Algunos poemas más de Dulce María Loynaz, sacados de Dulce María Loynaz. Antología lírica, Espasa Calpe, 1993:
De Poemas sin nombre, 1953:
POEMA II
.....Yo dejo mi palabra en el aire, sin llaves y sin velos.
.....Porque ella no es un arca de codicia, ni una mujer coqueta que trata de parecer más hermosa de lo que es.
.....Yo dejo mi palabra en el aire, para que todos la vean, la palpen, la estrujen o la expriman.
.....Nada hay en ella que no sea yo misma; pero en ceñirla como cilicio y no como manto pudiera estar toda mi ciencia.
POEMA XXXVIII
.....Si dices una palabra más, me moriré de tu voz; me moriré de tu voz, que ya me está hincando el pecho, que puede traspasarme el pecho como una aguda, larga, exquisita espada.
.....Si dices una palabra más con esa voz tuya, de acero, de filo y de muerte; con esa voz que es como una cosa tangible que yo podría acariciar, estrujar, morder; si dices una palabra más con esa voz que me pones de punta en el pecho, yo caería atravesada, muerta por una espada invisible, dueña del camino más recto a mi corazón.
POEMA XLIV
.....Tú estas muerto. ¿Por qué agitas los brazos ante mí y remueves tu voz por dentro de la ceniza en que se apagó hace tanto tiempo?
.....Tú estás muerto, te digo que estás muerto, y no puedes volver a poner tu mano sobre mi via.
.....Nada puedes contra mí, que soy viva; nada contra mi corazón tibio, joven, puro todavía.
.....Tú estás muerto. Eres una podredumbre que se echa a un lado, que se cubre con tierra, que se limpia con agua de las manos si llega a tocarse. ¡No me toques a mí, que estoy viva, que tengo mi vino que beber y mi rumbo que seguir!...
.....Nada tienes que ver conmigo. ¡No me agites los brazos por delante, ni me muestres los dientes blancos, alineados todavía, que yo sé que así se les quedan por mucho tiempo a los muertos!...
.....Tú eres un muerto. ¿No lo comprendes? Y yo llevo el amor en los brazos... ¡Déjame pasar!
POEMA XLIX
.....Yo guardaré para ti las últimas rosas...
.....Porque no hayas sembrado, no tengas miedo de encontrar la casa vacía. Porque no la cerraste para la tormenta, no pienses que otros no pondrán su pecho contra el viento.
.....Ninguno firme como el tuyo, ninguno seguro como el tuyo cuando quiso serlo; pero con el huracán a la puerta, todos sabremos defenderla.
.....Yo salvaré la casa y el jardín; yo recogeré todo lo que aún es digno de guardarse; menos, quizá, de lo que cabe en el hueco de mis manos...
.....Pero yo guardaré para ti las últimas rosas, y cuando tú vuelvas y veas la casa sin luz, el jardín devastado, piensa con un poco de emoción que todavía hay rosas para ti.
POEMA LXI
.....En el valle profundo de mis tristezas, tú te alzas inconmovible y silencioso como una columna de oro.
.....Eres de la raza del sol: moreno, ardiente y oloroso a resinas silvestres.
.....Eres de la raza del sol, y a sol me huele tu carne quemada, tu cabello tibio, tu boca oscura y caliente aún como brasa recién apagada por el viento.
.....Hombre del sol, sujétame con tus brazos fuertes, muérdeme con tus dientes de fiera joven, arranca mis tristezas y mis orgullos, arrástralos entre el polvo de tus pies despóticos.
.....¡Y enséñame de una vez -ya que no lo sé todavía- a vivir o a morir entre tus garras!
POEMA LXX
.....Estas son mis alegrías: las he contado, y creo que no falta ninguna. Llévalas todas a cantar en tus noches, o a perderse en tus mares, o a morir en tus labios.
.....Estas son mis tristezas. Contarlas no he podido, pero sé que me siguen fielmente. Llévalas todas a abonar tu tierra, a ser la levadura de tu pan, la leña de tu lumbre.
