Aires de Libertad

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    Mensaje por clara_fuente Sáb 28 Nov 2009, 14:28

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    Carolina Coronado Romero de Tejada (Almendralejo, Badajoz, 20 de diciembre de 1820 - Lisboa, 15 de enero de 1911, enterrada en el Cementerio de Badajoz), escritora española, considerada como la equivalente extremeña de otras autoras románticas coetáneas como Rosalía de Castro, y autora de tal notoriedad que llegaría a ser calificada con el título de "El Bécquer femenino". Fue tía de Ramón Gómez de la Serna

    Hija de Nicolás y María Antonia, nació en 1820 en el seno de una familia acomodada de Almendralejo (Badajoz), pero de ideología progresista, lo que provocó que su padre y su abuelo fueran perseguidos. Tras mudarse a la capital de provincia, Badajoz, Carolina sería educada de la forma tradicional para las niñas de la época: costura, labores del hogar... pese a lo cual, ya desde pequeña mostró su interés por la literatura, y comienza a leer, robando horas al sueño, cualquier género u obra que puede conseguir. Por ello desarrolla una extraordinaria facilidad para componer versos con un lenguaje algo desaliñado e incluso con errores léxicos, pero espontáneo y muy cargado de sentimiento, motivado por amores imposibles, entre los cuales destaca Alberto de quien se duda si realmente llegó a existir. Sus primeros poemas datan de la temprana edad de 10 años.

    Posiblemente también contribuyese a su temperamento romántico la afección de catalepsia crónica que padecía, llegando a "morir" varias veces, lo que hizo que se obsesionase con la idea de poder ser enterrada en vida, hasta tal punto que embalsama el cadáver de su marido, negándose a enterrarlo e incluso dirigiéndose a él con el apelativo de "el silencioso" y "el hombre de arriba". Incluso tiene varias "premoniciones" en las que anticipa el fallecimiento de su hija.

    Habiendo hecho voto de castidad tras la muerte, en el mar, de Alberto (fuese éste real o imaginario), lo anula al casarse en Madrid con sir Justo Horacio Perry, secretario de la embajada de EE.UU en Madrid. Tuvo un hijo, Carlos, y dos hijas, Carolina y Matilde sobreviviendo esta última a sus dos hermanos y que se casó con Pedro Torres Cabrera.

    Era amiga de la reina Isabel II la cual obligó al marqués de Salamanca a que vendiera a Carolina un trozo de su finca y allí se construyó un palacete en lo que hoy es la calle Lagasca.

    Siendo ella revolucionaria, su residencia madrileña se hizo famosa por las tertulias literarias que en ella se realizaban, ya que sirvió como punto de encuentro para escritores progresistas y refugio de perseguidos, llegando a asistir algunos de los más renombrados autores del momento. Sin embargo, este refugio clandestino, y su afinidad por la revolución, causarían que sufriese la censura de la época.

    Al llegar las revoluciones se van a vivir a Lisboa, al palacio de Mitra a pesar de haber perdido sir Horacio toda su fortuna que tenía invertida en el tendido del cable submarino de comunicaciones que uniría Estados Unidos con Europa. Falleció en 1911 y como su hija Matilde, que murió poco después, no tuvo descendencia, todas sus pertenencias, escritos, muebles, etc. del palacio pasaron a la familia de Torres Cabrera, hoy conde de Canilleros.







    A LAS POETISAS
    INVITACIÓN

    ¿Queréis formar un coro,
    hermosas las del canto peregrino,
    más dulce, más sonoro
    que el rumor argentino
    del agua y de los pájaros el trino?

    ¿No veis cómo las aves
    cantan en amigable compañía
    a unos acentos graves
    los otros de alegría,
    uniendo en perfectísima armonía?

    Nunca entre sí celosas,
    porque la voz del ruiseñor descuella,
    se alejan rencorosas
    de la enramada bella,
    dejando triste al ruiseñor en ella.

    No, que con tiernos píos
    la bulliciosa turba Rey le aclama
    y en los valles sombríos,
    donde a su coro inflama,
    sólo el odioso búho le desama...

    Yo ya tengo escogida
    corona de bellísimos laureles
    y de rosas ceñida,
    que estimo en los vergeles
    mejor que a los brillantes oropeles.

    Riquísimo prendido
    que bañará de aromas los cabellos
    y en el rostro encendido
    hará a los ojos bellos
    orgullosos lucir con sus destellos.

    ¡Mil veces venturosa
    la compañera que en su tierna frente,
    esa fresca y airosa
    guirnalda trasparente
    entre nosotras alze alegremente!

    Orne prenda tan bella
    a la que eleve más el claro acento:
    el ruiseñor aquella
    será del coro atento,
    y el búho la que envidie su talento.

    Badajoz, 1845

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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por claudieta cabanyal Lun 30 Nov 2009, 18:36

    Si sirve un proyecto de poetisa, aquí estoy....
    No conozco a carolina coronado.......investigaré......muaaaaa
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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por Maria Lua Lun 30 Nov 2009, 19:47

    Gracias, querida Clara...
    también yo no conozco
    a Carolina Coronado...
    Un beso
    Maria Lua


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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por Gala Grosso Mar 08 Dic 2009, 21:44

    ¡Cómo, Señor, no he de tenerte miedo!
    de Carolina Coronado
    Amigas , me ha conmovido esta poetisa (21 de agosto de 1821 - 15 de enero de 1911)
    es sublime Y qué maravillosa producción en variados géneros.

    Yo te olvidaba ya; ni una alabanza
    a la gloriosa bóveda te envía
    la cantora sin fe; sin confianza
    enmudece, Señor, el alma mía;
    horas de ingratitud donde no alcanza
    el reflejo inmortal de tu poesía
    duermo, cuando mi sueño indiferente
    viene a romper tu cólera imponente.
    “De tus seres de amor, vaga doncella,
    ¿cuál de ellos quieres que a mi voz sucumba?
    ¿Qué faz querida borrará mi huella?
    ¿Qué ser amado lanzará a la tumba?
    ¿Tu padre morirá? ¿Tu madre bella?”
    dices, y el eco de tu voz retumba
    dentro de mí, Señor: “Todo lo puedo.”
    Todo lo puedes, sí; ¡Tú eres el miedo!
    Cubre la sombra de la muerte el mundo
    cuando tu ceño muestras indignado,
    y yo he visto a mi padre moribundo
    con la sombra mortal de ese nublado:
    Señor, al verte contra mí iracundo
    entonces tu poder he recordado;
    entonces fue el clamor, el rezo, el lloro:
    entonces fue el saber cuánto te adoro.
    Tú juegas con las vidas desdichadas,
    tú al borde del abismo las suspendes,
    y al vernos a tu cólera aterrados,
    de súplicas y lágrimas te ofendes;
    tú no quieres plegarias arrancadas
    al espanto, Señor, tú nos comprendes;
    sabes que el labio tu alabanza niega,
    y si ruega, Señor, por miedo ruega.
    Tú no cediste a mi medroso ruego,
    tú perdonaste la oscilante vida,
    porque en tu libro de radiante fuego
    la indeleble sentencia está esculpida;
    pero salvaste de su infiel sosiego
    a la memoria ingrata que te olvida...
    ¡Frágil memoria que tu nombre pierde
    y el miedo haya de ser quien lo recuerde!
    Ni tu sol, ni tu luna, ni tus flores,
    ni me inspiró tu lluvia del estío,
    ni penetrar lograron tus favores
    en este corazón cerrado y frío:
    insensata dejé que otros cantores
    elevaran a ti su acento pío
    como el insecto inútil que dormita
    mientras que el ruiseñor canta y se agita.
    No te cantaba cuando en calma el cielo
    ornado de celaje transparente
    brillaba puro: en tanto que su vuelo
    sereno detenía el claro ambiente
    no te cantó mi espíritu de hielo:
    más rugió la tormenta de repente,
    con tu rayo amagaste al ser amado
    y de miedo, Señor, te he recordado.
    ¡Míseras oraciones y cantares
    que a impulso del temor rompen conmigo!
    no más que en las desdichas y pesares
    te llamo grande y te apellido amigo:
    sólo cuando te ruego que me ampares
    dulces palabras con amor te digo;
    sólo cuando vivir sin ti no puedo,
    “Señor, exclamo, ven, que tengo miedo.”
    ¿Pero me escuchas tú? ¿Pero respondes?
    ¿No me desdeñas porque indigna clamo?
    ¿Tu cariñosa gracia no me escondes
    porque te olvido en paz y en guerra te amo?
    ¡Ay! no el cruel remordimiento ahondes;
    no rechaces mi voz cuando te llamo;
    si tanto puedes tú, yo nada puedo;
    no es pecado, Señor, que tenga miedo.
    Tú vives entre bóvedas de lumbre
    de los soles que giran al ruido,
    y yo sin que su fuego me deslumbre
    no puedo ver al sol medio escondido;
    tú de siglos y siglos pesadumbre
    eterna llevas, –yo nada he vivido–
    tú me puedes hundir –yo nada puedo–
    ¿cómo, Señor, no he de tenerte miedo?
    Tiembla del hombre el corazón valiente,
    tiembla el pueblo que audaz te desafía,
    la fanática raza del Oriente
    y la raza sin fe del Mediodía;
    ¡muy temible serás cuando el viviente
    de tan lejana edad, Señor, temía
    y en tanto siglos de gentil denuedo
    no ha podido vencer, Señor, su miedo!
    Tú eres el miedo que despide llamas,
    tú eres el miedo que el diluvio riegas,
    y tiene miedo el mundo a quien inflamas,
    y tiene miedo el mundo a quien anegas;
    si tu poder conoces y nos amas,
    cuando los rayos del furor desplegas
    y acobardada ante tus iras quedo,
    no te enojes, Señor, si tengo miedo.
    Puedes quitarnos los amados seres,
    nuestra alegría convertir en llanto,
    mudar en desventura los placeres,
    y trocar en gemidos nuestro canto:
    Señor, tan grande y poderoso eres,
    es tan inmenso tu gobierno santo
    ¡que a tu amenaza amedrentada cedo
    y te digo ¡Señor, tú eres el miedo!

