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“Walt Whitman”, por Oriol Pi de Cabanyes (La Vanguardia, 05-06-2019)
Doscientos años atrás vino al mundo el más grande poeta estadounidense de todos los tiempos. Nació el 31 de mayo de 1819 en Long Island, en el oriente de Nueva York. Pero su vivencia de la tierra natal,visto desde ahora, nos lo hace parecer más cercano a la América profunda del Far West que a la Manhattan de los rascacielos.
Romántico arborescente como era, en su poderosa voz expresaba el alma de los exploradores y los pioneros que tantos años después hemos creído reencontrar también en el espíritu aventurero de los bohemios modernistas o hippies, la música country y la literatura de los neorrománticos de la beat generation.
Considerado el padre del verso libre (en poesías con versos sin rima al final), su poema más largo, el más emblemático de Whitman, se titula Song of my self, que en tantas traducciones ha sido malinterpretado como un narcisista “canto a mí mismo”, cuando quiere ser en realidad un “canto de mí mismo”. O sea: un canto a partir de mí mismo a toda la humanidad que, más allá del tiempo y del espacio, siento expresada en mí.
Y es así como acertó a traducirlo nuestro gran whitmaniano Agustí Bartra y también el ecuatoriano Francisco Alexander: “Me celebro y me canto, / y aquello que yo me apropio habrás de apropiarte, / porque todos los átomos que me pertenecen también te pertenecen”. Y esto es así porque el poeta siente que en él habita la humanidad entera y que en su experiencia se expresa la vida que es común a todos los humanos.
Totalmente impúdico a la hora de mostrar su intimidad, se confiesa abiertamente tal como es, completamente indiferente al qué dirán. Él y su obra son todo uno, tal como él y el mundo en que vive, sin que se sienta disociado de él. Es un antiplatónico, pues: no hay un acá que pida fingimientos ni un allá ideal al que sacrificar los gozos del presente. “Cada edad que nos llega no solo se proclama a sí misma, sino también a otras, pasadas y futuras”, dirá.
Whitman, que ahora acaba de hacer doscientos años, es un contemporáneo nuestro por la confianza con la que ejerce su libertad. Bohemio entre puritanos, hizo de maestro de escuela y de carpintero, de enfermero de hospital y de periodista. También de tipógrafo. Siempre altivamente subjetivo, no siente la necesidad del artificio ni pone distancia entre él y su poesía. Vive la vida en comunión con todos los seres, vegetales, animales o humanos. Completamente ligado a la naturaleza, puede ser considerado un precedente de la actual sensibilidad ecologista. Hojas de hierba (1855) se titula precisamente el conjunto de sus poemas, que ha traducido al catalán Jaume C. Pons Alorda.
Como un bardo a la antigua, homérico, Whitman convoca al lector a ensalzar su conciencia del vivir. Torrencial, vitalista, es el primer poeta de la democracia norteamericana. Sueña una América que se hizo grande en el respeto y que actualmente parece muy alejada de aquella utopía. Su espíritu democrático, y auténticamente liberal, no fanático, casa mal con la altanería.
Oriol Pi de Cabanyes (La Vanguardia, 05-06-2019)
Para leer poemas de Walt Whitman: https://www.airesdelibertad.com/t26925-walt-whitman?highlight=Walt+Whitman
Para leer una interpretación de Cesare Pavese sobre Walt Whitman: https://www.airesdelibertad.com/t35571-interpretacion-de-walt-whitman-poeta-por-cesare-pavese?highlight=Walt+Whitman
“Walt Whitman”, por Oriol Pi de Cabanyes (La Vanguardia, 05-06-2019)
Doscientos años atrás vino al mundo el más grande poeta estadounidense de todos los tiempos. Nació el 31 de mayo de 1819 en Long Island, en el oriente de Nueva York. Pero su vivencia de la tierra natal,visto desde ahora, nos lo hace parecer más cercano a la América profunda del Far West que a la Manhattan de los rascacielos.
Romántico arborescente como era, en su poderosa voz expresaba el alma de los exploradores y los pioneros que tantos años después hemos creído reencontrar también en el espíritu aventurero de los bohemios modernistas o hippies, la música country y la literatura de los neorrománticos de la beat generation.
Considerado el padre del verso libre (en poesías con versos sin rima al final), su poema más largo, el más emblemático de Whitman, se titula Song of my self, que en tantas traducciones ha sido malinterpretado como un narcisista “canto a mí mismo”, cuando quiere ser en realidad un “canto de mí mismo”. O sea: un canto a partir de mí mismo a toda la humanidad que, más allá del tiempo y del espacio, siento expresada en mí.
Y es así como acertó a traducirlo nuestro gran whitmaniano Agustí Bartra y también el ecuatoriano Francisco Alexander: “Me celebro y me canto, / y aquello que yo me apropio habrás de apropiarte, / porque todos los átomos que me pertenecen también te pertenecen”. Y esto es así porque el poeta siente que en él habita la humanidad entera y que en su experiencia se expresa la vida que es común a todos los humanos.
Totalmente impúdico a la hora de mostrar su intimidad, se confiesa abiertamente tal como es, completamente indiferente al qué dirán. Él y su obra son todo uno, tal como él y el mundo en que vive, sin que se sienta disociado de él. Es un antiplatónico, pues: no hay un acá que pida fingimientos ni un allá ideal al que sacrificar los gozos del presente. “Cada edad que nos llega no solo se proclama a sí misma, sino también a otras, pasadas y futuras”, dirá.
Whitman, que ahora acaba de hacer doscientos años, es un contemporáneo nuestro por la confianza con la que ejerce su libertad. Bohemio entre puritanos, hizo de maestro de escuela y de carpintero, de enfermero de hospital y de periodista. También de tipógrafo. Siempre altivamente subjetivo, no siente la necesidad del artificio ni pone distancia entre él y su poesía. Vive la vida en comunión con todos los seres, vegetales, animales o humanos. Completamente ligado a la naturaleza, puede ser considerado un precedente de la actual sensibilidad ecologista. Hojas de hierba (1855) se titula precisamente el conjunto de sus poemas, que ha traducido al catalán Jaume C. Pons Alorda.
Como un bardo a la antigua, homérico, Whitman convoca al lector a ensalzar su conciencia del vivir. Torrencial, vitalista, es el primer poeta de la democracia norteamericana. Sueña una América que se hizo grande en el respeto y que actualmente parece muy alejada de aquella utopía. Su espíritu democrático, y auténticamente liberal, no fanático, casa mal con la altanería.
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Para leer poemas de Walt Whitman: https://www.airesdelibertad.com/t26925-walt-whitman?highlight=Walt+Whitman
Para leer una interpretación de Cesare Pavese sobre Walt Whitman: https://www.airesdelibertad.com/t35571-interpretacion-de-walt-whitman-poeta-por-cesare-pavese?highlight=Walt+Whitman
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