.....Esta soy yo: fundida con mi sombra, entera y sin rezagos. Llévame a tu corazón, que peso poco y no tengo otra almohada ni otro sueño.
POEMA XCIII
.....Salí de ti hacia la madrugada. Sentí frío porque aún tenía en la carne el calor de tu vida.
.....Salí de ti. El cielo era tan grande, que tuve que cerrar los ojos... Luego empezó a dolerme la raíz de las alas.
POEMA CXXIV
.....Isla mía, ¡qué bella eres y qué dulce!... Tu cielo es un cielo vivo, todavía con un calor de ángel, con un envés de estrella.
.....Tu mar es el último refugio de los delfines antiguos y las sirenas desmaradas.
.....Vértebras de cobre tienen tus serranías, y mágicos crepúsculos se encienden bajo el fanal de tu aire.
.....Descanso de gaviotas y petreles, avemaría de navegantes, antena de América: hay en ti la ternura de cosas pequeñas y el señorío de las grandes cosas.
.....Sigues siendo la tierra más hermosa que ojos humanos contemplaron. Sigues siendo la novia de Colón, la benjamina bien amada, el Paraíso Encontrado.
.....Eres, a un tiempo mismo, sencilla y altiva como Hatuey, ardiente y casta como Guarina.
.....Eres deleitosa como la fruta de tus árboles, como la palabra de tu Apóstol.
.....Hueles a pomarrosa y a jazmín, hueles a tierra limpia, a mar, a cielo.
.....Cuando te pintan en los mapas, a contraluz sobre ese azul intenso de litografía, pareces una fina iguana de oro, un manjuarí dormido a flor de agua...
.....Pero también pareces un arco entesado que un invisible sagitario blande en la sombra, apunta a nuestro corazón.
.....Isla grácil. Te visten las auroras y las lluvias; te abanica el terral; te bailan los solsticios de verano.
.....Como Diana, libre y diosa, no quieres más diadema que la luna, ni más escudo que el sol naciente con tu palma real.
.....La mala bestia no medró en tus predios, y jamás ha muerto en ti un solo pájaro de frío.
.....Idílicas abejas pueblan de miel la urdimbre de tus frondas; allí vibra el zunzún desprendido del iris, y destilan música viva los sinsontes.
.....Escarchada de sal y de luceros, te duermes, Isla niña, en la noche del Trópico. Te reclinas blandamente en la hamaca de tus olas.
.....Tienes la rosa de los vientos prendida a tu cintura; tus mayos están llenos de cocuyos, tus campos son de menta, y tus playas, de azúcar.
.....Varas de San José en trance de boda, tórnanse todos los gajos secos clavados en tu tierra taumatúrgica. Rocas de Moisés, todas tus piedras preñadas de surtidores.
.....Vela un arcángel escondido tras cada zarza tuya, y una escala de Jacob se tiende cada noche para el hombre que duerma en paz sobre tu suelo.
.....Otra escala sutil es para él, el humo rosa del tabaco que le alegra las siestas y le aroma de sueños el camino.
.....Para el hombre hay en ti, Isla clarísima, un regocijo de ser hombre, una razón, una íntima dignidad de serlo.
.....Tú eres por excelencia la muy cordial, la muy gentil. Tú te ofreces a todos aromática y graciosa como una taza de café; pero no te vendes a nadie.
.....Te desangras a veces como los pelícanos eucarísticos, pero nunca, como las sordas criaturas de las tinieblas, sorbiste sangre de otras criaturas.
.....Isla esbelta y juncal, yo te amaría aunque hubiera sido otra tierra mi tierra, pues también te aman los que bajaron del Septentrión brumoso, o del vergel mediterráneo, o del lejano país del loto.
.....Isla mía, Isla fragante, flor de islas: tenme siempre, náceme siempre, deshoja una por una todas mis fugas.
.....Y guárdame la última, bajo un poco de arena soleada...¡A la orilla del golfo donde todos los años hacen su misterioso nido los ciclones!
DULCE MARÍA LOYNAZ, Dulce María Loynaz. Antología lírica, Espasa Calpe, 1993.
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