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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 19 Mar 2021, 04:18

    .


    172

    El éxtasis violeta exilio del fin del poniente con los montes


    (Continuará)

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    Mensaje por cecilia gargantini Vie 19 Mar 2021, 14:34

    El éxtasis violeta exilio del fin del poniente con los montes

    Por favor, cuánta belleza!!!!!!!!!!!!!
    Gracias, querido Pedro
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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 20 Mar 2021, 05:20

    Sí, realmente bello, Cecilia. Muchas gracias por tu interés.

    Un abrazo.
    Pedro

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 20 Mar 2021, 05:21

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    173

    Sí, es el poniente. Llego a la desembocadura de la Calle de la Alfândega vagaroso y disperso, y, al clarearme el Terreiro do Paço, veo, claro, lo sin sol del cielo occidental. Ese cielo es de un azul verdoso que tira a ceniciento blanco, donde, por el lado izquierdo, sobre los montes de la otra margen, se agacha, amontonada, una niebla acastañada de color rosa muerto. Hay una gran paz que no tengo dispersa fríamente en el aire otoñal abstracto. Sufro, por no tenerla, el placer vago de suponer que existe. Pero, en realidad, no hay paz ni falta de paz: cielo tan sólo, cielo de todos los colores que desmayan: azul blanco, verde todavía azulado, ceniciento pálido entre verde y azul, vagos tonos remotos de colores de nubes que no lo son, amarinadamente oscurecidas de encarnado acabado. Y todo esto es una visión que se extingue en el mismo momento en que se la tiene, un intervalo entrenada y nada, alado, puesto en lo alto, en tonalidades de cielo y angustia, prolijo e indefinido.

    Siento y olvido. Una nostalgia, que es la de todo el mundo por todo, me invade como un opio desde el aire frío. Hay en mí un éxtasis de ver, íntimo y postizo.

    Hacia los lados de la barra, donde el haber cesado el sol se acaba cada vez más, la luz se extingue en un blanco lívido que se azula de verdoso frío. Hay en el aire un torpor de lo que no se consigue nunca. Calla alto el paisaje del cielo.

    A esta hora, en que hasta me siento transbordar, quisiera tener la malicia entera de decir, el capricho libre de un estilo por destino. Pero no, sólo el cielo alto lo es todo, remoto, aboliéndose, y la emoción que siento, y que es tantas, juntas y confusas, no es más que el reflejo de ese cielo nulo en un lago mío: lago recluso entre acantilados hirsutos, callado, mirada de muerto, en que la altura se contempla olvidada.

    Tantas veces, tantas, como ahora, me ha pesado sentir que siento —sentir como angustia, sólo por ser sentir, la inquietud de estar aquí, la nostalgia de otra cosa que no se ha conocido, el poniente de todas las emociones, amarillecerme esfumado en tristeza cenicienta en mi conciencia exterior de mí.

    Ah, ¿quién me salvará de existir? No es la muerte lo que quiero, ni la vida: es aquella otra cosa que brilla en el fondo del ansia como un diamante posible en una caverna a la que no se puede descender. Es todo el peso y toda la angustia de este universo real e imposible, de este cielo estandarte de un ejército desconocido, de estos tonos que van empalideciendo por el aire ficticio, de donde el creciente imaginario de la luna emerge en una blancura eléctrica quieta, recortado en lejano e insensible.

    Es toda la falta de un Dios verdadero que es el cadáver vacuo del cielo alto y del alma encerrada. Cárcel infinita: ¡porque eres infinita no se puede huir de ti!

    16 y 17-10-1931.


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 21 Mar 2021, 03:48

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    174


    Regla es de la vida que podemos, y debemos, aprender con todo el mundo. Hay cosas de la seriedad de la vida que podemos aprender con charlatanes y bandidos, hay filosofías que nos proporcionan los estúpidos, hay lecciones de firmeza y de ley que vienen en el acaso y en los que son del acaso. Todo está en todo.


    En ciertos momentos muy claros de la meditación, como aquellos en que, al principio de la tarde, vago observador por las calles, cada persona me trae una noticia, cada casa me ofrece una novedad, cada letrero contiene un aviso para mí.


    Mi paseo callado es una conversación continua, y todos nosotros, hombres, casas, piedras, letreros y cielo, somos una gran multitud amiga, que se codea con palabras en la gran procesión del Destino.


    ¿1932?


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 22 Mar 2021, 14:05

    ...


    175




    En las vagas sombras de luz por terminar antes que la tarde sea pronto noche, disfruto de errar sin pensar entre lo que la ciudad se vuelve, y ando como si nada tuviese remedio. Me agrada, más a la imaginación que a los sentidos, la tristeza dispersa que está conmigo. Vago, y hojeo en mí, sin leerlo, un libro intersperso de imágenes rápidas, del que voy formándome indolentemente una idea que nunca se completa.


    Hay quien lee con la misma rapidez con que mira, y concluye sin haberlo visto todo. Así saco del libro que se me hojea en el alma una historia vaga por contar, memorias de otro yo vagabundo, con avenidas de parques en medio, y figuras de seda varias, pasando, pasando.