    (Ermita de Bótoa, 1846)
    DE CAROLINA CORONADO-

    Un besito
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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por ernesto würth Mar 15 Dic 2009, 12:11

    [b]



    GALA, hermoso los poemas de Carolina Coronado.
    Me agrada su misticismo. saludos ernesto
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    Mensaje por Gala Grosso Mar 15 Dic 2009, 12:41

    Mi estimado Amigo Ernesto:
    La considero una precursora...
    Una feminista en el mejor sentido de la palabra...
    Escribe como muy de avanzada para esa época...
    ¡Será por eso que no es reconocida?:::
    HUM MM...
    En esta sociedad "machista" jajaja
    Un beso
    GALA
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    Mensaje por clara_fuente Mar 15 Dic 2009, 12:45

    La demostración de la identidad femenina no es una lucha de la segunda mitad del siglo XX, sino una manifestación permanente en la cultura aunque se le de menor publicidad.
    Tenemos una colección de buenas cabezas pensantes y plumas valiosas que recordar.

    Seguiremos leyéndolas para aprender de ellas.
    Saludos,
    Gala Grosso
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    Mensaje por Gala Grosso Mar 15 Dic 2009, 12:48

    Muy bien expresado.
    Felicidades
    GALA
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    Mensaje por margara medina Miér 02 Jun 2010, 23:15


    EL AMOR DE MIS AMORES


    ¿Cómo te llamaré para que entiendas
    que me dirijo a ti, ¡dulce amor mío!,
    cuando lleguen al mundo las ofrendas
    que desde oculta soledad te envío?...

    Aquí tu barca está sobre la arena;
    desierta miro la extensión marina;
    te llamo sin cesar con tu bocina,
    y no pareces a calmar mi pena.

    Aquí estoy en la barca triste y sola,
    aguardando a mi amado noche y día;
    llega a mis pies la espuma de la ola,
    y huye otra vez, cual la esperanza mía.

    ¡Blanca y ligera espuma transparente,
    ilusión, esperanza, desvarío,
    como hielas mis pies con tu rocío
    el desencanto hiela nuestra mente!

    Tampoco es en el mar adonde él mora;
    ni en la tierra ni en el mar mi amor existe.
    ¡Ay!, dime si en la tierra te escondiste,
    o si dentro del mar estás ahora.

    Porque es mucho dolor que siempre ignores
    que yo te quiero ver, que yo te llamo,
    sólo para decirte que te amo,
    que eres siempre el amor de mis amores.
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    Mensaje por Carmen Parra Vie 04 Jun 2010, 13:26

    Nos acercas unos versos de soledad y añoranzas de una poeta para mi desconocida, te doy las gracias Margara por acercarla hasta aquí
    Un beso
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    Mensaje por Maria Lua Sáb 12 Jun 2010, 21:28

    Carolina Coronado
    Carolina Coronado (Almendralejo, 1823-Lisboa, 1911) fue una mujer escritora, famosa desde muy niña. Mereció un poema laudatorio de Espronceda, poeta también nacido en la localidad pacense de Almendralejo. Sus poemas, recogidos en Poesías (1843 y 1852), se difundieron en periódicos desde muy temprano. Gozó del favor real e intercedió ante la reina en defensa de liberales castigados. Casada con un diplomático norteamericano, viajó por Europa y América. A la muerte de su marido rindió prolongado culto funerario a sus cenizas. Muerta una de sus hijas, se retiró a su palacio de Mitra. En sus poemas amorosos y descriptivos (La rosa blanca), logra cierta originalidad con el uso de recursos de la poesía mística para expresar su sensualidad y cierto deísmo naturalista. escribió obras dramáticas y novelas poco difundidas (Jarilla, 1851; La Sigea, 1854).


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    Mensaje por Maria Lua Sáb 12 Jun 2010, 21:28

    LA ROSA BLANCA


    ¿Cuál de las hijas del verano ardiente,
    Cándida rosa, iguala a tu hermosura,
    la suavísima tez y la frescura
    que brotan de tu faz resplandeciente?

    La sonrosada luz de alba naciente
    no muestra al desplegarse más dulzura,
    ni el ala de los cisnes la blancura
    que el peregrino cerco de tu frente.

    Así, gloria del huerto, en el pomposo
    ramo descuellas desde verde asiento;
    cuando llevado sobre el manso viento

    a tu argentino cáliz oloroso
    roba su aroma insecto licencioso,
    y el puro esmalte empaña con su aliento.


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    Mensaje por Andrea Diaz Miér 07 Jul 2010, 18:55

    oh margara bellisimo!!!!!!!!!!!!!!!!
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    Mensaje por Maria Lua Miér 07 Jul 2010, 19:43

    La luna es una ausencia

    Y tú, ¿quién eres de la noche errante
    aparición que pasas silenciosa,
    cruzando los espacios ondulante
    tras los vapores de la nube acuosa?

    negra la tierra, triste el firmamento,
    ciegos mis ojos sin tu luz estaban,
    y suspirando entre el oscuro viento
    tenebrosos espíritus vagaban.

    yo te aguardaba, y cuando vi tus rojos
    perfiles asomar con lenta calma,
    como tu rayo descendió a mis ojos,
    tierna alegría descendió a mi alma.

    ¿Y a mis ruegos acudes perezosa
    cuando amoroso el corazón te ansía?
    Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa
    hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!




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    Mensaje por Maria Lua Sáb 10 Jul 2010, 13:35

    ¡Ay! transportad mi corazón al cielo!

    Ángeles peregrinos que habitáis
    las moradas divinas del Oriente
    y que mecidos sobre el claro ambiente
    por los espacios del mortal vagáis.

    A vosotros un alma enamorada
    os pide sin cesar en su lamento
    alas, para cruzar del firmamento
    la senda de los aires azulada.

    Veladme con la niebla temerosa
    que por la noche ciega a los mortales,
    y en vuestros puros brazos fraternales
    llevadme allá donde mi bien reposa.

    Conducidme hasta el sol donde se asienta
    bajo el dosel de reluciente oro
    el bien querido por quien tanto lloro,
    genio de la pasión que me atormenta.

    ¡Ay! Transportad mi corazón al cielo,
    y si os place después darme castigo,
    destrozadme en los aires y bendigo
    vuestra piedad y mi dichoso vuelo.




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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 10 Jul 2010, 13:36

    Nada resta de ti...

    Nada resta de ti..., te hundió el abismo...,
    te tragaron los monstruos de los mares...
    No quedan en los fúnebres lugares
    ni los huesos siquiera de ti mismo.

    Fácil de comprender, amante Alberto,
    es que perdieras en el mar la vida,
    mas no comprende el alma dolorida
    cómo yo vivo cuando tú ya has muerto.

    Darnos la vida a mí y a ti la muerte;
    darnos a ti la paz y a mí la guerra,
    dejarte a ti en el mar y a mí en la tierra
    ¡es la maldad más grande de la suerte!...




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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por Maria Lua Sáb 10 Jul 2010, 13:36

    Oh, cuál te adoro!

    ¡Oh, cuál te adoro! Con la luz del día
    tu nombre invoco, apasionada y triste,
    y cuando el cielo en sombras se reviste
    aun te llama exaltada el alma mía.

    Tú eres el tiempo que mis horas guía,
    tú eres la idea que a mi mente asiste,
    porque en ti se encuentra cuanto existe,
    mi pasión, mi esperanza, mi poesía.

