OVIDIO NASON (43 a.C.-19 d.C.). Roma Clásica

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE

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Es tan grande el amor que me ha ocupado,
Que no hay remedio para conquistarte
Que no lo tenga visto y ventilado.

Y aunque hay dificultad para ganarte,
En fin te he de ganar, porque es mi seso
Capaz para engañarte y obligarte.

Bien sé que está en los Dioses el suceso,
Mas yo procuraré que así te enredes,
Que no salga mi lance y tiro avieso.

Y cuando evites parte de mis redes,
Son tantas las que tengo para asirte,
Que verte libre de prisión no puedes.

Más lazos tiene amor para rendirte
Que puedes tú evitar con fuerza humana,
Por más que de ellos quieras eximirte.

Y si mi industria y arte fuere vana,
La espada esgrimiré con tal presteza
Que robe tu persona soberana,

Como hay ardid, también habrá fiereza,
"Ni dejaré las armas hasta tanto
Que tenga en mi poder á tu belleza.

No me tengas por tal que me dé espanto
Que Paris á su huéspeda robase
Contra la ley del hospedaje santo.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Ni aquel condenaré que procurase
En estos hurtos ser osado v fuerte,
Y yo quizá... callemos esto, y pase<

Y aunque por pena se me dé la muerte,
La muerte me será menos dañosa
Que dejar de gozarte y poseerte.

Cidipe, si no fueras tan hermosa,
Fueras con más modestia apetecida,
Por ser la causa menos poderosa;

Pero tu perfección fuerza y convida
A la audacia, al furor, al movimiento,
A conquistarte á trueque de la vida.

Tú incitas á mi poco sufrimiento,
Tus garzos ojos causan tus querellas,
Alentando la fuerza á mi tormento.

Tus ojos digo, á cuyas lumbres bellas.
Por ser su resplandor tan excelente,
Reconocen ventaja las estrellas.

Tus ojos, cuyo fuego refulgente
Fué origen de mi fuego y de tu lloro,
Pues lloras porque te amo eternamente.

También fué causa tu cabello de oro
Y el cuello de marfil, á quien quisiera
Tener en mi poder por gran tesoro.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Tus blancas manos, más que blanca cera?
Me enamoran, las cuales, aunque indino,
Quisiese que me fuesen cabecera.

Fuérzame á ser tu amante el cristalino
Semblante, de vergüenza matizado
Con el pincel de honestidad divino.

La huella de tu pie, y el pie me ha dado
Ocasión de te amar, pues en blancura
A los de Tetis han aventajado.

El resto de tu oculta hermosura,
Si yo alabar pudiera, me estimara
Por hombre de grandísima ventura.

Pero, según lo visto, es cosa clara
Que si es el todo en todo tan perfeto,
Que cada parte en sí será muy rara.

Si de tanta beldad puesto en aprieto
Me vi, no es maravilla que quisiera
Promesa en prendas del futuro efeto.

Finalmente serás mi prisionera,
En tanto que confiesas claramente
Que eres mi esposa, amante y compañera»

Envidia sufriré; pero al paciente
El justo premio es bien se le conceda,
Pues en sufrir y amar soy excelente*

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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¿Por qué el debido fruto se me veda
De mi traición? ¿por qué me eres negada,
Pues con tal fuerza mi afición te enreda?

De Telamón Hesíone es robada,
Y con la espada y bélicos furores
Fué Hipodamia de Aquiles conquistada.

Y con ser estos dos sus robadores,
Hesíone y Briseida fueron tales
Que amaron á sus mismos vencedores.

Di contra mí ignominias, di mil males,
Muéstrate grave, airada y desdeñosa.
Acúsame á los Dioses inmortales.

Que como yo te gane por esposa
Y goce esa beldad que al cielo admira,
Cualquiera afrenta me será gloriosa.

Yo, el mismo que soy causa de tu ira,
La desharé, y aun pienso de agradarte}
Que solo á te agradar mi gusto aspira.

Concédaseme, pues, para aplacarte
Un breve espacio, dame alguna audiencia,
Y serás mi juez aunque eres parte.