    Indiscrimino con tedio y otro. Sigo, simultáneamente, por la calle, por la tarde y por la lectura soñada, y los caminos son verdaderamente recorridos. Emigro y descanso, como si estuviese a bordo con el navío ya en alta mar.


    Súbitamente, los faroles muertos coinciden luces en las prolongaciones dobles de una calle larga y curva. Como un batacazo, mi tristeza aumenta. Es que se ha terminado el libro. Hay tan sólo, en la viscosidad aérea de la calle abstracta, un hilo exterior de sentimiento, como la baba del Destino idiota, goteando en la conciencia del alma.


    Otra vida de la ciudad que anochece. Otra alma la de quien mira a la noche. Sigo inseguro y alegórico, irrealmente sintiente. Soy como una historia que alguien hubiese contado y, de tan bien contada, anduviese carnal, pero no mucho, en este mundo novela, en el principio de un capítulo: «En este momento, se podía ver a un hombre avanzar lentamente por la calle de...»


    ¿Qué tengo yo que ver con la vida?


    13-7-1931.




    (Contiuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 23 Mar 2021, 04:00

    .



    176


    PAISAJE DE LLUVIA


    Toda la noche, y durante horas, el chirriar de la lluvia ha bajado. Toda la noche, conmigo entredespierto, la monotonía fría me ha insistido en los cristales. Ora un jirón de viento, en un aire más alto, azotaba, y el agua ondeaba en sonido y pasaba unas manos rápidas por la ventana; ora con un sonido sordo sólo /hacía/sueño en el exterior muerto. /Mi alma era la misma de siempre, entre sábanas como entre gentes, dolorosamente consciente del mundo./ Tardaba el día como la felicidad: a aquella hora parecía que también indefinidamente.


    ¡Si el día y la felicidad no llegasen nunca! Si esperar, cuando menos, pudiese ni siquiera tener la desilusión de conseguir.


    El ruido casual de un carro tardío, saltando áspero sobre las piedras, crecía desde el fondo de la calle, hacia el fondo del vago sueño que yo no conseguía del todo. Batía, de cuando en cuando, una puerta de la escalera. A veces había un chapotear líquido de pasos, un rozar por sí mismas de ropas mojadas. Una u otra vez, cuando los pasos eran más, sonaba alto y atacaban. Después, el silencio volvía, con los pasos que se apagaban, y la lluvia continuaba innumerablemente.


    En las paredes oscuramente visibles de mi cuarto, si abría yo los ojos del sueño falso, flotaban fragmentos de sueños por hacerse, vagas luces, trazos oscuros, cosas de nada que trepaban y bajaban. Los muebles, mayores que de día, manchaban vagamente el absurdo de la tiniebla. La puerta era indicada por algo ni más blanco ni más negro que la noche, pero diferente. En cuanto a la ventana, (yo sólo) la oía.


    Nueva, fluida, variable, la lluvia sonaba. Los momentos se retrasaban ante su sonido. La soledad de mi alma se ensanchaba, se arrastraba, invadía lo que yo sentía, lo que yo quería, lo que yo no iba a soñar. Los objetos vagos, participantes, en la sombra, de mi insomnio, pasaban a tener lugar y dolor en mi desolación.




    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 24 Mar 2021, 04:07

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    177


    DÍA DE LLUVIA


    El aire es de un amarillo oculto, como un amarillo pálido visto a través de un blanco sucio. Apenas si hay amarillo en el aire ceniciento. La palidez del ceniciento, sin embargo, tiene un amarillo en su tristeza.




    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 25 Mar 2021, 06:20

    .


    178


    Vivo siempre en el presente. El futuro, no lo conozco. El pasado, ya no lo tengo. Me pesa el uno como la posibilidad de todo, el otro como la realidad de nada. No tengo esperanzas ni nostalgias. Conociendo lo que ha sido mi vida hasta hoy —tantas veces y en tantas cosas lo contrario de lo que yo deseaba—, ¿qué puedo presumir de mi vida de mañana, sino que será lo que no presumo, lo que no quiero, lo que me sucede desde fuera, hasta a través de mi voluntad? No tengo nada en mi pasado que recuerde con el deseo inútil de repetirlo. Nunca he sido sino un vestigio y un simulacro de mí. Mi pasado es todo cuanto no he conseguido ser. Ni las sensaciones de los momentos pasados me resultan nostálgicas: lo que se siente exige el momento; pasado éste, hay un volver de página y la historia continúa, pero no el texto.


    Breve sombra oscura de un árbol ciudadano, leve sonido de agua que cae en el estanque triste, verde del césped regular —jardín público casi al crepúsculo—, sois, en este momento, el universo entero para mí, porque sois el contenido pleno de mi sensación consciente. No quiero más de la vida que sentirla perderse en estas tardes imprevistas, al son de niños ajenos que juegan en estos jardines enrejados por la melancolía de las calles que los rodean, y frondosos, más allá de las ramas altas de los árboles por el cielo viejo donde las estrellas recomienzan.


    13-6-1930.




    (Contnuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 27 Mar 2021, 06:10

    .



