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Pascual Lopez Sanchez
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    FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)

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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Vie 02 Jul 2010, 15:37

    Algo que quizás no sea muy conocido es que aunque Quevedo, ya desde muy joven, apareció en varias antologías de su época , él , por sí mismo, no llegó a editar. De hecho estaba recopilando toda su obra cuando falleció. Sin embargo fue uno de los autores más conocidos de su tiempo. Quizás en aquella época la transmisión oral de la poesía tenía una gran importancia. Y los manuscritos que también circulaban con bastante libertad. El compromiso de Quevedo es grande : Con la vida ( Brevedad de la vida, fragilidad de la misma, engaño, inexorabilidad, etc...Con el debil ( Poderoso caballero, El que agravia deja armas para la venganza, Advertencia a España de que ansi como se ha hecho señora de muchos, ansi será de tantos enemigos...; temores del poder violento; imagen del tirano y del adulador, etc...); con el amor...

    Veamos un soneto : "Arrepentimiento y lágrimas debidas al engño de la vida" :

    "Huye sin percibirse lento el día,
    y la hora secreta y recatada
    con silencio se acerca, y despreciada
    lleva tras sí la edad lozana mía.

    La vida nueva, que en niñez ardía,
    la juventud robusta y engañada,
    en el postrer invierno sepultada
    yace entre negra sombra y nieve fría.

    No sentí resbalar mudos los años,
    hoy los lloro pasados y los veo
    riendo de mis lágrimas y daños.

    Mi penitencia deba a mi deseo,
    pues me deben la vida mis engños,
    y espero el mal que paso, y no le creo"
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    Mensaje por helena Lun 05 Jul 2010, 07:50

    Breve sobre la poesía de Francisco de Quevedo.

    Los numerosos estudios llevados a cabo sobre la poesía de Quevedo parten de dos grandes ediciones, la que en tiempos del autor llevó a cabo José Gonzáles de Salas, erudito amigo de Quevedo, en la edición del Parnaso español, que seguramente
    correspondía a las intenciones del poeta de dividir el conjunto de su obra en nueve secciones, cada una adscrita a una musa distinta según sus atribuciones míticas, y la que en nuestros días llevó a cabo Manuel Blecua, que responde a criterios temáticos, por lo que distingue poemas amorosos, morales, metafísicos, religiosos, líricos, a diversos asuntos, satíricos, burlescos, etc. Partiendo de estos estudios podríamos agrupar la poesía quevediana en tres grupos centrales:


    - Poemas que pertenecen a una serie ética, con motivos del mundo religioso, de las corrientes de la filosofía moral neoestoicas o del contexto de lo que se suele llamar
    poesía metafísica.

    - Serie amorosa, que sigue en buena parte la tradición clásica petrarquista y recrea motivos del discurso amoroso del Renacimiento, con innovaciones diversas impuestas por el tiempo y la personalidad del autor.
    - Serie satírico- burlesca, caracterizados por el bajo estilo expresivo.
    La última serie es la más representativa (más de un 40%) de la obra quevediana.

    La poesía moral y la satírica de Quevedo son complementarias y tienen una íntima relación con los contextos filosóficos y religiosos de la época. Ambas están enfocadas hacia la realidad moral y social y tienden a producir el efecto de modificar o mejorar al ser humano. Las diferencias entre los dos tipos están en que a la poesía moral corresponde un estilo más grave y elevado, alejado de matices cómicos, y en la satírica el léxico es coloquial y vulgar, popular.
    Quevedo era un enamorado de la literatura clásica grecorromana y muchos motivos de sus poemas morales proceden de las sátiras latinas de Juvenal o Persio, influidos a su vez por las obras de Séneca o Epicteto, fuentes de las que también bebió directamente Quevedo. Motivos senequistas podrían ser sus poemas sobre la miseria y la brevedad de la vida, la fatalidad de la muerte y la necesidad de prepararse para ella, la defensa de los valores eternos, de la virtud y de la trascendencia del ser humano, el rechazo de lo perecedero, de los bienes materiales, el engaño de las
    apariencias, etc.... Se pueden incluir también en el apartado de poesía ética y moral los poemas que, sin tener una actitud propiamente crítica, reflexionansobre el sentido de la existencia humana, la presencia de la muerte, la fugacidad de la vida, o sea, los poemas calificados como metafísicos en las ediciones modernas.

    Una pieza clave en la poesía moral es la Epístola satírica y censoria, dirigida al Conde-Duque de Olivares, a quien le expresa “la confianza en su poder regenerador que aparte a los castellanos de la molicie presente y los reintegre a una nueva edad dorada de heroísmo medievalizante, donde el valor y la moderación sustituyan al afeminamiento y a los excesos frívolos de los cortesanos”.

    El conjunto de la poesía amorosa de Quevedo fue publicada en la musa Erato de la edición príncipe del Parnaso español (1648) de Gonzáles de Salas, y en la musa Euterpe de Las tres musas (1670) y en la edición moderna de Blecua; más de doscientos poemas, aunque en el total de la obra poética quevediana la poesía amorosa comprende menos de un cuarto de su producción, siendo sin embargo, junto a la satírica, la más conocida y numerosa. La ordenación de esta poesía en las
    ediciones primeras combina dos criterios fundamentales, el métrico y el temático. Tanto en la musa Erato como en Euterpe, los textos están dispuestos según un orden estrófico (sonetos, romances, madrigales, canciones) y dentro de ellos por asunto o anécdota relatada.

    Quevedo presenta la hermosura exterior de la dama desde el punto de vista más respetuoso y platónico; es de resaltar la importancia del retrato femenino en la configuración de los sonetos centrados en la amada. Este modelo de retrato es muy tópico (cabello de oro, labios de coral y jazmín, blancura de nieve, etc ), en realidad una reminiscencia petrarquista, pues en tiempos de Quevedo este léxico había envejecido ya, pero él lo utiliza como punto de partida para su juego de ingenio.
    El sentimiento más acusado en la dama de la poesía quevediana es el desdén, por lo que presenta al amante protagonista siempre quejoso y dolorido, sometido al poder de la cruel enfermedad amorosa. El dolor es el rasgo que define sobre cualquier otro al enamorado en el conjunto del modelo amoroso de Quevedo, la hipérbole del sentimiento negativo, por lo que abundan imágenes o símbolos violentos, cárcel, volcán, fuego, infierno..., etc. Quevedo da especial énfasis al tópico del fuego, un lugar común petrarquista. Los cuartetos del soneto siguiente son un buen ejemplo de este elemento como una alegoría de la pasión del poeta:

    "Ya la insana Canícula, ladrando
    llamas cuece las mieses, y en hervores
    de frenética luz, los labradores
    ven a Proción los campos arrasando.

    El Piélago encendido está exhalando
    al sol humos en traje de vapores;
    y en el cuerpo, la sangre y los humores
    discurren sediciosos fulminando...."

    Acabo esta entrega con un soneto paradigmático del amor quevediano:


    A Aminta, que se cubrió el rostro con las manos


    Lo que me quita en fuego, me da en nieve
    la mano que tus ojos me recata;
    y no es menos rigor con el que mata,
    ni menos llamas su blancura mueve.

    La vista frescos los incendios bebe,
    y volcán por las venas los dilata;
    con miedo atento a la blancura trata
    el pecho amante, que la siente aleve.

    Si de tus ojos el ardor tirano
    le pasas por tu mano por templarle,
    es gran piedad del corazón humano;

    mas no de ti, que puede al ocultarle
    pues es de nieve, derretir tu mano,
    si ya tu mano no pretende helarle.

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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Lun 05 Jul 2010, 12:22

    Yo creo Helena que has hecho una labor encomiable con el tema de Quevedo. Me alegro muchísimo que los moderadores hayan premiado esa labor. Enhorabuena
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    Mensaje por Maria Lua Lun 05 Jul 2010, 15:59

    Gracias, querida Helena!
    Excelente, te sigo y volveré
    a leer todo el trabajo...
    Besos, amiga
    Maria Lua




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    y en ese vuelo y en ese sueño
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    Mensaje por helena Mar 06 Jul 2010, 08:34

    Muchas gracias, Pascual, por tu interés y tu colaboración en este hilo.

    Un abrazo
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    Mensaje por helena Mar 06 Jul 2010, 08:39

    Querida Lua, es un honor verte por aquí, sobre todo cuando ¡acabo de descubrir que tú tienes un hilo abierto sobre Quevedo que me había pasado desapercibido! Lamento la coincidencia. Desde ahora, cuando abra un nuevo tema (cuando tenga tiempo), daré un vistazo a toda la lista.
    Un beso cariñoso
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    Mensaje por helena Mar 06 Jul 2010, 08:53

    Sigo una página más con la poesía amorosa de Quevedo para referirme a su obra más significativa, Canta sola a Lisi, un cancionero poético claramente señalado dentro de la musa Erato; un libro de poemas dedicado a una sola dama, Lisi. Figuradamente, es un relato autobiográfico que cuenta una historia de amor que transcurre en el tiempo de forma progresiva y remata con la muerte de la amada o, al menos, con el fin hiperbólico del amante. Por lo tanto, el petrarquismo de Canta sola a Lisi, en cuanto a su configuración como cancionero, obedece al cumplimiento de estas características en tanto a elementos constitutivos de un género. Canta sola Lisi es presentado por el propio editor González de Salas en su edición amorosa del Parnaso español (era la intención de Quevedo) como una especie de homenaje a Petrarca. Algunos elementos caracterizadores de este cancionero petrarquista son llamativos y estructuralmente imprescindibles, al marcar el progreso temporal de una posible
    narración. Significativos son los sonetos aniversario y los retratos de la amada. En ambos grupos surgen algunas de las características más señaladas de la poesía amorosa de Quevedo: la permanencia del amor y la belleza hiperbólica de Lisi. Estos sonetos aniversario marcan la duración —ficticia e hiperbólica, repito— del amor del yo poético en tres fases: «Sexto año», «Diez años de mi vida» y «Veinte y dos años» , pero añaden otros rasgos de ascendencia petrarquista y, consecuentemente, quevediana. He aquí el primero de ellos:


    Advierte con su peligro a los que leyeren sus llamas

    "Si fuere que, después, al postrer día
    que negro y frío sueño desatare
    mi vida, se leyere o se cantare
    mi fatiga en amar, la pena mía;
    cualquier que de talante hermoso fía
    serena libertad, si me escuchare,
    si en mi perdido error escarmentare,
    deberá su quietud a mi porfía.
    Atrás se queda, Lisi, el sexto año
    de mi suspiro: yo, para escarmiento
    de los que han de venir, paso adelante.
    Oh, en el reino de Amor huésped extraño!,
    sé docto con la pena y el tormento
    de un ciego y, sin ventura, fiel amante"...

    presenta un rasgo inequívoco de la consideración del enamoramiento como un error --como Petrarca en alguno de sus sonetos prólogo--que en la propia pena de no ser correspondido provoca un escarmiento. «Error» y «escarmiento» se constituyen así en dos palabras claves para la interpretación no sólo de este soneto, sino del conjunto general del cancionero e ilustran claramente cuál es la posición ideológica del yo poético. Un tono palinódico e hiperbólico que teme (y espera) la llegada de la muerte («Si fuere que, después, al postrer día / que negro y frío sueño desatare»....)