Permíteme llorar en tu presencia,
Con ruegos estas lágrimas mezclando,
Señal de verdadera penitencia.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Y allí mi grande amor manifestando,
Inclinaré en el suelo la rodilla,
Mis manos á tus plantas humillando,

Como el esclavo con temor se humilla
A la voz del señor que siente airado,
Y tiembla y se estremece con oílla.

¿Ignoras el poder que en mí te he dado?
Cítame por qué causa estando ausente
Me arguyes y me dejas condenado.

Como señora y como presidente
Mándame parecer, usa de imperio,
Que en fin si tú me ves serás clemente.

Y aunque por ignominia y vituperio
Arranques mis cabellos y los dañes,
Diciéndome palabras de improperio;

Y aunque en sangriento humor mi rostro bañes,
Y con uñas y cólera inhumana
Me maltrates, me ofendas y me arañes,

Todo lo sufriré de bue na gana;
Solo que te lastimes tendré pena,
Cuando me des tu mano soberana.

Ni tienes que buscar cepo y cadena
Para mejor guardar el prisionero,
Ni escura cárcel de custodia llena.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Mi firme amor será mi carcelero,
Y si de tu prisión yo me ausentare,
Acabe de morir del mal que muero.

Después que tu iracundia se hartare;
Después que el almacén de tu crudeza
En castigar mi culpa se gastare,

Tú misma te dirás:—;Con qué firmeza,
Con qué valor, constancia y sufrimiento
Este me adora v ama mi belleza!—

Cuando un tormento v otro descontento,
Cuando un desdén y otro desdén más grave
Me vieres tolerar por tu contento,

Tú misma te dirás:—Quien tan bien sabe
Servir, á mí me sirva, y por trofeo
De mis secretos se le dé la llave.—

Agora soy cual miserable y reo,
Convencido en ausencia y maltratado^
Juzgando mi proceso por más feo.

MÍ causa, siendo justa, ha peligrado;
Lo que es virtud conviertes en delito
Por me faltar audiencia y abogado.

Mi injuria, mi maldad es el escrito
Que Amor mandó escribirte y enviarte,.
Y así esta causa á Amor se la remito.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Esto solo tendrás de que agraviarte,
Y cuando de tu Aconcio te agraviaras,
¿Diana qué te debe en esta parte?

Quiero que de mi astucia te quejaras;
¿Delia qué mereció por que furiosa
El voto ante ella hecho quebrantaras?

Si el juramento y fe de ser mi esposa
No me quieres guardar, pase conmigo,
Pero, Cidipe, guárdalo á la Diosa.

Ella estuvo presente y fué testigo,
Y vio cómo tu rostro arrebolabas
Yendo jurando de me unir contigo.

Que como poco á poco celebrabas
La jura, iba guardando allá en su mente
Inescrutable cuanto pronunciabas.

Todo agüero de mal de tí se ausente;
Mas sabe que en el cielo, si está airada,
No hay Diosa más feroz, más inclemente

Y esto cuando se ve menospreciada
De algún mortal sacrilego, alevoso
Despreciador de su deidad sagrada.

Es buen testigo el jabalí furioso
De Calidonia, por el cual he oído,
Que Altea dio á su hijo fin rabioso.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Testigo es Acteón, que fué tenido
Por ciervo de sus perros, de los cuales
Fué con rabiosa cólera comido.

Eslo también Niobe, cuyos males
Fueron de calidad, que siendo dama.
Fué vuelta en risco, asiento de animales.

Y desde entonces hasta agora es fama
Que, con estar en peña convertida5
Allá en Bitinia lágrimas derrama.

¡Ay Cidipe! mi mano va encogida,
Y no se atreve á te decir de hecho,
Que es la causa del riesgo de tu vida.

Temo no digas que por mi provecho
Esta opinión te escribo, siendo vana;
Mas tengo de escribilla á tu despecho.

Créeme, que porque ofendes á Diana,
Queriéndote casar, la calentura
Eclipsa tu belleza soberana.

La Diosa tu provecho y bien procura,
Y porque al voto y juramento excedes,
Trabaja el impedirte el ser perjura.