    179


    Florece alto en la soledad nocturna un velón desconocido por detrás de una ventana. Todo lo demás, en la ciudad que veo, está oscuro, salvo donde los reflejos débiles de la luz de las calles suben vagamente y hacen acá y allá flotar a una luz de luna invertida, muy pálida. En la negrura de la noche, las mismas casas destacan poco, entre sí, sus diferentes colores, o tonos de colores: sólo diferencias vagas, se diría que abstractas, irregularizan el conjunto atropelado


    Un hilo invisible me une al dueño anónimo del velón. No es la común circunstancia de que estemos ambos despiertos: no hay en ello una reciprocidad posible, pues, estando yo a la ventana en la oscuridad, él no podrá verme nunca. Es otra cosa, sólo mía, que se prende un poco a la sensación de aislamiento, que participa de la noche y del silencio, que escoge ese velón como punto de apoyo porque es el único punto de apoyo que existe. Parece que es porque está encendido por lo que es tan oscura la noche. Parece que es por estar yo despierto, soñando en la tiniebla, por lo que está alumbrando.


    Todo lo que existe existe quizás porque otra cosa existe. Nada es, todo coexiste: quizás así esté bien. Siento que yo no existiría, en este momento —que no existiría, por lo menos, del modo que estoy existiendo, con esta conciencia presente de mí, que por ser conciencia y presente es en este momento enteramente yo—, si ese velón no estuviese encendido más allá, en otra parte, faro que no está indicando nada en un falso privilegio de altura. Siento esto porque no siento nada. Siento esto porque esto es nada. Nada, nada, parte de la noche y del silencio y de lo que con ellos soy yo de nulo, de negativo, de intervalar, espacio entre mí y mí, cosa olvido de cualquier dios…


    8-9-1933.




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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 28 Mar 2021, 05:11

    .



    180


    Hace mucho tiempo que no escribo. Han pasado meses sin que viva, y voy durando, entre la oficina y la fisiología, en un estancamiento íntimo de pensar y sentir. Esto, desgraciadamente, no descansa: en la putrefacción hay fermentación.


    Hace mucho tiempo que no sólo no escribo, sino que ni siquiera existo. Creo que sólo sueño. Las calles son calles para mí. Hago el trabajo de la oficina con conciencia tan sólo para él, pero no diré bien si digo que sin distraerme: por detrás estoy, en vez de meditando, durmiendo, sin embargo estoy siempre otro por detrás del trabajo.


    Hace mucho tiempo que no existo. Estoy sosegadísimo. Nadie me distingue de quien soy. Me he sentido ahora respirar como si hubiese practicado algo nuevo, o atrasado. Empiezo a tener conciencia de tener conciencia. Tal vez mañana despierte para mí mismo, y reanude el curso de mi existencia propia. No sé si, con ello, sería más feliz o menos. No sé nada. Levanto la cabeza /de paseante/ y veo que, por la cuesta del Castillo, el ocaso opuesto arde en decenas de ventanas, con una reverberación alta de fuego frío. Alrededor de esos ojos de llama dura, toda la cuesta está suave del final del día. Puedo por lo menos sentirme triste, y tener la conciencia de que, con esta tristeza mía se ha cruzado ahora —visto con el oído— el ruido súbito del tranvía que pasa, la voz casual de los conversadores jóvenes, el susurro olvidado de la ciudad viva.


    Hace mucho tiempo que no soy yo.


    8-1-1931.




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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 29 Mar 2021, 06:45

    .



    181


    Pienso a veces, con un deleite triste, que si un día, en un futuro al que ya no pertenezca yo, estas frases que escribo durasen con loor, tendré por fin gente que me «comprenda», los míos, la familia verdadera para en ella nacer y ser amado. Pero, lejos de ir a nacer en ella, habré muerto hace ya mucho. Seré comprendido sólo en efigie, cuando el afecto ya no compense a quien murió del desafecto que sólo tuvo cuando estaba vivo.


    Un día tal vez comprendan que cumplí, como ningún otro, mi deber nato de intérprete de una parte de nuestro siglo; y cuando lo comprendan han de escribir que en mi época fui incomprendido, que desgraciadamente viví entre desafecciones y frialdades, y que es una pena que así me sucediese. Y el que escriba esto será, en la época en que lo escriba, incomprendedor, como los que me rodean, de mi análogo de este tiempo futuro. Porque los hombres sólo aprenden de sus bisabuelos, que ya han muerto. Sólo a los muertos sabemos enseñar las verdaderas reglas de vida.


    En la tarde en que escribo, el día de lluvia ha cesado. Una alegría del aire es fresca demás contra la piel. El día va terminando, no en ceniciento, sino en azul pálido. Un azul vago se refleja, incluso, en las piedras de la calle. Duele vivir, pero es de lejos. Sentir no importa. Se enciende uno u otro escaparate.


    En otra ventana alta hay gente que ve acabarse el trabajo. El mendigo que me roza se pasmaría si me conociese.


    En el azul menos pálido y menos azul, que se espeja en los edificios, atardece un poco más la hora indefinida. Cae levemente, fin del día cierto, en que los que creen y yerran se engranan en el trabajo de costumbre, y tienen, en su propio dolor, la felicidad de la inconsciencia.