    El segundo soneto aniversario, con un claro tono neoplatónico, muestra la hermosura de la amada en los ojos, identificados con las estrellas y los astros:

    Amor de sola una vista nace, vive, crece y se perpetúa

    "Diez años de mi vida se ha llevado
    en veloz fuga y sorda el sol ardiente,
    después que en tus dos ojos vi el Oriente,
    Lísida, en hermosura duplicado.
    Diez años en mis venas he guardado
    el dulce fuego que alimento, ausente,
    de mi sangre. Diez años en mi mente
    con imperio tus luces han reinado.
    Basta ver una vez grande hermosura;
    que, una vez vista, eternamente enciende,
    y en l’alma impresa eternamente dura.
    Llama que a la inmortal vida trasciende,
    ni teme con el cuerpo sepultura,
    ni el tiempo la marchita ni la ofende".

    La visión de la dama imprime su imagen en el alma del amante y dibuja una llama eternamente encendida que trasciende el tiempo y permanece con su luz y su fuego para siempre; en otras palabras, el amor perdurable también aquí del célebre soneto «Cerrar podrá mis ojos la postera - sombra que me llevare el blanco día...», que es el soneto siguiente de Canta sola a Lisi. Estamos, narrativamente, en el eje del cancionero: la imagen de Lisi queda fijada en el alma del yo poético y no hará más que alimentar la llama de la luz y de la pasión amorosa.

    El tercer soneto aniversario es el último del cancionero previo al posible soneto in morte de Lisi. Se cumplen aquí veintidós años de relación amorosa entre Lisi y el yo
    enamorado. Refiere la edad de su amor, y que no es trofeo del poder del
    que llaman dios, sino de la hermosura de Lisi:


    "Hoy cumple amor en mis ardientes venas
    veinte y dos años, Lisi, y no parece
    que pasa día por él; y siempre crece
    el fuego contra mí, y en mí las penas.
    Veinte y dos años ha que estas cadenas
    el corazón idólatra padece;
    y si tal vez el pie las estremece,
    oigo en sus eslabones mis sirenas.
    Si Amor presume que su fuerza dura
    tiene mi liberad en tal estado,
    véngase a mí sin tu belleza pura;
    que yo le dejaré, desengañado
    de que el poder asiste en tu hermosura,
    y en él un nombre ocioso y usurpado".

    En el texto se reafirma el encadenamiento que sufre el amante, no sólo la prisión del amor sino, como en el soneto primero del cancionero. el verse sujeto a un imperio, a una tiranía de la dama altiva, despiadada e indiferente. Nace así, al final del ciclo, el desengaño ante la inaccesibilidad de la dama. Se trata de una actitud, en principio, heredera de la idealización platonizante de la amada, aunque el desengaño cobra aquí un papel diferente, hijo de su tiempo, relacionado con el que algunos unen
    ineludiblemente al Barroco, distinto como también lo es el protagonismo de la
    dama.
    Lisi, referente único del cancionero, dama principal en el conjunto de poesías amorosas de Quevedo, tiene un falso protagonismo en Canta sola a Lisi. Cierto es que se canta solamente a Lisi en el sentido de que no aparecen otros nombres, pero no es Lisi la protagonista de estos más de cincuenta poemas. Podría pensarse en todo lo contrario a partir del propio título o de la presencia de bastantes retratos de la dama; pero quien está detrás de todo este discurso amoroso, como protagonista indiscutible y hasta abrumador, es el propio yo poético- para nada identificable con Francisco de Quevedo persona--. La dama no interviene jamás, ni con palabras prestadas, en Canta sola a Lisi; es mero objeto pasivo de las desdichas y generadora de los desdenes; quien ama, padece, sufre, se siente abandonado, solo, prisionero,
    ciego y perdido amante es el yo, y nunca surge de manera indiscutible la aparente protagonista del «relato». Y esto podría parecer más increíble teniendo en cuenta los retratos que de ella aparecen en Canta sola a Lisi.

    A lo largo del cancionero, como en el resto de la poesía amorosa, dedicadas a Amintas, Floras, Florindas, etc, abundan las descripciones de las damas, en ocasiones anecdóticas o complementarias al desarrollo de otros elementos. Pero podemos precisar algunos textos en los que la pintura física de la protagonista es casi exclusiva del soneto; son los retratos, anunciados en algún caso desde el mismo epígrafe (Retrato no vulgar de Lisi, Retrato de Lisi que traía en una sortija, Retrato de Lisi en mármol). En todos ellos se dibuja una dama de belleza casi inefable, asequible solo en las metáforas de base petrarquista: cabellos rubios > oro; ojos > estrellas; labios > clavel; dientes > perlas; aurora > rostro o sonrisa, etc. , y ya apunté que en el XVI o a mediados del XVII, estas metáforas lexicalizadas, este tipo de descripción suntuaria estaba bastante envejecida, como se demuestra por la gran cantidad de parodias presentes en el mismo Quevedo. ¿Cuál será, entonces, la vía
    de renovación quevediana? En dos sentidos que tienen que ver con el denominado
    conceptismo o con la más general agudeza que busca la maravilla, el asombro del
    lector. Estos procedimientos no exclusivamente quevedescos, pero muy
    significativos en nuestro poeta, son la acumulación de metáforas y la asunción
    de una metáfora conocida, lexicalizada, para recargarla con nuevo significado
    en un desplazamiento metafórico más abrupto. Algunos estudiosos hablan de
    catacresis. Encontraremos la ilustración de
    estos dos procedimientos, el acumulativo y el catacrético, en casi todos los retratos de Canta sola a Lisi, especialmente en: "Tú, que la paz del mar, ¡oh navegante!», en «Crespas hebras, sin ley desenlazadas». «En crespa tempestad del oro undoso», «En breve cárcel traigo aprisionado» etc,
    Veamos como último ejemplo el soneto 445:

    Procura cebar a la codicia en tesoros de Lisi

    "Tú, que la paz del mar, ¡oh navegante!,
    molestas, codicioso y diligente,
    por sangrarle las venas al Oriente
    del más rubio metal, rico y flamante,
    detente aquí; no pases adelante;
    hártate de tesoros, brevemente,
    en donde Lisi peina de su frente
    hebra sutil en ondas fulminante.
    Si buscas perlas, más descubre ufana
    su risa que Colón en el mar de ellas;
    si grana, a Tiro dan sus labios grana.
    Si buscas flores, sus mejillas bellas
    vencen la primavera y la mañana;
    si cielo y luz, sus ojos son estrellas...."

    Y con este soneto paradigmático, pongo fin al apartado de la poesía amorosa de
    Quevedo. Volveré para ocuparme de otros motivos poéticos de este autor.


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    Mensaje por Maria Lua Mar 06 Jul 2010, 10:36

    Querida Helena, no te preocupes,
    no hay problema alguno haber
    dos hilos sobre Quevedo: hay dos
    o tres... sobre varios autores...
    Lo que podemos sí es editarlos
    y poner Quevedo 1, Quevedo 2...
    Lorca 1, Lorca 2...
    Así quien encuentra uno ya sabe que
    hay otros, qué te parece?
    Gracias por tu excelente
    trabajo...
    Besos, amiga
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    Mensaje por helena Miér 14 Jul 2010, 07:55

    Querida amiga, tengo hoy grandes dificultades
    para publicar. Quiero dejar una nueva entrega
    del tema Quevedo y no sé si lo conseguiré, pues
    en el mejor de los casos habré de rehacer todo
    el texto, editándolo una vez publicado, ya que
    la vista previa no refleja el resultado final.
    Esto me viene ocurriendo desde hace tiempo
    en todos los foros y muchas veces me disuade
    de publicar porque resulta largo y laborioso.
    Sobre lo que dices de la edicón de temas "bis",
    pudes no tengo nada que objetar, aunque no sé
    cómo se hace.
    Muchas gracias por tu interés.
    Un beso cariñoso
    Helena

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    Mensaje por helena Miér 14 Jul 2010, 08:41

    Ateniéndome a la edición de El Parnaso español, estructurado conforme a las atribuciones de las musas del Parnaso mítico, que González de Salas hizo de la poesía de Quevedo, voy a referirme brevemente a los motivos de la primera Musa, Clío, de corte encomiástico, que recoge poemas en alabanza de personajes ilustres pasados o presentes, un conjunto heterogéneo en sus contenidos, pero en el que predomina la vena clásica, como un intento de proclamar una tradición de raíz grecolatina que asume también un panorama de lugares comunes, por otra parte compartidos por los escritores más prestigiosos del Siglo de Oro. Sin más preámbulo, dejo algunos poemas contenidos en este apartado:

    A la estatua de bronce del Santo Rey Don
    Felipe III

    ¡Oh cuánta majestad! ¡Oh cuánto numen
    En el tercer Filipo, invicto y santo,
    presume el bronce que le imita! ¡Oh cuánto
    estos semblantes en su luz presumen!
    Los siglos reverencian, no consumen,
    bulto que igual adoración y espanto
    mereció amigo y enemigo, en tanto
    que de su vida dilató el volumen.
    Osó imitar artífice toscano
    al que a Dios imitó de tal manera
    que es, por rey y por santo, soberano.
    El bronce, por su imagen verdadera,
    se introduce en reliquia, y éste, llano,
    en majestad augusta reverbera.

    **

    Inscripción de la estatua augusta del Cesar Carlos V en
    Aranjuez

    Las selvas hizo navegar, y el viento
    al cáñamo en sus velas respetaba
    cuando, cortés, anhélido tasaba
    con la necesidad del movimiento.
    Dilató su victoria el vencimiento
    por las riberas que el Danubio lava;
    cayó África ardiente; gimió esclava
    la falsa religión en fin sangriento.
    vio Roma en la desorden de su gente,
    si no piadosa, alegre valentía,
    y de España el rumor sosegó ausente;
    retiró a Solimán, temor de Hungría,
    y por ser retirada más valiente,
    se retiró a sí misma el postrer día.

    **


    Al Duque de Lerma, Maese de campo, General en Flandes


    Tu, en cuyas venas caben cinco grandes,
    a quien hace mayores tu cuchilla,
    eres Adelantado de Castilla
    y, en el pliego, Adelantado en Flandes.
    Aguarda la victoria que la mandes,
    Que tu ejemplo sin voz sabe rejilla;
    pues desprendes miedos de la orilla,
    nadando es justo que en elogios andes.
    No de otra suerte César, animoso,
    del Rubicón los rápidos raudales,
    Penetró con denuedo generoso.
    Fueron, sí, las acciones desiguales,
    pues en el corazón suyo, ambicioso,
    eran traidoras, como en ti leales.

