua de tu cuerpo perdido
como un mármol mojado por la lluvia del alba
como un lirio blanco en el vaso verde y oro del río…
De Una voz cualquiera, 1959:
POEMA DE GENTE IMPORTANTE
Cuando vinieron los ingenieros al cortijo eran gente importante.
Cuando nos citaron porque venía el inspector, eran gente importante.
Pero cuando queríamos vivir, nos desnudábamos e íbamos al río,
Y cuando queríamos gozar, nos desnudábamos enteramente
JUAN BERNIER, Poesía de la primera generación de posguerra, Cátedra, 2008.
Juan Bernier (La Carlota, Córdoba, 1911 - Córdoba, 1989), fue un escritor español, poeta, perteneciente al Grupo Cántico.
Biografía
Durante la Guerra Civil escribió versos clandestinos denunciando las tempranas matanzas de las tropas golpistas en Marruecos, como consta en sus diarios personales, donde denuncia los fusilamientos de las tropas de Franco. En el otoño de 1936 sería movilizado por la fuerza. Fue cofundador de Ardor, en la que colaboraba Ricardo Molina, aunque se le conoce más como uno de los miembros fundadores (con Pablo García Baena y el citado Molina) de la revista de poesía Cántico en el año 1947, grupo con el que compartía la idea de otorgar la primacía a la estética antes que al «mensaje». Sus poemas se caracterizan por la riqueza expresiva y sensorial. Sostuvo una gran pasión por la arqueología y su amada ciudad de Córdoba. Escribió un duro Diario en donde se definía muy bien a sí mismo y descubría su faceta más desconocida, la de homosexual, así como el deseo de hacerla pública, lo que se frustró por el contexto de la Córdoba de entreguerras, que por una parte ensalzaba la labor de los autores de Cántico y, por otra, la repudiaba. Sin embargo, entregó en primicia para su edición a la revista de poesía "Antorcha de Paja" que los publicaría en su número 13-14 de marzo de 1980. Dicho diario fue entregado por Bernier aún en vida de este a su amigo Antonio Ramos Espejo, por entonces director de Diario Córdoba y éste transcribió algunos capítulos en el periódico.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
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Algunos poemas de Juan Bernier:
De Aquí en la tierra, 1948:
TIERRA DE AMOR
Vamos al río juntos los dos
joven tu cuerpo y mi alma joven,
vomos al río dorado por el sol de julio
donde el agua está caliente como nuestros cuerpos,
caliente como la arena y el limo seco,
libro abierto para escribir los pasos de los amantes,
vamos tu y yo donde no hay sino cristal y orillas de álamos blancos,
junto al río espeso donde nuestra voz será única entre la vibración inerte de la siesta.
Vemos allá entre los tarajales y las adelfas amargas
cuando no hay flores ni rocío, sino ardor de hojas )' ramas asfixiadas,
cuando muere la hierba entre el estallido de las libélulas radiantes
y los insectos rojos pregonan el parto múltiple y alborozado de la tierra.
¡O! hacia esta tierra rezumante de calor como un vientre de madre,
los dos juntos para bañar la sal de nuestra frente en su estanque de polvo,
para en el agua volver a la arcilla primera,
al barro virgen y nutricio del que tu y yo somos hechos.
Estas ropas de la ciudad y el mundo las dejaremos abandonadas para no encontrarlas nunca
y sonreiremos a la irrupción súbita de nuestros cuerpos desnudos,
desnudos como los árboles o los guijarros que el agua transparenta
en el paisaje limpio, horizontal del río.
Vamos junto a él que tiembla como un inmenso crisol de plata encendida
engaño de una frescura adivinada por el olor de los juncos
donde nuestros pies se apagan de pronto y sube por las venas, la fría sangre estremecida de los
peces profundos.
¡Ah! juntos los dos, el agua como un cuerpo que se escurre en los brazos
me quitará el tuyo en un juego blanco de raudales de espuma
hasta venir con tu roce de anguila buceante
a sorprender el escalofrío gozoso de mis muslos.
Ven que nos hundamos luego en la arena y el barro escurridizo
donde muera riendo la linea convexa y pura de tu forma
donde se destruya tu color, tu suavidad y tu tersura
en el bloque virgen de tu ser no esculpido.
Ven, ven y que de pronto ante mis ojos fijos
se rompa en agua clara y reviva la estatua de tu cuerpo perdido
como un mármol mojado por la lluvia del alba
como un lirio blanco en el vaso verde y oro del río…
De Una voz cualquiera, 1959:
POEMA DE GENTE IMPORTANTE
Cuando vinieron los ingenieros al cortijo eran gente importante.
Cuando nos citaron porque venía el inspector, eran gente importante.
Cuando el ministro, negra curiana, vino con sus lentes de oro, eran gente importante.
Cuando el periódico en grandes letras anunció que el Jefe del Estado venía, eran gente importante.
Nos afeitábamos, nos lavábamos y usábamos de los trajes oscuros.
Lo mismo que en la misa que el obispo ofició.
Sí. Nos vestíamos con el más oscuro de nuestros trajes,
usábamos de la colonia y de los «Chéster» y éramos gente importante.
Pero cuando queríamos vivir, nos desnudábamos e íbamos al río,
nos poníamos los pantalones rotos y la camisa vieja
e íbamos a los pinos, gateando entre las rocas.
Cuando queríamos vivir, con nuestro gastado pijama quedábamos en casa,
con nuestros libros, nuestro café, nuestra soledad.
Y cuando queríamos gozar, nos desnudábamos enteramente
y fundíamos nuestros besos, nuestra carne y nuestro sexo,
sin ser hombres importantes, hasta que un día
nos vestían enteramente con el más oscuro de nuestros trajes,
nos enfundaban entre madera pintada de negro,
y éramos otra vez hombres, hombres importantes,
entre una comitiva de hombres importantes.
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