Quiere que con fe salva, salva quedes,
Y ya que en cuerpo y alma has enfermado,.
En cuerpo y alma te hará mercedes.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Pruebo mi parecer por acertado,
Pues cuantas veces ofenderme intentas,
Tantas veces castiga tu pecado.

Deja ya de irritar con tus afrentas
Al arco de la virgen animosa;
Sus flechas terne, pues que son violentas.

En tiempo estás, queriendo ser mi esposaP
Que puedas ablandar su pecho interno,
Que en fin es virgen* y será piadosa.

No quieras que tu cuerpo amable y tierna
Se venga á consumir por tu esquiveza;
Que es malo competir con brazo eterno.

Harto mejor será que tu belleza
Se guarde para alivio á mis enojos,
Y para que enriquezca á mi pobreza.

Guarda esa luz radiante de tus ojos,
De adonde el fuego que me enciende mana,,
Robando de mil almas mil despojos.

Guarda en tu rostro la perfecta grana,
Que mezclada con nieve quiere el cielo
Vestirse de esta mezcla soberana.

Calamidad eterna, inmenso duelo,
Y aquel martirio que en el alma siento^
Viendo tu enfermedad y desconsuelo,

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Venga al que impide todo mi contento,
Y al que con pecho y pretensión dañada
Repugna nuestro santo ayuntamiento.

El alma tengo ¡ay triste! atormentada,
Pensando de dos males cuál escoja,
O verte enferma, ó verte mal casada.

Y auméntame la pena y la congoja
Ver que yo causo el daño y tu dolencia,
Y que sola mi fraude es quien te enoja.

Diosa ofendida, pase esta sentencia
En mí; yo pagaré, si ella es perjura;
Véngate de su error en mi inocencia.

No le quites al mundo su hermosura,
Que sin su luz el mundo estará feo;
Aconcio muera y quede ella segura,

Y como tanto escudriñar deseo
Tus obras, voy con gravedad fingida
Do vives, y en tu calle me paseo.

Sale t u esclava, y es de mí seguida;
Tus siervos sigo, á todos preguntando
Si te aprovecha el sueño y la comida.

¡Miserable de mí, que estoy rabiando
Porque no te administro aquellas cosas
Que el médico te ha estado recetando!

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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¡Desdichado de mí, que tus hermosas
Manos no aprieto, ni sentarme puedo
En esa cama donde tú reposas!

Aunque más triste y miserable quedo
Cuando por verme de tu vista ausente,
Te viene á visitar quien me da miedo.

Este tus manos trata dulcemente,
Y en tu cama se sienta, siendo odioso
A mí y á todo el cielo omnipotente.

Este, con tosco dedo y escabroso,
Te mira el pulso, no por tu provecho,
Mas por tocar tu brazo milagroso.

Este llega á besar tu blanco pecho,
Y aun la boca quizá, por paga entera
De la visita que en mi daño ha hecho.

Bestia atrevida, formidable fiera,
¿Quién te permite, cual ladrón astuto,
Hurtar y destruir mi sementera?

Adúltero, nefario, torpe, bruto,
Siendo de tanta gloria y premio indino,
¿Por qué de mi jardín coges el fruto?

Di, ¿quién te hizo fácil el camino
De la esperanza ajena y premio ajeno,
Con menosprecio del poder divino?

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

ste brazo, estas manos, este seno,
Prendas son mías, que los Dioses sabios
La acción me han dado porque sufro y peno.

Abstente, aparta tus lascivos labios,
No hurtes con torpeza y desvarío
El justo galardón de mis agravios.

Prometido me está del cielo pío
Aquese cuerpo, quita de él tus manos,
Quita tus manos, que ese cuerpo es mío.

La que tocas con términos villanos,
Malvado, ha de ser mía, que dispuesto
Lo tienen ya los Dioses soberanos.

Y advierte y nota que informado de esto,
Si en usurpar mi esposa perseveras,
Adúltero serás y deshonesto.

Elige entre otras damas la que quieras,
Elige dama, esposa y amadora
Entre esa multitud de las solteras.