    **
    Desterrado Scipión a una rústica casería suya, recuerda consigo
    la gloria de sus hechos y de su posteridad

    Faltar pudo a Scipion Roma opulenta,
    mas a Roma Scipion faltar no pudo;
    sea blasón de su envidia, que mi escudo
    que del mundo triunfó , cede a su afrenta.
    Si el mérito africano la amedrenta,
    de hazañas y laureles me desnudo,
    muera en destierro en este baño rudo,
    y Roma de mi ultraje esté contenta.
    Que no escarmiente alguno en mí, quisiera,
    viendo la ofensa que me da por pago,
    porque no falte quien servirla quiera.
    Nadie llore mi ruina ni mi estrago,
    pues será a mi ceniza, cuando muera,
    epitafio Aníbal, urna Cartago.

    **
    A la fiesta de los toros y cañas en el Retiro, en día de grande
    nieve

    Llueven calladas aguas en vellones

    blancos, las nubes mudas, pasa el día,
    mas no sin majestad en sombra fría,
    y mira el sol que esconde en los balcones.
    No admiten el invierno corazones
    asistidos de ardiente valentía,
    que influye la española monarquía,
    fuerza igualmente en toros y rejones.
    El blasón de Jarama, humedecida
    ardiendo la ancha frente en torva saña,
    en sangre vierte la purpúrea vida,
    y lisonjera grande al Rey de España,
    la tempestad, en nieve oscurecida,
    aplaudió al brazo, al fresno y a la caña.

    **


    Memoria inmortal de Don Pedro Girón, Duque de Osuna, muerto en la
    prisión

    Faltar pudo su patria al grande Osuna,
    Pero no a su defensa sus hazañas;
    diéronle muerte y cárcel las Españas,
    de quien él hizo esclava la Fortuna.
    Lloraron sus envidias una a una,
    con las propias naciones las extrañas;
    su tumba son de Flandes las campañas
    y su epitafio la sangrienta luna.
    En sus exequias encendió al Vesubio,
    Parténope, y Ticrania al Mongibello;
    el llanto militar creció en diluvio.
    Diole el mejor lugar Marte en su cielo,
    La Mosa, el Rhin, el Tajo y el Danubio
    murmuran con dolor su desconsuelo.

    *****

    De los motivos morales en la obra de Quevedo hablé en una de estas páginas y ahora sólo añadiré que dan lugar, probablemente, a los mejores poemas de Quevedo. Refiriéndome ahora a la edición de González de Salas, los encontramos recogidos en el grupo correspondiente a la Musa
    Polimnia. Dejo aquí tres sonetos, dos de ellos dedicados a la fragilidad y brevedad de la vida, motivo que se advierte entre los poemas ético-metafísicos, siempre con el tema de la muerte de fondo; otro sobre el comportamiento moral, y lo más representativo de este complejo tema, la Epístola al Conde Duque de Olivares, un texto largo que por sí sólo expresa todo el pensamiento quevediano en cuanto a costumbres, moral y honor de los castellanos. En este poema de añoranza de otro
    tiempo y severa censura del presente, escrito en 1630, el autor pide al valido de Felipe IV, en quien todavía confía, que restaure las bondades patrias y morales. Sin embargo, en el año 1633, el Conde Duque ya le había defraudado y despertado
    su hostilidad. Es cuando escribe el memorial Execración contra los judíos, que además de ser una muestra del antisemitismo de Quevedo, es un ataque frontal a la política del valido.
    Aquí los poemas anunciados:


    Qué otra cosa es verdad

    Qué otra cosa es verdad, sino pobreza
    en esta vida frágil y liviana?
    Los dos embates de la vida humana,
    desde la cuna son honra y riqueza.
    El tiempo, que ni vuelve ni tropieza,
    en horas fugitiva la devana,
    y en errado anhelar, siempre tirana,
    la fortuna fatiga su flaqueza.
    Vive muerte callada y divertida
    la vida misma; la salud es guerra
    de su propio alimento combatida
    ¡Oh cuánto el hombre, inadvertido, yerra,
    que en tierra teme que caerá la vida,
    y no ve que en viviendo cayó en tierra!

    **

    La brevedad de la vida

    ¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
    ¡Oh cómo te deslizas, edad mía!
    ¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,

    pues con callado pie todo lo igualas.
    Feroz, de tierra el débil muro escalas
    en quien lozana juventud se fía;
    mas ya mi corazón del postrer día
    atiende el vuelo sin mirar las alas.
    ¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte!
    ¡Que no puedo querer vivir mañana
    sin la presión de procurar mi muerte!
    Cualquier instante de la vida humana
    es nueva ejecución con que me advierte
    cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.


    **

    Reprehende a la adúltera la circunstancia de
    su pecado

    Sola en ti, Lesbia, vemos ha perdido
    el adulterio la vergüenza al cielo;
    pues licenciosa, libre, y tan sin velo,
    ofendes la paciencia del sufrido.
    Por Dios, por ti, por mí, por tu marido,
    no sirvas a su ausenta de libelo;
    cierra la puerta, vive con recelo,
    que el pecado se precia de escondido.
    No digo yo que dejes tus amigos;
    mas digo que no es bien que estén notados
    de los pocos que son tus enemigos.
    Mira que tus vecinos, afrentados,
    dicen que te deleitan los vestigios
    de tus pecados más que tus pecados.

    **

    Epístola Satírica y
    Censoria contra las costumbres presentes de los castellanos, escrita al Conde
    Duque de Olivares

    No de de callar, por más que con el dedo,
    Ya tocando la boca, ya la frente,
    Me representes o silencio o miedo.

    ¿No ha de haber un espíritu valiente?
    ¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
    ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?

    Hoy sin miedo que libre escandalice,
    Puede hablar el ingenio, asegurado
    de que mayor poder le atemorice.

    En otros siglos pudo ser pecado
    Severo estudio y la verdad desnuda,
    Y romper el silencio el bien amado.

    Pues sepa quien lo niega y quien lo duda

    Que es lengua la verdad de Dios severo,
    Y la lengua de Dios nunca fue muda.

    Son la verdad y Dios, Dios verdadero,
    Ni eternidad divina los separa,
    Ni de los alguno fue primero.

    Si Dios a la verdad se adelantara,
    Siendo verdad, que habría de ser hubiera
    Verdad antes que fuera y empezara.

    La justicia de Dios es verdadera,
    Y la misericordia, y todo cuanto
    es Dios es la verdad siempre severa.

    Señor Excelentísimo, mi llanto
    Ya no consiente márgenes ni orillas,
    Inundación será la de mi canto.

    Veránse sumergidas mis mejillas,
    La vista por dos urnas derramada
    Sobre el sepulcro de las dos Castillas.

    Yace aquella virtud desaliñada
    Que fue, ni menos rica, más temida,
    En vanidad y en ocio sepultada.

    Y aquella libertad esclarecida
    Que donde supo hallar honrada muerte
    Nunca quiso tener más larga vida.

    Y pródiga del alma, nación fuerte.
    Contaba en las afrentas de los años
    Envejecer en brazos de la suerte.

    Del paso de las horas y del día,
    Impaciente acusaba a los extraños
    Nadie contaba cuán edad vivía,

    Sino de qué manera sola una hora
    Lograba con afán su valentía.
    La robusta virtud era señora

    Y sola dominaba al pueblo rudo
    ,Elda, si mal hablaba, vencedora,
    El temor de la mano daba escudo

    Al corazón que, en ella confiado,
    Todas las armas despreció desnudo.
    Multiplicó en escuadras un soldado

    Su honor precios, en ánimo valiente,
    De sola honesta obligación armado.
    Y debajo del Sol aquella gente,

    Si no más descansado, a más honroso
    Sueño entregó los ojos, no la mente.
    Hilaba la mujer para su esposo,

    La mortaja primero que el vestido,
    Menos le vio galán que peligroso.
    Acompañaba el lado del marido.

    Más veces en la hueste que en la cama,
    Sano le aventuró, vengóle herido…
    Todas matronas y ninguna dama,

    Que nombres del halago cortesano
    No admitió lo severo de su fama.
    Derramado y sonoro el Oceáno

    Era divorcio de las ricas minas
    Que volaron la paz del pecho humano.
    Ni les trajo costumbre peregrinas

    El áspero dinero, ni el Oriente
    Compró la honestidad con piedras finas.
    Joya fue la virtud pura y ardiente,


    Gala en merecimiento y alabanza;
    Sólo se codiciaba lo decente.
    No de la pluma dependió la lanza,

    Ni el cántabro con cajas y tinteros
    Hizo el campo heredad, sino matanza.
    Y España con legítimos dineros

    No amartelaba el crédito a Liguria,
    Más quiso los turbantes que los ceros.
    Menos fueran la pérdida y la injuria

    Si se volvieran Muzas los asientos,
    Cuanto es peor la usura que la furia.
    Caducaban las aves en los vientos

    Y espiraba decrépito el venado:
    Grande vejes duró en los elementos.
    Que el vientre entonces, bien disciplinado,

    Buscó satisfacción y no hartura,
    Y estaba la garganta sin pecado.
    Del mayor infanzón de aquella pura

    República de grandes hombres, era
    Una vaca sustento y armadura.
    No había venido al gusto lisonjera

    La pimienta arrugada, ni del clavo
    La adulación, fragante forastera.
    Carnero y vaca fue principio y cabo,

    y con rojos pimientos y ajos duros
    tan bien como el señor comió el esclavo.
    Bebió la sed los arroyuelos puros,

    después mostraron del carquesio a Baco
    del caminos los brindis mas seguros.
    El rostro macilento, el cuerpo flaco,

    Eran recuerdo del trabajo honroso,
    Y honra y provecho andaban en un saco.
    Pudo sin don un español velloso

    Llamar a los tudescos bacanales
    Y al holandés hereje y alevoso.
    Pudo acusar los celos desiguales

    Al italiano, y hoy de muchos modos
    Somos copias, si son originales.
    Las descendencias gastan muchos godos,

    Todos blasonan, nadie los imita,
    Y no son sucesores, sino apodos.
    Vino el betún precioso que vomita

    La ballena o la espuma de las olas,
    que el vicio, no el olor, nos acredita.

    Y quedaron las huestes españolas
    Bien perfumadas, pero mal regidas,
    Y alhajas las que fueron pieles solas.

    Estaban las locuras mal vestidas,
    Y aún no se hartaba de buriel y lana
    La vanidad de hembras presumidas.

    A la seda pomposa siciliana,
    Que marchó ardiente múrice, el romano
    Y el oro hicieron áspera y tirana.

    Nunca al duro español supo el gusano
    Persuadir que vistiese su mortaja,
    Intercediendo el Can por el verano.

    Hoy desprecia el honor al que trabaja,
    Y entonces fue el trabajo ejecutoria
    Y el vicio graduó la gente baja.


    Pretende el alentado joven gloria
    Por dejar la vacada sin marido,
    Y a Ceres ofende la memoria.

    Un animal a la labor nacido
    De paciencia preciosa a los mortales
    Que Jove fue disfraz y fue vestido.

    Que un tiempo endureció manos reales
    Y detrás de él los cónsules gimieron,
    Y rumi luz en campos celestiales.


    ¿Por cual enemistad se persuadieron
    A que su apocamiento fuese hazaña
    Y a mieses tan gra de ofensa hicieron?

    ¡Qué cosa es ver un infanzón de España
    Abreviado en la silla a la jineta
    Y gastar un caballo en una caña!