    No hay canto que igualar pueda a tu acento
    cuando mi amor me cuentas y deliras
    revelando la fe de tu contento;

    tiemblo a tu voz y tiemblo si me miras,
    y quisiera exhalar mi último aliento
    abrasada en el aire que respiras.




    _________________



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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 09:41

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    "A una gota de rocío."
    Carolina Coronado Romero de Tejada (1820-1911)

    Lágrima viva de la fresca aurora,
    a quien la mustia flor la vida debe,
    y el prado ansioso entre el follaje embebe;
    gota que el sol con sus reflejos dora;

    Que en la tez de las flores seductora
    mecida por el céfiro más leve,
    mezclas de grana tu color de nieve
    y de nieve su grana encantadora:

    Ven a mezclarte con mi triste lloro,
    y a consumirte en mi mejilla ardiente;
    que acaso correrán más dulcemente

    las lágrimas amargas que devoro...
    mas ¡qué fuera una gota de rocío
    perdida entre el raudal del llanto mío...!

    ------------

    "La luna es una ausencia."


    Y tú, ¿quién eres de la noche errante
    aparición que pasas silenciosa,
    cruzando los espacios ondulantes
    tras los vapores de la nube acuosa?

    Negra la tierra, triste el firmamento,
    ciegos mis ojos sin tu luz estaban,
    y suspirando entre el oscuro viento
    tenebrosos espíritus vagaban.

    yo te aguardaba, y cuando vi tus rojos
    perfiles asomar con lenta calma,
    como tu rayo descendió a mis ojos,
    tierna alegría descendió a mi alma.

    ¿Y a mis ruegos acudes perezosa
    cuando amoroso el corazón te ansía?
    Ven a mí, suave luz, nocturna, hermosa
    hija del cielo, ven: ¡por qué tardía!

    ---------------

    UN PAISAJE

    Yo vi lucir los albores
    de esa purísima atmósfera,
    y brotar las claras aguas
    de aquella ribera hermosa,
    y nacer de su arboleda
    una por una las hojas.

    Yo he visto esas altas sierras
    ir subiendo entre las sombras,
    y alzarse el puente y la torre
    y las casas y las rocas,
    y surgir el barquichuelo
    entre las plácidas ondas,
    y aparecer en la orilla
    esa gente pescadora.

    ¡Que la gran naturaleza
    años tarde en esas obras
    y tu mano las acabe
    solamente en doce horas!
    Despacio, pintor, despacio,
    que son las venturas pocas.

    ¿Por qué has hecho esa ribera
    tan risueña y deliciosa
    que mis ojos embelesa
    y el pensamiento me roba?
    ¿Por qué has dado al firmamento
    esa tinta ardiente y roja
    que lo mismo que el reflejo
    del sol deslumbra y sofoca?

    ¿No ves que fija en la orilla
    de esa ribera frondosa
    en contemplarla me llevo
    unas tras otras las horas?
    ¡Ay! ¿no ves que doble pena
    sentirá el alma angustiosa
    cuando por siempre se aleja
    de esa ribera que adora...?

    Despacio, pintor, despacio,
    que son las venturas pocas.
    ¿Es culpa tuya que tenga
    el puente romanas formas
    y la torre arquitectura
    árabe, morisca y gótica?

    ¿Es culpa tuya que vaya
    la mano tan perezosa,
    y que tus ojos cansados
    de mirar piedras y rocas
    en otras miradas fijen
    las suyas fascinadoras?...
    Aprisa, pintor, aprisa,
    aunque las dichas son pocas.

    Adiós; hermosa ribera,
    cielo puro, árboles, rocas:
    la mano que os ha formado
    para siempre os abandona,
    y los ojos que os han visto
    aparecer entre sombras
    ya cuantas veces os miren
    llorarán vuestras memorias,
    ¡que son las penas tan largas
    como las venturas cortas!

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    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 09:45

    "YO TENGO MIS AMORES EN EL MAR"

    ¡Hijo del mar, espíritu querido!,
    alto ingenio inmortal de la poesía,
    escucha desde el mar este gemido
    que mi amoroso corazón te envía:
    yo te adoro en el mar, y yo he venido
    a escuchar en sus hondas tu armonía
    y en su brisa tu aliento a respirar,
    porque están mis amores en el mar.

    Muchas noches al rayo de la luna
    te he visto en la mitad del Océano
    maldiciendo el rigor de tu fortuna
    y mi sombra hacia ti llamando en vano;
    y a las olas que van una por una
    a estrellarse en el muro gaditano,
    les digo que te lleven mi cantar
    cuando se tornen con la aurora al mar.

    Sobre esa torre que en la noche oscura
    brilla como la luz de tu mirada,
    muchas veces también subo agitada
    a mirar tu bajel desde la altura;
    y si está su bandera enarbolada,
    mi voz en las borrascas te conjura
    para que puedan libres navegar
    los amores que tengo en este mar.

    Pregúntale a la tórtola africana,
    si al cruzar por las costas españolas,
    no me encontró llorando esta mañana
    al pie de las marinas banderolas;
    yo le rogué que fuera por las olas
    a buscar a tu nave soberana,
    y a decirte, poeta, en su cantar
    que tengo mis amores en el mar.

    Tú de mi juventud primer suspiro,
    la primera ilusión de mis cantares,
    el fecundo laurel del Manzanares,
    cuyas hojas perfuman mi retiro;
    tú cuya imagen en las olas miro,
    porque eres hijo de los bellos mares,
    escucha, si me puedes escuchar,
    el amoroso adiós que doy al mar...

    Perdón, amigos, si al sonar mi acento
    en el último adiós de despedida,
    la mente absorta en su ilusión querida
    arrebató mi voz por un momento:
    nunca de la amistad el sentimiento
    mi agradecido corazón olvida;
    pero mirad cuán grande es mi penar
    que dejo mis amores en el mar.

    Vagarosa ilusión del alma mía
    es ya la imagen que en las olas veo;
    pero es la sola dicha que poseo,
    y venturosa en mi ilusión vivía;
    y al dejar esa dicha que tenía,
    cuando perderla para siempre creo,
    sólo deciros puedo en mi cantar
    que tengo mis amores en el mar.

    Perdón, amigos, si empecé mi canto
    a una memoria de eternal consuelo,
    y por amante respetad mi duelo
    si al recordar su nombre sufro tanto;
    y por amante respetad mi llanto
    si en esta agitación y este desvelo
    al deciros adiós vengo a llorar
    ¡porque dejo su tumba en ese mar!

    Harto dolor aguarda a mi existencia
    lejos del mar que mi tristeza calma,
    y harta paciencia necesita el alma
    para sufrir, amigos, esta ausencia;
    pero si logro al fin con la paciencia
    de mi martirio conquistar la palma,
    yo volveré después de mi penar
    a buscar mis amores en el mar.

    Más tarde o más temprano mi barquilla
    naufragará en la costa gaditana,
    y arrojará la mar hasta la orilla
    entre la espuma mi reliquia humana;
    y esa poetisa, que me nombra hermana,
    os dirá con su voz clara y sencilla:
    «Aquí vino su sombra a descansar,
    porque están sus amores en el mar».

    ----------------

    A LA AMAPOLA

    Yo te vi, triste amapola,
    de las flores retirada
    mecer la roja corola
    entre la espiga dorada.—

    Leve el cuello y hechicero
    débilmente se agitaba;
    y el cefirillo ligero
    en tu seno revolaba.—

    Del fuego del sol bañada
    la cabeza purpurina,
    desmayaba sonrojada
    sobre la planta vecina.

    Y allí entre la rubia espiga
    los pajarillos cantores
    daban con su trova amiga
    a tu belleza loores.

    Yo te viera retirada
    a la par del rudo espino,
    guarneciendo descuidada
    el apartado camino.

    Al morir la última estrella
    extiendes las puras alas;
    y a la purpúrea centella
    del sol renaciente igualas.

    Mas ese tu empeño vano,
    y temeraria osadía,
    desde el trono soberano
    castiga el señor del día.

    Que su llama en Occidente
    no adurmiera sosegada,
    sin dejar tu roja frente
    con sus rayos abrasada.

    Y de la noche
    la fresca brisa
    marchita hallara
    tu tierna faz.

    ¡Ay! que tu vida,
    flor desdichada,
    sólo un instante
    brilla fugaz.

    Y tu aureola
    pura y luciente
    desconocida
    muere también.

    Nace en la aurora,
    y al alba nueva
    frágil desnuda
    tu débil sien.

    -------------------

    EL ESPINO

    Yo no quiero de los campos
    los árboles ni las parras
    ni la multitud vistosa
    de sus bellísimas plantas;

    Pero un espino florido
    que hay, Emilio, entre las zarzas,
    es la envidia de mis ojos
    la codicia de mi alma.

    Viste su tronco ramaje
    de verdes hojas lozanas.
    Y entre sus brazos airosos
    flores como espumas alza.

