Aires de Libertad

¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

https://www.airesdelibertad.com

Leer, responder, comentar, asegura la integridad del espacio que compartes, gracias por elegirnos y participar

Estadísticas

Nuestros miembros han publicado un total de 1061849 mensajes en 48278 argumentos.

Tenemos 1585 miembros registrados

El último usuario registrado es kivve

¿Quién está en línea?

En total hay 353 usuarios en línea: 3 Registrados, 2 Ocultos y 348 Invitados :: 3 Motores de búsqueda

Lluvia Abril, Rafael Valdemar, Ramón Carballal


El record de usuarios en línea fue de 1156 durante el Mar 05 Dic 2023, 16:39

Últimos temas

» CAPULLO DE ROSAS
María Elvira Lacaci (1916-1997) EmptyHoy a las 14:09 por cecilia gargantini

» CÉSAR VALLEJO (1892-1938) ROSA ARELLANO
María Elvira Lacaci (1916-1997) EmptyHoy a las 14:07 por cecilia gargantini

» María Cinta Montagut (1946-
María Elvira Lacaci (1916-1997) EmptyHoy a las 13:59 por Pedro Casas Serra

» Juana Castro (1945-
María Elvira Lacaci (1916-1997) EmptyHoy a las 13:41 por Pedro Casas Serra

» 2021-06-10 BARCELONA MIX 2
María Elvira Lacaci (1916-1997) EmptyHoy a las 13:27 por cecilia gargantini

» Blanca Sarasua (1939-
María Elvira Lacaci (1916-1997) EmptyHoy a las 13:26 por Pedro Casas Serra

» Carmen González Mas (1931-
María Elvira Lacaci (1916-1997) EmptyHoy a las 13:11 por Pedro Casas Serra

» Dionisia García (1929-
María Elvira Lacaci (1916-1997) EmptyHoy a las 12:55 por Pedro Casas Serra

» María Teresa Cervantes (1931-2024)
María Elvira Lacaci (1916-1997) EmptyHoy a las 09:56 por Pedro Casas Serra

» Ana María Fagundo (1938-2010)
María Elvira Lacaci (1916-1997) EmptyHoy a las 09:40 por Pedro Casas Serra

Octubre 2024

LunMarMiérJueVieSábDom
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031   

Calendario Calendario

Conectarse

Recuperar mi contraseña

Galería


María Elvira Lacaci (1916-1997) Empty

    María Elvira Lacaci (1916-1997)

    Pedro Casas Serra
    Pedro Casas Serra
    Grupo Metáfora
    Grupo Metáfora


    Cantidad de envíos : 46610
    Fecha de inscripción : 24/06/2009
    Edad : 76
    Localización : Barcelona

    María Elvira Lacaci (1916-1997) Empty María Elvira Lacaci (1916-1997)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Hoy a las 06:48

    .


    MARÍA ELVIRA LACACI (Ferrol, provincia de La Coruña, 1916-Madrid, 9 de marzo de 1997) fue una poeta española  incluida en la Generación del 50.

    Biografía

    Nació en Ferrol el año 1916 en una familia de militares, pasó su infancia repartida entre Doniños y Ferrol. Se trasladó a Madrid orientando su obra literaria de una forma casi exclusiva hacia una poesía de carácter social.​
    Consiguió el Premio Adonais en 1956 (la primera mujer en recibirlo) por su libro Humana voz.​ En 1960 se casó con Miguel Buñuel Tallada. Cuatro años después, en 1964, recibió el Premio de la Crítica por su libro Al este de la ciudad.​ Otras obras son Sonido de Dios (1962) y Molinillo de papel (1968).​
    Su obra se enmarca en la poesía social de posguerra. Su poesía enfatiza en un esteticismo que apuesta por la palabra sencilla, casi pobre. Lacaci desea hablar con claridad para que la entienda el pueblo y los marginados. Tiene un estilo directo y no hay casi figuras retóricas. En su poema El traje nuevo contrapone una poesía correcta y decorativa con otra andrajosa. Reconoce que su manera independiente de escribir crea una apariencia poco presentable.​
    Murió el 9 de marzo de 1997.

    Reconocimientos

    • (1956) Premio Adoáis por su poemario Humana voz, siendo la primera mujer en recibirlo
    • (1967) Premio Hucha de Oro por el cuento La instancia
    • (1964) Premio de la Crítica por Al este de la ciudad.


    Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]


    *


    Algunos poemas de María Elvira Lacaci:


    De Al este de la ciudad:


    LA PALABRA

    Yo te quiero sencilla. Acaso pobre.
    A veces,
    vas a brotarme de organdí vestida (sin querer
    me florece el lenguaje de otros seres).
    Con amor te desnudo.
    Quedas como mi carne.
    Como mi corazón y sus latidos.

    A menudo,
    igual que los pequeños
    ante una tienda de juguetería,
    pego la cara
    a las brillantes lunas
    donde se venden las palabras bellas.
    Las admiro.
    A otros les sientan bien. Si me las colocara…
    Las aparto al momento
    porque a mí no me sientan.

    Y de nuevo voy cogiendo brazados de palabras
    entre la hierba fresca
    y bajo el cielo.



    A LA POESÍA

    Me siento vagabunda de las Letras.
    Quiero comer mi pan con el mendigo.
    Beber vino de todos.
    Tomar el sol
    tendida
    sobre la hierba húmeda.
    Tener una guitarra
    con cuerdas de latidos, entregados.
    Tocarla por los pueblos.
    Que los hombres –de colores distintos–
    bailen al son de ella
    con sus modales
    toscos
    y su verdad sencilla
    a flor de labio.



    CON TACONES ALTOS

    Y yo llevaba un gorro
    muy moderno. Parecía
    una extraña cazuela.
    Unos tacones leves y muy altos.
    Un abrigo atrevido.
    Unos guantes y un bolso de color avellana.
    Los labios y los ojos pintarrajeados.
    No debía de ir mal.
    Las mujeres
    volvían la cabeza
    para mirar la hechura del abrigo.
    Los hombres...

    Pero yo,
    bajo la piel y aquella vestidura de comparsa,
    llevaba otro ropaje de un tejido muy denso. Era de angustia.

    Y añoré
    mi pelo suelto, mis zapatos bajos,
    mi abrigo deportivo,
    mi tez morena, solamente el agua.

    Tú me veías, Dios. Y cómo hablamos.
    Yo te decía
    que estaba muy ridícula con todo aquello.
    Tú dijiste que sí.
    Y compartiste
    el tan amargo leve movimiento
    de mis labios oblicuos.




    De Sonido de Dios:


    CANTA

    Y me pesó tu dedo
    lo mismo que un gran manto
    de hierro
    que pendiera
    de mis desnudos hombros.
    Y me pesó tu dedo
    cuando me señalaste el corazón -esta mañana-,
    mientras el aire,
    el aire enrarecido de mi alcoba,
    volteaba un sonido:

    ..................................Canta

    Y quise huir. Temí. Me encogí hasta el abismo
    de la angustia,
    porque pesaba mucho tu palabra:

    ..................................Canta

    Déjame como siempre
    volar por la palabra. Libre. Suelta.
    Que yo te cantaré como hasta ahora.
    Pero no vuelvas a decirme:

    ..................................Canta


    _________________
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
    Pedro Casas Serra
    Pedro Casas Serra
    Grupo Metáfora
    Grupo Metáfora


    Cantidad de envíos : 46610
    Fecha de inscripción : 24/06/2009
    Edad : 76
    Localización : Barcelona

    María Elvira Lacaci (1916-1997) Empty Re: María Elvira Lacaci (1916-1997)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Hoy a las 06:52

    .


    Otros poemas de María Elvira Lacaci:


    De Humana voz, 1956:


    LA VOZ

    Aquella tarde me dolía el cuerpo.
    Era un dolor vulgar
    de materia imperfecta que se quiebra.
    Aquella gente extraña
    con quienes compartía diariamente
    el techo, el pan y el agua -claro que les pagaba-,
    indiferentemente me observaban.
    Y lo sabían, sí, moscardones horribles,
    enlutados por alguien que ni habían amado.
    Con un zumbido hiriente
    bajo sus tan peludas y viscosas alas.
    Con ese tornasol que da la envidia
    cuando orea las almas.
    Con sus antenas rígidas, sin vibración posible,
    viviendo para sí.
    Con la brutalidad de las piedras intactas. Sin un hoyuelo leve
    para mi dolor grave.
    ...................................Ya en la mesa
    sentí avanzar el llanto
    impetuosamente desde el corazón.
    Era la humillación que se acercaba. No debía de ser.
    Sacudí fieramente mi cabeza, la eché atrás erguida
    y me puse a comer -¿comer?-, sólo sé que tragaba,
    pero no sé si carne, si pescado, si llanto.
    Salí de aquella casa maldiciendo. Bueno,
    maldecir no sabía, pero dije con furia:
    "Yo bailaré una rumba en vuestro vientre
    cuando el dolor os nazca con la vida."
    -No te asustes, Señor, nunca lo haría;
    este pequeño corazón es bobo-.

