¡Que maravilla!
con la lluvia de estrellas
la noche brilla.
Noche lunada.
¿Qué mira la lechuza
tan encantada?
Poesía es viento
que conduce a las nubes
hacia el desierto.
En el camino,
fíjate en el paisaje,
no en el destino.
A su destino,
anda corriendo el río,
hace camino.
Guiños de estrellas.
la luna, boquiabierta,
ríe con ellas.
Sin rumbo exacto,
las nubes viajeras
rompen en llanto.
El sueño del mar:
echarse en la arena,
por fin descansar.
Del tentetieso,
aprendí a levantarme.
Pueden golpearme.
Azota el viento,
se desprenden las hojas,
lloran los árboles.
La luna negra...
y las pobres chicharras
batiendo palmas.
Hojas doradas:
sopla un viento ligero
y se las lleva.
Los viejos árboles
han echado renuevos
por primavera.
La savia sube,
el árbol reverdece,
las hojas brotan.
Va cayendo la llúvia
como la música
en el recuerdo.
El agua quieta,
de la nube viajera
guarda el reflejo.
Esta mañana,
los pájaros han vuelto
al árbol seco.
Huye el invierno,
y alargando los días
va un sol risueño.
Danza mi pueblo,
y en sus plazas, las casas
forman un ruedo.
Tras tu partida,
queda sólo la luna
entre los dos.
Miro la luna.
Parece sonreírme...
¿Es tu reflejo?
Oscura noche,
en su vasta penumbra
no me encuentro.
Con el olvido,
van creciendo los árboles
del cementerio.
Las gaviotas
en mi patio trasero
buscan el mar.
Las gaviotas...
Apoyado en mi alféizar
las veo volar.
La noche llega,
y yo abro la ventana
para mirarla.
¿Por qué será
que si oigo papá
me doy la vuelta?
En primavera,
vuelven las golondrinas...
Y tú, ¿vendrás?
En primavera,
chillan como chiquillos
los pajarillos.
En primavera,
el día se adelanta,
la noche espera.
¡Aquellas flores
bordeando caminos
de primavera!
Espero el día
que al árbol de mi patio
le salgan hojas.
Hojas que brotan...
puñitos que entreabren
verdes miradas.
Por la ventana,
nubes de primavera
-suave esfumato.
Oscureció,
y la casa de enfrente
volvió damero.
Luna en el mar
y las velas al viento...
¡A navegar!
Desde la cima,
extiendo la mirada
y vuelo... vuelo...
Noche con luna:
en lo hondo de lo negro
su cara blanca.
¿Será verdad
que al mirarte a los ojos
resplandecen?
Esta semana,
nacieron en los plátanos
las hojas tiernas.
Yo, como ellos,
quisiera para siempre
guardar mis hojas.
Está nevando,
y a los niños parece
azúcar candi.
Van titilando
su fulgor las estrellas.
¿Me están guiñando?
Pedaleando,
voy bajando la cuesta.
¡Estoy volando!
Yendo y viniendo,
una fila de hormigas
en el camino.
Miro el camino:
margaritas y fresas
y algún espino.
El gavilán
te ha dejado sin plumas,
paloma blanca.
Árbol desnudo,
banco sin ocupantes,
solos los dos.
Olas del mar,
que vienen unas veces
y otras se van.
Entre las rosas,
esa rosa pequeña
mi preferida.
Soplo en mis manos
y mi nada desnuda
vuela hacia ti.
La margarita,
y posada en sus pétalos,
la mariposa.
¿Cuándo el verano,
sus sonrisas azules,
su amor de mar?
Se van llenando
de nieve las pisadas,
se van borrando.
Los pajarillos,
de verde en verde rama,
estrenan casa
¿Soy yo o es otro
el que mira mi cara
en el espejo?
Acuno versos...
¡Cuánto tiempo pasado!
¡Qué poco tiempo!
En los corales,
encantadoras flores,
las anémonas.
Viento de noche
me mantiene despierto,
y a ti también.
Frío y distancia:
altas montañas blancas
entre los dos.
De tu sonrisa,
aunque yo no la oiga,
brota la risa.
Sueños de arena
en mares encalmados:
barca sin remos.
Llanto de lluvia:
los helechos mojados
y yo con ellos.
La luna plata,
el sol oro bruñido,
la noche laca.
Uno me trae
-los dos caballos negros-
otro me lleva.
Para otro vuelo,
con fuerza lanzo el pájaro
a la mañana.
Tras el espejo...
otro espejo... otro espejo...
otro espejo...
Nada detrás,
y muy probablemente
Nada delante.
Por los tejados,
pasó la vaca negra
su lengua húmeda.