    Más ansiosa que la abeja
    es su perfume embriagada
    vago errante, sin aliento
    en torno de sus guirnaldas.

    Mas, tiendo en vano los brazos
    que antes que llegue a alcanzarlas
    las punzadoras espinas
    de sus ramos me desgarran.

    Huye la flor de mis manos;
    crece de mi pecho el ansia;
    la flor queda en el espino
    y en el espino mis lágrimas.


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    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 09:48

    YO NO PUEDO SEGUIRTE CON MI VUELO

    Tú, huéspeda de villa populosa,
    yo de valle pacífico vecina,
    tú por allá viajera golondrina,
    yo por aquí tortuga perezosa:
    tú del jardín acacia deliciosa,
    yo del arroyo zarza campesina,
    ¿qué indefinible, rara inteligencia
    enlaza seres de tan varia esencia?

    El entusiasmo que hacia ti me impele,
    la dulce fe que hacia mi amor te guía,
    disponen que en amiga compañía,
    mi canto unido a tus acentos vuele;
    mas yo no sé, paloma, si recele
    que, al fin, he de quedar sola en la vía,
    pues tal vas ascendiendo por el cielo,
    que no puedo seguirte con mi vuelo.

    Tú desde el centro de la regia villa
    domeñas con la voz los corazones,
    yo sólo alcanzo a modular canciones
    en honor de la simple florecilla;
    ve si el ala podrá, corta y sencilla,
    de la alondra, ganar esas regiones
    que traspasas, de sola una carrera,
    dejando un cielo atrás la compañera.

    Si mi ardoroso empeño a ti me envía,
    de ti me aparta el genio que te eleva
    y sola a conquistar la prez te lleva
    que no osara tocar mi fantasía:
    pero no temas, no, que el alma mía
    de su destino a murmurar se atreva,
    pues que suyo será el bello destino
    de alfombrarte de flores el camino.

    Mas, al fijar la perspicaz mirada
    en esa sociedad, cuya existencia
    ha menester de intérprete a la ciencia
    para ser comprendida y revelada;
    afligida sintiendo y fatigada,
    acaso tu sencilla inteligencia,
    rechazarás el mundo con enojos
    y hacia mi valle tornarás los ojos.

    ¿Y qué hallarás?... La garza en la ribera
    del fresno cuelga su morada umbría
    y allí anhelante a sus polluelos cría
    al par de la amorosa compañera.
    Guardan los canes la familia entera
    que a su lealtad valiente se confía,
    y fiel a su república la abeja
    hijos y fruto a la colmena deja.

    ¿Todas las madres son tan cariñosas
    entre esa gente de la raza humana?
    ¿Custodias tiene la nación hispana
    de sus honras y haciendas tan celosas?
    ¿Las vidas de los hombres generosas
    conságranse a la patria soberana?
    ¿O entre brutos a súbditos y reyes
    su instinto vale más que nuestras leyes?

    Donde el arte no está, donde alterada
    no hallamos la creación en sus hechuras,
    no ha menester que tengan las criaturas
    muy alta comprensión ciencia elevada;
    para cantar del campo embelesada
    las risueñas perfectas hermosuras,
    basta de mi garganta el leve acento,
    y sobra tu magnífico talento.

    ¿Qué bien hiciera aquí?... ¿dar a estos seres
    de paz y dicha y libertad lecciones?
    ¿Inspirar a las tórtolas pasiones
    o a las hormigas enseñar deberes?...
    Ve con tan noble empresa a las mujeres
    que muestran los llagados corazones,
    y de ese ardiente celo el bello fruto
    dale a la humanidad, por buen tributo.

    Deja que mis estériles canciones
    mueran sobre este arroyo cristalino,
    y sigue tú, paloma, ese camino
    el vuelo remontando a otras regiones;
    deja entre los agrestes pabellones
    de la alondra perderse el vago trino:
    y allá del grande pueblo en el altura,
    difundan tus arrullos su dulzura.

    Déjame a mí la gloria campesina,
    brille en la sociedad tu bella ciencia
    que allí a gloria mayor la providencia
    tu corazón y tu saber destinas:
    ¡palpitante lección, viva doctrina
    a la ignorancia y femenil demencia!
    Serás, entre su especie degradada,
    tipo de la mujer regenerada.

    ----------------

    ESTRENANDO UN ÁLBUM POR LA ÚLTIMA PÁGINA

    Yo elijo la postrera de tus hojas,
    yo voy a anticipar tu despedida;
    ya blanco libro, que mi nombre alojas:
    sabes cuál es tu término en la vida.

    ¡Ay! si también pudiera el alma herida
    anticipar el fin de sus congojas...
    yo de mi juventud saber quisiera
    qué nombre hay en su página postrera.

    ----------------

    EL TIEMPO

    Yo aparezco a la luz de nuestro ciclo
    palpitando al compás de una armonía;
    yo he venido a ascender con nuevo anhelo
    sobre el candente sol de la poesía:
    y allí en su disco abreviaré mi duelo
    en llamas exhalando el alma mía
    hasta que blancos a sus rayos bellos
    hechos cenizas caigan mis cabellos.

    Yo sé que hay un incendio en mi cabeza,
    que sólo en armonías exhalado,
    puede aliviar al cabo mi tristeza,
    desahogando su fuego concentrado;
    si siento del amor la fortaleza,
    si sufro de las penas el cuidado,
    he menester decir lo que padezco,
    o en compresión violenta yo perezco.

    ¿Por qué he nacido así? ¿por qué impasible
    con las manos cruzadas sobre el seno,
    el agua de los tiempos apacible,
    no ve correr mi corazón sereno?
    ¿Por qué no busca y goza en lo posible
    la indiferente paz; sino que lleno
    de inquietudes, se agita y desespera
    para él hora pasada y venidera?...

    ¿Cómo permite Dios que en nuestra mente
    se refleje también la inteligencia;
    y que la fiebre que el ingenio siente
    venga a inquietar también nuestra existencia?
    ¡Es derramar la savia inútilmente
    en planta que del hielo a la inclemencia
    ha de dar a la tierra inútil fruto,
    dándole con mis versos mi tributo!

    Lamenta nuestros tiempos, buena anciana,
    recuerda aquellos plácidos instantes
    en que torciendo el copo de alba lana,
    y refiriendo hazañas de gigantes,
    viviste alegre tu feliz mañana,
    sin enlazar jamás dos consonantes,
    como voy a enlazar, diciendo ahora
    cualquiera necedad hueca y sonora.

    ¡Oh tiempo! ¡O de este siglo sabias gentes,
    cuánto mal a mi espíritu habéis dado!
    ¡Oh! ¡nunca vuestras luces esplendentes
    hubieran mis tinieblas disipado!
    Y aún cuando aquellos cuentos de serpientes
    de las siete cabezas, que he escuchado
    contar de noche cuando niña era,
    y aunque en brujas y sábados creyera.

    Pero el tiempo no cesa en su camino;
    la humanidad viviendo avanza y crece...
    Vaya la nuestra andando a ese destino
    que la discreta Europa nos ofrece.
    Nace el ser, piensa y muere; este el sino;
    nace la sociedad, piensa, envejece:
    la nuestra está en la edad del pensamiento,
    y ni el ser femenil de él está exento.

    Mas ¡ay! esta ansiedad, esta fatiga
    por descubrir lo raro y escondido;
    esta sed de aprender que no mitiga
    ni aun lo malo que habemos aprendido;
    esta vaga inquietud que nos instiga
    a correr tras el siglo fementido,
    ¡como el ánimo exalta ardiente y loco
    y consume los cuerpos en su foco!

    ¡Ah! si a lo menos fábrica lozana
    fuéramos como en tiempos del hebreo,
    que estaba de su vida en la mañana,
    cuando a su noche toca el europeo;
    ¡si al menos digna de la especie humana
    fuera la arquitectura que ahora veo,
    fuerte, merecedora de su nombre,
    aun pudiéramos dar gracias al hombre!

    Pero es la humana raza ya mezquina,
    si en el siglo de Adán robusta era;
    debilita, empobrece y contamina
    cada generación la venidera;
    y no se disminuye, no termina
    aunque más envejece y degenera;
    a cada nuevo siglo que le hiere
    se agrava el mundo más, pero no muere.

    ¡Calamidad! el joven es anciano,
    tiene el niño del joven las pasiones;
    la vida corre hacia su fin humano,
    rápida en las doctísimas naciones,
    pero ¿está el exterminio ya cercano?
    ¿Guardan raza más fuerte otras regiones
    y es Europa no más la que padece
    el espantoso mal que la envejece?

    ¡O Irlanda! ¡O Francia! el vértigo os agita.
    De vuestros hijos en las calvas frentes
    la juventud en cierne se marchita,
    por engendrar las ciencias florecientes:
    vuestro saber enerva y debilita
    la fuerza corporal de vuestras gentes;
    tanto alzaréis la torre del talento,
    que os faltara en los hombres el cimiento...