    Cae levemente, onda de luz que cesa, melancolía de la tarde inútil, bruma sin niebla que entra en mi corazón. Cae levemente, suavemente, indefinida palidez lúcida y azul de la tarde /acuática/ —levemente, suavemente, tristemente sobre la tierra sencilla y fría. Cae levemente, ceniza invisible, monotonía afligida, tedio sin torpor.


    (Posterior a 1919.)




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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 30 Mar 2021, 02:53

    .



    182


    Me quedo pasmado cuando termino algo. Me quedo pasmado y desolado. Mi instinto de perfección debería inhibirme de acabar; debería inhibirme hasta de dar comienzo. Pero me distraigo y hago. Lo que consigo es un producto, en mí, no de una aplicación de la voluntad, sino de una cesión suya. Comienzo porque no tengo fuerza para pensar; acabo porque no tengo alma para suspender. Este libro es mi cobardía.


    La razón por la que tantas veces interrumpo un pensamiento con un fragmento de paisaje, que de alguna manera se integra en el esquema, real supuesto, de mis impresiones, es que este paisaje es una puerta por donde huyo del conocimiento de mi impotencia fecunda. Tengo la necesidad, en medio de las conversaciones conmigo mismo que forman las palabras de este libro, de hablar de repente con otra persona, y me dirijo a la luz que planea, como ahora, sobre los tejados de las casas, que parecen mojados de tenerla al lado; al agitarse blando de los árboles altos de la cuesta ciudadana, que parecen cercanos, en una posibilidad de desahogo mudo; a los carteles superpuestos de las casas escarpadas, con ventanas por letras donde el sol húmedo dora un almidón húmedo.


    ¿Por qué escribo, si no escribo mejor? ¿Pero qué sería de mí si no escribiese lo que consigo escribir, por inferior a mí mismo que sea en ello? Soy un plebeyo de la aspiración, porque intento realizar; no oso el silencio como quien recela de un cuarto oscuro. Soy como los que aprecian la medalla más que el esfuerzo, y disfrutan de la gloria en la pelliza.


    Para mí, escribir es despreciarme; pero no puedo dejar de escribir. Escribir es como la droga que me repugna y tomo, el vicio que desprecio y en el que vivo. Hay venenos necesarios, y los hay sutilísimos, compuestos de ingredientes del alma, hierbas cogidas en los rincones de las ruinas de los sueños, amapolas negras encontradas al pie de las sepulturas [...], hojas largas de árboles obscenos que agitan las ramas en las márgenes oídas de los ríos infernales del alma.


    Escribir, sí, es perderme, pero todos se pierden, porque todo es pérdida. Pero yo me pierdo sin alegría, no como el río en la desembocadura para la que nació desconocido, sino como el lago formado en la playa por la marea alta y cuya agua nunca más regresa al mar.



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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 31 Mar 2021, 02:52

    .



    183


    Aunque yo quisiese crear, (…)


    El único arte verdadero es el de la construcción. Pero el medio moderno torna imposible la aparición de cualidades de construcción en el espíritu.


    Por eso se ha desarrollado la ciencia. La única cosa en que hay construcción, hoy, es una máquina; el único argumento en que hay encadenamiento, el de una demostración matemática.


    El poder de crear necesita un punto de apoyo, la muleta de la realidad.


    El arte es una ciencia…


    Sufre rítmicamente.


    No puedo leer, porque mi crítica hiper /encendida/ no entrevé más que defectos, imperfecciones, posibilidades de mejor. No puedo soñar, porque siento el sueño tan vivamente que lo comparo con la realidad, de modo que siento enseguida que no es real; y, así, su valor desaparece. No puedo entretenerme en la contemplación inocente de las cosas de los hombres, porque el ansia de profundizar es inevitable y, puesto que mi interés no puede existir sin ella, o ha de morir a manos de ella o ha de secarse.


    No puedo entretenerme con la especulación metafísica porque sé de sobra, y por mí, que todos los sistemas son defendibles e intelectualmente posibles; y, para disfrutar el arte intelectual de construir sistemas, me falta el poder olvidar que el fin de la especulación metafísica es la búsqueda de la verdad.


    Un pasado feliz en cuyo recuerdo vuelva a ser feliz; sin nada en el presente que me alegre o me interese, en sueño o hipótesis de futuro que sea diferente de este presente, o pueda tener otro pasado que ese pasado —yazgo mi vida, consciente espectro de un paraíso en el que nunca he estado, cadáver nacido de mis esperanzas por haber.


    ¡Felices los que sufren con unidad! Aquellos a quienes la angustia altera pero no divide, que creen, aunque en la incredulidad, y pueden sentarse al sol sin pensamiento oculto.


    (Anterior a 1929.)




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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 01 Abr 2021, 05:11

    .



    184


    Un quietismo estético de la vida, mediante el cual consigamos que los insultos y las humillaciones, que la vida es y los vivientes nos infligen, no lleguen a más que una periferia despreciable de la sensibilidad, al remoto exterior del alma consciente.


    (Posterior a 1919.)