    Que la niñez al gallo le acometa
    Con semejante munición apruebo;
    Mas no la edad madura y la perfeta.


    Ejercite sus fuerzas el mancebo
    En frente de escuadrones, no en la frente,
    Del padre hermoso del armento nuevo.

    El trompeta le llame diligente,
    Dando fuerza de ley al viento vano,
    Y al son esté el ejército obediente.

    ¡Con cuánta majestad llena la mano
    La pica, y el mosquete carga el hombro
    Del que se atreve a ser buen castellano!

    Con asco entre las otras gentes nombro
    Al que de su persona, sin decoro,
    Antes quiere dar nota que no asombro.

    Jineta y caña son contagio moro;
    Restitúyanse justas y torneos
    Y hagan paces las capas con el toro.

    Pasadnos Vos de juegos a trofeos,
    Que sólo grande rey y buen privado
    Pueden ejecutar estos deseos.

    Vos, que hacéis repetir siglo pasado
    Con desembarazarnos las persona
    Y sacar a los miembros de cuidado.

    Vos dísteis libertad con las valonas
    Para que sean corteses las cabezas,
    Desnudando el enfado a las coronas.

    Y pues Vos enmendasteis las cortezas,
    Dad a la mayor parte medicina,
    vuélvanse los tablados fortalezas.

    Que la cortés estrella que os inclina
    A privar sin intento y sin venganza,
    Milagro que a la envidia desatina.

    Tiene por sola bienaventuranza
    El reconocimiento temeroso
    No presumida y ciega confianza.

    Pues os dio el ascendiente generoso
    Escudos, de armas y blasones llenos,
    Y por timbre el martirio glorioso.

    Mejores son por Vos los que eran buenos
    Guzmanes, y la cumbre desdeñosa

    Os muestre a su pesar campos serenos.


    Lograd, señor, edad tan venturosa;
    Y cuando nuestras fuerzas examina
    Persecución unida y belicosa.

    La militar valiente disciplina
    Tenga más practicantes que la plaza;
    Descansen tela falsa y tela fina.


    Suceda a la marlota la coraza,
    Y si el Corpus con danzas no lo pide,
    Velillos y oropel no hagan baza.

    El que en treinta lacayos los divide,
    Hacer suerte en el toro y con un dedo
    La hace en él la vara que los mide.

    Mandadlo así, que aseguraros puedo
    Que habéis de restaurar más que Pelayo,
    Pues valdrá por ejércitos el miedo
    y os verá el cielo administrar su rayo.

    ***

    En la Musa Melpómene de El Parnaso español encontramos lo que se llama poesía fúnebre de Quevedo, exequias o inscripciones de personajes, dedicaciones a su muerte. La fuente clásica es clarísima en estos versos. Dejaré algunos poemas sobre este motivo. El tema reaparece en la musa Urania, en relación con los poemas sacros, en la segunda edición de El Parnaso español, de Pedro de Aldrete (sobrino de Quevedo), que se ocupó de las tres últimas Musas tras la muerte de González de Salas. Son poemas largos, hiperbólicos y laudatorios de las excelencias que en vida pudieron adornar a los difuntos, dejando claro al mismo tiempo en qué para la existencia humana.

    Canción fúnebre en la muerte de Don Luis
    Carrillo y Sotomayor


    Miré ligera Nave,
    Que con alas de lino en presto vuelo
    Por el aire süave
    Iba segura del rigor del Cielo,
    Y de tormenta grave.
    En los Golfos del Mar el Sol nadaba
    Y en sus ondas temblaba;
    Y ella, preñada de riquezas sumas,
    Rompiendo sus cristales,
    Le argentaba de espumas,
    Cuando en furor iguales,
    En sus velas los vientos se entregaron.
    Y dando en un bajío,
    Sus leños desató su mismo brío,
    Que de escarmientos todo el Mar poblaron,
    Dejando de su pérdida en memoria
    Rotas jarcias, parleras de su historia.

    En un hermoso prado
    Verde Laurel reinaba presumido,
    De pájaros poblado
    Que, cantando, robaban el sentido
    Al Argos del cuidado.
    De verse con su adorno tan galana
    La Tierra estaba ufana,
    Y en aura blanda la adulaba el viento,
    Cuando una nube fría
    Hurtó en breve momento
    A mis ojos el día;
    Y arrojando del seno un duro rayo,
    Tocó la Planta bella
    Y juntamente derribó con ella
    Toda la gala, Primavera y Mayo.
    Quedó el suelo de verde honor robado,
    Y vio en cenizas su soberbia el prado.
    Vi, con pródiga vena
    De parlero cristal, un Arroyuelo
    Jugando con la arena,
    Y enamorando de su risa al Cielo.
    A la margen amena,
    Una vez murmurando, otra corriendo,
    Estaba entreteniendo;
    Espejo guarnecido de esmeralda
    Me pareció, al miralle,
    Del prado, la guirnalda,
    Mas abrióse en el valle
    Una envidiosa cueva de repente;
    Enmudeció el Arroyo,
    Creció la oscuridad del negro hoyo,
    Y sepultó recién nacida fuente,
    Cuya corriente breve restauraron
    Ojos, que de piadosos la lloraron.
    Un pintado Jilguero,
    Más ramillete que ave parecía;
    Con pico lisonjero
    Cantor del Alba, que despierta al día;
    Dulce cuanto parlero
    Su libertad alegre celebraba,
    Y la paz que gozaba,
    Cuando en un verde y apacible ramo,
    Codicioso de sombra,
    Que sobre varia alfombra
    Le prometió un reclamo,
    Manchadas con la liga vi sus galas;
    Y de enemigos brazos
    En largas redes, en nudosos lazos,
    Presa la ligereza de sus alas,
    Mudando el dulce, no aprendido canto,
    En lastimero son, en triste llanto.
    Nave tomó ya puerto;
    Laurel se ve en el Cielo trasplantado,
    Y de él teje corona;
    Fuente, hoy más pura, a la de Gracia corre
    Desde aqueste desierto;
    Y pájaro, con tono regalado,
    Serafín pisa ya la mejor zona,
    Sin que tan alto nido nadie borre.
    Así que el que a don Luis llora no sabe
    Que, Pájaro, Laurel y Fuente y Nave
    Tiene en el Cielo, donde fue escogido,
    Flores y Curso largo y Puerto y Nido.

    **


    A los huesos de un rey en un sepulcro,
    ignorándose, y se conoció por los pedazos de una corona

    Estas que veis
    aquí pobres y escuras
    ruinas desconocidas,
    pues aun no dan señal de lo que fueron;
    estas piadosas piedras más que duras,
    pues del tiempo vencidas,
    borradas de la edad, enmudecieron
    letras en donde el caminante, junto,
    leyó y pisó soberbias del difunto;
    estos güesos, sin orden derramados,
    que en polvo hazañas de la muerte escriben,
    ellos fueron un tiempo venerados
    en todo el cerco que los hombres viven.
    Tuvo cetro temido
    la mano, que aun no muestra haberlo sido;
    sentidos y potencias habitaron
    la cavidad que ves sola y desierta;
    su seso altos negocios fatigaron;
    ¡y verla agora abierta,
    palacio, cuando mucho, ciego y vano
    para la ociosidad de vil gusano!
    Y si tan bajo huésped no tuviere,
    horror tendrá que dar al que la viere.
    ¡Oh muerte, cuánto mengua en tu medida
    la gloria mentirosa de la vida!
    Quien no cupo en la tierra al habitalla,
    se busca en siete pies y no se halla.
    Y hoy, al que pisó el oro por perderle,
    mal agüero es pisarle, miedo verle.
    Tú confiesas, severa, solamente
    cuánto los reyes son, cuánto la gente.
    No hay grandeza, hermosura, fuerza o arte
    que se atreva a engañarte.
    Mira esta majestad, que persuadida
    tuvo a la eternidad la breve vida,
    cómo aquí, en tu presencia,
    hace en su confesión la penitencia.
    Muere en ti todo cuanto se recibe,
    y solamente en ti la verdad vive:
    que el oro lisonjero siempre engaña,
    alevoso tirano, al que acompaña.
    ¡Cuántos que en este mundo dieron leyes,
    perdidos de sus altos monumentos,
    entre surcos arados de los bueyes
    se ven, y aquellas púrpuras que fueron!
    Mirad aquí el terror a quien sirvieron:
    respetó el mundo necio
    lo que cubre la tierra con desprecio.
    Ved el rincón estrecho que vivía
    la alma en prisión obscura, y de la muerte
    la piedad, si se advierte,
    pues es merced la libertad que envía.
    Id, pues, hombres mortales;
    id, y dejaos llevar de la grandeza;
    y émulos a los tronos celestiales,
    vuestra naturaleza
    desconoced, dad crédito al tesoro,
    fundad vuestras soberbias en el oro;
    cuéstele vuestra gula desbocada
    su pueblo al mar, su habitación al viento.
    Para vuestro contento
    no críe el cielo cosa reservada,
    y las armas continuas, por hacerlas
    famosas y por gloria de vestirlas,
    os maten más soldados con sufrirlas,
    que enemigos después con padecerlas.
    Solicitad los mares
    para que no os escondan los lugares,
    en donde, procelosos,
    amparan la inocencia
    de vuestra peregrina diligencia,
    en parte religiosos.
    Tierra que oro posea,
    sin más razón, vuestra enemiga sea.
    No sepan los dos polos playa alguna
    que no os parle por ruegos la Fortuna.
    Sirva la libertad de las naciones
    al título ambicioso en los blasones;
    que la muerte, advertida y veladora,
    y recordada en el mayor olvido,
    traída de la hora,
    presta vendrá con paso enmudecido
    y, herencia de gusanos,
    hará la posesión de los tiranos.
    Vivo en muerte lo muestra
    este que frenó el mundo con la diestra;
    acuérdase de todos su memoria;
    ni por respeto dejará la gloria
    de los reyes tiranos,
    ni menos por desprecio a los villanos.
    ¡Qué no está predicando
    aquel que tanto fue, y agora apenas
    defiende la memoria de haber sido,
    y en nuevas formas va peregrinando
    del alta majestad que tuvo ajenas!
    Reina en ti propio, tú que reinar quieres,
    pues provincia mayor que el mundo eres.


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    Mensaje por Maria Lua Jue 15 Jul 2010, 02:24

    Gracias, querido Pascual,
    por tus colaboraciones!
    Besos, amigo
    Maria Lua


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    "Ser como un verso volando
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    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Maria Lua Jue 15 Jul 2010, 02:29

    Gracias, querida Helena...
    Para no quedar tan largo,
    puedes publicar dos
    o tres poemas
    en cada aportación...
    Muy bueno tu trabajo,
    amiga
    Volveré a leerlo
    Besos
    Maria Lua


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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Mensaje por Pascual Lopez Sanchez Jue 15 Jul 2010, 12:39

    Sigo leyendo tu excepcional trabajo, Helena. Un beso
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    Francisco de Quevedo - FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645) - Página 2 Empty MARIA LUA

    Mensaje por helena Vie 16 Jul 2010, 16:43

    Querida Lua, tienes razón en que la última
    entrega fue muy larga, y es que cometí el
    error de abordar de una vez varios aspectos
    de la poesia quevediana. Sin embargo, no
    comparto tu sugerencia sobre "dos poemas"
    únicamente, no sería ni siquiera una muestra
    testimonial. Este modesto trabajo es sólo un
    referente mínimo de la ingente obra de este
    autor; creo que no se puede restringir más,
    si se pretende que Quevedo aparezca como lo
    que es, un poeta genial pero polifacético.
    Gracias por emitir tu opinión.
    Un beso cariñoso
    Helena

    .
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    Francisco de Quevedo - FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645) - Página 2 Empty PASCUAL LÓPEZ SÁNCHEZ

    Mensaje por helena Vie 16 Jul 2010, 16:47

    Hola, Pscual, muchas gracias por entrar de nuevo.
    Puedes volver y leerlo poco a poco...

