"UNA CUESTIÓN DE HONOR"
(CUENTO)Había una vez un rey muy sabio y recto que le gustaba actuar con honestidad y amaba entrañablemente a su pueblo del cual se había ganado el respeto y el cariño de todos.
Este rey, tenía un hijo frívolo, insensato y hasta un poco cruel que se negaba a servirle a su prójimo como Dios manda.
El rey, muy preocupado por la educación de su hijo, quiso darle una lección y mandó a buscar a la consejera del reino; cuando ella vino y el rey le explicó su caso, la consejera le contestó:
-Solo hay una forma de "doblar" a S.M. El príncipe, convertirlo en un ser inferior... ¡lo convertiré en sapo!
Y tendrá que arrastrarse por el suelo y vivir en el estanque del Palacio y desde allí, verá a la gente pasar con el temor de que lo pisen.
Dicho y hecho, así sucedió, el altivo príncipe ahora era un simple sapo y estaba sufriendo mucho al ver que había perdido todos los privilegios de su posición real.
Muchas veces estuvo al punto de morir pisado por los demás.
Sentía mucha nostalgia de su gran reino y recordaba que nunca bajó su cabeza ante nadie porque se sentía muy superior.
El príncipe rana, fue moldeando su personalidad a fuerza de todas las dificultades que estaba pasando y llegó el día más triste para él en que se encontraba solo, abandonado, apartado de los demás y debajo de un gran aguacero donde hubo relámpagos y truenos, cosa que lo asustó mucho.
Después que había pasado toda una noche de tormenta y guarecido debajo de unas hojas y subido en una roca, alcanzó a oír voces de unos niños que se acercaban hasta donde él estaba escondido.
Estos se pusieron a llorar y a decir:
-Estamos perdidos, por estar jugando lejos de la casa nos sorprendió esa lluvia y no pudimos regresar y ahora... con todos estos árboles en el suelo y el camino tapado y con tantos charcos y lagunas que no podemos ni cruzar... ¡cómo nos vamos a hacer? Snif snif snif.
El príncipe, que los estaba escuchando y reconoció sus voces, que eran unos niños de su pueblo, por primera vez se conmovió y de un salto salió al frente de donde ellos estaban.
Los niños se asustaron mucho e hicieron intención de correr pero la voz del príncipe los detuvo cuando les dijo:
-No se asusten, soy yo, el príncipe Leonardo, que estoy pasando por un castigo por mi falta de humildad y corazón.
-¡Siiii, es el príncipe, reconocemos tu voz!
Habíamos escuchado de los adultos que Su Alteza había sido castigado y echado fuera del castillo, ahora entendemos todo.
El príncipe, solícito, se ofreció regresarlos y por primera vez... tuvo que bajar su cabeza para que los niños se montaran dentro de su corona que ahora lucía gigantesca y serviría de canasta para transportarlos pero ¡oh! sorpresa, se había roto el encantamiento y el príncipe dejó de ser sapo.
Solo bastó tener que bajar su cabeza, para lograrlo.
Y regresaron todos felices, el rey se sintió orgulloso y complacido del príncipe y este aprendió muy bien su lección.
¡Y colorín y colorado, este cuento ha terminado!
MORALEJA:
Muchas veces, los golpes de la vida nos doblegan y nos hacen actuar mejor frente a esta.
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