    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 02 Abr 2021, 04:35

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    185


    Como Diógenes a Alejandro, sólo he pedido a la vida que no me quitase el sol. He tenido deseos, pero se me ha negado la razón de tenerlos. Lo que he hallado, más valiera haberlo hallado realmente. El sueño (…)


    Vacilo en todo, muchas veces sin saber por qué. Qué de veces busco, como línea recta que me resulta propia, concibiéndola mentalmente como la línea recta ideal, la distancia menos corta entre dos puntos. Nunca he tenido el arte de estar vivo activamente. He equivocado siempre los gestos en los que nadie se equivoca; lo que los demás nacieron para hacer, me he esforzado siempre en no dejar de hacerlo. Deseo siempre conseguir lo que los demás han conseguido casi sin desearlo. Entre mí y la vida ha habido siempre cristales oscuros: no he sabido de ellos por la vista, ni por el tacto; no he vivido esa vida o ese plan, he sido el devaneo de lo que he querido ser, mi sueño empezó en mi voluntad, mi propósito ha sido siempre la primera ficción del que nunca he sido.


    Nunca he sabido si era excesiva mi sensibilidad para mi inteligencia o mi inteligencia para mi sensibilidad. He retraído siempre, no sé a cuál, tal vez a ambas, o una u otra, o fue la tercera la que se retrajo.



    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 03 Abr 2021, 04:47

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    186


    Soy más viejo que el Tiempo y que el Espacio porque soy consciente. Las cosas se derivan de mí; la Naturaleza entera [...] de mis sensaciones.


    Me busco —no encuentro. Quiero, y no puedo.


    Sin mí, el sol nace y se apaga; sin mí, la lluvia cae y el viento /gime/. No existen por mí la estaciones, ni el curso de los meses, ni el paso de las horas.


    Dueño del mundo en mí, como de tierras que no puedo llevar conmigo, (…)




    (Cntinuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 04 Abr 2021, 03:36

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    187


    He pasado entre ellos extranjero, pero ninguno ha visto que lo era. He vivido entre ellos espía, y nadie, ni yo, ha sospechado que lo fuese. Todos me han tenido por pariente: ninguno sabía que me habían equivocado al nacer. Así, he sido igual a los demás sin semejanza, hermano de todos sin ser de la familia.


    Venía de prodigiosas tierras, de paisajes mejores que la vida, pero de tierras nunca he hablado, sino conmigo, y de los paisajes, vistos si soñaba, nunca les he dado noticia. Mis pasos eran como los suyos en los entarimados y en las losas, pero mi corazón estaba lejos, aunque latiese cerca, señor falso de un cuerpo desterrado y extraño.


    Nadie me ha conocido bajo la máscara de la igualdad, ni ha sabido nunca que era una máscara, porque nadie sabía que en este mundo hay enmascarados. Nadie ha supuesto que a mi lado estuviese siempre otro, que, al final, era yo. Me creyeron siempre idéntico a mí.


    Me han acogido sus casas, sus manos han estrechado la mía, me han visto pasar por la calle como si yo estuviese allí; pero quien soy no ha estado nunca en aquellas salas, quien vivo no tiene manos que estrechen otros, quien me conozco no tiene calles por donde pase, a no ser que sean todas las calles, ni que en ellas lo vea, a no ser que él mismo sea todos los demás.


    Vivimos todos lejanos y anónimos; disfrazados, sufrimos desconocidos. A unos, sin embargo, esta distancia entre un ser y él mismo nunca se les revela; para otros es de vez en cuando iluminada, de horror o de angustia, por un relámpago sin límites; pero para otros existe esa dolorosa constancia y cotidianeidad de la vida.


    Saber bien quién somos no es cosa nuestra, que lo que pensamos y sentimos es siempre una traducción, que lo que queremos no lo hemos querido, ni por ventura lo quiso alguien —saber todo esto a cada minuto, sentir todo esto en cada sentimiento, ¿no será esto ser extranjero en la propia alma, exiliado en las propias sensaciones?


    Pero la máscara, que estuvo mirando inerte, que hablaba en la esquina con un hombre sin máscara esta noche de fin de Carnaval, por fin ha tendido la mano y se ha despedido riendo. El hombre natural ha seguido hacia la izquierda, por la travesera en cuya esquina estaba. La máscara —dominó sin gracia— ha caminado al frente, y se ha retirado entre sombras y acasos de luces, en una despedida definitiva y ajena a lo que yo estaba pensando. Sólo entonces me he dado cuenta de que en la calle había algo más que las farolas encendidas y, enturbiando el sitio donde no estaban, una vaga luz de luna, oculta, muda, llena de nada como la vida…


    7-4-1933.




    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 05 Abr 2021, 03:54

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    188


    De repente, como si un destino médico me hubiese operado de una ceguera antigua con grandes resultados súbitos, levanto la cabeza, desde mi vida anónima, al conocimiento claro de cómo existo. Y veo que todo cuanto he hecho, todo cuanto he pensado, todo cuanto he sido, es una especie de engaño y de locura. Me maravillo de lo que he conseguido no ver. Extraño cuanto he sido, y ver que, a fin de cuentas, no soy.


    Miro, como en una extensión al sol que rompe nubes, mi vida pasada; y noto, con un pasmo metafísico, cómo todos mis gestos más seguros, mis ideas más claras y mis propósitos más lógicos, no han sido, al final, más que borrachera nata, locura natural, gran desconocimiento. Ni siquiera he representado. Me han representado. He sido, no el actor sino sus gestos.


