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Yorgos Seferis (13 de marzo de 1900-Atenas, 20 de septiembre de 1971) poeta, ensayista y diplomático griego que consiguió el Premio Nobel de Literatura en 1963, el primero de su nacionalidad en lograrlo.
Su vida
Nació en Esmirna (Imperio otomano; actualmente parte de Turquía), hijo de un abogado y de una hija de un poderoso terrateniente. Su padre, profesor de universidad, era considerado como el mejor traductor de Lord Byron.
A la edad de 14 años, comenzó a escribir sus primeros poemas. En 1914 la familia se trasladó a Atenas, donde Yorgos prosiguió con sus estudios hasta 1917, año en que terminó el bachillerato. En 1918, siguió estudios de derecho y literatura en la Sorbona, París, terminando la carrera en 1924. Durante estos años siguió escribiendo versos y tomó contacto con la poesía francesa contemporánea.
A pesar de su interés por la filología y por el arte, y estando muy ligado a su tierra, se incorporó al servicio diplomático griego cuando los turcos tomaron Esmirna, su ciudad natal, a principios de los años veinte. Desempeñó servicios como vicecónsul en Londres, conoció la poesía de T.S. Eliot, cuyo estilo le influyó mucho, y como cónsul en Albania en los años treinta.
En 1931 publicó su primer volumen de poesía, Strofi (El momento crucial) y un año después apareció su segunda colección, I Sterna. En 1935 vio la luz Mythistorima.
En 1941 contrajo matrimonio con Maria Zannou, a la que había conocido en 1936. Durante la Segunda Guerra Mundial acompañó a los políticos griegos en el exilio, viviendo en Creta, Egipto, Sudáfrica e Italia.
Acabada la guerra fue embajador desde 1953 hasta 1957 en Líbano, Siria, Jordania e Irak. Posteriormente permaneció como embajador griego en Londres hasta 1962. A partir de esta fecha se retiró del servicio diplomático y se estableció en Atenas.
En 1963 recibió el Premio Nobel de literatura. Seferis estuvo muy influido por Constantino Cavafis, T. S. Eliot y Ezra Pound.
En 1967 se pronunció en contra de la dictadura establecida por el general Papadopoulos, llegando a ser popular entre los jóvenes griegos.
Seferis, considerado el poeta griego más importante de la generación de la preguerra de los años treinta, falleció el 20 de septiembre de 1971. En su obra destaca su amor y nostalgia por el Mediterráneo y su ciudad natal, Esmirna.
Su obra
Escribió en dimotikí glosa -la lengua del pueblo-, lengua griega que había seguido su natural evolución y que presentaba modificaciones notables con la lengua oficial, impuesta desde el Estado, llamada kazarévusa. Intentó combinar sus propias experiencias con la historia y la mitología. Una de sus principales fuentes de inspiración fue la Odisea de Homero, en particular, para mostrar cómo la personalidad humana no ha cambiado a través de los siglos.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Yorgos Seferis:
De Mithistorema (1932):
ARGONAUTAS
Y el alma
si quiere conocerse a sí misma
a un alma debe mirar
vimos al enemigo y al extraño en el espejo.
Eran buenos muchachos los compañeros, no gritaban
ni por la fatiga ni la helada ni la sed,
tenían la manera de los árboles y de las olas
que reciben el viento y la lluvia
reciben la noche y el sol
sin cambiar dentro del cambio.
Eran buenos muchachos, días enteros
transpiraban al remo con los ojos bajos
respirando al ritmo
y su sangre enrojecía una piel sometida.
Una vez cantaron con los ojos bajos
al pasar la isla desierta con los nopales
hacia el poniente, más allá del cabo de los perros
que ladraban.
PERO ¿QUÉ BUSCAN NUESTRAS ALMAS VIAJANDO...
Pero ¿qué buscan nuestras almas viajando
sobre las cubiertas de atiborrados barcos
apretujadas contra mujeres amarillas y niños que lloran
sin poder olvidarse ni con las golondrinas de mar
ni con las estrellas que declaran en los bordes los mástiles.
Gastadas por los discos del gramófono
involuntariamente atadas con postraciones inexistentes
murmurando pensamientos quebrados de lenguas exxtranjeras?