De mujer sin amante te enamora,
Y si dudabas de ello, ten por cierto
Que tiene poseedor esta señora.

Si no me crees, repítase el concierto;
Y porque no le acuses de falsía,
Haz que lo lea quien lo vuelve incierto.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Sal de la casa ajena, sal, que es mía;
Aquí ¿qué buscas? Sal de lo vedado,
Que esa cama que ves no está vacía.

Y si palabra, como á mí, te han dado,
Será promesa humana, y no forzosa,
Ni corre con la nuestra en igual grado.

Ella misma votó de ser mi esposa,
Y el padre, que es primero después de ella,
Te ha prometido dar mi prenda hermosa.

Más cerca está de sí la dama bella
Que el padre, y su beldad será más suya
Que de otro, y así pudo prometella.

De está verdad, que es llana, se concluya
Que tiene mi demanda fundamento
Y que es injusta y pérfida la tuya.

Si el padre la promete en casamiento,
Ella primero su votar dispuso
De ser mi esposa, y fué con juramento.

Si ante los hombres su palabra puso
El padre, ella la puso ante Diana:
Mira si el pleito puede estar confuso.

El teme de incurrir en pena humana.
Digo en mentira, y ella en ser perjura
A la que es Diosa eterna y soberana.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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De estos dos miedos, ¿dudas por ventura
Cuál es mayor, más digno de respeto,
Temor de Dios ó miedo de criatura?

En fin, pues que te precias de discreto,
Para que el riesgo de ambos fácilmente
Alcances, mira el fin, mira el efeto.

Mira á Cidipe mísera y doliente;
Mira á su padre, que en la edad que alcanza
Le sobra la salud y está valiente.

También hay entre nos desemejanza
Cuanto á los riesgos de este pleito escuro,
Pues no es igual el miedo y la esperanza.

Juegas primeramente á lo seguro,
No arriesgas con la buena ó mala suerte,
Como quien mira al toro desde el muro.

A mí más grave que la misma muerte
Me será, si me fuere denegada,
Pues no podré sufrir dolor tan fuerte.

Lo segundo, esta dama es adorada
De mí por mucho tiempo, y ser podría
Que de tí no empezase á ser amada.

Si la justicia sacrosanta y pía,
Si aquella rectitud que al bueno inflama,
El alma te inflamara helada y fría,

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Debieras de dar crédito á mi llama,
Cedieras á este fuego que me enciende,
Pues debes dar ventaja al que más ama.

Agora, oh mi Cidipe, pues contiende
Este cruel tan sin razón conmigo.
Nota lo que mi epístola pretende.

Este mi contendor, este enemigo
Te tiene enferma, y hace que la Diosa
Esté enojada, y con razón, contigo.

Si los umbrales de tu alcázar osa
Pasar, sus pasos y visita evita;
No le des prendas ni favor de esposa.

Que por cuanto permites su visita,
Tus verdes años Átropos cercena,
Y tu edad floreciente se marchita.

El cielo quiera que quien esto ordena
Muera de aquese mal y que tú vivas,
Y si él viviere, viva siempre en pena.

Con solo que este infame no recibas,
Ni quieras á quien Deiia así aborrece,
Te librarás de fiebres tan nocivas.

Luego verás que en ese punto crece
Tu salud, tu vigor y mi riqueza,
Que enferma tú, mi vida se empobrece.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Virgen, deja el temor, que con presteza
Te verás con salud, sin riesgo y sana,
Y aumentada la luz de tu belleza,

Con tal que reverencies de Diana
El templo, no con célebres oficios,
Con falsa pompa y apariencia vana:

Que no vuelven las víctimas propicios
A los Dioses, ni menos les agrada
La sangre que se vierte en sacrificios.

Lo que es más grato á su deidad sagrada,
Es guardarles la fe pura y sincera,
Sin les perder la reverencia en nada.

Otras para cobrar salud entera
El hierro prueban y la brasa ardiente:
Que nada teme quien vivir espera.

Otras para templar el accidente,
Brebajes beben, purgas y jarabes,
Que atormentando sanan al paciente.