    Todo cuanto he hecho, pensado, sido, es una suma de subordinaciones, o a un ente falso que creí mío, porque actué de él para fuera, o de un peso de circunstancias que supuse ser el aire que respiraba. Soy, en este momento de ver, un solitario súbito que se desconoce desterrado donde se encontró siempre ciudadano. En lo más íntimo de lo que he pensado, no he sido yo.


    Me asalta, entonces, un terror sarcástico de la vida, un desaliento que traspasa los límites de mi individualidad consciente. Sé que he sido error y extravío, que nunca he vivido, que he existido tan sólo porque he llenado tiempo con conciencia y pensamiento. Y mi sensación de mí es la de quien despierta después de un sueño lleno de sueños reales, o la de quien es liberado, por un terremoto, de la poca luz de la cárcel a la que se había acostumbrado.


    Me pesa, verdaderamente me pesa, como una condena a conocer, esta noción repentina de mi individualidad verdadera, de esa que anduvo siempre viajando somnolientamente entre lo que siente y lo que ve.


    Es tan difícil describir lo que se siente cuando se siente que realmente se existe, y que el alma es una entidad real, que no sé cuáles son las palabras humanas con que poder definirlo. No sé si tengo fiebre, como siento, o si he dejado de tener la fiebre de ser un dormidor de la vida. Sí, repito, soy como un viajero que se encontrase de repente en una villa extraña, sin saber cómo ha llegado allí; me acuerdo de esos casos de los que pierden la memoria, y son otros durante mucho tiempo. He sido otro durante mucho tiempo —desde la nacencia y la conciencia—, y me despierto ahora en medio del puente, asomado al río, y sabiendo que existo más firmemente de lo que he sido hasta aquí. Pero la ciudad me resulta desconocida, las calles nuevas, y el mal sin cura. Espero, pues, asomado al puente,que se me pase la verdad, y que me restablezca nulo y ficticio, inteligente y natural.


    Ha sido un momento, y ya ha pasado. Ya veo los muebles que me rodean, los dibujos del papel viejo de las paredes, el sol por las ventanas polvorientas. He visto la verdad un momento. He sido un momento, con conciencia, lo que los grandes hombres son con la vida. Recuerdo sus actos y sus palabras, y no sé si no han sido también vencedoramente tentados por el Demonio de la Realidad. No saber de sí es vivir. Saber mal de sí es pensar. Saber de sí, de repente, como en este momento lustral, es tener súbitamente la noción de la mónada íntima, de la palabra mágica del alma. Pero una luz súbita lo abrasa todo, lo consume todo. Nos deja desnudos hasta de nosotros.


    Ha sido sólo un momento, y me he visto. Después, ni siquiera sé decir ya lo que ha sido. Y, por fin, tengo sueño, porque, no sé por qué, creo que el sentido es dormir.


    21-2-1930.




    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 06 Abr 2021, 04:37

    .



    189


    Estoy casi convencido de que nunca estoy despierto. No sé si no sueño cuando vivo, si no vivo cuando sueño, o si el sueño y la vida no son en mí cosas mixtas, intersecadas, de las que mi ser consciente se forme por interpenetración.


    A veces, en plena vida activa, en que, evidentemente, me siento tan claramente como todos los demás, viene a mi suposición una sensación extraña de duda; no sé si existo, siento como posible ser un sueño ajeno, se me figura, casi carnalmente, que podré ser personaje de una novela, moviéndome, en las ondas largas de un estilo, en la verdad hecha de una gran narración.


    He reparado, muchas veces, en que ciertos personajes de novela adquieren para nosotros un relieve que nunca podrían conseguir quienes son nuestros conocidos y amigos, quienes hablan con nosotros y nos oyen, en la vida visible y real. Y esto me hace soñar la pregunta de si no será todo, en este total del mundo, una serie entre-insertada de sueños y novelas, como cajitas dentro de cajitas mayores —unas dentro de otras y éstas en más—, siendo todo una historia con historias, como la Mil y Una Noches, sucediendo falsa en la noche eterna.


    Si pienso, todo me parece absurdo; si siento, todo me parece extraño; si quiero, el que quiere es algo que hay en mí. Siempre que en mí hay acción, reconozco que no he sido yo. Si sueño, parece que me escriben. Si siento, parece que me pintan. Si quiero, parece que me ponen en un vehículo, como a la mercancía que se envía, y que avanzo con un movimiento que me parece propio hacia donde no quise que fuese sino después de estar allí.


    ¡Qué confusión es todo! ¡Cuánto mejor es ver que pensar, y leer que escribir! Lo que veo, puede ser que me engañe, pero no lo creo mío. Lo que leo, puede ser que me pese, pero no me perturba haberlo escrito. ¡Cómo duele todo si lo pensamos como conscientes de pensar, como seres espirituales en quien se ha dado ese segundo desdoblamiento de la conciencia mediante el cual sabemos que sabemos! Aunque el día esté lindísimo, no puedo dejar de pensar así... Pensar o sentir, ¿o qué tercera cosa entre los escenarios puestos aparte? Tedios del crepúsculo y del desaliño, abanicos cerrados, cansancio de haber tenido que vivir…


    20-12-1931.




    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 07 Abr 2021, 04:03

    .