Pero ¿qué buscan nuestras almas viajando
sobre podridos maderos marinos
de puerto en puerto?
trasladando ajadas piedras, respirando
el frescor del pino cada día con más dificultad,
nadando en las aguas de este mar
y de ese mar,
sin tacto
sin hombres
dentro de una patria que ya no es nuestra
ni vuestra.
Sabíamos que eran bellas islas
por aquí alrededor donde tocamos
un poco más abajo o un poco más alto
un mínimo espacio.
ASTIANAX
Ahora que te llevas contigo al niño
que vio la luz debajo de aquel plátano,
un día que resonaban las trompetas y brillaban armas
y los caballos sudorosos se inclinaban a rozar
la verde superficie de las aguas
en la fuente con sus húmedas narices.
Los olivos con las arrugas de nuestros padres
las rocas con el saber de nuestros padres
y viva en la tierra la sangre del hermano
era una alegría fuerte un fértil orden
para las almas que conocían su plegaria.
Ahora que te vas, ahora que el día de la expiación
clarea, ahora que ninguno sabe
a quién ha de matar ni cómo terminará
lleva contigo al niño que vio la luz
bajo las hojas de aquel plátano
y enséñale a observar los árboles.
De Cuaderno de ejercicios (1928-1937):
HAMPSTEAD
Como un ave con el ala rota
que hubiese años viajado por los aires
como un pájaro que soportar no pudo
el aire y la tormenta
cae la noche.
Sobre la hierba verde
habían, todo el día, bailado tres mil ángeles
desnudos como acero,
cae la tarde pálida;
los tres mil ángeles
plegaron sus alas y se hicieron
un perro olvidado
que ladra
solitario
y busca a su amo
o la parusía
o un hueso.
Ahora busco algo de calma
me bastaría una cabaña en una loma
o en una playa
me bastaría frente a mi ventana
una sábana lavada con añil
extendida como el mar
me bastaría en mi maceta
aunque fuese de mentira, un clavel
un papel rojo en un alambre
de modo que pueda el aire
el aire gobernarlo sin apuros
cuanto quiera.
Caería la noche
sonarían los ecos del rebaño bajando hacia el corral
como un pensamiento muy simple y feliz
y me tiraría a dormir
porque no tendría
ni una vela que encender,
luz,
para leer.
MOCETÓN
Viajé un año con el Capitán Ulises
estaba bien
con el buen tiempo me las arreglaba en proa al ladito de la sirena
cantaba sus labios rojos mirando los peces voladores,
con tormenta, me metía en un rincón de la bodega junto con el perro que me calentaba.
Una mañana, saliendo el año, vi minaretes
el contramaestre me dijo:
"Es Santa Sofía, te llevaré por la noche a las mujeres".
Así conocía a las mujeres que sólo visten medias
sobre todo, aquellas que escogimos.
Era un lugar extraño
un jardín con dos nogales una glorieta un pozo
alrededor de un pozo con vidrios quebrados encima
un arroyo cantaba "En la corriente de mi vida".
Entonces por primera vez vi un corazón
atravesado por la consabida saeta
dibujado en el muro con carbón.
Vi las hojas amarillas de la parra
caídas al suelo
pegadas a los adoquines al pobre barro
y di un paso para volver al barco.
Entonces el contramaestre me agarró del cuello y me tiró al pozo;
el agua tibia y tanta vida alrededor de la piel...
Luego la muchacha me dijo jugando distraída con su pecho derecho:
"Soy de Rodas, a los 13 años me pudieron de novia por 100 monedas".
Y el arroyo cantaba "En la corriente de mi vida".
Recordé la vasija rota en la tarde fresca y pensé:
"Esta va a morir también ¿cómo morirá?
Sólo le dije:
"Cuidado, lo destruirás, es tu vida".
Por la noche no pude acercarme a la sirena, me daba vergüenza.
EPITAFIO
Los carbones en la niebla
eran rosas con raíces en tu corazón
y la ceniza te cubría el rostro
cada mañana.
Deshojando sombras de cipreses
te fuiste el último verano.