    Caeréis. Y el puente de gigante hechura
    y arco triunfal de vuestra fama emporio,
    serán como el egipcio promontorio,
    un desengaño más de la criatura;
    entonces, cuando salte en la llanura,
    ¡que antigua Londres fue ¡tiempo ilusorio!
    toro salvaje, y que en la sola arena
    la cabrilla montés beba en el Sena!...

    ¿Qué entonces el vapor, audaz Bretaña...
    navegará sobre él lobo marino?
    ¿qué tu museo, Francia?.. ¿a tu divino
    David irá a copiar fiera alimaña?
    Nación soberbia que el Océano baña,
    ¡ríndele entonces gracias al destino,
    si del olvido al tiempo venidero
    te arranca Byron como a Grecia Homero!

    ¿Quién os heredará, grandes naciones?
    ¿Qué pueblo de criaturas destinado
    estará a recoger esos blasones,
    que de gloria en la tierra hayáis dejado?
    El tesoro de egipcias inscripciones
    fue por las griegas gentes heredado:
    la griega ciencia la heredó el latino;
    la triple herencia a vuestras arcas vino.

    Poco sabéis para tan larga escuela;
    para haber tantos siglos estudiado
    sobre la momia de la egipcia abuela,
    sobre el cráneo del griego celebrado;
    poco os lució de Roma la tutela,
    cuando con tal saber no habéis logrado
    no detener la vida en su carrera,
    pero vivirla en paz, mientras corriera.

    América feliz, que se levanta,
    cantando libertad, llena de vida,
    por los futuros siglos elegida
    estará para hollaros con su planta;
    la libertad, esa bandera santa,
    defenderá tal vez de su caída
    más largo tiempo al mundo de los otros...
    pero también caerán, como vosotros.

    Porque si el tiempo graba allí su huella,
    en vano es levantar cien murallones;
    en vano es inventar mortal centella;
    en vano es el fundir monstruos cañones;
    cuando sube a igualarse con la estrella
    la cúspide mayor de las naciones,
    llega un hora... los reinos se estremecen,
    tiemblan, vacilan, caen y desparecen...

    Empero, ¿a qué se lanza el pensamiento
    a la remota edad, cuando la mía
    será tan breve, que en el mundo ciento
    y mil generaciones todavía,
    antes que se resienta su cimiento,
    a padecer vendrán a luz del día?
    ¿qué he pensado, qué he dicho, qué le importa
    vida tan larga a quien la tiene corta?

    ¡Tiempo en obrar mudanzas infinito!
    A ti culpo también de mi poesía,
    que allá en los tiempos de la abuela mía
    ni hubiera esto pensado ni esto escrito:
    hoy tal oso escribir, hoy tal medito,
    explayando mi alma en la armonía,
    porque sigue también mi pensamiento
    de tu exacto reloj el movimiento.

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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 09:50

    ROMANCES
    LA POETISA EN UN PUEBLO


    ¡Ya viene, mírala! ¿Quién?
    —Ésa que saca las copias.
    —Jesús, qué mujer tan rara.
    —Tiene los ojos de loca.
    Diga V., don Marcelino,
    ¿será verdad que ella sola
    hace versos sin maestro?
    —¡Qué locura!, no señora;
    anoche nos convencimos
    de que es mentira, en la boda:
    si tiene esa habilidad
    ¿por qué no le hizo a la novia,
    siendo tan amiga suya,
    décimas o alguna cosa?
    —Una décima, es preciso
    dije— el novio está empeñado:
    «ustedes se han engañado
    me respondió, no improviso».
    —Siendo la novia su amiga,
    vamos, ¿no ha de hacerla usté?—
    «Pero por Dios, si no sé,
    ¿no hasta que yo lo diga?»
    La volvimos a rogar,
    se levantó hecha una pólvora,
    y en fin, de que vio el empeño
    se fue huyendo de la boda.
    Esos versos los compone
    otra cualquiera persona,
    y ella luego, por lucirse,
    sin duda se los apropia.
    —Porque digan que es romántica.
    —¡Qué mujer tan mentirosa!
    —Dicen que siempre está echando
    relaciones ella sola.
    —Se enseñará a comedianta.
    —Ya se ha sentado ¡la mona!
    Más valía que aprendiera
    a barrer que a decir coplas.
    —Vamos a echarla de aquí.
    —¿Cómo?— Riéndonos todas.
    —Dile a Paula que se ría.
    —Y tú a Isabel, y tú a Antonia.
    Ja ja ja ja ja ja ja.
    ¡Más fuerte, que no lo nota!
    Ja ja ja ja ja ja ja.
    Ya mira, ya se incomoda,
    Ya se levanta y se va...
    ¡Vaya con Dios la gran loca!
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    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 09:51

    LA AURORA DE 1848

    Ya se presenta allí, ya nos aguarda:
    decid, ¿no os acobarda,
    corazones humanos, su venida?
    ¿hay alguno que inquieto
    no esté con el secreto
    que esconde el porvenir para su vida?

    Yo os conjuro a mirar la última estrella
    que humilde luz destella,
    cuando empieza a radiar el sol naciente;
    y os conjuro, mortales,
    a recordar los males
    que lloráis del pasado amargamente.

    Yo en mi atrevido, pertinaz empeño,
    quiero apartar del sueño
    el ánimo tranquilo y descuidado,
    porque en sí mismo lea,
    y en cuanto le rodea
    estime el porvenir por lo pasado.

    ¿Quién el feliz será que ningún daño
    ha sufrido en el año
    que hacia el abismo rápido desciende,
    y en soñolencia vaga
    ve el astro que se apaga
    y no quiere mirar ti que se enciende?

    ¿Quién será que del año en el espacio
    la rueda de topacio
    del sol sobre su frente no ha sentido,
    destrozando las flores
    de sus bellos amores,
    de su esperanza, de su bien querido?

    Cada cual en su historia lastimada
    arroje una mirada
    de su pena al recuerdo lastimero;
    y temblará de espanto
    ¿al pensar que otro tanto
    tal vez te aguarda el año venidero...

    ¡Ah! -Vos diréis que lóbrego y sombrío
    empiezo el canto mío,
    en vez de alzar con plácida sonrisa
    himno que alegre el alma,
    dulce expresión de calma
    del feliz corazón de una poetisa.

    Vos diréis que los mágicos jardines,
    los bosques de jazmines,
    orgullo de la hermosa Andalucía,
    deben de mi cabeza
    alejar la tristeza,
    despertar mi entusiasmo y mi alegría.

    Diréis que en el murmullo de esas fuentes
    se calman las vehementes
    penas del joven corazón herido,
    y que a esta tierra agravio,
    si no expresa mi labio
    la dicha que en sus campos he sentido.

    ¡Ay! sí; yo cantaré cuando me aleje
    tal vez por siempre, y deje
    la tierra, alivio a mi salud perdida;
    yo elevaré un acento
    de hondo agradecimiento
    en el adiós de tierna despedida.

    No olvidaré las fuentes bulliciosas
    ni las perennes rosas,
    que esmalta sin cesar tibio rocío;
    ni la luz trasparente
    de un sol siempre luciente
    sobre el cristal de su encantado río.

    Yo en las ruinas que cantó RIOJA
    he besado la hoja
    de una amarilla flor, que allí temblando
    crecía en una roca;
    yo he llevado a mi boca
    la corona real de SAN FERNANDO.

    Yo del audaz COLÓN sobre la losa
    he orado respetuosa
    en la gran catedral, bajel divino,
    digno del bueno piloto
    que un nuevo mundo ignoto
    buscaba por el piélago marino.

    No; yo no olvido cuanto grande encierra
    esta gloriosa tierra;
    y cuando quiera el Dios de la armonía
    cesar en su abandono,
    elevaré mi tono
    para cantar la bella Andalucía.

    Diré cómo he venido, triste ave,
    a este clima suave
    donde he encontrado generoso abrigo;
    y que, siempre querida,
    del árbol que me anida
    la benéfica sombra irá conmigo.

    Diré que la amistad me dio sus brazos,
    que los más puros lazos
    me estrechan con dulcísimos favores
    en esta tierra bella:
    diré que he hallado en ella
    toda ilusión... excepto los amores.

    No seré como el mísero gusano
    que en el ramo lozano
    después que logra protector asilo,
    marchita su frescura,
    royendo la flor pura
    en cuyas hojas reposó tranquilo.

    Pero es la vez primera, ¡oh madre mía!
    que el grave y santo día
    en que el año nos muestra sus albores
    vivo de ella apartada,
    y me siento agobiada
    de dudas, de presagios, de temores.

    Por más que esfuerzo el ánimo caído,
    por más que del sentido
    quiero alejar presentimientos vanos,
    la pena me quebranta,
    se anuda mi garganta
    al recordar mis padres, mis hermanos.