    190


    El mismo escribir ha perdido la dulzura para mí. Se ha trivializado tanto, no sólo el acto de dar expresión a emociones cuanto el de perfeccionar frases, que escribo como quien come o bebe, con más o menos atención, pero medio enajenado y desinteresado, medio atento y sin entusiasmo ni fulgor.


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 08 Abr 2021, 11:41

    .



    192


    Habiendo visto con qué lucidez y coherencia lógica ciertos locos (delirantes sistematizados) justifican, ante sí mismos y ante los demás, sus ideas delirantes, he perdido para siempre la segura certidumbre de la lucidez de mi lucidez.


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 09 Abr 2021, 05:09

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    193


    ESTÉTICA DEL ARTIFICIO


    La vida perjudica a la expresión de la vida. Si yo viviese un gran amor, nunca lo podría contar.


    Yo mismo no sé si este yo, que os expongo, en estas sinuosas páginas, realmente existe o tan solo es un concepto estético y falso que he formado de mí mismo. Me vivo estéticamente en otro. He esculpido mi vida como una estatua de materia ajena a mi ser. A veces no me reconozco, tan exterior a mí mismo me he puesto, y tan de un modo puramente artístico he empleado mi conciencia de mí mismo. ¿Quién soy por detrás de esta irrealidad? No lo sé. Debo de ser alguien. Y si no trato de vivir, de actuar, de sentir, es —creedme bien— para no perturbar las líneas artificiales de mi personalidad supuesta. Quiero ser tal cual he querido ser y no soy. Si cediese, me destruiría. Quiero ser una obra de arte, del alma por lo menos, ya que del cuerpo no puedo serlo. Por eso me he esculpido con tranquilidad y enajenación me he colocado en una estufa, lejos de los aires frescos y de las luces francas— donde mi artificialidad, flor absurda, florezca en retirada belleza.


    Pienso a veces en lo bello que sería poder, [...] mis sueños, crearme una vida continua, que se sucede, dentro del transcurrir de días enteros, con invitados imaginarios, con gente creada, e ir viviendo, sufriendo, gozando esa vida falsa. Allí me sucederían desgracias; grandes alegrías caerían sobre mí. Y nada mío sería real. Pero tendría todo una lógica soberbia, seria, sería todo según un ritmo de voluptuosa falsedad, y sucedería todo en una ciudad hecha de mi alma, perdida hasta el andén de un tren tranquilo, muy lejos dentro de mí, muy lejos... Y todo claro, inevitable, como en la vida exterior, pero estética de Muerte del Sol.




    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Sáb 10 Abr 2021, 05:14

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    194


    Me busco y no me encuentro. Pertenezco a horas crisantemos, nítidas en una distancia de jarros. Debo hacer de mi alma una cosa decorativa.


    No sé qué detalles excesivamente /pomposos/ y escogidos definen la hechura de mi espíritu. Mi amor a lo ornamental existe, sin duda, porque siento en él algo idéntico a la substancia de mi alma.


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Dom 11 Abr 2021, 06:32

    .


    195


    Reconozco, no sé si con tristeza, la sequedad humana de mi corazón. Vale más para mí un adjetivo que un llanto real del alma. Mi maestro Vieira [... ]


    Pero a veces soy diferente, y tengo lágrimas, lágrimas de las calientes, de los que no tienen ni han tenido madre; y mis ojos que arden con esas lágrimas muertas, arden dentro de mi corazón.


    No me acuerdo de mi madre. Murió cuando yo tenía un año. Todo lo que hay de disperso y duro en mi sensibilidad viene de la ausencia de ese calor y de la nostalgia inútil de los besos de que no me acuerdo. Soy postizo. Me he despertado siempre contra senos ajenos, arrullado por desvío.


    ¡Ah, es la nostalgia del otro que yo podría haber sido la que me destroza y sobresalta! ¿Quién otro sería yo si me hubiesen dado cariño del que viene desde el vientre hasta los besos en la cara pequeña?


    Soy todas esas cosas, aunque no quiera, en el fondo confuso de mi sensibilidad fatal.


    Tal vez la nostalgia de no ser hijo tenga gran parte en mi indiferencia sentimental. Quien, de niño, me apretó contra la cara no podía apretarme contra el corazón. Aquélla estaba lejos, en una sepultura: aquella que me pertenecería si el Destino hubiese querido que me perteneciera.


    Me dijeron, más tarde, que mi madre era bonita, y dicen que, cuando me lo dijeron, yo no dije nada. Era ya apto de cuerpo y alma, desentendido de emociones, y el hablar todavía no era una noticia de otras páginas difíciles de imaginar.


    Mi padre, que vivía lejos, se mató cuando yo tenía trece años y nunca le conocí. No sé todavía por qué vivía lejos. Nunca me ha importado saberlo. Me acuerdo de la noticia de su muerte como de una gran seriedad durante las primeras comidas de después de saberse. Miraban, me acuerdo, de vez en cuando hacia mí. Y yo respondía mirando, entendiendo estúpidamente. Después comía con más compostura, pues quizás, sin que yo lo viera, continuasen mirándome.