De mi mirada
hasta la de tus ojos,
hay un camino.
Agua del río,
pasando vas, pasando,
y yo contigo.
Entre la nieve,
aguardando mis versos
el sol de mayo.
Y alza el vuelo,
cometa de mil cintas,
blanco pañuelo.
Prenden sus luces
los trenes de la noche
culebreando.
Mares calientes,
medusas ondulantes;
¿flores o peces?
En.amor.arte
y con algo de suerte
en.amor.hados.
De una amapola,
delicados sus pétalos
entre mis dedos.
Para el verano,
bicicletas azules,
pañuelos rojos.
Ya canta el mirlo,
y el árbol, al oírlo,
ha echado hojas.
Veloz libélula:
vuela - gira - se posa
- se contonea.
Tierra reseca:
cada gota que cae
estalla en ella.
Amor de loco,
infantil y perverso.
¿Acaso hay otro?
Entre montañas,
los valles escondidos,
las rosas blancas.
Sobre una flor,
mariposa dorada:
pequeño sol.
Palabras-máscara
en versos bien medidos.
¿La poesía?
Pétalos de nieve
van cayendo del cielo:
cerezo en flor.
De un viejo sauce,
la brisa entre las hojas
acerca el río.
En los caminos,
centauro del recuerdo
en bicicleta.
Aurora malva,
sus pétalos mostrando
enamorada.
La gente pasa,
se pierde en el camino,
desaparece.
Yo, pedaleando.
Mi sombra, tan tranquila,
va descansando.
¡Pobres murciélagos!
mamíferos con alas,
aves con garras.
Agua estancada,
-cardumen de mosquitos.
Aprieto el paso.
Salamanquesas,
inmóviles acechan
pequeñas presas.
Los renacuajos
agitan sus colitas
-niños traviesos.
Pidiendo amor.
subo yo la persiana
cada mañana.
Mariposillas
vuelan hacia la luz,
hacia la muerte.
Los renacuajos,
sean de agua o de tierra,
son pequeñajos.
La realidad.
¿Reflejo en un espejo
de la verdad?
En bicicleta:
si viene cuestecita
¡vaya puñeta!
En bicicleta:
si pa'bajo, subido,
si no, me bajo.
Con un abrazo,
abarcamos su tronco.
¡Querido amigo!
Viejas historias,
noches largas de invierno
para contarlas.
En tu camino,
las estrellas, faroles,
y yo contigo.
De la verdad:
un muñeco de nieve
tras un día de sol.
Bello homenaje:
frente a la residencia,
matas de malva.
Desde mi cama,
el día en treinta líneas
tras la persiana.
Se fue la lluvia,
y al campo le ha dejado
la cara limpia.
El epitafio
¡cuánto amor y cariño!
medio borrado.
La poesía,
patria sin pasaporte
para el poeta.
Una vez y otra,
se deshace la ola
ante la roca.
Sobre el recuerdo,
crecen enredaderas
de indiferencia.
Los farolillos,
los niños dejan ciegos
con tirachinas.
La mariposa,
pequeño abanico
de colores,
Melancolía:
Luna de crisantemo.
Sabiduría.
Árbol reseco:
tus ramas como manos
implorantes.
Tiene su gracia:
todo lo pequeñito
vuelve a la infancia.
Palabras locas
para llenar el mundo
de rosas blancas.
Llegó el verano,
y en la plaza del pueblo,
los farolillos.
Joven en sepia:
¡qué firmeza en sus ojos!
¡cuánta arrogancia!
Entre universos,
el nuestro tan pequeño
y tan perverso.
En el camino,
una fila de hormigas
madrugadoras.
La fe perdida
busca una primavera
que la reviva.
Los locos sueños
son locos por ser sueños
y viceversa.
De barro somos,
y si nos dan un golpe
nos deshacemos.
En mi memoria,
tan sólo cuatro días
de incierta gloria.
En el silencio,
sólo oigo mi latido
de madrugada
Huellas pequeñas:
¿a dónde se fue el niño
montado en ellas?
En los amantes,
el tiempo se detiene
en cada instante.
¡Qué calor que hace!
con los ojos cerrados
escucho el mar.
¡Cómo quisiera,
como tú, mariposa,
alzar el vuelo!
Alzar el vuelo
más allá de las nubes
y de los sueños.
Si tú no vienes,
¿por quién brilla la luz
en mi ventana?
Pedro Casas Serra (07-2010)
Otros poemas del mismo libro: https://www.bubok.es/libros/187154/Los-pajaros-dormidos
.
Última edición por Pedro Casas Serra el Lun 23 Nov 2020, 13:08, editado 2 veces
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