    El año expira... en él ya no los veo
    sino por el deseo;
    pálido el nuevo sol irá mañana
    con sus rayos perdidos,
    cuando aún estén dormidos,
    las rejas a alumbrar de mi ventana.

    Mis tórtolas con queja lastimera,
    sin mí por vez primera,
    saludarán del astro la venida;
    ¡hartas veces cantamos
    y juntas celebramos
    la antorcha de esos años extinguida!

    Y he visto que los años mi contento
    de uno en otro momento
    en mi espíritu han ido amortiguando,
    y que de mi poesía
    la llama que lucía,
    poco a poco también se fue apagando.

    ¿Qué nos traerá ese sol aún escondido
    a este mundo afligido?
    ¿Qué nuevo llanto verterán los ojos?
    ¿A qué ignorada pena
    la suerte nos condena
    en sus varios y fáciles antojos?

    Tal vez de España, guerras, desventuras,
    aguardan las criaturas,
    o el espantoso azote del Oriente
    vendrá, salvando mares,
    las vidas a millares
    a devorar de nuestra pobre gente.

    ¡Y el año expira.... y suena la campana
    que pronuncia el mañana!
    Y ciegos, sin saber donde corremos,
    por más que le temamos,
    al porvenir nos vamos,
    ¡aunque en el fijo mal nos estrellemos!

    ¡Mísera condición! Nadie nos guía
    esta noche sombría;
    perdemos ya de vista a un ENEMIGO
    en el año que ha muerto:
    pero ¿sabéis de cierto
    si en el presente hallamos un AMIGO?

    Vos no temáis, aunque enemigo sea,
    porque en esta pelea
    sois hombres, al fin, y con valor os vemos
    a sufrir padeceres;
    ¡pobres de las mujeres
    que ni valor para sufrir tenemos!

    Y aun cuando el año próvido y fecundo
    venga sobre este mundo
    a dar de bienes su rocío santo,
    siempre, sin dichas otras,
    será para nosotras
    ¡estéril en placer, fecundo en llanto!
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    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 09:52

    PASIÓN

    Ya no veo la alegría,
    de tristeza me sustento;
    no hay dentro del alma mía
    más que amor y abatimiento.

    Me acobarda mi pasión;
    ni luchar con ella puedo:
    yo me tengo compasión;
    yo a mí misma me doy miedo.

    Pienso que para calmar
    esta fiebre dolorosa,
    me bastará contemplar
    la naturaleza hermosa.

    Y corro a ver el brillante
    sol y los vagos nublados,
    y a escuchar del ave errante
    el canto por los collados.

    Mas también conmigo sube
    su imagen cruzando el viento...
    toma su forma la nube;
    toman las aves su acento.

    Cesa con la juventud
    dicen, este padecer;
    mas los sabios la virtud
    no enseñan de envejecer.

    Y con remedio costoso
    esa ciencia me convida,
    si ha de empezar el reposo
    cuando se acaba la vida.

    ¡Triste esperanza en verdad,
    tardo alivio, corazón,
    aguardar la ancianidad
    para calmar la pasión!

    Blanco el oscuro cabello;
    la tersa frente fruncida,
    y el mirar, que hoy llaman bello,
    sin un destello de vida.

    El fino talle doblado,
    el corazón entumido...
    ¿Es éste el bien deseado,
    ésta la dicha que pido?

    ¡Ah, sí; que el talle, el mirar,
    la tez y el cabello oscuro,
    no valen este penar
    que con lágrimas conjuro!

    Entonces, bardos galantes,
    no cantaréis mi belleza,
    ni oiré de labios amantes
    dulce, amorosa terneza.

    Esclavos de la hermosura,
    entonces bardos, tal vez,
    retratando mi figura
    satiricéis la vejez.

    Pero ciegos ya mis ojos,
    embotados mis oídos,
    no habrán de causarme enojos
    vuestros versos aplaudidos.

    Tal vez los que gimen ora
    rendidos ante mis pies,
    con sonrisa mofadora
    me contemplarán después.

    Mas, no vale el incensario
    de amante o galán poeta,
    este fuego temerario
    que sin descanso me inquieta.

    Yo no veo la alegría;
    de tristeza me sustento:
    no hay dentro del alma mía
    más que amor y abatimiento.

    Me acobarda mi pasión;
    ni luchar con ella puedo:
    yo me tengo compasión;
    yo a mí misma me doy miedo.

    Y aunque es muy triste aguardar
    la vejez, amo de suerte,
    que quiero verla llegar...
    si antes no llega la muerte
    .
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    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 09:53

    A MI HERMANO EMILIO
    MEMORIAS DE LA INFANCIA


    Ya no es tan joven mi vida
    que desde esta cima, hermano,
    logre ver distinto el llano
    donde quedó mi niñez.

    Es la pradera florida
    bajo la sombra de un monte,
    y por eso es su horizonte
    más delicioso, tal vez.

    Yo con el rostro no acierto
    de ese tiempo fugitivo,
    mas su belleza percibo
    de los años al trasluz,

    como aquel reflejo incierto,
    aquellos matices rojos
    que perciben nuestros ojos
    cerrados frente a la luz.

    Yo no sé lo que soñaba
    mas recuerdo mis amores;
    sé que amaba entre las flores
    a un hermoso tulipán:

    y que a mis solas le hablaba,
    Emilio, tan dulcemente
    que murmuraba el ambiente
    celoso en mi tierno afán.

    Lloré cuando se agostaba
    su cabeza peregrina
    pero amé a la golondrina
    así que la flor murió:

    la golondrina emigraba
    y entonces, Emilio mío,
    a mi constante amorío
    buscaba otro objeto yo.

    ¡Oh!¡Todo me enamoraba
    en aquel tiempo querido!
    ¡Cuál me recuerda un sonido
    el ave y el tulipán;

    y la fuente que manaba
    el agua que yo bebía
    y el campo donde crecía
    la semilla de mi pan!

    ¡Pero si no me comprendes,
    si aquella edad ha pasado
    y yo ya tengo olvidado
    el suave idioma infantil!

    si por acaso me atiendes
    huyes riendo a deshora,
    ¿por qué no estoy en tu aurora
    o tú no estás en mi abril?

    Tú juzgas porque me hallaste,
    bello garzón, a tu lado
    que una ruta ha señalado
    a nuestra existencia Dios:

    no, que tu vía empezaste
    en la mitad de la mía
    y poco por esa vía
    iremos juntos los dos.

    Emilio, cuando recuerdes
    cual yo tu pasada infancia,
    ya habrá una eterna distancia
    que me separe de ti;

    entonces, tal vez, te acuerdes
    de mí, cual yo de las flores,
    y entre tus tiernos amores
    me cuentes, Emilio, a mí.
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    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 09:54

    A NEIRA. GOLONDRINAS, GRULLAS Y PATOS

    Carolina Coronado acompaña en su despedida a las golondrinas, a las grullas y a los patos.


    Ya, Neira, despedí a la golondrina
    que en el techo campestre haciendo el nido
    mansa inocente mi compaña ha sido
    en la estación risueña que termina;
    la grulla en cambio ya vino dañina
    el fruto a destrozar recién nacido
    que en este yermo a fuerza de sudores
    lograron cultivar los labradores.

    El pato en enturbiar las claras fuentes
    de este valle purísimo obcecado
    revuelve con el fondo encenagado
    los graciosos espejos trasparentes;
    ¡lástima que desdeñe las corrientes
    de un brillo tan hermoso y azulado,
    donde lucir pudiera entre la espuma,
    por hundir en el fango el alba pluma!

    ¿Quién nos diera encontrar siempre a la bella
    que en nuestros techos amorosa anida
    y en su cantar sencillo entretenida
    nos divierte feliz de sol a estrella?
    ¿Quién nos diera encontrarla siempre a ella
    que a nadie ofende, cuya dulce vida
    consagrada a los suyos, sobre el heno,
    ni daña al labrador ni anda entre cieno?

    ¿Hay en mi tierra hermosos olivares
    formados como tropas, en hileras?
    Pues a dañar su flor a sus praderas
    vienen bandos de grullas a millares.
    ¿Hay arroyos que van entre juncares
    retratando el verdor de estas laderas?
    Pues acuden los patos a bandadas,
    «¿Aves estas no son civilizadas?»

    ¿Qué más da que en mi lira sean cantados
    hombres o grullas si en diversos nombres
    disfrazadas las grullas van de hombres
    y los hombres de grullas disfrazados?
    ¿Por qué han de ser los patos desdeñados
    si los hombres tal vez con sus renombres
    viviendo en bacanales, como en cieno,
    no fueron ni más puros ni más buenos?