Yorgos Seferis (13 de marzo de 1900-Atenas, 20 de septiembre de 1971) poeta, ensayista y diplomático griego que consiguió el Premio Nobel de Literatura en 1963, el primero de su nacionalidad en lograrlo.
Su vida
Nació en Esmirna (Imperio otomano; actualmente parte de Turquía), hijo de un abogado y de una hija de un poderoso terrateniente. Su padre, profesor de universidad, era considerado como el mejor traductor de Lord Byron.
A la edad de 14 años, comenzó a escribir sus primeros poemas. En 1914 la familia se trasladó a Atenas, donde Yorgos prosiguió con sus estudios hasta 1917, año en que terminó el bachillerato. En 1918, siguió estudios de derecho y literatura en la Sorbona, París, terminando la carrera en 1924. Durante estos años siguió escribiendo versos y tomó contacto con la poesía francesa contemporánea.
A pesar de su interés por la filología y por el arte, y estando muy ligado a su tierra, se incorporó al servicio diplomático griego cuando los turcos tomaron Esmirna, su ciudad natal, a principios de los años veinte. Desempeñó servicios como vicecónsul en Londres, conoció la poesía de T.S. Eliot, cuyo estilo le influyó mucho, y como cónsul en Albania en los años treinta.
En 1931 publicó su primer volumen de poesía, Strofi (El momento crucial) y un año después apareció su segunda colección, I Sterna. En 1935 vio la luz Mythistorima.
En 1941 contrajo matrimonio con Maria Zannou, a la que había conocido en 1936. Durante la Segunda Guerra Mundial acompañó a los políticos griegos en el exilio, viviendo en Creta, Egipto, Sudáfrica e Italia.
Acabada la guerra fue embajador desde 1953 hasta 1957 en Líbano, Siria, Jordania e Irak. Posteriormente permaneció como embajador griego en Londres hasta 1962. A partir de esta fecha se retiró del servicio diplomático y se estableció en Atenas.
En 1963 recibió el Premio Nobel de literatura. Seferis estuvo muy influido por Constantino Cavafis, T. S. Eliot y Ezra Pound.
En 1967 se pronunció en contra de la dictadura establecida por el general Papadopoulos, llegando a ser popular entre los jóvenes griegos.
Seferis, considerado el poeta griego más importante de la generación de la preguerra de los años treinta, falleció el 20 de septiembre de 1971. En su obra destaca su amor y nostalgia por el Mediterráneo y su ciudad natal, Esmirna.
Su obra
Escribió en dimotikí glosa -la lengua del pueblo-, lengua griega que había seguido su natural evolución y que presentaba modificaciones notables con la lengua oficial, impuesta desde el Estado, llamada kazarévusa. Intentó combinar sus propias experiencias con la historia y la mitología. Una de sus principales fuentes de inspiración fue la Odisea de Homero, en particular, para mostrar cómo la personalidad humana no ha cambiado a través de los siglos.
(Sacado de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] )
*
Algunos poemas de Yorgos Seferis:
De Mithistorema (1932):
ARGONAUTAS
Y el alma
si quiere conocerse a sí misma
a un alma debe mirar
vimos al enemigo y al extraño en el espejo.
Eran buenos muchachos los compañeros, no gritaban
ni por la fatiga ni la helada ni la sed,
tenían la manera de los árboles y de las olas
que reciben el viento y la lluvia
reciben la noche y el sol
sin cambiar dentro del cambio.
Eran buenos muchachos, días enteros
transpiraban al remo con los ojos bajos
respirando al ritmo
y su sangre enrojecía una piel sometida.
Una vez cantaron con los ojos bajos
al pasar la isla desierta con los nopales
hacia el poniente, más allá del cabo de los perros
que ladraban.
PERO ¿QUÉ BUSCAN NUESTRAS ALMAS VIAJANDO...
Pero ¿qué buscan nuestras almas viajando
sobre las cubiertas de atiborrados barcos
apretujadas contra mujeres amarillas y niños que lloran
sin poder olvidarse ni con las golondrinas de mar
ni con las estrellas que declaran en los bordes los mástiles.