    Un beso
    Helena
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    Mensaje por helena Vie 16 Jul 2010, 16:59

    Concluye El Parnaso español de González de Salas con los poemas generalmente llamados satírico-burlescos, los más numerosos y populares de la obra poética quevediana, distribuidos entre las Musas Terpsícore y Talía. Las composiciones son muy variadas en forma y contenido. En Terpsícore encontramos poemas que se cantan y bailan, letrillas satíricas, burlescas y líricas, jácaras (creación de Quevedo), bailes de música, bromas, etc... En Talía hallamos jácaras, poemas de inspiración clásica relacionados con los sátiros, jocoserías, que Quevedo llamó burlescas, donde lo fundamental son las ambigüedades o equívocos que a veces tienen carácter obsceno. Temas característicos de los poemas satírico-burlescos podrían ser los ataques a médicos y boticarios, a plazas y jardines, a los tipos de gente (mujeres flacas, gordas, poetas, cornudos, viejos que se cree niños, etc... ), sátiras personales, entre los que se cuentan los antigongorinos, los anticulteranos y otros contra Pérez de Montalván, Ruiz de Alarcón, Jusepa Vaca, etc... Son abundantes los sonetos, letrillas, romances, décimas, redondillas y algún madrigal lírico burlesco. Cabe añadir que, en las jácaras, Quevedo fue un popularizador de los romances de germanía. En ellas reproduce el uso de la jerga picaresca y el habla de los truhanes que poblaban aquella época.
    Paso a dejar algunos poemas, una mínima muestra de los motivos satírico- burlescos de este autor.


    DÉCIMAS

    Pues me hacéis casamentero,
    Ángela de Mondragón,
    escuchad de vuestro esposo
    las grandezas y el valor.
    Él es un médico honrado,
    por la gracia del Señor,
    que tiene muy buenas letras
    en el cambio y el bolsón.
    Quien os lo pintó cobarde
    no lo conoce y mintió,
    que ha muerto más hombres vivos
    que mató el Cid Campeador.
    **

    A ALGUIEN QUE HABLA DE MANERA AFECTADA

    Con tres estilos alanos
    quiero asirte de la oreja,
    porque te tengo mi queja,
    ya que no pueden mis manos.
    La habla de los cristiano
    es lenguaje de ramplón;
    por eso va la razón
    de un circunloquio discreto
    en retruécano y conceto
    como en calzas y jubón.
    **

    TODAS PONEMOS
    (letrilla satírica)

    Sabed, vecinas,
    que mujeres y gallinas
    todas ponemos,
    unas cuernos y otras huevos.
    Viénense a diferenciar
    la gallina y la mujer,
    en que ellas saben poner,
    nosotras sólo quitar;
    y en lo que es cacarear
    el mismo tono tenemos.
    Todas ponemos,
    unas cuernos y otras huevos.
    Doscientas gallinas hallo
    yo con un gallo contentas;
    mas si nuestros gallos cuentas,
    mil que den son nuestro gallo;
    y cuando llegan al fallo,
    en Cuclillos los volvemos.
    Todas ponemos,
    unas cuernos y otras huevos.

    En gallinas regaladas
    tener pepita es gran daño,
    y en las mujeres de ogaño
    lo es el ser despepitadas.
    Las viejas son emplumadas,
    por darnos con que volemos.
    Todas ponemos,
    unas cuernos y otras huevos.
    **

    CASAMIENTO RIDÍCULO

    Trataron de casar a Dorotea
    los vecinos con Jorge el extranjero,
    de mosca en masa gran sepulturero
    y el que mejor pasteles aporrea.
    Ella es verdad que es vieja, pero fea,
    docta en endurecer pelo y sombrero;
    faltó el ajuar y no sobró dinero,
    mas trájole tres dientes de librea.
    Porque Jorge después no se alborote
    y tabique ventanas y desvanes,
    hecho tiesto de cuernos el cogote,
    con un guante, dos moños, tres refranes
    y seis libras de zarza, llevó en dote
    tres hijas, una suegra y dos galanes.
    **

    CALIFICA A SU MARIDO UNA MOZA DE BUENA CALIDAD
    (romance satírico)

    Mi marido, aunque es chiquito,
    al mayor de otra mujer
    le lleva del pelo arriba
    dos dedos puestos en pie.
    No dice. “Esta boca es mía”
    sino al tiempo de comer;
    sin saber de dónde viene,
    todo le sabe muy bien.
    Si por algunas visiones
    se me enoja alguna vez,
    échome yo con la carga,
    métese en baraja él.
    De mis hijos solamente
    padre de gaznate es;
    yo los paro y él los traga
    por suyos de tres en tres.
    Si he menester el vestido,
    su testa es el Mercader,
    pues dexa que me le hagan
    sin hacer que me le den.
    Si esto me mormura alguna
    mozuela Matusalén,
    juzgue mi tiempo presente
    por el tiempo que ella fue.
    Y si á mi marido algunos
    maridísimos de bien,
    yo sé que al Sol han de hallarse
    caracoles más de cien.
    **

    CONTRA GÓNGORA

    ¿Qué captas, noturnal, en tus canciones,
    Góngora bobo con crepusculallas,
    si cuando anhelas más garcivolallas,
    las reutilizas más y subterpones?
    Microcósmote Dios de inquiridiones,
    y quieres te investiguen por medallas
    como priscos, estigmas y antiguallas,
    por desitinerar vates tirones
    Tu forasteneidad es tan eximia,
    que te ha de detractar el que te rumia,
    pues ructas viscerable cacoquimia,
    farmacofolorando como numia,
    si estomacabundancia das tan nimia,
    metamorfoseando el arcadumia

    ***

    .
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    Mensaje por helena Vie 23 Jul 2010, 18:46



    Muere González de Salas en 1651 sin concluir su trabajo en El Parnaso español. Continúa la tarea editorial Pedro Aldrete Quevedo y Villegas, sobrino del poeta, quien publicó en Madrid el año 1670 Las tres Musas últimas castellanas. Segunda cumbre del Parnaso español. Su labor fue algo más descuidada que la de su predecesor, pues repitió poemas ya publicados o ligeramente desordenados, aunque continuó el plan supuestamente establecido por su tío:
    Euterpe, séptima Musa, se ocupa de la poesía bucólica, prolongando además el ciclo de poesías amorosas y retomando asimismo el nombre de la amada Lisi. La octava Musa, Calíope, contiene poemas heroicos, letrillas satíricas y silvas morales. Estas últimas, en número de treinta, se cuentan entre lo más representativo del Barroco por su temática acerca del paso del tiempo y la muerte como fin. La novena y última Musa, Urania, se dedica a la poesía sacra y también retoma la poesía fúnebre, que ya encontramos en la Musa Melpómene.
    Paso a dejar algunos poemas contenidos en estas tres últimas Musas, en sucesivas entregas, y con ello finalizo esta reseña de la obra poética de Francisco de Quevedo y Villegas.

    De la Musa Euterpe:

    A Fili, que suelto el cabello lloraba la ausencia de su pastor

    Ondea el oro en hebras proceloso,
    corre el humor en perlas hilo a hilo;
    juntó la pena al Tajo con el Nilo,
    éste creciendo, cuando aquél precioso.
    Tal el cabello, tal el rostro hermoso
    asiste en Fili al doloroso estilo,
    cuando por las ausencias de Batilo,
    uno derrama rico, otro lloroso.
    Oyó gemir con músico lamento
    y mustia y ronca voz tórtola amante,
    amancillando querellosa el viento,
    dijo: “Si imitas mi dolor constante,
    eres lisonja dulce de mi acento;
    si le compites, no es tu mal bastante”.


    **

    A Lísida, pidiéndoles unas flores que tenía en la mano,
    y persuadiéndola imite a una fuente

    Ya que huyes de mí, Lisida hermosa,
    imita las costumbres de esta fuente,
    que huye de la orilla eternamente,
    y siempre la fecunda generosa.
    Huye de mí cortés, y, desdeñosa,
    sígate de mis ojos la corriente;
    y, aunque de paso, tanto fuego ardiente
    merézcate una yerba y una rosa.
    Pues mi pena ocasionas, pues te ríes
    del congojoso llanto que derramo
    en sacrificio al claustro de rubíes,
    perdona lo que soy por lo que amo,
    y cuando, desdeñosa, te desvíes,
    llévate allá la voz con que te llamo.


    **

    Que todo tiene fin si no es mi pena
    (octavas glosando)

    Yo vi todas las galas del Verano
    y engañaba las perlas de la aurora
    en el oro del sol sobre este llano;
    vi de esmeraldas el campo, mas agora
    la blanca nieve del invierno cano
    de todo le desnuda y le desdora:
    todo lo acaba el tiempo, y lo enagena,
    que todo tiene fin si no es mi pena.
    Yo vi presa del yelo la corriente
    que, en líquidos cristales derretida,
    despide alegre la perlera fuente,
    de nubes pardas, y de horror vestidas;
    vi la cara del sol resplandeciente,
    la mar que agora temo embravecida;
    vi mansa en otro tiempo, vi serena,
    que todo tiene fin menos mi pena.
    En el oro del sol sobre este llano
    vi engastadas las perlas del aurora
    y las más ricas joyas del Verano.


    **

    Soneto pastoril
    Dice, que como el labrador teme el agua cuando viene con truenos, habiéndola deseado, así es la vista de su pastora

    Ya viste que acusaban los sembrados
    secos, las nubes y las lluvias; luego
    viste en la tempestad temer el riego,
    los surcos con el rayo amenazados.
    Más quieren verse secos que abrasados,
    viendo que al agua la acompaña el fuego
    y el relámpago y trueno sordo y ciego,
    y mustio el campo teme los nublados.
    No de otra suerte temen la hermosura
    que en los tuyos mis ojos codiciaron,
    anhelando la luz serena y pura.
    Pues luego que se abrieron, fulminaron,
    y amedrentando el gozo a mi ventura,
    encendieron en mí cuanto miraron.


    **

    Culpa lo cruel de su dama

    Hay en Sicilia una famosa fuente
    que en piedra toma cuanto moja y baña,
    de donde huye la ligera caña
    el vil rigor del natural corriente.
    Y desde el pie gallardo hasta la frente,
    Anaxarete, de dureza extraña,
    convertida fue en piedra, y en España
    pudiera dar ejemplo más patente.
    Mas donde vos estáis es excusado
    buscar ejemplo en todas las criaturas,
    pues mis quejas jamás os ablandaron.
    Y al fin estoy a creer determinado
    que algún monte os parió de entrañas duras,
    O que en aquesta fuente os bautizaron.