Evita tú el perjurio, pues que sabes
Que con solo evitallo tendrás vida,
Por ser pecado grave entre los graves.

Guarda la fe á la Diosa prometida;
Guárdate á tí y á mí, pues te es ganancia
Que esté mi vida de la tuya asida.

CONT

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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No tengas en el mar perseverancia,
Que si te enmiendas de tu error notable.
Será justo descargo tu ignorancia.

Dirás que es ia memoria deleznable,
Y que olvidaste lo que así te inculpa,
Y quedará tu mal menos culpable:

Si perseveras no tendrás disculpa,
Pues demás de avisarte por mi carta
La enfermedad, te advierte de tu culpa;

La cual, todas las veces que se aparta
Tu voluntad del gusto de la Diosa,
De tus médulas se alimenta y harta.

Y aun cuando evites esta fiebre odiosa,
Pedirás el socorro de Diana
En la hora del parto peligrosa.
Pedirás que su mano soberana
Saque el infante á luz, y que te alumbre
Con el mesmo poder que te dio sana.
Ella oirá tu clamor desde su cumbre,
Y habiendo en la memoria repetido
Su antiguo enojo, agravio y pesadumbre,

informarse querrá de qué marido
Pares, y quedarás allí burlada,
Por no haber de tu Aconcio concebido.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Mil votos le harás, y escarmentada
Entenderá que votas falsamente,
Del riesgo y del temor necesitada.

Si juras, sabe ya que es suficiente
Tu lengua á defraudar los Dioses santos:
Mira qué gana quien engaña y miente.

Mis ruegos, mis suspiros y mis llantos
No buscan mi interés ni mi provecho,
Que por mi propio bien no diera tantos.

Mayor cuidado me fatiga el pecho:
Que el miedo que tus años se desdoren,
Es quien me tiene el corazón deshecho.

¿Por qué permites que tus padres lloren,
Dudosos de este caso desastrado?
¿Por qué procuras que tu mal ignoren?

A lo menos hubiéraslo contado
A tu dichosa madre; no te creas
De quien en contra de esto te ha informado.

Cidipe mía (quiera Dios lo seas),
Cuenta por orden nuestro caso entero,
Pues que no tiene circunstancias feas.

Dirás, Cidipe amada, lo primero,
Que estando allá ofreciendo ante la Diosa
Su sacrificio con amor sincero,

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Vieron mis ojos tu presencia hermosa,
T u rostro bello, espléndido, elegante,
Tu luz inmensa, rara y milagrosa.

Y que viendo tu gloria en ese instante
{Si acaso lo notaste), en tu belleza
Fijé los ojos y quedé tu amante.

Y como me elevase en esta alteza,
Se me cayó la capa, demostrando
Del éxtasis mental la fortaleza.

Dirás después que en oración estando.
Una manzana rara y exquisita,
Sin ver de adonde, vino á t í rodando;

En cuya circuición estaba escrita
Una promesa, un voto nunca oído,
De astucia grande y frasis inaudita.

Siendo todo lo cual de tí leído
Delante de Diana, conociste
Haberte en casamiento prometido.

Allí repetirás lo que dijiste,
Volverás á decir lo que pensaste,
Heferirás la jura que tú hiciste.

Hija (dirá tu madre), el que juraste
Por esposo será mi amado yerno;
Acéptale por tal, pues te casaste.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Con él te casa, pues el cielo eterno
Con él te desposó; muéstrate ufana.
Pues se encarga el Amor de tu gobierno.

«A tí te agrade el que agradó á Diana;»
Esto dirá tu madre, si ella fuere
Tai madre, que gustare verte sana.

Si quién y cuál yo soy saber quisiere,
Vendrá á hallar que la triforme Diosa
Vuestro amor busca y vuestro gusto quiere.

La isla que otro tiempo fue gloriosa
A las coricias Ninfas, y es bañada
Del mar Egeo, es mi patria honrosa.

Si mi generación saber le agrada,
De nobles padres vengo, y mi nobleza
Es de sangre de reyes derivada.

