Aires de Libertad

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    Jorge Carrera Andrade (1903-1978) Empty Jorge Carrera Andrade (1903-1978)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 12 Dic 2018, 15:27

    .


    Jorge Carrera Andrade

    Poeta, ensayista y traductor ecuatoriano nacido en Quito en 1903.
    Es una de las figuras más descollantes de la poesía ecuatoriana del siglo XX. Su obra, rica en metáforas descriptivas, recibió una fuerte influencia de su estadía en diferentes países donde ejerció la diplomacia. Formó parte del grupo literario «La Idea» y fue uno de los iniciadores de la renovación lírica en Latinoamérica con un importante aporte a la vanguardia.
    Entre sus obras se destacan: «El estanque inefable» en 1922, «La guirnalda del silencio» en 1926, «La hora de las ventanas iluminadas» en 1937, «Familia de la noche» en 1953 y «Floresta de los guacamayos» en1964. Fue además autor de numerosos ensayos y traducciones publicados en diversas revistas de habla hispana.
    Recibió el Premio Nacional de Cultura en 1977 y falleció un año después.


    Algunos poemas de Jorge Carrera Andrade:


    AMIGOS DE LAS NUBES

    Forastero perdido en el planeta
    entre piedras ilustres, entre máquinas
    reparto el sol del trópico en monedas.

    Ciudadanos de niebla, hombres del viento
    y del disfraz azul, de la alcancía
    y del dios de los números:
    Yo leo en vuestras máscaras floridas.

    Manjar de espinas con sazón de hielo
    me brindáis cada día. Nada os pido
    cínicos hospederos de este mundo,
    guardianes de un incierto paraíso.

    Mercaderes de avispas:
    Soy hombre de los trópicos azules.
    Os espío por cuenta de la luna.
    Soy agente secreto de las nubes.



    AMOR ES MÁS QUE SABIDURÍA...

    Amor es más que la sabiduría:
    es la resurrección, vida segunda.
    El ser que ama revive
    o vive doblemente.
    El amor es resumen de la tierra,
    es luz, es música, sueño
    y fruta material
    que gustamos con todos los sentidos.
    ¡Oh mujer que penetras en mis venas
    como el cielo en los ríos!
    Tu cuerpo es un país de leche y miel
    que recorro sediento.
    Me abrevo en tu semblante de agua fresca,
    de arroyo primigenio
    en mi jornada ardiente hacia el origen
    del manantial perdido.
    Minero del amor, cavo sin tregua
    hasta hallar el filón del infinito.



    BIOGRAFÍA

    La ventana nació de un deseo de cielo
    y en la muralla negra se posó como un ángel.
    Es amiga del hombre
    y portera del aire.

    Conversa con los charcos de la tierra,
    con los espejos niños de las habitaciones
    y con los tejados en huelga.

    Desde su altura, las ventanas
    orientan a las multitudes
    con sus arengas diáfanas.

    La ventana maestra
    difunde sus luces en la noche.
    Extrae la raíz cuadrada de un meteoro,
    suma columnas de constelaciones.

    La ventana es la borda del barco de la tierra;
    la ciñe mansamente un oleaje de nubes.
    El capitán Espíritu busca la isla de Dios
    y los ojos se lavan en tormentas azules.

    La ventana reparte entre todos los hombres
    una cuarta de luz y un cubo de aire.
    Ella es, arada de nubes,
    la pequeña propiedad del cielo.



    BIOGRAFÍA PARA USO DE LOS PÁJAROS

    Nací en el siglo de la defunción de la rosa
    cuando el motor ya había ahuyentado a los ángeles.
    Quito veía andar la última diligencia
    y a su paso corrían en buen orden los árboles,
    las cercas y las casas de las nuevas parroquias,
    en el umbral del campo
    donde las lentas vacas rumiaban el silencio
    y el viento espoleaba sus ligeros caballos.

    Mi madre, revestida de poniente,
    guardó su juventud en una honda guitarra
    y sólo algunas tardes la mostraba a sus hijos
    envuelta entre la música, la luz y las palabras.
    Yo amaba la hidrografía de la lluvia,
    las amarillas pulgas del manzano
    y los sapos que hacían sonar dos o tres veces
    su gordo cascabel de palo.