    ***


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    Mensaje por helena Sáb 24 Jul 2010, 06:49




    De la Musa Calíope:


    Letrilla burlesca

    Hemos venido a llegar
    á tiempo, que en damas claras
    son de solimán las caras,
    las almas de rejaljar;
    Piensanse ya remozar,
    y volver al color nuevo,
    haciendo Jordán un huevo
    que le remoce los años;
    quiero callar desengaños
    y pues a todos les toca,
    punto en boca.
    Honranse de tantos modos
    las mugeres por la fama,
    que casta muger se llama
    la que la hace con todos:
    los dineros son los Godos,
    y vencen deudas presentes,
    que son sangre los parientes,
    y el dinero del galán
    es sangre, es carne y es pan,
    es Alaejos, y Coca.
    Punto en boca.
    Persigue el pobre ladron
    el Alguacil con testigos,
    que siempre son enemigos
    los que de un oficio son:
    los dos van contra el bolson;
    hurtan el ladron futil,
    y al ladron el Alguacil,
    y assi gana los perdones,
    siendo ladron de ladrones
    que los castiga, y convoca.
    Punto en boca.
    En la casa del Tribuno,
    tanta justicia se halla,
    que aun su muger por guardalla
    dá lo suyo a cada uno:
    no le enfada el importuno
    a quien en fiera cadena
    su marido dá la pena,
    pues ella le da la gloria,
    y para darle victoria,
    el primer auto revoca.
    Punto en boca.


    **

    Quintillas

    Juicio moral a los Planetas

    Ningun cometa es culpado
    ni hay signo de mala ley,
    pues para morir penado
    la envidia basta al privado
    y el cuidado sobre el Rey.
    De las cosas inferiores
    siempre poco caso hicieron
    los celestes resplandores;
    y mueren porque nacieron
    todos los Emperadores
    Sin prodigios, ni Planetas,
    he visto muchos desastres,
    y sin Estrellas profetas:
    mueren reyes sin cometas
    y mueren con ellas Sastres.
    De tierra se creen extraños
    los Príncipes de este suelo;
    sin mirar que los más años
    aborta también el Cielo
    cometas por los picaños.
    El cometa que más brava
    muestra crinada cabeza,
    Rey, para tu vida esclava
    es la desorden que empieza
    el mal que el Médico acaba.


    **

    Al polvo de un amante que en un Relox de vidrio servía de arena a Floris, que le abrasó
    (Silva IX)

    Este polvo sin sosiego
    al que tal fatiga dan
    vivo y muerto amor y fuego,
    hoy derramando, ayer ciego,
    y siempre en eterno afán:
    este que Fabio algun día,
    cuando el incendio quería,
    que en polvo le desató,
    y en el vidio amortajó
    la ceniza nunca fría.
    A tal tormento tu amante
    destinas, Floris traidora:
    pues ya polvo caminante,
    corre el día en cada hora
    y la hora a cada instante.
    Quitóle tu crueldad,
    dándole ansí monumento,
    mal desmentida en piedad,
    con vidrio y con movimiento,
    quietud y seguridad.
    Relox en el que yo vi
    idolatrar tus Auroras,
    Floris, cuando me perdí.
    No cuento por él las horas,
    sino sus penas por ti.
    ¡O horrible beldad, á quien
    á quererte, mira si arde también!
    Pues sus penas eternizas,
    y después de las cenizas
    vive aún, Floris, tu desdén.


    **

    El arroyo
    Silva XXX

    ¡Qué alegre que recibes
    con toda tu corriente
    al Sol en cuya luz brillas y vives,
    hija del antiguo bosque, sacra fuente!
    ¡Ay cómo de sus rubios rayos fías
    tu secreto caudal, tus aguas frías!
    Balsonas confiado en el verano
    y haces bravatas al invierno cano.
    No te maltrates, porque en tal camino
    ha de volver, aunque se va, mojado;
    y mira que tu nuevo sol dorado
    también se ha de volver como se vino.
    De paso va por ti la Primavera
    y el Imbierno, ley de la alta esfera:
    huéspedes son; no son habitadores
    en ti los meses que revuelve el Cielo.
    Seca con el calor á mar el yelo,
    y presa con el yelo los calores.
    Confieso que tu lumbre te desata
    de cárcel transparente,
    que es cristal suelto, y pareció de plata;
    pero temo que ardiente
    viene más a beberte que a librarte;
    y más debes quejarte
    del que empobrece tu corriente clara
    que no del yelo, que piadoso, viendo
    que te fatigas de ir siempre corriendo,
    porque descanses te congela y pasa.


    ***



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    Mensaje por helena Sáb 24 Jul 2010, 09:42




    De la Musa Urania:


    Pues hoy derrama noche...

    Pues hoy derrama noche el sentimiento
    por todo el cerco de la lumbre pura,
    y amortecido el Sol en sombra oscura
    dá lágrimas al fuego, y voz al viento:
    pues de la muerte el negro encerramiento
    descubre con temblor la sepultura,
    y el monte, que embaraza la llanura,
    del mar cercano se divide atento;
    de piedra es, hombre duro, de diamante,
    tu corazón, pues muerte tan severa
    no amarga con tus ojos tu semblante.
    Mas no es de piedra, no, que si lo fuera,
    de lástima de ver a Dios amante
    entre las otras piedras se rompiera.
    En ver correr a Dios la sangre clara
    en abundante vena por el suelo,
    que borró el sentimiento todo el Cielo
    y al Sol desaliñó cabello y cara.


    **

    A Caín

    Caín, por mas bien visto, tu fiereza
    quitó la vida a Abel, porque ofrecía
    a Dios el mejor fruto que tenía,
    como tú lo peor de tu riqueza.
    A quien hizo mayor naturaleza,
    hizo la envidia sólo alevosía,
    que á la sangre dio voz, y llanto al día,
    a ti condenación, miedo y tristeza.
    Temblando vives, y el temblor advierte,
    que aunque mereces muerte por tirano,
    que tiene en despreciarte honra la muerte.
    La quixada de fiera, que en tu mano
    sangre inocente de tu padre vierte,
    la tuya chupará sobre tu hermano.


    **

    Reprende la ceguera de los judíos en guardar á Christo muerto en las clausuras de las piedras, habiendo visto que se quebraron en su muerte

    Si visteis a las piedras quebrantarse
    en la muerte de Christo con violencia,
    en su sepulcro ¿cómo a su obediencia
    dudáis que dexarán de levantarse?
    Si supieron las piedras animarse
    con su muerte en piadosa diligencia,
    en su Resurrección y en su presencia
    con más razón podrán vivificarse.
    La piedra que le guarda lo procura:
    aquella le acompaña, esta le entierra;
    aquella de sus triunfos se asegura,
    esta, igualmente racional y dura,
    será destrozo de gloriosa guerra:
    aquella será trono y sepultura.


    ***

    Salmo XXVII

    Amor me tuvo alegre el pensamiento,
    y en el tormento, lleno de esperanza,
    cargándome con vana confianza
    los ojos claros del entendimiento.
    Ya del error pasado me arrepiento;
    pues cuando llegue al puerto con bonanza,
    de cuanta gloria y buenaventuranza
    el mundo puede darme, toda es viento.
    Corrido estoy de los pasados años,
    que reducir pudiera a mejor unos.
    Buscando paz, y no siguiendo engaños.
    y así, mi Dios, a Ti vuelvo confuso,
    cierto que has de librarme de estos daños:
    pues conozco mi culpa y no la excuso.


    **

    Salmo XXVIII

    A las palabras que le dijo Christo a Judas cuando le entregó

    Dícele a Judas el Pastor Cordero
    cuando le vende: “¿A qué viniste, amigo?
    Del regalo del Hijo, a mi castigo;
    de oveja humilde y simple, a lobo fiero;
    de apóstol de mi ley, a carnicero;
    de rico de mis bienes a mendigo;
    de cayado a la horca, sin mi abrigo;
    de discípulo a ingrato despensero.
    Véndete, y no te vendas, y mi muerte
    sea rescate también a tus traiciones:
    no siento mi prisión, sino perderte.
    El cordel que a tu cuello le dispones,
    Judas, ponle a mis pies con lazo fuerte:
    perdónate, y a mí no me perdones”.


    **

    Epitafio a una señora en su sepulcro

    Aqueste es el poniente y el nublado
    donde el tiempo, Nerón, tiene escondido
    el claro sol que en su carrera ha sido
    por el divino Josué parado.
    Estos leones, cuyo aspecto airado
    se muestran por su dueño enternecido,
    a una águila real guardan el nido
    de un cordero en el templo venerado.
    Estas urnas son en piedra dura
    de las cenizas donde nace el vuelo
    la fénix Catalina, hermosa y pura.
    Aquestos son los siete pies del suelo
    que al mundo miden la mayor altura:
    marcas que a vuestras glorias pone el cielo.


    ***



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    Mensaje por Castillo Jue 26 Abr 2012, 11:50

    En verdad es genial don Francisco de Quevedo, pero a mi no solo me gusta su obra poética sino que también me encantan sus obras satíricas ¡y vaya que son satíricas! son espantosamente satíricas, cargadas de veneno, y tan actuales ahora como entonces. ¿A cuántos de nuestros jueces veríamos hoy, haciendo lo que vio Quevedo en su Sueño del Juicio Final?:

    A mi lado izquierdo oí como ruido de alguno que nadaba, y vi a un juez que lo había sido, que estaba en medio del arroyo lavándose las manos, y esto hacía muchas veces. Lleguéme a preguntarle por qué se lavaba tanto y díjome que en vida, sobre ciertos negocios, se las habían untado, y que estaba porfiando allí por no parecer con ellas de aquella suerte delante la universal residencia.

    ¿Y que decir de los que se la llevan prediciendo el Fin del Mundo?:

    No bien lo dijeron cuando, cargado de astrolabios y globos, entró un astrólogo dando voces y diciendo que se habían engañado, que no había de ser aquel día el del Juicio, porque Saturno no había acabado sus movimientos ni el de trepidación el suyo.

