sentencias.
Resalto que las expresiones, aquí expuestas, reconocen sin mayores rodeos a su autor, esto
es que no hay interrogantes en cuanto a quién la dijo, cuándo la expresó, ni en qué
circunstancias.
Todo ello, sin soslayar algunas de las incertidumbres que siempre rodean estos sucesos,
pues hay
expresiones muy añejas que se adjudican a ciertos personales y "científicamente"
es incomprobable.
Para el caso, se cree que fue Filipo de Macedonia, quien sentenció "divide y reinarás ", pero
sabrán que se trata de algo imposible de demostrar con pruebas contundentes; tan es así,
que otros dicen que le pertenece a Julio César. Diferente es la cuestión si nos acercamos en la historia, ya que hay más datos, mayores evidencias en cuanto a los autores y en relación
con la situación, como la muy difundida " me cortaron la piernas " , de Diego Maradona.
De igual forma, aclaro que algunas han mutado en sus formas o que son el resultado
sintetizado
de un concepto. También les digo que los autores y autoras provienen de diferentes campos
de la actividad humana, por lo que podrían haberse encuadrado en segmentos anteriores.
Recalco que hay frases majestuosas, proverbiales, pero que no alcanzaron a meterse en el
corazón del lenguaje popular y, por tal razón, no fueron incluidas.
Figuran en las páginas venideras
un puñado de aquellas que fueron fruto de la inventiva de alguien en particular,
pero que ahora ya
son propiedad del pueblo.
1- A BUEN ENTENDEDOR, POCAS PALABRAS
Poco margen para agregar algo sobre su uso, pues la idea está firmemente ubicada, sin rodeos
ni alegorías, para que todos podamos comprenderla con sencillez.
Sin embargo, hay que efectuar una pequeña aclaración al respecto; por un lado,
podemos aplicarla a los casos en que alguien,
efectivamente, ha entendido con rapidez y precisión una orden, una indicación, una solicitud
o un concepto; pero también la usamos con un sentido irónico, mordaz, burlón, cosa que
sucede cuando
recurrimos a ella para manifestar cierto enfado o sorpresa, porque alguien no ha comprendido
con rapidez y precisión un mensaje que parecía bastante simple o muy bien formulado. Viene de
hace siglos, probablemente del Viejo Continente, pues asoma como un posible derivado de una
sentencia romana: intelligenti pauca, que resume la misma idea. Más tarde, tiene lugar un hecho
(no comprobado científicamente) en el que el cardenal y dirigente francés Mazarino (1681-1756)
habría aceptado tener una audiencia con un mendigo, al que le puso una condición tajante: no
podía utilizar más de dos palabras. El pordiosero estuvo muy astuto y se limitó a decir:
“hambre,frío”. Mazarino, buen entendedor y siguiendo la lógica del laconismo, le señaló a sus colaboradores:
“comida, ropa”, para rematar el encuentro con la frase que nos compete:
“a buen entendedor, pocas palabras”. Finalmente, considero oportuno agregar un dato
respecto del concepto central de la expresión: sólo podemos responsabilizar al destinatario
cuando el emisor ha sido claro en forma ycontenido.
2. AL MAL TIEMPO, BUENA CARA
Se trata de una frase muy extendida en el lenguaje popular y de diversa aplicación.
Generalmente,sirve para dar ánimo a una persona (o a uno mismo) cuando atraviesa
una situación difícil o cuando las cosas no salen como uno pretende. En este caso,
el tiempo cobra un doble significado, pues puede tanto representar al clima, es decir a las condiciones meteorológicas imperantes, como también al fenómeno que medimos con un reloj y que la Real Academia Española define como la “magnitud
física que permite ordenar la secuencia de los sucesos”. En cualquier caso, al tratarse de un mal
tiempo, toma la forma de adversidad, a la que hay que enfrentar con optimismo y decisión,
o sea, con buena cara. Su advenimiento puede ser añejo, pero se dice que fue un mendigo
polaco quien la habría formulado en 1840, con la intención de expresar que, a pesar de la precariedad de su existencia, procuraba ser feliz todos los días.
El proverbio, más tarde apareció escrito en un pergamino
de la región y fue cobrando fama hasta extenderse por todo el planeta.
3. COSTAR UN OJO DE LA CARA
“Defender los intereses de la corona me ha costado un ojo de la cara”, le habría dicho
Don Diego de Almagro (1475-1538) al Emperador Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico (1500-1558), en cierta entrevista sostenida entre el soberano y
el conquistador español, considerado descubridor del territorio que hoy se conoce como Chile.
En verdad, Almagro no exageraba, pues había perdido uno de sus ojos durante un asedio a una fortaleza inca.
Que quede en claro que si bien Diego de Almagro dejó un órgano muy valioso del cuerpo
en su riesgosa misión, mucho más fue lo que perdieron los habitantes del territorio que él
y otros colegas suyos conquistaron y devastaron durante siglos.
Desde entonces, en general se utiliza para hacer entender que se ha conseguido un
objetivo pero que su costo ha resultado por demás elevado; en particular y más asiduamente,
alude al precio exagerado que se pagó por un objeto o servicio, como pueden serlo
alimentos, alojamiento o vestimenta.
Fuente Wikipedia.
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