    ¿Qué más da pues que yo cante los hechos
    con mi endeble laúd, mi voz de niña
    de las aves que pueblan la campiña
    y las aves que habitan bajo techos?
    Con iguales instintos y derechos
    todas viven del daño y la rapiña;
    soldados-grullas talan los sembrados
    y las ciudades ¡ay! grullas-soldados.

    Galanes patos de la fuente empañan
    el manantial que beben los pastores,
    patos galanes, patos impostores
    en las virtudes la calumnia ensañan;
    hombres-patos, en fin, sus alas bañan
    en fétidos pantanos corruptos;
    patos-hombres sepultan en orgías
    su bella juventud, sus bellos días.

    ¿Por qué al mísero pato guerra tanta,
    por qué a la infeliz grulla tanta guerra,
    si hay seres más indignos en la tierra
    y el hombre docto los celebra y canta?
    Cada piedra, cada ave, cada planta,
    una vida, una historia, un mundo encierra
    y muchos en el mundo, bien lo sabes,
    valen menos que piedras, plantas, aves.

    Pues no siempre he de hallar por mi camino
    golondrinas, que pocas han quedado,
    mejor canto a las grullas, que al malvado.
    A los patos mejor que al libertino:
    esos nombres de Atila, Jerjes, Nino
    siempre al numen benigno han espantado
    y siempre aborrecí como a enemigos
    los Paris, los Nerones, los Rodrigos.

    Una grulla el gran Jerjes vale en suma,
    pero el rico Nerón no vale un pato
    que fuera a dar el pájaro barato
    aun dando por Nerón no más la pluma:
    ¿pues por qué si la historia nos abruma
    con uno y otro nombre tan ingrato
    no ha de cantar, sin que te cause risa,
    a la grulla y al pato la poetisa?

    Lo mismo da las aves que los hombres
    lo mismo el campo da que las ciudades,
    pues componen entrambas vecindades,
    los mismos seres con distintos nombres;
    grullas hay en el mundo con nombres,
    patos bajo soberbias potestades,
    y en ciudades lo mismo que entre encinas
    sobre grullas y patos golondrinas.

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    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 09:56

    UNA FIESTA DEDICADA A LA REINA GOBERNADORA

    Ya el enemigo de la patria mía,
    el genio de la guerra destructora
    dobla rabioso la falange impía
    ante la paz gloriosa y vencedora.

    Cesó el llanto y la sangre y la agonía
    que derramó la espada vengadora
    y tras del triste y pavoroso día
    luce risueña suspirada aurora.

    Ya de Cristina el genio prepotente
    venció de Carlos la arrogancia altiva,
    que doblegando la orgullosa frente

    el ramo ofrece de apacible oliva;
    cantemos, o Cristina, la victoria,
    que a España da la paz, y a vos la Gloria.

    ------------------

    LA LUZ DE LA PRIMAVERA

    Ya el almendro de flor está cubierto;
    ya he visto a la primera golondrina
    de su antigua morada tras la ruina
    cruzar por mi ventana en vuelo incierto;
    ya ha brotado en el césped de mi huerto
    una temprana, roja clavellina,
    y ya tremola, como blanca enseña
    sus alas, en la torre, la cigüeña.

    Dicen que de estación risueña y clara
    esos son claros signos y seguros,
    que rayos brillantísimos y puros
    el sol a nuestra atmósfera prepara:
    que no turbarán más su lumbre cara
    esos vapores del invierno oscuros,
    ni cruzarán el manso firmamento
    pesada lluvia ni importuno viento.

    Si puede el resplandor de mi alegría
    perdida, renacer en mis sentidos,
    logren mis ojos tanto entristecidos
    cumplida ver tan bella profecía:
    Mira, Emilio, si son del alma mía
    los nuevos pensamientos atrevidos,
    cuando ambiciono sólo a mi ventura
    ver revestido el cielo de luz pura.

    ¡Luz nada más! ¡la luz!... es sed ansiosa
    que seca ya los ojos abrasados,
    que tiene entre sus sombras sepultados
    oscurísima niebla pavorosa:
    ni otro consuelo que la luz hermosa
    tiene mi corazón, ni otros cuidados,
    que impaciente aguardarla en su venida
    y lamentar con lágrimas su huida.

    ¡Ven primavera! tu beldad gozosa
    dome los irritados elementos,
    en medio a sus combates turbulentos
    álzate sobre el trono majestuosa;
    cese ante ti la lluvia tenebrosa,
    callen ahogados ante ti los vientos,
    y huyan por el espacio los nublados,
    como bandos de cuervos espantados.

    En colina elevada, allá distante
    veré en el campo relumbrar el río,
    y en el tronco del álamo sombrío
    oiré de nuevo al ruiseñor amante;
    ora se esconde triste y vaga errante
    la furia huyendo al vendaval impío,
    pero así que se amanse el firmamento
    vendrá a llenar con su armonía el viento.

    Y yo en el viento oiré su voz amante,
    y mi voz de sus trinos compañera,
    como la luz y el aire por la esfera
    volarán confundidos un instante;
    ¡y entrambos con el seno palpitante
    embriagados de amor por la ribera
    cantaremos del cielo la hermosura
    adorando en su luz nuestra ventura!

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    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 23:29

    LA FE LOCA

    Y en tanto que la turba descreída
    se mofa de lo bello y de lo santo,
    Mi loca fe, mi fanatismo es tanto,
    que de error en error desvanecida
    tomo por bella flor la hoja caída,
    por diamante pulido el rudo canto,
    y el lejano silbar de las serpientes
    por tonos de gargantas inocentes.

    No hay campiña por árida y por fría,
    no hay montaña por agria y por salvaje
    que no muestre un bellísimo paisaje
    a la luz de mi extraña fantasía;
    la inmunda tela que la araña cría,
    el agua del pantano entre el celaje
    miradas por mis ojos a lo lejos,
    me parecieron cándidos espejos.

    Virtudes hallo donde ven delitos,
    inocencia y bondad donde hay maldades,
    de ángeles bellos pueblos las ciudades,
    que habitados están por los precitos
    parécenme los buenos infinitos
    en toda condición, todas edades:
    y es preciso que el vicio toque y vea
    para que al fin en el vicio crea.

    No bien ante mis ojos ha caído
    la dorada ilusión de una creencia,
    cuando me lanzo con mayor demencia
    otra a forjar, y el desengaño olvido;
    ¡ay! nada de experiencia en mí ha podido:
    y así como en la infancia mi existencia
    de mentira en mentira vuela errante,
    ilusa, necia, crédula, ignorante.

    Y es gracioso ¡por Dios! ver cómo elevo
    culto divino a un ídolo de barro,
    que tiene las entrañas de guijarro,
    y cuya imagen con ternura llevo:
    verdad es que a tocarle no me atrevo,
    y se sostiene mi infeliz desbarro
    hasta que el falso Dios, que así me trae,
    de tan mal amasado, por sí cae.

    Y es chistoso también (sábelo el cielo)
    cuando el ídolo humano se arruina,
    de tanta abnegación pura y divina,
    de tanto ardiente amor, de tal desvelo
    el premio ver que al desplomarse al suelo
    aquella creación pálida y mezquina,
    me da de oscuro polvo en pago justo,
    de dar a un barro vil un culto augusto...

    Alguna vez un alma tierna y buena,
    aunque es mi suerte por demás aciaga,
    ¡ah! vino a iluminar con dicha vaga
    el bosque de la triste Filomena:
    pero sólo duró una luna llena,
    y si bella ilusión aún me embriaga,
    si espero algún placer, si en algo fío,
    es no más por mi loco desvarío.

    Donde los otros ven odio y encono,
    el brillo de amistad a mí me encanta,
    cada doncella imaginé una santa.
    Y de cariño fiel las alcé un trono:
    pagóme la mejor con abandono,
    mas, rechazando su perfidia tanta,
    por la dulce amistad sueño y deliro.
    Como por fiel amor canto y suspiro.

    La ilusión de la gloria es también mía,
    nadie escucha a la oscura Filomena,
    alzo la corta voz con larga pena,
    y morirá conmigo mi poesía;
    pero el amor de gloria me extasía:
    De loca fe mi corazón se llena,
    y aunque mi voz el viento rechazara,
    contra los vientos sin cesar cantara.

    No soy feliz —la plácida ventura
    más que en mi corazón, está en la mente:
    y aun pienso que he llorado amargamente
    harto más que debiera un alma pura;
    pero mi loca fe dichas me augura
    que burla el porvenir constantemente,
    y que eternas también se reproducen,
    pues al par que unas cesan, otras lucen.

    Es bueno Dios; pero a mi triste ruego
    jamás detuvo su inflexible fallo:
    ni me consuela, aunque paciente callo,
    ni me serena aunque en llorar me ciego:
    mas con ardiente fe a rogarle llego:
    dondequiera que estoy en mí le hallo:
    y aunque merezca premio por ser buena,
    justo le llamaré si me condena.