    Me encanta Quevedo, pero ¡cómo no iba a ser pesimista, desilusionado y sarcástico si veía el mundo tal como es! miren si no este fragmentito de El mundo de por dentro, retrato fidedigno de nuestra sociedad:

    -¿Y cómo se llama -dije yo- la calle mayor del mundo, donde hemos de ir?
    -Llámase -respondió- Hipocresía, calle que empieza con el mundo y se acabará con él; y no hay nadie casi que no tenga, si no una casa, un cuarto o un aposento en ella. Unos son vecinos y otros paseantes, que hay muchas diferencias de hipócritas, y todos cuantos ves por ahí lo son.
    . . .
    Pues todo es hipocresía. Pues en los nombres de las cosas ¿no la hay la mayor del mundo? El zapatero de viejo se llama entretenedor del calzado; el botero, sastre del vino, que le hace de vestir; el mozo de mulas, gentilhombre de camino; el bodegón, estado, el bodegonero, contador; el verdugo se llama miembro de la justicia y el corchete criado; el fullero, diestro; el ventero, güésped; la taberna, ermita; la putería, casa; las putas, damas; las alcahuetas, dueñas; los cornudos, honrados. Amistad llaman el mancebamiento, trato a la usura, burla a la estafa, gracia la mentira, donaire la malicia, descuido la bellaquería, valiente al desvergonzado, cortesano al vagamundo, al negro moreno, señor maestro al albardero y señor doctor al platicante. Así que ni son lo que parecen ni lo que se llaman, hipócritas en el nombre y en el hecho. ¿Pues unos nombres que hay generales? A toda pícara, señora hermosa; a todo hábito largo, señor licenciado; a todo gallofero, señor soldado; a todo bien vestido, señor hidalgo; a todo fraile motilón o lo que fuere, reverencia y aun paternidad; a todo escribano, secretario. De suerte que todo el hombre es mentira por cualquier parte que le examinéis, si no es que, ignorante como tú, crea las apariencias.


    Vale la pena leer a Quevedo, tratos, damas, valientes, reverencias, miembros de la justicia, cuántos usan esos nombres siendo en realidad algo muy diferente...vaya si no...

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 05 Ene 2016, 12:50

    .


    Dos sonetos morales de Quevedo:


    ¡Ah de la vida!... ¿Nadie me responde?
    ¡Aquí de los antaños he vivido!
    La fortuna mis tiempos ha mordido;
    las horas mi locura las esconde.

    ¡Que sin poder saber cómo ni adónde
    la salud y la edad se hayan huido!
    Falta la vida, asiste lo vivido,
    y no hay calamidad que no me ronde.

    Ayer se fue; mañana no ha llegado;
    hoy se está yendo sin parar un punto:
    soy un fue, y un seré, y un es cansado.

    En el hoy y mañana y ayer, junto
    pañales y mortajas, y he quedado
    presentes sucesiones de difuntos.

    ***

    Fue sueño ayer, mañana será tierra.
    Poco antes nada y poco después humo.
    ¡Y destino ambiciones! ¡Y presumo
    apenas punto al cerco que me cierra!

    Breve combate de importuna guerra,
    en mi defensa soy peligro sumo,
    y mientras con mis armas me consumo,
    menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

    Ya no es ayer, mañana no ha llegado,
    hoy pasa y es y fue, con movimiento
    que a la muerte me lleva despeñado.

    Azadas son las horas y el momento
    que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
    cavan en mi vivir mi monumento.


    .


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 06 Ene 2016, 11:54

    .


    Tres sonetos morales de Quevedo:

    Ya formidable y espantoso suena
    dentro del corazón el postrer día,
    y la última hora, negra y fría,
    se acerca, de temor y sombras llena.

    Si agradable descanso, paz serena
    la muerte en traje de dolor envía,
    señas da su desdén de cortesía;
    más tiene de caricia que de pena.

    ¿Qué pretende el temor desacordado
    de la que a rescatar piadosa viene
    espíritu en miserias anudado?

    Llegue rogada, pues mi bien previene,
    hálleme agradecido, no asustado;
    mi vida acabe y mi vivir ordene.

    ***

    Vivir es caminar breve jornada
    y muerte viva es, Lico, nuestra vida,
    ayer al frágil cuerpo amanecida,
    cada instante en el cuerpo sepultada.

    Nada que, siendo, es poco y será nada
    en poco tiempo, que ambiciosa olvida,
    pues de la vanidad mal persuadida
    anhela duración tierra animada.

    Llevada de engañoso pensamiento
    y de esperanza burladora y ciega,
    tropezará en el mismo monumento,

    como el que divertido el mar navega,
    y sin moverse vuela con el viento,
    y antes que piense en acercarse llega.

    ***

    Un nuevo corazón, un hombre nuevo
    ha menester, Señor, la ánima mía;
    desnúdame de mí, que ser podría
    que a tu piedad pagase lo que debo.

    Dudosos pies por ciega noche llevo,
    que ya he llegado a aborrecer el día,
    y temo que hallaré la muerte fría
    envuelta en, bien que dulce, mortal cebo.

    Tu hacienda soy; tu imagen, Padre, he sido,
    y, si no es tu interés en mí, no creo
    que otra cosa defiende mi partido.

    Haz lo que pide verme cual me veo,
    no lo que pido yo, pues, de perdido,
    recato mi salud de mi deseo.


    .


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 07 Ene 2016, 15:52

    .


    Una silva y dos sonetos, morales, de Quevedo:

    Cuando me vuelvo atrás a ver los años
    que han nevado la edad florida mía,
    cuando miro las redes, los engaños
    donde me vi algún día,
    más me alegro de verme fuera de ellos,
    que un tiempo me pesó de padecellos.
    Pasa veloz del mundo la figura,
    y la muerte los pasos apresura;
    la vida nunca para,
    ni el Tiempo vuelve atrás la anciana cara.
    Nace el hombre sujeto a la Fortuna,
    y en naciendo comienza la jornada
    desde la tierna cuna
    a la tumba enlutada,
    y las más veces suele un breve paso
    distar aqueste oriente de su ocaso.
    Sólo el necio mancebo,
    que corona de flores la cabeza,
    es el que solo empieza
    siempre a vivir de nuevo.
    Pues si la vida es tal, si es de esta suerte,
    llamarla vida agravio es de la muerte.

    ***

    Ven ya, miedo de fuertes y de sabios;
    irá la alma indignada con gemido
    debajo de las sombras, y el olvido
    beberán por demás mis secos labios.

    Por tal manera Curios, Decios, Fabios
    fueron; por tal ha de ir cuanto ha nacido;
    si quieres ser a alguno bien venido,
    trae con mi vida fin a mis agravios.

    Esta lágrima ardiente con que miro
    el negro cerco que rodea mis ojos,
    naturaleza es, no sentimiento.

    Con el aire primero este suspiro
    empecé, y hoy le acaban mis enojos,
    porque me deba todo al monumento.

    ***

    Todo tras sí lo lleva el año breve
    de la vida mortal, burlando el brío
    al acero valiente, al mármol frío,
    que contra el Tiempo su dureza atreve.

    Antes que sepa andar el pie, se mueve
    camino de la muerte, donde envío
    mi vida oscura, pobre y turbio río
    que negro mar con altas ondas bebe.

    Todo corto momento es paso largo
    que doy a mi pesar en tal jornada,
    pues, parado y durmiendo, siempre aguijo.

    Breve suspiro y último y amargo
    es la muerte, forzosa y heredada;
    mas si es ley y no pena, ¿qué me aflijo?


    .


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 08 Ene 2016, 05:57

    .


    Tres sonetos morales de Quevedo:

    ¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
    ¡Oh cómo te deslizas, edad mía!
    ¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,
    pues con callado pie todo lo igualas!

    Feroz, de tierra el débil muro escalas,
    en quien lozana juventud se fía;
    mas ya mi corazón del postrer día
    atiende el vuelo, sin mirar las alas.

    ¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte!
    ¡Que no puedo querer vivir mañana
    sin la pensión de procurar mi muerte!

    Cualquier instante de la vida humana
    es nueva ejecución con que me advierte
    cuán frágil es, cuán mísera, cuán vana.

    ***

    Dichoso tú, que, alegre en tu cabaña,
    mozo y viejo espiraste la aura pura,
    y te sirven de cuna y sepultura
    de paja el techo, el suelo de espadaña.

    En esa soledad que libre baña
    callado sol con lumbre más segura,
    la vida al día más espacio dura,
    y la hora, sin voz te desengaña.

    No cuentes por los cónsules los años;
    hacen tu calendario tus cosechas;
    pisas todo tu mundo sin engaños.

    De todo lo que ignoras te aprovechas;
    ni anhelas premios, ni padeces daños,
    y te dilatas cuanto más te estrechas.

    **

    Retirado en la paz de estos desiertos,
    con pocos pero doctos libros juntos,
    vivo en conversación con los difuntos
    y escucho con mis ojos a los muertos.

    Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
    o enmiendan o fecundan mis asuntos;
    y en músicos callados contrapuntos
    al sueño de la vida hablan despiertos.

    Las grandes almas que la muerte ausenta,
    de injurias de los años vengadora,
    libra ¡oh gran don Ioseph! Docta la imprenta.

    En fuga irrevocable huye la hora,
    pero aquélla el mejor cálculo cuenta
    que en la lección y estudios nos mejora.


    (continuará)


    .


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 09 Ene 2016, 07:19

    .


    Tres sonetos amorosos de Quevedo:

    ¡Ay, Floralba! Soñé que te... ¿Direlo?
    Sí, pues que sueño fue: que te gozaba.
    ¿Y quién sino un amante que soñaba
    juntara tanto infierno a tanto cielo?

    Mis llamas con tu nieve y con tu hielo,
    cual suele opuestas flechas de su aljaba,
    mezclaba Amor, y honesto las mezclaba,
    como mi adoración en su desvelo.

    Y dije: “Quiera Amor, quiera mi suerte,
    que nunca duerma yo, si estoy despierto,
    y que si duermo, que jamás despierte”.

    Mas desperté del dulce desconcierto,
    y vi que estuve vivo con la muerte,
    y vi que con la vida estaba muerto.

    ***

    A fugitivas sombras doy abrazos;
    en los sueños se cansa el alma mía;
    paso luchando a solas noche y día
    con un trasgo que traigo entre mis brazos.

    Cuando le quiero más ceñir con lazos,
    y viendo mi sudor, se me desvía;
    vuelvo con nueva fuerza a mi porfía
    y temas con amor me hacen pedazos.

    Voyme a vengar en una imagen vana,
    que no se aparta de los ojos míos;
    búrlame y de burlarme corre ufana.

    Empiézola a seguir, fáltanme bríos,
    y como de alcanzarla tengo gana,
    hago correr tras ella el llanto en ríos.

    ***

    Crespas hebras sin ley desenlazadas,
    que un tiempo tuvo entre las manos Midas;
    en nieve estrellas negras encendidas,
    y cortésmente en paz de ella guardadas.

    Rosas a abril y mayo anticipadas,
    de la injuria del tiempo defendidas;
    auroras en la risa amanecidas,
    con avaricia del clavel guardadas.

    Vivos planetas de animado cielo,
    por quien a ser monarca Lisi aspira,
    de libertades, que en sus luces ata.

    Esfera es racional que ilustra el suelo,
    en donde reina Amor cuanto ella mira,
    y en donde vive Amor cuanto ella mata.


    (continuará)


    .


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 10 Ene 2016, 06:02

    .


    Trs sonetos amorosos de Quevedo:

    Si mis párpados, Lisi, rayos fueran,
    besos fueran los rayos visüales
    de mis ojos, que al sol miran caudales
    águilas, y besaran más que vieran.

    Tus bellezas, hidrópicos, bebieran,
    y cristales sedientos de cristales,
    de luces y de incendios celestiales
    alimentando su morir, vivieran.

    De invisible comercio mantenidos,
    y desnudos de cuerpo, los favores
    gozaran mis potencias y sentidos;

    mudos se requebraran los ardores;
    pudieran, apartados, verse unidos,
    y en público, secretos, los amores.