    Sin cesar maniobraba la gran vela del aire.
    Era la cordillera un litoral del cielo.
    La tempestad venía, y al batir del tambor
    cargaban sus mojados regimientos;
    mas, luego el sol con sus patrullas de oro
    restauraba la paz agraria y transparente.
    Yo veía a los hombres abrazar la cebada,
    sumergirse en el cielo unos jinetes
    y bajar a la costa olorosa de mangos
    los vagones cargados de mugidores bueyes.

    El valle estaba allá con sus haciendas
    donde prendía el alba su reguero de gallos
    y al oeste la tierra donde ondeaba la caña
    de azúcar su pacífico banderín, y el cacao
    guardaba en un estuche su fortuna secreta,
    y ceñían, la piña su coraza de olor,
    la banana desnuda su túnica de seda.

    Todo ha pasado ya, en sucesivo oleaje,
    como las vanas cifras de la espuma.
    Los años van sin prisa enredando sus líquenes
    y el recuerdo es apenas un nenúfar
    que asoma entre dos aguas
    su rostro de ahogado.
    La guitarra es tan sólo ataúd de canciones
    y se lamenta herido en la cabeza el gallo.
    Han emigrado todos los ángeles terrestres,
    hasta el ángel moreno del cacao.



    CANCIÓN DE LA MANZANA

    Cielo de tarde en miniatura:
    amarillo, verde, encarnado,
    con lucero de azúcar
    y nubecillas de raso,

    manzana de seno duro
    con nieves lentas para el tacto,
    ríos dulces para el gusto,
    cielos finos para el olfato.

    Signo del conocimiento.
    Portadora de un mensaje alto:
    La Ley de la gravitación
    o la del sexo enamorado.

    Un recuerdo del paraíso
    es la manzana en nuestras manos.
    Cielo minúsculo: en su torno
    un ángel de olor está volando.


    .


    Última edición por Pedro Casas Serra el Lun 30 Mayo 2022, 04:26, editado 1 vez


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    Jorge Carrera Andrade (1903-1978) Empty Re: Jorge Carrera Andrade (1903-1978)

    Mensaje por Maria Lua Vie 28 Dic 2018, 08:00

    Gracias, Pedro por los poemas de
    Jorge Carrera Andrade.





    Lugar de origen


    Yo vengo que la tierra donde la chirimoya,
    talega de brocado, con su envoltura impide
    que gotee el dulzor de su nieve redonda,

    y donde el aguacate de verde piel pulida
    en su clausura oval, en secreto elabora
    su sustancia de flores, de venas y de climas.

    Tierra que nutre pájaros aprendices de idiomas,
    plantas que dan, cocidas, la muerte o el amor
    o la magia del sueño, o la fuerza dichosa,

    animalitos tiernos de alimento y pereza,
    insectillos de carne vegetal y de música
    o de luz mineral o pétalos que vuelan.

    Capulí —a cereza del indio interandino—,
    codorniz, armadillo cazador, dura penca
    al fuego condenada o a ser red o vestido,

    eucalipto de ramas como sartas de peces
    —soldado de salud con su armadura de hojas,
    que despliega en el aire su batallar celeste—

    son los mansos aliados del hombre de la tierra
    de donde vengo, libre, con mi lección de vientos
    y mi carga de pájaros de universales lenguas.


    _________________



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    "Ser como un verso volando
    o un ciego soñando
    y en ese vuelo y en ese sueño
    compartir contigo sol y luna,
    siendo guardián en tu cielo
    y tren de tus ilusiones."
    (Hánjel)





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    Jorge Carrera Andrade (1903-1978) Empty Re: Jorge Carrera Andrade (1903-1978)

    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 30 Dic 2018, 04:38

    Gracias por tu aporte, Maria. Poemas llenos de luz y sonido los de Jorge Carrera Andrade. Te dejo algunos poemas suyos más.

    Un abrazo.
    Pedro


    CONCHA MARINA

    Entre la arena, es la concha
    lápida recordativa
    de una difunta gaviota.



    CUADERNO DEL PARACAIDISTA

    Sólo encontré dos pájaros y el viento,
    las nubes con sus mapas enrollados
    y unas flores de humo que se abrían buscándome
    durante el vertical viaje celeste.

    Porque vengo del cielo
    como en las profecías y en los himnos,
    emisario de lo alto, con mi uniforme de hojas,
    mi provisión de vidas y de muertes.