Gastadas por los discos del gramófono
involuntariamente atadas con postraciones inexistentes
murmurando pensamientos quebrados de lenguas exxtranjeras?
Pero ¿qué buscan nuestras almas viajando
sobre podridos maderos marinos
de puerto en puerto?
trasladando ajadas piedras, respirando
el frescor del pino cada día con más dificultad,
nadando en las aguas de este mar
y de ese mar,
sin tacto
sin hombres
dentro de una patria que ya no es nuestra
ni vuestra.
Sabíamos que eran bellas islas
por aquí alrededor donde tocamos
un poco más abajo o un poco más alto
un mínimo espacio.
ASTIANAX
Ahora que te llevas contigo al niño
que vio la luz debajo de aquel plátano,
un día que resonaban las trompetas y brillaban armas
y los caballos sudorosos se inclinaban a rozar
la verde superficie de las aguas
en la fuente con sus húmedas narices.
Los olivos con las arrugas de nuestros padres
las rocas con el saber de nuestros padres
y viva en la tierra la sangre del hermano
era una alegría fuerte un fértil orden
para las almas que conocían su plegaria.
Ahora que te vas, ahora que el día de la expiación
clarea, ahora que ninguno sabe
a quién ha de matar ni cómo terminará
lleva contigo al niño que vio la luz
bajo las hojas de aquel plátano
y enséñale a observar los árboles.
De Cuaderno de ejercicios (1928-1937):
HAMPSTEAD
Como un ave con el ala rota
que hubiese años viajado por los aires
como un pájaro que soportar no pudo
el aire y la tormenta
cae la noche.
Sobre la hierba verde
habían, todo el día, bailado tres mil ángeles
desnudos como acero,
cae la tarde pálida;
los tres mil ángeles
plegaron sus alas y se hicieron
un perro olvidado
que ladra
solitario
y busca a su amo
o la parusía
o un hueso.
Ahora busco algo de calma
me bastaría una cabaña en una loma
o en una playa
me bastaría frente a mi ventana
una sábana lavada con añil
extendida como el mar
me bastaría en mi maceta
aunque fuese de mentira, un clavel
un papel rojo en un alambre
de modo que pueda el aire
el aire gobernarlo sin apuros
cuanto quiera.
Caería la noche
sonarían los ecos del rebaño bajando hacia el corral
como un pensamiento muy simple y feliz
y me tiraría a dormir
porque no tendría
ni una vela que encender,
luz,
para leer.
MOCETÓN
Viajé un año con el Capitán Ulises
estaba bien
con el buen tiempo me las arreglaba en proa al ladito de la sirena
cantaba sus labios rojos mirando los peces voladores,
con tormenta, me metía en un rincón de la bodega junto con el perro que me calentaba.
Una mañana, saliendo el año, vi minaretes
el contramaestre me dijo:
"Es Santa Sofía, te llevaré por la noche a las mujeres".
Así conocía a las mujeres que sólo visten medias
sobre todo, aquellas que escogimos.
Era un lugar extraño
un jardín con dos nogales una glorieta un pozo
alrededor de un pozo con vidrios quebrados encima
un arroyo cantaba "En la corriente de mi vida".
Entonces por primera vez vi un corazón
atravesado por la consabida saeta
dibujado en el muro con carbón.
Vi las hojas amarillas de la parra
caídas al suelo
pegadas a los adoquines al pobre barro
y di un paso para volver al barco.
Entonces el contramaestre me agarró del cuello y me tiró al pozo;
el agua tibia y tanta vida alrededor de la piel...
Luego la muchacha me dijo jugando distraída con su pecho derecho:
"Soy de Rodas, a los 13 años me pudieron de novia por 100 monedas".
Y el arroyo cantaba "En la corriente de mi vida".
Recordé la vasija rota en la tarde fresca y pensé:
"Esta va a morir también ¿cómo morirá?
Sólo le dije:
"Cuidado, lo destruirás, es tu vida".
Por la noche no pude acercarme a la sirena, me daba vergüenza.
EPITAFIO
Los carbones en la niebla
eran rosas con raíces en tu corazón
y la ceniza te cubría el rostro
cada mañana.
Deshojando sombras de cipreses
te fuiste el último verano.
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