    ***

    En crespa tempestad del oro hundoso,
    nada golfos de luz ardiente y pura
    mi corazón sediento de hermosura,
    si el cabello deslazas generoso.

    Leandro, en mar de fuego proceloso,
    su amor ostenta, su vivir apura;
    Ícaro, en senda de oro mal segura,
    arde sus alas por morir glorioso.

    Con pretensión de Fénix, encendidas
    sus esperanzas, que difuntas lloro,
    intenta que su muerte engendre vidas.

    Avaro y rico y pobre, en el tesoro,
    el castigo y la hambre, imita a Midas,
    Tántalo en fugitiva fuente de oro.

    ***

    En breve cárcel traigo aprisionado,
    con toda su familia de oro ardiente,
    el cerco de la luz resplandeciente
    y grande imperio del Amor cerrado.

    Traigo el campo que pacen estrellado
    las fieras altas de la piel luciente,
    y a escondidas del cielo y del Oriente,
    día de luz y parto mejorado.

    Traigo todas las Indias en mi mano,
    perlas que, en un diamante, por rubíes
    pronuncian con desdén sonoro hielo

    y razonan tal vez fuego tirano,
    relámpagos de risa carmesíes,
    auroras, gala y presunción del cielo.

    .


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 11 Ene 2016, 05:31

    .


    Tres sonetos amorosos de Quevedo:


    Cerrar podrá mis ojos la postrera
    sombra que me llevare el blanco día,
    y podrá desatar esta alma mía
    hora a su afán ansioso lisonjera;

    mas no, de esotra parte en la ribera,
    dejará la memoria en donde ardía:
    nadar sabe mi llama la agua fría
    y perder el respeto a ley severa.

    Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
    venas que humor a tanto fueo han dado,
    medulas que han gloriosamente ardido,

    su cuerpo dejarán, no su cuidado,
    serán ceniza, mas tendrá sentido,
    polvo serán, mas polvo enamorado.

    ***

    ¡Qué perezosos pies, qué entretenidos
    pasos lleva la muerte por mis daños!
    El camino me alargan los engaños
    y en mí se escandalizan los perdidos.

    Mis ojos no se dan por entendidos,
    y por descaminar mis desengaños,
    me disimulan la verdad los años
    y les guardan el sueño a los sentidos.

    Del vientre a la prisión vine en naciendo;
    de la prisión iré al sepulcro amando,
    y siempre en el sepulcro estaré ardiendo.

    Cuantos plazos la muerte me va dando
    prolijidades son, que va creciendo,
    porque no acabe de morir penando.

    ***

    Cargado voy de mí: veo delante
    muerte que me amenaza la jornada;
    ir porfïando por la senda errada
    más de necio será que de constante.

    Si por su mal me sigue ciego amante
    (que nunca es sola suerte desdichada),
    ¡ay!, vuelva en sí y atrás; no dé pisada
    donde la dio tan ciego caminante.

    Ved cuán errado mi camino ha sido,
    cuán solo y triste y cuán desordenado,
    que nunca ansí le anduvo pie perdido;

    pues por no desandar lo caminado,
    viendo delante y cerca fin temido,
    con pasos que otros huyen le he buscado.



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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 12 Ene 2016, 07:51

    .


    Dos sonetos amorosos de Quevedo:

    En los claustros del alma la herida
    yace callada, mas consume hambrienta
    la vida, que en mis venas alimenta
    llama por las medulas extendida.

    Bebe el ardor hidrópica mi vida
    que ya, ceniza amante y macilenta,
    cadáver del incendio hermoso ostenta
    su luz en humo y noche fallecida.

    La gente esquivo y me es horror el día;
    dilato en largas voces negro llanto,
    que a sordo mar mi ardiente pena envía.

    A los suspiros di la voz del canto,
    la confusión inunda el alma mía,
    mi corazón es reino del espanto.

    ***

    ¿Cuándo aquel fin a mí vendrá forzoso,
    pues por todas las vidas se pasea,
    que tanto el desdichado le desea
    y que tanto le teme el venturoso?

    La condición del hado desdeñoso
    quiere que le codicie y no le vea;
    el descanso le invidia a mi tarea
    parasismo y sepulcro perezoso.

    Quiere el Tiempo engañarme lisonjero,
    llamando vida dilatar la muerte,
    siendo morir el tiempo que la espero.

    Celosa debo de tener la suerte,
    pues viendo, ¡oh Lisi!, que por verte muero,
    con la vida me estorba el poder verte.


    ,


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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 13 Ene 2016, 13:08

    .


    Cuatro sonetos satírico-burlescos de Quevedo:

    Si eres campana, ¿dónde está el badajo?;
    si pirámide andante, vete a Egisto;
    si peonza al revés, trae sobrescrito;
    si pan de azucar, en Motril te encajo.

    Si chapitel, ¿qué haces acá abajo?;
    si de disciplinante mal contrito
    eres el cucurucho y el delito,
    llámente los cipreses arrendajo.

    Si eres punzón, ¿por qué el estuche dejas?
    Si cubilete, saca el testimonio;
    si eres coroza, encájate en las viejas.

    Si büida visión de San Antonio,
    llámate doña Embudo con guedejas;
    si mujer, da esas faldas al demonio.

    ***

    Ministril de las ronchas y picadas,
    mosquito postillón, mosca barbero,
    hecho me tienes el testuz harnero
    y deshecha la cara a manotadas.

    Trompetilla que toca a bofetadas,
    que vienes con rejón contra mi cuero,
    Cupido pulga, chinche trompetero,
    que vuelas comezones amoladas,

    ¿por qué me avisas, si picarme quieres?
    Que pues que das dolor a los que cantas,
    de casta y condición de potras eres.

    Tú vuelas y tú picas y tú espantas,
    y aprendes del cuidado y las mujeres
    a malquistar el sueño con las mantas.

    ***

    La vida empieza en lágrimas y caca,
    luego viene la mu con mama y coco,
    síguense las viruelas, baba y moco,
    y luego llega el trompo y la matraca.

    En creciendo, la amiga y la sonsaca,
    con ella embiste el apetito loco;
    en subiendo a mancebo todo es poco,
    y después la intención peca en bellaca.

    Llega a ser hombre y todo lo trabuca,
    soltero sigue toda perendeca.
    Casado se convierte en mala cuca.

    Viejo encanece, arrúgase y se seca;
    llega la muerte y todo lo bazuca,
    y lo que deja paga, y lo que peca.

    ***

    Rostro de blanca nieve, fondo en grajo,
    la tizne presumida de ser ceja,
    la piel que está en un tris de ser pelleja,
    la plata que se trueca ya en cascajo;

    habla casi fregona de estropajo,
    el aliño imitado a la corneja,
    tez que con pringue y arrebol semeja
    clavel almidonado de gargajo.

    En las guedejas vuelto el oro orujo,
    y ya merecedor de cola el ojo
    sin esperar más beso que el del brujo.

    Dos colmillos comidos de gorgojo,
    una boca con cámaras y pujo,
    a la que rosa fue vuelven abrojo.


    .


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    Francisco de Quevedo - FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645) - Página 2 Empty Re: FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 14 Ene 2016, 13:30

    .


    Dos poemas satírico-burlescos de Quevedo:

    Pues amarga la verdad,
    quiero echarla de la boca,
    y si al alma su hiel toca,
    esconderla es necedad.
    Sépase, pues libertad
    ha engendrado en mi pereza
    la pobreza.

    ¿Quién hace al tuerto galán
    y prudente al sin consejo?
    ¿Quién al avariento viejo
    le sirve de río Jordán?
    ¿Quién hace de piedras pan
    sin ser el Dios verdadero?
    El dinero.

    ¿Quién con su fiereza espanta
    el cetro y corona al rey?
    ¿Quién, careciendo de ley,
    merece nombre de santa?
    ¿Quién con la humildad levanta
    a los cielos la cabeza?
    La pobreza.

    ¿Quién los jueces con pasión,
    sin ser ungüento, hace humanos?
    Pues untándolos las manos
    los ablanda el corazón?
    ¿Quién gasta su opilación
    con oro y no con acero?
    El dinero.

    ¿Quién procura que se aleje
    del suelo la gloria vana?
    ¿Quién, siendo toda cristiana,
    tiene la cara de hereje?
    ¿Quién hace que al hombre aqueje
    el desprecio y la tristeza?
    La pobreza.

    ¿Quién la montaña derriba
    al valle, la hermosa al feo?
    ¿Quién podrá cuanto el deseo,
    aunque imposible, conciba?
    ¿Y quién lo de abajo arriba
    vuelve en el mundo ligero?
    El dinero.

    ***

    Poderoso caballero
    es don Dinero.


    Madre, yo al oro me humillo;
    él es mi amante y mi amado,
    pues, de puro enamorado,
    de contino anda amarillo:
    que pues, doblón o sencillo,
    hace todo cuanto quiero,
    poderoso caballero
    es don Dinero.


    Nace en las Indias honrado,
    donde el mundo le acompaña;
    viene a morir en España,
    y es en Génova enterrado.
    Y pues quien le trae al lado
    es hermoso, aunque sea fiero,
    poderoso caballero
    es don Dinero.


    Es galán y es como un oro,
    tiene quebrado el color,
    persona de gran valor,
    tan cristiano como moro.
    Pues que da y quita el decoro
    y quebranta cualquier fuero,
    poderoso caballero
    es don Dinero.


    Son sus padres principales
    y es de nobles descendiente,
    porque en las venas de Oriente
    todas las sangres son reales;
    y pues es quien hace iguales
    al duque y al ganadero,
    poderoso caballero
    es don Dinero.


    Mas ¿a quién no maravilla
    ver en su gloria sin tasa
    que es lo menos de su casa
    doña Blanca de Castilla?
    Pero, pues da al bajo silla
    y al cobarde hace guerrero,
    poderoso caballero
    es don Dinero.


    Sus escudos de armas nobles
    son siempre tan principales,
    que sin sus escudos reales
    no hay escudos de armas dobles;
    y pues a los mismos robles
    da codicia su minero,
    poderoso caballero
    es don Dinero.


    Por importar en los tratos
    y dar tan buenos consejos,
    en las casas de los viejos
    gatos le guardan de gatos.
    Y pues él rompe recatos
    y ablanda al juez más severo,
    poderoso caballero
    es don Dinero.


    Y es tanta su majestad
    (aunque son sus duelos hartos),
    que con haberle hecho cuartos
    no pierde su autoridad;
    pero, pues da calidad
    al noble y al pordiosero,
    poderoso caballero
    es don Dinero.


    Nunca vi damas ingratas
    a su gusto y afición;
    que a las caras de un doblón
    hacen sus caras baratas;
    y pues las hace bravatas
    desde una bolsa de cuero,
    poderoso caballero
    es don Dinero.


    Más valen en cualquier tierra
    (¡mirad si es harto sagaz!)
    sus escudos en la paz
    que rodelas en la guerra.
    Y pues al pobre le entierra
    y hace propio al forastero,
    poderoso caballero
    es don Dinero.



    .


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