    También he sido amante de la luna
    y tuve en los luceros amoríos:
    y a mi bello ideal busqué en los ríos,
    y he cifrado en las flores mi fortuna...
    Amante como yo no hubo ninguna:
    ninguna tuvo iguales desvaríos,
    ni en loca fe jamás ninguna amante
    ha sido a mis locuras semejante...

    ¡Inmensa confusión! ¡El mundo, el cielo,
    la religión, la gloria, la poesía,
    el amor, la amistad!... El alma mía
    jamás reposa en su incesante vuelo;—
    paso del entusiasmo al desconsuelo,
    del agudo pesar a la alegría...
    soy mucho para ser del hombre loco;
    y para ser de Dios ¡ay! soy muy poco.

    ¿Qué soy sino una pobre enredadera,
    que en el oscuro patio emparedada,
    huye la sombra de que está cercada,
    su cabeza elevando hacia la esfera?
    Pero el rayo del sol, por más que quiera,
    no baña su raíz al suelo atada—
    huyo el pesar del mundo: aspiro al cielo;
    pero el bien celestial no baja al suelo.

    ¿Qué soy sino una pobre enredadera
    que buscando en la tierra amigos lazos,
    tiende amorosa sus lozanos brazos
    a la vecina planta compañera;
    y porque al bronco espino los tendiera,
    sus frescas hojas rompe en mil pedazos?...
    Busco apoyo en las tiernas emociones,
    y hallo tan sólo ingratos corazones.

    ¡Reíd los que cantáis la fe perdida!,
    que ¡vive Dios! a resolver no oso
    si es tal vez despreciar diamante hermoso
    más necio que estimar piedra fingida;
    si es más risible consumir su vida
    por un ser ideal y artificioso
    que perder por malicia o incerteza
    del verdadero amante la terneza.

    Y de los dos ridículos empeños,
    de entrambas caprichosas necedades—,
    ignoro si dudar de las verdades
    es más locura que creer en sueños.
    No sé si adorar cantos berroqueños,
    flores, astros y ríos, cual deidades,
    es pecado menor que el culto justo
    negar al solo Dios digno y augusto.

    Imaginad una ilusión florida:
    fundad en ella un porvenir risueño,
    sacrificadle la salud y el sueño,
    rendidle el alma, el corazón, la vida...
    y cuando más celosa y embebida,
    y exaltada la améis con más empeño,
    la finja más hermosa vuestra mente,
    vedla desvanecerse de repente...

    ¡Ay! como entonces vuestra fe perdida,
    incrédulos mancebos, envidiando,
    las largas noches las pasé llorando,
    de esta mi loca fe ya arrepentida;
    pero a nadie culpé: de cada herida,
    que en mi entusiasmo joven voy ahondando,
    es cómplice no más la fantasía
    que me deslumbra, ciega y extravía.

    Defiendo, sí, mis bellas ilusiones,
    las defiendo atrevida y arrogante,
    y desbarato cuantas veo delante
    del mundo injustas, ásperas razones...
    ¡batalla desigual! con mis blasones
    escapo al fin, pero jamás triunfante:
    ¡harto fue el escapar siempre inocente,
    siempre noble adalid, siempre valiente!

    Vivamos ¡ay! vosotros blasfemando,
    yo en cambio de vosotros bendiciendo:
    vosotros, sin razón, siempre dudando,
    yo también, sin razón, siempre creyendo:
    vosotros a los buenos lastimando,
    yo por los malos sin cesar sufriendo:
    de odio vosotros abrevado el pecho,
    y de tierna pasión, el mío deshecho.

    Todos seremos ¡ay! muy desgraciados;
    vosotros por dureza y egoísmo
    solos, sin salvación, precipitados
    iréis a dar del tedio en el abismo;
    y mis nobles instintos fatigados,
    rendida de mi inútil heroísmo,
    del juicio, en mi fe loca, sin la guía
    vendré a dar en mortal melancolía.

    ¡Dichosa el alma que lo cierto adora,
    y en recompensa de su fe inmutable
    tiene seguro el bien de cada hora,
    su vida consagrando a lo adorable;
    allí no hoy loca fe ni engañadora
    duda cruel ni el desencanto es dable.
    ¡Oh fe de eternal sabiduría
    tú sola eres el bien, tú la alegría!

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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por Evangelina Valdez Vie 11 Abr 2014, 23:34

    ACUÉRDATE DE MÍ

    Y cuando ya no veas
    las playas españolas
    que tan tristes y solas
    van a quedar sin ti,
    cuando estés en la nave
    mirando al Océano,
    acuérdate ¡ay!, hermano,
    ¡acuérdate de mí!

    Si el cielo está sereno
    y el agua hermosa en calma,
    en tanto que mi alma
    te sigue desde aquí,
    en tanto vaya el onda
    sulcando tu navío,
    ¡ay! siempre, hermano mío,
    ¡acuérdate de mí!

    Y si el cielo se irrita
    y la mar se embravece,
    mientras la gente rece
    en derredor de ti,
    levanta confiado
    tus ojos hacia el cielo,
    y al pedirle consuelo
    ¡acuérdate de mí!

    En calma y en bonanza
    siempre en el Océano
    repite, dulce hermano,
    «yo me acuerdo de ti».
    Siempre con sol y estrellas
    por la región marina,
    repite «Carolina»
    ¡acuérdate de mí!

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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por Maria Lua Lun 19 Mayo 2014, 10:19

    A LA SOLEDAD



    Al fin hallo en tu calma
    si no el que ya perdí contento mío,
    si no entero del alma
    el noble señorío,
    blando reposo a mi penar tardío.

    Al fin en tu sosiego,
    amiga soledad, tan suspirado,
    el encendido fuego
    de un pecho enamorado
    resplandece más dulce y más templado.

    Y al fin si con mi llanto
    quiero aplacar ¡ay triste! los enojos
    del íntimo quebranto,
    no me dará sonrojos
    el continuo mirar de tantos ojos.

    Danme, sí, tierno alivio
    la soledad del campo y su belleza,
    y va el dolor más tibio
    su ardiente fortaleza
    convirtiendo en pacífica tristeza.

    Plácenme los colores
    que al bosque dan las luces matutinas:
    alégranme las flores,
    las risueñas colinas
    y las fuentes que bullen cristalinas.

    Y pláceme del monte
    la grave majestad que en las llanadas
    como pardo horizonte
    de nubes agolpadas,
    deja ver sus encinas agrupadas.

    Allí con triste ruido
    de las sonoras tórtolas, en tanto
    que posan en el nido
    bajo calado manto,
    de una a otra encina se responde el canto.—

    —Tal vez mis pasos guío
    por los sombrosos valles, escuchando
    al caminante río,
    que con acento blando
    se va por los juncares lamentando.

    Ya entonces descendiendo
    de su altura va el sol, cansada y fría
    claridad esparciendo,
    y a poco entre armonía
    cierra sus ojos el señor del día.

    Y los míos acaso
    alguna vez, del sueño sorprendidos,
    dejaron que en su ocaso
    pararan confundidos
    afanes del espíritu y sentidos.

    Si sola y retirada,
    aún me entristece más noche sombría,
    la luna con rosada
    faz, por oculta vía
    sale a hacerme amorosa compañía.

    Y al fin hallo en tu calma,
    ¡Oh soledad! si no el contento mío,
    si no entero del alma
    el dulce señorío,
    blando reposo a mi penar tardío.


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Carolina Coronado (1820-1911) Empty Re: Carolina Coronado (1820-1911)

    Mensaje por Maria Lua Lun 19 Mayo 2014, 10:19

    AL JAZMÍN



    Orgullo de la enramada,
    blanca y leve florecilla,
    más que todas delicada,
    y más que todas sencilla.

    Muestra el lirio temblorosa
    la faz cristalina y pura;
    y ostenta encendida rosa
    la peregrina hermosura.

    Alza bella la azucena
    la copa tersa y nevada
    de ricos ámbares llena,
    de mil abejas cercada.

    Pero ¿quién tu brillo iguala,
    viva flor del cano estío,
    que luces entre su gala,
    como espuma en claro río?

    Por sencilla y delicada,
    en el jardín entre ciento
    fijas tú, flor, la mirada,
    y fijas el pensamiento.

    Y por el seno argentino
    que blando perfume expira,
    do bebe néctar divino
    la abeja que en ti respira.—

    ¡Flor graciosa y nacarada,
    la más tierna de las flores!
    ¡oh mil veces bienhadada
    la que roba tus amores!

    ¡Bienhadada mariposa
    que tu pétalo estremece,
    cuando a tu lado reposa,
    y en tu aliento se embebece!

    Por delicada y sencilla,
    en el jardín entre ciento
    se fija en ti, florecilla,
    mi vista y mi pensamiento.


    _________________



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