Soy abundante y próspero en riqueza,
Amo virtud en obras y costumbres,
Que es el blasón más digno de grandeza.

Y cuando en mí no mires más vislumbres
De gloria que el amarte en sumo grado,
Es justo que me estimes y me encumbres.

Por ser yo tal merezco ser buscado
Para ser tu marido, y sin que hubiese
Tanto valor en mí como has hallado.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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En sueños me mandó que te escribiese
Estas cosas la que es de Febo hermana,
Por honra suya y no por interese.

Después que dejé el sueño en la mañana.
Esto también mandó: que te escribiera
Amor con su potentia soberana.

De éste ya me hirió la flecha fiera;
Guárdate, y mira con la flecha suya
La Diosa mortalmente no te hiera.

Mi vida nace y pende de la tuya;
Tu vida nace y pende de la mía;
Procura que esta unión no se destruya.

A tí y á mí te muestra afable y pía;
Tu voto cumple y cumple mi deseo:
¿Qué dudas, si es tu sí nuestra alegría?

Si el sí me das, si tanta gloria veo,
Cuando otra vez las trompas resonaren
En Délos, donde hice el rico emoleo:

Cuando sus aras santas se bañaren
Con sangre del becerro y bravo toro,
Que en honra de Diana se inmolaren,

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XIX

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ACONCIO A CIDIPE. CONT.

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Ante su imagen la manzana de oro
Pondré, en memoria y en honor de aquella
Que fué mi empleo y todo mi tesoro.

La causa y el intento de ponella
Será en estos tres versos declarada
A los devotos que quisieren vella:

«Con la manzana de oro aquí colgada,
Afirma Aconcio que lo en ella escrito
Se confirmó y cumplió sin faltar nada.»

Y porque más no aflija al cuerpo aflito
Mi carta, antes le alivie y le regale,
Ceso, no prosiguiendo en infinito.
Adiós, Cidipe; mi Cidipe, vale.

FIN DE LA EPÍSTOLA XIX. ACONCIO A CIDIPE.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XX

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ARGUMENTO
DE LA EPÍSTOLA VIGÉSIMA.

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Recibiendo Cidipe la carta de Aconcio, conociendo
y recelando que la enfermedad que padecía
era por estar la diosa Diana airada contra ella, determinó,
por redimir esta vejación, de cumplir á
Aconcio su juramento y no la voluntad de su padre.
Y así, aunque muy enferma, le responde breve
y compendiosamente en doce versos, que acaban
en el pentámetro. Quos vereor paucos ne velitesse
mihi. A los cuales añadió otro autor el cumplimiento
de toda la respuesta, la cual no ser de Ovidio
ni de Sabino consta por muchos ejemplares
antiguos. Y así, todos los comentadores no comentan
sino los doce versos, y es muy conforme á razón
que una enferma no escribiese más de un billete
en demostración que aceptaba la petición ó la
desechaba. Pero por haberme agradado toda la
epístola, la tengo traducida en el verso que comúnmente
se dice ovillejo ó maraña; y por no enmarañar
con diferente compostura esta obra, no la
pongo aquí, mas irá (queriendo Dios) en la segunda
parte de este mi Parnaso Antartico, con otras curiosidades
que tengo en ella. Y así, para cumplir
con la obligación de este lugar, puse la breve respuesta
de la afligida y enferma Cidipe,

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XX

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CIDIPE Á ACONCIO

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Temí, y leí tu carta solamente
Con el turbado y presto pensamiento
Y con la vista mísera y doliente.

No tuve en pronunciarla atrevimiento,
Porque á los santos Dioses no votara
Nueva traición con nuevo juramento.

Y entiendo que tu astucia me engañara
Otra vez, si cual dices no te hubiera
Hecho la jura que me cuesta cara.

Romperla quise, y cierto la rompiera
Si (como en fin mujer y escarmentada)
La indignación del cielo no temiera.

Temí que por ventura acrecentada
Sería de la Diosa la violencia,
Y en mí con más rigor ejecutada.