    Del cielo voy bajando como el día.
    Humedezco los párpados
    de aquellos que me esperan: he seguido
    la ruta de la luz y de la lluvia.

    Buen arbusto, protéjeme.
    Dile, tierra, a tu surco mojado que me acoja
    y a ese tronco caído
    que me enseñe el calor, la forma inerte.

    ¡Aquí estoy, campesinos europeos!
    Vengo en nombre del pan, de las madres del mundo
    de toda la blancura degollada:
    la garza, la azucena, el cordero, la nieve.

    Fortalecen mi brazo ciudades en escombros,
    familias mutiladas, dispersas por la tierra,
    niños y campos rubios viviendo, desde hace años,
    siglos de noche y sangre.

    Campesinos del mundo: he bajado del cielo
    como una blanca umbela o medusa del aire.
    Traigo ocultos relámpagos o provisión de muertes,
    pero traigo también las cosechas futuras.

    Traigo la mies tranquila sin soldados,
    las ventanas con luz otra vez, persiguiendo
    la noche para siempre derrotada.
    Yo soy el nuevo ángel de este siglo.

    Ciudadano del aire y de las nubes,
    poseo sin embargo una sangre terrestre
    que conoce el camino que entra a cada morada,
    el camino que fluye debajo de los carros,

    las aguas que pretenden ser las mismas
    que ya pasaron antes,
    la tierra de animales y legumbre con lágrimas
    donde voy a encender el día con mis manos.



    CUERPO DE LA AMANTE

    I

    Pródigo cuerpo:
    dios, animal dorado,
    fiera de seda y sueño,
    planta y astro.
    Fuente encantada
    en el desierto.
    Arena soy: tu imagen
    por cada poro bebo.
    Ola redonda y lisa:
    En tu cárcel de nardos
    devoran las hormigas
    mi piel de náufrago.

    II

    TU boca, fruta abierta
    al besar brinda
    perlas en un pocillo
    de miel y guindas.
    Mujer: antología
    de frutas y de nidos,
    leída y releída
    con mis cinco sentidos.

    III

    NUCA:
    escondite en el bosque,
    liebre acurrucada
    debajo de las flores,
    en medio del torrente,
    Alabastro lavado
    mina
    y colmena de mieles.
    Nido
    de nieves y de plumas.
    Pan redondo
    de una fiesta de albura.

    IV

    TU cuerpo eternamente está bañándose
    en la cascada de tu cabellera,
    agua lustral que baja
    acariciando peñas.
    La cascada quisiera ser un águila
    pero sus finas alas desfallecen:
    agonía de seda
    sobre el desierto ardiente de tu espalda.
    La cascada quisiera ser un árbol,
    toda una selva en llamas
    con sus lenguas lamiendo
    tu armadura de plata
    de joven combatiente victoriosa,
    única soberana de la tierra.
    Tu cuerpo se consume eternamente
    entre las llamas de tu cabellera.

    V

    FRENTE: cántaro de oro,
    lámpara en la nevada,
    caracola de sueños
    por la luna sellada.
    Aprendiz de corola,
    albergue de corales,
    boca: gruta de un dios
    de secretos panales.

    VI

    TU cuerpo es templo de oro,
    catedral de amor
    en donde entro de hinojos.
    Esplendor entrevisto
    de la verdad sin velos:
    ¡Qué profusión de lirios!
    ¡Cuántas secretas lámparas
    bajo tu piel, esferas
    pintadas por el alba!
    Viviente, único templo:
    La deidad y el devoto
    suben juntos al cielo.

    VII

    TU cuerpo es un jardín, masa de flores
    y juncos animados.
    Dominio del amor: en sus collados
    persigo los eternos resplandores.
    Agua dorada, espejo ardiente y vivo
    con palomas suspensas en su vuelo,
    feudo de terciopelo,
    paraíso nupcial, cielo cautivo.
    Comarca de azucenas, patria pura
    que mi mano recorre en un instante.
    Mis labios en tu espejo palpitante
    apuran manantiales de dulzura.
    Isla para mis brazos nadadores,
    santuario del suspiro:
    Sobre tu territorio, amor, expiro
    árbol estrangulado por las flores.