    Con ansiedad de corza perseguida,
    asustada y herida, dando saltos y huyendo
    me refugié en el hueco de unos brazos.
    Buscaba una palabra, una pregunta tierna que cubriera
    aquella desnudez que me asolaba.
    Pero tampoco allí logré encontrarla. En aquellas arterias
    el deseo giraba
    vertiginosamente, y no era mi dolor lo que apresaban.
    Huí, huí de nuevo. Aquello era peor. Allí yo amaba.
    Con mi doble dolor a las espaldas -ahora,
    me dolía ya el alma-,
    penetré en una iglesia. Dios estaba allí.
    Como si lo ignorase
    le fui contando quedamente todo.
    Él se quedó callado, mudamente callado. Sí, sí, y me había escuchado,
    lo sabía, pero nada me dijo.
    Nada me preguntó tampoco Él. Su silencio
    aumentó mi tormento. Salí a la calle
    con un vestido nuevo
    de confusión, de niebla, pero a la vez rasgado.
    Se veían mis muslos. Contraídos, con sus tendones rígidos,
    porque mis pies, por vez primera, sí,
    querían pisar fuerte, desgarrar el asfalto
    y herirlo, herirlo tanto
    cuanto que a mí él me hería
    tenazmente.

    Las bocinas, los guardias, aquella gente que me avasallaba
    para pasar delante -como si hubiera premio
    al final de la acera-,
    era tremendo y duro.
    De pronto,
    sentí una voz suave
    que reconocí:
    "Qué tienes, hija, qué te pasa, dime. "
    Madre, dije bajito, y me quedé pegada
    al ceniciento asfalto
    que mis suelas
    venían machacando con ahínco.

    Las estridentes voces de un taxista -que tuvo que frenar
    para no atropellarme-, me hicieron despertar.
    Estaba tan contenta, que hasta le sonreí,
    olvidando de pronto sus feroces insultos.
    No quise ya esperar el ascensor para tomar el "Metro".
    Bajé las escaleras
    saltando igual que un niño, de tres en tres. Silbando
    una canción ligera, y por la noche
    aquellos moscardones enlutados
    me parecieron ya casi palomas.



    LAS COSAS VIEJAS

    Qué boba soy, Señor,
    -me da vergüenza que lo sepa alguien-,
    con cuántas cosas cargo. Sin motivo.
    Esta pluma así vieja que ha girado mi llanto.
    Este abrigo teñido, o mejor, desteñido,
    porque cuántos inviernos...
    Esta horrorosa planta
    tan raquítica
    como mi corazón,
    porque ha sobrevivido -como él-
    la angustiosa miseria
    de la ventana
    oscura
    de este patio indecente.
    Y así,
    muchas cosas menudas
    que yo siento. Indefensas.
    Y debiera dejarlas,
    jubilarlas, tirarlas; ahora
    ya podré cambiarme,
    -el nuevo sueldo de los funcionarios...-.
    Pero no. No podría
    olvidarlas,
    y llevaré conmigo
    estas pequeñas cosas así dóciles.
    (Sería tan cruel si las dejara...)
    Ellas,
    compartieron mis horas de agonía. No los seres humanos.
    Además
    tengo miedo, Señor.
    Otro sitio. La Vida,
    y seguiré tan sola. Desgajada,
    y estas cosas
    amigas,
    pronunciarán mi nombre
    desde su silencio.
    Y cuando allá muy dentro
    la ternura,
    me arañe y me desgarre -por tenerla encerrada-,
    lo mismo que otros días,
    yo miraré estas cosas
    tan sencillas, tan mínimas,
    tan entregadas desde su inconsciencia,
    y, lentamente,
    mis venas,
    se irán tornando mansas. Sosegadas.

    Oh, Señor, si al menos
    pudieran comprender cómo las amo.



    ROPA TENDIDA


    Ha cesado la nieve, la pertinaz llovizna de estos días.
    El sol
    se extiende larga y perezosamente
    sobre las negras charcas del suburbio.
    El cielo luce azul. El aire es fuerte
    y sacude
    los miles de banderas, de banderas de paz,
    que en cada esquina, cada rincón, pared de casa ajena,
    han colocado todos los vecinos.
    Los vecinos que habitan
    bajo un techo menor
    que una sábana abierta y extendida.
     

    MARÍA ELVIRA LACACI, En voz alta. Las poetas de las generaciones de los 50 y los 70, Hiperión, 2007.


    _________________
    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

      Fecha y hora actual: Sáb 26 Oct 2024, 17:33