Pues mientras con más culto y reverencia
Mi devoción en honra suya crece,
Quemando incienso sacro en su presencia;

Diana contra mí más se embravece,
Y á tí, por agradarte y por rendirme,
Más de lo que es justicia favorece.

Y como tú pretendes persuadirme,
Se venga de su injuria mi belleza,
Poniendo su potencia en afligirme.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

EPÍSTOLA XX

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CIDIPE Á ACONCIO. CONT.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Apenas acudió con tal presteza
A remediar de Hipólito los males,
Con ser quien fué y amalle con terneza.

Fuera mejor mis años virginales
Guardara la que es Diosa y virgen pura;
Mas temo que ella quiere por ser tales
Se abrevien en la breve sepultura.

FIN DE LA EPÍSTOLA XX, CÍDIPE A ACONCIO

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

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ÚLTIMA EPÍSTOLA . ARGUMENTO

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

De común consentimiento de todos los hombres
sabios y de la poesía latina beneméritos, es esta
epístola de Safo á Faón la más grave, más docta
y de más artificio de todas las demás que Ovidio
compuso, por resplandecer en ella (demás de sus
retóricos colores de que abunda) muchas y admirables
sentencias, habiendo aquí Ovidio juntado
muchas de Homero y muchas de las obras que la
misma Safo dejó escritas. Y así Mérula y Domicio
Caldeo no, Asensio y otros muchos doctísimos varones
procuraron esmerarse y remirarse en ella; y
si en la frase castellana no fuere digna de tanta
admiración, será por no haberla traducido otro que
igualase al espíritu de Ovidio; y porque la propiedad,
énfasis y el alma de una lengua es imposible
traducirse en otra. Dicen, pues, Suidas y Eliano,
con otros autores griegos, que hubo dos mujeres
llamadas Safo, la una Etesia y poeta célebre, la
cual fué famosa en los tiempos de Alceo y Pirtaco,
360 OVIDIO.
y de Prisco Tarquino, La otra fué natural de Mitilene,
poeta ilustre, pero de vida deshonesta y lascivas
costumbres: escribió muchas y muy famosas
obras en metro, y fué inventora de los líricos versos,
y de su nombre llamamos algunos sáficos; fué
casada con Cerecla, Andrio de nación y riquísimo,
de quien parió una hija dicha Ciéis ó Clida, y enviudó,
quedando moza en compañía de tres hermanos
y de muchas discípulas que tuvo. La causa
por que ésta vino á amar á Faón con tanta vehemencia,
atribuyelo Plinio á una virtud de cierta
hierba; mas el común parecer de los poetas afirma
que Faón fué natural de la isla de Sicilia, y tan
pobre, que se sustentaba en un río, pasando con
un barco la gente de una ribera á otra.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

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ÚLTIMA EPÍSTOLA . ARGUMENTO. CONT.

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Sucedió
que una vez llegó la diosa Venus, entre los demás
pasajeros, y rogándole á Faón que la llevase en su
barco sin interés, agradado él de su belleza, pero
no conociendo quién era, la puso de la otra parte
del río con mucha liberalidad y cortesía. Venus,
agradecida al servicio hecho, en premio y paga le
dio un vaso de preciosísimo ungüento, con el cual,
untándose Faón, quedó el más hermoso y dispuesto
mancebo que hubo en aquel siglo. Gozando, pues,
Faón de tanta belleza, acaso ó por necesidad, salió
de Sicilia y vino á Lesbos, donde visto de las damas
de la isla, fué de ellas querido y regalado;
pero la que más le amó, y ia que más fué cautiva
de su gentileza, fué la milagrosa poeta Safo, que
ya por este tiempo era llamada la décima Musa:
gozó de él, aunque poco tiempo, porque después
de algunos meses, sin comunicar con Safo su parLAS
HER01DAS. 361
tida, ocultamente se volvió á Sicilia, olvidándose
totalmente de su dama, que por ser poco ó nada
hermosa y muy deshonesta le vino á causar odio y
aborrecimiento. Esta partida y desprecio hizo tanta
impresión en la enamorada señora, que movida
de un rabioso dolor, sin hallar ningún consuelo ni
remedio á su desesperación, determinó de despeñarse
en el mar desde un alto monte de Epiro, por
consejo (como ella dice) de los Dioses, por librarse
de aquel irremediable fuego que le abrasaba el
alma. Pero antes de ejecutar el fiero intento escribió
esta epístola á su Faón, por ver si con sus amorosas
y artificiosas razones le podía traer á su antigua
voluntad; en la cual le ruega que vuelva á
Lesbos y la consuele con su presencia, ó que á lo
menos le responda, y mande que se arroje por su
amor en el mar, pues está ya determinada de darle
gusto con su muerte.