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Lun 12 Abr 2021, 04:37

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    196


    No se sabe si lo que se acaba del día es con nosotros con quienes termina en amargura inútil, o si lo que somos es falso entre penumbras, y no hay más que el gran silencio sin patos salvajes que cae en los lagos donde los juncos alzan su rigidez que desfallece. No se sabe nada, ni el recuerdo queda de las historias de la infancia, algas, ni la caricia tarda de los cielos futuros, brisa en que la impresión se abre lentamente en estrellas. La lámpara votiva oscila insegura en el templo en el que ya no anda nadie, se estancan los estanques al sol de las quintas desiertas, no se conoce el nombre escrito otrora en el tronco, y los privilegios de los desconocidos han ido, como papel mal rasgado, por las calles llenas de un viento grande, a los acasos de los obstáculos que los han parado. Otros se asomarán a la misma ventana que los demás; duermen los que se han olvidado de la sombra mala, nostálgicos del sol que no tenían; y yo mismo, que me atrevo sin gestos, acabaré sin remordimientos, entre juncos encharcados, enlodado del río cercano y del cansancio blando, bajo grandes otoños por la tarde, en confines imposibles. Y a través de todo, como un silbo de angustia desnuda, sentiré a mi alma por detrás del devaneo —aullido hondo y puro, inútil en lo oscuro del mundo.


    15-9-1931.




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    Mensaje por Pedro Casas Serra Mar 13 Abr 2021, 04:07

    .


    197



    Fluido, el abandono del día termina entre púrpuras exhaustas. Nadie me dirá quién soy, ni sabrá quién he sido. He bajado de la montaña ignorada al valle que ignoraría, y mis pasos han sido, en la tarde lenta, vestigios dejados en los claros de la floresta. Todos cuantos amé me han olvidado en la sombra. Nadie supo del último barco. En el correo no había noticia de la carta que nadie habría de escribir.


    Todo, por lo tanto, era falso. No contaron historias que otros hubiesen contado, ni se sabe con seguridad del que partió otrora, en la esperanza del embarque falso, hijo de la bruma futura y de la indecisión por venir. Tengo un nombre entre los que tardan, y ese nombre es sombra como todo.


    16-9-1931.




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    Mensaje por Pedro Casas Serra Miér 14 Abr 2021, 03:50

    .



    198


    Es hora quizás de que haga el último esfuerzo de mirar a mi vida. Me veo en medio de un desierto inmenso. Digo del que ayer literariamente fui, procuro explicarme a mí mismo cómo he llegado aquí.


    (Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Jue 15 Abr 2021, 02:15

    .



    199


    El pasmo que me causa mi capacidad para la angustia. No siendo, por naturaleza, un metafísico, he pasado días de angustia aguda, incluso física, con la indecisión de los problemas metafísicos y religiosos…

    He visto deprisa que lo que yo tenía por la solución del problema religioso era resolver un problema emotivo en términos de razón.


    (Anterior a 1913.)




    Continuará)

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    Mensaje por Pedro Casas Serra Vie 16 Abr 2021, 03:37

    .



    200


    Me sucede a veces, y siempre que sucede es casi de repente, que surge en medio de mis sensaciones un cansancio tan terrible de la vida que ni siquiera se da la hipótesis de un acto con el que dominarlo. Para remediarlo, el suicidio parece inseguro; la muerte, incluso supuesta la inconsciencia, todavía poco. Es un cansancio que ambiciona, no el dejar de existir —lo que puede ser o puede no ser posible—, sino algo mucho más horroroso y profundo, el dejar de siquiera haber
    existido, lo que no hay manera de que pueda ser.


    Creo entrever, a veces, en las especulaciones, en general confusas, de los indios algo de esta ambición más negativa que la nada. Pero o bien les falta la agudeza de la sensación para relatar así lo que piensan, o les falta la acuidad de pensamiento para sentir así lo que sienten. El hecho es que lo que en ellos entreveo no lo veo. El hecho es que me creo el primero en entregar a las palabras el absurdo de esta sensación sin remedio.


    Y la curo con escribirla. Sí, no hay desolación, si es profunda de verdad, si no es puro sentimiento, pero participando en ella la inteligencia, para que no exista el remedio irónico de decirla. Cuando la literatura no tuviese otra utilidad, ésta, aunque para pocos, la tendría.


    Los males de la inteligencia, desgraciadamente, duelen menos que los del sentimiento, y los del sentimiento, desgraciadamente, menos que los del cuerpo. Digo «desgraciadamente» porque la dignidad humana exigiría lo contrario. No hay sensación angustiada del misterio que pueda doler como el amor, los celos, la nostalgia, que pueda sofocar como el miedo físico intenso, que pueda transformar como la cólera o la ambición. Pero tampoco ningún dolor de los que destrozan el alma consigue ser tan realmente dolor como el dolor de muelas, o el de un cólico, o (supongo) el dolor del parto.


    De tal manera estamos constituidos que la inteligencia que ennoblece ciertas emociones o sensaciones, y las eleva por cima de las demás, las deprime también si extiende su análisis a la comparación entre todas.


    Escribo como quien duerme, y toda mi vida es un recibo por firmar.


    Dentro del gallinero desde donde irá a la muerte, el gallo canta himnos a la libertad porque le han dado dos aseladeros.




    (Continuará)


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