    DICTADO POR EL AGUA

    I

    Aire de soledad, dios transparente
    que en secreto edificas tu morada
    ¿en pilares de vidrio de qué flores?
    ¿sobre la galería iluminada
    de qué río, qué fuente?
    Tu santuario es la gruta de colores.
    Lengua de resplandores
    hablas, dios escondido,
    alojo y al oído.
    Sólo en la planta, el agua, el polvo asomas
    con tu vestido de alas de palomas
    despertando el frescor y el movimiento.
    En tu caballo azul van los aromas,
    Soledad convertida en elemento.

    II

    Fortuna de cristal, cielo en monedas,
    agua, con tu memoria de la altura,
    por los bosques y prados
    viajas con tus alforjas de frescura
    que guardan por igual las arboledas
    y las hierbas, las nubes y ganados.
    Con tus pasos mojados
    y tu piel de inocencia
    señalas tu presencia
    hecha toda de lágrimas iguales,
    agua de soledades celestiales.
    Tus peces son tus ángeles menores
    que custodian tesoros eternales.

    III

    Doncel de soledad, oh lirio armado
    por azules espadas defendido,
    gran señor con tu vara de fragancia,
    a los cuentos del aire das oído.
    A tu fiesta de nieve convidado
    el insecto aturdido de distancia
    licor de cielo escancia,
    maestro de embriagueces
    solitarias a veces.
    Mayúscula inicial de la blancura:
    De retazos de nube yagua pura
    está urdido su cándido atavío
    donde esplenden, nacidos de la altura
    huevecillos celestes de rocío.

    IV

    Sueñas, magnolia casta, en ser paloma
    o nubecilla enana, suspendida
    sobre las hojas, luna fragmentada.
    Solitaria inocencia recogida
    en un nimbo de aroma.
    Santa de la blancura inmaculada.
    Soledad congelada
    hasta ser alabastro
    tumbal, lámpara o astro.
    Tu oronda frente que la luz ampara
    es del candor del mundo la alquitara
    donde esencia secreta extrae el cielo.
    En nido de hojas que el verdor prepara
    esperas resignada el don del vuelo.

    V

    Flor de amor, flor de ángel, flor de abeja,
    cuerpecillos medrosos, virginales
    con pies de sombra, amortajados vivos,
    ángeles en pañales.
    El rostro de la dalia tras su reja,
    los nardos que arden en su albura, altivos,
    los jacintos cautivos
    en su torre delgada
    de aromas fabricada,
    girasoles, del oro buscadores:
    lenguas de soledad, todas las flores
    niegan o asienten según habla el viento
    y en la alquimia fugaz de los olores
    preparan su fragante acabamiento.

    VI

    ¡De murallas que viste el agua pura
    y de cúpula de aves coronado
    mundo de alas, prisión de transparencia
    donde vivo encerrado!
    Quiere entrar la verdura
    por la ventana a pasos de paciencia,
    y anuncias tu presencia
    con tu cesta de frutas, lejanía.
    Mas cumplo cada día,
    Capitán del color, antiguo amigo
    de la tierra, mi límpido castigo.
    Soy a la vez cautivo y carcelero
    de esta celda de cal que anda conmigo,
    de la que, oh muerte, guardas el llavero.



    EDICIÓN DE LA TARDE

    La tarde lanza su primera edición de golondrinas
    anunciando la nueva política del tiempo,
    la escasez de las espigas de la luz,
    los navíos que salen a flote en el astillero del cielo,
    el almacén de sombras del poniente,
    los motines y desórdenes del viento,
    el cambio de domicilio de los pájaros,
    la hora de apertura de los luceros.
    La súbita defunción de las cosas
    en la marea de la noche ahogadas,
    los débiles gritos de auxilio de los astros
    desde su prisión de infinito y de distancia,
    la marcha incesante de los ejércitos del sueño
    contra la insurrección de los fantasmas
    y, al filo de las bayonetas de la luz, el orden nuevo
    implantado en el mundo por el alba.



    EL OBJETO Y SU SOMBRA

    Arquitectura fiel del mundo,
    realidad, más cabal que el sueño.
    La abstracción muere en un segundo:
    sólo basta un fruncir del ceño.

    Las cosas. O sea la vida.
    Todo el universo es presencia.
    La sombra al objeto adherida
    ¿acaso transforma su esencia?

    Limpiad el mundo -ésta es la clave-
    de fantasmas del pensamiento.
    Que el ojo apareje su nave
    para un nuevo descubrimiento.


    .


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