METAMORFOSIS
TRADUCCIÓN: ANA PÉREZ VEGA
LIBRO DUODÉCIMO
Ceneo II
«Cinco a la muerte Ceneo había entregado, Estífelo y Bromo
y Antímaco y Élimo y al portador de la segur, Piracmo.
Sus heridas no las recuerdo; del número y del nombre tomé nota.
Adelante vuela, de los expolios del ematio Haleso armado,
a quien había dado muerte, de miembros y cuerpo el más grande
Latreo: su edad, entre un joven y un viejo,
su fuerza juvenil era; variegaban sus sienes las canas.
El cual, por su escudo y gálea y macedonia pica
conspicuo, y su faz vuelta a ambas tropas,
sus armas golpeó y en un certero círculo cabrioleó,
y palabras tantas vertió, ardido, a las vacías auras:
«¿También a ti, Cenis, te he de sufrir? Pues tú para mí una mujer siempre,
tú para mí Cenis serás. ¿Tu origen natal no te ha advertido
y a tu mente viene, como premios de qué acto
y por qué merced la falsa apariencia de un hombre se te ha deparado?
Qué hayas nacido mira, o qué has sufrido, y la rueca,
anda, coge con los canastos, y las urdimbres con tu pulgar tuerce:
las guerras deja a los hombres». Al que profería tales cosas Ceneo
vació su costado, tenso por la carrera, lanzándole un asta
en donde el hombre con el caballo se juntaba. Enloquece él de dolor,
y, desnuda, la cara del joven Fileo hiere con su pica.
No de otro modo ella rebotó que de la cima de un tejado el granizo,
o si uno hiere con una pequeña piedra los huecos tímpanos.
De cerca ataca y en su costado duro por esconder
lucha su espada: para su espada lugares transitables no son.
«Mas no escaparás. Te degollará por su mitad mi espada
puesto que su punta está roma», dice, y de costado su espada
atraviesa, y con su larga diestra le estrecha las ijadas.
El golpe produce unos gemidos como en un cuerpo de mármol golpeado,
y rota salta en pedazos la lámina al ser sacudido tal callo.
Cuando bastante sus ilesos miembros le hubo exhibido a él, admirado:
«Ahora, vamos», dice Ceneo, «con el hierro nuestro tu cuerpo
probemos», y hasta la empuñadura le hundió en sus costados
la espada mortífera y ciega llevó su mano hasta sus vísceras
y la removió y herida en la herida hizo.
He aquí que se lanzan con vasto griterío rabiosos los bimembres,
y sus armas contra éste solo todos lanzan y llevan.
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