FIN DEL ARGUMENTO DE LA ÚLTIMA EPÍSTOLA

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

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ÚLTIMA EPÍSTOLA . SAFO Á FAÓN

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¿Por ventura, Faón, luego que abriste
Mi carta, en ver su letra artificiosa,
Por mía la juzgaste y la tuviste?

¿Por ventura, mostrárase dudosa
Tu mente en vacilar quién te escribía,
Si no vieras mi firma dolorosa?

Preguntarás, que si la musa mía
Ha siempre versos líricos cantado,
Por qué la que te escribo es elegía.

¡Ay! que mi triste amor ha ya espirado
En tu pecho cruel, y en este punto
De mí ha de ser su tránsito llorado.

Y porque el verso al dolorido asunto
De hoy más responda, escojo el lamentable;
Que el lírico no es verso de difunto.

Abrasóme en incendio irremediable,
Cual arde el campo donde ei fuego prende,
Si sopla el sordo viento incontrastable.

La seca parva con furor se enciende,
La llama excede al resplandor Febeo:
Tal es el fuego que á mi pecho ofende.

Allá habita Faón donde el Tifeo
Etna con fuego y sempiterna brasa
Oprime y quema el cuerpo giganteo.

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

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ÚLTIMA EPÍSTOLA . SAFO Á FAÓN. CONT.

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Pero con más ardor y más sin tasa
Que si estuviera en Etna y sus fogones,
El iracundo amor mi pecho abrasa.

No se me ofrecen versos ni canciones
Para poner en dulces instrumentos,
Que es lo que alegra tristes corazones.

Que el componer y el entonar acentos,
Son ejercicios y obras virtuosas
De entendimientos libres y contentos.

Ya me son las Piérides odiosas,
Ya huyo de las Dríadas doncellas;
Sólo me ocupo en quejas amorosas.

Amithón, Cidno y Attis, mozas bellas,
Son viles á quien tanto las quería;
Ni las quiero ya hablar ni puedo vellas:

Y otras ciento que, cuando Dios quería,
Por sola su virtud y compostura
Gustaba de tener su compañía.

Mira, Faón, si es mucha tu ventura,
Pues el amor que á tantas he quitado
Le he puesto en tu divina hermosura.

Tienes el rostro bello y delicado,
Tienes edad á gustos conveniente,
¡Oh rostro que has mi vista emponzoñado!

CONT.

OVIDIO NASÓN

LAS HEROIDAS

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ÚLTIMA EPÍSTOLA . SAFO Á FAÓN. CONT.

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Coge la lira y toca dulcemente,
La aljaba toma, y te veremos hecho
Un nuevo Apolo en música y valiente.

Ponte aquella señal (*) que á mi despecho
Me pones, serás Baco, y en belleza
Al uno y otro dejarás deshecho:

Pues Febo á Dafne amó y á su altiveza,
Y Baco amó á la Gnosida Ariadna,
Siendo Dioses los dos de suma alteza.

Y aunque fué su belleza soberana,
No alcanzaron el don de la poesía,
Ni aquel licor que en el Parnaso mana.

A mí la Pegasea compañía
Me dicta versos, yendo va mi nombre
Por cuanto abrasa el sol, y el mar enfría.

Ni tiene más honor ni más renombre
Alceo el Mitileno y celebrado,
Aunque más con su verso al mundo asombre s

Si la naturaleza me ha negado
Rostro elegante, forma y estatura,
No tengo culpa: yo no me he criado.

(*) Esta señal, son los cuernos.

CONT.